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Desde hace mucho tiempo, el hierro ha desempeñado un papel muy importante en la arquitectura y el urbanismo madrileños, tanto desde el punto de vista constructivo como decorativo. Su uso y las formas que ha adoptado a lo largo de los siglos nos enseñan mucho acerca de la historia de dicha arquitectura y de Madrid.

En el siglo XV la mejor rejería era la toledana, pero con el traslado de la Corte a Madrid en el siglo XVI, la forja madrileña cobró mucha importancia. La mayoría de los talleres se concentraron alrededor de la calle del Barquillo por lo que el barrio fue conocido como el barrio de los chisperos, debido a las chispas que se producían al golpear el hierro con el cincel y salían a la calle desde los talleres. El Barrio de la Chispería originó una escuela de la Forja madrileña que llegó a ser famosa en toda España. Modestas herrerías, hijas de la floreciente metalistería española del siglo XVI, que con el tiempo jugaron un importantísimo papel en la construcción de la arquitectura barroca madrileña de los siglos XVII y XVIII.

En el siglo XVII las balconadas madrileñas eran muy sencillas, de barrotes abalaustrados y torneados, sin ningún tipo de decoración. Era el Madrid de los Austrias.

Perviven ejemplos espléndidos en algunos de los edificios más emblemáticos de Madrid: la Casa de la Villa, la antigua Cárcel de Corte, hoy dependencias del Ministerio de Asuntos Exteriores, en la Plaza de la Provincia, y la Casa de la Panadería en la Plaza Mayor.

También nuestras iglesias y conventos ofrecen muestras de la antigua rejería madrileña. La iglesia de San Pedro el Viejo conserva en su entrada primitiva, actualmente clausurada, una sencilla reja del siglo XVII entre dos columnas toscanas. Aunque la entrada actual al templo, de creación posterior y mucho más vistosa, tiene mayor valor artístico, creo que la vieja portada tiene el valor y el encanto que le da la Historia.

Este tipo de reja también se observa en las casas de vecindad más modestas, como la de la Corredera Baja de San Pablo cuyos orígenes se remontan al siglo XVII.

Los talleres del barrio del Barquillo eran talleres artesanales donde los chisperos realizaban todo tipo de trabajos, no únicamente balconadas, sino los clavos de las puertas y sus aldabones o llamadores, las cerraduras, rejas, barandillas, etc.

En el siglo XVIII el barrio del Barquillo continuó siendo el centro más importante de la forja, y sus artesanos, que eran verdaderos artistas, creaban obras cada vez más elaboradas.

La llegada de los Borbones produjo cambios en la rejería madrileña. Los balcones comenzaron a utilizar más elementos ornamentales, tomados tanto del estilo italiano como del francés. El ejemplo más notable son las balconadas del propio Palacio Real, gran obra creada en la Chispería.

En las viviendas también se notó el cambio. Tras los austeros balcones del XVII, la parte inferior de los barrotes o balaustres comenzó a adornarse con formas diversas, que conformaban el llamado redropie. Poco a poco, los redropies de los balcones fueron mucho más detallados en su decoración, con formas clásicas, circulares, volutas,…En parte esto fue motivado por las ordenanzas municipales, que pretendían evitar que cayeran tiestos u otros objetos a la calle, hecho que debía ocurrir con frecuencia.

Las rejas de los balcones madrileños pueden indicarnos en qué época fue construido el edificio. Por ejemplo, cuando en 2007 se acometió la rehabilitación del edificio donde se ubica la Librería Fuentetaja en la calle de San Bernardo, se desconocía la fecha de su construcción. Sus balcones, con los severos barrotes y redropie, nos dicen que probablemente fue construido en el siglo XVIII.

De los años 60 data la Casa-Palacio de don Domingo Trespalacios, en la plaza de Ramales, con sus preciosos balcones curvos de delicado dibujo en el redropie.

Otro ejemplo digno de mención son las casas conocidas como el Portal de Cofreros, viviendas situadas en el inicio de la calle de Toledo, reconstruidas por Juan de Villanueva a finales de siglo, tras el incendio de la Plaza Mayor en 1790, bajo los soportales que nacen en la plaza y que conservan toda su hermosa rejería.

Y llegamos al siglo XIX, los talleres de forja fueron desapareciendo y nacieron las fábricas. Será la época de esplendor de las Fundiciones, en las que, aunque ya no de forma artesanal, se realizaron maravillosas obras de arte muchas de las cuales aún podemos admirar.

Continuará…

Texto y fotografías : Mercedes Gómez


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Hablando de los Viajes de Agua, del subsuelo madrileño y de los tesoros que esconde… por la puerta asoman.

Como sabéis los lectores más fieles, llevamos tiempo hablando en este blog de los hallazgos arqueológicos en el subsuelo madrileño, tema que nos interesa y nos preocupa. Feliz noticia, hoy publica el diario El Mundo, en su edición impresa, un completo reportaje, dos páginas a todo color, sobre el Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid, con declaraciones del Director General de Patrimonio, José Luis Martínez Almeida.

Firmado por Esther Alvarado, se titula “Las joyas mejor guardadas”, y el mensaje básico es que “la Comunidad de Madrid lleva 25 años protegiendo los tesoros arqueológicos y culturales de la región”. Dice Martínez Almeida que lo que ha sucedido es que ha cambiado el concepto, que “antes, cuando se encontraban algo, metían la piqueta y tiraban el asunto. Era arqueología de urgencia. La mentalidad ahora es totalmente al contrario”.

Cuenta el Director de nuestro Patrimonio que ahora se hace Arqueología preventiva, puesto que “la Comunidad de Madrid tiene un subsuelo tan sorprendente como la superficie y prácticamente igual de bien localizado” gracias al mapa arqueológico de la región, y añade que siempre que se proyecta una obra saben lo que se van a encontrar.

Hacen un detallado y bonito recorrido por algunas de las “joyas” recuperadas, la Sacristía de los Caballeros en las Comendadoras de Santiago, la muralla de Buitrago, la apertura de un Museo Arqueológico Regional, los yacimientos visitables…

Y nos dan una gratísima sorpresa : al explicar en qué consiste esto de la Arqueología preventiva, el ejemplo utilizado es la famosa Cerca de Felipe IV encontrada durante la construcción del aparcamiento bajo la calle de Serrano, “donde hubo que modificar el proyecto porque encontraron la cerca de Felipe IV. La empresa constructora se ha encargado de musealizar la cerca dentro del parking.

¡Y nosotros preguntándonos dónde estaban los restos de la Cerca de Felipe IV, hace ya unos meses, y temiendo lo peor!… aunque en nuestro descargo alegamos las confusas noticias que nos llegaban y que nos llevaron a pensar tan mal.

Hoy me he llevado una alegría, agradezco infinitamente al Director de Patrimonio Histórico que nos lo haya contado y aclarado.

Para abundar en su explicación, dice que los ejemplos en este sentido son varios, y elige uno más, el de la Fuente de los Caños del Peral, para la cual están estudiando “cómo adaptar la musealización”. Parece que por fin, tras varios años de espera, vamos a poder ver la monumental y antiquísima fuente.

Un reportaje estupendo, con buenísimas noticias, ¿no os parece?

Además de pedir protección para nuestro patrimonio (por cierto, seguimos sin noticias sobre la protección como Bien de Interés Cultural para la Quinta de Vista Alegre, sus palacios y sus jardines), he opinado varias veces en este blog, modestamente, igual que el Sr. Martínez Almeida, ahora las cosas funcionan mejor, o deberían, por suerte existe un organismo dedicado exclusivamente a ello, a defender nuestras “joyas”.

Mercedes Gómez

Antes de hablar de temas nuevos o de visitar otros Viajes de Agua, hoy queremos invitaros a conocer otro pozo correspondiente a un ramal del Alto Abroñigal que atravesaba el actual Barrio de Salamanca. De sus galerías quedan algunos restos, y también algunos «misterios por resolver».

El único pozo al que de momento se ha podido acceder se encuentra en la calle de José Ortega y Gasset a la altura de los números 48-50.

Cuenta Pedro que de todos los Viajes que ha visitado, este ramal quizá sea el de mayor cota, 28 metros de profundidad aproximadamente.

Bajando por el pozo, hacia la mitad del camino, él y sus compañeros, notaron una cierta falta de oxígeno, pero una vez en el interior de la galería el nivel de oxígeno se recuperó debido a que el agua sigue llegando hasta aquí. Maravillas de la vida, dice.

Al final de la bajada, encontraron un contrapozo de acceso a la galería de unos 3 metros de profundidad.


Corona de acceso a la galería mediante contrapozo:

No se percibe muy bien, pero el pozo es de cierre a cascarón:

En la galería de conducción se observa la antigüedad de los muros y bóveda.

La galería tiene filtraciones de agua, que permiten respirar a tanta profundidad.

En el breve tramo recorrido no se ha observado que esta galería haya sido utilizada para la instalación de ningún tipo de servicio. Pero ahí siguen sus viejos muros revestidos de ladrillo, para en cierto modo permitirnos un viaje al pasado.

Muy cerca, existen otros dos pozos de bajada, que de momento no han podido ser visitados, por lo que se desconoce si existen restos del antiguo viaje de aguas. Quizá en un futuro podamos descubrirlo.

Texto : Mercedes Gómez

Según información facilitada por : Pedro Jareño

Fotografías : Pedro Jareño

Tras visitar la Alcubilla, la Castellana y el Alto Abroñigal, llegamos al último de los cuatro Viajes más importantes de aguas finas que abastecieron a los madrileños desde el siglo XVII hasta 1858, el Viaje del Bajo Abroñigal, que se comenzó a construir en 1619. Nacía al Sur de Canillas, en la Casilla de los Mochuelos, a 3 metros de profundidad. Cruzaba el Arroyo a la altura del puente de Las Ventas y bajaba por la calle Goya hasta la Puerta de Recoletos, actual plaza de Colón. Allí estaba el arca principal, desde donde el agua se distribuía a la Villa.

De este Viaje vamos a tener la oportunidad de conocer los restos de dos pozos.

El primero al que se ha podido acceder está en la esquina de la calle Goya con Serrano.

En una de las galerías pervive una llave de paso, que ya no funciona, instalada alrededor de 1900.

En el interior del tramo del viaje se observa una tubería del Canal (aguas limpias de abastecimiento), que también parece antigua.

Más adelante existe un rebaje o disminución de la altura de la galería, por lo que en la última inspección no se pudo completar el recorrido, pero se conoce la existencia de un elemento singular, una placa que conserva la inscripción del nombre del Maestro de Obras de este Viaje de Aguas o tramo, o quizá del Maestro Fontanero.

Pedro pudo verla, desgraciadamente en esta ocasión no le fue posible llegar hasta el punto de la galería en que se encuentra y fotografiarla. Al menos de momento, deberemos contentarnos con imaginarla.

El otro pozo de bajada se encuentra situado en la calle de Alcalá nº 65, entre la Puerta de Alcalá y la Cibeles.

Este tramo está en muy mal estado. Nada más bajar se encuentran cascotes y zonas hundidas… pero también un tesoro, una antiquísima puerta de hierro que conserva la cerradura cuya llave guardaría el Maestro Fontanero encargado del viaje. Posiblemente el cerramiento sea del siglo XVIII.

Las actividades relacionadas con los Viajes y el Agua estaban a cargo de una Junta de Fuentes, presidida por el Corregidor. El Maestro Mayor de Fuentes era el que se encargaba de las obras, y se trataba de un cargo que solía recaer en el Maestro Mayor de Obras de la Villa.

Los Fontaneros de la Villa se ocupaban de los arreglos, higiene, etc. y guardaban las llaves.

Ante la posibilidad de desprendimientos no se puede continuar bajando. La siguiente galería se aprecia hundida en parte, galería por la que probablemente el agua se dirigía a la Castellana.

El Viaje del Bajo Abroñigal con sus ramales abastecía a 22 fuentes públicas con 393 aguadores, y a 115 fuentes particulares.

Texto : Mercedes Gómez

Según información facilitada por : Pedro Jareño

Fotografías : Pedro Jareño

Después del Viaje de Agua de la Alcubilla y el de la Fuente Castellana, hoy visitamos los restos del Viaje del Alto Abroñigal, otro de los viajes construidos en los comienzos del siglo XVII ante el aumento de la población madrileña y la necesidad de agua que se produjo tras el establecimiento definitivo de la Corte en Madrid por Felipe III el año 1606.

Fue construido en 1614. Nacía en Canillas, a 4 metros de profundidad cerca del Arroyo del mismo nombre, el Arroyo del Abroñigal, hoy tapado por la M-30 en su tramo este. Con una longitud de unos 15 kilómetros, entraba en la villa por la llamada casa del Relator Ávila, tras la Huerta de los Recoletos Agustinos, entre el actual Paseo de Recoletos y la calle de Serrano, donde hoy se encuentran la Biblioteca Nacional y el Museo Arqueológico, distribuyendo las aguas a la Villa desde ese punto.

Precisamente cerca de dicho punto, como recordaremos, el pasado verano, durante las obras de la calle Serrano para la construcción de un aparcamiento subterráneo, aparecieron diversos restos arqueológicos, parte de la Cerca de Felipe IV y otras estructuras que en un principio se dijo correspondían a un Viaje de Agua. Según se publicó, el tramo hallado presumiblemente procedía del ramal principal del Viaje del Abroñigal Alto.

Foto El País, 25 julio 2009

Foto El País, 30 julio 2009

Tras varios enfrentamientos entre la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento, polémicas y numerosas noticias en los periódicos, lo único que parece cierto es que bajo Serrano ya no queda ningún resto del pasado, únicamente plazas de aparcamiento.

En este Viaje del Alto Abroñigal el único pozo de bajada accesible está localizado en la calle de las Huertas esquina calle del León, en el Barrio de las Letras.

El pozo tiene pates que permiten la bajada.

Al igual que la Alcubilla y la Castellana, las galerías de los Viajes Alto y Bajo Abroñigal -este último, que guarda sorpresas interesantes, lo conoceremos en breve-, están revestidas de ladrillo. Existe otro tipo de Viajes de Agua, que llaman de “lomo de caballo”, cuyas paredes no se revestían, más adelante visitaremos alguno de ellos.

Esta galería del Viaje del Alto Abroñigal, como casi todos los tramos que se han podido visitar de las galerías de conducción de los viajes antiguos de aguas, se han aprovechado para galerías de servicios, cableado, tubos de agua e incluso colectores de aguas sucias.

Abastecía 9 fuentes públicas atendidas por 217 aguadores, y a 85 fuentes particulares.

Este Viaje llega hasta la calle de Atocha, cuyo colector de aguas sucias coincide con un punto en que el antiguo Viaje del Alto Abroñigal está cortado.

Había leído muchas veces que bajo nuestra ciudad hay «otro Madrid», en el que sus calles, igual que sus vecinas en la superficie, reciben sus nombres, y están igualmente señalizadas, para no perderse. Pero nunca había visto una de esas calles. Aquí tenéis la subterránea calle de Atocha.

Texto : Mercedes Gómez

Según información facilitada por : Pedro Jareño

Fotografías : Pedro Jareño


Hoy, como casi todos los años desde que lo inauguraron, he visitado el Museo de San Isidro.

Desde aquel 15 de Mayo de 2000 me parece que el Museo no ha cambiado demasiado, aunque ahora cumple diez años, metido en obras y con un nuevo nombre, Museo de los Orígenes.

Lo que sí ha cambiado es el Patio.

El año pasado os contaba la historia del edificio y sobre todo del magnífico Patio renacentista, que aquel Día de San Isidro en que lo visité por vez primera se convirtió en uno de Mis lugares preferidos de Madrid. Y desde entonces no he querido faltar a la cita y beber mi vasito de agua. A veces alguien me decía, “¡pero si es agua del Canal!”.

«¡Ya se que es agua del Canal, hombre!». Y no es que crea mucho en los milagros, ni siquiera soy muy tradicional, pero me gusta beberme ese vasito de agua por San Isidro, el Día de Madrid.

El Patio era precioso.

claustro2

Año 2006

Hace varios años, uno de esos años en que el calor apretaba ya en Mayo, pusieron unos toldos amarillos para proteger del sol a los visitantes.

El año pasado la novedad fue que habían acristalado uno de los lados del piso superior, el lado oeste, con el objetivo de ganar espacio, dijeron.

patio cerrado

15 de mayo de 2009

Este año la noticia es que han cubierto el maravilloso Patio renacentista.

San Isidro y Santa María de la Cabeza han abandonado su lugar junto al Oso y el Dragón, cerca de los visitantes, y han subido al primer piso del lado Norte.

15 de Mayo de 2010

El motivo alegado para justificar el cerramiento es la protección de la vieja piedra, quizá la necesite, no lo se, pero ¡qué pena!, el Patio ya no es el mismo.

Y ¿por qué al menos no quitarán esos toldos?

Feliz San Isidro.

Texto y fotografías: Mercedes Gómez

Tenía la intención de continuar con los Viajes de Agua, pero vamos a hacer una pausa, hoy os propongo una bonita salida a la superficie.

Ayer estuve viendo las pinturas de Carlos Osorio, que actualmente expone en la Librería Tierra de Fuego, en la Travesía del Conde Duque.

Carlos, a quien muchos conocéis, además de ser el autor del blog Caminando por Madrid , y escritor -hace poco ha publicado su precioso libro Tiendas de Madrid-, es pintor, madrileño, y pintor de Madrid.

Hacía mucho que quería ver sus cuadros en directo, tan prometedores en las fotos que a veces nos muestra en su blog. Como era de esperar, no me defraudaron, la realidad suele ser mejor que lo virtual, y sus obras son magníficas.

Carlos Osorio y sus Cuadros de Madrid.

La exposición se llama “Cuadros de Madrid”, y nos muestra imágenes entrañables de esos locales madrileños que tanto gustan a su autor, y a nosotros, como la desaparecida Panadería de la calle Latoneros o la antigua Taberna Casa Antonio. También están presentes algunas calles emblemáticas, como la Gran Vía, no podía ser menos, en una pintura deliciosa, también la Cava de San Miguel… Alguna “arquitectura”, flores, etc.

No dejéis de visitar a Carlos y sus cuadros, merece la pena.

Mercedes

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«Cuadros de Madrid»
Librería Tierra de Fuego
Travesía del Conde Duque nº 3 (semiesquina a calle Amaniel. Metro Plaza de España y Noviciado)
Horario de visita: de lunes a viernes de 10 a 14 y de 17 a 20 horas.
Hasta el 28 de Mayo de 2010

Después de la visita al Viaje de Agua de la Alcubilla, hoy os invitamos a conocer el Viaje de Agua de la Fuente Castellana, que se comenzó a construir en 1612 y finalizó en 1619, aunque las reparaciones y obras de mejoras fueron numerosas a lo largo de todo el siglo XVII. Cuenta Aznar de Polanco (*) que «nacía en un pozo empedrado, tapado con un remate de piedra» que estaba en lo alto de la Casa de Maudes, y de allí partían dos minas cortas, una a la derecha hacia Chamartín, y otra a la izquierda hacia el Camino de Fuencarral.

El ramal principal nacía en Chamartín de la Rosa, a 10 metros de profundidad, seguía por el antiguo Camino de Maudes hasta el valle de la Guindalera y los Altos del Hipódromo –donde actualmente se encuentra el Museo de Ciencias Naturales– para dirigirse a la Puerta de Santa Bárbara, con cerca de 18 km. de longitud.

Pozo en la calle de José Abascal, 58

Lamentablemente, de todos los pozos de bajada del antiguo Viaje de la Castellana localizados, únicamente uno es accesible, el situado a la altura del número 1 de la calle de Almagro, próximo a la glorieta de Alonso Martínez, donde hoy día hay una fuente.

La buena noticia es que se conservan bastantes restos del Viaje antiguo y la visita nos va a permitir apreciar muy bien la magnífica construcción en arco de medio punto revestido de ladrillo.

Calle de Almagro nº 1

El revestimiento de la galería se conserva en buen estado:

En un punto del tramo se observa un rápido -alcance de la cota más baja en la menor longitud- condenado:

Cableado interior sin servicio:

Desde la calle de Almagro el Viaje continuaba su camino hasta la antigua Puerta de Santa Bárbara, por donde entraba en Madrid.

Plaza de Santa Bárbara

Una vez en el interior de la ciudad, las galerías de los Viajes se multiplicaban y la red era muy intrincada. El Viaje de la Castellana por la calle Hortaleza:

Calle de Hortaleza 98.

Calle de Fernando VI esquina Hortaleza

Calle de las Infantas nº 6

Excepto el que acabamos de visitar, el resto de los pozos de bajada al Viaje de Agua de la Castellana, debido a las numerosas remodelaciones de las calles, estaciones de Metro, etc. ya no son accesibles por lo que no sabemos si se conservan otras galerías. Como dice Pedro, quién sabe si en algún momento reaparecerán y podremos saber mucho más sobre ellas.

La Castellana abastecía a 11 fuentes públicas, con 147 aguadores y 85 fuentes particulares. Era uno de los viajes más largos, aunque hay que tener en cuenta que al final, a la llegada a Madrid, a la altura de la actual Glorieta de Bilbao, se unían a él los Viajes de Contreras y de la Alcubilla.

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Texto : Mercedes Gómez

Según información facilitada por : Pedro Jareño

Fotografías : Pedro Jareño

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(*) Aznar de Polanco. Tratado de los Cuatro elementos. Origen y nacimiento de las aguas y fuentes de Madrid. Madrid 1727. Ed. Facsimil Madrid 1992.

Hasta mediado el siglo XIX en que se inauguró el Canal de Isabel II, el abastecimiento de agua en Madrid estaba a cargo de los Viajes de Agua, viajes subterráneos, verdaderas obras de ingeniería traídas a la Villa por los árabes, y que funcionaron hasta hace relativamente poco tiempo.

Un Viaje de Agua constaba de:

1) La zona de captación del agua, que se encontraba aproximadamente a unos 10 kilómetros al norte de la ciudad.

2) Las galerías de captación o minas que unían los pozos de la zona de captación hasta las puertas de la ciudad. En determinados trechos se comunicaban con el exterior, mediante pozos de aireación, cubiertos en superficie por medio de un cascarón de piedra o “capirote”, de los que quedan algunos ejemplos en la Dehesa de la Villa y algún otro lugar.

Capirotes en superficie

El cerramiento se llama de cucharón o cierre de cascarones:

Cierre de cucharón, desde el interior.

3) Galerías de conducción: el agua, una vez alcanzada la Cerca, se vertía en un arca principal, donde se medía, y de ahí partían las galerías hacia la ciudad, que surtían a las fuentes públicas y particulares.

Madrid se abastecía de cuatro viajes principales de “aguas finas” o potables (Alcubilla, Abroñigal Alto, Abroñigal Bajo y Castellana), propiedad de la Villa. Pero había otros secundarios, pertenecientes a la Corona o a particulares, como el de Amaniel, la Fuente del Berro, Descalzas Reales, etc. Algunos de ellos eran de “aguas gordas” no potables, que se empleaban para el ganado, el riego o para surtir a las fuentes monumentales.

Aunque todos ellos han dejado de cumplir su función, y casi todos van desapareciendo debido a las cada vez más numerosas obras subterráneas (metro, aparcamientos, túneles…), algunos tramos siguen existiendo, y parte de ellos han sido utilizados para albergar otro tipo de servicios (cableados, conducciones de agua, etc.).

Estos restos de los antiguos Viajes de Agua forman parte de nuestro Patrimonio Histórico por lo que merecen ser conservados y conocidos.

Ya que parece muy sencillo horadar Madrid y acondicionar los espacios, sobre todo para los coches, ¿es una locura imaginar que algunos de estos vestigios de los antiguos Viajes de Agua madrileños algún día se pudieran convertir en lugar visitable?, ¿soñar que un Museo nos mostrara la historia y características de algo tan importante y singular como fueron los Viajes de Agua para Madrid?.

Quizá sea oportuno recordar que acaban de comenzar las obras en las que una enorme tuneladora sutilmente apodada «Gran Vía», atravesará Madrid desde Chamartín hasta Atocha para la construcción del túnel de más de siete kilómetros de longitud por el que transcurrirá el AVE, a unos 45 metros de profundidad.

De momento, tenemos que agradecer a Pedro Jareño, que trabaja en el Servicio de la red de Alcantarillado, a la que cuida, vigila, y conoce a la perfección, la posibilidad de ver estos restos. Pedro los ha ido fotografiando y reuniendo información sobre ellos en sus momentos de ocio, con el fin de llamar la atención sobre su existencia y conservación. Su único deseo es que los escasos pozos y galerías que quedan no caigan en el olvido.

Creo que merece la pena mostrar sus bonitas fotografías junto a sus interesantes explicaciones, y darnos un paseo por los Viajes de Agua de Madrid guiados por él.

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Comenzamos hoy con el Viaje de la Alcubilla. Espero que os resulte interesante, personalmente me parece un lujo poder disfrutarlo.

El Viaje de la Alcubilla se comenzó a construir en 1399. Nacía en la Dehesa de Chamartín en el valle de la Alcubilla, a 18 metros de profundidad, y llegaba a Madrid a través de una serie de pozos con su correspondiente losa.

Por el Camino de Fuencarral, hoy Bravo Murillo, llegaba hasta la actual Glorieta de Cuatro Caminos, donde se dividía en dos ramales, uno por la calle de Santa Engracia hasta la plaza de Santa Bárbara, donde comenzaba la distribución de las aguas. El otro se dirigía a la glorieta de Quevedo, donde a su vez se dividía en dos ramales, uno bajaba por San Bernardo y otro por Fuencarral.

Recordemos, antes de comenzar nuestra visita a los pozos, que muy cerca de este punto, el pasado año 2004 durante las obras de rehabilitación del Museo Municipal se halló una Noria, un “complejo hidráulico del siglo XVII de gran entidad y envergadura”, según se publicó en aquellos momentos. La directora del museo, la arqueóloga e historiadora Carmen Priego explicó que se trataba de un «conjunto formado por el estanque de una noria de las denominadas de sangre, es decir, de tracción animal, empleada para el riego de huertos y el abastecimiento de una comunidad… Las paredes del gran vaso descubierto, en ladrillo toledano del usado en las construcciones madrileñas en el siglo XVII, constan de peldaños perfectamente trazados, pates, que descienden hasta 15 metros de profundidad, aproximadamente.” A una profundidad de unos ocho metros surge un ramal excavado en la tierra, que Carmen Priego piensa casi seguro “este conducto perteneció al gran viaje de agua de Alcubilla, que cruzaba diagonalmente el edificio del Museo Municipal en dirección a la calle de Fuencarral«. La idea era integrar los hallazgos en el Museo.

Han pasado más de ocho años desde el comienzo de las obras, y el Museo sigue cerrado. Aprovechamos para preguntar una vez más : ¿para cuando está prevista la reapertura?.

Y llegó el momento de dar inicio a nuestra emocionante visita al Viaje Antiguo de la Alcubilla.

Nos cuenta Pedro que del primer ramal del Viaje que discurre por la calle de Santa Engracia, hay constancia de dos pozos de bajada que perduran en el tiempo. Uno de ellos se encuentra a la altura del número 73, a la altura de la Glorieta de Iglesia.

No quedan en Madrid muchas Tapas de pozos municipales con la inscripción de Viaje Antiguo de Agua, como las que se conservan en la calle de Santa Engracia, una auténtica curiosidad:

El pozo tiene pates o peldaños de hierro que permiten la bajada:

En este punto el Viaje se encuentra condenado.

Paralelamente se aprecia una galería antigua por la que actualmente discurren tubos de abastecimiento (canal de aguas limpias).

Tenía una longitud de cerca de 26 Km. que abastecían 11 fuentes públicas que llegaron a estar atendidas por 128 aguadores, más otras 85 fuentes particulares.

Otro pozo se encuentra frente al número 140 de la calle, frente a la Iglesia del Colegio de la Divina Pastora.

El rápido, o forma de alcanzar la cota más baja en la menor longitud, a través de unas escaleras salvando el desnivel deseado, es ciertamente singular:

Para llegar al principio del Viaje hay que bajar 4 tramos de escaleras de un total de 66 escalones de 40 centímetros. A partir de estos datos se ha calculado una cota de entre 20 y 25 metros de profundidad aproximadamente.

En este tramo el Viaje de la Alcubilla se encuentra en bastante buen estado.

Y el último tramo conservado corresponde al otro ramal, el que se dirigía hasta la glorieta de Quevedo, y a su vez se subdividía por la calle de Fuencarral. Se encuentra en la calle de Eloy Gonzalo frente al Instituto Homeopático de San José.

De este tramo únicamente se conserva el pozo de bajada y el cerrojo, o distancia que hay de la galería del pozo de bajada a la galería principal del ramal.

Texto: Mercedes Gómez

Basado en la información facilitada por : Pedro Jareño

Fotografías : Pedro Jareño

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Fuente de la introducción:

VVAA. «Madrid. Atlas Histórico de la ciudad. Siglos IX-XIX«. Lunwerg-CajaMadrid 1995.

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Visita a los Antiguos Viajes de Agua (II).- La Castellana

Además de la obra de arte público, o la existente en museos, la mayoría de los escultores españoles más notables, lógicamente, están también presentes en colecciones particulares o colecciones de fundaciones, organismos públicos o empresas.

Una de las Colecciones de Escultura Contemporánea españolas más importantes es la de Renfe. Muchas de sus obras se pueden contemplar en las instalaciones de la compañía ferroviaria, en sus edificios, estaciones, etc. Aunque algunas de ellas se encuentran en oficinas privadas, por lo que es más difícil acceder a ellas.

Es el caso de la escultura de Pablo Serrano “El profeta Baruch”, de la que nos hablaba un lector, Juan, en su comentario tras nuestro Paseo por la escultura de Pablo Serrano en Madrid.

Tal como nos cuenta la propia Renfe en su web, “El profeta Baruch (o Baruc), cuyo nombre significa ‘el que bendice’, fue un personaje bíblico, amigo y discípulo de Jeremías, del que apuntó sus profecías para transmitírselas al pueblo».

Se trata de una obra de tamaño pequeño, realizada en bronce en 1954, cuando Serrano aún vivía en Uruguay, poco antes de regresar a España.

Se encuentra en Las Caracolas, oficinas de Renfe en Madrid, en una de las Salas de Reuniones de la empresa, junto a varias obras de otros grandes artistas, como Victorio Macho, Julio Calleja, Oteiza, y Eusebio Sempere, de quien recientemente también hemos hablado en este blog.

Esta obra “Sin título” la realizó en 1978.

En contra de lo habitual en mis posts, no he tenido el placer de ver estas esculturas en directo, pero el autor de las fotografías sí las ha visto, un buen amigo a quien doy infinitas gracias por mostrarnos las dos obras «ocultas» de Pablo Serrano y Eusebio Sempere.

Mercedes

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