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Hoy vuelve Celia, conocida de todos por sus anteriores colaboraciones dedicadas al Claustro de los Jerónimos y a la Ampliación del Museo Arqueológico Regional, para descubrirnos todos los secretos de uno de los panteones más espectaculares de la Sacramental de San Isidro, el Panteón Guirao, obra del escultor Agustín Querol.
En estos días próximos al 2 de noviembre, nuestro tradicional Día de Difuntos, nos regala un interesante texto y un espléndido reportaje fotográfico sobre una obra de arte prácticamente desconocida.
Mercedes
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El Panteón Guirao en el patio de la Concepción de la Sacramental de San Isidro, obra póstuma de Agustín Querol, es para muchos una obra cumbre del modernismo español -con el permiso del historiador del arte Gaya Nuño, no especialmente devoto de la obra de Querol-. Para su correcta ubicación espacial y cronológica merece la pena detenerse en una breve explicación histórica de la Sacramental, cuyo nombre completo es en la actualidad de San Isidro, San Pedro y San Andrés.
La Sacramental de San Pedro y San Andrés fue el segundo cementerio -primero fuera del casco urbano- que se construyó en Madrid a partir de 1.811 ante la prohibición del rey José Bonaparte de enterrar a los difuntos en el interior de las iglesias, tras el Cementerio General del Norte, llamado vulgarmente de la Puerta de Fuencarral, cuyo lugar hoy ocupa un conocido centro comercial de Arapiles.
El primer patio llamado de San Pedro está junto a la parte trasera de la Ermita, hacia el oeste. Sobre la puerta de entrada en el lado sur una placa nos recuerda:
“SE CONSTRUYÓ ESTE CEMENTERIO
A ESPENSAS DE LOS YNDIVIDUOS
DE LA Rª ARCHICOFRADIA SACRAMENTAL
DE S. PEDRO Y S. ANDRES EN EL AÑO DE 1811.”
Al norte del patio de San Pedro se encuentra el Patio de San Andrés, fechado en 1.829, obra de José Llorente, y al oeste de ambos, construido en 1.842, el de San Isidro, de José Alejandro Álvarez.
Los tres presentan una cierta unidad tipológica, con planta rectangular, estructura claustral con galerías porticadas y sepultura predominante de nichos, si bien el de San Isidro, de mayores proporciones y con templete central, en el más noble de los tres.
A mediados del siglo XIX se hace necesaria una nueva ampliación, por lo que Francisco Enríquez Ferrer, arquitecto de la cofradía, inicia en 1.850 el proyecto del patio de la Concepción, cuya construcción terminaría, tras radicales modificaciones del trazado original, José Núñez Cortés en 1.890.
El patio de la Concepción se encuentra al oeste de los primitivos en una terraza superior, por lo que está separado de ellos mediante una escalinata para salvar el desnivel: no hay que olvidar que nos encontramos en las prehistóricas terrazas del Manzanares, que descienden con fuerte pendiente hacia el río.

Plano de la Sacramental en el siglo XIX. Al norte la Sacramental de San Justo. (www.madridhistorico.com)
De estructura neoclásica y columnata porticada, su perímetro tiene forma de teatro clásico, unión de semicírculo y rectángulo. Encierra un formidable conjunto de panteones con todos los estilos del siglo XIX, y ya Mesonero Romanos lo comparó con el cementerio Père-Lachaise de París. La columnata se interrumpe rítmicamente con dieciséis pabellones, dotados de grandes huecos de acceso en forma de arcos de medio punto. Las pilastras que enmarcan los huecos de los pabellones, así como las columnas de la galería presentan capiteles decorados con motivos vegetales entre los que destacan la presencia del animal que es a la vez símbolo de la sabiduría y la muerte, el búho.
Se accede al patio de la Concepción, cuyo eje de simetría no está alienado con el de la ermita sino con el del patio de San Isidro, mediante un bello paseo ascendente que se inicia junto a la puerta situada a la izquierda de la ermita y termina en uno de los pabellones, que hace función de vestíbulo o antesala del patio.

Paseo de acceso al patio de la Concepción, y detalle del pabellón de acceso desde la terraza inferior de los patios primitivos
En origen el patio debió tener una estructura de calles y plazuelas bien marcadas dónde se situaban los panteones, como si se tratara de una ciudad ideal a una escala reducida, prolongación de la ciudad de los vivos, dónde han de estar presentes todas las familias que en algún momento fueron importantes para la ciudad. Con el tiempo esta estructura se ha ido perdiendo, pues la vegetación que marcaba las calles se ha expandido, y panteones más modernos han ido ocupando los espacios residuales.
El Panteón Guirao tiene, sin embargo, una posición privilegiada no solo en el patio de la Concepción sino en el conjunto de la Sacramental.
Situado al final del eje central del patio, aparece en el recorrido como foco del paseo principal sin la proximidad avasalladora de otros panteones y siguiendo la tendencia romántica del siglo XIX la vegetación que rodea el monumento -cuatro cipreses de enorme tamaño- es tan importante en la composición como el Panteón en si mismo.
La galería columnada del patio está abierta en el punto medio del semicírculo. Esta apertura fue la entrada trasera al cementerio antes de la construcción de las últimas ampliaciones del siglo XX, y hasta entonces el Panteón Guirao era visible desde el exterior de la Sacramental, mientras que hoy en día lo es desde las terrazas superiores dónde están las mencionadas ampliaciones.
Una bellísima rejería de hierro Art Nouveau cierra el acceso a la cripta. Es probable que fuera diseñada por el propio escultor pues guarda analogías con la decoración vegetal del basamento, aunque fue ejecutada por el taller de Francisco Torras Codina, y representa unas estilizadas plantas de cardo. La rejería está coronada por un relieve en piedra de clara analogía funeraria.
Pero es desde las vistas laterales dónde se comprende mejor la estructura y composición general del Panteón. Un doble basamento escalonado y el sarcófago albergan la cripta en su interior y junto con la cruz sirven de soporte a un conjunto de relieves y figuras variadas que frente al común hieratismo de la escultura funeraria se caracterizan por la sensación de movimiento en contraposición con la naturaleza estática y sólida de la piedra.
Se pone el énfasis en el dolor y lo breve de la existencia humana más que en la quietud del descanso o en las virtudes de los difuntos, de quienes no hay ninguna representación, y tan sólo en la parte posterior del sarcófago encontramos la inscripción
“PANTEÓN DEDICADO A LA MEMORIA
DE LA SEÑORA
Dª LUISA SANCHO MATA”
Y un poco más abajo, sobre el basamento
“AQUÍ YACEN LOS RESTOS DE
Dª LUISA SANCHO MATA,
FALLLECIDA EL DÍA 8 DE JULIO
DE 1907
D. BALTASAR MATA GARCIA,
FALLECIDO EL 9 DE OCTUBE
DE 1879”
A pesar del nombre por el que es conocido el Panteón, no hay ni una sola referencia a la familia Guirao ni al esposo de Dª Luisa, Federico Guirao Girada, prototipo del burgués y aristócrata de su tiempo y uno de los fundadores de la Real Sociedad Fotográfica.
Tampoco la hay al autor, Agustín Querol. Da Rocha Aranda y Muñoz Fajardo (*) citan como coautores del monumento al ya mencionado Francisco Torras y al arquitecto Ignacio de Aldama Elorz -autor del Hospital Asilo de San Rafael, la Casa Pellico y el edificio de la Castellana 15 entre otras obras-. Gaya Nuño, en afirmaciones no exentas de crítica e ironía, subraya en ARS HISPANIE, Arte del siglo XIX, que Querol “modelaba en barro, ayudado por múltiples auxiliares, y los marmolistas de Carrara tallaban el grupo, figura o monumento”.

Fotograbado de fragmento del prototipo del monumento –probablemente de yeso- en el estudio de Querol en la calle del Cisne. Cuando en 1.910 se publicó esta imagen en “Querol, Monografías de Arte”, -Rodolfo Gil, Sáenz de Jubea Hermanos, Editores- hacia pocos meses que el escultor había fallecido.
Sea como fuere la gestación del proyecto y la realización de la obra no puede discutirse su singularidad y belleza y son muchas las críticas levantadas respecto al estado de conservación, no ya de este monumento en concreto, sino de toda la Sacramental a pesar de su declaración de Bien de Interés Cultural.

Algunos de los grupos escultóricos aparecen seriamente mutilados, sin que nadie parezca hacerse cargo de los restos desprendidos
Cabe preguntarse no obstante por qué el Panteón fue ejecutado con una piedra tan blanda en lugar de mármol, y reflexionar como el trabajo de tantos artistas que marcaron una época cae con frecuencia en el olvido junto con los anhelos humanos de pervivir y ser recordados.
Texto y fotografías por : Celia Vinuesa, arquitecto.
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BIBLIOGRAFÍA
(*) Madrid Modernista: guía de arquitectura. Óscar da Rocha Aranda y Ricardo Muñoz Fajardo. Editorial Tébar, 2007.
El panteón Guirao, de Agustín Querol, en la Sacramental de San Isidro. Carlos Saguar Quer. Anales del Instituto de Estudios Madrileños, tomo XIII, 1.986, pags. 79-86.
Querol, Monografías de Arte, de Rodolfo Gil, Sáenz de Jubea Hermanos, Editores, 1.910.
EN LA RED:
Los Cementerios Decimonónicos.
Las olvidadas arquitecturas de la sacramental de San Isidro. Javier Carcía-Guiérrez Mosteiro. El País 2 nov. 2004
Federico Guirao Girada. El Mundo 2 nov 1999.
Después de la publicación el pasado día 6 de mayo de que las obras de la calle Serrano habían destapado los restos de la Cerca de Felipe IV, las noticias y el interés por el antiguo muro que rodeó la ciudad de Madrid hasta el año 1868, se multiplicaron.
A partir de ese día los periódicos publicaron numerosos reportajes sobre los hallazgos y su posible valor histórico; sobre las protestas por la paralización de las obras o la posible pérdida de plazas de aparcamiento; las opiniones sobre si debían mantenerse en su emplazamiento original o ser trasladados a otro lugar para su exposición al público, si debían conservarse o no, etc.
Al cabo de seis meses, nos preguntamos, ¿qué ha ocurrido finalmente con los restos de la Cerca de Felipe IV hallados bajo la calle de Serrano?. Intentemos hacer un resumen, una breve Revista de Prensa.
La posición inicial de la Dirección General de Patrimonio de la Comunidad de Madrid fue que los restos debían permanecer en su lugar, a consecuencia de lo cual las obras fueron detenidas. Se produjo un nuevo desencuentro entre la Comunidad y el Ayuntamiento que provocó un conflicto y la consiguiente confusión en cuanto al futuro de la Cerca y del aparcamiento. ¿Qué iba a ocurrir?.
El cartel colocado por el Ayuntamiento indicando que se habían paralizado las obras “para la realización de excavaciones arqueológicas exigidas por la Comunidad de Madrid” dejaba clara la posición del Consistorio.
La Comunidad, al fin y al cabo responsable del Patrimonio Histórico madrileño, tal como publicaba el diario ABC, por su parte aducía que únicamente había que “retranquear un metro y medio el proyecto del aparcamiento subterráneo” y que eso no debía suponer retrasos, como temían los comerciantes. Supondría la pérdida de algunas plazas de aparcamiento, y a cambio la conservación de una construcción histórica.
Unos días después, tras una reunión entre ambas partes, parecía que todo se había solucionado y que habían llegado a un acuerdo. El diario La Razón, bajo el título «Amnistía para la Cerca de Felipe IV«, afirmaba que no había marcha atrás, se había decidido que los restos de la cerca finalmente se conservarían en su lugar de origen.
Sin embargo, el último día del mes de julio, El Mundo anunció que la Comunidad autorizaba a desmontar la Cerca debido a su mal estado, el cual hacía imposible su conservación. ¿No es sorprendente?. La parte positiva fue que el Ayuntamiento podía continuar con las obras de construcción del aparcamiento.
El día 3 de agosto pudimos leer que se estaba estudiando la posibilidad de que los hallazgos, seguramente una pequeña parte, fueran finalmente expuestos en la cercana plaza de Colón.
Solo tres días más tarde El País publicó que las obras se habían reanudado, y que la Comunidad de Madrid obligaba a preservar y mostrar en el interior del aparcamiento un fragmento de la Cerca. Esto, en mi opinión, también era una buena noticia.
Pero finalmente, según La Razón, los restos de la cerca de Felipe IV hallados bajo la calle Serrano, junto al Museo Arqueológico, ya no se encuentran en su lugar de origen. Fueron trasladados al almacén municipal de la Casa de Campo, a la espera de su posible restauración y destino final.
Para bien o para mal, esta noticia debe ser la definitiva, parece que bajo la calle Serrano ya no queda ningún resto arqueológico.
Todo es un poco confuso, espero que esta entrada no lo resulte también. Pero pensé que, después de haber hablado tanto de la Cerca de Felipe IV hallada bajo la calle de Serrano, era obligado hablar y dejar constancia de todo lo que ha pasado después, y de lo que parece, al menos hasta el momento, el desenlace.
Solo falta saber si al final deciden exhibir un trocito de tapia (y quizá otro trocito de la conducción hidráulica, que de un viaje de agua pasó a ser catalogada como una construcción moderna), y en ese caso, en qué lugar les parece más oportuno.
Mercedes
Don Juan de Anglada construyó su Palacio en el Paseo de la Castellana en la década de los años 70 del siglo XIX, el cual dicen se convirtió en uno de los más bellos y lujosos edificios del nuevo Ensanche de Madrid. En el plano realizado hacia 1875 la zona aún aparece sin urbanizar.
Anglada encargó su casa al arquitecto Emilio Rodríguez Ayuso. La vivienda fue construida en el centro del gran solar que ocupaba toda la manzana entre el paseo de la Castellana y las calles de Marqués de Villamagna, Serrano y José Ortega y Gasset, rodeada de árboles y jardines.
Cuentan las crónicas que, tanto para el exterior como para el interior, se utilizaron los mejores materiales, el granito, la piedra de Novelda, el ladrillo y el hierro. Además del propio palacio, en las esquinas del solar se construyeron diversos pabellones o edificios auxiliares (cocheras, cuadras, casetas para los guardas, gimnasio, etc.).
El Palacio de Anglada fue levantado alrededor de un gran patio cerrado, al estilo árabe que entonces estaba de moda. Su calidad era tan alta y las escayolas imitando las formas de la Alhambra de Granada tan perfectas, que impresionaba a los visitantes. En torno a él se distribuían las distintas dependencias, dormitorios, comedor, despachos, gabinetes, tocadores… Además, los mejores pintores y escultores participaron en la decoración interior. En la buhardilla se hallaban las habitaciones destinadas a la numerosa servidumbre que solían tener este tipo de personajes y que realmente necesitaba el cuidado de un palacio de tales dimensiones, y tan costoso.
Pero, antes de que terminara el siglo, Anglada se arruinó, y el Banco Hipotecario se hizo cargo del edificio.
En junio de 1895 se abrió al público para una exposición de arte que alcanzó gran notoriedad en la prensa de la época debido a las maravillas que mostraba. Posteriormente, el edificio permaneció cerrado hasta que en los comienzos del siglo XX pasó a ser propiedad del Marqués del Genal y sus sobrinos los marqueses de Larios.
Como era habitual entre los aristócratas de la época, el marqués del Genal era un gran coleccionista de arte, y adquirió numerosas obras muy valiosas que adornaron los salones del palacio. Pinturas –un Goya incluido-, suntuosos tapices, una sillería Luis XIV, etc. El patio árabe se convirtió casi en un museo.
Para entonces los árboles que rodeaban el palacio se habían convertido en un bosque frondoso, quedando el palacio encerrado entre verdes praderas y árboles gigantes.
El Palacio en un principio conocido como de Anglada, luego Palacio de Larios, fue derribado en la década de los 60 del siglo XX. Cuentan los periódicos de la época que era tal la riqueza de los materiales y elementos de la construcción que algunas personas acudieron a adquirir los azulejos, columnas de mármol, espejos, etc. para llevarlos a sus residencias. Incluso el Ayuntamiento rescató algún elemento. Como recuerdo de aquella gran mansión, hoy día podemos admirar la portada de hierro de su jardín instalada en una de las entradas al Retiro, la Puerta de O’Donnell esquina Menéndez Pelayo, abierta en 1968.
Sobre el palaciego solar se construyó un hotel de lujo. El Hotel Villa Magna fue inaugurado en 1972. Su arquitectura ciertamente no tiene nada que ver con el precioso edificio que le precedió, sin embargo se trata de uno de los hoteles más lujosos de Madrid. Tras él, los árboles que, según la prensa de la época, impedían ver la calle de Serrano fueron sustituidos por un centro comercial.
Son escasos los restos del antiguo jardín, pero en el Catálogo de Parques Históricos y Jardines de Interés del Ayuntamiento de Madrid, el Jardín del Hotel Villa Magna, en el Paseo de la Castellana nº 22, obtiene un alto nivel de protección, debido a su Interés Histórico, como jardín que ha perdido su trazado total o parcialmente, pero conserva elementos que ofrecen un testimonio histórico.
Del jardín original quedan un cedro y los plátanos que probablemente formaban parte del paseo frente al palacio; del bosque que llegó a formarse, como testigos de la historia perviven los árboles frente a la fachada del Hotel, que por un momento te trasladan a tiempos pasados.
por Mercedes Gómez
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Entradas anteriores:
Jardines del Paseo de la Castellana II : El Barrio de Indo.
Jardines del Paseo de la Castellana I : el Jardín del Museo de Ciencias Naturales
Bibliografía:
Prensa citada, y
Teresa Sánchez-Fayos y Silvia Villacañas. “Los Jardines del Madrid Moderno” Ayuntamiento de Madrid. Madrid 2001.
Por fin, después de tantos años preguntándonos qué había tras la pared de un andén de la Línea 2 del Metro, qué era exactamente lo que quedaba de la antiquísima Fuente de los Caños del Peral, cómo serían esos restos, si algún día sería posible contemplarlos… hoy el diario El País publica dos fotografías ilustrando un reportaje de Rafael Fraguas titulado “Con ustedes, la fuente de Siete Caños”.
No son cuatro piedras, y no se trata únicamente de los restos de una sencilla fuente. Rafael Fraguas hace una presentación en toda regla, destacando en su titular la importancia de lo que va a mostrarnos. Qué emocionante.
Se trata, como se suponía, de una fuente monumental, del siglo XVII, en gran parte muy bien conservada. Mide 34 metros de longitud por tres metros de altura, de los cuales ahora una tercera parte están al descubierto.
Los arqueólogos continúan trabajando. Además de la impresionante fuente, se estudian los posibles restos de muralla medieval, y otros hallazgos, como los espectaculares arcos de un acueducto, así como nuevos vestigios de conducciones de agua que presumiblemente surtían a la Fuente de los Caños del Peral y otros lugares.
Según se desprende del artículo de R. Fraguas, los responsables piensan que pudieran pertenecer al Viaje de Agua de Amaniel. Dicho Viaje fue construido en tiempos de Felipe III, en los comienzos del siglo XVII, para abastecer de agua al Real Alcázar. Parece ser que debido a la buena calidad del agua y a su cantidad, el rey fue generoso y permitió abastecer a algunos particulares y a algunas fuentes públicas.
Según El País, dicen en la Dirección General de Patrimonio Histórico, de la Comunidad de Madrid, que no se sabrá qué ocurrirá con los restos hasta que “no se documente plenamente el volumen y la importancia de lo hallado”.
Parece lógico y razonable. Pero en cualquier caso los descubrimientos son demasiado importantes como para, a estas alturas, no conservarlos o no mostrarlos al público, debemos ser optimistas y seguir esperando buenas noticias.
Creo que los madrileños tenemos derecho a conocer nuestro patrimonio y para eso existe un organismo competente. Ninguna ciudad desaprovecharía una ocasión como ésta para mostrar su historia.
Parece un regalo de las entrañas del Metro, en la víspera de su cumpleaños, a Madrid. Una maravilla.
Texto por Mercedes Gómez
El Metro de Madrid cumple 90 espléndidos años el próximo sábado. Su inauguración por el rey Alfonso XIII el día 17 de octubre de 1919 merece una celebración, y así lo está haciendo la madroñosfera, contando su historia, anécdotas, etc. Quiero poner mi granito de arena recordando que en las estaciones de metro también hay Arte.
Ya tuvimos ocasión de ver algunos ejemplos al hablar del Arte Urbano; desde el adorno más antiguo, el escudo cerámico, de reflejo metálico, que hoy día se encuentra en la estación de Tirso de Molina, que también cumple años, pues fue instalado en Cuatro Caminos ese mismo 1919, hasta alguno de los más modernos, como el luminoso mural de Planetario-Arganzuela. Pero hay muchos más. Según la propia empresa del Metro, hay más de cien murales instalados en la red.
En Nuevos Ministerios, sus dos accesos, el antiguo y el nuevo, muestran en cierto modo la evolución de la expresión artística en el metro, las primeras cerámicas y las actuales técnicas fotográficas.
Merece la pena recordar también los anuncios publicitarios que en aquellos primeros años del suburbano igualmente se realizaban en cerámica, de ellos quedan maravillosas muestras en el Museo del Metro instalado en la antigua estación “fantasma” de Chamberí.
O este curioso anuncio de un taller de reparación de radios, encontrado en 2001 en la estación de Bilbao durante unas obras de remodelación (*). Se trata de una hornacina de azulejos de Triana, obra de la Casa Manuel Ramos Rejano, diseñada por el arquitecto Antonio Palacios para decorar la línea 1, que también data de 1919. Un bonito recuerdo casi arqueológico que debería ser restaurado y espero que conservado, las fotos están hechas hace unos meses. Palacios, tan importante para Madrid, también lo fue para el Metro y su estética, ideando los interiores de los andenes y pasillos, y las entradas, como los templetes que hoy día tanto añoramos.
Menos habitual es la escultura, aunque hay algún caso, como en Sol donde se recuerda a los fundadores del metro, los ingenieros Echarte, Mendoza y Otamendi, en una obra colgada del techo, instalada en 1969, cuando se cumplieron los 50 años del Metro de Madrid.
Muy distinta es la curiosa estructura amarilla de un avión colocada en la moderna estación de Colombia.
Una estación completamente dedicada al arte es la de Goya, en la que se exponen reproducciones en aguafuertes de los grabados del famoso pintor, de las series Tauromaquia y los Desastres de la guerra.
Retiro, además de los vistosos murales de azulejos pintados por Mingote, posee su propia Sala de Exposiciones.
Y no olvidemos tantas otras estaciones en las que de vez en cuando sus pasillos y vestíbulos se han convertido en ocasionales escenarios de teatro, danza o conciertos musicales. Ni por supuesto a los ciudadanos anónimos que a veces nos ofrecen música de gran calidad en el momento más inesperado.
El Metro de Madrid, además de ser uno de los mejores del mundo, y en crecimiento constante, esconde mucha historia y mucho arte. Felicidades.
Texto y fotografías: Mercedes Gómez
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* El País 12 enero 2001.
Antes de abandonar el parque de El Retiro -al que seguramente volveremos alguna otra vez-, me gustaría invitaros a un paseo por el increíble Palacio de Cristal y sus alrededores.
El palacio, perfectamente restaurado, se conserva tal como fuera ideado en 1886, aunque sí se han perdido algunos elementos del conjunto, como el puente de cañas construido frente a la entrada con el fin de permitir cruzar la ría que entonces se unía al lago:
El edificio fue proyectado por el arquitecto Ricardo Velázquez Bosco como Pabellón Estufa para la Exposición de Filipinas de 1887, con la idea de que perdurara en el tiempo. Felizmente así ha sido, y aunque ya ha perdido su función como invernadero podemos disfrutarlo como sala de exposiciones de arte contemporáneo, sala perteneciente al Museo Reina Sofía.
Su imponente estructura de hierro y cristal fue adornada con la cerámica de Daniel Zuloaga. Únicamente el pórtico de entrada con sus columnas jónicas y la escalera de acceso fueron realizados en piedra.
La ría fue cegada en los comienzos del siglo XX. Actualmente frente al palacio unas escaleras se adentran en el estanque. Nos encanta sentarnos en ellas a charlar, o simplemente contemplar el paisaje, los sorprendentes árboles que se encuentran dentro del agua, y el espectacular surtidor. A la derecha, existe una gruta artificial, que no podía faltar en un perfecto jardín romántico.
Su interior nos recuerda la planta de una iglesia gótica, pero luminosa y transparente, cuyos pilares son de hierro y no de piedra. Las paredes y techos, de cristal. Tras ellos, el cielo de Madrid. ¿No parece increíble?.
Texto y fotografías: Mercedes Gómez
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Palacio de Cristal
Paseo Duque de Fernán Núñez, s/n (Parque del Retiro).
Todos los datos en monumentamadrid.es:
Después de un largo y más que cálido verano, el otoño ha llegado a Madrid, bonito y suave, como casi siempre. Para este fin de semana, el primero del mes de octubre, nos anuncian buen tiempo, lo cual significa sol y temperaturas agradables.
Buen tiempo para disfrutar de nuestros lugares preferidos. No siempre hace falta irse lejos, o conocer sitios nuevos, a veces es suficiente con volver a recorrer aquellas calles, barrios o jardines que descubrimos hace tiempo. De vez en cuando me gustaría hablar de ellos, de “mis lugares” de Madrid. Y, si os apetece, y contáis los vuestros, podamos hacer una lista con «nuestros lugares» preferidos de Madrid.
Comienzo hoy por El Retiro, ese maravilloso parque en pleno centro de la ciudad, el Parque de Madrid, que causa la admiración de todos los que nos visitan. Para mí es un lujo, un privilegio, tenerlo cerca.
El Retiro está lleno de obras de arte, fuentes, estatuas, grandes monumentos, paseos, jardines… y también de deliciosos rincones, o recoletas placitas, una de ellas es la Plaza de Mármol.
La Plaza de Mármol, a pesar de hallarse a un paso del bullicio del Paseo de Coches y de la entrada a los Jardines de Herrero Palacios, antigua Casa de Fieras, suele ser un lugar tranquilo en el que uno se puede cobijar.
La plaza, de estilo Clásico, fue creada por Cecilio Rodríguez en 1941 y debía de ser muy bella. La fuente de doble taza, realizada en mármol, entonces estaba rodeada de pilares coronados con una serie de figuras mitológicas. Hoy día únicamente se conserva la fuente central, y los pilares sin las figuras.
El pavimento original era de mosaico greco-romano, que en algún momento fue sustituido por adoquinado de piedra.
Pero continúa siendo una plaza preciosa, allí sigue el sonido del agua y el largo banco de piedra blanca en el que podemos sentarnos un ratito y disfrutar del ambiente. A estas alturas del siglo XXI, con tantas plazas dominadas por el cemento, este viejo suelo empedrado me parece que tiene encanto.
Observad los árboles, los colores del otoño comienzan a teñir sus hojas, todo un espectáculo. Y gratis.
Mercedes
Hoy tengo el placer de presentaros a Ricardo Márquez, y darle la bienvenida, como autor de la entrada, pues a Ricardo ya tenemos la suerte de conocerle en este blog gracias a que habitualmente participa con sus comentarios.
Es uno de los componentes del equipo de Historias Matritenses, a quienes quiero dar las gracias por su ayuda, por haberme acogido en su blog y por cedernos el magnífico trabajo que incluimos a continuación. Desde el principio se han mostrado interesados por nuestro propósito de dar a conocer la Quinta de Vista Alegre, conseguir su protección como Bien de Interés Cultural y su recuperación para los madrileños.
Hoy Ricardo nos ofrece una nueva visión, un recorrido por la historia de la Quinta desde su más remoto pasado, otro punto de vista que completa todo lo que hasta ahora hemos podido descubrir.
Mercedes
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Vamos a ver hoy lo que hemos podido encontrar sobre la finca o quinta de Vista Alegre, que está situada en el barrio de Carabanchel Bajo de Madrid.
En el Catastro del Marqués de la Ensenada, realizado en el año 1750, se dice que tanto Carabanchel Bajo, como Carabanchel Alto, son Realengos, bajo la jurisdicción de Madrid, por tanto tenían tierras comunes a disposición de su población: “prados, cañadas, arroyos y barrancos”. Se mencionan grandes fincas, como la del Conde de Miranda, sita en Carabanchel Alto, y la de don Manuel Dávila. Asimismo, y aunque alejado de nuestro estudio, se cita la Huerta de Aluche, con 22 fanegas, que se “riega de pie” (con agua de fuente o manantial), siendo su producción excelente y casi en exclusiva para Madrid.
En el libro de Tomás López, titulado Geografía histórica de España (1788), se cita de nuevo la finca del Conde de Miranda y la de D. Pedro Navarro en Carabanchel Alto. Mientras que en Carabanchel bajo reseña dos fincas, la del Marqués de Mortara y la de la Marquesa de Villena, que tenía casa con jardín y lavadero dentro el pueblo.
Era fundamental para el asentamiento de estas fincas la abundancia de agua, y como pasará en otros pueblos aledaños a Madrid, las clases más pudientes compraban las tierras para hacer sus quintas de recreo, siendo en un principio la nobleza, pero comenzando el siglo XIX la burguesía, una nueva clase social incipiente en aquellos días, comenzó a adquirir tierras también.
Pero empecemos con el verdadero motivo de este artículo: Vista Alegre. La primera noticia que encontramos es del 24 de abril de 1825, y dice así:
“Habiéndose dignado S.M. conceder su Real permiso para abrir la casa de baños titulada Vista alegre, situada en Carabanchel de abajo, con fonda, villar, jardín, huerta y varias habitaciones, se abrirá el día 38 de corriente mes.
Las habitaciones que se hallan decentemente amuebladas, se alquilarán a precios equitativos y se dará en ellas una esmerada asistencia.
El jardín y huerta estarán constantemente abiertos para el recreo y desahogo de las personas que concurran a dicha casa.
Los baños estarán provistos de aguas abundantes y corrientes, y surtidos de la ropa necesaria.
En la fonda habrá comidas de varios precios; y avisando con anticipación se prepararán las que se encarguen.
El villar estará abierto a las horas de costumbre, y en el elevado mirador llamado Belvedere habrá nigrocosmo, cosmoramas, anteojos y varías máquinas de óptica, que podrán contribuir al útil y honesto recreo de los concurrentes.
Finalmente, habrá tambien una diligencia de Madrid a Vista alegre, y viceversa, que hará diferentes viages y a horas determinadas que se anunciarán con arreglo a las estaciones.
Por ahora se situará esta en la plazuela que hay frente a la Real fábrica de Martínez junto al Prado, y las horas de salida serán: de Madrid a las ocho de la mañana y a las cuatro de la tarde, y de Vista alegre a las once de la mañana y a las siete de la tarde. …… (SIC)”
Por tanto Vista Alegre fue inaugurado el 28 de Abril de 1825. Sobre su propietario, o propietarios, hemos encontrado dos teorías, la primera es que era propiedad de Martínez, dueño también de la fábrica de plata mencionada en el texto anterior. Una segunda habla de que eran varios los propietarios. Otra posibilidad es que fuera propiedad del Ayuntamiento, dado el carácter de realengo.
En la hemeroteca encontramos numerosas referencias sobre Vista Alegre, así en Julio de 1925 se informa que los baños habían sido visitados por los reyes y que el horario de los mismos era de 5 de la mañana a 11 de la noche. El 23 de octubre de ese mismo año se anunciaba una fiesta de esta forma:
“juegos de pato, de la flecha, de la bala, de los equilibrios, a los bolos, bolas y volantes de varias clases, todos ellos por la mañana; menú al medio día, y por la tarde: música militar varias composiciones escogidas: se hará la pantomima del papa moscas, y en su intermedio se bailará el wals figurado, llamado el portuesino: también se hará el molinere con varias suertes, y entre ellas la muy vistosa de las banderas. Se elevará un globo aerostático con paracaídas, y una figura en forma de Apolo tocando la lira, que a cierta altura se desprenderá del globo y se la verá bajar muy despacio, manifestando la utilidad de tan preciosa invención. En seguida se presentará por primera vez a bailar la cachucha una señorita aficionada, y se procederá al sorteo de unos canastillos de frutas y ramilletes de dulces guarnecidos con flores, que se darán a los concurrentes a la función que la suerte designe: a este fin se dará gratis a la entrada al entregar el billete una tarjeta numerada, que servirá para la adjudicación de los premios, los cuales estarán expuestos a la vista del público. Se terminará la función con una bonita perspectiva de fuegos artificiales, entre los cuales habrá transformaciones representado el sol, su eclipse y la estrella del norte, ocultándose al fin con un hermoso nevado de fuegos que llenará todo el teatro, figurando la caída del telón (SIC)”
Todas estas atracciones que menciona el periódico eran repetidas en cada fiesta que hacían, en especial los fuegos artificiales y el globo aerostático. Tal fue el éxito que hasta en invierno permanecía abierta la quinta y era el lugar de veraneo, aunque corto, para los vecinos de la capital.
Los reyes asistían con frecuencia, así hay constancia de su presencia en Mayo de 1826 y Octubre de 1829; e incluso la celebración por el embarazo de la reina en Mayo de 1830, o la celebración de las onomásticas del rey en 1830 y 1831. También se aumentaron en gran número los servicios de diligencias, desde la calle Carretas y desde la carrera de San Jerónimo, tardando en el trayecto aproximadamente una hora.
Por otra parte las instalaciones recreativas se iban ampliando y mejorando, como podemos leer en la siguiente noticia de primeros de Abril de 1830: “Para amenizar y variar en lo posible la diversión de los concurrentes a dicho establecimiento se ha enriquecido el belvedere ó gabinete de física recreativa con cuatro hermosas vistas tomadas de los puntos mas interesantes de Madrid, Cádiz, Valencia y Barcelona. En el jardín se han colocado el nuevo balón de señoras, el columpio del charco o de chasco, compuesto de dos movimientos, y el ruso o de vuelta entera, en el que se elevan los jugadores a 30 pies de altura, no solo sin la menor incomodidad, sino con sensación agradable, siendo este ejercicio en el sentir de muy acreditados profesores sumamente favorable a la salud, y con particular en el bello sexo. (SIC)”
Otro hecho significativo que encontramos en la prensa es que en el año 1830 se anunciaban en venta unas 40 casas en Carabanchel Bajo, mientras que en los años precedentes a la apertura de Vista Alegre y la presencia de los reyes apenas contamos 3 anuncios por año.
Sumemos también la comedia de Ventura de la Vega, de 1831, titulada “El gastrónomo sin dinero o un día en Vista Alegre”, cuyo primera escena decía así: “… hombres y mugeres de Madrid esparcidos por el jardín y ocupados en diferentes cosas: unos tirando al blanco; otros paseándose; otros probando las fuerzas en la máquina; otros entrando y saliendo del belbedere; otros apeándose en algun coche o calesin, entran en la fonda. (SIC)”. Esto nos da una idea de la importancia que tenía Vista Alegre. Por cierto, la obra estuvo en cartel durante 6 años.
Debió de ser en el invierno de 1831-32 cuando la posesión pasó a denominarse real, es decir, paso a formar parte de la Casa Real, llamándose Real Posesión de Vista Alegre. Según las fuentes que hemos consultado fue un regalo del Ayuntamiento a la Casa Real, lo que parece confirmar su carácter de realengo, aunque según otras [1] fue una compra personal de la reina María Cristina al coronel Pablo Cabrero, no pasando a Patrimonio Nacional hasta 1846. No obstante hemos encontrado una curiosa noticia, fechada en Agosto de 1832, en la que salía a concurso el riego de los árboles de la carretera de Carabanchel a Madrid mediante cubas, mencionándose Real Posesión y al corregidor de la Villa, aunque esto tampoco es concluyente, pues pudiera ser que el consistorio corriera con estos gastos.
La reina Maria Cristina pasó mucho tiempo entre 1833 y 1840 en Vista Alegre. Hacía 1840 se inició la construcción del llamado Palacio Nuevo, la ría navegable y los jardines de tipo geométrico, pero María Cristina se tuvo que exiliar a Francia y no regresó hasta 1844. En 1846 María Cristina cedió la propiedad a sus hijas Isabel II y la infanta María Luisa Fernanda, debido a su mala situación económica y para que el Patrimonio Real sufragara los gastos [1] .
Pascual Madoz, en su libro editado en 1849, nos describe varias quintas en Carabanchel Alto, como las de: José Gargollo, Marqués de Remisa, José Nieva, Manuel Mateu, Francisco Narváez (Conde de Yúmuri) y la de la condesa de Montijo, que era la anteriormente citada del marqués de Miranda y la más importante de Carabanchel Alto.
De Carabanchel Bajo nos dice que había muchas casas de campo, algunas con huerta y jardín en el propio casco urbano, perteneciente a la burguesía, como las de Jaime Ceriola, Manuel González Bravo, José Filiberto Portillo, Buenos Aires de la familia Nágera, …..
Sobre la quinta de Vista Alegre dice que tenía 4 puertas, una de ellas de hierro y las otras de madera, daban paso a las 400 fanegas de las que se componía la posesión. La finca era la primera que se encontraba a la izquierda según se accedía a Carabanchel Bajo desde Madrid. Tenía muchos árboles: 2 olivares; 4 fanegas de parras, naranjos plantados en círculo con pajarera en su centro, columpios, laberintos, …
De las cuatro norias las más conocidas eran la del Oratorio y Alfarfa, por sus aguas abundantes y la del Olivar, situada en una alta loma desde la que se divisaba Madrid, Getafe, Leganés, Villaverde, etc.
Tenía 4 fuentes, 2 de ellas secas en aquellas fechas, y destaca el autor una de tres piezas de mármol, con figuras de conchas, hércules, galápagos,…. Poseía 2 invernaderos enanos, es decir, que necesitaban tener siempre un calor entre los 25 y 30 grados, y otros 3 invernaderos normales, destacando el que estaba junto al palacio, que disponía hasta de un templete circular con los bustos de Fernando VII y Maria Cristina y un velador de piedra.
Una cascada era el nacimiento de un canal de 587 metros de longitud por 2,5 metros de profundidad, y un gran lago artificial de 218 metros de perímetro con una especie de isla como embarcadero. Otra cascada era el final de esta ría artificial. Allí se encontraba la casa del embarcadero con capacidad para dos barcas. Tenía 3 puertas, dos de ellas simuladas, y 4 estatuas de medio cuerpo en su fachada.
Había una faisanera, un palomar, varios recintos acondicionados para pavos reales y casa para gusanos de seda. Para el servicio disponía de una casa para el portero, otra para el jardinero mayor y otra para el administrador, así como una casa para recoger los columpios.
Dentro de la quinta se encontraban las siguientes casas-palacio:
Palacio de Vista Alegre.
Esta era la principal casa de la posesión. Delante de la puerta principal había una gran plaza flanqueada con 10 estatuas de mármol. Tenía 37 habitáculos, a saber:
1.- Entrada con una barandilla de bronce dorada al fuego coronada por un busto de mármol de Minerva que era el complemento que ensalzaba la gran escalera.
2.- Habitación donde se hallaban 243 cuadros chinos junto a una cómoda.
3.- Habitación con 24 cuadros bordados en seda sobre don Quijote y en su centro una romana con silla para pesar a personas.
4.- Habitación. Tenía 71 cuadros, un velador de bronce y 2 relojes.
5.- A continuación se encontraba el salón de baile, con 3 grandes lámparas-arañas y 2 pequeñas, estaba magníficamente pintado y sus medidas eran de 43 por 17 metros,
6.- Otra habitación sin nada que reseñar,
7.- Habitación con 413 cuadros, 28 sillas, 4 rinconeras, 2 veladores, una gran mesa haciendo juego con las sillas y piano de cola.
8.- Habitación que tenía lienzos pintados y una mesa de litografía.
9.- Habitación con velador de bronce y escena de coches tirados por caballos sobre tablero de mosaico, más 10 cuadros de países.
10.- Habitación en cuyo centro había una urna de cristal, con varios instrumentos de música y 10 cuadros, entre los que se encuentra el de la enfermedad de Fernando VII, cuyo autor es Federico Madrazo.
11.- Habitación con 12 cuadros, entre los que destacaba el acto de la prisión de Nuestro Señor Jesucristo.
12.- Habitación que contenía 8 cuadros de la familia real, un velador de madera de la china, sillas góticas de juncos y reloj que representaba la fachada de la iglesia de Nuestra Señora de Paris. Anexo estaba una bañera circular con pinturas arabescas y 4 estatuas de mármol.
13.- Retrete con 11 cuadros, entre los que sobresalía uno de Sta. Águeda.
14.- Habitación que tenía 5 cuadros, entre ellos de La fecundidad (copia del de Ticiano), y el guerrero Javier Mina.
15.- Habitación con 9 cuadros, el más notable el juramento de Catalina de Aragón, de Medina.
16.- Habitación con 2 mesas redondas de jaspe y 3 cuadros.
17.- Habitación en la que su centro había una urna con un búho disecado y 11 cuadros.
18.- Habitación con 6 cuadros sobre montañas y un piano vertical.
19.- Recibidor al que va a desembocar la escalera en el que había una maravillosa estatua de bronce.
20.- Ya en el piso superior, habitación con varios cuadros, butaca con brazos y pies de bronce, bordada en oro con motivos de armas de Castilla y tocador.
21.- Habitación con varios cuadros y sillas.
22.- Habitación en al que había una urna de cristal con faisanes blancos y 19 cuadros.
23.- Habitación con varias aves disecadas de diversos continentes.
24.- Habitación que tenía 20 cuadros sobre la familia real y enmarcados con bronce dorado al fuego.
25.- Habitación con cuadros y adornos de poco valor artístico.
26.- Habitación en la que estaba una maqueta en madera del Palacio Real.
27.- Habitación muy ancha con muchos adornos.
28.- Habitación, nada que mencionar.
29.- Habitación con varios cuadros, entre los que destaca uno de mosaico, 2 cestas de marfil labradas. 4 afiligranadas, velador con 31 copas de coco negro con pie de plata.
30.- Habitación con varias sillas y cuadros, y una gran mesa de china con 3 grandes bolas de marfil.
31.- Habitación con decoración turca.
32.- Habitación que tenía una gran copa de alabastro en el centro, elaborada por Graudis.
33.- Habitación con sofás y sillas tapizadas en rojo; 2 espejos, 2 relojes y 3 mesas fabricadas en nácar.
34.- Habitación idéntica a la anterior.
35.- Habitación que tenía sillas y mesa.
36.- Habitación con muchos adornos.
37.- Habitación con varios cuadros, sillas, floreros y un velador central con una escribanía de corcho y 25 sellos, labrada por Félix Carrero.
38.- Habitación con un velador, un piano, sillas, y 7 grandes cuadros con los retratos de la familia de la reina María Cristina.
39.- Habitación en la que había varios cuadros y sillas, y un velador.
40.- Retrete, junto a otra escalera de bronce.
41.- Ya en el segundo piso, gabinete con varios instrumentos y juegos de manos, cuyo techo estaba pintado por Ribelles, Carderara, José Madrazo, Federico Madrazo, Anselmo Alonso, Burguini, Tejeo, Ribera, Vicente López y Blanchar.
Casa de Navarro.
Tenía 11 habitaciones, 2 de ellas sin amueblar, retrete inglés y oratorio. Este último tenía un cuadro de Nuestra Señora de los Desamparados, pintado por López, 4 urnas con reliquias, candelabros de plata y dorados, y varios cuadros más y un gran crucifijo.
La casa estaba coronada por un mirador desde el que se veía todo Carabanchel Bajo.
Palacio de Bella Vista.
La planta baja estaba dividida en 6 habitaciones en las que se almacenaban varias piedras de las fuentes, aves disecadas, y algún barco para la ría.
En la primera planta había 10 habitaciones, la mas singular de forma octogonal.
La segunda planta tenía 8 habitaciones. Destacaba una de ellas con un crucifijo y 6 candelabros de bronce, todo ello encajonado.
Palacio del duque de Rianzares.
Tenia 48 en el piso bajo y 18 en el superior. Una de ellas contenía una colección de cuadros con todos los castigos chinos, las demás bien adornadas con cuadros.
En definitiva, los cuadros totales de la finca de Vista Alegre aquí enumerados son 900 (los varios no están incluidos), y las habitaciones 161.
Hasta aquí el relato detallado de Madoz.
En abril de 1858 la finca se pone en venta, según podemos ver en el siguiente artículo:
Según parece el costo de mantenimiento era muy elevado, y las arcas de la corona no eran capaces de soportarlo.
La finca la compró José de Salamanca, a la postre marqués de Salamanca, quien todavía enriqueció más los jardines y mandó construir un palacio nuevo, pero como se suele decir: esto ya es otra historia.
Notas:
[1] Artículo de Eva J. Rodríguez Romero, en la revista Espacio Crif, titulado El jardín paisajista de Vista Alegre.
Autor: Ricardo Márquez
En el blog Historias Matritenses también colaboran: Angel Caldito y José Manuel Seseña.
Fuente: Biblioteca Nacional de España
Explicación del color de los textos:
– Textos sacados de hemerotecas, libros o webs, transcritos literalmente.
– Explicaciones de fotografías o animaciones.
– Comentarios del autor de la entrada
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Artículos anteriores:
La Quinta de Vista Alegre ¿Bien de Interés Cultural?
Huellas del Marqués de Salamanca en Vista Alegre
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