Para Lázaro

Hace unos años, cada 15 de mayo día de San Isidro Labrador, patrón de Madrid, un grupo de amigos comenzamos a recorrer la Ruta del Santo. El Museo de San Isidro, la iglesia de San Andrés, el solar de la Casa de Iván de Vargas en la calle del doctor Letamendi, la Cuadra de San Isidro en la calle del Pretil de Santisteban, que únicamente abría ese día, y la Colegiata por supuesto. Después, la Ermita y la Pradera.

En el exterior de la Cuadra en la calle del Pretil de Santisteban solían repartir una hoja fotocopiada con la ruta propuesta, que aún guardo.

Nuestro paseo comenzaba en la calle del Águila nº 1 donde, según la tradición, nació Isidro hacia el año 1083 y donde pasó sus primeros años. Pero ese lugar siempre estaba cerrado… era un misterio qué habría tras esa puerta; lo intentábamos, pero nunca conseguimos información. Felizmente, desde hace pocos años, restaurada, la capilla de San Isidro en la calle del Águila cada día 4 abre sus puertas.

Calle del Águila nº 1

Visitábamos la Parroquia de San Andrés, tesoro madrileño, donde estuvo enterrado el santo, en la que su figura es protagonista. El cuerpo de Isidro estuvo también en la Capilla del Obispo, pero volvió a San Andrés, hasta que fue trasladado a la Colegiata en la calle Toledo, donde continúa, como veremos.

“Milagro de la Fuente”. Portada iglesia de San Andrés, Costanilla de San Andrés.

Otro relieve escultórico que representa el milagro de la fuente es una copia del cuadro hoy desaparecido que pintó Carreño de Miranda para la capilla del Santo en esta misma iglesia de San Andrés. Se encuentra en la Fuente de San Isidro, en la Ermita del Santo junto al Cementerio de San Isidro.

Fuente de San Isidro, ermita del Santo.

Parada obligada era y es la Casa-Museo del santo, el Museo de San Isidro. A pesar de que no existe certeza documental, tradicionalmente se cree que en el siglo XII, en este lugar estuvo enclavada la casa de los Vargas en la que vivió y murió San Isidro. El palacio fue construido en la primera mitad del siglo XVI por los Señores de Luján, antes de que el rey Felipe II trajera la Corte a Madrid en el año 1561; posteriormente pasaría a manos de los Condes de Paredes. Del edificio original únicamente se conservan el pozo, conocido como Pozo del Milagro, la Capilla dedicada al Santo y el Patio plateresco, sin duda alguna una de las joyas más valiosas que alberga el palacio, hoy museo.

También forma parte de la ruta el solar de la antigua Casa de Iván de Vargas, en la calle Doctor Letamendi, donde hoy se levanta una biblioteca.

Y por supuesto la Capilla de la Cuadra de San Isidro en la calle del Pretil de Santisteban 3, donde según la tradición se encontraba la cuadra en la que el Santo guardaba y cuidaba los bueyes con los que trabajaba en el campo y con los que se produjo el milagro de los ángeles.

A lo largo del recorrido, y en otros lugares de la ciudad, encontramos diversas esculturas de San Isidro. La más antigua probablemente sea la que está situada junto a la de su esposa Santa María de la Cabeza en el Puente de Toledo. Ambas son obra de Juan Alonso Villabrille que las proyectó en 1722 por encargo del arquitecto Pedro de Ribera para adornar el puente.

San Isidro fue enterrado en el cementerio de la iglesia de San Andrés, como vimos. Posteriormente, exhumado para su traslado al interior del templo, se halló el cuerpo incorrupto. Fue canonizado en 1622. Tras una larga historia, como sabemos, desde el siglo XVIII el patrón de Madrid reposa en la Colegiata de San Isidro, en un arca de nogal con filigrana de plata que, por primera vez desde 1985, el pasado mes de mayo 2022 se abrió. Durante unos días, el cuerpo expuesto del santo fue venerado por numerosos fieles y visitantes.

Colegiata de San Isidro (Foto Lázaro Jurado, mayo 2022)

Se cree que Alfonso VIII, rey de Castilla entre 1158 y 1214, donó una primera arca sepulcral para guardar el cuerpo de san Isidro, que a finales del siglo XIII fue trasladado a una nueva, la que hoy se conserva en la Catedral, que custodió los restos del patrón hasta 1620.

Arca de San Isidro. Catedral de la Almudena.

Asociamos la figura de San Isidro –que nació a finales del siglo XI y vivió en el XII–, a la imagen difundida en el siglo XVII.

San Isidro. Escultura atribuida a Juan Alonso de Villabrille y Ron. Catedral de la Almudena.

Imagen que en realidad no tiene nada que ver con el aspecto que pudo tener el labrador en el Madrid medieval, tal como lo representa la pintura en el arca de San Isidro en la Catedral de la Almudena.

Arca de San Isidro (detalle)

Alejándonos un poco del centro de la Villa podemos acercarnos a Carabanchel, a visitar la hermosa ermita Santa María de la Antigua, que según se cuenta tradicionalmente fue visitada por San Isidro, y así lo recuerda una placa municipal en el exterior.

Podemos visitar la bella villa de Torrelaguna, donde se casó con María Toribia, luego Santa María de la Cabeza, la ermita de San Isidro en Alcalá de Henares, el Real Cortijo de San Isidro en Aranjuez, incluso podemos viajar a conocer la fiesta de San Isidro en un pequeño pueblo de los Andes argentinos y celebrar el Día de nuestro santo patrón muy lejos de Madrid pero con la misma alegría.

San Isidro. Esculturas, pinturas en los museos… mucho arte y mucha historia para disfrutar.

¡Felices fiestas y feliz día de San Isidro Labrador!

Por: Mercedes Gómez

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Hace un tiempo tuvimos ocasión de conocer las Escuelas de la República, escuelas que formaron parte de un proyecto que había nacido unos años antes inspirado en la Institución Libre de Enseñanza. Bernardo Giner de los Ríos, como director de la Sección de Construcciones Escolares del Ayuntamiento, y Antonio Flórez Urdapilleta como arquitecto, elaboraron el Plan de Intervención para los años 1931-1932 en el que se proyectó la construcción de dieciocho nuevos centros escolares.

El día 14 de abril de 1933 fueron inaugurados siete de ellos, celebrando el segundo aniversario de la proclamación de la II República. Hoy cumplen 90 años.

Uno, como ya vimos, fue el Grupo Escolar Amador del los Ríos, en el paseo del Marqués de Zafra 16, barrio de la Fuente del Berro, distrito de Salamanca, que felizmente continúa viviendo su historia como Colegio Público.

Colegio Amador de los Ríos

Ante el bonito pórtico de entrada, protegido en un sencillo templete de cuatro columnas toscanas cubierto por una pérgola, hay un grupo escultórico, obra de José Capuz. Es uno de los elementos clasicistas que adornan el edificio racionalista de Antonio Flórez.

El grupo representa dos niños desnudos, uno de espaldas al otro, separados por una planta con flores.

Su diferente actitud, el más pequeño llorando y el mayor mostrando una cierta alegría, entre elementos escolares como los libros, se cree podría expresar la evolución experimentada en la infancia gracias al triunfo de la educación.

El más pequeño se frota los ojos, llorando, acaso porque se le ha roto un juguete que tiene a sus pies.

El niño mayor, con unos libros en el suelo junto a su pierna derecha, levanta los brazos hasta tocarse la cabeza con la mano derecha y se adivina una cierta sonrisa en su rostro.

La escultura de bonce fue fundida en Codina Hermanos Madrid, como leemos en la inscripción que figura en la base; en el lado contrario figura la firma del escultor. Se aprecia que necesita una restauración, que debería llevarse a cabo para conservar la magnífica obra.

José Capuz colaboró con el arquitecto Antonio Flórez en varios proyectos, este fue uno de ellos.

El grupo escultórico, además de en el Colegio Amador de los Ríos, fue instalado a la vez en otros colegios del mismo proyecto, como alegoría del triunfo de la educación, expresando de forma simbólica el objetivo que se perseguía con la creación de estas escuelas.

Otro de los colegios inaugurados ese 14 de abril de 1933 fue el Grupo Escolar Joaquín Sorolla, en la calle José Abascal con vuelta a la calle Santísima Trinidad 37, barrio de Trafalgar, distrito de Chamberí; actualmente acoge la Facultad de Ciencias de la Documentación de la Universidad Complutense y el Colegio Rufino Blanco.

En la entrada a la Facultad se encuentran dos esculturas gemelas, semejantes a la que hemos visto en el Amador de los Ríos, vaciados en bronce del mismo molde. Otra de las esculturas se conserva en el Colegio Rufino Blanco.

Facultad Ciencias de la Documentación UCM

Cada uno de los grupos escultóricos gemelos se encuentra bajo los templetes de columnas de granito cubiertos por una gran pérgola.

Las esculturas en todos los casos coronaban lo que en origen eran fuentes, hoy clausuradas, convertidos los pilones de piedra caliza con tazas curvas molduradas en jardineras. En los pedestales de granito aún se conserva la huella, el hueco de los surtidores por los que fluía el agua, uno, como en estos grupos gemelos, tres, o cuatro pilones, como es el caso del Amador de los Ríos.

Colegio Amador de los Ríos

Otro de los colegios inaugurados hace 90 años fue el Grupo Escolar Marcelo Usera, hoy igualmente Colegio Público, que también guarda una de las esculturas de Capuz; en la calle Perales de Tajuña 1, barrio de Almendrales, distrito de Usera.

Grupo Escolar Marcelo Usera (Foto: Mario @MapaArte )

 

Grupo Escolar Marcelo Usera (Foto: Mario @MapaArte )

Aunque inaugurado unos meses después, en noviembre de 1933, el en principio programado como Grupo Escolar Alcalá Zamora, en la Avenida Ciudad de Barcelona, barrio de Adelfas, distrito de Retiro, recibió el nombre que hoy conmemoramos, Grupo Escolar 14 de abril.

Después de la guerra, a este colegio le cambiaron el nombre por el de José Calvo Sotelo. Se ha pedido, y se sigue pidiendo, la recuperación de su denominación original, que de momento no se ha conseguido, aunque una placa colocada por profesores, padres de alumnos y vecinos de Madrid, recuerda su verdadera historia:

En su entrada también los niños de Capuz recuerdan la necesidad del triunfo de la educación.

Colegio Calvo Sotelo, originalmente Grupo Escolar 14 de abril.

 

Colegio Calvo Sotelo, originalmente Grupo Escolar 14 de abril (Foto: Arantxa @Aoh0113 )

 

Colegio Calvo Sotelo, originalmente Grupo Escolar 14 de abril (Foto: Arantxa @Aoh0113 )

Posiblemente alguna otra de las escuelas inauguradas aquel año de 1933 conserve la misma obra, con la firma del escultor, José Capuz. Cualquier información será bienvenida. Gracias a todos.

Por: Mercedes Gómez

NOTA 15 de abril 2023: He actualizado la entrada con fotos de las esculturas de los colegios de Marcelo Usera y Calvo Sotelo, ¡gracias Mario @MapaArte y Arantxa @Aoh0113 por vuestra colaboración!

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COAM. Guía de Arquitectura. Madrid, 2003.

Ayuntamiento de Madrid

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hace tiempo dedicamos un pequeño homenaje a los primeros arquitectos y a los primeros maestros de obras madrileños, a los musulmanes, los alarifes de la Villa que sin duda hicieron mucho por nuestra ciudad, aunque desgraciadamente quedan escasos recuerdos. Los alarifes titulares de la Villa, que juraban su cargo tras ser nombrados por el Concejo, se llamaban «maestros», título que se concedía a los mudéjares expertos en las actividades artesanas. El más conocido de todos quizá sea Maestro Hazan.

El Maestro Hazan trabajó en Madrid a finales del siglo XV, comienzos del XVI. Se desconocen casi todos los datos de su biografía. No sabemos dónde nació ni dónde murió, ni en qué fechas, pero sabemos que fue maestro de la Villa y maestro del Alcázar.

Al menos en los comienzos de 1485 era maestro de la Villa pues su nombre aparece en un requerimiento en las Actas del Concejo.

Recordemos que las Carnicerías viejas en 1400 se encontraban en la plazuela de San Salvador. Las Carnicerías «nuevas» o «segundas» fueron edificadas en la misma plaza, entre 1484-1487, –las carnicerías definitivas serían construidas en 1530 en la plaza del Arrabal, hoy Plaza Mayor–.

El maestro Hazan fue el encargado de edificar las Carnicerías nuevas. En 1484 se destinaron diez mil maravedíes municipales a dicha construcción, pero en 1485 fue necesario reedificarlas pues «la obra era mala y estaba cayendo». El día 4 de febrero de 1485 consta en las Actas del Concejo un requerimiento a maestre Hazan para que se encargara de su reedificación.

Manuel Montero Vallejo recreó en un dibujo cómo pudo ser la plaza de San Salvador, hoy de la Villa, en el siglo XV, mucho antes de que se construyera la Casa de la Villa. Con el nº 5 marca el lugar donde creía que estuvo situada la Carnicería nueva.

Reconstrucción del solar de la actual Casa de la Villa en el siglo XV. Manuel  Montero Vallejo. Ilustración de Madrid, 2009.

La obra más importante que se atribuye al maestro Hazan es la construcción del antiguo Hospital de Nuestra Señora de la Concepción, más conocido como Hospital de la Latina.

El Museo Universal, 1863.

El hospital, ubicado en la calle de Toledo, actual nº 52, fue fundado por Francisco Ramírez de Madrid, el Artillero, secretario y despensero mayor, y Capitán General de Artillería, y por su segunda mujer Beatriz Galindo, llamada la Latina, camarera y maestra de latín de la reina Isabel. Al menos en 1499 había comenzado la construcción, según consta en el testamento de Francisco Ramírez.

Hospital de La Latina. Finales siglo XIX.

La participación de Hazan se conoce por una cláusula de dicho testamento:

«…que hoy mando quel dicho Ospital se labre de las pieças de salas, enfermerías, capilla y otros edificios según la muestra que tiene maestre Hazan, moro, que tiene cargo de lo hazer e le requiero se haga en él…»

El hospital formaba parte del conjunto arquitectónico del Monasterio de la Concepción Francisca que, tras la muerte del fundador en 1501, su mujer continuó. Fue el más importante de los hospitales fundados durante el reinado de los Reyes Católicos, citado por los cronistas a lo largo de los siglos. Según Álvarez y Baena, «la fábrica de este Hospital la hizo Hazan Moro… las salas son capaces y bien construidas, la escalera principal, y la puerta que sale a la calle de Toledo están adornadas a lo Gótico».

Lo cierto es que no hay seguridad de que fuera suya la traza del hospital, el único dato que tenemos es la mención en el testamento del fundador, pero sí nos confirma que Hazan fue el constructor.

El hospital, gótico-mudéjar en su estructura, fue demolido en 1903, junto con el convento. Entre 1904-07 el convento fue reconstruido, según proyecto de Juan Bautista Lázaro, pero el hospital desapareció. De la construcción original únicamente se conservan la portada monumental y una parte de la escalera que había en su interior, consideradas obras del alarife maestro Hazan, ambos valiosos ejemplos del arte gótico plateresco.

La portada del antiguo hospital está formada por una puerta de entrada y una ventana; sobre ellas un alfiz de moldura lisa al que va unido como elemento ornamental el cordón de San Francisco. La puerta, de arco apuntado, está formada por grandes dovelas. Sobre ella, las figuras de San Joaquín y Santa Ana. Bajo el grupo de la Visitación, una inscripción: «Este hospital es de la Concepción de la Madre de Dios que fundaron Francisco Ramírez y Beatriz Galindo, su mujer. Año de 1507.». A ambos lados, las figuras de San Francisco y San Onofre, sobre ménsulas, como el grupo central. Bajo ambos santos se representa el escudo del fundador.

Fachada Hospital de La Latina. J.Laurent. Archivo Ruiz Vernacci, IPCE.

Tras su demolición, la portada, la escalera y los sepulcros de Beatriz Galindo y Francisco Ramírez se guardaron en los almacenes de la Villa. El fotógrafo Martín Santos Yubero dejó constancia de ello.

M. Santos Yubero. Archivo Regional de la Comunidad de Madrid.

Desde 1959 la portada del hospital de la Latina se encuentra frente a la Escuela Técnica Superior de Arquitectura en la Ciudad Universitaria de Madrid. Fue restaurada en 1960 por Fernando Chueca Goitia.

Portada Hospital de la Latina, Ciudad Universitaria

También se conservaron dos tramos de la balaustrada y pasamanos de su escalera, decorada con elementos vegetales y figuras de niños. Es una balaustrada plateresca, como la portada, gótico tardío, labrada delicadamente en alabastro.

Escalera Hospital de La Latina. J.Laurent. Archivo Ruiz Vernacci, IPCE.

En una de las fotografías de Santos Yubero, de las esculturas de los sepulcros de Beatriz Galindo y Francisco Ramírez, al fondo se aprecia un elemento que debía de pertenecer a la escalera.

M. Santos Yubero. Archivo Regional de la Comunidad de Madrid.

 

Escalera en la Casa de Álvaro de Luján en la actualidad.

Dos de los pináculos tuvieron que ser reconstruidos, pero la mayor parte de la obra se conserva en la Casa de Álvaro de Luján, en la Plaza de la Villa, actualmente sede de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.

Escalera en la Casa de Álvaro de Luján.

Después de su conversión al catolicismo, Maestro Hazan fue bautizado como Gonzalo Fernández. En la Carta de Poder otorgada por él mismo en 1503 para poder cobrar unos trabajos, se identifica como vecino de Madrid y maestro mayor de las obras en el Alcázar.

El origen musulmán de los maestros mayores reales –como ocurría en el caso de los maestros de la Villa– se explica por su destreza en las labores de carpintería, yesería y albañilería, necesarias para reparar los interiores de las casas y palacios en los que en esos momentos predominaba el gusto mudéjar.

Por : Mercedes Gómez

NOTA:

Si os interesa leer la versión completa de la ficha que escribí dedicada a este alarife madrileño y detallada bibliografía la podéis consultar en la Guía de Artífices de Madrid, realizada por los miembros del Instituto de Estudios Madrileños y publicada en su web, en la que tengo el honor y el placer de colaborar. Y por supuesto os recomiendo la consulta de todas las fichas de la Guía, una fuente completa y única sobre los artífices de Madrid, los arquitectos, ingenieros, paisajistas, alarifes y maestros de obras de la Villa.

 

 

En el artículo anterior publicado sobre Juan de Villoldo en la Capilla del Obispo hablamos de dos retablos menores, hoy desaparecidos, que estaban situados a ambos lados del retablo mayor –obra de Giralte, policromado por Villoldo–. Estos fueron obra del mismo Francisco Giralte, y en ellos además de esculturas había sendas pinturas sobre tabla.

Antonio Palomino, en su El Museo pictórico y escala óptica, publicado en 1724, al hablar de Blas de Prado (1545-1599), «insigne pintor, discípulo de Berruguete», afirmaba que este era el autor de «las dos tablas colaterales de la Capilla del Señor Obispo de Plasencia, la una del Bautismo de Cristo Señor Nuestro, y la otra del Martirio de San Juan Evangelista… y también la Colgadura, que ponen la Semana Santa en dicha Capilla…»

Como vimos, las colgaduras o sargas fueron obra de Juan de Villoldo (h.1516–h.1562), contratadas en 1547 –cuando Blas de Prado contaba con unos dos años de edad–.

Fue Antonio Ponz en su Viaje de España, publicado en 1776, quien escribió que se sabía por documentos o escrituras que las colgaduras no eran obra de Blas de Prado, como había afirmado Palomino, sino de Juan de Villoldo.

Ponz describió los dos altaritos, inmediatos al presbiterio, que constaban de dos columnas jónicas cada uno. Había en cada uno cuatro esculturas de santos y «en el medio de el del lado del Evangelio se ve expresado el bautismo de Cristo pintado en una tabla; y en el de la epístola el martirio de San Juan Evangelista en la caldera de aceite». Y añadió que, aunque en un primer momento él mismo los atribuyó a Blas de Prado –siguiendo a Palomino– , sin duda los hizo Juan de Villoldo, lo cual se sabe por los papeles del archivo y por el estilo del pintor, diferente al de Blas de Prado.

Ceán Bermúdez, en su Diccionario histórico (1800), recogió la misma información: que la mencionada escritura demostraba que las colgaduras eran obra de Villoldo, y que «siendo por el mismo estilo y gusto de dibujo las dos tablas al óleo del bautismo de Cristo y del martirio de San Juan, que están en sus retablos de la misma capilla, no queda duda alguna de que los pintó también Villoldo».

En un dibujo de Genaro y Juan Pérez Villaamil se aprecia, aunque con poco detalle, uno de los retablitos, el del lado de la Epístola.

Capilla del Obispo. Dibujo de Genaro y Juan Pérez Villaamil; litografía de Louis Julien Jacottet y Philippe Benoist.. (1842-44). Museo de Historia (web memoriademadrid)

En 1868 el Capellán don Miguel Martínez y Sanz –recordemos, el capellán que encontró en unos cajones las preciosas colgaduras que se creían perdidas– también describió «los dos retablitos inmediatos al presbiterio» que constaban de «dos columnas jónicas cada uno, laboreados a manera del altar mayor, así en las columnas y pilastras como en lo demás.»

Capilla del Obispo. Dibujo de G. y J. Pérez Villaamil (detalle)

Y luego describía las pinturas:

«En el lado del Evangelio se ve una que figura el Jordan y a Cristo recibiendo el bautismo de mano de San Juan, todo pintado en tabla. En el de la Epístola se ve el cruel tormento que sufrió el Evangelista San Juan delante de la puerta Latina metido en una caldera de aceite hirviendo: el autor de estos cuadros fue Villoldo; son de gran mérito.»

En 1881, el pintor Juan García Valdemoro presentó en la Exposición General de Bellas Artes una pintura titulada «Interior de la capilla de Nuestra Señora y San Juan Evangelista, llamada del Obispo, en Madrid, (estudio del natural)».

Esta pintura fue expuesta en 1926, en la famosa muestra El Antiguo Madrid, en el Antiguo Hospicio, como sabemos precedente del Museo Municipal, hoy Museo de Historia de Madrid. Según el Catálogo, en ella aparecen representados los retablos laterales. Dicho Catálogo explica que los altarcitos laterales –a esas alturas del siglo XX ya desaparecidos– ostentaban pinturas de Juan Villoldo, no de Blas de Prado, como creyó Palomino, recogiendo las palabras de Ponz.

En el Archivo Moreno, Instituto del Patrimonio Cultural de España, del Ministerio de Cultura, se conservan fotografías de ambas obras, localizadas en la Capilla del Obispo. La primera, Martirio de una santa, en la ficha del IPCE no se atribuye a ningún autor ni fecha.

“Martirio de una santa”, Casa Moreno (Archivo de Arte Español, 1893-1953). Archivo Moreno.

La otra, el Bautismo de Cristo, la ficha del IPCE la atribuye a Pedro Berruguete.

(Tengamos en cuenta que Pedro Berruguete, padre de Alonso, murió en 1503, antes de la construcción de la Capilla).

“Bautismo de Cristo”, Pedro Berruguete (h. 1450-1504), Casa Moreno (Archivo de Arte Español, 1893-1953). Archivo Moreno.

De esta última pintura hay otra fotografía, también de Casa Moreno, pero en este caso guardada en el Archivo de la Junta del Tesoro Artístico, anterior a 1938. Sin atribución a ningún autor.

“Bautismo de Cristo”, Casa Moreno. Archivo Junta del Tesoro Artístico (anterior a 1938)

Son las pinturas que Caamaño incluyó en su trabajo sobre Juan de Villoldo en 1966 y que también describe: cada retablo constaba de dos columnas jónicas, etc. Según este autor, que como vimos incluye estas imágenes, las tablas de los Santos Juanes han de considerarse obra de Villoldo.

En caso de encontrar nueva información, continuará…

Por: Mercedes Gómez

 

La Capilla de Santa María y San Juan de Letrán, más conocida como Capilla del Obispo, fue fundada en el siglo XVI por Francisco de Vargas, el licenciado Vargas, funcionario real. Junto con la iglesia de San Andrés y la capilla de San Isidro forma uno de los conjuntos histórico-artísticos más importantes  y valiosos de Madrid.

Se considera que las obras de construcción de la capilla comenzaron hacia 1520. Francisco de Vargas murió en 1524, por lo que uno de sus hijos, Gutierre de Vargas y Carvajal, que era obispo de Plasencia, fue quien continuó y concluyó la obra.

J.M. Avrial, «Plaza de la Paja», 1840 (Museo de Historia).

Situada en la plaza de la Paja, es uno de los escasos ejemplos de arquitectura gótica que se conservan en Madrid y de su transición al plateresco, inicios del Renacimiento, que se aprecia en su decoración interior.

El obispo encargó las obras escultóricas de su capilla a Francisco Giralte que en los primeros años trabajó en el retablo mayor y los sepulcros de sus padres, Francisco de Vargas e Inés de Carvajal, situados a ambos lados del retablo. Después se encargó del sepulcro del propio Gutierre de Vargas y Carvajal, logrando una obra maestra, de gran calidad, ubicada en el lado de la epístola.

Acometió también otras obras menores, como dos pequeños retablos a ambos lados del retablo central, hoy desaparecidos.

Todas las obras descritas tienen una gran importancia artística, pero no fueron las únicas; para la decoración de la capilla fueron creadas otras piezas, entre las que se encontraban una serie de sargas o colgaduras pintadas, creación del pintor Juan de Villoldo.

Juan de Villoldo

Juan de Villoldo (h.1516–h.1562) se cree que pudo ser discípulo de Alonso Berruguete y que tuvo amistad con Giralte, debido quizá a que ambos tuvieron un aprendizaje y trabajo común con el maestro.

Tuvo actividad sobre todo en Palencia, donde se supone nació, y Valladolid; en Madrid solo se conoce su participación en la decoración pictórica de la Capilla del Obispo: Juan de Villoldo pintó y doró el espectacular retablo mayor.

Capilla del Obispo. Retablo de Francisco Giralte, pintado y dorado por Juan de Villoldo.

También fue el autor de las pinturas de los altares situados a ambos lados del retablo, igualmente obra de Giralte, antes mencionados, hoy desaparecidos.

Cada retablo constaba de dos columnas jónicas y una pintura sobre tabla; en el del lado del Evangelio se representaba a Cristo en el Jordán recibiendo el bautismo de mano de san Juan; en el de la Epístola se veía la tortura que sufrió el evangelista san Juan en una caldera de agua hirviendo. Jesús María Caamaño en su trabajo sobre el artista incluye estas imágenes, pinturas que atribuye a Villoldo (*):

«Bautismo de Cristo» y «Martirio de San Juan Evangelista» de Juan de Villoldo, según J.M.Caamaño.

Además, para la Capilla del Obispo, para ser colgadas durante la Semana Santa, Villoldo pintó la mencionada serie de sargas.

Las sargas

Las sargas de la Capilla del Obispo fueron obra de Juan de Villoldo. Se conocen los acuerdos de la escritura que firmó el artista en agosto de 1547, que indicaban que los paños debían contener veinticuatro historias sagradas del Antiguo y Nuevo Testamento; uno con el Juicio final y la Resurrección de la carne y otro del Calvario para el altar mayor y que deberían estar concluidos antes del 10 de marzo de 1548.

Durante mucho tiempo en Semana Santa las sargas cubrieron el retablo y paredes de la capilla. Hasta las primeras décadas del siglo XIX en que se consideraron desaparecidas.

En 1861 ocurrió algo importante. El capellán mayor don Miguel Martínez y Sanz publicó Noticia de la fundación, bellezas artísticas y gracias espirituales de que goza la Capilla de Nuestra Señora y San Juan de Letrán de Madrid, llamada comúnmente del obispo. Gracias a su escrito sabemos que este capellán encontró en unos cajones las preciosas colgaduras que se creían perdidas.

Durante la Semana Santa del año 1862 los antiguos lienzos volvieron a ser expuestos al público; muchos curiosos acudieron a la capilla y en la entrada podía adquirirse un librito impreso con una breve reseña de las vicisitudes de la historia del templo y la explicación de todas las obras de arte.

Los visitantes pudieron contemplar los notables lienzos pintados al claro oscuro por el célebre artista Juan de Villoldo el año 1547, en los que, además del Calvario, se describían veinticuatro pasajes del antiguo y nuevo Testamento.

En 1915 aún había noticias de que en Semana Santa se revestía la capilla con los paños de Juan de Villoldo. En algún momento dejaron de exhibirse otra vez.

En 1920 tuvo lugar una excursión artística dirigida por el cronista Pedro de Répide para el Gran Liceo de Madrid, en la que se expusieron, como obsequio a los excursionistas, los entonces considerados famosos tapices de Villoldo, que rara vez había ocasiones de admirar, según afirmaba la noticia.

En el retablo de la Capilla del Obispo, como testigos del pasado, actualmente se conservan unas poleas que seguramente sirvieron para subir y bajar las sargas.

Retablo Capilla del Obispo (detalle polea). Información y foto: Fernando Fresneda.

Hoy día, por segunda vez, las sargas de la Capilla del Obispo se consideran desaparecidas.

 

El Descendimiento

Las sargas, como decíamos, hoy día vuelven a considerarse desaparecidas, excepto una, posiblemente: el Calvario, que cubría el retablo de la capilla durante la Semana Santa.

La pintura el Descendimiento de la Cruz ingresó en el Museo Municipal, actual Museo de Historia de Madrid, en junio de 1936, como parte de un lote de fondos procedente de Patrimonio Nacional, concretamente de la iglesia de la Casa de Campo, según información facilitada por el propio Museo de Historia.

La obra figura en el Catálogo de las pinturas del Museo Municipal, con número de inventario 5.388. En la documentación en esos momentos en poder del museo no figuraba atribución a ningún autor y se desconoce el motivo por el cual la obra pudo llegar a la Casa de Campo y de ahí al Museo.

La iglesia de la Torrecilla, iglesia parroquial de la Casa de Campo, obra de Francisco Sabatini, fue prácticamente destruida durante la Guerra Civil; en su interior se encontraban pinturas de calidad, aunque no consta que en ella hubiera obras del siglo XVI.

En cuanto al primer traslado, en caso de tratarse de una de las sargas de la Capilla del Obispo, como se cree, es una incógnita, de momento, cómo pudo llegar a Patrimonio Nacional, antes de su traslado a la Casa de Campo.

En 1931 Patrimonio pasó a ser Patrimonio de la República; así, la última mudanza, la llegada de la sarga al Museo Municipal, podría estar relacionada con el hecho de que ese año el Real Sitio fue cedido por el Estado al municipio de Madrid.

El Descendimiento de la cruz, que ya conocimos cuando hablamos aquí de las sargas, telas pintadas, y del oficio del pintor de sargería en el Madrid del siglo XVI, es una pintura al temple sobre sarga, de 7,90 x 3,10 metros, datada hacia 1547, el mismo año en que Villoldo contrató la creación de las sargas de la capilla del Obispo, una de las cuales se cree podría ser este Calvario, como dijimos.

Juan de Villoldo. El Descendimiento (mediados sg.XVI). Museo de Historia

La escena representa el momento en que el cuerpo de Cristo es descendido de la cruz por José de Arimatea y otros personajes. A los pies de la cruz, la Virgen, San José y la Magdalena lloran su muerte. Otros personajes desclavan los pies del crucificado. En la parte superior dos angelotes en un frontón sostienen una guirnalda con una calavera.

Desde entonces, la sarga ha sido expuesta solo en dos ocasiones.

La primera noticia que tenemos al respecto es que la soberbia sarga, en palabras del historiador Alfonso Pérez Sánchez, se exhibió por primera vez en la exposición inaugurada en el Museo Municipal a finales de 1979, Madrid hasta 1875: testimonios de su historia. La muestra tuvo mucha importancia, pues significó la reapertura del museo tras veinticuatro años cerrado; la directora en aquellos momentos era Mercedes Agulló. Leemos en su catálogo que la pintura es «de estilo muy próximo al de Juan de Villoldo que en 1547 contrata las grandes sargas que cubrían el retablo de la Capilla del Obispo». La imagen incluida en el mencionado catálogo es en blanco y negro, como vemos, pero se explica que está «pintada con efecto de claroscuro, solamente coloreados los rostros y manos de los personajes», casi una grisalla, como muchas de las sargas religiosas de la época.

Escribió Pérez Sánchez que es un «ejemplo casi único del arte de mediados del siglo XVI, del manierismo más característico…», del refinado arte que Berruguete introdujo en Castilla.

En agosto de 1982 apareció en la Gaceta del Museo Municipal, en el nº 6, que se publicaba bajo la dirección de Mercedes Agulló.

Gaceta del Museo Municipal, nº 6, 1982. Foto: Museo de Historia de Madrid.

Gaceta del Museo Municipal, nº 6, 1982. Foto: Museo de Historia de Madrid.

Unos años después, en 1990, el Museo Municipal publicó su Catálogo de las pinturas, ya mencionado. Aunque se deja una puerta abierta a la duda y al final se afirma que quizá perteneciera al conjunto de las sargas de la Capilla del Obispo, la ficha dedicada al pintor Juan de Villoldo recoge El Descendimiento como única obra atribuida al artista, y la describe como un «espléndido ejemplo de la impronta que tuvo el arte de Alonso Berruguete en su discípulo Villoldo».

El mismo Pérez Sánchez –por entonces director del Museo del Prado– en uno de los textos habla de la colección del Museo Municipal y destaca algunas obras de «valor singularísimo»: menciona La Virgen y el Niño de Pedro Berruguete en el siglo XV y «la gran Sarga del Calvario de Juan de Villoldo» del XVI.

Parece que desde esos momentos se acepta la atribución de la pintura a Juan de Villoldo.

Ese mismo año 1990 se emprendió la remodelación de la capilla del antiguo Hospicio, sede del museo, que hasta esos momentos había sido ocupada por los depósitos de la Biblioteca Histórica Municipal, para adaptarla como sala de actos culturales y exposición de pintura religiosa; entonces se decidió sustituir el gran cuadro San Fernando ante la Virgen, de Luca Giordiano, que estaba en muy mal estado, por la obra El Descendimiento de Juan de Villoldo. El lienzo fue descolgado para proceder a su limpieza y la sarga ocupó su lugar.

Sarga «El descendimiento» en la Capilla del Antiguo Hospicio, 1990 (Foto: Museo de Historia de Madrid)

Sería la segunda vez que se exponía, y última de momento. Tras su restauración, la pintura de Giordano se volvió a instalar en la cabecera de la capilla, donde sin duda hoy día luce esplendorosa; la sarga regresó al almacén.

Algunas personas, como la investigadora Mercedes Agulló, entonces jefe del Departamento de Museos y Patrimonio Histórico Artístico, recordaban aquel momento en que se colgó la sarga y pudieron contemplar su belleza. Gracias a Mercedes, que lamentablemente murió el 4 de enero de 2019, conocí la importancia de esta obra que ella tanto valoró, y que debido a su empeño se exhibió en dos ocasiones.

Por: Mercedes Gómez

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(*) En el Archivo Moreno, IPCE, del Ministerio de Cultura, se conservan fotografías de estas dos obras, localizadas en la Capilla del Obispo, pero no atribuidas a Villoldo.

Bibliografía:

PONZ, Antonio, Viage de España, tomo V, Trata de Madrid, Madrid, Joachin Ibarra, 1776.
ANÓNIMO, Explicación de las pinturas de Juan Villoldo hechas en los lienzos de la Capilla del Obispo, Madrid, Imp. de A. Peñuelas y G. Pedraza , 1865.
CAAMAÑO, Jesús María, «Juan de Villoldo», Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología, tomo 32, 1966.
Catálogo de las pinturas. Museo Municipal de Madrid, Madrid, Ayuntamiento de Madrid, 1990.
MARTÍNEZ Y SANZ, Miguel, Noticia de la fundación, bellezas artísticas y gracias espirituales de que goza la Capilla de Nuestra Señora y San Juan de Letrán de Madrid, llamada comúnmente del obispo, Madrid, Higinio Beneses, 1861 (1ª edición); Madrid, La Esperanza, 1868 (2ª edición).
PARRADO DEL OLMO, Jesús María, «Testamento y otros datos de Juan de Villoldo», Publicaciones de la Institución Tello Téllez de Meneses, 42, 1979.
PÉREZ SÁNCHEZ, Alfonso E., «Pintura y dibujo de los siglos XVI y XVII», en catálogo Madrid hasta 1875. Testimonios de su historia, Ayuntamiento de Madrid, Museo Municipal, 1979.
RECHE, Carmen, «Recuperación y restauración de la obra San Fernando ante la Virgen de Luca Giordano», en San Fernando ante la Virgen de Luca Giordano. La recuperación de una obra maestra del Museo Municipal de Madrid, Ayuntamiento de Madrid, 1994.
UCETA, Óscar. San Isidro y la Capilla del Obispo. Historia, Arte y Espiritualidad. Cabildo Catedral de Madrid. Madrid, 2022.

Hace unos años conocimos la historia de la Residencia de Señoritas, grupo femenino de la Residencia de Estudiantes que había sido creada por la Junta de Ampliación de Estudios en 1910, inspirada en las ideas de la Institución Libre de Enseñanza. La Residencia de Señoritas abrió sus puertas en octubre de 1915 bajo la dirección de María de Maeztu.

Tuvimos ocasión de visitar el exterior de la antigua Residencia, el Pabellón de Fortuny, su precioso jardín con la fuente que conocieron sus antiguas inquilinas y el Pabellón Arniches; actualmente el conjunto es la sede de la Fundación Ortega-Marañón.

Tras una extraordinaria restauración y rehabilitación, a cargo de Jerónimo Junquera –arquitecto que ya realizó la primera rehabilitación para la Fundación en 1983–, hace pocos días se ha inaugurado el Espacio Cultural Ortega-Marañón, cuya visita ofrece muchos alicientes.

La entrada tiene lugar por el jardín del palacete, en Fortuny 53, ocupado por las oficinas de la Fundación.

A sus espaldas está la entrada al Pabellón Arniches, así llamado en honor a su arquitecto, como vimos; una joya del racionalismo madrileño que ahora alberga el Espacio Cultural.

La primera grata sorpresa la encontramos en el vestíbulo, con un cartel explicativo: los restos de un viaje de agua, felizmente conservados bajo un cristal.

El Viaje de la Castellana fue uno de los creados en el siglo XVII ante la necesidad de abastecimiento de agua a la ciudad, pero según leemos «esta galería debió de construirse a partir del proyecto de reforma de la Fuente Castellana de 1833».

Accedemos al interior del Pabellón donde podremos visitar tres exposiciones. En la planta baja, la temporal dedicada a la historia de la propia Residencia de Señoritas, Motor de igualdad. La Residencia de Señoritas (1915-1936).

La muestra recorre toda la historia de la institución con textos, fotografías, documentos, muebles y objetos. Los edificios, la figura de María de Maeztu, cómo era la vida en la residencia, sus horarios, normas…

Mesa y butaca de lectura diseñadas por Carlos Arniches y Martín Domínguez, 1933. Fundación José Ortega y Gasset-Gregorio Marañón.

Conocemos cómo era la vida académica, tiempos de ocio, los deportes que practicaban…

Raquetas, discos, bola de lanzamiento de martillo, esquíes, sticks de hockey, etc. (h. 1930). INEF. Universidad Politécnica de Madrid.

Asistimos a la descripción de cómo era su vida en la residencia, hasta su triste final a causa de la guerra.

En las plantas 1 y 2 se encuentra la exposición permanente Ortega-Marañón. Ciencia y pensamiento, con un interesante recorrido a lo largo de la vida y obra de ambas figuras.

Mencionemos también que en el jardín una escultura de Pablo Serrano, artista tan admirado en este blog, recuerda a José Ortega y Gasset.

José Ortega y Gasset (Pablo Serrano, 1985)

La visita además nos permite conocer el interior del Pabellón Arniches, sede de las exposiciones.

Pabellón Arniches. Pº General Martínez Campos, esquina Miguel Ángel.

Nos admira contemplar las formas racionalistas creadas por Carlos Arniches, de quien hemos hablado aquí en varias ocasiones.

Contemplar su arquitectura singular desde el exterior, y su interior.

Fundación Ortega-Marañón
Calle Fortuny, 53
Exposición temporal: Motor de igualdad. La Residencia de Señoritas (1915-1936), hasta el 1 de julio.
Exposición permanente: Ortega-Marañón. Ciencia y pensamiento.
Entrada gratuita.

Por: Mercedes Gómez

(I) Pedro de Alcántara Téllez-Girón, príncipe de Anglona

El Palacio de Anglona –situado entre la Costanilla de San Pedro, la calle Segovia, la Costanilla de San Andrés y la calle Príncipe de Anglona– ha tenido varios propietarios a lo largo de su historia, pero hoy día tanto la calle como el palacio y su jardín conservan el nombre del ilustre príncipe que lo heredó en los comienzos del siglo XIX.

No se conoce la fecha exacta ni el autor de la construcción del edificio primitivo pero se sitúa entre los años 1675 y 1690, aunque sus orígenes se remontan al siglo XVI, época de la que ya se conocen algunos datos. Entonces se trataba de un conjunto de casas ubicadas junto a la iglesia de San Pedro que pertenecían a los Vargas, que como sabemos tenían diversas propiedades en la zona; en el inicio del siglo XVII estas pasaron a ser propiedad de los Benavides.

Posteriormente, en 1637, el XI conde – VIII duque de Benavente, Antonio Alonso Pimentel, obtuvo la propiedad al casarse con Francisca de Benavides, nieta de Álvaro Benavides e hija de los marqueses de Javalquinto y Villarreal.

Los Benavente utilizaron este palacio como residencia principal.

Plano de Texeira, 1656

La Costanilla de San Pedro antes fue la calle de la Palma y la calle del Príncipe de Anglona era la calle Sin Puertas; ambas así figuran en la Planimetría General de Madrid del siglo XVIII. La calle del Príncipe de Anglona recibe este nombre desde 1889.

El jardín fue construido sobre un antiguo huerto de los Vargas, salvando el gran desnivel del terreno, por lo que en algunos lugares aparece con la denominación de jardín colgante. La entrada tiene lugar por la plaza de la Paja, y sus muros al norte se asoman a la calle Segovia, con una altura de seis metros. Tiene una superficie de aproximadamente 500 metros cuadrados.

El diseño de 1761 es de Nicolás Chalmandrier, que aparece representado en el plano de Madrid del mismo autor.

Plano de Chalmandrier, 1761

Se supone que el palacio fue reformado antes de 1771, «para su mejor y más cómoda habitación» cuando tuvo lugar la boda entre la Condesa de Benavente María Josefa Alonso Pimentel y Pedro de Alcántara de Téllez Girón. Se les destinó este palacio en la calle Segovia pero el matrimonio eligió el Palacio de los Osuna en los altos de Leganitos ‑que ya no existe‑. Don Pedro, tras la muerte de su hermano mayor, pasó a ser IX duque de Osuna.

Francisco de Goya los retrató en el gran lienzo de la familia, Los duques de Osuna y sus hijos, fechado hacia 1787, que se encuentra en el Museo del Prado.

«Los duques de Osuna y sus hijos», F. de Goya, 1787-88. Museo del Prado.

Una gran reforma del edificio tuvo lugar en 1776 a cargo de Vicente Barcenilla. A finales de siglo, en 1793, Ángel María Tadey, contratado por la duquesa de Benavente, marquesa de Peñafiel, realizó mejoras de calidad en la decoración de su interior, y en el jardín, donde instaló un puente, un cenador, una casita para las gallinas… todo al gusto de la época.

Según Ramón Guerra de la Vega, en 1800 el interior fue decorado por el francés Jean-Démosthène Dugourc, que trabajó para el rey Carlos IV y, recordemos, también decoró el palacio de Manuel Godoy en la plaza de la Marina española.

En 1802, con motivo de la boda del primogénito de la Casa de Osuna, XI marqués de Peñafiel, Francisco Borja Téllez Girón con María Francisca Beaufort y Toledo, tuvo lugar la reforma más importante del palacio, a cargo del arquitecto Antonio López Aguado que lo convirtió en un edificio de planta rectangular, con dos patios interiores.

Al ser nombrado X duque de Osuna, el heredero Francisco Borja abandonó la casa, que pasó a su hermano Pedro de Alcántara Téllez-Girón y Alonso Pimentel, príncipe de Anglona –título que heredó de su madre– y marqués de Javalquinto, hijo segundo de la Casa de Osuna.

Pedro de Alcántara Téllez-Girón y Alonso-Pimentel, príncipe de Anglona (1786- 1851), hijo menor de Pedro de Alcántara Téllez-Girón, IX duque de Osuna, y de Josefa Alonso-Pimentel, condesa-duquesa de Benavente, es el niño que Goya representó sobre un cojín, a los pies de su madre, en el retrato familiar.

«Los duques de Osuna y sus hijos», F. de Goya, 1787. Museo del Prado. (detalle)

El otro niño, que está de pie, es su hermano, el tercero y el mayor de los varones, Francisco de Borja Bruno Téllez Girón, entonces futuro X duque de Osuna.

Agustín Esteve pintó al príncipe cuando tenía unos doce años. Se desconoce donde se encuentra el cuadro en la actualidad pero felizmente en el Archivo Ruiz Vernacci del IPCE se conserva una fotografía.

Fotografía del retrato de Pedro de Alcántara Téllez-Girón, Príncipe de Anglona, pintado por Agustín Esteve. ¿José Lacoste? Albúmina, 1900-15. Archivo Ruiz Vernacci.

Otra imagen del príncipe de Anglona en la que aparece representado junto a su hermano, Francisco de Borja Téllez Girón, es la que pintó William Beeckey, «El X duque de Osuna y su hermano el principe de Anglona», de la que también se conoce una fotografía, incluida en 1925 en la exposición de Retratos de niños en España y publicada en «Retratos de la familia Téllez-Girón, novenos duques de Osuna», de Joaquín Esquerra del Bayo.

«El X duque de Osuna y su hermano el principe de Anglona», William Beeckey. Una copia de la fotografía se conserva en el Archivo del Centro de CC Humanas y Sociales del CSIC.

Se casó con María del Rosario Fernández de Santillán. Por herencia familiar el príncipe de Anglona fue militar desde niño, pero también fue amante de las letras, la historia y el arte, igualmente heredero de la ilustración de sus padres. Llegó a ser director de la Real Academia de San Fernando y desde 1820 a 1823 fue director del Museo del Prado, cuando aún se llamaba Real Museo de Pintura y Escultura.

El príncipe de Anglona murió en 1851, a la edad de 65 años.

«Príncipe de Anglona», V. Carderera, 1843. Museo del Romanticismo.

En 1872 su hijo y heredero Pedro de Alcántara Téllez Girón y Fernández de Santillán vendió la casa al marqués de la Romana.

Palacio de Anglona (Foto: Madrid a 360º)

 

(II) El Palacio y el Jardín del príncipe de Anglona

La familia de los marqueses de la Romana, que fue su propietaria durante más de un siglo, hasta 1983, fue quien en 1920 encargó la reforma del jardín a Javier de Winthuysen.

Planta del Jardín del Palacio de Anglona. Javier de Winthuysen (1920). Archivo Real Jardín Botánico.

Winthuysen incluyó en su diseño elementos del jardín clásico andaluz, con fuentes y bancos con azulejos, parterres y pilastras a lo largo del muro.

Dibujo de la fuente del palacio de Anglona. Javier de Winthuysen (1920).

Los nuevos dueños también fueron dignos inquilinos del palacio, amantes del arte, como demuestra la colección que atesoraron.

El 11 de abril de 1926 los socios de la Sociedad española de excursiones lo visitaron. En su crónica se describe el interior y las valiosas obras de arte que allí pudieron contemplar. Tras la escalera y el vestíbulo, una antesala decorada con un tapiz flamenco y otros objetos, el salón verde con pinturas notables…

… y una sala llamada de los Goyas, con nueve cuadritos del pintor, entre ellos La Maja y el Petimetre. El Salón de baile, el comedor, etc. todo ello descrito con admiración.

«La Maja y el Petimetre». Goya. Colección del marqués de la Romana.

Posteriormente, entre los años 1942 y 1978 lo alquilaron al Ayuntamiento de Madrid, que instaló allí unas oficinas.

El Ayuntamiento abandonó el edificio en 1978, debido a su mal estado, pero inició los trámites de expropiación del jardín para convertirlo en zona verde.

Cuando en 1983 la empresa Anglona S.A. compró el palacio para su transformación en viviendas aún pertenecía a los marqueses de la Romana. La empresa se comprometió con el Ayuntamiento a reformar también el jardín, obra que inició la paisajista Lucía Serredi, quien dijo que «…bajo 40 centímetros de tierra y hojas secas, encontramos unos caminos de ladrillos bordeados por setos de boj ya totalmente secos, formando un parterre que muy bien podía corresponder al original del siglo XVIII».

En 1987 estas obras se interrumpieron por falta de presupuesto, según se publicó. Las viviendas de lujo ya estaban todas vendidas.

La rehabilitación del antiguo Palacio de Anglona para viviendas obtuvo uno de los doce Premios de Urbanismo y Arquitectura del Ayuntamiento de Madrid, que no se entregaban desde antes de la Guerra Civil y que se recuperaron en 1986.

Foto: Informes de la Construcción, 1986

 

Foto: Informes de la Construcción, 1986

La rehabilitación integral del edificio fue realizada por Ignacio Blanco Lecroisey y Jaime Martínez de Ubago y de Liñán; la obra se llevó a cabo en 1984-1986. Carlos Boyer Monsalve continuó la obra entre 1986-1987. Los autores de una segunda rehabilitación fueron José Ángel Rodrigo García y Jaime Castañón Fariña.

Vestíbulo de entrada al palacio de Anglona. Foto : Madrid a 360º

 

Los jardines, que mantuvieron la propiedad municipal, y por tanto eran públicos, estaban cerrados, los vecinos de las dieciséis viviendas de lujo tenían la llave y no dejaban entrar a nadie, al parecer con el consentimiento del Ayuntamiento. No se abrieron hasta el año 2002.

Conservan algunos elementos, como es su tapia, con paños de tapial de adobe y albardillas de losetas cerámicas, uno de los elementos usualmente utilizados por la jardinería tradicional en Madrid, de las que quedan pocos ejemplos.

Aunque se mantiene el antiguo trazado y el solado original de ladrillo, otros elementos singulares han desaparecido. Se conserva el pavimento de los paseos y algunos dibujos de la plazoleta central formados por ladrillos colocados creando un dibujo de espina de pez.

Antigua fuente de taza baja construida en mármol blanco

Como elementos singulares, además de las fuentes destacan un cenador y dos pérgolas. Durante la reforma, en el centro se instaló una pequeña fuente de piedra.

Su trazado, que originalmente fue neoclásico, presenta dos caminos geométricos de ladrillo aparejados a sardinel, y con un bordillo de granito. Dichos caminos se cruzan perpendicularmente, dando lugar a cuatro cuadrantes conformados por setos de boj.

Palacio y Jardín del Príncipe de  Anglona, 2023. Foto: Vicente Benítez Blanco

 

Por: Mercedes Gómez

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Bibliografía:

PEÑUELAS, José. «Visita al palacio de los marqueses de la Romana» en Boletín de la Sociedad española de excursiones, dic. 1926.
Catálogo Javier de Winthuysen. Jardinero. Andalucía. Sevilla, Córdoba 1989-1990.
GUERRA DE LA VEGA, Ramón. Palacios de Madrid. Madrid, 1999.
COAM. Guía de Arquitectura, Madrid 2003.
MARTÍNEZ, África. Palacios madrileños del siglo XVIII, Ed, La Librería, Madrid 2003.
LABAJOS, Luciano y RAMON-LACA, Luis. Jardinería tradicional en Madrid. Ed. La Librería, Madrid, 2007.

El País, 28 mayo 1986, 20 jul 1987, 26 mayo 1992, 14 mayo 2005.

Madrid a 360º

 

 

La entrada dedicada al edificio de las antiguas Serrerías Belgas fue uno de los primeros artículos publicados en este blog, allá por enero de 2009. Llamaba la atención esa vieja fábrica maderera, tan desconocida, destinada a albergar cultura contemporánea. En aquellos momentos solo pudimos adivinar parte de su interior desde la calle Alameda. Su transformación desde entonces ha sido espectacular.

Cerca de cuatro años después la restauración y rehabilitación había terminado, y conocimos un poco mejor su historia.

En mayo de 2013 se inauguró y abrió al público como nueva sede de Medialab Prado, que fue un placer visitar y conocer sus actividades y talleres.

El año pasado el Ayuntamiento decidió trasladar Medialab a Matadero, en Legazpi, y anunció que el lugar se iba a llamar Espacio Cultural Serrería Belga. El edificio quedó cerrado, a la espera del nuevo uso.

Entrada por calle Alameda

Tras su reapertura, en la actualidad de pueden visitar dos exposiciones, una fotográfica sobre la música en directo, Sonido Madrid; y otra, que os invito a visitar hoy, con una selección de obras de la colección del Museo de Arte Contemporáneo, Historia y misterio de una colección: MAC.

Una selección de pintura, escultura y material audiovisual que nos lleva desde la Escuela de Vallecas en los comienzos del siglo XX, la Escuela de Madrid, los realistas, los maestros de la abstracción, el pop de la movida… hasta hoy día. Estructurada por conceptos como: Mito y realidad, Figuraciones, Gesto y Forma.

Isabel Quintanilla, “Fiestas de San Isidro”, 1997; Amalia Avia, “La catedral de las colchas”, 1990.

La Serrería no está pensada para ser una Sala de exposiciones. La solución ha sido situar los cuadros en paneles metálicos, diseño expositivo que ha sido realizado por el mismo equipo de arquitectos autores de la rehabilitación de la antigua fábrica, Langarita-Navarro.

1ª planta del Espacio Serrería Belga.

 

Fernando Zóbel, “Composición”, 1967.

Son obras de cuarenta y dos artistas de primer orden.

Juana Francés, “Pintura nº 34” (detalle), 1959.

 

Lucio Muñoz, “Para Kiyoaki”, 1991.

En una última sala se muestra la ciudad como paisaje, incluso paisaje sonoro.

Ángel Orcajo, “Cabeza urbana”, 1975.

La exposición ha sido comisariada por la directora del propio museo, Mª Ángeles Salvador.

Merece la pena la visita, no solo por la selección de grandes obras sino también por el edificio recuperado. En la web del centro se pueden consultar los detalles:

Espacio Cultural Serrería Belga.
Calle Alameda, 15.
Historia y misterio de una colección: MAC
Hasta el 26 de febrero de 2023

Veremos qué le depara el futuro al nuevo espacio y esperemos que el Museo de Arte Contemporáneo, el MAC, algún día vuelva a abrir sus puertas y muestre su extraordinaria colección de forma permanente, en su lugar, el Centro Cultural Conde Duque.

Por: Mercedes Gómez

 

 

 

Queridos amigos:

Cumplimos catorce años. En este mundo de los blogs catorce deben de ser muchos, ya somos mayores 🙂

A pesar de los pesares y de todo lo que nos ha ocurrido, bueno y malo, a lo largo de tanto tiempo, celebramos un nuevo cumpleaños. Lo asombroso es que seguimos con ánimos, vosotros y yo, pues no solo se mantienen las visitas y lectores curiosos a lo largo de los años, sino también vuestra participación, tan importante. Gracias mil, sois estupendos.

Gracias a todos los que por aquí habéis pasado, especialmente a los más fieles –no os nombraré pues vosotros sabéis que lo sois–, a los que habéis leído algún artículo, o varios, o simplemente habéis llegado buscando algo que os interesaba y os habéis quedado.

Gracias, Agustín Aguirre Péris, Alejandro Prensa Martínez, Alfonso, Alfredo M. Babío, Alice Silver, aljamiada, Amparo, Ana, anarganda, Araceli, Be, Carmen Requejo, Carmen, casarte, comisiondei, Consuelo Hernández, Daniel, David Hernández, David, Elena, Emilio Guerra, Enrique Carretero, Enrique, ensondeluz, Erixk Teixeira albernaz, Ernesto García Muñoz, Fatima, Féli, Félix, Fernando Herreros, Fernando, Francisco de la Cal, Francisco López, Francisco, gatopormadrid, Javier Benito, Javier, Jesus Almazan, Jesús de Santos, Jesús Ruiz de Burgos, Joaquín Jiménez, Jose Casado, José Fco., José Luis Díaz Gómez, jose ropero, Juan Antonio Yanez-Barnuevo, Juan José García Rivas, Juan V., Julia, Julián Santamaría, Kaykayo, Leonor, Los mejores cerebros, Lourdes, M. Rodríguez, mancebo15, Manuel Parra T, Mar, Marcos, Margarita, María Antonia, María del Carmen Gómez Lorenzo, María Elena Álvarez, María Eugenia, María Luisa, María Paz Ramos, Maribel Piqueras, Mario, marta borda, Miguel Chacón, Miguel Mercado, Norita, Pablo Jauralde, Pablo Montejo, papa lou, Patricia Calvo, Pedro Jareño, Pepa, Pepe, Pilar Navarro, pilarblanco, Rafael, recuerdosparacuerdos, Rosa M. Valdivielso Garcés, Salvador Quero, Santiago García, Telesforo, unaIberoalgiorno, vicentebenitezblanco, Victoria A. Olson, Vistas panorámicas.

Y sobre todo, infinitas gracias, Lázaro, compañero de fatigas matritenses, y de bonitos paseos, desde hace muchos años, que apoyaste la idea de abrir este blog desde el primer día, hasta el último, ayudando y participando siempre… Te echo mucho de menos, querido amigo.

Saludos a todos y besos

Mercedes

 

Queridos amigos:

un año más, os deseo unas felices fiestas y un feliz Año Nuevo.

Y que juntos el próximo año sigamos conociendo la historia del Madrid pasado, paseando por el Madrid presente, y aguardando que el futuro nos depare un Madrid mejor para todos, tranquilidad, alegría, respeto… y por supuesto que nuestro patrimonio histórico y artístico sea protegido.

Gracias a todos, saludos y besos

Mercedes

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