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La semana pasada fue inaugurada una exposición en el edificio que hasta hace poco albergó el Museo del Ejército, en la calle de Méndez Núñez. Bajo el título de DOMUSae –inspirado en la expresión domus musae, que significa «la casa de las musas», o «donde habitan las musas»-.
Me enteré por un reportaje del diario ABC, que la calificaba de “autobombo” del Ministerio de Cultura. A pesar de todo, personalmente me resultó muy interesante el tema y el lugar, y ayer fui a visitarla.
La realidad es que muestra algunos edificios construidos o rehabilitados a lo largo de los últimos treinta años, como precisa la propia noticia, para albergar espacios culturales, Museos, Archivos o Bibliotecas, y también hay que decir que la autora del texto aún no debía conocer la exposición pues se inauguraba esa tarde.
Sí que es cierto que desde que se cerró el edificio y tras alguna propuesta, no se ha llegado a tener claro su futuro. Recordemos que el proyecto de traslado del Museo del Ejército a Toledo nació hace más de catorce años, el camino hasta aquí ha sido largo y difícil.
A la espera de decidir su destino y comenzar su necesaria restauración, el Ministerio actual ha decidido dedicarlo a exposiciones temporales. Esta me parece recomendable en sí misma, pero lo que me resultó más sugerente es el lugar en que se desarrolla, y el montaje realizado.
Antes que Museo del Ejército este singular edificio fue Salón de Reinos, una de las más suntuosas estancias del antiguo Palacio del Buen Retiro, Real Sitio construido en la década de los años treinta del siglo XVII para el rey Felipe IV.

El Palacio del Buen Retiro en 1636-1637, atribuido al pintor Jusepe Leonardo. El Salón de Reinos, situado entre la Plaza Cuadrada y la Plaza Grande.
El Salon de Reinos era un largo espacio rectangular situado entre las dos grandes plazas del Palacio, decorado para gloria y disfrute de la Monarquía. Sus paredes fueron cubiertas por doce escenas de batallas, de grandes victorias, representadas por los mejores pintores, entre ellos Diego Velázquez, con su cuadro Las Lanzas o La Rendición de Breda. Además, junto a las puertas se colocaron los retratos de Felipe III y Margarita de Austria, Felipe IV e Isabel de Borbón, todos ellos realizados por Velázquez. Y finalmente, sobre las ventanas, varios cuadros representando a Hércules, obra de Zurbarán.
Junto con el Casón –antiguo Salón de Baile-, aunque este muy modificado en su exterior, constituyen los únicos restos del Palacio del Buen Retiro.
Se considera sus autores a Juan Bautista Crescenzi y Alonso Carbonell, Maestro Mayor del Real Sitio. Su aspecto exterior es típico del Madrid de los Austrias, con sus dos torres con chapiteles.
En 1884 fue reformado para Museo de Artillería.
La exposición comienza en la planta baja, con fotografías de los edificios antes de su rehabilitación, en un espacio a su vez necesitado de restauración.
Madrid está representado por la Antigua Fábrica de Tabacos, y el propio Salón de Reinos.
Subimos a la primera planta, donde en un primer espacio se exponen las maquetas y documentación existentes sobre los proyectos realizados.
Aquí hallamos las maquetas de la Ampliación del Museo del Prado y la Ampliación del Reina Sofía.
A continuación la estancia principal se ha convertido en una espectacular gran biblioteca blanca, que acoge bajo la bóveda del antiguo Salón de Reinos el material expresamente creado para la exposición, maquetas, libros, videos…
En el otro extremo de la planta, más documentación, planos, fotografías y maquetas. Y finalmente, en la última sala, la historia visual del propio edificio, el Salón de Reinos, desde el siglo XVII hasta hoy.
Falta el último capítulo, saber cuál será por fin su destino en este siglo XXI.
por Mercedes Gómez
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DOMUSae. Espacios para la cultura
Salón de Reinos
Calle de Méndez Núñez
Madrid
Del 16 de diciembre al 16 de marzo de 2011, de 10:00 a 20:00
La existencia de baños públicos se remonta a los orígenes de Madrid, al Mayrit árabe. Quizá existieron antes, gracias a los romanos, pero al menos de momento no se ha podido comprobar, o no tenemos noticias.
Sí hay constancia de los baños árabes en algunos documentos antiguos. Manuel Montero Vallejo habla en sus libros de los baños que se encontraban junto al Barranco por donde entonces fluía el Arroyo de San Pedro, hoy calle Segovia, y que continuaban existiendo en los siglos XIII y XIV. Estaban situados cerca de la iglesia de San Pedro, aproximadamente a la altura de la Fuente de San Pedro o de los Caños Viejos, donde hoy se encuentra la Fuente de Diana.

Barranco de San Pedro fin sg. XV, por M. Montero Vallejo, que sitúa en su dibujo los baños con el nº 3.
Con la llegada de los cristianos en el siglo XI, el baño dejó de estar bien visto, dicen que Alfonso VI, el rey conquistador, no era partidario, y que prohibió construir nuevos establecimientos.
Pero también se cuenta que siguieron funcionando regentados por mujeres mudéjares, y que a ellos acudían en buena armonía cristianos, musulmanes y judíos. Montero cuenta que esos mismos baños que aún existían a finales del siglo XIV los tenía arrendados una tal doña Xançi.
Otro de los baños medievales se encontraba en la plazuela de los Caños del Peral, hoy plaza de Isabel II, cerca de la Puerta de Valnadú, una de las puertas de la muralla cristiana.
Gracias a los literatos del Siglo de Oro sabemos que en el siglo XVII los madrileños eran muy aficionados a bañarse en el río, y parece ser que a orillas del Manzanares se organizaban fiestas algo subidas de tono. Hemos leído mucho sobre las romerías a orillas del río en tiempos de Felipe IV, pero nunca habíamos visto sus imágenes, hasta que llegó este cuadro de Félix Castello al Museo Municipal.
La escena, un verdadero “jardín de las delicias” madrileño, representa los baños en el Manzanares, frente a la Casa de Campo, en el Camino del Pardo, junto al llamado Molino Quemado, que también Texeira representó en su plano.
Pero en invierno hacía mucho frío, y había que buscar otras soluciones. La primera Casa de Baños de la que se tiene noticias es una en la calle Jardines, abierta en 1628. Solicitó licencia de apertura un italiano llegado a la capital, argumentando que el agua era necesaria para la salud, todo el año, no únicamente en el verano.
Se le concedió, pero para acudir era necesario llevar la “receta” del médico. Además, los baños de las mujeres estaban prohibidos en la misma casa que los de los hombres, y mientras ellas se bañaban ellos no podían entrar, aunque fuese su marido.
Cuentan los cronistas que, mediado el siglo XIX, existían en Madrid diecinueve Casas de Baños, aunque algunas solo abrían en verano. Las pilas eran de piedra blanca de Colmenar, o de mármol. Además de los baños normales, estaban disponibles también baños de “salvado, aromáticos, emolientes y minerales artificiales”.
Uno de los más concurridos eran los Baños de Oriente, de nombre evocador, en la plaza de Isabel II, abiertos en 1830, acaso herederos de los viejos baños de los Caños del Peral.
Y llegamos al siglo XX. No hace tanto tiempo, en 1928, aún no era tan fácil el tener acceso a un baño o ducha en la propia casa. Existían varias casas de baños, pero eran demasiado caras para la mayoría. Se inauguró la primera casa municipal, en el Portillo de Embajadores, obra del arquitecto municipal José Lorite. Tenía una planta con azotea, en el zaguán dos taquillas, una para las señoras y otra para los caballeros, y dos salas de espera, igualmente separadas.
En la República, dentro de una política de higiene pública que había comenzado en la década anterior, además de los de Embajadores se construyeron otros Baños en la avenida de los Toreros y en Bravo Murillo, bajo las ideas del Racionalismo, tal como estaba ocurriendo en la construcción de Dispensarios antituberculosos.
Con la mejora de las condiciones en la vivienda la situación fue cambiando. En 1974 seguían existiendo los Baños de Oriente. A la vez las Guías de la ciudad anunciaban saunas finlandesas, suecas y baños turcos, situados en los barrios más acomodados. Además, por entonces seguían existiendo tres establecimientos de Baños Municipales, en la Glorieta de Embajadores 1, Bravo Murillo 133, y avenida de los Toreros 3-5.
En el barrio de la Latina, en la plaza de la Cebada, junto al mercado, existía otra Casa de Baños.
El edificio de la avenida de los Toreros, también obra de José Lorite, estuvo a punto de ser derribado debido a su estado ruinoso, pero se salvó de la piqueta y hoy día alberga el Centro Cultural de Buenavista, tras la reforma de Salvador Pérez Arroyo en 1982. Una singularidad del edificio son sus pabellones laterales, antiguas piscinas, hoy convertidas en la biblioteca y el salón de actos.
Hasta hace poco tiempo aún funcionaban las otras tres Casas de Baños en Madrid:
La de la Plaza de la Cebada, que aunque en la web del Ayuntamiento figura como cerrada por obras, la realidad es que el edificio en el que se encontraba fue derribado, y ahora hay un solar.
La de Bravo Murillo fue cerrada a principios de este año para su reforma integral. Según las noticias publicadas entonces, se preve su reapertura para mediados de 2011.
El domingo pasado fuí hasta allí para hacer una fotografía al edificio, sin saber lo que iba a encontrar. Llegué tarde, la vieja construcción ya no existe, la reforma es integral en verdad. El Ayuntamiento, con cargo al fondo estatal para el empleo, está construyendo un Centro de Atención Social de Atención Social a mujeres, inmigrantes y personas sin hogar, según explica el cartel en la propia obra, lo cual es sin duda una buena noticia.
Poco antes de que cerraran esta Casa de Baños tuve ocasión de hablar con una de las personas que la atendían, y me contó muchas cosas interesantes del edificio, que desde 1932 no había tenido ninguna restauración. Habló con cariño y cierto orgullo de un lugar en el que debía llevar mucho tiempo trabajando. Se decía que en el edificio vivía un duende. Derribada la casa, se ignora si se ha trasladado o continúa por allí…
Aunque los días de más visitas eran los lunes y los viernes, la mayoría, muchos inmigrantes, acudían todos los días a lavarse. Veinte minutos de agua caliente por quince céntimos.
Los usuarios, en su mayor parte personas sin hogar, le contaban que preferían ir a Bravo Murillo en lugar de a Embajadores porque aquí conservaban los dos grifos de agua caliente y agua fría, que ellos mismos podían regular. En las modernas instalaciones de Embajadores hay grifo a presión, con duración limitada, pero según comentaba mi interlocutor, esto quizá no ahorre agua, porque al no poder mezclarla, o se queman o se hielan, y pulsan el grifo demasiadas veces.
El edificio de la glorieta de Embajadores, aunque había sido reformado hacía pocos años, fue derribado en 2001 para construir el actual, de tres plantas, con mayor número de duchas y seguramente más comodidades, a pesar del grifo a presión, siendo inaugurado cuatro años después.
Hoy día están de moda los spas, balnearios, y baños árabes, más relacionados con el ocio y el bienestar que con la mera higiene, ya que en este siglo XXI casi todas las viviendas tienen cuarto de baño, o ducha.
Pero algunas personas simplemente no tienen casa. Y acuden a la única Casa de Baños actualmente en funcionamiento en la capital, la Casa de Baños de Embajadores, muchos casi todos los días.
Texto y fotografías : Mercedes Gómez
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Bibliografía:
M. Montero Vallejo. Origen de las calles de Madrid. Ed. Avapiés. Madrid 1995.
Museo de Historia de Madrid. Adquisiciones 2003-2006. Madrid 2007.
Mª C. Simón Palmer. Casas de Baños en Madrid. Anales del Instituto de Estudios Madrileños. 1975.
Estampa. 20 marzo 1928.
Ayer fue inaugurada la segunda ampliación de la Estación Puerta de Atocha, proyectada, igual que la primera hace dieciocho años, por Rafael Moneo. Esta primera fase de las nuevas obras ha consistido en la separación de la zona de Salidas y las Llegadas, en previsión del gran tráfico que van a tener en el futuro las Líneas de Alta Velocidad, el AVE.
A pesar de la niebla de la mañana y el ambiente gris, una primera mirada al exterior de la nueva Terminal de Llegadas de Atocha sugiere luminosidad y amplitud. Construida en acero, aluminio y cristal, domina el color blanco y los espacios limpios.
Hace unos meses, en el artículo dedicado a las Esculturas de Antonio López en Atocha, visitamos las monumentales figuras, Día y Noche, que entonces se encontraban en el vestíbulo de llegadas. Tras la remodelación, han abandonado el interior de la estación y han salido a la calle.
Este mediodía aún trabajaban algunos encargados en la colocación de las obras, la estación no será inaugurada de verdad hasta el próximo domingo cuando entre en funcionamiento la nueva terminal y los viajeros comiencen a llegar y sean recibidos por estas magníficas esculturas.
Hoy aún no se podía acceder a la pequeña plaza donde se han instalado, creada a modo de sala de espera al aire libre, pero ya se pueden admirar perfectamente. Son esculturas de gran tamaño que necesitan espacio a su alrededor, y no cabe duda de que aquí lucen en todo su esplendor.
Desde ahora van a estar más cerca del público, y a la vista de todos, ya no será necesario entrar en la estación para contemplarlas, aunque también estarán más desprotegidas. Esperemos disfruten de una feliz nueva vida.
por Mercedes Gómez
Hace algún tiempo disfrutamos de un paseo en busca de la Muralla Cristiana que nos permitió conocer un poquito el origen de la Villa y cuales eran sus límites en la Edad Media, tras la conquista por los cristianos. La Villa de Madrid, que estaba dividida en diez parroquias, barrios o colaciones. Cada una de estas diez parroquias marcaba la división administrativa, no solo religiosa. Hoy os propongo un nuevo recorrido por el interior de aquel Madrid amurallado, y conocer sus iglesias, o sus huellas, los templos más antiguos, que ya figuraban en el Fuero madrileño del año 1202.
Cada una de estas iglesias merecería un artículo, hoy solo se trata de sugerir una ruta para un paseo a través de algunas de las calles y plazuelas más bonitas de Madrid, e intentar hacernos una idea de cómo era nuestra ciudad por entonces. Con la ayuda de algunas de las imágenes más antiguas que tenemos, las ofrecidas por Pedro Texeira en su plano, y sobre todo con ayuda de la imaginación.
El paseo comienza junto a los restos de la Iglesia de Santa María de la Almudena, la más antigua, edificada sobre una mezquita árabe, en la calle de la Almudena frente a la calle Mayor. Se cree incluso que allí existió un templo anterior a la llegada de los musulmanes.
Lamentablemente, en 1868 con motivo de las obras de ampliación de la calle Bailén, fue demolida. En 1998 fueron hallados vestigios de varias épocas, de los siglos XII, XVII y XVIII. Bajo un cristal quedan restos de la cabecera del templo, que nunca debió ser derribado.
Subiendo por la calle del Factor, por cuyo lado izquierdo ascendía la muralla árabe, observamos la plaza de Oriente, antiguo recinto musulmán, donde se encontraba la Iglesia de San Miguel de la Sagra, cerca de la Puerta del mismo nombre. Estas dos iglesias son las únicas que se hallaban dentro del primitivo territorio árabe.
San Miguel se hallaba muy cerca del Alcázar, fue la parroquia de Palacio, aunque desapareció muy pronto, en 1549, por lo que ya no aparece en el plano de Pedro Texeira. No queda ningún vestigio, sin embargo sí existe una imagen de esta iglesia en el grabado realizado por Vermeyen hacia 1534, tan detallado y rico en información, considerado la representación más antigua del Alcázar de Madrid. El templo aparece dibujado entre las dos torres del Alcázar. En algún punto de la confluencia de la actual calle Bailén y el extremo suroeste de la Plaza de Oriente se encontraba esta sencilla iglesia medieval.
Después de admirar las vistas que ofrece este inigualable lugar, tomamos la calle Noblejas hacia la de San Nicolás.
La Iglesia de San Nicolás, cuya torre, del siglo XII, es la segunda construcción más antigua que pervive en Madrid, tras la muralla árabe en la Cuesta de la Vega.
Este templo ofrece una singularidad que ya conocimos, en uno de sus muros luce una pintura abstracta, “Sepulcro vacío”.
Después nuestros pasos nos llevan hasta los restos de la Iglesia de San Juan, en la plaza de Ramales.
La construcción de un aparcamiento y las excavaciones en busca de Velázquez, enterrado en esta iglesia, ofrecieron un número importante de hallazgos arqueológicos, de los cuales se ha conservado una parte bajo un cristal.
Al final de la escalera que conduce al aparcamiento subterráneo, una pequeña estancia muestra cuatro paneles explicativos sobre la evolución de la plaza, la iglesia y el mundo islámico. Además, una vitrina exhibe réplicas de algunos de los restos cerámicos hallados.
Muy próxima a San Juan se hallaba la primitiva iglesia de Santiago, en la plazuela del mismo nombre. Ambas fueron derribadas por orden de José I, sin embargo poco después, en 1811, éste mandó construir una nueva iglesia casi en el mismo lugar.
Por tanto, la mayor parte de las obras o imágenes en su interior pertenecen al siglo XIX, pero alguna procede de la antigua iglesia, como la espléndida pintura del Altar Mayor, “Santiago en la batalla de Clavijo”, de Francisco Ricci (1657). También posee alguna procedente de la iglesia de San Juan, como el “Bautismo de Cristo” de Carreño de Miranda, de finales del XVII.
Volvemos a la calle Mayor, caminando por la calle de los Señores de Luzón –antes de San Salvador-, en cuya esquina, frente a la Plaza de la Villa, se encontraba la Iglesia de San Salvador, sede del Ayuntamiento o Concejo hasta la construcción de la Casa de la Villa, terminada a finales del XVII. Una placa nos recuerda que en ella celebraron durante más de tres siglos sus sesiones públicas los Regidores del Concejo de Madrid creado por Real Cédula de Alfonso XI el 6 de enero de 1346. La parroquia fue demolida en 1842.
En el edificio contiguo al lugar donde antaño se encontrara esta iglesia, existe ahora una cervecería, la Cruz Blanca, donde hacemos un alto en el camino. El restaurante está instalado en el sótano, bajo arcos de ladrillo y pedernal magníficamente restaurados. No se conoce con certeza su origen pero en cualquier caso, aquí permanecen como testigos de tiempos pasados y acaso como únicos restos del histórico templo.
En el límite de la villa, donde estaba la antigua Puerta de Guadalajara, cruzamos la calle Mayor. Aproximadamente donde hoy se encuentra el Mercado de San Miguel se hallaba la Iglesia de San Miguel de los Octoes. Después de varias grandes reformas, fue prácticamente destruida durante el incendio de la Plaza Mayor en 1790, se intentó reparar nuevamente pero estaba muy deteriorada, y el propio Juan de Villanueva pidió su demolición, hecho que aprobó José I, y que tuvo lugar en 1809.
Por la calle de San Miguel, seguimos nuestro camino hacia la plaza del Conde de Miranda. Entre esta plaza y la calle de San Justo se encontraba la Iglesia de San Justo, desaparecida a finales del siglo XVII. En 1739 comenzó la construcción de la actual Basílica de San Miguel, sin duda uno de los templos más bonitos de Madrid, tanto en su exterior como en su interior.
Bordeando la reconstruida Casa de Iván de Vargas, derribada hace unos años, situada frente a la iglesia, tomamos la calle del Doctor Letamendi, para dirigirnos, tras cruzar la calle de Segovia, a la calle del Nuncio donde se encuentra la iglesia de San Pedro el Viejo.
Se cree que la iglesia primitiva pudo estar situada un poco más arriba, cerca de la Travesía del Almendro, y que fue reconstruida en tiempos del rey Alfonso XI, en el siglo XIV, de cuya época pervive la torre mudéjar y los pequeños escudos en las fachadas norte y sur. En su interior el elemento más antiguo es la bóveda gótica de nervaduras del siglo XV.
Finalmente caminamos hacia la iglesia de San Andrés, en la plaza del mismo nombre. Recientemente, durante las obras de restauración de la Capilla del Obispo, que forma parte del impresionante conjunto de San Andrés, junto con la Capilla de San Isidro, han aparecido restos de la sencilla iglesia medieval y su cementerio, hallazgo quizá no lo suficientemente valorado. Parte de dichos restos se muestran bajo un cristal en la por fin recuperada Capilla del Obispo.
Texto y fotografías por : Mercedes Gómez
1910 fue un año lleno de acontecimientos. Se fundó la Residencia de Estudiantes, nació el poeta Miguel Hernández, comenzaron las obras para la creación de la Gran Vía, Antonio Palacios empezó a construir la sede del Banco Río de la Plata, conocida como Las Cariátides, se inauguraron el Hotel Ritz y el Casino de Madrid…
El Casino celebra este año el centenario de la inauguración de su sede, en la calle de Alcalá nº 15, aunque esta no fue su primera casa.
Sus fundadores, en 1836, como toda buena tertulia, comenzaron a reunirse en un café, el Café de Sólito, situado en la calle del Príncipe, en la esquina con la calle de la Visitación -hoy Manuel Fernández González- ahora ocupada por el Teatro Español. Los tertulianos alquilaron el primer piso del edificio, que ya no existe.
Como cada día eran más socios, se mudaron a otro local más amplio, en la misma calle del Príncipe, junto a otro teatro, el de la Comedia, por lo que durante un tiempo fue conocido como Casino del Príncipe. En un principio se pretendió que fuera un lugar modesto, pero un buen grupo de socios, con José de Salamanca a la cabeza, se opusieron y cambiaron todo el mobiliario. Aquí comenzó la primera época de esplendor y lujo del Casino. Los socios aumentaban, y llegaban los miembros más destacados de la política, del arte y de la sociedad madrileña en general.
Pocos años después, se establecieron en el Palacio del Marqués de Santiago, hoy desaparecido, en la Carrera de San Jerónimo. Allí, cómo no, también existía un café famoso por sus tertulias, el Café de la Iberia.
Posteriormente los casinistas se trasladaron a la calle de Sevilla esquina Alcalá, al edificio que actualmente alberga el BBVA, y en el cual entonces se encontraba el Café Suizo.
Después cruzaron la calle, instalándose en La Equitativa.
Poco a poco, fueron recorriendo el camino que les llevó desde la Plaza de Santa Ana hasta la calle de Alcalá donde en 1903 decidieron construir su propia sede.
Tras un concurso en el que participaron los mejores arquitectos de la época y que fue declarado desierto, la dirección de las obras fue adjudicada a José López Sallaberry, socio del Casino, aunque no pudo firmarlas debido a su condición de arquitecto municipal, cosa que hizo su cuñado el arquitecto Luis Esteve.
Sallaberry integró lo mejor de algunos de los proyectos presentados, que habían sido comprados, y la construcción se llevó a cabo utilizando los mejores materiales, igual que en su decoración interior, de forma que el resultado fue inmejorable, todo ello costeado por las aportaciones de los propios socios. El Patrimonio artístico del Casino es inmenso, tanto en lo que se refiere a su arquitectura, como a pintura, escultura o artes decorativas. El edificio fue declarado Monumento Bien de Interés Cultural en 1993.
La fachada de estilo ecléctico afrancesado, muy valorado en aquellos primeros años del siglo, llama la atención por su asimetría, con la puerta situada en un lateral en lugar de en el centro, con un torreón.
Cruzamos la puerta de hierro obra de Pascual González y la lujosa entrada que aparece ante nuestros ojos nos avisa de todas las maravillas que vamos a encontrar.
Subimos la escalera de mármol, y cuatro vaciados de esculturas clásicas, prestados por la vecina Academia de Bellas Artes, dan la bienvenida.
En la Planta Baja se encuentra el patio central, o Patio de Honor, cuya cúpula muestra las preciosas vidrieras de la Casa Maumejéan.
La espectacular Escalera de Honor, que ya conocemos, diseñada por Sallaberry y decorada con esculturas de Ángel García Díaz, que representan el mito de Eros y Psique.
En el centro del patio se encuentra una Ruleta de Caballos, única en España.
En esta planta se encuentran también el Salón Principal, hoy dedicado a sala de conferencias, en cuya entrada está situada el boceto que Benlliure realizó de la escultura de Emilio Castelar, situada en el Paseo de la Castellana. También están en esta planta los billares.
Subimos a la Planta Principal por la bella escalera y encontramos esculturas de Mateo Inurria, Miguel Blay y Mariano Benlliure. Aquí se sitúan el Salón de Baile, actual Salón Real, y el Salón Alcalá.
El Salón Real es un de los más bonitos, decorado con pinturas de grandes autores, como Manuel Benedito, Cecilio Pla, Julio Romero de Torres…
En la Planta Conde de Malladas –presidente impulsor de la construcción del edificio-, entre otras estancias, se encuentra la Biblioteca gótica que también hemos tenido ocasión de visitar, realizada en hierro en los talleres de Casa Asins, procedente al menos una parte de la anterior sede del Casino en el piso principal de La Equitativa, cuyo espléndido edificio podemos contemplar desde la terraza del Casino de Madrid.
Y en esta mágica terraza finaliza nuestra visita.
Texto y fotografías : Mercedes Gómez
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Fuente:
Casino de Madrid
Alcalá, 15
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