Las Vías Pecuarias eran una red de caminos por las que transcurría el paso del ganado, caminos que albergaron la trashumancia castellana que se desarrolló a lo largo de la Edad Media. Aún existen muchos de esos caminos en nuestra Comunidad, y todavía todos los años se celebra en Madrid la bonita Fiesta de la Trashumancia, a la que acuden los pastores con sus ovejas rememorando por unas horas la ruta que en otro tiempo atravesaran de forma natural.
Las Cañadas son las vías pecuarias más anchas, con 75 m. de anchura, pero hay otro tipo de rutas: los Cordeles, de 37,5 m., las Veredas, 20 m., y las Coladas, 10 m.
También existen los Descansaderos, que eran los lugares donde el ganado y los pastores paraban a descansar, y los Abrevaderos, consistentes en pilones o arroyos que apagaban la sed de ambos.
La red de la Comunidad de Madrid tiene una longitud de 4.200 Km., siendo una de las comunidades autónomas con mayor densidad de vías pecuarias, en total 1.796 vías.
Aunque hoy día estos caminos estén más relacionados con el ocio y el disfrute de la naturaleza que con el tránsito ganadero no cabe duda de que forman parte de nuestro patrimonio histórico y debemos protegerlo.
Es la Consejería de Economía de la Comunidad de Madrid quien se ocupa de ellas. Además de una Ley Estatal existe una Ley local para la Conservación y Defensa de las Vías Pecuarias. Su Artículo 10 dice que: «Corresponde a la Comunidad de Madrid, en uso de las potestades y prerrogativas que le conceden las leyes, la recuperación, ampliación, conservación, mejora, administración, tutela y defensa de las vías pecuarias cuyo itinerario discurre por su ámbito territorial.»
Del total de vías madrileñas 232 están amojonadas, o sea, señalizadas mediante la colocación de mojones institucionales en los puntos de delimitación definidos en el deslinde. El deslinde define los límites de la vía con los terrenos colindantes.
En la calle de Alcalá perviven algunos de estos antiguos mojones de piedra como testigos de aquellos pasos de ganado que atravesaban Madrid. Hasta hace poco, en la Plaza de la Independencia había dos. Y otro en la calle de Alcalá a la altura de la calle Ayala, poco antes de llegar a la plaza de Manuel Becerra. Desconozco si existe alguno más.
Allí sigue el de la calle Ayala.
Como sabemos, la Plaza de la Independencia está nuevamente en obras, que aún no han llegado a la Puerta del Retiro, frente a la cual continúa tranquilo otro de los mojones, rodeado de césped.
En el lado contrario, hasta hace muy poco se encontraba el otro, junto a un árbol y una pequeña zona ajardinada.
Desde hace unas semanas las aceras de este lado de la plaza están siendo pavimentadas con las losetas de granito de las que tanto hemos hablado y que poco a poco van cubriendo Madrid.
Está claro que el césped y el seto verde no van a volver, al menos de momento, pero ¿qué va a ocurrir con el histórico mojón? ¿volverá a su lugar?. A lo mejor está por allí, en algún lugar que no alcancé a ver, o se lo han llevado para protegerlo de las obras durante un tiempo…
Comprendo que el invierno deja los árboles desnudos, y que en primavera todo parecerá más vivo, pero estos días, el paisaje frente a nuestra querida Puerta de Alcalá, ¿no es desolador?.
Hasta me cuesta trabajo encontrar el árbol junto al cual estaba el viejo mojón. Y es que creo que tampoco está.
Texto y fotografías: Mercedes Gómez
15 comentarios
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21 febrero 2010 a 22:11
Paco
No queda otra que esperar que el mojón no haya ido a algún contenedor.
Mira lo que ha pasado con la remodelación de Recoletos. Antes de que comenzasen las obras la CERMI y COCEMFE se dirigieron al Ayuntamiento para que se cumpliesen las leyes sobre accesibilidad. Ahora que han acabado las obras resulta que los pasos de cebra tienen unas rampas del 20% (por ley máximo 3) y que las famosas mamparas de los autobuses son invisibles para personas que sólo tienen residuos visuales… Ante las quejas, porque se avisó con muchísimo tiempo, ahora «habrá que estudiar las propuestas».
Ya tengo la foto de la celosía de Cristina iglesias en BBVA, la hice por la vaya, que han limpiado la vegetación 😉
Un beso
21 febrero 2010 a 23:37
cecilia
No me extrañaría que el mojón desapareciera. Como han desaparecido los árboles y como van desapareciendo otros restos del Madrid antiguo. Al paso de las ovejas se les pone cada vez más impedimentos. No se respeta la tradición ni la costumbre. Las obras pueden ser un pretexto para cargarse tanto los vestigios de la cañada antigua como su continuación en nuestro tiempo, pero la realidad es que en este Madrid que tenemos ahora se están rompiendo muchos lazos con el pasado.
Salvo tú aquí, Mercedes, ¿Quién va a clamar por la restitución de los mojones?
22 febrero 2010 a 00:20
artedemadrid
Hola Paco, lo leí el viernes pasado, parece mentira que pasen estas cosas, en una obra de tal envergadura, en la que intervienen técnicos de todos los niveles, hay concursos, etc, etc. y que no se tengan en cuenta las cosas más importantes, no lo entiendo. Si algo tan vital no importa ¿qué va a importar un pedazo de piedra que quizá piensan solo estaba ahí para incordiar?
Enhorabuena por la foto 😉
un beso!
Cecilia, siempre intento ser optimista y ver lo bueno, pero tengo la sensación de que estamos viviendo una etapa (espero que corta) mala. Aunque estas cosas solo se ven en la distancia…
Como le decía a Paco, esto es solo un mojón de piedra, pero creo que es «una más».
Creo que clamáis todos los que estáis aquí conmigo 🙂
22 febrero 2010 a 12:04
anapedraza
¡Hola Mercedes!
¡Esperemos que no! pero miedo me da.
En Elda están encantados con las obras en Madrid, no pondría la mano en el fuego pero seguro que el granito viene de por allí. Me parece excesivo.
Te voy a contar una anécdota con tu permiso:
Mis padres tienen una casita en Talavera de la Reina con una parcela. Está situada al lado de una vía pecuaria. Hemos tenido mucho follón con los ecologistas porque no tienen ni idea de por donde pasa y la ponían por donde está nuestra casa y otras más, se lo tuvimos que demostrar con los planos del Ayuntamiento de Talavera. Está muy bien protegerlas, pero antes hay que informarse un poquito; la verdad que allí siempre que han actuado la han armado gorda, pero no me voy a extender.
Hará unos 15 años que por allí pasó el último pastor. Eran un padre y un hijo con unas 1000 cabezas que venían de Ávila. Aquellos pastores llevaban un móvil (de los primeros que recuerdo), e iban con dos coches de apoyo. A pesar de estar el «descansadero» bien cuidado, los vecinos de allí preferimos que repartiera su ganado entre las diversas parcelas, ya que todas están valladas y bien protegidas. Ellos nos dijeron que su oficio se perdería en menos de 30 años, y creo que así sera. Los pastores continúan siendo pastores, pero llevan su ganado desde Ávila a Extremadura en tren, ya no lo hacen caminando.
¡Un besote!
MIGUEL
22 febrero 2010 a 14:17
artedemadrid
Hola Miguel!
Eso tengo entendido, que la trashumancia terminó entre otras cosas con la llegada del tren. Muchas gracias por contar la anécdota, ilustra muy bien un cierto tipo de actuaciones. ¡Imagino lo que ha podido llegar a suponer para vosotros!
En cuanto a la ciudad de Madrid, los pobres mojones sí que son algo anecdótico y me parece que ya están durando mucho … pero este caso me pareció que también ilustra a la perfección el tiempo que vivimos.
Un besazo!
22 febrero 2010 a 20:17
J. J. Guerra Esetena
Hola Mercedes:
Gracias por descubrirme los mojones. No tenía ni idea de que estuvieran ahí, al menos el que todavía queda. Qué pena da ver cómo nos invade el granito y cómo todo va cobrando el mismo aspecto… No puedo entenderlo, que todo sea igual. Tus fotos serán un testimonio para la historia: el antes, verde, coquetón… y el después, inhumano, desolador. austero… Como bien dijiste, esto no es peatonal, sino un enorme paso de peatones.
Estoy con Paco y contigo: ¿cómo es posible, a estas alturas de evolución de las especies, que no se tengan en cuenta en obras de tanta envergadura y alcance cosas tan básicas? Como siempre, gracias por lo mucho que aprendemos contigo. Un abrazo, Jesús
23 febrero 2010 a 00:07
artedemadrid
Gracias a tí, Jesús, me han encantado los adjetivos que utilizas para el antes y el después.
Es que fíjate, la calle de Alcalá era una Cañada, y esos mojones, que llevan ahí mucho tiempo por cierto, son el recuerdo, la historia. Y una ciudad sin recuerdos, solo con cosas nuevas, al gusto del decorador de turno, no es nada. En mi humilde opinión, es un error.
23 febrero 2010 a 13:16
La Mariblanca
Estoy contigo, las ciudades deben conservar su historia y sus recuerdos, es decir, su identidad. ¿Hasta cuándo hay que sufrir los caprichos del «decorador de turno»? Ya estoy cansada (y apenada) de ver destrozos.
Espero vivamente que los mojones pasen desapercibidos para estas cabezas pensantes. Que no se fijen en ellos y, así, se puedan ir salvando.
Un beso. María Pilar
23 febrero 2010 a 13:18
Ines
Jo, Mercedes, hace unos días etsaba pensando justo en ir a la Plaza de la Independencia a hacer fotos a esos mojones… Creo que ya llego demasiado tarde… una pena
Un saludo
23 febrero 2010 a 18:53
mcarmen
Pues mucho me temo que el mojón estará perdido en algún almacén, sino en un contenedor. La verdad es que resulta irónico que ahora que tanto se lleva el empedrado en Madrid, muy a nuestro pesar, desaparezca este mojón.
Saludos,
23 febrero 2010 a 20:32
artedemadrid
Mª Pilar, es que, aunque suene a tópico, el futuro de una ciudad es su presente pero también su pasado, y cuanto más ricos ambos, mejor.
un beso
Hola Inés, uno de ellos sigue allí, pero el otro… habrá que esperar a ver qué pasa.
saludos!
Es que es piedra vieja, M.Carmen, y sin pulir 😦
Pero esperemos que no, que esté por ahí…
besos
28 junio 2010 a 21:03
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