La Real Academia Nacional de Farmacia es una institución muy antigua, su origen se remonta al año 1589, cuando reinaba Felipe II, en que los Boticarios de la Villa de Madrid constituyeron la Congregación y Colegio de Boticarios del Sr. San Lucas y Nuestra Sra. de la Purificación, con sede en el desaparecido Convento de San Felipe el Real, que se encontraba en la Puerta del Sol, en el inicio de la calle Mayor. En la Edad Media las asociaciones gremiales estaban ligadas a las religiosas, siendo Felipe IV quien, en 1650, separó los gremios de lo religioso, declarando a la Farmacia Arte Científico.
A partir de 1700, Felipe V, impulsor de las Reales Academias, convirtió dicha congregación en Real Colegio de Farmacéuticos con el fin de que se dedicase al «cultivo y adelantamiento de la Farmacia, Química, Botánica e Historia Natural».
A lo largo del siglo XVIII el Colegio tuvo varias sedes. En un principio se instaló en la calle San Pedro, en el Barrio de las Letras. En 1745 se trasladó a la calle del Barquillo esquina Saúco –actual calle Prim-, donde, entre otras cosas, de acuerdo con el espíritu y fines de este Colegio, se creó un Jardín Botánico donde se cultivaban las plantas que servían para elaborar las sustancias medicinales.
En 1780 hubo un nuevo cambio, a la calle de Relatores esquina Urosas -hoy calle Luis Vélez de Guevara-, pero, debido al gran crecimiento de su Laboratorio, el Colegio se vio en la necesidad de comprar una casa, eligiendo una en la calle de Atocha.
En los comienzos del siglo XIX, se creó el Colegio o Escuela de Farmacia de San Fernando, que se instaló en esta sede de Atocha, hasta que en 1830 finalizó la construcción de su propio edificio en la entonces llamada calle de San Juan, entre las calles de Fuencarral y Hortaleza. Fue construido por suscripción entre todos los farmacéuticos de España, como se puede leer en la lápida colocada en el vestíbulo en 1930, cuando se cumplía el primer centenario. Desde ese año se utilizó como Colegio y luego como Facultad de Farmacia de San Fernando, hasta que se construyó la Ciudad Universitaria. Su arquitecto fue Pedro de Zengotita Vengoa.
El edificio de estilo neoclásico, es bonito, aunque debido a la estrechez de la calle no se puede apreciar muy bien y quizá sea bastante desconocido. La fachada fue construida en tramos adaptados a la forma curva de la vía.
En el pasado existió un gran jardín en la parte trasera, hoy día desaparecido.
Poco después, por acuerdo municipal de 11 de enero de 1835 la calle de San Juan pasó a llamarse calle de la Farmacia.
El frontón triangular con el escudo en el tramo central fue añadido posteriormente.
En 1932 el Real Colegio de Farmacéuticos pasó a llamarse Academia Nacional de Farmacia, a la que después de la guerra se le añadió la denominación de Real, siendo trasladada a la calle Campoamor número 18, en espera de edificio propio.
En 1967 el edificio de la antigua Facultad de Farmacia fue reformado y allí fue trasladada la Real Academia, donde continúa.
Fue declarado Monumento Bien de Interés Cultural en 1997.
Tras la puerta principal, en el número 11 de la calle, como decíamos, se encuentra un amplio vestíbulo en el que una lápida a la izquierda, colocada en 1930, en su centenario, recuerda la inauguración del edificio en el mes de noviembre de 1830. Enfrente a la derecha, otra lápida rememora la recuperación del inmueble en 1967 para sede de esta Real Academia, y su reforma veinte años después.
Los fines de esta institución son “fomentar la investigación y el estudio de las Ciencias Farmacéuticas y sus afines; asesorar al Gobierno de la Nación, Administraciones públicas, Organismos públicos, Agencia Española del Medicamento, agencias científicas y tecnológicas y a cuantas instituciones públicas o privadas lo soliciten, en todo lo que se refiera a las Ciencias Farmacéuticas y al Medicamento, y cuanto se relacione con ellas y con la promoción de la Salud; y elaborar informes o dictámenes sobre las materias que le son propias.”
Por una bella escalera adornada con algunas de las obras de arte propiedad de la Academia, subimos a la primera planta.
Allí se encuentra el Salón de Sesiones solemnes.
Salón presidido por el retrato del rey Felipe V.
Preciosos pasillos distribuyen las estancias, acogedoras salas de espera, salones…
Y la Biblioteca, con sus vitrinas y estanterias llenas de libros de todas las épocas y disciplinas relacionadas con la Farmacia, que ocupa varias salas.
También se encuentran en esta planta el Salón Rojo o de los espejos, utilizado para la celebración de sesiones privadas, y la Galería de Presidentes y Directores de la Academia.
Además, la Real Academia ofrece a los madrileños su Museo de la Farmacia.
El Museo fue creado en el siglo XIX y desde 1994 se encuentra aquí instalado, tras obras de reforma y mejora en las que se adaptó para museo la zona del edificio que tiene entrada por el nº 9 de la calle. Sus colecciones proceden fundamentalmente de la propia Academia, o de donaciones.
Una de las joyas del Museo es la Farmacia abierta en 1876 en la calle del Príncipe número 13, de estilo neogótico, que estaba de moda en aquellos últimos años del siglo XIX. En 1925 fue adquirida por otro farmacéutico que trasladó todo su contenido, los bellos anaqueles y el botamen a El Tiemblo, en Ávila. Cerrada al público en 1948, poco a poco se fue deteriorando y estuvo a punto de ser derribada, por suerte en 1994 la Real Academia decidió su adquisición y restauración, gracias a lo cual hoy día podemos disfrutarla.
Está formada por la Botica y la Rebotica, ambas construidas en madera de pino, con sus anaqueles repletos de botes de porcelana blanca y de delicado cristal tallado de todos los tamaños, en los que se iban reponiendo los diferentes medicamentos que se despachaban por entonces.
También se conserva la mesa que servía como mostrador, de madera de limoncillo y tablero de mármol.
La rebotica se encuentra en la planta baja:
El Museo está formado además por varias colecciones, objetos y documentos de la propia Academia, y todo tipo de material relacionado con la Historia de la Farmacia en España.
Instrumental científico, recipientes de muchos tipos, siendo especialmente valiosos los de cerámica de Talavera del siglo XVIII, botellas de cristal, una gran colección de minerales. Uniformes y trajes de los Académicos. Medallas, títulos, diplomas…
En fin, en una gran sala, varias vitrinas muestran una infinidad de objetos inimaginables relacionados con la Farmacopea, su historia, y sus protagonistas.
El Museo de la Real Academia Nacional de Farmacia, según la información que facilitan en su web, es visitable, previa petición por correo-e.
Texto y fotografías por : Mercedes Gómez
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Fuentes:
Real Academia de Farmacia
Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid
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Otras Reales Academias:
Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.
Real Academia de Ingeniería.
21 comentarios
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4 noviembre 2010 a 00:20
José Casado
Mercedes, vuelves a deleitarnos con uno de tus post. Es un sitio realmente bonito, y gracias a ti, lo hemos conocido por dentro.
Gracias y enhorabuena.
4 noviembre 2010 a 02:48
Bélok
Estoy harto de pasar por esa calle desde hace muchos años y siempre pienso lo mismo… que desperdicio de edificio por estar tan escondido. Muy bien ilustrado este artículo, como siempre en tu línea Mercedes. Por cierto, muy buena idea de poner un sello en tus fotos. Estoy pensando en hacer lo mismo con las mías que me las encuentro por todos sitios, jajajajaja. Aunque me dapena poner letras en las fotos.
4 noviembre 2010 a 09:14
Paco
Otro paseo por la historia 🙂
A mí nunca me han gustado las farmacias, creo que es por el olor, me pasa lo mismo con los hospitales. Eso si, la decoración es de lo más curiosa. En Madrid quedan muy pocas que sean realmente antiguas. Hace poco desmontaron una por Chueca.
Donde sí que da gusto verlas es en la zona vieja de las ciudades pequeñas, sobre todo en Castilla.
Como siempre, te ha quedado un post redondo.
Besos
4 noviembre 2010 a 11:15
mcarmen
Conocía la institución, pero nunca he entrado al Museo. Sólo por ver en directo esa preciosa botica, me lo apunto en pendientes.
Gracias por el interesante paseo, Mercedes.
Saludos,
4 noviembre 2010 a 12:33
Otro Ricardo
La visité hace muchos años en una jornada de puertas abiertas. Entonces nos explicaron que la decoración de madera tallada del salón de espejos provenía de una de las muchas casas derribadas en la Castellana. No recordaba el aspecto del salón de sesiones: es una copia casi literal de la sacristía de la catedral de Toledo. Tengo que buscar las notas de aquella visita: si hay algo interesante lo compartiré aquí. Un saludo.
4 noviembre 2010 a 17:27
elena asins
magnífico mercedes!!!!
ya ves, ni siquiera lo conocía. se lo voy a enviar a itziar, mi farmacéutica, con la que tengo una grata amistad, seguro que la encanta y también tiene una gran sensibilidad para el arte.
muchísimas gracias por esa investigación eshaustiva, que ha dado lugar a crear estas interesantes y bellas páginas.
abrazos
elena asins
4 noviembre 2010 a 17:45
ROMO XIII
Por Dios, qué trajín de sedes tuvieron los pobres, un par de traslados más y desisten de montar sede.
Haciendo un símil de lo que decía el slogan de una marca juguetera de antaño, «Artículo completo, artículo Mercedes»
¡Felicidades!
4 noviembre 2010 a 21:20
J. J. Guerra Esetena
Qué bonito, Mercedes. Todo un despliegue de documentación y, como siempre, descubriéndonos esos interiores a los que casi nunca se accede, bien por desidia, bien porque hay restricciones. Enhorabuena.
Un abrazo, Jesús
4 noviembre 2010 a 22:05
artedemadrid
Me alegro mucho de que te guste, José, gracias a tí por acompañarme siempre en “mis paseos” 🙂
Gracias Bélok. Lo de la firma en las fotos es otro trabajo más, pero, sean buenas o malas, son mías y hacerlas ocupa mi tiempo y mi esfuerzo, y fastidia a veces ver alguna por ahí como si la hubiera hecho otra persona.
Hola Paco 🙂 me alegro de que te guste el paseo.
El olor de los hospitales es terrible, pero las farmacias no siempre me desagradan, a veces huelen a menta y cosas así, y a veces entro solo a comprar cremas o potingues. A mí me encantan las antiguas, quizá algún día haga un post… ¿En Chueca, en qué calle? qué pena.
un beso
M.Carmen, ten en cuenta que tardan mucho en darte cita, así que escribe con tiempo. La botica es preciosa, y leer los letreros de los frascos muy divertido.
Gracias a tí por tu compañía!
4 noviembre 2010 a 22:14
artedemadrid
Hola Ricardo, te agradezco mucho la información, es muy interesante. Tengo fotos del salón de los espejos pero hay demasiadas personas en ellas, por eso no he puesto, es un salón precioso. Cuando hice el post sobre el Palacio de Anglada leí que cuando tiraban un palacete de la Castellana, la gente iba en busca de materiales para sus residencias. Espero nos cuentes más cosas.
saludos
¡Gracias Elena! espero que también le guste a tu farmacéutica.
un abrazo
Hola Romo XIII, muchas gracias por el slogan, todo un cumplido 🙂
¡Hola Jesús! para estos posts es básico el haber podido entrar a conocer el lugar, para mí es la “documentación” más importante, y, como bien dices, no siempre es posible. Me alegro mucho de que te haya gustado.
un abrazo
saludos y gracias a todos
Mercedes
6 noviembre 2010 a 21:06
Doña Umé
Realmente, como decís, es una pena que este edificio esté tan escondido. Y no solo éso. Yo también paso mucho por esa calle y desde hace ya bastante tiempo la veo hecha una pena: Los baches son continuos y casi se convierten en socavones. Está siempre sucia.
¿ Es que no hay nadie que se ocupe de tanta dejadez?.
¿Dónde se meten, que no ven lo que vemos los demás?
Felicidades por tu blog, Mercedes. Yo te sigo y te admiro.
Un abrazo.
7 noviembre 2010 a 00:36
artedemadrid
Es verdad Doña Umé, el otro día la calle no me dio muy buena impresión.
A ver cuando terminen las obras de la cercana iglesia de San Antón y la futura sede del COAM en el antiguo Colegio en la calle Hortaleza, si la zona sale beneficiada. Ahora entre la Academia de Farmacia y la parte trasera de la iglesia hay un solar…
Muchas gracias por tu visita y tus palabras, eres muy bienvenida,
un beso
Mercedes
9 noviembre 2010 a 12:56
Maria Rosa
Como siempre pensé escribirte nada más terminar de leerte pero algo me lo impidió y pensé hacerlo «luego» y mira lo que ha pasado con el luego…En fin, que ahora me lo he vuelto a leer y nuevamente me ha encantado, no tenía ni idea de que ese edificio tan poco visible ocultará algo tan bonito y tan importante; voy a llamar para pedir cita…Lo más parecido que he visto es el pequeño, pero también encantador Museo que existe dentro de la Facultad de Farmacia en la Ciudad Universitaria; es una pequeña delicia y también tiene una Farmacia antigua y la reproducción de una «cueva» de alquimistas…. Creo que guardé el teléfono donde hay que llamar a pedir la cita (en días laborables y cuando hay clases en la Facultad) y además te lo enseña una persona muy encantadora; si te es útil dímelo y te lo mando
9 noviembre 2010 a 23:47
artedemadrid
Muchas gracias María Rosa, pues me alegro mucho de tu visita, aunque haya sido «luego» 🙂 y me alegro de que te guste el post.
No conozco el Museo de la Facultad de Farmacia, me encantaría ver esa cueva de alquimistas, aunque entre semana no puedo normalmente, me lo apunto para la primera ocasión posible, te agradeceré me envíes el teléfono.
un afectuoso saludo
Mercedes
11 noviembre 2010 a 11:07
carlos osorio
Un sitio extraordinario, Gracias, Mercedes!
11 noviembre 2010 a 16:05
anapedraza
¡Hola Mercedes!
Eres una «medicina» para mi.
No te he olvido, lo que pasa es que estoy muy ocupado y por eso ando apartado de la blogsfera.
Conocí éste edificio por Telemadrid, pero tu post lo acerca mucho más, y lo da a conocer mucho mejor. Muy bien las fotos, muy ilustrativas, y mejor todavía las explicaciones.
Una vez más, ¡te felicito!
¡Un beso!
Miguel
11 noviembre 2010 a 22:15
artedemadrid
¡Gracias a tí, Carlos!
11 noviembre 2010 a 22:18
artedemadrid
¡Hola, Miguel, muchas gracias! ya se que no me olvidas, y que siempres estás ahí acompañando, además con buenas palabras 🙂
Yo también llevo unos días más liada de lo habitual, pero en un momento u otro, siempre vuelvo, como tú.
besos
Mercedes
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