Tras visitar la Alcubilla, la Castellana y el Alto Abroñigal, llegamos al último de los cuatro Viajes más importantes de aguas finas que abastecieron a los madrileños desde el siglo XVII hasta 1858, el Viaje del Bajo Abroñigal, que se comenzó a construir en 1619. Nacía al Sur de Canillas, en la Casilla de los Mochuelos, a 3 metros de profundidad. Cruzaba el Arroyo a la altura del puente de Las Ventas y bajaba por la calle Goya hasta la Puerta de Recoletos, actual plaza de Colón. Allí estaba el arca principal, desde donde el agua se distribuía a la Villa.

De este Viaje vamos a tener la oportunidad de conocer los restos de dos pozos.

El primero al que se ha podido acceder está en la esquina de la calle Goya con Serrano.

En una de las galerías pervive una llave de paso, que ya no funciona, instalada alrededor de 1900.

En el interior del tramo del viaje se observa una tubería del Canal (aguas limpias de abastecimiento), que también parece antigua.

Más adelante existe un rebaje o disminución de la altura de la galería, por lo que en la última inspección no se pudo completar el recorrido, pero se conoce la existencia de un elemento singular, una placa que conserva la inscripción del nombre del Maestro de Obras de este Viaje de Aguas o tramo, o quizá del Maestro Fontanero.

Pedro pudo verla, desgraciadamente en esta ocasión no le fue posible llegar hasta el punto de la galería en que se encuentra y fotografiarla. Al menos de momento, deberemos contentarnos con imaginarla.

El otro pozo de bajada se encuentra situado en la calle de Alcalá nº 65, entre la Puerta de Alcalá y la Cibeles.

Este tramo está en muy mal estado. Nada más bajar se encuentran cascotes y zonas hundidas… pero también un tesoro, una antiquísima puerta de hierro que conserva la cerradura cuya llave guardaría el Maestro Fontanero encargado del viaje. Posiblemente el cerramiento sea del siglo XVIII.

Las actividades relacionadas con los Viajes y el Agua estaban a cargo de una Junta de Fuentes, presidida por el Corregidor. El Maestro Mayor de Fuentes era el que se encargaba de las obras, y se trataba de un cargo que solía recaer en el Maestro Mayor de Obras de la Villa.

Los Fontaneros de la Villa se ocupaban de los arreglos, higiene, etc. y guardaban las llaves.

Ante la posibilidad de desprendimientos no se puede continuar bajando. La siguiente galería se aprecia hundida en parte, galería por la que probablemente el agua se dirigía a la Castellana.

El Viaje del Bajo Abroñigal con sus ramales abastecía a 22 fuentes públicas con 393 aguadores, y a 115 fuentes particulares.

Texto : Mercedes Gómez

Según información facilitada por : Pedro Jareño

Fotografías : Pedro Jareño