A mediados del siglo XV, reinando Enrique IV, el límite norte de Madrid estaba en la plaza de Santo Domingo. Mas allá de la Puerta del mismo nombre sólo había bosques y cursos de agua que regaban los fértiles terrenos. Y así fue hasta finales del siglo XVI, cuando Felipe II estableció la capitalidad en la Villa.
Por entonces comenzaron a aparecer pequeños núcleos de edificaciones fuera de la cerca, llamados “pueblas”, pero no fue hasta el siglo XVII cuando se produjo un gran crecimiento de población, y bajo el reinado de Felipe IV se construyó una nueva Cerca y se llevó a cabo la urbanización y deforestación de toda esta zona. La Puerta de salida de la villa por el norte pasó a situarse en la actual glorieta de San Bernardo, era la Puerta de Fuencarral.
Entre ambas puertas, sobre un antiguo camino, surgió la calle de los Convalecientes de San Bernardo, alrededor de la cual se trazaron las nuevas calles, una de ellas fue la Calle de las Beatas, que recibió este nombre por el cercano Beaterio, llamado de Santa Catalina de Siena, que se encontraba junto al Convento de Santo Domingo.
Fue en 1887 cuando pasó a denominarse calle de Antonio Grilo, dedicada al poeta cordobés miembro de la Real Academia de la Lengua.
En el inicio del año 2004, un edificio en el número 8 de esta calle, creada sobre aquellos terrenos boscosos históricos, fue el protagonista de una noticia singular. La casa estaba en ruinas y a punto de desaparecer, había sido expropiada a sus dueños para construir un ambulatorio. Pero lo más curioso de todo era que una gran parra que había nacido en su interior hacía más de sesenta años, salía del portal, recorría toda la fachada y se adentraba en los balcones de las viviendas.
(Foto: Claudio Álvarez, El País, 2004)
Poco después el edificio fue derribado, la vid desapareció, nunca se construyó el ambulatorio y el solar ha permanecido abandonado durante años.
Hace unos días leí en el periódico digital Somos Malasaña la pregunta ¿Qué hacemos en el solar público de Antonio Grilo?. Hablaban de un solar propiedad del Ayuntamiento que el pasado mes de junio se había anunciado como un nuevo espacio liberado, tras su ocupación por los integrantes del Patio Maravillas -famoso centro social, actualmente en un edificio ocupado en la calle del Pez-, con el fin de convertirlo en huerto urbano.
El reportaje no mencionaba el número de la calle, pero, no se por qué, inmediatamente lo relacioné con el recuerdo de la antigua parra en esa misma calle, una de esas historias que llaman la atención pero que el paso del tiempo lleva al olvido y a no saber cuál fue el desenlace.
Se trata efectivamente del solar donde hace cerca de siete años aún vivía la enorme y asombrosa vid.
Tal vez estos terrenos, antes acostumbrados a ver crecer poderosos árboles, propiciaron la vida de la desaparecida parra.
No muy lejos, en el jardín de la antigua Universidad Central de San Bernardo, desgraciadamente convertido en un aparcamiento, sobrevive una antiquísima encina, como hace algún tiempo nos contaba Carlos Osorio en su blog Caminando por Madrid.
Ahora los vecinos ya han comenzado a plantar algunas semillas en este recién nacido huerto urbano.
Seguimos sin saber cuál será el desenlace de la historia, si este solar abandonado durante tanto tiempo conseguirá ser escenario de actividades positivas, como pretenden sus ocupantes, o si en el futuro por fin albergará algún servicio necesario para el barrio, pero mientras tanto seguro que el huerto dará sus frutos.
Texto y fotografías por Mercedes Gómez
20 comentarios
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16 octubre 2010 a 22:00
José Casado
Hola Mercedes. Curiosa historia esta que nos contado Gracias por compartirla.
16 octubre 2010 a 22:52
artedemadrid
¡Hola José! sí que es curiosa ¿verdad?,
gracias a tí por tu comentario y por estar ahí
Mercedes
16 octubre 2010 a 23:24
elena asins
bonita la historia, mercedes.
es curioso como la naturaleza sigue su curso sin tener en cuenta las exigencias públicas.
frente al monasterio de leyre, lugar maravilloso, se hizo un enorme embalse. me contaron, que cuando el embalse esta vacío, por una razón u otra, puede verse como un pequeño río sigue su curso hacia el mar, implacable, en un desafío hacia el agua que artificialmente encierran en su crecida.
abrazos mercedes y gracias
elena asins
17 octubre 2010 a 10:53
cecilia
Con la especulación galopante que sufre esta ciudad, lo más probable es que construyan edificios de apartamentos (20 o 30 metros cuadrados a 300.000 euros) y se acabe la historia de los huertos, los ambulatorios y la camaradería vecinal.
17 octubre 2010 a 19:06
artedemadrid
Hola Elena, me alegro te haya gustado la historia,
y muchas gracias por contarnos la del Monasterio de Leyre
un abrazo
Cecilia, cuando un solar en pleno centro de Madrid lleva muchos años sin construirse nada en él, pienso que es por algún motivo que lo impide. Si se expropió para dotaciones sociales, a lo mejor no es tan fácil lo de los pisos, aunque no imposible, claro. No se, veremos qué pasa.
saludos
17 octubre 2010 a 21:14
J. J. Guerra Esetena
Hola Mercedes:
Recuerdo perfectamente la gigantesca parra de ese inmueble. Era impresionante y no pasaba desapercibida para nadie. Hace ya varios años que no paso por ahí y me ha entristecido saber que ahora hay un solar. Aquel edificio tenía un aire melancólico, que daba que pensar. Esperemos que el huerto dé sus frutos…
Un abrazo, Jesús
18 octubre 2010 a 11:38
Paco
No sé por qué pensé en Pepito al leer el título del post 🙂
Yo puedo entender que una persona compre un piso como invesión y lo tenga cerrado porque si lo alquilas te lo pueden destrozar. Pero un solar entero, y con la escasez que hay de espacio…. Deberían dar un plazo de tiempo para hacer algo con él, me da igual que sean pisos, centros comerciales, lo que sea. Y si no se hace nada, que sea el ayuntamiento quien se encargue de darle una utilidad, pero se haga lo que se haga con él, que sea con medios.
Besos
18 octubre 2010 a 13:51
anapedraza
¡Hola Mercedes!
Las parras, o vides, son un trozo de granito de la mejor calidad, aguantan de todo lo malo.
Curiosa historia, ¡gracias por compartirla!
¡Un beso!
Miguel
18 octubre 2010 a 20:14
artedemadrid
Hola Jesús, ¿si, conociste la parra? yo nunca llegué a verla, fuí tras leer la noticia, el edificio aún no lo habían derribado, pero la parra ya no existía. Una pena. Lo que me ha extrañado es el tiempo que ha pasado sin que construyan nada.
Esperemos…
un abrazo
Hola Paco, últimamente estás muy bromista 🙂 me encanta.
Opino como tú, no entiendo a veces cómo se llega a algunas situaciones. Fui a ver qué encontraba el martes, que era fiesta, poco después de mediodía. La puerta estaba cerrada y no había nadie, pero no se si durante la noche loca anterior esa puerta fue utilizada para algún tipo de necesidades porque olía fatal.
un beso
Gracias a tí, Miguel!. Esta parra parece ser que aguantó mucho, hasta que la talaron.
un beso
19 octubre 2010 a 19:16
Manuel Romo
Hola Mercedes,
Siempre me pareció un poco siniestro y misterioso ese edificio, con toda la fachada cubierta de vegetación en plan selvático. Ahí, un director avispado hubiera hecho unas buenas tomas para una película de «miedos y peligros». Hace poco vi que lo habían derribado, se acabó el primer misterio, ahora vendrá el segundo y más interesante, ¿qué ocurrirá con el solar?
Un beso.
19 octubre 2010 a 23:14
artedemadrid
Hola Manuel, sí que debía ser un sitio un poco inquietante, bien pensado no creo que me gustara que una parra subiera por mi casa…
un beso
20 octubre 2010 a 13:26
carlos osorio
Bonito reportaje. Lo del huerto urbano es una buena noticia, ya que el Consistorio no sabe qué hacer con los edificios municipales ni crea equipamientos.
20 octubre 2010 a 20:09
artedemadrid
Gracias, Carlos.
Desde luego, mejor el huerto urbano que el abandono…
22 octubre 2010 a 01:56
El Jardín Maravillas busca jardineros | Somos Malasaña
[…] hasta que en la época de Felipe IV se comenzó a urbanizar la zona (tal y como explica el blog Arte en Madrid), y que mucho más recientemente una parra gigantesca salía por la puerta de lo que era el […]
10 noviembre 2010 a 08:44
marta v
Gracias por el reportaje. Es muuy interesante.
Os contaré que este sábado 13 de noviembre, el colectivo perteneciente al Jardín, parte del patio y algunos vecinos da la bienvenida en una fiesta popular a todo el que quiera acercarse al solar de Antonio Grilo a partir de las 12. Se realizarán talleres de huerto para niños, talleres de creación artesana de jabón y una comida popular donde compartir viandas. El huerto ha dado sus frutos y nos gustaría que lo vieráis… y participaráis.
Saludos para tod@s.
10 noviembre 2010 a 19:27
artedemadrid
Hola Marta, muchas gracias por tu comentario y por tu invitación.
saludos
Mercedes
21 marzo 2011 a 12:34
Antonio grilo: un relato de libros, crímenes y sueños | Somos Malasaña
[…] de un solar allí hubo una casa ruinosa de curioso aspecto, pues toda su fachada y balcones eran ocupados por una gigantesca parra de más de medio siglo que […]
9 mayo 2011 a 14:55
amparo
Me ha gustado mucho el reportaje. Nací en el núm. 10 de Antonio Grilo y la parra del núm. 8 fue para nosotros, los chicos del barrio una envidia de casa, su cochera, el edificio, etc. era de los más bonitos del barrio. No tenía ningún misterio, no así el núm. 3 que hubo varios crimenes, entre ellos el del sastre, que los que vivimos ese momento, nos quedará grabado para siempre.
9 mayo 2011 a 20:50
Mercedes
Gracias Amparo, por tu comentario y por contarnos tus recuerdos.
¡Menuda historia la del nº 3!
9 julio 2014 a 13:39
CINE DE VERANO EN EL JARDÍN DE MARAVILLAS | Música y Pitanzas
[…] artículo del Blog Arte en Madrid , Calle de Antonio Grilo Nº 8 extraemos […]