La Plaza Mayor es sin duda uno de los lugares más bonitos de Madrid.

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Tiene sus orígenes en el siglo XV cuando nació en el exterior de la villa amurallada como plaza dedicada a mercado. Por aquellos tiempos el Mercado estaba en la Plaza de San Salvador -actual Plaza de la Villa-, pero con el fin de ahorrarse los pagos de impuestos, los vendedores comenzaron a quedarse en las afueras, en la entonces Plaza del Arrabal, que con el tiempo se convertiría en la plaza y mercado principal.

En 1580 Felipe II ordenó a su arquitecto Juan de Herrera su remodelación, cuyo primer paso fue el derribo de las modestas casas existentes. Diez años después comenzó la construcción de los nuevos edificios. Las obras a cargo de Diego Sillero, comenzaron por La Casa de la Panadería, en su lado norte.

Fue finalizada en 1619, bajo la dirección de Juan Gómez de Mora, reinando ya Felipe III. El pasado mes de noviembre la Plaza Mayor ha cumplido 390 esplendorosos años.

«Plaza Mayor», Juan de la Corte 1623. (Museo de Historia)

La Casa de la Panadería recibió este nombre debido a que allí, en su planta baja, fue instalada la tahona pública o despacho de pan; en la planta sótano se situaron las caballerizas de los panaderos. El primer piso fue destinado a Salón Real, dependencias para uso privado de los Reyes, donde podían descansar, recibir a sus invitados y desde cuyos balcones asistían a todos los festejos que tenían lugar en la Plaza.

Detalle del cuadro «Plaza Mayor» de Juan de la Corte, 1623.

Durante sus casi cuatro siglos de vida la Panadería ha sufrido incendios, reconstrucciones, restauraciones, consolidaciones, rehabilitaciones y todo tipo de reformas.

En el segundo de los tres grandes incendios que ha padecido la Plaza Mayor, el 20 de agosto de 1670, la Casa de la Panadería quedó prácticamente destruida, únicamente se salvaron el sótano, formado por 56 pilastras de granito cubiertas por bóvedas de ladrillo, y la planta baja, con 11 soportales con arcos de medio punto sobre columnas adosadas.

Sótano en 1985

Soportales (2009)

Soportales

Durante los dos años siguientes, sobre estos elementos originales, el edificio fue reconstruido por el arquitecto Tomás Román.

El nuevo Salón Real estaba formado por dos estancias exactamente iguales, la Cámara Real, con los balcones que se asomaban a la plaza, y detrás, la Antecámara. Tras finalizar su construcción ambas fueron espléndidamente decoradas.

Más de quince mil azulejos, realizados en Talavera de la Reina, fueron colocados en la escalera, el Salón, y las llamadas galerías de damas y caballeros.

Zócalo de azulejos en la galería de entrada al Salón.

La decoración de los techos de la escalera y de los dos salones, mediante pinturas al temple, fue encargada a los artistas Claudio Coello y José Jiménez Donoso.

Ambos realizaron tres frescos en los que representaron al Reino, a la Villa y a la Monarquía, entre dibujos de arquitecturas y motivos mitológicos.

Detalle Arquitecturas fingidas. Bóveda Salón Real. Coello y Donoso (1672-74)

En el siglo XVIII, durante la dinastía de los Borbones, el antiguo Salón Real fue destinado a otros usos. Entre 1745 y 1774 acogió a la entonces recientemente fundada Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, hasta que fue trasladada a su sede de la Calle de Alcalá, donde continúa. Y entre 1774 y 1871, a la de la Historia, a su vez trasladada a la calle del León.

Después La Casa de la Panadería pasó a ser utilizada por el Ayuntamiento, sirviendo como segunda Casa Consistorial.

La primera restauración fue realizada en 1880, momento en que se instaló el Archivo de la Villa, hasta que algo más de 100 años después fue trasladado al Cuartel del Conde Duque.

Hoy día muy raramente se puede acceder al Salón Real, alguna «Noche en Blanco» y alguna jornada de la «Semana de la Arquitectura», como este año, que no hay que desaprovechar. Aunque no siempre fue así, en los años 60 del pasado siglo XX la Casa de la Panadería estaba incluida en la lista de Museos de Madrid, con visita gratuita de 10 a 13 h., el Ayuntamiento mostraba su Historia.

Decía el diario ABC del 10 de marzo de 1967 que “el salón español más típico del siglo XVII” se encontraba en el primer piso, con sus pinturas al temple, los zócalos de azulejos, tapices tejidos por flamencos, cuadros cornucopias, lámparas… que al año visitaban unas 500 personas.

En 1997 se acometió la restauración del histórico Salón Real, según proyecto del arquitecto municipal Joaquín Roldán.

En esos momentos no se sabía con certeza cómo fue realmente en el pasado, era un misterio, ¿cómo era posible que aquel lugar tan estrecho hubiera acogido el lujoso Cuarto Real?, y ¿cómo se comunicaba con la oscura estancia a sus espaldas?. Por los planos antiguos se sabía que originalmente ambos espacios estaban unidos, pero se desconocía en qué forma. Se apreciaban tres huecos, pero no cómo estaban construidos.

Planos 1ª planta Casa de la Panadería. Cipriano Gómez, Arquitecto del Ayuntamiento. 1888.

Y es que antes de 1948 se había levantado un tabique entre ambas salas, quedando el antiguo Salón Real dividido en dos habitaciones que fueron destinadas a biblioteca y sala de investigadores. Eran los tiempos en que la Panadería aún albergaba el Archivo de la Villa.

Las obras de rehabilitación habían comenzado el 1 de diciembre de 1996 con el objetivo de reproducir el Salón tal como era en sus orígenes, cuando uno de los restauradores localizó una imagen en un libro, en la que se apreciaba perfectamente que los dos espacios entonces tabicados eran una sola estancia separada por tres vanos con arcos de medio punto. Fue sin duda un hallazgo importantísimo y emocionante.

Salón Real en «La mitología en la pintura española del Siglo de Oro», de R.López Torrijos

El proyecto se basó en la reapertura de dichos arcos, con el fin de devolver al Salón su forma original, lo cual, después de varias dudas y cambios de planes, debidos sobre todo a falta de presupuesto, pudo llevarse a cabo. El Consistorio dio luz verde, y la antigua estructura pudo ser recuperada.

Arcos tapados (F.Molina S.A.)

Apertura de los arcos en 1997 (F.Molina S.A.)

Los muros fueron revestidos de entelados de damasco de color oro nápoles, el “color de la realeza”, intentando rememorar la antigua decoración.

Reabiertos los arcos, se procedió a la restauración de la azulejería y de la extraordinaria pintura barroca.

Aunque han sufrido múltiples recolocaciones y reformas a lo largo de los siglos, pues según iba siendo necesario debido al deterioro se fueron incorporando piezas nuevas, algunos de los azulejos conservados son los originales del siglo XVII.

Galería de acceso al Salón Real

En cuanto a las tres pinturas originales, las de la escalera han desaparecido. En ellas se representaban los Escudos del Reino de Castilla y León.

En la antigua Antecámara hay una copia que reproduce fielmente el original también desaparecido, realizada por Arturo Mélida en 1901. “Se pintó al fresco reproduciendo el antiguo temple” tal como podemos leer en la propia pintura, que en su centro representa el Oso y el Madroño, el Escudo de la Villa de Madrid.

Antecámara. Copia realizada en 1901 por Arturo Mélida.

Únicamente se conserva la pintura del Salón principal, la Cámara que da a la plaza, con el Escudo de la Monarquía, rodeado de las Virtudes Cardinales en el centro, y en los laterales una serie de arquitecturas fingidas, con ocho lunetos simulados al trampantojo, dos de ellos con el escudo de Madrid y los otros seis con los trabajos de Hércules.

Salón Real. Claudio Coello y José J. Donoso (1672-1674).

En 2005, el Ayuntamiento emprendió una nueva reforma de la Casa de la Panadería. Desde entonces el Salón Real está destinado a la celebración de bodas civiles que hasta ese momento habían tenido lugar en los jardines de Cecilio Rodríguez en el Retiro.

¿Era esto necesario?, ¿no hay otro lugar para celebrar las bodas?.

Comprendo que no estamos en el siglo XVII sino en el XXI, pero confieso que la ansiada visita al Salón Real en un primer momento me defraudó. No esperaba esas paredes, columnas y arcos pintados de blanco, ni las sillas transparentes de diseño moderno, como las de una oficina o salón cualquiera.

Tapices del siglo XVII continúan adornando las paredes, y costosas alfombras cubren los suelos. Pero el pequeño salón de actos instalado en la antigua Cámara, en nada sugiere la historia que encierran estas estancias.

Quizá esperaba encontrar una recreación del histórico Salón de los Austrias, como parece pretendió la anterior alcaldía al recuperar la antigua estructura.

2009

Octubre 2009

Menos mal que allí siguen los azulejos, y la maravillosa pintura de Coello y Donoso, dos joyas auténticas que perviven en el antiguo Salón Real, a cuyos balcones hoy os invito a asomarnos, para contemplar la Plaza Mayor, por una vez, desde el lugar que antaño lo hicieran los reyes.

por Mercedes Gómez

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Bibliografía:

COAM. Arquitectura de Madrid. 2003.

Diario El País.

Rosa López Torrijos.”La mitología en la pintura española del Siglo de Oro”. Ed. Cátedra. Madrid 1985.

Empresa F.Molina Obras y Servicios.

Salvador Pérez Arroyo. “La Casa de la Panadería. Apuntes para una reconstrucción de su evolución tipológica”. Revista Villa de Madrid. Año XXIII, nº 86. Madrid 1985.

Antonio Perla. “Los zócalos de azulejería de la Casa de la Panadería de Madrid”. Revista Restauración & Rehabilitación, nº 23, 1998.

Visita a la Casa de la Panadería, Semana de la Arquitectura, octubre 2009.
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