En el número 10 de la calle de Don Pedro, en pleno barrio de La Latina, se encuentra la flamante sede de la Real Academia de Ingeniería, instalada desde hace unos meses en el antiguo Palacio del Marqués de Villafranca, un lugar cargado de historia y lleno de tesoros, que he tenido la inmensa suerte de poder visitar el pasado mes de julio.
Doy gracias infinitas a las personas que integran esta Real Academia, que desde el primer momento se mostraron dispuestos a abrirme las puertas de su casa, especialmente a don Luis Alberto Petit, Director Gerente, que con gran amabilidad y buen humor me guió a través de las estancias del edificio mientas me contaba su historia y sus secretos. Hoy, si os apetece, os invito a conocerlo con calma, el paseo es largo, pero creo que merece la pena.
El Palacio, que ocupaba gran parte de la manzana, entre las calles de Don Pedro, Redondilla y Mancebos, fue construido en los comienzos del siglo XVII por orden de Don Pedro Álvarez de Toledo, Marqués de Villafranca, tras la adquisición de varias parcelas ubicadas en la calle antiguamente llamada de la Alcantarilla, próxima a la muralla que cercaba Madrid desde el siglo XII. Posteriormente la calle recibiría el nombre del propietario del gran palacio.
La muralla, en este tramo procedente de la Cuesta de la Vega hasta la Puerta de Moros, representada en la Vista de Madrid realizada por Hoefnagel que nos permite trasladarnos con la imaginación a la Edad Media madrileña, discurría entre las actuales calles de Don Pedro y la de los Mancebos, que en esos momentos era un simple y escarpado camino únicamente ocupado por algunas casitas que comenzaban a apoyarse en ella.
En la ronda exterior de la muralla estaba la mencionada Alcantarilla, que servía de foso. La zona era tan abrupta que estos tramos de muralla fueron los últimos en desaparecer, en el siglo XVII aún existían; en el plano de Texeira se aprecia perfectamente la construcción defensiva con sus torres entre las casas.
Al igual que en otras edificaciones, la muralla sirvió de muro maestro al Palacio del Marqués de Villafranca.
Debido a esto, y aunque parezca un milagro, en el interior aún se puede admirar el largo lienzo de la cerca medieval en el que se apoyó la construcción, un lienzo de unos 30 metros, siendo el más largo de los conservados en Madrid, con una altura media de 4,5 m., como veremos.
Como ya comprobamos durante nuestro paseo en busca de la muralla cristiana, pertenecientes al mismo tramo, también hay restos en el interior de un restaurante en la Plaza de los Carros, y en el exterior de la vivienda de la calle de los Mancebos nº 3.
Desde el interior del jardincillo que hoy día la protege, podemos observar cómo la muralla se dirige hacia el interior del edificio contiguo, el antiguo Palacio de Villafranca, hoy sede de la Real Academia de Ingeniería, cuya entrada posterior está precisamente ahí, en el nº 5 de la calle, tras la cual se encuentra la continuación de la histórica cerca que por fin vamos a poder contemplar.
Pero la entrada principal se encuentra en la calle de Don Pedro número 10, extramuros, cuya puerta traspasaremos dentro de unos minutos. Pero antes me gustaría recordar la historia del edificio y sus inquilinos.
La primera reforma del palacio tuvo lugar en 1662, siendo ya su propietario Fadrique Álvarez de Toledo. En esta época se estaban realizando cambios urbanísticos en la zona, proyectándose nuevas calles y tratando de embellecer el entorno a iniciativa del poderoso y rico Duque del Infantado que también tenía aquí su gran Casa Palacio, la que fuera de los Lasso, unida a la iglesia de San Andrés por un pasadizo elevado -también representado por Texeira en su plano-. Fue su sucesor Antonio Álvarez de Toledo, hasta su muerte en 1773.
Su hijo José Álvarez de Toledo heredó la posesión y ese mismo año acometió la segunda gran reforma de la casa. Dos años después José se casó con María Teresa Cayetana, la Duquesa de Alba retratada por Goya. El matrimonio vivió en este palacio hasta su traslado al Palacio de Buenavista en la calle de Alcalá. Durante esta época el palacio vivió momentos de esplendor y lujo.
El gran pintor Francisco de Goya no solo retrató a la famosa Duquesa sino que inmortalizó a varios miembros de la familia, personajes de la nobleza cercana a la familia real y amantes de la cultura y de las artes. En el Museo del Prado se pueden contemplar algunas de las valiosas obras legadas por los descendientes.
Don Alonso Álvarez de Toledo, Conde de Niebla, en abril de 1926 donó tres retratos obra de Francisco de Goya.
El de José Álvarez de Toledo XI Marqués de Villafranca y Duque de Alba, quien entre otras cosas fue Músico, realizado en 1795. Hacia ese mismo año, Goya pintó a la Viuda de Villafranca, viuda de Antonio Álvarez de Toledo en 1773, X Marqués de Villafranca, y madre de José. Y en 1804 Goya pinto a Tomasa Palafox, marquesa de Villafranca –casada con Francisco de Borja Álvarez de Toledo, XII Marqués de Villafranca-. Doña Tomasa, que a su vez era pintora, llegó a ser Académica de Bellas Artes, y fue una mujer muy culta.
Entre 1777 y 1802 hubo nuevas obras en el edificio, se cree que quizá en este momento fue cuando se colocaron las dos portadas neoclásicas que hoy día adornan la fachada de los números 8 y 10 de la calle.
En el último cuarto del siglo XIX la propiedad pasó a manos de la familia Pérez-Seoane y Roca de Togores, Condes de Velle y luego Duques de Pinohermoso, de cuya época data gran parte de la decoración actual del palacio, en la que participó Arturo Mélida, arquitecto, escultor y pintor madrileño que trabajó en varios palacetes.
El palacio pasó a ser conocido como Palacio de Pinohermoso. La duquesa fue famosa por las reuniones que organizaba en su casa recibiendo a los literatos y artistas de la época, de la misma forma que lo habían hecho sus antepasados.
Pero los tiempos y la situación económica de la aristocracia fueron cambiando, poco a poco la propiedad se fue parcelando. En 1876 el Conde de Velle vendió la parte que correspondía al jardín y algún edificio accesorio, a la Compañía de las Hijas de la Caridad , que crearon el Colegio Sagrado Corazón. Reedificado en los comienzos del siglo XX en estilo neomudéjar continúa existiendo, en el actual nº 14 de la calle.
En 1946 habitaba el palacio otra Roca de Togores, descendiente de los propietarios anteriores, la Condesa viuda de Riudoms, igualmente amante del arte y de las letras.
Tras su venta, el Palacio se convirtió en el Restaurante La Puerta de Moros, inaugurado el 1 de noviembre de 1962. Los nobles salones fueron convertidos en comedores, según cuentan unos de los más lujosos del Madrid en aquella época, frecuentado por la élite política y social.
Después, a finales de los años 80, fue ocupado por un organismo público, la Agencia Estatal del Aceite de Oliva, hasta 2004 en que se trasladó a otro lugar.
Al año siguiente Patrimonio del Estado, dueño del inmueble, cedió el Palacio a la Real Academia de Ingeniería, a cambio de que ésta se encargara de su rehabilitación y restauración, en las que han empleado más de tres millones de euros -seiscientos millones de pesetas-.
La función más importante de esta Real Academia es “promover los trabajos y estudios que reflejen los avances científicos en el área de las ingenierías, sus aplicaciones tecnológicas y sus técnicas operativas”, la cual desempeñan en un marco incomparable.
Por fin, cruzamos el bonito zaguán por el que antes accedían carruajes y ahora modernos automóviles, dejando a un lado la entrada que lleva a la escalera principal del antiguo palacio, a la que volveremos después.
Antes, salimos al patio, uno de los tres con los que contaba el palacio en el siglo XVIII, ahora convertido en patio de vecindad. La Academia ocupa las plantas baja y primera del edificio, la parte que se conserva del antiguo palacio y que correspondía a los salones principales, que vamos a visitar; el resto se ha convertido en viviendas.
La Galería de hierro y cristal que adorna los lados sur y oeste es de creación posterior, fue construida en el siglo XIX, con todo el encanto de sus columnas de fundición.
En la actualidad su interior ha sido rehabilitado y modernizado, de sus paredes cuelgan los retratos de los dos Presidentes anteriores al actual, y sirve de acceso a las dependencias de la Academia, y antiguos salones, en los que se ha mezclado con sabiduría y cariño la comodidad necesaria para el trabajo diario, y el respeto al pasado y al gran patrimonio artístico que alojaba el Palacio, como vamos a comprobar.
Visitamos primero el modernísimo Salón de Plenos donde los Académicos se reúnen.
Uno de sus muros, la gran joya, es el largo lienzo de la muralla construida por los cristianos en el siglo XII sobre la que se apoyó el Palacio cuando se inició su construcción, y ha continuado haciéndolo a lo largo de los siglos.
La impresionante muralla que podemos contemplar, cara extramuros, fue construida en mampostería de sílex unida con argamasa de cal y arena por los cristianos conquistadores de la Villa de Madrid hace nueve siglos.
Continuamos nuestra visita y cada salón se nos muestra exquisitamente restaurado, las lámparas, chimeneas de caoba, los artesonados y techos pintados que habían sido cubiertos en la etapa anterior hoy recuperados, etc.
Algunos muebles, los suelos de madera y las paredes de seda han sido recreados imitando perfectamente los que adornaban el palacio en el siglo XIX. … Todo es precioso.
El llamado Salón de Baile, ahora utilizado para recepción de autoridades, es espectacular.
En el despacho del actual Secretario General de la Academia que fue igualmente Despacho en la época en que el Palacio estuvo ocupado por los condes de Pinohermoso, además de la chimenea y muebles de nogal firmados por Arturo Mélida, destaca el techo decorado con platos de cerámica que no se sabe muy bien cómo, sobrevivieron sin sufrir desperfectos durante la guerra.
Después de admirar las antiguas salas recuperadas en todo su esplendor, volvemos sobre nuestros pasos y llegamos a la que fuera escalera principal del palacio, adornada con espejos y un bello tapiz, y por un momento parece que va a volver a bajar por allí alguna de las ilustres damas que lo habitaron, como antaño.
Texto y fotografías por : Mercedes Gómez
——–
Bibliografía:
Real Academia de Ingeniería
África Martínez. Palacios madrileños del siglo XVIII. Ed. La Librería. Madrid 2003.
Manuel Montero Vallejo. Madrid musulmán, cristiano y bajo medieval. Ed. Avapiés. Madrid 1990.
El Palacio de Pinohermoso. Revista Por esos mundos. 1 junio 1909.
Museo del Prado
——–
25 comentarios
Comments feed for this article
24 agosto 2010 a 02:08
María Rosa
Mercedes aunque ya sabes que estoy muy lejos no dejo de leer tu blog que siempre me encanta…el de hoy me ha dejado asombrada…Conozco el lienzo de muralla de la calle Mancebos, pero ignoraba todo lo demás…’que maravilla!..Muchas gracias por descubrirnos tantas cosas… Y una pregunta ¿será posible visitarlo?
24 agosto 2010 a 11:14
J. J. Guerra Esetena
Ufff, Mercedes!! Me quedo impresionado… Es que cuentas las cosas, con un suspense y un ritmo narrativo in crescendo, que da gusto leerte!!! Gracias por descubrirnos este magnífico palacio y poder admirar su restauración que, como bien dices, está tan bien hecha que parece que va a asomar alguna ilustre dama del pasado. Y, por supuesto, la gran joya, ese espléndido lienzo de muralla medieval, tan bien resguardado y expuesto. Felicidades por este pedazo de artículo, en la línea que nos tienes acostumbrados.
Un abrazo, Jesús
24 agosto 2010 a 12:00
Paco
Este palacio está lleno de leyendas sobre las personas que estuvieron, o no, en su salón de baile cuando pertenecía al restaurante. También, por el pasadizo que lo une-unía a Palacio Real.
Ayer pasé por el Puente de Segovia, y vi como definitivamente se han cargado la vista de la catedral con el museo.
Besos
24 agosto 2010 a 14:08
Jaime
¡Que bonito el techo del Salón de Baile! ¡Me encanta! Que artículo más detallado nos has dejado hoy, y que interesante todo. Gracias por tomarte la molestia de dejarnoslo todo tan detallado. Un besote,
24 agosto 2010 a 19:56
artedemadrid
Gracias María Rosa, me alegro que no nos olvides a los que quedamos en los madriles, que te haya gustado el reportaje y sobre todo espero que estés disfrutando de tan fantástico viaje.
No se en qué medida o en qué condiciones, pero supongo que sí se podrá visitar.
¡Muchas gracias Jesús! no me podías echar mejor piropo pues ese era mi objetivo, el ir creando interés e ir descubriendo las cosas poco a poco, tal como yo las fui descubriendo, sin aburrir, pues era un poco largo 🙂
un beso
Hola Paco, tengo pendiente un paseo por la zona del Puente del Segovia, espero ir pronto, por lo que dices las obras están muy avanzadas… ¿tan feo queda?.
Sobre el restaurante, dicen que estuvo Ava Gardner y personajes así, es muy posible. El pasadizo me hubiera gustado verlo, pero eso no me lo enseñaron 😉
besos
Gracias a tí Jaime por leerlo, el Palacio lo merecía ¿a que sí?
un beso
25 agosto 2010 a 21:22
mcarmen
Me habían hablado de la nueva sede, pero no me imaginaba lo que escondía en su interior, y he pasado miles de veces por la puerta.
El Salón de Baile es una maravilla. Gracias por tan completo post, Mercedes.
Saludos,
26 agosto 2010 a 19:20
artedemadrid
Hola M.Carmen, hace años que quería ver esa muralla, pero tampoco imaginaba todo lo que guardaba el edificio,
gracias a tí por tu visita!
un beso
30 agosto 2010 a 18:35
carlos osorio
Wao! Qué bonito! Gracias, Mercedes.
30 agosto 2010 a 23:55
artedemadrid
🙂 Sí, es un lugar precioso ¿verdad?. Gracias a tí, Carlos.
29 septiembre 2010 a 16:02
Real Academia de Ciencias Morales y Políticas « Arte en Madrid
[…] Real Academia de Ingeniería artedemadrid@gmail.com Los artículos y fotografías publicados en este blog están a disposición de todos aquellos a quienes puedan interesar. Pueden ser utilizados, citando su procedencia y a su autor. En ese caso, te agradecería me lo comuniques por correo-e. Categorías […]
22 octubre 2010 a 18:25
Victoria
Muy interesantes los comentarios que se reflejan en el texto. Soy restauradora y tuve la suerte de trabajar en este palacio algn tiempo. Algunas de las pinturas murales que aparecieron tras un grueso encalado, y el mobiliario fueron intervenidas por un equipo de restauracin en el que participaba. La verdad es que es indescriptible lo maravilloso que puede llegar a ser este palacio, y la calidad artstica presente en todos sus rincones (mobiliario, rodapis, tapices… etc). La reforma ha sido muy acertada porque se acomoda a las necesidades actuales, pero hay muchsimas salas que no se corresponden con su aspecto original. No obstante, me siento muy orgullosa de que se recupere este tipo de patrimonio porque es el que realmente nos hace revivir en primera persona, debido a su tridimensionalidad, la vida de principios del XIX.
23 octubre 2010 a 22:57
artedemadrid
Muchas gracias por tu comentario Victoria, y enhorabuena por tu trabajo. desde luego tienes motivos para sentirte orgullosa. Debe ser emocionante hallar esas pinturas y poder restaurarlas, y es una suerte para todos recuperar este tipo de edificios. Yo disfruté muchísimo en la visita, comprendo lo que debió ser colaborar en su rehabilitación.
Saludos, y bienvenida,
Mercedes
4 noviembre 2010 a 00:03
Real Academia de Farmacia « Arte en Madrid
[…] Academia de Ciencias Morales y Políticas. Real Academia de Ingeniería. artedemadrid@gmail.com Los artículos y fotografías publicados en este blog están […]
13 febrero 2011 a 20:49
Real Academia Nacional de Medicina « Arte en Madrid
[…] En 1892 se decidió buscar un local amplio y se alquiló el piso bajo de la casa-palacio de los condes de Oñate, en la calle Mayor nº 6, y allí vivieron hasta 1912 en que fue derribada. Entonces alquilaron un “cuarto principal” del palacio de Pinohermoso, en la calle de don Pedro. […]
20 febrero 2011 a 00:01
Jardín del Palacio de Buenavista « Arte en Madrid
[…] palacio, junto a su esposo, José Álvarez de Toledo con quien antes de trasladarse aquí vivió en su Palacio de la calle de Don Pedro, que ya […]
25 febrero 2011 a 00:06
Emilio
El edificio de la Academia se construyó adosado a la muralla cristiana. Eso siempre supuso un ahorro para el constructor pues aprovechaba un bien común. Ello nos convierte al pueblo de Madrid en copropietarios de una porción de dicho edificio.
Una parte de los bienes comunes no os la enseñaron. Se trata de la entrada a la galería que conducía, sin lugar a duda al palacio de Éboli y seguro al Palacio Real. También conduciría a la galería, a la que se accede desde la Capilla del Obispo y desde otros locales de la plaza de la Paja. (las de la acera izquierda según se baja hacia la calle de Segovia) . En la Academia, la entrada a la galería se encuentra en los aseos femeninos a un par de metros de la muralla. Espero que pronto me dejen fotografiar ambos bienes comunes.
25 febrero 2011 a 00:08
Emilio
Quisiera recibir en mi correo cualquier comentario sobre estos temas
17 julio 2012 a 20:06
Jose
En primer lugar, recibid un cordial saludo a todos. Soy una persona que estuve trabajando en este lugar cuando se denominaba Agencia para el Aceite de Oliva, precediendo a la actual academia. Sencillamente quisiera apuntar que es un lugar especial para mi, independientemente que fuese lugar de trabajo, sino en el enclave en el que está ubicado. Personalmente la zona de los Austrias tiene algo que me llega hasta dentro y en cuanto dispongo de un rato libre me tiro las horas muertas paseando por la Plaza de la Paja, calle del Almendro, Cava Baja, etc… No os quiero aburrir más, ya que por mi parte no aporto ningún dato histórico sino más bien sentimental y que por suerte siempre estará ahí. Gracias a todos por admirar lugares tan entrañables.
17 julio 2012 a 22:25
Mercedes
Hola José, no nos aburres en absoluto, al revés, tu comentario es precioso, muchas gracias. Muchos de nosotros compartimos tu cariño por el Madrid que describes, y nos encanta perdernos por sus calles y plazuelas, así que bienvenido, estás en tu casa.
Trabajaste en un sitio privilegiado, no me extraña que lo recuerdes como algo especial.
9 marzo 2013 a 20:34
Los derechos de los autores | Arte en Madrid
[…] cristiana, fue muy emocionante. A los pocos días, el 24 de agosto, publiqué el artículo titulado Real Academia de Ingeniería, pues como quizá sabéis el palacio ahora es la sede de esta […]
14 marzo 2013 a 18:49
antonio
12 marzo 2013
apadua
Doy las gracias a la Real Academia de Ingenieria, por la restauración.
El vídeo, así mismo, es bastante interesante.
22 marzo 2013 a 16:59
Luis
Hola,
Actualmente se realizan visitas guiadas al palacio previa cita en la propia web de la academia. En la visita enseñan la galería a la que se accede a través del baño de señoras. La guía nos comento que en realidad es un viaje de agua, el de abroñigal bajo en concreto
Saludos
22 marzo 2013 a 20:07
Mercedes
Gracias por la información, Luis.
Saludos
2 marzo 2016 a 22:42
Francis
Lo más sorprendente es poder visitar uno de los viajes del agua pocos conocidos por quienes viven en Madrid.
El más antiguo es del 1400 con una longitud de 22.kms. El llamado Amaniel creado por Felipe III y de propiedad Real.
A lo largo de los siglos y hasta la inauguración del Canal de Isabel II en 1858, los viajes fueron el único suministro de agua con que contaron los madrileños.
Por otro lado, el Palacio muy interesante.
26 febrero 2022 a 23:09
Madrid, siglo XII. La muralla cristiana. | Arte en Madrid
[…] bien restaurado y cuidado, de unos 30 metros, en el sótano del antiguo palacio, actual sede de la Real Academia de Ingeniería. Un […]