Además de los Reales Sitios históricos, como la Casa de Campo y el Buen Retiro, existieron otros de creación posterior, como el Real Sitio de la Florida y la Moncloa, Vista Alegre, y el Casino de la Reina, intramuros.

El Real Casino de la Reina estaba situado entre las actuales calles de Embajadores, Ronda de Toledo, Ribera de Curtidores y Casino. La entrada principal, en la actual Ronda de Toledo, coincidía con el lugar donde se encontraba la Cerca que aún rodeaba la villa, en el tramo procedente de la Puerta de Toledo hasta el Portillo de Embajadores, en la glorieta del mismo nombre.

Cerca del Portillo de Embajadores hubo una Huerta, conocida como Huerta de Bayo, que desde el siglo XVII fue propiedad de los monjes de San Cayetano.

Huerta del Bayo. Chalmandrier 1761

En 1808, con la llegada de los franceses, la antigua Huerta fue arrebatada a los monjes y acabó en manos de un ministro de José Bonaparte, Manuel Romero, por lo que pasó a llamarse la Huerta de Romero. El nuevo propietario construyó una casa-palacio y realizó mejoras en la finca, unió los distintos niveles mediante escaleritas, ya que el terreno presenta una apreciable pendiente y construyó un jardín geométrico con sus emparrados, fuentes, etc.

Finalizada la Guerra de la Independencia, a la vuelta de Fernando VII, fue adquirida por el Ayuntamiento junto a otros terrenos cercanos, y en 1817 donada a la reina doña Isabel de Braganza, segunda esposa de Fernando VII. La finca fue denominada Casino de la Reina.

Isabel de Braganza también realizó mejoras, aunque poco pudo disfrutar de su “casino” pues murió poco después. Fernando VII continuó la obra, y también su hija Isabel II. En la creación del Real Sitio participaron los mejores artistas de la época, como los arquitectos Antonio López Aguado y Narciso Pascual y Colomer, escultores como José Tomás y pintores como Vicente López. Los en otro tiempo jardines geométricos fueron transformándose en jardines paisajistas, con sus paseos curvos y «caprichos», maravillosos a juzgar por las descripciones que hoy día podemos leer sobre ellos y por lo que observamos en el minucioso plano del General Ibáñez de Ibero.

Casino de la Reina. Plano de Ibáñez de Ibero (h. 1875)

El palacete fue reformado y ampliado. Era un edificio muy sencillo, de dos alturas, rematado con un chapitel hoy desaparecido.

Rafael Esteve, José Ribelles (antes 1847) (Museo de Historia)

Se accedía a él por una escalera de tres ramas que estaba adornada con diez bustos de mármol, y en el interior destacaba el techo del salón principal adornado con una pintura al temple realizada por Vicente López, la “Alegoría de la donación del Casino a la reina Isabel de Braganza por el Ayuntamiento de Madrid”, en cuyo centro el pintor representó la casita-palacio.

Museo del Prado

Además del palacete había otras construcciones, como un dique o embarcadero dentro de un templete con columnas y cúpula, que se aprecia en otro de los grabados de la época, del cual partía la ría con cauce de ladrillo, al final de la cual existía una gruta artificial. Varios puentecillos de madera permitían cruzarla y admirar el hermoso paisaje.

En el Jardín se hallaban todos los elementos que eran característicos de los jardines románticos, fuentes, estanques, estufas, una noria, esculturas valiosas… dicen que allí estuvo la estatua de Felipe II obra de los Leoni.

Cerca del palacete existió una Casita Rústica, quizá parecida a la Casita del Pescador que por entonces también construyó Fernando VII en el Retiro, decorada en su interior con pinturas y frescos de Juan Gálvez, pintor de Cámara del rey. También había casas de servicio, como la Casa de Familia, gran construcción para los empleados, con viviendas, cuadras y otras dependencias. Constaba de dos pisos y buhardillas.

Incomprensiblemente, el Casino de la Reina fue prácticamente destruido en un largo proceso que comenzó en 1867, cuando Isabel II donó la posesión al Estado. La pintura de Vicente López fue trasladada al Museo del Prado, a una sala que entonces era el gabinete de descanso de la reina, donde aún podemos admirarlo, convertido en la sala XXXIX del museo. Otra pintura procedente del Casino de la Reina es «Cincinato abandona el arado para dictar leyes a Roma«, de Juan Antonio Ribera. También en el Prado podemos disfrutar de la escultura de Felipe II, obra de Pompeo Leoni en colaboración con su padre Leone.

Ese mismo año se creó el Museo Arqueológico, lo cual en sí mismo fue una buena noticia, pero su instalación en el palacete del Casino de la Reina, que fue nuevamente reformado, fue el comienzo de la destrucción del antiguo Sitio Real. La zona cercana a la Ribera de Curtidores se convirtió en solares, la Casa de Familia fue derribada…

A finales del siglo XIX el Museo Arqueológico abandonó el Casino, pero se trasladó aquí la Escuela de Veterinaria, para la cual se construyó una nueva sede. El nuevo edificio fue obra de Francisco Jareño, en estilo neomudéjar, desde 1960 convertido en el Instituto de Enseñanza Secundaria Cervantes.

IES Cervantes, en la Glorieta de Embajadores.

Para ello fueron destruidos elementos de gran valor y belleza, el templete que alojaba el dique, la ría, sus puentecillos chinescos… Pero esto no fue suficiente, el bello Jardín romántico parecía ser considerado únicamente suelo donde edificar. Nuevas construcciones continuaron robando terreno a los jardines.

Se conservan escasos restos de este precioso lugar, apenas el palacete y algunos árboles.

Tras la verja también existe una caseta de ladrillo, de la que no he conseguido ninguna información, que recuerda a las casetas de entrada junto a la puerta principal que se aprecian en el antiguo grabado.

Y, aunque no en su lugar de origen, se conserva la monumental puerta de entrada al Real Sitio, obra de López Aguado, formada por una puerta de hierro flanqueada por dos pilares de granito cada uno con dos columnas dóricas rematadas por figuras de niños y un jarrón esculpidos por Salvatierra. En 1885 los pilares fueron trasladados al Retiro, donde continúan, en una de las entradas principales, la Puerta de la Independencia frente a la Puerta de Alcalá.

Puerta de la Independencia en El Retiro, pilares procedentes del Casino de la Reina.

Puerta de la Independencia en El Retiro

Por otra parte, a comienzos de siglo XX, cuando el Ayuntamiento vendió los Jardines del Buen Retiro en la plaza de Cibeles al Estado para construir allí el Palacio de Comunicaciones -hoy sede del Ayuntamiento-, la verja que los rodeaba fue trasladada al Casino de la Reina.

Verja del Casino de la Reina en la Ronda de Toledo

Los jardines se abrieron al público, aunque por poco tiempo, pues el Casino fue nuevamente ocupado por diferentes instituciones. Entre otras cosas, el palacete sirvió como guardería para los hijos de las Cigarreras de la cercana Fábrica de Tabacos.

En los años 70 del siglo XX el colegio fue ampliado con edificios prefabricados que continuaron invadiendo el antiguo y bello jardín. El deterioro fue progresivo, hasta que en 1997 pasó a formar parte del Área de Rehabilitación Preferente de Lavapiés. Los arquitectos Beatriz Matos y Alberto Martínez Castillo se encargaron de la rehabilitación del jardín, del palacete y de la construcción de un nuevo edificio destinado a Centro de Día para Mayores.

Moderna tapia en la calle del Casino. Al fondo, el nuevo Centro de Día junto al palacete.

Algunas de las construcciones prefabricadas fueron derribadas, y el 12 de junio de 2001 se inauguró el nuevo Centro de Día, de diseño moderno y funcional en contraste con el clásico palacete, que fue rehabilitado una vez más, conservándose al parecer en su interior la escalera original. Hoy día es Centro de Integración Social del Ayuntamiento.

El Romántico jardín del siglo XIX se perdió para siempre, pero Lavapiés y Madrid lo han recuperado como espacio público, el nuevo Parque Casino de la Reina, quizá no demasiado conocido, algo escondido tras las verjas, es sin duda un parque bonito y agradable, una isla en pleno Barrio de Embajadores.

por Mercedes Gómez

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Bibliografía:

Carmen Ariza. Jardines de Madrid en el siglo XIX. Ed. Lavapiés 1988.
COAM. Arquitectura de Madrid. Madrid 2003.

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