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Las obras de la plaza de Isabel II llegan a su fin. Aún no se han retirado las grúas y las vallas, pero lo más importante parece que ya está hecho. El viernes pasado ofrecía este aspecto:

Más espacio para el peatón, eso es lo mejor, pero también para detenerse.

Domina el granito monocorde, como en todas las plazas recientemente reformadas, pero en cuanto al mobiliario urbano en este caso algo ha cambiado. Farolas clásicas, acordes con el lugar, y bancos para sentarse. Algún arbolito, y… fuentes. Una, para beber, de diseño moderno.

Y otra de adorno, imagino. Tardé un buen rato en comprenderlo, pero parece una recreación, un recuerdo, de la ya famosa y antiquísima Fuente de los Caños del Peral, que como sabemos se encuentra bajo la plaza.

Unas marcas de más de treinta metros de longitud en las placas de granito la atraviesan, muestran la situación de la monumental fuente al nivel actual del terreno, en relación a su ubicación real.

Esperamos con curiosidad el aspecto final de la representación de la fuente. ¿Tendrán algo que ver esas láminas que aguardan tras la valla?

Mientras, en el subsuelo, continúan las obras.

Según las noticias, de los más de treinta metros de la fuente apareció una tercera parte, junto a otros hallazgos, cuyas fotos publicadas por El País nos impresionaron hace unos meses.

Bajando por las escaleras mecánicas de la línea 2 del metro, de vuelta a casa, por las rendijas de un espacio cerrado en el que están trabajando varios operarios, asoman grandes bloques de piedra, allí está la verdadera Fuente de los Caños del Peral.

Esperamos verlo todo, por fin, con verdadera ilusión.

Texto y fotografías : Mercedes Gómez

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ACTUALIZACIÓN 27 de febrero:

Según parece, faltan pocos días para que por fin podamos contemplar los hallazgos arqueológicos de la plaza de Isabel II, antigua plazuela de los Caños del Peral.

En la superficie todo está listo. La fuente instalada en la plaza ya está a la vista de todos, anunciando lo que nos espera unos metros más abajo y lo que significa.

Nos lo muestran las fotos que amable y cariñosamente me han enviado Paco y María Rosa.

La preciosa foto de la fuente en la nueva plaza,

Foto: Francisco Posse (fotopaco.blogspot.com)

Y la foto con la inscripción explicativa en la parte trasera:

Foto: María Rosa Fernández (rutastranquilas.blogspot.com)

Gracias a los dos,

Mercedes

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Artículos anteriores:

Fuente de los Caños del Peral.

Fuente de los Caños del Peral, por fin.

La Cerca de Felipe IV, Los Caños del Peral y otras Joyas.

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En relación al Patrimonio madrileño a veces ocurren cosas curiosas. Hace unos años, una vecina del barrio, paseando con su perro, observó en un pequeño jardín situado en la Avenida de la Ciudad de Barcelona, frente al Colegio Virgen de Atocha, unos enormes fragmentos de lo que parecían esculturas. Carmen Rodríguez, licenciada en Historia del Arte y conocedora de la Historia de Madrid, pensó que eran valiosas y que por su situación podían pertenecer a la antigua Iglesia de Nuestra Señora de Atocha. Y así era. El País publicó la noticia: “Dos estatuas de la Capilla Real, tiradas 100 años en un jardín”.

Como ella sospechaba, los restos hallados resultaron pertenecer a las imágenes de la  Virgen María y Santo Domingo de Guzmán, que hasta hacía un siglo habían adornado la fachada de la Iglesia comenzada a construir en el siglo XVI por Francisco de Mora, finalizada en el XVII por su sobrino Juan Gómez de Mora.

Convertida en Basílica en el siglo XIX, en tiempos del Isabel II, fue derribada en los comienzos del siglo XX. Tras el derribo, en el mismo lugar fue construida una nueva iglesia, destruida durante la guerra civil. Posteriormente fue levantado el templo actual.

Conocemos el aspecto del antiguo templo por algunas fotos, como la realizada por el gran fotógrafo de Madrid Jean Laurent. La fachada, obra de Juan Gómez de Mora, de tres pisos y tres calles, mostraba nichos con escudos y figuras escultóricas.

Foto: J. Laurent

Gracias a los archivos del Instituto de Patrimonio Histórico, los expertos corroboraron la teoría.

Archivo Instituto Patrimonio Histórico (Foto publicada en El País)

La imagen situada en el centro del último piso, cubierta con un manto de marcados pliegues, era La Virgen con el Niño. En los restos hallados faltan la cabeza, los brazos y el Niño.

En el centro del primer piso se encontraba Santo Domingo, figura de la que apenas se conserva el tronco.

Ambas estatuas estaban realizadas en granito.

Como dijo la protagonista del hallazgo por entonces, era deseable que estos vestigios fueran instalados en “un lugar digno donde pudieran contribuir a dar a conocer la historia de Madrid”.

Había visitado el Panteón de Hombres Ilustres en un par de ocasiones, pero no me había fijado en este detalle. En el pequeño jardín, antes de entrar en el Museo, llaman la atención dos piezas de piedra colocadas junto a un seto, parecen los restos de dos troncos de figuras humanas. Nos acercamos, y un letrero informativo junto a ellas nos dice que se trata de los restos de esculturas de la fachada de la antigua iglesia.

Al fin encontraron un lugar digno, y apropiado, cerca de la actual Basílica de Atocha y del lugar en el que fueron colocadas por primera vez hace cerca de cuatro siglos.

por Mercedes Gómez

 

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Real Basílica Nuestra Señora de Atocha
Avenida Ciudad de Barcelona, 1

Panteón de Hombres Ilustres
Calle de Julián Gayarre, nº 3


El Real Colegio de Nuestra Señora de Loreto es una de las instituciones más antiguas de Madrid. Su origen se remonta al año 1585 cuando Felipe II fundó el Convento de Nuestra Señora de Loreto, para Amparo de las niñas huérfanas.

El Rey compró unas Casas que debían ser muy modestas, en la Plazuela de Antón Martín, actual calle de Atocha esquina a la plaza de Matute.

Resulta muy difícil imaginar cómo sería Madrid entonces. En aquellos momentos sus límites por el Sureste se encontraban precisamente en este lugar, donde se levantaba la Puerta de Antón Martín, una de las puertas de la Cerca que pocos años antes, 1566, el monarca que convirtió a Madrid en capital de España, había ordenado construir, la Cerca de Felipe II, de la que al parecer no quedan vestigios, aunque nuestro admirado Profesor Montero Vallejo creía que los restos de tapia junto al Senado pertenecían a esta Cerca del siglo XVI.

En fin, que en el momento de su fundación el Colegio estaba casi en las afueras de Madrid.

Al año siguiente, el rey mandó traer desde Roma la imagen que dio nombre al Colegio, la Milagrosísima Imagen de Nuestra Señora de Loreto, obra de Giovanni Battista Montano (1531-1621), arquitecto, escultor, grabador y entallador italiano.

Texeira, 1656.

El convento se fue ampliando con la adquisición de casas cercanas, y la Iglesia fue construida ya bajo el reinado de Felipe IV según proyecto de su arquitecto Juan Gómez de Mora. La obra fue finalizada por Pedro Lázaro Goiti en 1654.

Tenía dos torres rematadas con chapiteles, típicos del Madrid de los Austrias, y una sencilla portada con frontón triangular. En su interior la planta era de cruz latina con una sola nave y tres retablos barrocos. En la cabecera se encontraba el retablo mayor donde se hallaba el camarín de la Virgen de Loreto, y en el ático un cuadro de José Donoso, La Asunción de la Virgen. En uno de los dos retablos laterales había una pintura de Antonio de Pereda, San José con el Niño, firmado el mismo año en que se terminó de construir la iglesia, 1654.

Chalmandrier la dibuja en su plano:

Chalmandrier, 1761.

Felipe V redactó nuevas normas y objetivos del Colegio, las Constituciones de 1738, que es el documento más antiguo que se conserva. Se establecía el número de niñas que podían ser admitidas, requisitos de entrada, vida diaria, comportamiento exigido… Las niñas no podían leer novelas, debían rezar dos veces al día… Leyendo dichas normas, hoy día la institución nos parecería más un Convento que un Colegio. En realidad nos dice mucho acerca de cómo era la educación femenina en aquellos tiempos.

Este patronazgo real se mantuvo durante todo el siglo XVIII, hasta la Guerra de la Independencia, en los comienzos del XIX. Existe un curioso documento en el que consta que José Bonaparte solicitó un informe de los bienes artísticos conservados en el Colegio. Se ignora si el informe fue enviado y, en cualquier caso, qué ocurrió después con las obras de arte del colegio.

En 1882 comenzó el derribo del antiguo Colegio y su iglesia barroca.

Sobre su solar, que corresponde al actual número 55 de la calle de Atocha, hoy se levanta un edificio de viviendas en el que hace unos años, el 24 de enero de 1977, en el segundo piso, tuvo lugar la matanza de varios abogados laboralistas que lamentablemente muchos recordaremos. Por entonces la prensa publicó  que a raíz del suceso se descubrió un paso subterráneo bajo el edificio.

Calle de Atocha, Plaza de Antón Martín, enero 2011.

No es de extrañar, los pasadizos eran al parecer habituales bajo las iglesias, conventos y palacios, quizá el pasadizo hallado perteneció al desaparecido Convento de Loreto, aunque también pudiera pertenecer a alguna de las galerías por las que llegaba el agua desde el Viaje de la Fuente Castellana que el Ayuntamiento de Madrid les concedió en 1637.

Tras el derribo, el Colegio fue trasladado, como antaño, a las afueras de Madrid, en la calle de O’Donnell, que aún a principios del siglo XX era una zona en desarrollo, con escasas construcciones. La calle de O’Donnell, el Paseo de Ronda -actual Doctor Esquerdo- y la calle del Duque de Sexto delimitaban el Real Colegio.

Ntra. Sra. de Loreto (Facundo Cañada, h. 1900)

Un inciso. No debemos confundir el Real Colegio fundado por Felipe II en Madrid en el siglo XVI, con el famoso Colegio de Nuestra Señora de Loreto, de Madres Ursulinas, ubicado en la calle del Príncipe de Vergara, cuya institución religiosa fue fundada en Francia en 1820 y no llegó a España hasta unos años después. En algunas publicaciones se puede leer que este colegio es el fundado por Felipe II, pero es una gran confusión, únicamente tienen en común el nombre de la virgen a la que veneran.

El nuevo conjunto del Real Colegio e Iglesia de Loreto en la calle de O’Donnell fue obra del Arquitecto Mayor de Palacio, José Segundo de Lema. Para la ejecución contó con su auxiliar Enrique Repullés Segarra.

En la sobria fachada de ladrillo aún puede leerse, en una lápida de piedra sobre la entrada, la inscripción «REAL COLEGIO».

Comenzó su construcción en 1894, año en que la reina regente María Cristina, madre de Alfonso XIII, confió por 25 años a la Comunidad de Religiosas Agustinas de la Asunción la dirección y cuidado de este establecimiento.

El antiguo Centro de beneficencia se convirtió en un colegio religioso más, reservando 20 plazas para las alumnas que llamaban de gracia, generalmente huérfanas, el resto eran externas de pago. Hoy día es un colegio concertado que atiende 806 alumnos.

Los enseres y obras de arte conservados del antiguo centro en la calle de Atocha debieron ser trasladados al nuevo en la calle de O’Donnell. Pero los avatares del siglo XX produjeron algunos cambios en la institución. Durante la República pasó a depender del Ministerio de Instrucción Pública, luego llegó la guerra… Algunos de los muebles u objetos se conservan, pero la mayor parte se perdió.

Junto al Colegio, con fachada a O’Donnell, existió la Casa de Capellanes y otras dependencias, derribadas después de la guerra. En su lugar se construyó un edificio de viviendas que hoy ocupa la esquina con la calle del Doctor Esquerdo.

A continuación, a espaldas del centro escolar, con fachada a la calle Duque de Sexto se encuentra la Iglesia, construida en ladrillo igual que el colegio, con adornos de estilo mudéjar.

La puerta de entrada está normalmente cerrada, pero accedemos a ella desde el Colegio, tras cruzar la Sacristía.

En su interior de tres naves separadas por arcos, hay una mezcla de elementos de distintos estilos que conforman un templo bello y acogedor.

Capillas laterales

Ecos medievales, artesonados mudéjares, rejerías…

Respecto a las obras de la iglesia anterior, se ignora donde se encuentra el cuadro de Donoso, pero, aunque no está expuesto, el Museo del Prado posee un dibujo con el mismo tema que se cree puede ser el dibujo preparatorio de dicha pintura.

José Donoso, Asunción de la Virgen. Dibujo a pluma y aguada sepia. Museo del Prado.

Según leo, la obra de Pereda se encuentra en el Palacio Real.

La sorpresa más grata la hallamos en la actual iglesia, detrás del altar, subiendo por unas escaleras hacia el pequeño camarín donde se encuentra la Virgen de Loreto.

Al parecer, durante la guerra las hermanas la ocultaron en un piso y después la trasladaron a su nuevo colegio en la calle de Velázquez. En 1939 pasaron a hacerse cargo del colegio de Loreto las Esclavas del Divino Corazón, quienes reclamaron la vuelta de la estatua, la virgen que les había acompañado desde la fundación. Pero las hermanas de la Asunción, que se consideraban sus salvadoras, querían conservarla. No fue hasta 1942 o 1943 cuando la imagen donada por Felipe II pudo volver a su lugar, al Real Colegio de Nuestra Señora de Loreto.

En la peana aún se puede leer la inscripción con el nombre del artista y la fecha, el año de 1586, bajo el manto azul de la valiosa y antiquísima figura policromada, MCCCCCLXXXVI.

por: Mercedes Gómez

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Fuentes:

COAM. Arquitectura de Madrid. 2003

J.M. Quesada. Hª del Real Colegio de Nuestra Señora de Loreto.

Hace pocos días hemos visitado el Salón de Reinos del antiguo Palacio del Buen Retiro, pero hoy os propongo una nueva visita en busca de otros detalles interesantes relativos al propio edificio.

Fue en 1841 cuando se convirtió en sede del Museo de Artillería, luego Museo del Ejército, hoy trasladado a Toledo como sabemos.

Entre los años 1883 y 1884 fue reformado por el arquitecto Eugenio Jiménez Corera, y decorado de acuerdo a las modas del siglo XIX.

Estos días se puede observar cómo en algunos lugares bajo las maderas y elementos ornamentales aparece la piedra y el ladrillo, seguramente mostrados intencionadamente.

El exterior del Palacio del Buen Retiro era muy simple, construido con materiales sencillos, aún se aprecia en este Salón de Reinos, pero el interior estaba decorado con gran suntuosidad, pinturas, tapices, braseros y figuras de plata, mesas de jaspe, etc. para disfrute de sus reales inquilinos.

De aquel fastuoso palacio queda en pie este edificio, que nos preguntamos ¿cómo sería en tiempos de Felipe IV?. Nos encanta imaginar cómo sería en el siglo XVII, cómo sería la vida en este escenario de los Austrias… Aunque, si algún día por fin se acomete su restauración, ¿no sería deseable que no desaparecieran todas las huellas de la decoración que acogió el Museo hasta hace pocos años?.

Hacia la mitad del salón central o Salón Grande, en el lado sur, existe un pequeño salón decorado a la manera árabe, bajo la influencia del Alhambrismo, estilo que ya vimos a propósito del existente en el Palacio del Marqués de Salamanca en la Quinta de Vista Alegre, y que podemos recordar aquí. Rica ornamentación polícroma que recuerda la de la Alhambra de Granada y nos transporta a tiempos pasados.

No he encontrado datos acerca de esta pieza construida en estilo mudéjar, ni conozco la fecha de creación exacta. En la última sala de la exposición, dedicada a la evolución del propio edificio, en un panel del siglo XX aparece una fotografía de esta pieza con fecha de 1929, pero no indica que esa sea la fecha de creación… En fin, fuera construida a finales del siglo XIX o principios del XX, lo cierto es cuando la ví me recordó extraordinariamente los restos del Salón Árabe del Palacio Nuevo en Vista Alegre.

Al parecer, según me cuentan las amables señoritas que atienden a los visitantes, fue Salón de Fumar –como el Salón Árabe del Palacio Real de Aranjuez-. Está formado por una estancia central, a la que se accede desde el propio Salón de Reinos como decíamos, y dos laterales, más pequeñas, separadas por arcos.

Creo que se trata de otro ejemplo digno de ser incluido en la breve lista de salones árabes que perviven en Madrid y que merecen ser conservados.

por Mercedes Gómez

Queridos amigos:

¡Arte en Madrid cumple dos años!. Hace justo doce meses, cuando celebramos el primer cumpleaños, y me decidí a escribir un post para compartirlo con vosotros, comencé diciendo que me parecía mentira, ¡un año!.

Casi todo lo que dije entonces valdría un año después, ha sido divertido, enriquecedor… un nuevo año en el que he descubierto muchas cosas interesantes, aunque nuevamente lo mejor ha sido poder intercambiar ideas, opiniones y paseos con vosotros.

La mayoría de los que me acompañáis desde el principio, ahí estáis, convertidos para mí en verdaderos amigos “virtuales”, como “de toda la vida”. Esto me parece muy bonito, me vais a permitir que lo diga. Pero este nuevo año habéis llegado algunos nuevos amigos que con vuestra activa participación os habéis convertido en imprescindibles y queridos. En fin, sin duda es fundamental la presencia de otros lectores quienes, aunque silenciosos, son cada día más numerosos y animan a seguir adelante.

El pasado día 2 de enero recibí un correo de WordPress en el que me hablaban de la “buena salud” de mi blog, me hizo mucha ilusión. Además de número de visitantes, lugares de procedencia y cosas de este tipo, me recordaban que durante el año 2010 había publicado ¡88 posts!. Lo primero que pensé fue: casi noventa paseos, o noticias, o descubrimientos que me habían provocado curiosidad y, lo mejor de todo, casi 90 temas nos habían permitido comentar, criticar, reclamar, alegrarnos, a veces ¡enfadarnos! por algo que nos disgusta del nuevo Madrid, esperanzarnos con nuevos hallazgos…

Madrid es una ciudad preciosa, en cada rincón y en cada barrio hay cosas que merecen la pena, la mejor forma de conocerla es pasear por sus calles y plazas, pero también es bonito conocer su historia. Y quizá necesario, conocer el pasado ayuda a comprender el presente.

Madrid es una ciudad viva, cambiando cada día, en general para mejor, no hay más que recorrerla para comprobarlo, aunque también tiene sus problemas, a veces debidos a la vida misma, al progreso, otras a nuestros gobernantes a quienes muchas veces no entendemos, y en una inmensa parte ocasionados por las personas que la habitamos, y que nos lleva a ser injustos a la hora de juzgarla.

Espero, deseo, que sigamos juntos compartiendo historias, sucesos y proyectos.

Infinitas gracias a todos,

muchos saludos y besos

Mercedes

En el post anterior, Patrimonio Recuperado, dedicado a los hallazgos arqueológicos localizados durante las obras del Intercambiador de Príncipe Pío cerca de la Puerta de San Vicente, intercambiamos varios comentarios acerca de la propia puerta, su desmontaje y su reconstrucción, y surgió una cierta e interesante controversia entre nosotros. Como prometí, ampliaré lo que yo recordaba haber leído. Es una larga historia, pero llena de detalles que creo merecen la pena.

El Ayuntamiento de Madrid, junto con Caja Madrid, que aportó gran parte del dinero necesario, publicó un libro, Reconstrucción de la Puerta de San Vicente. 1994-1995, que explica todo el proceso y nos descubre aspectos interesantísimos de esta obra.

Como sabemos, tras el derribo de la Cerca construida por Felipe IV en el siglo XVII, -que había tenido lugar en el año 1868-, la Puerta perdió su función, y con el aumento del tránsito de carruajes se fue convirtiendo en un estorbo. Se buscó una solución y al final la decisión fue desmontarla y colocarla en otro lugar, en el Paseo del Coches del Parque de Madrid, el Retiro, como muy lejos.

Foto: J. Laurent, 1874

Por entonces, estamos en el año 1891, el Arquitecto Municipal era José López Sallaberry, quien informó de la necesidad de desmontar la Puerta de San Vicente para poder llevar a cabo la reforma de la zona. Al año siguiente comenzó el desmontaje y Sallaberry informó al Alcalde de que algunos sillares se habían partido al desmontarlos, entre otras cosas debido al mal estado de la piedra. Sallaberry opinaba que la reconstrucción de la Puerta junto a la verja “de carácter moderno” que se estaba construyendo en el Parque de Madrid, sería muy cara, y que no merecía la pena debido a su “poco mérito artístico”.

Así que el arquitecto propuso que los sillares inservibles fueran enviados a los Depósitos de la Dirección de Vías Públicas, y que los aprovechables fueran destinados a la “construcción de farolas monumentales acordadas por el Excelentísimo Ayuntamiento para la Glorieta de Cibeles”. Sentido práctico.

Al Consistorio le pareció bien y concedió la autorización por decreto para construir dichas farolas y que el resto de las piedras fueran valoradas y subastadas.

Los sillares eran de buena calidad, pues en seguida surgieron los postores. Ese mismo año la Dirección General de Fontanería y Alcantarillado solicitó “treinta o cuarenta” para el zócalo de la Casa de Máquinas de Elevación de Aguas en la Montaña de Príncipe Pío, que fueron concedidos. Otros acabaron convertidos en grava según parece, o utilizados en obras en la propia Casa de Campo. Y algunos, quizá permanecieron en los Almacenes, acaso hoy día algún sillar perdido continúe en espera de destino.

El proyecto de reconstrucción de la Puerta de San Vicente era antiguo, nació prácticamente en el mismo momento de su desmontaje, y la prensa siempre se hizo eco de ello. En 1962 el Ayuntamiento hizo una primera valoración, entonces un millón de pesetas, pero no fue hasta 1992 cuando el proyecto se puso en marcha.

Los Archivos Nacionales de París guardaban el Anteproyecto realizado por Sabatini, que, junto a otros documentos, como la maravillosa foto de Jean Laurent, permitieron acometer la reconstrucción.

El libro va explicando con todo lujo de detalles el proceso del estudio técnico requerido para emprender la obra. Parece mentira la infinidad de relaciones geométricas que conforman el monumento, ejes simétricos, medidas perfectas, arcos, ángulos… fue necesario un detallado análisis, piedra a piedra.

La medida de todas las piezas debería ser múltiplo o submúltiplo de 281 mm., lo que mide un pie castellano, si no, no encajarían.

Los materiales empleados fueron los mismos que los exigidos por Sabatini en el Pliego de Condiciones publicado en 1769, la “piedra de espléndida dureza”, que en este caso fue traída desde Quintana de la Serena, en Badajoz. Granito del denominado “Gris Quintana”, de color gris claro, transportado a Madrid en grandes piezas, alguna de ellas pesaba más de doce toneladas.

Fueron seiscientas veinte piezas de granito, más treinta y cinco de piedra caliza para las estatuas, caliza “traída en bruto y a estilo de cantera de Colmenar de Oreja”, también siguiendo las especificaciones que en el siglo XVIII diera el arquitecto italiano.

La primera piedra de la nueva Puerta fue colocada el 15 de septiembre de 1994. Entonces comenzó el trabajo de los canteros municipales, a quienes quiero rendir un pequeño homenaje.

Siempre he oído o leído esa frase, “… realizado por los canteros municipales…”, sin nombres ni apellidos, como quitando importancia. Además, las nuevas técnicas y mejoras constructivas, los nuevos materiales, han ocasionado que los Canteros, antiguo y duro oficio, sean menos necesarios y quizá estén en peligro de extinción. El Taller de Cantería del Ayuntamiento de Madrid fue creado hace más de cien años, y parece una buena noticia que sigan creando obras, no todas de tanta envergadura como la Puerta de San Vicente, pero sí de gran importancia para la ciudad, como son algunas fuentes, bancos, y otros elementos urbanos.

Para la reconstrucción de la Puerta de San Vicente, volvieron a ser utilizados instrumentos que hoy día ya están olvidados pues las obras modernas no los necesitan, pero que nuestros canteros aún saben manejar, reglas de madera, escuadras, martillos…

Cantero trabajando en la reconstrucción de la Nueva Puerta de San Vicente (Ayuntamiento de Madrid)

Ciertamente no es la Puerta de Sabatini, tiene apenas dieciséis años de edad, pero se construyó a su imagen y semejanza, con la intención de cumplir un sueño al parecer acariciado durante mucho tiempo.

No es la Puerta de Sabatini, no tiene su “alma”, como dicen los propios autores del libro, pero quizá esta sigue vagando por algunos lugares de Madrid…

¿quizá por la glorieta de Cibeles?

Por :  Mercedes Gómez


La primera Puerta de San Vicente fue construida en 1726 por Pedro de Ribera en sustitución de la anterior del siglo XVII, la llamada Puerta del Parque. Solo cuarenta y cuatro años después, debido a las obras de remodelación de la zona, la puerta barroca de Ribera fue derribada.  Al poco tiempo Carlos III encargó a su arquitecto Francisco Sabatini la construcción de una nueva, cuyas obras terminaron en 1775.

Esta puerta no fue más afortunada que las anteriores y fue desmontada en 1892, según se dijo entonces, para no entorpecer el tráfico… de los carros.

La puerta actual es una réplica. Ya en 1978 el Ayuntamiento de Madrid tenía el proyecto de reconstrucción, aunque no localizaba los restos, ni conseguía el dinero necesario. Por fin fue inaugurada el 25 de abril de 1995.

Durante las obras para la construcción del Intercambiador de Transportes de Príncipe Pío, que tuvieron lugar entre los años 2005 y 2007, en la zona próxima a la Puerta fueron hallados importantísimos restos paleontológicos y arqueológicos. No se si debido a que la inauguración de la exposición tuvo lugar en agosto, en plenas vacaciones, o que los hallazgos han sido poco divulgados, la realidad es que el domingo pasado la visita a la antigua Estación del Norte supuso un descubrimiento emocionante.

Un sencillo panel colocado en uno de los muros del vestíbulo de la estación muestra los restos, mediante fotografías, dibujos, planos…, y breves explicaciones. La pequeña exposición permanente se llama Patrimonio Recuperado. La mayoría de los viajeros pasan sin prestar atención, sin embargo merece la pena detenerse un momento.

Se encontró un gran yacimiento paleontológico, con más de tres mil restos fósiles de la Fauna que habitaba en estos terrenos del Madrid más remoto, entonces similares a la sabana actual, en la época del Mioceno Medio. Hace alrededor de 15 millones de años, el oeste de Madrid era un territorio cálido y de clima seco, poblado por rinocerontes, tortugas gigantes, mastodontes… y una Flora alimentada por el agua que surcaba la tierra.

Reconstrucción del paisaje, por el ilustrador Mauricio Antón.

También se localizaron restos de construcciones mucho más recientes, aunque de gran interés histórico. Uno de los hallazgos arqueológicos fue la cimentación de la antigua Fuente de los Mascarones, cuya planta circular mide 16 metros de diámetro, construida en “pedernal, argamasa de cal y arena regulada cada 60 centímetros por tres hiladas de ladrillo macizo”.

La Fuente de los Mascarones fue diseñada por Francisco Sabatini a la par que la Puerta en 1775 y decorada con esculturas de Francisco Gutiérrez. Constaba de un cuerpo central y en cada uno de sus cuatro frentes tenía un mascarón simbolizando un río, vertiendo el agua en una concha y desde ella, en un pilón; en la parte superior se encontraba un niño montado sobre un delfín que arrojaba agua por su boca; toda la fuente era de granito, a excepción de los adornos, trabajados en piedra caliza, según la descripción de Pascual Madoz.

Existen otras imágenes, sin embargo quizá la fuente es conocida sobre todo gracias a la pintura de Fernando Brambilla, pintor de cámara del rey Fernando VII, realizada en 1833 y litografiada por Pic de Leopold. Pertenece a la serie Vistas de los Sitios Reales y Madrid y fue realizada a petición del rey en el Real Establecimiento Litográfico.

(Fuente: memoriademadrid.es)

La Fuente de los Mascarones fue derribada en 1871 cuando se construyó el Asilo de Lavanderas o Casa del Príncipe, lugar en que las mujeres más pobres dejaban a su hijos mientras lavaban las ropas en el Río Manzanares.

Basamento de la Fuente de los Mascarones

Restos del basamento de la fuente

Durante la remodelación del Intercambiador también se encontraron restos del Asilo, que había sido destruido durante la Guerra Civil.

Estructuras pertenecientes al Asilo de Lavanderas

Actualmente alrededor de la Puerta de San Vicente circulan los automóviles.

por Mercedes Gómez

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