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En el número 9 de la calle de la Victoria se encuentra la taberna Alhambra, fundada en 1929, de forma que en este 2009 cumple ochenta espléndidos años.

1 fachada

Era famoso su ambiente taurino, incluso se cuenta que en ella se veían el torero Luis Miguel Dominguín y la actriz Ava Gardner. Allí se vendían las entradas para los Toros, aunque de eso hace muchísimo tiempo. Actualmente, justo enfrente, en el inicio del Pasaje de Matheu, existe una caseta donde se pueden seguir adquiriendo las localidades para acudir a las Ventas. Tampoco se conserva su fachada original, los azulejos del exterior son modernos, obra de Adolfo Montes.

Lo que sí se conserva son sus ricas tapas, el buen ambiente y los cuadros de cerámica de su interior, obra del gran pintor ceramista Alfonso Romero.

cuadro ARomero

Alfonso Romero Mesa nació en 1882 en Montellano, Sevilla, y en el barrio de Triana de esta ciudad aprendió el arte de la cerámica de la mano de su maestro Antonio Romero.

En 1906 se trasladó a Madrid. Primero trabajó en la fábrica de Carabanchel de Enrique Guijo, a quien ya había conocido en Sevilla, y en 1915 entró en su famoso taller de la calle Mayor. De ambos ceramistas, andaluces, son muchas de las maravillosas obras de arte que felizmente aún hoy día adornan algunas tabernas y tiendas madrileñas.

Entre otras, Romero es autor de las famosas cerámicas del antiguo Villa Rosa, en la plaza de Santa Ana, realizadas en 1928.

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Junto con Guijo creó las obras que decoraban las paredes de Los Gabrieles en la calle Echegaray, taberna de ambiente flamenco cerrada desde 2004. Según se ha publicado hace pocos meses en la prensa (*) los espectaculares azulejos de la tradicional taberna no solo no se han perdido sino que se han restaurado y serán repuestos, de forma que podamos acceder a ellos, aunque la empresa encargada de la rehabilitación del inmueble aún no sabe en qué condiciones.

Suya es también la preciosa azulejería de la monumental Plaza de Toros de las Ventas.

Otras obras de este artista se encuentran en las Bodegas Rosell, en General Lacy 14; en el número 36 de la misma calle, la Bodega Los Romero; y La Ardosa, en Santa Engracia 70.

Bodegas Rosell

Bodegas Rosell

En 1929, año de apertura de La Alhambra, el artista abrió su propio taller, con su horno, del cual saldrían muchas de las pinturas sobre azulejo que aún hoy día podemos contemplar. A partir de entonces junto a su nombre en sus obras figuró la dirección de la calle del Rollo, también número 9.

Alfonso Romero murió en 1941, en Madrid.

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Texto y fotografías por Mercedes Gómez

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Bibliografía:

Cámara de Comercio de Madrid. El azulejo en el comercio de Madrid. Madrid 1989.

Carlos Osorio. Tabernas y Tapas en Madrid. Guía de tabernas madrileñas con Historia. Ed. La Librería. Madrid 2007.

(*) Manuel García Blázquez. «La Taberna de los Gabrieles resucita». El País, suplemento “Propiedades”. 6 febrero 2009.

Esta es la tercera y última parte del magnífico artículo de Celia Vinuesa sobre La restauración del Claustro de Los Jerónimos en las obras de ampliación del Museo del Prado.

La primera parte consistió en una Introducción histórica y el estado del Claustro antes de la restauración.

La segunda parte nos explicó las complejas tareas de Preconsolidación y Desmontaje.

Y por fin, conoceremos todo el trabajo que se llevó a cabo para su Restauración y Montaje. Junto al texto, un detallado e increíble reportaje fotográfico nos ayuda a comprender todo el proceso.

Restauración y Montaje.-

La nave del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte situada en Alcalá-Meco dónde se trasladaron los sillares tiene una superficie de 4.500 m2 y está dividida en dos crujías.

En una ellas hay un puente grúa y allí se colocaron los sillares de grandes dimensiones para facilitar su movimiento mientras que los de menor tamaño se trasladaban ayudados por la carretilla elevadora. En uno de los extremos de esta crujia se acondicionó un espacio destinado a taller de restauración dotado de ventilación adecuada y sistemas de recogida de los residuos tóxicos de los productos de limpieza empleados.

Puente grúa

Puente grúa en la nave de Meco

Puente

Carretilla elevadora

Los sillares se trasladaban a este lugar desde la segunda crujía, que se habia dividido en cuatro sectores correspondientes a cada una de las pandas del Claustro, dónde estaban colocados siguiendo el orden de las hiladas, con objeto de facilitar su localización.

Una vez restaurados volvían a su lugar de origen dentro de la nave a la espera del viaje de retorno.

En uno de los lados de la nave se encontraban las oficinas desde dónde se llevó todo el proceso de control y seguimiento así como los vestuarios, servicios, comedor etc.. para uso del equipo humano a cargo de la Restauración.

La Restauración comenzó por las hiladas inferiores. Se completó toda la información relativa a los sillares que ya se había iniciado en fases anteriores. Además de la fotografía del estado inicial se realizó un croquis en el que se marcaban las alteraciones, y toda la información tanto del estado inicial del sillar como del proceso de Restauración se iba recogiendo en la ficha correspondiente de una base de datos diseñada al efecto. Se efectuó el seguimiento fotográfico de todo el proceso y se registraron en una memoria final todos los pormenores de la intervención.

3. Ficha

Ficha del escudo inferior del lado norte.

Croquis

Croquis de trabajo de uno de los sillares.

Se organizó el trabajo en función de las operaciones a realizar en cada uno de los sillares. El proceso no fue exactamente igual para cada uno de ellos pues dependía del estado de conservación, como si se tratara de pacientes con distintas enfermedades a los que previamente se había hecho un diagnóstico muy preciso. El proceso de Restauración consistió en una serie de operaciones sucesivas realizadas en un orden determinado, de forma que cada sillar era tratado con los pasos que realmente necesitaba. De forma esquemática, se indica el orden real y la sucesión de los tratamientos, subrayándose en negrita los que recibieron todos los sillares sin excepción:

1. Tratamiento biocida.
2. Eliminación de morteros
3. Retirada de anclajes metálicos
4. Preconsolidación (*)
5. Limpieza
6. Sellado de fisuras
7. Pegado y cosido de fragmentos
8. Reintegración volumétrica
9. Reintegración cromática
10. Consolidación
11. Labra de sillares de sustitución

El tratamiento biocida se aplicó como primer paso con objeto de erradicar las colonias de biodeterioro y los restos vegetales, que se encontraban fundamentalmente en los elementos de cornisa y en impostas. Se efectuó, no obstante, en todos los sillares, como tratamiento preventivo mediante aspersión de un producto biocida.

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Aplicación del tratamiento biocida mediante aspersión.

Los restos de mortero y yesos adheridos se eliminaron utilizando distintos sistemas en función de la dureza del mortero a eliminar y del estado de conservación del sillar como tarea imprescindible para poder después limpiar y consolidar la superficie original de todas las caras de los sillares.

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Eliminación de morteros de cal y cemento con cincel.

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Uso de microtorno para la eliminación de enlucido de yeso.

Se procedió a la retirada de anclajes metálicos antiguos y oxidados de hierro. Cuando la eliminación suponía un riesgo para la conservación del sillar no se retiraron, se limpiaron y protegieron para evitar futuras oxidaciones.

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Retirada de anclaje antiguo con cincel.

Se realizó la limpieza de las caras externas de los sillares para retirar todos los productos ajenos al soporte que pudieran generar la aparición de nuevas alteraciones, recuperar las superficies originales y preparar el soporte para su posterior consolidación.

El grado de alteración de los sillares era muy diverso, al igual que la naturaleza y compacidad de la suciedad que los recubría. Por ello se contempló la utilización de distintos sistemas de limpieza, todos ellos fácilmente controlables por el operario, y que garantizaban la conservación de la superficie original sin que resultara afectada la estructura o el aspecto del granito.

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Limpieza con microtorno, empleado en costras negras de gran espesor.

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Limpieza con microabrasímetro mediante la proyección de microesferas de fibras de vidrio, en costras negras de menor espesor y en limpieza general de sillares.

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Limpieza mediante desincrustación fotónica o láser en claves, escudos y sillares con avanzado estado de degradación.

El sellado de fisuras pequeñas se hizo con inyecciones de mortero hidráulico sin árido. Para las grietas, ampollas y desplacaciones de mayor entidad se utilizó resina epoxi, añadiéndole en algunos casos polvo de sílice. En ambos caso se realizó un acabado superficial a base de mortero de cal y áridos de distintas granulometrías con pigmentos minerales para conseguir una textura similar a la del granito.

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Inyección de resina epoxi fluidificada en el interior de la fisura.

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Sellado exterior de la fisura mediante mortero de cal y árido pigmentado.

Se pegaron y cosieron fragmentos desprendidos. En la mayor parte de los casos se insertaron varillas de acero inoxidable o de fibra de vidrio en las partes a unir y en ocasiones se recurrió al empleo de grapas para garantizar las uniones.

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Proceso

Proceso de cosido de un fragmento: taladro, limpieza por aire comprimido, inyección de resina epoxi e inserción de varilla de fibra de vidrio.

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Proceso

Proceso de unión de las dos partes de un sillar de gran tamaño fracturado, que termina con el atado exterior mediante grapas de acero inoxidable.

En las lagunas que por razones de índole estructural era necesario reconstruir se reintegraron los volúmenes perdidos con morteros adecuados entonados en el tono base del granito acabando con pigmentos de carácter imitativo, y utilizando en casos necesarios varillas de fibra de vidrio para reforzar la unión.

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Reintegración volumétrica: realización de armaduras con varillas de fibra de vidrio, reconstrucción del volumen perdido mediante morteros adecuados y pigmentados en tono base y reintegración cromática mediante pigmentos de carácter imitiativo.

Preparación

Preparación de muestras para el acabado final.

Durante la intervención de José MªGonzález Valcárcel en los años 60 se realizaron reintegraciones parciales de sillares rotos con morteros de cemento. Cuando la eliminación de los mismos entrañaba riesgos para la conservación del elemento original se procedió a la reintegración cromática para lo que se utilizó pintura al silicato.

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Proceso

Proceso de reintegración cromática mediante el estarcido de diferentes pigmentos, matizados con esponja y matizado final con pincel.

Con el fin de recuperar parte de la resistencia mecánica pérdida se realizó la consolidación superficial de todos los sillares. El producto utilizado, que debía asegurar la adhesión entre la zona alterada y la parte sana, fue el mismo que el que se usó durante la fase de preconsolidación. La aplicación se realizó por pulverización, insistiendo por impregnación, hasta la total saturación, en las zonas más deterioradas.

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Consolidación

Consolidación por aplicación de un éster del ácido silícico mediante pulverización y repaso por impregnación con brocha.

(*) Cuando la consolidación se realizó en las superficies pétreas con alto grado de descohesión con anterioridad a las operaciones de limpieza y cosido, para que no se produjeran nuevos daños, el nombre técnico de la operación es preconsolidación.

Un pequeño número de los sillares originales, que habían perdido gran parte de su sección, no pudieron recuperarse para el montaje por suponer un riesgo para la estabilidad del conjunto. Por otro lado se debían sustituir algunas piezas de la panda Sur, ya que González Valcárcel había utilizado aplacados y elementos de hormigón armado el lugar de sillares enteros como los originales.

Se realizó un estudio de los granitos para determinar su procedencia y labrar los nuevos sillares con piedra extraída de las mismas canteras, ambas situadas en la Comunidad de Madrid: la de Alpedrete, para el Claustro original, y la de Zarzalejo, para los elementos reconstruidos en la panda sur, con un grano más grueso, menos homogéneo y con menos gabarros.

La labra de sillares de sustitución se hizo según el diseño original y con el mismo acabado de superficie.

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Proceso de

Proceso de labra y abujardado de sillar de la hilada 28 del lado sur, con el canecillo incorporado según el diseño original, y sillar finalizado. Los nuevos sillares se cortaron a tamaño ligeramente mayor del realmente necesitado para luego terminarse de ajustar durante el Montaje.

La obra de Restauración del Claustro comenzó el 25 de septiembre de 2001. Con una duración inicial prevista de quince meses, finalizó en el primer trimestre de 2003. Costó aproximadamente 690.000 € y supuso en torno a 20.000 horas de trabajo de restauradores titulados en dos turnos diarios, sin contar el apoyo de un amplio equipo multidisciplinar compuesto por peones especializados, canteros, maquinistas, petrólogos y geólogos, arquitectos y arquitectos técnicos y coordinadores de seguridad.

Conforme su fue terminando la restauración de las hiladas inferiores se acometió en la nave de Meco una especie de “ensayo general” del Montaje. Consistió en realizar un montaje de las primeras hiladas del Claustro, piedra sobre piedra, sin mortero de agarre. Se perseguía situar exactamente las cuatro aristas de cada pilar, así como la cota de arranque de cada una de las basas. No hay que olvidar que el Claustro, antes del Desmontaje, estaba afectado por importantes deformaciones, y durante el mismo se habían grabado unas marcas en las basas que arrojaban diferencias de hasta 12 cm. Este replanteo en la nave de Meco tenia por objeto determinar que diferencias eran originales y cuales no, pues estas últimas no debían reproducirse durante el Montaje.

Montaje

Montaje de las primeras hiladas del Claustro en la nave de Meco.

La misma operación se realizó en la hilada 14, que corresponde a la imposta sobre la que arranca el segundo nivel de arcadas. Las hiladas 13 y 14 son las primeras que cierran el Claustro en todo su perímetro pues no tienen los huecos de los arcos y su montaje vendría a demostrar si los arcos de la arcada inferior se habían cerrado correctamente y si el Montaje, hasta esa altura, se había hecho correctamente.

En el verano de 2003 comenzaron a trasladarse los sillares desde Meco a los Jerónimos empezando por las hiladas inferiores siguiendo un orden necesario. Se descargaron directamente desde los camiones mediante grúa los palets de madera por la Calle Casado del Alisal hasta el piso dónde se montarían, efectuándose los traslados internos con carretillas elevadoras.

Sillares

Sillares acopiados sobre palets tras su llegada a la obra.

En ese momento la obra de ampliación del Museo del Prado estaba muy avanzada. Ya se habían finalizado el muro de hormigón que hoy envuelve al Claustro y la viga de coronación del mismo sobre la que pronto se terminarían de ejecutar los lucernarios. Dentro de este ajustado recinto se montó el Claustro como una estructura exenta e independiente que no llega tocar los elementos de hormigón que lo envuelven. Para el sistema general de elevación general de los sillares se dispuso de un perfil perimetral anclado a la viga mencionada del cual se suspendieron una serie de polipastos eléctricos.

Sistema

Sistema de izado de los sillares: dos polipastos suspendidos de un perfil metálico.

Replanteo

Replanteo de la esquina suroeste. Se observa el siglado, los huecos de las llaves de unión y el gran hueco central, que estuvo relleno con mampostería y piedras procedentes de otras construcciones.

Los escudos fueron una excepción al sistema general de elevación. Se subieron por los ángulos con ayuda de otros perfiles montados al efecto y se trasladaron con un carro que se desplazaba sobre raíles a lo largo de los andamios.

Una vez situado cada sillar en su posición, pero antes de apoyarlo sobre la hilada inferior, se repartía una cantidad suficiente de mortero de cal y se colocaban unas cuñas de madera sobre las que se posaba la pieza. A continuación el sillar se llevaba a su posición definitiva con ayuda de unas palancas, hasta que quedaba alineado, aplomado y nivelado, momento en que se estabilizaba acuñando con lascas de piedra. Una vez fraguado el mortero se podían retirar las cuñas.

Arranque

Arranque de una de las pilastras sobre dado de hormigón coloreado en masa. Cada uno de estos elementos tiene diferente alturas pues tuvieron que adaptarse a las diferentes medidas de cada una de las basas.

Arranque

Arranque de la esquina SE.

Vista

Vista general del lado Sur.

Para el montaje de los arcos se utilizaron veinte cimbras metálicas con el apoyo de apeos de madera. Uno de los puntos críticos del Montaje fue comprobar el cierre de los arcos, que se realizó sin problemas con un ajuste bastante preciso, ya que cualquier deformación en uno de ellos hubiera repercutido en el conjunto de los mismos así como en el cierre de las hiladas inmediatamente superiores a los mismos, 13 y 14 para la arcada inferior y 26 y 27 para la arcada superior.

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Montaje de los arcos inferiores con cimbras metálicas.

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Vista general de los lados Este y Sur.

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El Claustro una vez finalizado el montaje.

Finalizado el Montaje, se realizó una revisión final de todas las piezas así como una limpieza general, eliminando el polvo con un cepillado suave y aspiración, y se efectuaron pequeñas reparaciones en fisuras, desplacaciones y alguna fractura con métodos idénticos a los usados en la Restauración.

Habían pasado cuatro años desde los trabajos iniciales en octubre de 2000, finalizado un proceso que fue apasionante vivir y zanjado la polémica artificial creada en torno al madrileño Claustro de los Jerónimos.

Nota: La obra de Restauración fue realizada por la empresa J.QUIJANO S.A. y la de Montaje por PROART como subcontrata de las empresas adjudicatarias de la obra de Ampliación del Museo Nacional del Prado, A.C.S y SAN JOSÉ. Los trabajos fueron dirigidos, como los de fases anteriores, por Concha Cirujano Gutiérrez, restauradora del Instituto del Patrimonio Histórico Español.

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Texto y fotografías por: Celia Vinuesa, arquitecto.

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La exposición dedicada al escultor madrileño Juan Muñoz en el Reina Sofía, Retrospectiva, es sencillamente espectacular. Por las obras de este artista tan especial, y por el magnífico montaje, que obliga a vivir su recorrido casi como una aventura.

Antes que en Madrid, se ha podido ver en la Tate Modern de Londres, en Oporto, y en el Museo Guggenheim de Bilbao. Cada montaje habrá sido diferente, seguramente todos impactantes.

En el Museo madrileño la exposición está distribuida por diversos lugares, y el visitante-espectador-transeúnte debe buscarlas y moverse de un lugar a otro, y acercarse a ellas, rodearlas, para poder verlas de verdad. Debes ir y venir por el antiguo edificio de Sabatini, sus galerías y su jardín para no perderte nada.

También se exponen algunos dibujos del artista en una sala hasta ahora desconocida para mí, la Sala de Protocolo, cuyas paredes son enormes y cálidos armarios de madera. Hay que subir por una estrecha y empinada escalera de caracol para ver los cuadros, máximo dos personas a la vez.

Todo contribuye a que te parezca que formas parte de la obra que se representa.

Enigmático, mágico… muchos son los adjetivos que ha recibido este gran artista. Estos días se ha escrito mucho sobre el escultor y su obra. Algunas recomendaciones:

El diario El Mundo ofrece un reportaje estupendo sobre la mágica escultura de Juan Muñoz, en Madrid.

El ABC cuenta que las esculturas narrativas de Juan Muñoz han llegado a Madrid para invadir, literalmente, multitud de espacios del Centro de Arte Reina Sofía y sorprender por todos los rincones al visitante de la mayor retrospectiva del artista en su tierra.

Por su parte El País opta por el reencuentro de Cristina Iglesias con la obra del que fuera su compañero, un Reencuentro en el laberinto de Juan Muñoz.

El arte de Juan Muñoz provoca emociones encontradas. Por una parte, sus obras son misteriosas, pero por otra parecen formar parte del mundo real, sus figuras parecen ajenas a tí, pero tienes la sensación de que de pronto van a moverse o van a girar la cabeza rápidamente y te van a decir algo. Parecen vivir en un mundo de soledad, pero entre ellas se hablan, seguro, en cuanto nos damos la vuelta.

por Mercedes Gómez

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Juan Muñoz. Retrospectiva
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía
Hasta el 31 de agosto de 2009

Hoy quiero presentaros y dar la bienvenida a un nuevo colaborador del blog, Fernando, que en su artículo titulado “De Madrid al cielo” nos propone un personal recorrido por la Historia de Madrid a través de sus edificios. Gracias a su escrito disfrutaremos de un singular paseo a través del tiempo, desde el Madrid árabe hasta nuestros días.

Espero que os guste.

Mercedes

Al comienzo de la segunda mitad del siglo IX el emir de Córdoba Mohamed I, con la pretensión de tener controlado el paso de las tropas cristianas por Somosierra decidió fundar una serie de ciudades fortificando varias de ellas, como Madrid, donde mandó construir un alcázar, en el sitio donde hoy se encuentra el Palacio Real. Alrededor se aposentó la población formando la ciudad árabe conocida como Mayrit, a la que los castellanos llamaron Magerit. Con la llegada de los musulmanes conocemos la primera natural ocupación, el personal principal, que serían los militares, se instalaría en el alcázar y los demás, la población, se cobijaría donde Alá les dio a entender. El recinto tenía unas 5 hectáreas de extensión.

Restos de la muralla árabe

Restos de la muralla árabe en la Cuesta de la Vega (siglo IX)

Tras la conquista de Madrid por el rey Alfonso VI en 1085 se construyó una nueva muralla y la ciudad aumentó hasta unas 39 hectáreas. Las murallas se sucedieron en los siglos siguientes hasta que Felipe II mandó construir una cerca que se realizó con materiales de baja calidad puesto que su finalidad era el control fiscal y sanitario, ya que por entonces no era necesario levantar una muralla de carácter defensivo. Felipe II decide otorgar a Madrid la capitalidad del Reino lo que origina la llegada de una importante cantidad de nobles que deciden construir allí sus palacios.

El plano de Texeira, que se refiere a la ciudad de 1656, es muy aleccionador. A simple vista se puede apreciar que un tercio de la superficie estaba ocupada por el Retiro, y el resto, se lo repartían aproximadamente a partes iguales de un lado los centros religiosos tales como conventos, iglesias, hospitales, etc., y por otra, por el alcázar, palacios y viviendas particulares. Los edificios más notables están reflejados con bastante precisión y respecto al resto se puede observar que en su gran mayoría son de una sola planta, lo que nos permite suponer que la causa sea la Regalía de Aposento que imponía la obligatoriedad a todos los habitantes poseedores de viviendas de más de un piso, de procurar hospedaje a miembros de la Corte.

Para burlar la ley las casas se hacían en su parte exterior de una sola planta y se construía un tejado inclinado hacia el patio interior consiguiendo un piso que no se veía desde la calle. Este tipo de viviendas es conocido con el nombre de casas a la malicia.

Casa

Casa «a la malicia», calle Redondilla (1565-1590)

Calle del Conde. La casa original probablemente fu construida entre los años 1650-1700

Calle del Conde. La casa original probablemente fu construida entre los años 1650-1700

Madrid absorbe gran cantidad de emigrantes y para atender la demanda de alojamientos, por lo general lo más económicos posible, se han venido construyendo durante los siglos XVI al XIX, edificios conocidos como corralas o casas de corredores. Son casas con trazas que nos recuerdan a las de las cárceles, largos pasillos con puertas que dan paso a minúsculas estancias, con un grifo y un retrete comunes y un gran patio donde los vecinos suelen compartir los buenos momentos y arreglar verbalmente sus diferencias. La mayoría de estas edificaciones están situadas en los barrios más humildes aunque hoy en día podemos encontrar una en la calle Fernández de la Hoz, junto al paseo de la Castellana. La corrala más popular está situada en la calle Sombrerete con fachada a Mesón de Paredes.

Viviendas en antiguo Palacio

Antigua Casa de Postas del duque de Santiesteban (1742) convertida en viviendas (1959), calle del Pretil de Santisteban nº 1.

Aquellos tiempos de la Regalía de Aposento han quedado en el olvido, por fortuna hoy Madrid crece, quizá exageradamente, en extensión y en altura, da la impresión de que ya no puede quedarse estancada.

En la parte alta del Paseo de la Castellana se han levantado cuatro rascacielos, alguno en diferentes fases de avanzada terminación, que son los más altos de Madrid, con los siguientes datos en cuanto a su altura se refiere exclusivamente:

Torre Caja Madrid, 49 plantas, 5 subterráneas, altura 250 m.
Torre Sacyr-Vallermoso, tiene 64 plantas, 6 bajo rasante, altura 236 m.
Torre Cristal, de la Mutua Madrileña, 58 plantas, 6 bajo rasante, altura 250 m.
Torre Espacio, tiene 54 plantas, 5 bajo rasante, altura 236 m.

Las Cuatro Torres

Las Cuatro Torres (2009)

Para que no falte de nada se ha construido un distribuidor, es decir, una amplia red de calles y túneles subterráneos para la intercomunicación de las cuatro torres y entradas y salidas desde el exterior.

Las vivencias y las cifras que se manejan en todos los ordenes son en verdad impresionantes y sorpresivas. En la torre SyV se ha instalado un hotel cinco estrellas super lujo que ocupará 33 de las 59 plantas. Debe ser interesante ver desde esa altura la ciudad confortablemente instalado. Desde la parte superior de la torre de 250 m. hasta la calle la diferencia térmica puede oscilar entre los seis y los doce grados centígrados con lo que puede suceder que en la cima esté nevando y abajo haga una temperatura tolerable.

“De Madrid al cielo” es una atrayente y fantasiosa frase, para los madrileños, que en el futuro, como continúen haciendo las edificaciones cada vez más altas, se convertirá en realidad, podremos llegar en ascensor sin necesidad de cohete.

Torre Espacio

por Fernando Gómez San José

Mayo 2009

El antiguo Museo de San Isidro, hoy llamado Museo de los Orígenes, se encuentra en una de las plazas más recoletas y sugerentes de Madrid, la plaza de San Andrés, alrededor de cuya iglesia a lo largo de la Edad Media las casas señoriales se fueron instalando. Una de estas casas fue el Palacio de los Condes de Paredes, aunque su denominación ha ido cambiando en función de los dueños que se han ido sucediendo.

A pesar de que no existe certeza documental, tradicionalmente se cree que en el siglo XII, en este lugar estuvo enclavada la casa de los Vargas en la que vivió y murió San Isidro, por lo cual el edificio también es conocido como Casa de San Isidro. El palacio fue construido en la primera mitad del siglo XVI por los Señores de Luján, antes de que el rey Felipe II trajera la Corte a Madrid en el año 1561; posteriormente pasaría a manos de los Condes de Paredes.

El Palacio de los Señores de Luján o de los Condes de Paredes fue derribado en 1974, y durante años el solar permaneció abandonado y rodeado de vallas. Era propiedad del Ayuntamiento desde 1986 que tres años después propuso la construcción de un Museo dedicado a San Isidro. El actual edificio es un magnífico ejemplo de cómo lo viejo y lo nuevo pueden no solo convivir sino beneficiarse mutuamente. Un edificio histórico, que incorpora al pasado elementos arquitectónicos modernos adaptándose al entorno del barrio.

Gracias a su reconstrucción, hoy día podemos admirar el que quizá fue uno de los palacios renacentistas más notables de la época. Del edificio original únicamente se conservan el pozo, conocido como Pozo del Milagro, la Capilla dedicada al Santo, que permaneció protegida por una caja de ladrillo cuando el edificio fue demolido. Y el Patio.

El patio plateresco es sin duda alguna la joya más valiosa que alberga el palacio. Remanso de paz, arte y tradición, se trata de un espacio rectangular porticado y adintelado, que únicamente conserva sus alas norte y oeste. Su configuración nos recuerda al Patio de la Reina del Antiguo Alcázar de los Austrias, construido bajo los mismos criterios de patio porticado de tipo palaciego, habitual en esa primera mitad del siglo XVI.

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Año 2006

Durante la excavación arqueológica previa a la reconstrucción, en el propio solar aguardaron pacientes sus elementos arquitectónicos, los dinteles y las columnas trabajadas en granito, con capiteles vegetales, el escudo de los Lujanes, o las zapatas con rosetas tallados en la piedra, así como las vigas de madera del techo decoradas igualmente con las mismas rosetas. Hasta que todo recuperó lugar.

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Por fin en su interior, en cierto modo emprendemos un viaje al pasado, aún pervive la huella de los Lujanes en la imagen de la muralla tallada en el escudo de los capiteles, en recuerdo del título de don Pedro de Luján que en el siglo XV además de Camarero del rey Juan II fue Guarda de la Puerta Cerrada y de los lienzos de la muralla hasta la Puerta de Moros.

Recientemente el segundo piso ha sido cerrado, con el fin de ampliar las dependencias del museo.

patio cerrado

15 de mayo de 2009

El mágico patio renacentista, con sus elementos conservados desde el siglo XVI, es tan acogedor, que allí reposan varias esculturas cargadas de historia.

Como el Oso y el Dragón, antaño en la Cibeles, obras de Alfonso Bergaz, de las que en otro tiempo manara el agua potable cuando la fuente de la Diosa no era únicamente un motivo ornamental sino que también proporcionaba agua para beber a los madrileños. Se retiraron de la fuente en 1862, comenzando así su peregrinaje por diversos lugares, para al fin encontrar refugio bajo una de las zonas porticadas. Antes de llegar aquí, el Dragón, aunque al aire libre, durante un buen periodo de tiempo estuvo resguardado en el jardín de la Casa de Cisneros.

El Dragón

El Dragón de la Cibeles, hasta 1862.

El Oso vivió un ambiente más bullicioso; después de otros avatares, estuvo en la antigua Casa de Fieras del parque de El Retiro, a la vista de todos los visitantes y recibiendo amablemente a todo aquel que se le acercaba, incluso al parecer los niños jugaban sobre sus lomos.

El oso que estuvo en la Cibeles hasta

El Oso

También los pequeños Tritones de Las Cuatro Fuentes del Paseo del Prado, diseñadas por Ventura Rodríguez en el siglo XVIII, muy desgastados por el tiempo y el agua, reposan junto a ellos. Una réplica adorna ahora las fuentes frente al Botánico y el Museo del Prado.

Uno de los tritones

Uno de los tritones de las Fuentes del Prado

Sin embargo las imágenes de San Isidro y de Santa María de la Cabeza son reproducciones de las esculturas originales, a las que si nos acercamos a ver al Puente de Toledo, comprobaremos que también están bastante deterioradas. Quien sabe si en un futuro se acercarán a descansar en la que es su Casa.

San Isidro

San Isidro

Santa María de la Cebeza

Santa María de la Cabeza

Por supuesto no podía faltar la fuentecilla en el centro, aunque se trate de una fuente moderna, realizada para el Museo por los canteros municipales.

Fuente

La tradición a veces tiene mucha más fuerza que la realidad, y muchos vecinos echaban de menos la visita al pozo para beber el agua del santo, que se había interrumpido durante años. Ahora, un tanto inocentemente, todos los quince de mayo, día del patrón, como hoy, nos acercamos a la pequeña pila instalada en el patio, hacemos cola y nos miramos unos a otros sonrientes, y bebemos un vasito de agua, aunque sabemos que es un rito, una tradición y nada más, quizá alguien piense que el agua es milagrosa, y eso le ayude, y a la mayoría nos traslada a ese mundo imaginado que fue real, la historia de siglos pasados, nuestra historia.

Pila

Texto y fotografías por: Mercedes Gómez


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Fuentes:

Olga VALLESPIN. «Excavaciones arqueológicas en la Casa de San Isidro«, en «Testimonios del Madrid Medieval», Museo de San Isidro, Madrid 2002.

y el propio Museo.

Museo de los Orígenes. Casa de San Isidro.
Plaza de San Andrés 2


Nota: Este artículo es una revisión y actualización del publicado en la Revista «Amigos del Foro” nº 3, Invierno 2007.

Hace unos días MCarmen nos anunció en su estupendo blog Todo Madrid la edición madrileña del XVIII Festival Les Rencontres Internationales París/Berlín/Madrid, y el inicio de “diez días plenos de cine y arte de vanguardia en la capital. Con sedes en lugares como el Centro de Arte Reina Sofía, la Filmoteca Española o el antiguo Edificio de Tabacalera, …”.

Confieso que no soy entendida ni aficionada a esto de las video-instalaciones, pero hacía muchísimo tiempo que tenía ganas de conocer la antigua Fábrica de Tabacos cerrada durante casi diez años, y únicamente abierta en 2004 para una exposición, como ahora. Solo se puede acceder a una parte de la planta baja, pero pensé que merecería la pena.

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La antigua Fábrica de Tabacos es un edificio singular, no solo por su arquitectura sino también por su historia. Situado entre las calles de Embajadores, Miguel Servet y Provisiones, con fachada a la Glorieta de Embajadores, ocupa una gran extensión de terreno, casi treinta mil metros cuadrados, y es el único superviviente de la arquitectura industrial neoclásica del Madrid de Carlos III.

Construido por Manuel de la Ballina entre los años 1781 y 1792, fue ampliado por primera vez a finales del siglo XIX, y nuevamente en los comienzos del XX. Su planta rectangular se distribuye en torno a tres patios.

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En un principio se construyó para albergar La Real Fábrica de Aguardientes, Rosolís y Naypes, (Rosolí, Aguardiente con canela, azúcar y otros ingredientes olorosos, según el diccionario de la RAE). Fue en tiempos de José Bonaparte cuando se convirtió en fábrica de cigarros y polvo de tabaco. Desde 1945 fue sede de la Tabacalera Española, hasta su cierre en 2000, en que pasó a pertenecer al Estado.

Los proyectos y conflictos para decidir el nuevo uso que tendrá este gran edificio se han sucedido desde que se cerrara la fábrica. El Ministerio de Justicia lo quiso para ocupar sus salas con juzgados, el Museo del Prado para ampliar sus dependencias, fue considerado sede perfecta de los Museos de Artes Decorativas y Reproducciones Artísticas… los vecinos reclamaron un “uso social”. Por fin se decidió emprender su rehabilitación para acoger el futuro Centro Nacional de las Artes Visuales, aunque el proyecto está padeciendo ciertas dificultades para la adjundicación del concurso.

Por uno de los patios, cubierto, y con suelo de cesped artificial, se accede a la exposición. La visita resulta sorprendente.

02 entrada patio

03 patio cubierto

A pesar de que en la calle hace mucho calor, en el interior hace frío, hay humedad, oscuridad, paredes desconchadas… que convierten el recinto en un lugar tan inhóspito como sugerente. Múltiples pantallas que muestran infinidad de imágenes mudas, son la única iluminación en los pasillos y estancias separadas por «cortinas» de plástico transparente.

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Al ver las puertas y ventanas de madera, el suelo adoquinado tan viejo, y los largos pasillos, intenté imaginar cómo sería la vida de las Cigarreras en el siglo XIX entre esas paredes, aquellas mujeres trabajadoras en épocas difíciles y adelantadas a su tiempo en muchos aspectos. Elegidas por su buen hacer, ganaban más que la media, incluso más que algunos hombres, por lo que fueron mujeres independientes y fuertes, seguras de sí mismas. Y tenían un sentido de grupo muy arraigado que las llevaba a defender las causas que ellas consideraban justas. Al principio eran unas ochocientas, pero llegaron a ser más de tres mil. En el propio edificio tenían una guardería organizada para poder dejar a sus hijos mientras trabajaban, y una escuela.

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Aunque no había demasiado público no éramos los únicos visitantes. Fotografié a un espectador de uno de los muchos videos que se pueden contemplar en la exposición, que crean ese ambiente tan inquietante que se respira entre los muros de la antigua fábrica. Supongo que los organizadores han querido que así sea.

espectador

Pensé que era un tipo raro, ahí sentado, mirando esa pantalla. Pero la persona que me acompañaba me hizo ver que yo también era un poco rara, fotografiando a ese espectador solitario. Seguramente tiene razón, pero se me ocurre que él también lo es, por acompañarme a ver esta exposición tan extraña, y observarme a mí observando.

Pero, aunque todo sea tan raro, y no os guste el video-arte, como a mí, no os lo perdáis. A lo mejor tardan en volver a abrir el viejo edificio otros cuantos años más. Y probablemente cuando lo hagan ya tendrá otro aspecto.

por Mercedes Gómez
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Exposición «Después del fin / Faux raccords»
La Tabacalera
Calle Embajadores, nº 53
Hasta el 16 de mayo
16 h – 20 h

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Bibliografía:

Fidel REVILLA y Rosalía RAMOS. La arquitectura industrial de Madrid. Ed. La Librería, Madrid 2008.

Dº El País 26 feb 1994; 4 agosto 2003.

Hace pocos días, hablando aquí mismo del Palacete construido por el Marqués de Salamanca en la calle de Villanueva, me refería a la cerca construida en 1625 por orden del rey Felipe IV, y a la calle de Serrano, que en esos momentos aún era la Ronda, la ronda de esta tapia que rodeó Madrid hasta el año 1868.

Mientras preparaba esa entrada me preguntaba si sería posible que quedara algún resto, pero pensaba que no, que era prácticamente imposible.

Hoy el diario El País publica la noticia : Las obras de Serrano destapan la cerca de Felipe IV. Durante la excavación del aparcamiento que se está construyendo, frente a la verja del Museo Arqueológico se ha encontrado un lienzo en ladrillo cocido y mampostería de caliza y pedernal de doce metros por metro y medio de anchura, y unos dos metros y medio de alto que los especialistas han reconocido como parte de la Real Cerca del siglo XVII.

La Dirección General de Patrimonio de la Comunidad de Madrid ya ha emitido una resolución por la que obliga al Ayuntamiento a «proteger, conservar y salvaguardar la integridad de los restos encontrados». Como dice el historiador Francisco Marín Perellón, se trata de “un documento arqueológico excepcional«.

Obras en la calle de Serrano hoy 6 de mayo 2009

Obras en la calle de Serrano hoy 6 de mayo 2009

Lo problemático en estos casos es que las obras en esa manzana deberán detenerse con el fin de realizar las consiguientes catas arqueológicas y evitar la destrucción del hallazgo. Estas situaciones suelen ocasionar problemas a los promotores de la obra en cuestión, los vecinos y madrileños en general, y a los comerciantes, por lo cual es de desear que se realice el trabajo arqueológico lo antes posible, que no haya desacuerdos entre las administraciones, y que las dificultades sean las mínimas.

Hasta ahora, además de algún trozo superviviente de la antigua tapia del Retiro, los únicos restos que se conservan de la Cerca son los de la Ronda de Segovia, muy próximos a la Puerta de Toledo, en este caso muy bien cuidados y señalizados. Al parecer existe otro resto detrás de la iglesia de San Francisco el Grande, en el hoy tristemente de moda Parque de la Cornisa, pero esto no he tenido ocasión de verlo.

Restos Real Cerca de Felipe IV en la Ronda de Segovia

Restos Real Cerca de Felipe IV en la Ronda de Segovia

El azar -y la construcción del enésimo subterráneo, todo hay que decirlo- nos brinda una nueva oportunidad de recuperar un elemento importantísimo de nuestra historia, debemos cuidarlo y sobre todo valorarlo. Seguro que cualquier otro pueblo o ciudad se mostraría feliz ante un hallazgo como este. Cuando esta mañana he abierto el periódico y he leído la noticia en la primera página de la sección local me ha parecido emocionante.

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Subiendo por la Corredera Baja de San Pablo hacia la plaza de San Ildefonso, a la derecha, en el número 20, hay una casa que no pasa desapercibida al paseante curioso. Su arquitectura parece muy antigua, con su puerta de madera rodeada por la sencilla portada de piedra coronada por un escudo y las rejas de las ventanas casi conventuales.

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Y ciertamente lo es, es antiquísima, uno de los pocos edificios de viviendas del siglo XVII que perviven en Madrid. Parece un milagro. En la fachada un cartel anuncia su próxima rehabilitación, declarado en ruina por la Empresa Municipal de la Vivienda. Se trata de uno de esos edificios en alquiler de renta antigua por el que los inquilinos pagan una cantidad irrisoria para los tiempos que corren. Según parece, andan en pleitos con el Ayuntamiento, y la obra en espera.

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El solar corresponde a la manzana nº 363, Casa nº 14, según la antigua Visita de Aposento realizada en el siglo XVIII, que sirvió para levantar la Planimetría de Madrid, ambicioso plan que registró todas las casas de Madrid en tiempos de Carlos III.

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Cuando Felipe II convirtió a Madrid en sede de la Corte se originó un enorme problema: la villa no tenía capacidad suficiente para albergar a todos los cortesanos que acompañaban al rey, de forma que se creó la Regalía de Aposento. Todas las casas madrileñas debían alojar a un “invitado”, cediendo la mitad de su propiedad. Ya sabemos que quien hizo la ley hizo la trampa, y esto originó que muchos intentaran engañar construyendo su casa de forma que pareciera que tenía un único piso cuando en realidad tenía dos, fueron las llamadas “casas a la malicia”.

Otra opción era conseguir la exención de la Regalía de Aposento lo cual en muchos casos implicaba una carga económica anual. Esto fue lo que ocurrió con la casa del actual número 20 que el día 23 de febrero de 1613, su propietario, Juan Simón del Valle, la privilegió en 750 maravedíes. Ya en aquellos tiempos la casa número 23, a espaldas de la nº 14, pertenecía al mismo dueño. Hoy corresponde al nº 39 de la calle del Barco, y está incluida en el proyecto de rehabilitación.

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Calle del Barco nº 39

No sería de extrañar que ya en aquellos tiempos existiera una taberna o mesón en la casa, ahora se ha visto obligada a cerrar sus puertas la famosa Taberna Pepita, abierta hace más de treinta años, con un público fiel que incluso creó un blog en defensa del local. La última entrada, en agosto de 2007 afirma “España de luto por el cierre de la Pepita”. Un blog hecho con cariño y también con mucho humor.

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por Mercedes Gómez

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Fuentes:
«Arquitectura de Madrid». COAM. Madrid 2003.
Planimetría de Madrid.
Diario ADN, 3 diciembre 2007.

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