Manuel Pereira (II).-
Como ya vimos en el artículo dedicado a su escultura de San Bruno, Manuel Pereira nació en Oporto el año 1588. Además de su obra, hoy me gustaría que conociéramos un poco mejor cómo fue la vida de este escultor barroco en el Madrid del Siglo de Oro y que demos un paseo desde la actual calle de Lope de Vega, donde vivió, hasta la de Cañizares, donde se encuentra la iglesia que acoge otra de sus espléndidas tallas, el Cristo del Olivar.
En los comienzos del siglo XVII Pereira se trasladó a Madrid y se instaló en el Barrio de las Letras.
El Barrio de las Letras, de los Literatos, de las Musas, o del Parnaso, por todos estos nombres se le conoce debido a la cantidad de escritores y artistas que lo habitaron. Resulta muy grato recorrerlo, perfectamente rehabilitado durante los últimos años; por algunas de sus calles parece haberse detenido el tiempo. Con un poco de imaginación, casi respiramos el aire que sus antiguos habitantes compartieron. Miguel de Cervantes, Lope de Vega, Quevedo, Luis de Góngora… y Manuel Pereira.
Pereira vivió en la calle de Cantarranas, actual calle de Lope de Vega, desde poco después de su boda hasta su muerte.
La vivienda del escultor estaba en la casa contigua a la que Francisco de Quevedo había comprado en la entonces llamada calle del Niño, esquina con la de Cantarranas (como ahora nos recuerda una lápida dedicada al literato, en la calle que ahora lleva su nombre, Quevedo esquina Lope de Vega), en la que por cierto antes había vivido Góngora durante más de diez años. Al parecer Quevedo nunca vivió en ella, pero frecuentaba las tabernas, casas de juego y mancebías del barrio, establecimientos a los que era muy aficionado, que en la zona convivían con las iglesias y conventos.
Pereira se casó en 1625, por tanto tenía ya 37 años, con María González de Estrada, que entonces contaba con solo 18 años de edad. Tuvieron varios hijos, únicamente dos de ellos sobrevivieron a su longevo padre. Su esposa murió con tan solo 47 años. En contra a lo que era habitual en aquellos tiempos, nunca volvió a casarse, se declaró Familiar del Santo Oficio, o colaborador laico de la Inquisición, y vivió dedicado a sus tareas de escultor, y entregado a una religiosidad propia de aquella época, con sus luces y sus sombras.
Como decía, además de la de San Bruno, en Madrid se conservan otras obras de este gran escultor; en la Iglesia de San Antonio de los Alemanes, y en la de San Plácido. Y, quizá la más desconocida, el Cristo Crucificado que se encuentra en el Oratorio del Santo Cristo del Olivar, en la calle de Cañizares nº 4.

C/ de Cañizares, 4 (en el plano de Texeira es la C/ de San Sebastián, frente a la iglesia del mismo nombre. 1656).
El templo primitivo, el antiguo Oratorio del Cristo del Olivar de la Congregación de los Indignos Esclavos del Santísimo Sacramento, fue construido en 1647 por Manuel Aguiar, y reconstruido por Enrique María Repullés y Vargas a principios del siglo XX, en piedra y ladrillo, a imitación de la arquitectura barroca del siglo XVII.
A dicha congregación pertenecieron escritores como Lope, Cervantes, Quevedo y Calderón de la Barca.
El Cristo Crucificado antes estaba colocado en un altar lateral, actualmente preside el Altar Mayor, enmarcado en un retablo de madera, lugar que sin duda le corresponde, pero que lo aleja del espectador e impide admirar la escultura tan bien como desearíamos. Fue realizado por Manuel Pereira el mismo año de construcción de la iglesia, 1647.
Es un ejemplo perfecto de su escultura, elegante, de figura delgada, transmitiendo más sentimiento que dramatismo, en “actitud de súplica al Padre”, con la cabeza levantada.
Pereira también realizó una Virgen y un San Juan que componían un Calvario junto al Cristo, pero estas dos esculturas fueron destruidas durante la guerra junto al resto de imágenes de la iglesia. Únicamente sobrevivieron dos joyas, la magnífica Virgen Nuestra Señora del Rosario, realizada en el siglo XVIII por Luis Salvador Carmona, digna de ser visitada otro día, y este Cristo del Olivar, de Manuel Pereira.
por Mercedes Gómez
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Fuentes:
Planimetría de Madrid.
Arquitectura de Madrid. COAM Madrid 2003.
www.parroquiaolivar.com
J. URREA. Introducción a la escultura barroca madrileña. Manuel Pereira.
M. AGULLÓ. Manuel Pereira: aportación documental.
16 comentarios
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12 noviembre 2009 a 23:13
Paco
Es una calle muy solitaria, paseando por allí es fácil trasladarse a tiempos de Lope. Me gusta la mezcla entre el plano de Texeira y Google 🙂
13 noviembre 2009 a 00:20
artedemadrid
Resulta un poco mágica la comparación de los planos, ¿verdad, Paco? ver que desde arriba casi no ha cambiado nada.
Y en el caso del Barrio de las Letras, me encanta, creo que es un lugar único, en el que se vivió algo único, el Siglo de Oro se vivió en Madrid, y ni presumimos ni nada 😉
13 noviembre 2009 a 11:52
anapedraza
¡Hola Mercedes!
Tengo que hacerme algunas tarjetas de broma, en donde diga:
«Director Gerente de una mancebía»
Seguro que el 80 % de quienes lo lean no saben lo que es, JEJEEEEE, es grato recordar palabras del castellano de hace siglos.
Conozco la calle, y es para estarse un buen rato en ella. La mejor época para visitar el Barrio de las Letras es agosto; parece que has viajado en el tiempo, o de lugar y estás en un pueblo. Además, como bien dices, es el lugar donde vivieron los grandes del Siglo de Oro, y que poco lo apreciamos.
He ampliado la imagen del Cristo para verla mejor, y me ha recordado un poco a los cuadros del Greco. Es soberbia la talla. Entraré a verla en cuanto pase por ahí.
¡Un beso!
MIGUEL
13 noviembre 2009 a 15:01
artedemadrid
jajajaja, hola Miguel, eres la monda, con esas tarjetas sí que te pasarían cosas divertidas para que luego nos las contaras 🙂
Pero tienes razón, no pensé que era una palabra de los tiempos de Quevedo… ¿cómo se diría ahora?, burdel también es antigua ¿no?…. voy a ver… Según la Real Academia: burdel, casa de prostitución. En fin.
Y es verdad, buena apreciación, el Cristo recuerda un poco al Greco, más espiritual que otros pintores de la época. A Pereira le pasaba un poco lo mismo con respecto a sus compañeros escultores, que eran más realistas y creo que recurrían más a la sangre y lo dramático.
¡un beso y muy feliz fin de semana!
Mercedes
13 noviembre 2009 a 16:45
mcarmen
Me habría encantado vivir en el Barrio de las Letras en aquella época. Aparte de por los insignes vecinos, debía ser curiosa la mezcla de mancebías y conventos.
Unos amigos tenían en Cañizares la casa familiar, una pena no haber leído esto cuándo la frecuentaba. No lo olvidaré la próxima vez que vaya por la zona.
Buen fin de semana!
13 noviembre 2009 a 22:50
dani.mtr
El barrio de la letras es impresionante. Me doy cuenta que no conozco esta calle. nunca he debido de pasear por alli pero la próxima vez ire al ver la iglesia y el cristo.
14 noviembre 2009 a 00:14
artedemadrid
M.Carmen, aquella época resulta muy literaria y sugerente, a mí me encanta y también me hubiera gustado conocerla, aunque, como decía en el post, tuvo muchas sombras 😉
Buen fin de semana para tí también!
Hola Dani. ya lo creo, es un barrio que cada día me gusta más. La calle de Cañizares, al otro lado de Atocha, creo que ya debe pertenecer a Lavapiés, la iglesia está justo en el límite, y recoge toda la historia de ambos lados, espero que te guste si vas a verla, ya me contarás.
saludos!
17 noviembre 2009 a 16:11
anapedraza
¡Hola Mercedes!
Espero que ya esté todo bien.
MIGUEL
17 noviembre 2009 a 16:53
artedemadrid
¡Hola Miguel, muchas gracias !!!
Todo bien 🙂
un beso!
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