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Hoy la entrada la firma Fernando, quien vuelve para contarnos la historia de la creación del Museo de Escultura al Aire Libre en el Paseo de la Castellana, bajo el Paso Elevado que une el Paseo de Eduardo de Dato y la Calle de Juan Bravo, mostrarnos las espléndidas obras que alberga y animarnos a recorrerlo con calma.

Mercedes
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Desde sus orígenes los barrios de Chamberí y Salamanca estuvieron separados por el arroyo de la Fuente Castellana, y cuando éste fue cubierto para formar el Paseo del mismo el nombre, la corriente de agua se convirtió en corriente de vehículos puesto que es una de las arterias de la Villa con mayor tránsito. Era patente la necesidad de hacer un paso elevado para facilitar la comunicación entre ambos barrios.

El puente se inauguró el año 1970 y ya por entonces dos de los ingenieros autores de la obra, José Antonio Fernández Ordóñez y Julio Martínez Calzón, y Eusebio Sempere, amigos, maduran la idea de montar un museo debajo. En un principio los gobernantes aceptan la idea sin objeciones puesto que las esculturas serían donación gratuita de los autores o de sus familiares, gracias a la amistad que les unía a todos ellos con Sempere.

El museo se abrió al público en 1972 si bien la inauguración oficial no tendría lugar hasta siete años después, cuando quedó instalada la obra de Chillida, la Sirena Varada, que en un principio se llamó Lugar de encuentro. Había sido especialmente concebida para ser colocada suspendida de los pilares del puente pero como el escultor no era adicto al régimen, como se decía entonces, las autoridades se opusieron a su instalación aduciendo motivos de seguridad ya que la obra, la primera de hormigón armado del artista, tiene un peso de 6.150 kgs. Entre las muchas interpretaciones formuladas respecto a la escultura figura la de que Chillida colocó la obra en suspensión como alusión a la situación política y su negativa a estar sujeto a cualquier imposición.

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La Sirena Varada

La Sirena Varada fue retirada del Museo en abril de 1973 y comenzó un penoso peregrinaje, hasta 1978 en que el alcalde en funciones José Luis Álvarez accedió a que fuera instalada en el lugar central del Museo, el que tenía reservado desde un principio. La colocación se llevó a cabo el día 2 de septiembre del citado año. Los ingenieros constructores de la obra y los del Ayuntamiento también dieron su conformidad tras realizar los pertinentes estudios aunque es razonable pensar que los primeros, autores del proyecto, ya tendrían estudiados las tensiones y pesos que podía soportar el puente.

El Museo además de mostrarnos las 17 obras que guarda de distintas tendencias del movimiento abstracto de dos generaciones de artistas de la vanguardia española, nos ofrece el encanto de que puede ser visitado durante las 24 horas de los 365 días del año. Por la noche, una notable iluminación permite contemplar las esculturas con todo detalle.

El espacio que ocupa el Museo entre el Paseo de la Castellana y la calle Serrano presenta un gran desnivel, por lo que está estructurado en tres niveles muy bien estudiados, de manera que no resulta fatigoso el recorrido para el visitante. La primera plataforma, la más próxima a Serrano está situada en parte sobre lo que fue la calle Martínez de la Rosa, conocida popularmente como la calle “S” por su configuración, circunstancia que permite pensar que inspirara a Sempere a utilizar este motivo en el mobiliario instalado entre las esculturas, como los asientos colocados alrededor del estanque. El papel de Sempere en la creación del Museo ha sido importantísimo, pues además de ser el creador de las barandillas cinéticas del paso elevado es el diseñador de la cascada, del mobiliario urbano, y gestor de la donación gratuita de las obras por sus autores, como hemos dicho anteriormente.

Primer Nivel:

Martín Chirino. «Mediterránea» (1972)

Francisco Sobrino. “Estructura permutacional” (1972)

José Mª Subirachs. “Al otro lado del muro” (1972)

Rafael Leoz. “Estructuración hiperpoliédrica del espacio” (1971)

Eusebio Sempere. “Móvil” (1972)

Andreu Alfaro. “Un món per a infants” (1971)

Marcel Martí. “Proalí” (1984)

Manuel Rivera. “Tríptico” (1972)

Amadeo Gabino. “Estela de Venus” (1973)

Gustavo Torner.”Plaza-escultura” (1972). (Terraza mirador)

Segundo Nivel:

Gerardo Rueda. Volumen-Relieve-Arquitectura (1972)

Pablo Palazuelo. “Proyecto para un monumento IV B” (1978)

Joan Miró. “Mère Ubu” (1975

Tercer Nivel:

Eduardo Chillida. “Lugar de encuentros III ó la Sirena Varada” (1972)

Alberto Sánchez. “Toros Ibéricos” (1958-60)

Julio González. “La petite faucille u Homenaje a la hoz y el martillo” (1937)

En el “lado Chamberí”, la parte del puente bajo Eduardo Dato, hay una sola escultura, la de Pablo Serrano, Unidades-Yunta, que puede pensarse que está inexplicablemente sola, pero para la propia escultura no hay tal por que sabe que muy cerca en el jardín del edificio de la Mutua Madrileña, Castellana 33, se encuentra la estatua auténtica del Fénix, clásica y emblemática, aquella que durante muchos años ocupó la altura más importante de Madrid, la cúpula del edificio de la Unión y el Fénix Español, hoy Metrópolis, en la esquina de Alcalá con Gran Vía.

Pablo Serrano. “Unidades-Yunta” (1972).

El Fénix

Como es natural por su emplazamiento el Museo ha tenido épocas muy desafortunadas, se podría hacer un catálogo de las tropelías sufridas, desde agresiones a las esculturas, urinario de los juerguistas nocturnos de la zona y dormitorio de indigentes, hasta espacio de juego de los mocitos patinadores que tomaban impulso en la Sirena Varada. Pero todo esto afortunadamente fue subsanado en gran medida, desde que el Ayuntamiento instaló cámaras de vigilancia que funcionan durante las veinticuatro horas del día para evitar que se cometan gamberradas.

A este Museo podemos considerarlo el gran ignorado puesto que no figura en buen número de guías de la ciudad, y en las que consta se limitan a dar escuetamente la dirección sin resaltar la importante y valiosa colección de esculturas de artistas españoles de fama universal que alberga.

Texto por : Fernando Gómez

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Bibliografía:

RIVAS, Mª José – SALAS, Eduardo. Guía del Museo de Escultura al Aire Libre de la Castellana. Ayuntamiento de Madrid. Madrid 1995.

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Eusebio Sempere es, como Eduardo Chillida, uno de los artistas españoles más importantes del siglo XX, presente en el Museo de Escultura al Aire Libre de la Castellana, y, en su caso, uno de los creadores e impulsores.

Cuando decidí escribir sobre este escultor y su obra en Madrid desconocía absolutamente todo sobre la persona. Buscando información leí algunas pinceladas sobre su vida que me han impresionado, dándome cuenta de que detrás de toda obra hay un artista, aunque parezca una obviedad no siempre somos conscientes.

Eusebio nació el 3 de abril de 1923, en Onil, Alicante. Debió ser un niño especial, decía que quería ser pintor, no de casas sino “de cuadros” a pesar de que muy pequeño perdió la visión de un ojo. Y fue un adulto especial, quizá por varias circunstancias que marcaron su vida, como la enfermedad que llegó muy pronto, pero sobre todo por su gran creatividad y talento. También, leyendo la prensa de la época, da la impresión que debió ser una persona sociable y emprendedora, que entabló buenas relaciones con sus compañeros artistas y otros profesionales.

Autorretrato. 1941. Carboncillo sobre papel. (www.eusebio-sempere.com)

En sus comienzos, como tantos otros artistas, pintó paisajes, pero le gustaba investigar y crear nuevas formas. En 1948 fue a París, gracias a una beca. Allí se relacionó con los grandes artistas de la vanguardia, abandonó la figuración, y avanzó hacia un estilo que sería clasificado como abstracción geométrica. Alguien le ha llamado “poeta de la geometría”. A Eusebio le gustaba jugar con las formas y colores, y mezclarlos con la luz, el movimiento, incluso la poesía y la música. También se le considera el introductor del arte cinético en España.

En París conoció a Abel Martín, quien se convertiría en su colaborador, amigo y compañero.

El 15 de enero de 1960 Eusebio Sempere, en compañía de Abel, volvió a España y se instaló en Madrid, donde entró en contacto con los artistas más destacados del momento y pronto se hizo un hueco entre ellos.

Unos años después intervino en el proyecto de construcción del puente que uniría el paseo de Eduardo Dato y la calle de Juan Bravo que en cierto modo podría calificarse como el Viaducto del siglo XX, una gran obra de ingeniería a cargo de José Antonio Fernández Ordóñez y Julio Martínez Calzón.

Con la construcción del Paso Elevado desapareció una calle que bajaba desde Serrano hasta la Castellana, la calle de Martínez de la Rosa, más conocida como calle de la «S» por su forma, y que estuvo jalonada por doce de los palacetes creados por el Marqués de Salamanca durante la construcción del Ensanche de Madrid, todos desaparecidos. Únicamente sobrevive uno de los diez construidos en la zona cercana a la Puerta de Alcalá, en la calle de Villanueva.

Calle de Martínez de la Rosa (Plano de I. Ibero h. 1875)

Inaugurado el 23 de septiembre de 1970, el Paso Elevado de la Castellana mide 320 metros de longitud y 16 metros de anchura. En septiembre de 1987, a la muerte del político Enrique de la Mata Gorostizaga, se dedicó el puente a su memoria poniéndole su nombre, pero todo el mundo lo conoce con el nombre de Puente de Eduardo Dato o de Juan Bravo.

Se trata de una obra de gran precisión, en cuanto a su planificación y ejecución, así como en el empleo de materiales, nuevos para la época, como el acero cortén. Los pilares de hormigón diseñados a la manera clásica, con fuste y capitel, pretendían armonizar con el entorno.

El objetivo desde el principio fue conjugar la técnica con la estética, de modo que ambos ingenieros propusieron a Sempere la creación de la barandilla, cuyos tubos de hierro exquisitamente diseñados contribuyeron a conseguir una sensación de transparencia que proporciona la elegancia y esbeltez perseguidas por sus autores.

A partir de entonces, entre los tres se propusieron la creación de un museo de escultura bajo el puente. El papel de Eusebio Sempere fue decisivo, pues gracias a su relación de amistad con los demás escultores, todos de primer orden, o sus familiares, consiguió la cesión de las obras que hoy día componen el llamado Museo Arte Público.

Además de las barandillas del puente y de la zona ajardinada, el escultor realizó otros elementos integrados en el Museo, como los dieciocho bancos de hormigón blanco, igualmente en forma de S. Aparte ser la inicial de su apellido, la forma de ambos recuerda la calle de la S quizá como homenaje a la desaparecida vía.

La obra que representa a Eusebio Sempere en el Museo es la escultura Móvil, formada por una serie de rejas cuadradas colgadas del puente realizadas con varillas de acero inoxidable que producen una serie de efectos ópticos según la posición desde la que la observamos o incluso según el movimiento ocasionado por el viento.

Móvil (1972). Acero inoxidable.

También es obra suya la Fuente-Cascada que nace bajo el puente al nivel de la calle de Serrano, formada por nueve rampas onduladas de hormigón blanco pulido, que se cruzan, por las que cae el agua hasta el estanque en forma de “T” en cuyo centro se encuentra la escultura de Martín Chirino de un rojo deslumbrante.

Además de su obra gráfica presente en galerías de arte y en el Museo Reina Sofía, en el jardín de la Fundación Juan March en la calle de Castelló, podemos contemplar otra escultura de Sempere, magnífica, titulada Órgano, y realizada con tubos de tres centímetros de diámetro en acero inoxidable sobre plataforma metálica.

Organo (1977). 270 x 400 cm.

En 1983 le fue concedido el Premio Príncipe de Asturias de las Artes. Ya no podía pintar ni construir. Murió en 1985 con tan solo 62 años de edad, a causa de una terrible enfermedad que le iba paralizando. Su amigo Abel Martín le cuidó hasta el último momento. Dramáticamente, el propio Abel moriría años después, asesinado en su casa en 1993, a la misma edad que su amigo, a los 62 años. El móvil pudo ser el robo pues desaparecieron varios cuadros de gran valor de las paredes de su chalet que habían pertenecido a Sempere.

Al año siguiente, en mayo de 1994, la Galería Rayuela de Madrid dedicó una exposición a los dos artistas, y el Suplemento Cultural del Diario ABC dedicó un emotivo reportaje a la muestra y a la obra y personalidad de ambos.

Sempere fue sin duda uno de los artistas más importantes de la vanguardia española, del arte rompedor en la España de los años 50 y 60, y de la historia del arte del siglo XX en general, presente su obra en diversos museos del mundo.

Existe una página web dedicada a Eusebio Sempere, pintor, grabador y escultor, creada por su familia “como un pequeño homenaje a su figura y su obra, en favor de la difusión y permanencia de una trayectoria artística de gran valor y en muchos aspectos, insuficientemente reconocida”.

Texto y fotografías: Mercedes Gómez

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Fuentes:

Ángel Urrutia. «Paso elevado y Museo de Escultura en la Castellana». Revista Villa de Madrid nº 62. Madrid 1979.

ABC Cultural (Madrid), 13 de mayo 1994.

Por fin tengo en mis manos el libro que con tanto cariño ha escrito Carlos Osorio, recorriendo durante tres años las Tiendas de Madrid, charlando con sus propietarios o dependientes, buceando en su historia y descubriendo sus tesoros. Un libro, como él mismo dice en su blog, construido poco a poco, caminando por Madrid.

Un libro dedicado “a esos comercios útiles, bellos, llenos de simpatía y encanto, con historia, con vida, con mucho que ver y de lo que aprender…a esos comercios tradicionales madrileños en los que fui descubriendo la magia y el encanto de mi ciudad”, según sus propias palabras.

Carlos los conoce y los valora como nadie, como por suerte tuve ocasión de comprobar hace unos meses en un bonito paseo guiado por él, cuando una mañana de sábado nos fuimos De Tiendas.

Después de unas primeras páginas en las que nos cuenta de forma sencilla y amena la Historia del Comercio madrileño, desde sus orígenes en el Madrid árabe hasta nuestros días, el autor nos invita a conocer las tiendas tradicionales, las farmacias centenarias, las papelerías a la antigua y querida usanza, llenas de cuadernos, lápices y quizá plumieres, mercerías de barrio donde la clientela además de encontrar todo lo que necesita entabla conversación…

Un libro precioso, que he comenzado a leer con verdadero placer, que sugiere paseos encantadores durante los cuales además de encontrar “de todo” podremos conocer el Madrid más entrañable.

Las imprescindibles fotografías son obra de Álvaro Benítez.

Editado por La Librería.

Tiendas de Madrid. Un libro para disfrutar, como seguro han disfrutado sus autores durante estos tres años de trabajo. Enhorabuena a los dos, y ¡gracias!

por Mercedes Gómez

Ángel García Díaz fue en su tiempo un artista reconocido y considerado por la prensa un «insigne” y laureado escultor, pero por varias razones cayó en el olvido y hoy día es prácticamente un desconocido.

Fue uno de los escultores más importantes del Madrid del siglo XX, responsable de la nueva imagen de la ciudad en los comienzos del siglo junto al arquitecto Antonio Palacios. Sus obras se encuentran en muchos y muy notables edificios del centro de Madrid, pues trabajó con los arquitectos más significativos, no únicamente para Palacios, aunque con él, además de lograr un buen entendimiento personal, llegó a formar el equipo más fructífero.

En el mes de abril de 1910 Ángel García Díaz y Antonio Palacios fueron fundadores, junto a los más destacados artistas del momento, de la Asociación de Pintores y Escultores, hecho que estos días se conmemora con una magnífica exposición en la Casa de la Moneda, Cien años de la Asociación Española de Pintores y Escultores. Un siglo de arte en España.

No hay muchos datos sobre su biografía por varios motivos. Al parecer firmó muy pocas obras, huía de la prensa, y fue más un bohemio que una persona ambiciosa. Por todo esto, merece ser dado a conocer, sirva este breve escrito como reconocimiento a su vida y a su obra.

Ángel García Díaz nació en Madrid el 19 de diciembre de 1873, en la calle de la Madera número 14. Muy joven, gracias a una beca, viajó a Roma y París. Su talento y creatividad fueron evidentes desde muy pronto.

Entre 1889 y 1895 estudió Escultura en la Academia de San Fernando, a la par que acudía como aprendiz al taller del también escultor madrileño Ricardo Bellver, autor entre otras obras del famoso Ángel Caído en El Retiro, quien influiría bastante en sus primeros trabajos.

Igualmente desde muy joven obtuvo premios, el primero en 1888, con tan solo 15 años, en la Exposición Universal de Barcelona. Luego llegarían la Exposición Internacional de 1892, y las Nacionales de 1895 y 1897.

Por esta época realizó su primer gran trabajo en Madrid, en el Ministerio de Fomento, en Atocha, luego Ministerio de Agricultura, actualmente de Medio Ambiente, para el arquitecto Ricardo Velázquez Bosco.

Antiguo Ministerio de Fomento en Atocha.

Suyas son todas las piezas exteriores que el gran ceramista Daniel Zuloaga pasó a porcelana. En las fachadas laterales creó dos relieves, La Minería y La Industria.

Antiguo Ministerio de Fomento en Atocha. La Minería.

También son obra de García Díaz las figuras en la bóveda de la escalera en el interior del edificio.

Fueron estos años muy importantes en la vida de Ángel García Díaz, pues poco después, hacia 1898, a la edad de 25 años, se casó con Julia Morales Atienza con quien tuvo ocho hijos.

Otros trabajos para Velázquez Bosco fueron el Escudo en la fachada de la Escuela del Ejército, en el Paseo de la Castellana 71, y los Mineros en los torreones de la Escuela de Minas en Ríos Rosas 21, que obtuvieron la 1ª Medalla en la Exposición Nacional de 1906.

Escuela de Minas, Ríos Rosas.

Con el arquitecto Julio Martínez Zapata trabajó también en diversas ocasiones. En el Instituto del Pilar para la Educación de la Mujer, en el Paseo de las Delicias 67, inaugurado el 11 de septiembre de 1902 como escuela de niñas pobres huérfanas hijas de Madrid. García Díaz realizó las imágenes de mármol de la Capilla. Hoy día es el Colegio de Nuestra Señora de las Delicias.

También con Martínez Zapata trabajó en el Puente de la Reina Victoria, frente a la ermita de San Antonio de la Florida, inaugurado en 1909, realizando los osos de las farolas, símbolo de Madrid. Por la misma época y con el mismo arquitecto participó en la construcción de la Casa de Socorro Municipal del Distrito Centro, en la calle de las Navas de Tolosa 3 esquina Ternera nº 2. García Díaz realizó el relieve alegórico de la fachada en memoria de la promotora del centro, doña Josefa Claudia Artieda, terminado en 1913.

El artista también recibió otros encargos municipales, como la restauración de la Fuente de la Fama, de Pedro de Ribera, en 1911 cuando iba a ser trasladada al Parque del Oeste y que actualmente se encuentra en los Jardines del Arquitecto Ribera en la calle de Barceló.

Durante estos años de los comienzos del siglo XX, también trabajó para Fernando Arbós en la iglesia de San Manuel y San Benito, en la calle de Alcalá, frente al Retiro. Suyas son las estatuas del interior, incluido el Jesús Salvador del Altar Mayor.

San Manuel y San Benito

En 1909 construyó su propia vivienda y taller, según proyecto de su amigo Palacios, en la esquina de Ríos Rosas con Alonso Cano, derribado después de la guerra. Este taller sería uno de los más grandes de un escultor en Madrid, junto con el de Mariano Benlliure.

Por esta época realizó una de sus obras más espectaculares, la escalera del Casino de Madrid, en Alcalá nº 15, para José López Sallaberry. Suyos son todos los relieves escultóricos realizados en escayola.

Casino de Madrid

Casino de Madrid

El primer proyecto para el Banco Río de la Plata, actualmente sede del Instituto Cervantes, con Antonio Palacios, data de 1910, edificio con una de las fachadas más impresionantes de Madrid, cuyas esculturas, las esplendorosas Cariátides, y los Capiteles son obra de este escultor, como ya vimos.

Las Cariátides

Capiteles de Las Cariátides

Angel García Díaz conoció a Palacios gracias a su maestro Velázquez Bosco, y su colaboración con el gran arquitecto fue donde su arte encontró la mejor expresión de la unión entre la escultura y la arquitectura. El edificio del Palacio de Comunicaciones en Cibeles, hoy sede del Ayuntamiento, que ambos construyeron, es casi una gran escultura modelada cuidadosamente pieza a pieza.

Antiguo Palacio de Comunicaciones

En el Patio de Carterías fue instalado, en un barracón, un gran taller de escultura donde se desarrollaron todas las ornamentaciones a partir de dibujos de Palacios y de Ángel García Díaz, que éste convertía en figuras de yeso. Al parecer llegó a haber ciento treinta operarios que transformaban la obra en piedra caliza de Colmenar y Petrel.

Detalle fachada

En 1927 realizó el Escudo en mármol para la sede del Colegio Notarial de Madrid, situada en la esquina de las calles Juan de Mena y Ruiz de Alarcón.

Colegio Notarial

Otras obras de Ángel García Díaz son las del Colegio del Pilar, en la calle de Castelló (suyos son los ángeles de las fachadas laterales, las figuras del pabellón acceso y la fachada de la iglesia en la calle Príncipe de Vergara), y la ornamentación del Edificio Adriática, en Callao.

Edificio Adriática

En 1929 llegaron malos tiempos para el artista. Murió su esposa, y los encargos escaseaban. Se dio una circunstancia especial en su vida, por una parte consiguió un gran prestigio entre los arquitectos, de hecho ya hemos visto que trabajó con los más notables, pero al parecer eso provocó una cierta desconsideración por parte de sus compañeros escultores.

Hasta que cuatro años después consiguió la cátedra de Escultura decorativa en la Escuela Superior de Pintura, Escultura y Grabado, en la que disfrutó orgulloso mostrando a sus alumnos lo que significaba la ornamentación escultórica en la arquitectura mediante las obras en las que había participado.

Pero la guerra llegó para trastocarlo todo. Se vio obligado a vender su gran taller en Ríos Rosas, perdiéndose desgraciadamente casi todas sus maquetas y documentos. Se trasladó a uno más pequeño, allí cerca, en la calle de Modesto Lafuente, pero poco después, en 1937, fue apartado de su puesto de profesor en la Escuela. Pasada la guerra pudo volver durante un año, pero ahí terminó casi todo.

Antonio Palacios murió en 1945, lo que contribuyó a su tristeza. En sus últimos años no tuvo apenas trabajo y sí muchos problemas económicos.

La nueva arquitectura ya no necesitaba de su escultura, los tiempos estaban cambiando.

Murió en 1954, en su último taller del número 47 de la calle de Lope de Vega.

Texto y fotografías: Mercedes Gómez

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Fuentes:

Diario ABC, 4 oct. 1917
Juan Manuel Arévalo. Un escultor para arquitectos. La obra de Angel García. Revista Goya. Nº 301-302, Museo Lázaro Galdiano, Jul.-Oct. 2004.
VVAA. Antonio Palacios. Constructor de Madrid. Catálogo Exposición Círculo de Bellas Artes, nov.2001-ene.2002.

La Quinta de Vista Alegre, situada en el barrio de Puerta Bonita del Distrito de Carabanchel, con entrada principal en la calle General Ricardos nº 177-179, constituye un Bien del Patrimonio Cultural madrileño de indudable valor histórico y artístico…

Así comenzaba la primera entrada publicada en este blog sobre la Quinta de Vista Alegre, en la que explicábamos la historia de este antiguo Sitio Real, su situación actual y la solicitud por parte de un grupo numeroso de personas de su declaración como Bien de Interés Cultural.

Dentro de pocos días se cumplirá un año desde que enviamos nuestra primera solicitud de incoación de expediente para la declaración de la Quinta de Vista Alegre como BIC.

En vista del tiempo transcurrido sin haber obtenido ninguna respuesta, decidimos enviar una nueva carta a la Dirección General de Patrimonio Histórico recordando nuestros dos envíos, el primero con 320 firmas y el segundo con 119, y solicitar información sobre el estado de nuestra petición.

Entregamos la carta en el Registro el pasado viernes 5 de marzo, y el lunes 8 recibimos una llamada telefónica de la Subdirectora de Protección y Conservación, quien muy amablemente nos puso al corriente de la situación.

Nos recuerda la complejidad de la Quinta de Vista Alegre debido a sus distintos dueños, consejerías que intervienen y múltiples usos de sus edificios, y que en cualquier caso se trataría de un proceso muy lento, pero comenta que la Comunidad de Madrid es favorable a la protección de la Quinta y a su catalogación como BIC.

En un principio el Plan Especial redactado por el Ayuntamiento no estaba del todo acorde con el planteamiento de protección de la Quinta por parte de la Comunidad. Últimamente ambas partes están manteniendo reuniones muy frecuentes, y “se están acercando las posturas”.

En definitiva, confía en que se “llegue a buen puerto”.

Esperamos tener mejores y más concretas noticias en un futuro cercano.

A las firmas presentadas hay que sumar el apoyo mostrado por algunos de vosotros aqui, a través de los comentarios.

Muchas gracias a todos,

Mercedes

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Artículos anteriores

La Quinta de Vista Alegre ¿Bien de Interés Cultural?.
Huellas del Marqués de Salamanca en Vista Alegre.
Saber más sobre Vista Alegre.
Finca Vista Alegre, patrimonio desaparecido.
Reportaje sobre Vista Alegre en el diario Qué!.
La Quinta de Vista Alegre, Carabanchel Bajo, Madrid.
¿Por qué la Quinta de Vista Alegre debería ser BIC?.

Además de los Reales Sitios históricos, como la Casa de Campo y el Buen Retiro, existieron otros de creación posterior, como el Real Sitio de la Florida y la Moncloa, Vista Alegre, y el Casino de la Reina, intramuros.

El Real Casino de la Reina estaba situado entre las actuales calles de Embajadores, Ronda de Toledo, Ribera de Curtidores y Casino. La entrada principal, en la actual Ronda de Toledo, coincidía con el lugar donde se encontraba la Cerca que aún rodeaba la villa, en el tramo procedente de la Puerta de Toledo hasta el Portillo de Embajadores, en la glorieta del mismo nombre.

Cerca del Portillo de Embajadores hubo una Huerta, conocida como Huerta de Bayo, que desde el siglo XVII fue propiedad de los monjes de San Cayetano.

Huerta del Bayo. Chalmandrier 1761

En 1808, con la llegada de los franceses, la antigua Huerta fue arrebatada a los monjes y acabó en manos de un ministro de José Bonaparte, Manuel Romero, por lo que pasó a llamarse la Huerta de Romero. El nuevo propietario construyó una casa-palacio y realizó mejoras en la finca, unió los distintos niveles mediante escaleritas, ya que el terreno presenta una apreciable pendiente y construyó un jardín geométrico con sus emparrados, fuentes, etc.

Finalizada la Guerra de la Independencia, a la vuelta de Fernando VII, fue adquirida por el Ayuntamiento junto a otros terrenos cercanos, y en 1817 donada a la reina doña Isabel de Braganza, segunda esposa de Fernando VII. La finca fue denominada Casino de la Reina.

Isabel de Braganza también realizó mejoras, aunque poco pudo disfrutar de su “casino” pues murió poco después. Fernando VII continuó la obra, y también su hija Isabel II. En la creación del Real Sitio participaron los mejores artistas de la época, como los arquitectos Antonio López Aguado y Narciso Pascual y Colomer, escultores como José Tomás y pintores como Vicente López. Los en otro tiempo jardines geométricos fueron transformándose en jardines paisajistas, con sus paseos curvos y «caprichos», maravillosos a juzgar por las descripciones que hoy día podemos leer sobre ellos y por lo que observamos en el minucioso plano del General Ibáñez de Ibero.

Casino de la Reina. Plano de Ibáñez de Ibero (h. 1875)

El palacete fue reformado y ampliado. Era un edificio muy sencillo, de dos alturas, rematado con un chapitel hoy desaparecido.

Rafael Esteve, José Ribelles (antes 1847) (Museo de Historia)

Se accedía a él por una escalera de tres ramas que estaba adornada con diez bustos de mármol, y en el interior destacaba el techo del salón principal adornado con una pintura al temple realizada por Vicente López, la “Alegoría de la donación del Casino a la reina Isabel de Braganza por el Ayuntamiento de Madrid”, en cuyo centro el pintor representó la casita-palacio.

Museo del Prado

Además del palacete había otras construcciones, como un dique o embarcadero dentro de un templete con columnas y cúpula, que se aprecia en otro de los grabados de la época, del cual partía la ría con cauce de ladrillo, al final de la cual existía una gruta artificial. Varios puentecillos de madera permitían cruzarla y admirar el hermoso paisaje.

En el Jardín se hallaban todos los elementos que eran característicos de los jardines románticos, fuentes, estanques, estufas, una noria, esculturas valiosas… dicen que allí estuvo la estatua de Felipe II obra de los Leoni.

Cerca del palacete existió una Casita Rústica, quizá parecida a la Casita del Pescador que por entonces también construyó Fernando VII en el Retiro, decorada en su interior con pinturas y frescos de Juan Gálvez, pintor de Cámara del rey. También había casas de servicio, como la Casa de Familia, gran construcción para los empleados, con viviendas, cuadras y otras dependencias. Constaba de dos pisos y buhardillas.

Incomprensiblemente, el Casino de la Reina fue prácticamente destruido en un largo proceso que comenzó en 1867, cuando Isabel II donó la posesión al Estado. La pintura de Vicente López fue trasladada al Museo del Prado, a una sala que entonces era el gabinete de descanso de la reina, donde aún podemos admirarlo, convertido en la sala XXXIX del museo. Otra pintura procedente del Casino de la Reina es «Cincinato abandona el arado para dictar leyes a Roma«, de Juan Antonio Ribera. También en el Prado podemos disfrutar de la escultura de Felipe II, obra de Pompeo Leoni en colaboración con su padre Leone.

Ese mismo año se creó el Museo Arqueológico, lo cual en sí mismo fue una buena noticia, pero su instalación en el palacete del Casino de la Reina, que fue nuevamente reformado, fue el comienzo de la destrucción del antiguo Sitio Real. La zona cercana a la Ribera de Curtidores se convirtió en solares, la Casa de Familia fue derribada…

A finales del siglo XIX el Museo Arqueológico abandonó el Casino, pero se trasladó aquí la Escuela de Veterinaria, para la cual se construyó una nueva sede. El nuevo edificio fue obra de Francisco Jareño, en estilo neomudéjar, desde 1960 convertido en el Instituto de Enseñanza Secundaria Cervantes.

IES Cervantes, en la Glorieta de Embajadores.

Para ello fueron destruidos elementos de gran valor y belleza, el templete que alojaba el dique, la ría, sus puentecillos chinescos… Pero esto no fue suficiente, el bello Jardín romántico parecía ser considerado únicamente suelo donde edificar. Nuevas construcciones continuaron robando terreno a los jardines.

Se conservan escasos restos de este precioso lugar, apenas el palacete y algunos árboles.

Tras la verja también existe una caseta de ladrillo, de la que no he conseguido ninguna información, que recuerda a las casetas de entrada junto a la puerta principal que se aprecian en el antiguo grabado.

Y, aunque no en su lugar de origen, se conserva la monumental puerta de entrada al Real Sitio, obra de López Aguado, formada por una puerta de hierro flanqueada por dos pilares de granito cada uno con dos columnas dóricas rematadas por figuras de niños y un jarrón esculpidos por Salvatierra. En 1885 los pilares fueron trasladados al Retiro, donde continúan, en una de las entradas principales, la Puerta de la Independencia frente a la Puerta de Alcalá.

Puerta de la Independencia en El Retiro, pilares procedentes del Casino de la Reina.

Puerta de la Independencia en El Retiro

Por otra parte, a comienzos de siglo XX, cuando el Ayuntamiento vendió los Jardines del Buen Retiro en la plaza de Cibeles al Estado para construir allí el Palacio de Comunicaciones -hoy sede del Ayuntamiento-, la verja que los rodeaba fue trasladada al Casino de la Reina.

Verja del Casino de la Reina en la Ronda de Toledo

Los jardines se abrieron al público, aunque por poco tiempo, pues el Casino fue nuevamente ocupado por diferentes instituciones. Entre otras cosas, el palacete sirvió como guardería para los hijos de las Cigarreras de la cercana Fábrica de Tabacos.

En los años 70 del siglo XX el colegio fue ampliado con edificios prefabricados que continuaron invadiendo el antiguo y bello jardín. El deterioro fue progresivo, hasta que en 1997 pasó a formar parte del Área de Rehabilitación Preferente de Lavapiés. Los arquitectos Beatriz Matos y Alberto Martínez Castillo se encargaron de la rehabilitación del jardín, del palacete y de la construcción de un nuevo edificio destinado a Centro de Día para Mayores.

Moderna tapia en la calle del Casino. Al fondo, el nuevo Centro de Día junto al palacete.

Algunas de las construcciones prefabricadas fueron derribadas, y el 12 de junio de 2001 se inauguró el nuevo Centro de Día, de diseño moderno y funcional en contraste con el clásico palacete, que fue rehabilitado una vez más, conservándose al parecer en su interior la escalera original. Hoy día es Centro de Integración Social del Ayuntamiento.

El Romántico jardín del siglo XIX se perdió para siempre, pero Lavapiés y Madrid lo han recuperado como espacio público, el nuevo Parque Casino de la Reina, quizá no demasiado conocido, algo escondido tras las verjas, es sin duda un parque bonito y agradable, una isla en pleno Barrio de Embajadores.

por Mercedes Gómez

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Bibliografía:

Carmen Ariza. Jardines de Madrid en el siglo XIX. Ed. Lavapiés 1988.
COAM. Arquitectura de Madrid. Madrid 2003.

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Hace unos días recibí un correo muy bonito. Me escribía una amable lectora, Eva Álvarez, en relación al artículo publicado hace varias semanas sobre el Cine Bogart, y me enviaba dos fotos de la entrada del edificio en la calle de Cedaceros, del pasado sábado 27 de febrero, por si me parecían interesantes para actualizar el post, y desde luego lo son, interesantes y sugerentes.

Sobre las puertas tapiadas del antiguo local algún artista callejero ha pegado un cartel con la imagen de una pareja besándose, que a Eva le recordó “el famoso beso tan cinematográfico, entre Bogart e Ingrid Bergman” en la mítica película Casablanca.

Antiguo Cine Bogart. Foto: Eva Álvarez

Antiguo Cine Bogart. Foto: Eva Álvarez

No puede ser casualidad. La foto, arte en la calle, arte efímero, parece un homenaje y una reclamación del cine perdido.

Gracias, Eva.

por Mercedes Gómez

Antonio López García nació en 1936 en Tomelloso, Ciudad Real. En 1949, con solo trece años de edad llegó a Madrid, a la estación de Atocha, con la intención de aprender el arte de la Pintura, y desde entonces su vida ha estado ligada a nuestra ciudad. Entre 1950 y 1955 estudió en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, años después allí fue profesor, y finalmente en 1993 fue nombrado Académico.

Es considerado el maestro del hiperrealismo, pero su arte va mucho más allá, sus obras trasmiten una cierta magia y remiten sin duda a los grandes realistas españoles, como su admirado Velázquez. Antonio López es uno de los artistas españoles actuales más importantes. En 1985 obtuvo el Premio Príncipe de Asturias, y en 2006 el Premio Velázquez otorgado por el Ministerio de Cultura. Es el pintor español vivo más cotizado, después de que una de sus pinturas fuera vendida en subasta por 1,7 millones de euros.

Lo que tal vez no sea tan conocido es que Antonio López es también un magnífico escultor. En Madrid tenemos dos ejemplos emocionantes.

Es sabido que el artista en la mayoría de los casos emplea años en completar cada una de sus obras, su minuciosidad y afán de perfección le lleva a algo parecido a la obsesión, como él mismo ha reconocido. Un ejemplo son sus impresionantes esculturas “Hombre y Mujer”.

Su historia comenzó, en forma de dibujos, en 1961. Y el nacimiento de las figuras modeladas a tamaño natural tuvo lugar en 1968, aunque no serían finalizadas hasta 1994. Una “historia desmesurada”, como él mismo dice.

En 1973 el autor dio por terminada a la Mujer, año en que las esculturas fueron adquiridas por una coleccionista americana. Pero, con permiso de la dueña, que nunca llegó a tenerlas físicamente, Antonio López continuó trabajando en la figura del Hombre durante muchos años en su taller.

Realizadas en madera de abedul, constan de muchas piezas pequeñas talladas y ensambladas entre sí, mediante tornillos o pequeños trozos de la misma madera, encoladas, y policromadas al óleo y mediante pigmentos. Los ojos son de cristal, como los que utilizan las personas tuertas, por lo que las figuras se convierten en algo inquietante, parecen vivas, especialmente el Hombre, cuyo rostro tiene tanta expresividad que da la impresión de que te devuelve la mirada.

Más de treinta y cinco años después de que Antonio López realizara los primeros dibujos, siendo aún un joven de 25 años, ambas figuras llegaron al Museo Reina Sofía, y allí se encuentran desde octubre de 2001, en la sala 405 de la planta 4 del edificio Sabatini.

Adquiridas por la empresa Repsol, pasaron a ser propiedad del Estado como pago de impuestos por parte de esta Compañía. Se dio la curiosa circunstancia de que la primera propietaria estuvo presente el día de la inauguración en el Museo Reina Sofía.

En la misma sala, detrás de las esculturas, actualmente se exponen los primeros dibujos efectuados por el artista en 1961 con carboncillo y lápiz conté.

Pero el Hombre y la Mujer no son las únicas esculturas de Antonio López que podemos admirar en Madrid. Muy cerca del Museo, al otro lado de la glorieta de Atocha, hay otras dos.

La Estación de Atocha, desde el Museo Reina Sofía, 28 de febrero 2010.

Ya consagrado, Antonio López ha vuelto a Atocha, el primer lugar que pisó al llegar a Madrid, siendo aún casi un niño. En el verano de 2008 fueron instaladas en la Estación dos esculturas de gran tamaño tituladas «Día» y «Noche».

Encargadas por el Ministerio de Fomento en 2002, fueron colocadas en el vestíbulo de las Llegadas en la estación de Puerta de Atocha. Las pueden contemplar los viajeros que llegan, llegamos, en el AVE a Madrid, o los que esperan, esperamos, a esos viajeros en el gran vestíbulo, escenario perfecto para esas esculturas gigantes. Estos bustos de bronce de tres metros de alto por tres de ancho necesitaban espacio para poder trasmitir la ternura que encierran, y aquí lo han encontrado.

Es un bebé, su nieta, se llama Carmen, que entonces contaba solo seis meses de edad y aún ignoraba que su rostro iba a quedar inmortalizado de esta forma y quién es su abuelo. La niña despierta y la niña dormida representan para el autor el Día y la Noche, el paso del tiempo acompañado por el paso de los trenes.

Las cabezas fueron fundidas en bronce a partir de moldes de escayola, e instaladas sobre sendas peanas, cada escultura pesa más de dos mil kilos.

La Vida, el hombre y la mujer, el Tiempo, el día y la noche. El gran artista del realismo parece también un gran filósofo.

Texto y fotografías: Mercedes Gómez

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Fuentes en la Red:

Antonio López García

Hombre y Mujer. Restauración.


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