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En Madrid existe un lugar mágico, por donde hace siglos corría el Arroyo de las Fuentes de San Pedro, el arroyo-matriz, Matrice, según la teoría de Oliver Asín, que pudo ser el origen del nombre de Madrid. El arroyo que con el tiempo y la urbanización del terreno se convirtió en la calle de Segovia.

A orillas del arroyo, que desde Puerta Cerrada bajaba hasta el Río, luego llamado Manzanares, estuvo el Madrid más remoto, allí se produjeron los asentamientos humanos más antiguos, junto al agua.

Las primeras noticias arqueológicas sobre grupos de población organizados datan nada más y nada menos que de la Edad del Bronce, allá por los siglos XIII-XV antes de Cristo, como supimos durante uno de nuestros paseos por las Vistillas y el primer poblado madrileño. Y hay indicios -en ello se fundó Asín para su teoría- de que allí hubo asentamientos anteriores a la llegada de los musulmanes, un poblado construido en el siglo VII por los visigodos dedicados al pastoreo y a la caza.

En el siglo IX los árabes construyeron su castillo y la recia muralla, rodeando la almudena, recinto militar, y la medina, o recinto civil. Fuí sobre agua edificada, mis muros de fuego son, dice el antiguo emblema de la Villa de Madrid. Agua y pedernal, los símbolos del Viejo Madrid.

Después, en el siglo XII, los cristianos construyeron su cerca, que partía de la musulmana, en lo alto de la Cuesta de la Vega, cruzaba la gran hondonada entre las dos colinas, entre el Alcázar y las Vistillas, y se dirigía hacia la Puerta de Moros.

Era el terreno tan abrupto que cuesta trabajo imaginarlo. Si ahora el desnivel, salvado por el Viaducto, entre ambos cerros es considerable, en la Edad Media era mucho mayor, y más peligroso. Entonces no era una bonita calle, como ahora, la calle de Segovia, rodeada de césped, era el Barranco, así con mayúsculas, porque aunque no era el único en la villa, era el más profundo y difícil.

Cuando Felipe II convirtió a Madrid en capital y sede de la Corte, la muralla aún se mantenía en pie, imponente. Fue entonces, en el siglo XVI cuando comenzó a desaparecer, devorada por las construcciones que a ella se arrimaban o por la tierra.

Existe una pintura que a pesar de ser imaginada, realizada en los años 50 del siglo XX por Pierre Schild, refleja de forma asombrosa lo que pudieron ser aquellos parajes. El cuadro se encuentra en uno de los salones del Restaurante Sobrinos de Botín. Representa ese Madrid de 1561, con el Barranco en primer plano, atravesado por la muralla, sus torreones, sus arcos, callejones y sus adarves.

P. Schild

La primera reforma de la zona fue llevada a cabo poco después, hacia 1570, el rey quiso convertirla en transitable y facilitar la salida de Madrid hacia Segovia. Fue así cómo la muralla fue desapareciendo y el barranco allanado, aunque seguía siendo terrible en la Cuesta de los Ciegos, así aparece en el siglo XVII, dibujado por Texeira.

Plano de Texeira (1656)

Tras los derrumbes accidentales y los derribos provocados, la piedra fue utilizada para adoquinar la nueva calle y aprovechada en nuevas construcciones. La muralla desapareció del Barranco y de la Cuesta de los Ciegos, pero continuó subiendo por la calle Yeseros y entre las calles de Mancebos y Don Pedro, donde aún hoy día perviven restos, como sabemos.

La calle, llamada de la Puente en el siglo XVII, nació sobre el camino natural marcado por el cauce del arroyo. Otras calles surgieron aprovechando la ronda exterior de la muralla, como las Cavas, o la calle de Don Pedro, antes de la Alcantarilla, por haber servido de foso a la muralla. La Alcantarilla llegaba hasta el Arroyo de San Pedro.

Nuevas obras en la zona, a cargo de Ventura Rodríguez en el siglo XVIII, los desmontes para suavizar el terreno en el XIX, la construcción de la escalera de la Cuesta de los Ciegos y más reformas durante la 2ª República en el XX… acabaron de transformar la Calle Segovia y su entorno en el bonito lugar que es hoy día. Pero al observar el paisaje ante nuestros ojos, no podemos olvidar como fue en el pasado.

¿Resulta descabellado pensar que a pesar de todo existen restos medievales bajo la antiquísima Cuesta de los Ciegos?

Hoy Pedro y yo os invitamos a un Viaje a la Edad Media. Puede ser producto de nuestra imaginación, pero parece real, juzgad vosotros mismos.

En todo el barrio de la Morería, las galerías del alcantarillado son, como en otros barrios del centro, de ladrillo enfoscado. También los túneles que comunican algunas de las construcciones más antiguas, algunos dicen que con el mismísimo Palacio Real, como por ejemplo el pasadizo que sale de la actual Academia de Ingeniería en la calle de Don Pedro, donde recordemos existe un largo lienzo de muralla cristiana, son de ladrillo.

Sin embargo bajo la Cuesta de los Ciegos, en este lugar tan misterioso para nosotros, cerca del camino por donde transcurría la vieja muralla, bajo la ladera ahora ajardinada, escondido entre subterráneos vericuetos, existe un pasadizo increíble, emocionante, y sin uso, por el que, además de las ratas, únicamente corre un pequeño hilo de agua limpia.

Una de sus singularidades es que mide cerca de dos metros de altura por 1,20 de ancho. No se trata de una galería cualquiera.

Y otra, muy importante, es que sus muros están construidos en mampostería de pedernal, aunque algunos tramos tienen refuerzos intermedios de ladrillo.

El camino es además de apasionante, sorprendente. Los muros del pasadizo, en algún lugar, cuenta Pedro, entroncan “en perfecta armonía” con una especie de cámara o espacio circular de construcción espectacular, con un precioso arco de acceso.

Lo mismo ocurre en otro punto del pasadizo, que continúa en la dirección de la muralla.

En otra parte del trayecto se incorpora al pasadizo una estrecha galería que parece pertenecer a un viaje que en caso de necesidad proporcionaría el agua.

Hoy día todo esto puede parecer imposible, una fantasía, pero creemos que se puede tratar de un Pasadizo construido cuando aún existía la muralla, acaso procedente de uno de los edificios próximos. Un camino de entrada o salida de la Villa en un lugar en el que no debía resultar fácil, escarpado y de difícil acceso, lejos de la Puerta de Moros, y separado de la Puerta de la Vega por el tortuoso barranco.

por :  Pedro Jareño y Mercedes Gómez

Localización y fotografías : Pedro Jareño

Continuará… quizá.

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Siempre pensé que si algún día por fin podía contemplar la Fuente de los Caños del Peral me emocionaría. Pero me temo que toda mi emoción -para este tema- se gastó el día que, hace ya casi año y medio, se publicaron las fotos de los restos que habían salido a la luz.

Ya se sabía que de la fuente solo se iba a exponer una pequeña parte, no había que sorprenderse, aún así hoy no he podido evitar sentir una decepción. He escrito y hablado tanto sobre ella… que os lo tengo que contar.

Hoy han inaugurado el Museo de Los Caños del Peral en la estación de metro de Ópera, y este mediodía he ido a verlo, no he podido esperar. Algunos curiosos, cámaras de televisión y por fin, los hallazgos arqueológicos de los siglos XVI y XVII restaurados.

Aún estaban colocando letreros de señalización de la estación, indicando “Museo Caños del Peral”. Hubiera preferido leer “Hallazgos arqueológicos de los Caños del Peral”, o algo parecido. Creo que se ha desaprovechado una gran ocasión para tener un verdadero museo de una parte de la Historia de Madrid, con los restos de la Fuente, el Acueducto y la Alcantarilla del Arenal, como creo hubieran hecho en cualquier otra ciudad. Siempre es mejor un poco que nada, así que la inauguración me parece una buena noticia, pero me pregunto cuándo en Madrid vamos a considerar los hallazgos arqueológicos un tesoro digno de ser mostrado al mundo.

Se expone un precioso tramo de la Alcantarilla o canalización del Arroyo del Arenal.

Alcantarilla del Arenal

Pero de los tres impresionantes arcos encontrados del Acueducto de Amaniel, solo hay uno. El resto, tajado. Una lástima.

Acueducto de Amaniel

Acueducto de Amaniel.

Y de los treinta y cuatro metros de la fuente, de los cuales una tercera parte estaba a la vista según las noticias publicadas en 2009, se muestra únicamente uno de los caños.

Uno de los caños de la Fuente de los Caños del Peral

¿Por qué? ¿es una cuestión de espacio, no había suficiente para mostrar los hallazgos completos?  ¿tan caro era restaurar los restos en lugar de partirlos?,…  ¿o es una cuestión de mentalidad?.

En fin, todo tiene su lado bueno, ya todos sabemos cómo era la Fuente de los Caños del Peral, un misterio durante tanto tiempo, y puede ser más fácil imaginarla.

El espacio del museo es bonito, con unas gradas para sentarse y ver los videos explicativos, en gran pantalla último modelo, eso sí, táctil.

Y los restos expuestos son espectaculares sin duda, pero lamentablemente, e incomprensiblemente para mí, solo nos enseñan un trocito de la histórica fuente.

Mercedes Gómez

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Fuente de los Caños del Peral. Obras plaza de Opera.
Fuente de los Caños del Peral, por fin.
La Fuente de los Caños del Peral, más cerca.

Juan Ruiz de Luna Rojas nació en 1863, en Noez, Toledo. Muy joven comenzó a trabajar en la empresa familiar, fabricante de castañuelas y otros objetos artesanos, luego se trasladó a Talavera de la Reina para ayudar a sus hermanos que eran pintores decoradores. El propio Juan allí trabajó como pintor y fotógrafo, y se tuvo que hacer cargo del taller de pintura debido a la muerte de sus hermanos. Hasta la llegada de Enrique Guijo a Talavera, momento en que cambió su vida.

Enrique Guijo -a quien tuvimos ocasión de conocer al hablar del gran pintor ceramista Alfonso Romero-, nació en Córdoba en 1871, se formó como ceramista en Sevilla, y en 1900 se trasladó a Madrid. Siete años después fue a Talavera donde conoció a Juan Ruiz de Luna, a quien inició en el mundo de la cerámica.

Juntos, en 1908, fundaron la Fábrica de Cerámica Artística Nuestra Señora del Prado, en Talavera de la Reina. Enrique tenía 37 años, y Juan 45. La cerámica toledana estaba en un mal momento, olvidada, y gracias a estos dos hombres revivió y recuperó la tradición perdida, que aún hoy día se conserva. Formaron la sociedad “Ruiz de Luna, Guijo y Cia”, con el objetivo, según palabras del propio Ruiz de Luna, de poner en marcha una fábrica destinada a “hacer resurgir la Cerámica artística de Talavera tan famosa en los siglos XVI y XVII”.

Enrique Guijo era el director artístico. Después la fábrica se convirtió en Escuela, y Guijo ejerció de maestro de pintores. Debido a los problemas económicos que surgieron, en 1910 se trasladó a Madrid con el fin de ocupar una plaza de profesor de la Escuela de Cerámica. Continuó representando a Ruiz de Luna en Madrid y se hizo cargo de la sucursal de la fábrica en la calle Mayor 80, que se inauguró en 1914.

En 1915 la sociedad se disolvió definitivamente. A pesar de todas las dificultades, Juan Ruiz de Luna estaba decidido a continuar, luchó, se convirtió en el único propietario de la Fábrica y la sacó adelante. Enrique Guijo continuó con el Taller de la calle Mayor. Y aquí le dejamos por hoy, pues sin duda merecerá que algún día contemos su propia historia.

Francisco Arroyo pasó a ser el director artístico de la fabrica en Talavera, y al año siguiente se casó con la hija mayor de Ruiz de Luna.

En 1922 Ruiz de Luna inauguró una nueva tienda en Madrid, en la calle Floridablanca 3, de la que se hizo cargo su hijo Juan.

No son muchas las obras de la fábrica de Juan Ruiz de Luna en Madrid -aunque seguramente más de las que he podido localizar-, todas de mucho valor. Algunas fueron realizadas en la primera etapa de la fábrica, entre los años 1910 y 1915, época en la que Guijo era el director artístico y representante en nuestra ciudad. Ruiz de Luna trabajó para diversos arquitectos.

Uno de ellos fue Luis Bellido, arquitecto municipal que en 1910 acometió la reforma de la Casa de Cisneros, en la Plaza de la Villa. Las escaleras y el patio fueron decorados con cerámica talaverana realizada en la Fábrica de Ruiz de Luna.

Plaza de la Villa

En la planta baja del edificio construido por Jesús Carrasco Muñoz entre 1913 y 1914, en la calle Mayor nº 59, se encuentra la farmacia más antigua de Madrid, la Real Botica de la Reina Madre. En su interior, lleno de joyas, existen unos adornos realizados por Ruiz de Luna.

Para José María Mendoza Ussía decoró un friso bajo la cornisa del edificio construido para la antigua Papelera Española, en la calle Mejía Lequerica nº 8, actualmente en obras.

De su trabajo para Carlos de Luque se conservan dos magníficos ejemplos, el primero en la Plaza de Olavide nº 1, cuyos elementos modernistas y adornos cerámicos del friso superior y la cubierta del torreón, fueron realizados por Juan Ruiz de Luna y Francisco Arroyo.

Plaza de Olavide nº 1

El segundo se encuentra en la calle de Antonio Acuña, esquina Duque de Sesto, con una fachada exquisita que combina los elementos cerámicos y escultóricos. El interior del portal también está decorado por Ruiz de Luna.

Calle de Antonio Acuña nº 9

Recordemos la colaboración de Ruiz de Luna con Benlliure en la decoración de su casa y las dos Fuentes de los Niños. También decoró la casa de Sorolla, cercana a la de Benlliure, en el Paseo del General Martínez Campos. Fue obra suya el zócalo de azulejos de uno de los salones  y de la galería del patio.

De la segunda etapa de la Fábrica, con Arroyo de director artístico, se conservan algunas obras realizadas entre 1925 y 1930, como la fachada de la antigua Vaquería del Carmen,  en la Avenida de Filipinas nº 1, realizada en 1928, que desaparecida la vieja tienda ha sido de todo, últimamente disco-pub, tienda de bolsos, y actualmente moderna taberna-franquicia. Únicamente permanecen los azulejos pintados, testigos del cambio de los tiempos.

Av. de Filipinas nº 1

En la calle de San Bernardo números 67 y 112, Ruiz de Luna decoró dos edificios construidos por José Antonio de Agreda en los que la mezcla del hierro con la cerámica ofrece una arquitectura de gran belleza.

Portal San Bernardo 67.

Juan Ruiz de Luna murió en 1945. Fue el primero de una gran familia de artistas que aún hoy día continúa trabajando. No fue únicamente un ceramista sino que fue un estudioso e investigador de la cerámica talaverana que había sido tan importante en los siglos XVI y XVII, recuperándola ya para siempre.

Sus hijos Juan, Rafael y Antonio se hicieron cargo de la empresa en la que desde muy jóvenes habían aprendido el oficio y el arte de la cerámica.

La tienda de Floridablanca fue traspasada en 1933, y Juan  volvió a Talavera. En la última etapa de la Fábrica, desde 1942 a 1961, fue el director artístico. Ese año, nuevas dificultades, esta vez definitivas, obligaron a cerrar la histórica Fábrica, que por entonces se llamaba Cerámicas Ruiz de Luna S.L.

Tras el cierre, Juan y su familia se fueron a vivir a Málaga, donde sus descendientes continúan la tradición.

En Madrid continúa trabajando su nieto, hijo de Antonio, Alfredo Ruiz de Luna González. Suyas son las placas de cerámica que indican y adornan muchas de las calles madrileñas desde 1991.

Texto y fotografías por : Mercedes Gómez

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Bibliografía:

Catálogo «El arte redivivo. Exposición del I Centenario de la Fábrica de Cerámica Ruiz de Luna Nuestra Señora del Prado”. Talavera 2008.

Museo Ruiz de Luna. Talavera de la Reina.

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ACTUALIZACIÓN 21.3.2011

Actualizamos el post dedicado a Ruiz de Luna porque la antigua Vaquería del Carmen, en la avenida de Filipinas nº 1, ha generado una bonita «conversación», dentro y fuera del blog.

Esta es la foto que me ha enviado antonioiraizoz, como veréis es muy curiosa:

Vaquería del Carmen, Ayer (munimadrid)

Además, una persona que vive muy cerca me ha contado que recuerda la Vaquería, que estuvo varios años cerrada hasta que, hace relativamente poco tiempo, al menos después de 1983, fue derribado el edificio anterior y construido el actual, en cuya puerta de cristal hoy se reflejan modernos edificios.

Vaquería del Carmen, Hoy

¡Muchas gracias, Antonio!

Mercedes

Hoy me gustaría invitaros a conocer una preciosa fuente.

Antes, tengo que dar las gracias a Lucrecia Enseñat Benlliure, directora del Archivo de la Fundación Mariano Benlliure, bisnieta del escultor, y autora del magnífico artículo que cito al final, que recoge su minuciosa investigacion sobre la Fuente de los Niños. Su ayuda me ha permitido descubrir la verdadera historia de una fuente que siempre me intrigó.

Gracias, Lucrecia.

Y a todos, espero que os guste,

Mercedes
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Mariano Benlliure es sin duda uno de los grandes escultores españoles de finales del siglo XIX y primera mitad del XX. Gran artista, incansable, tuvo éxito en su tiempo, ocupó cargos, recibió premios y se relacionó con los personajes más ilustres. La presencia de su obra en Madrid es muy importante.

Nació en Valencia el año 1862, en una familia de artistas que facilitó su interés temprano por el dibujo, la pintura y la escultura. Siendo un joven de apenas 19 años se trasladó a Roma, donde vivió hasta 1896 en que se instaló en Madrid. Tuvo su primer estudio en la Glorieta de Quevedo número 5.

El artista se había casado con Leopoldina Tuero con quien tuvo dos hijos, pero el matrimonio fracasó, y ya en Madrid conoció a la entonces famosa cantante de zarzuela Lucrecia Arana, con quien compartiría su vida hasta la muerte de ella, muy pronto, en 1927, de cuya unión nació otro hijo, José Luis Mariano.

A partir de 1908 Mariano Benlliure y Lucrecia Arana adquirieron un hotel y varios terrenos a su alrededor en la manzana situada entre la Castellana, la calle José Abascal, Zurbano y Bretón de los Herreros. En el centro de la manzana el escultor construyó su Estudio.

Jardín y fachada del Estudio (La Esfera, 7 febrero 1914)

Benlliure decoró la fachada con elementos cerámicos, sobre todo relativos a la infancia, tema que utilizó en otras obras a lo largo de su vida, siempre de forma exquisita. Para ello contó con la colaboración de la Fábrica Nuestra Señora del Prado fundada por Juan Ruiz de Luna y Enrique Guijo en Talavera de la Reina.

Dicha fachada fue decorada con un friso, un zócalo y una fuente. El friso estaba formado por parejas de niños que portaban guirnaldas de flores, y el zócalo compuesto también de formas vegetales, todo ello modelado en cerámica policromada.

La fuente consistía en un luneto, o altorrelieve en forma de media luna, con delicadas figuras realizadas en cerámica. Siete niños jugando, empujaban a otro que caía al agua en una taza de mármol semicircular. A partir del modelo diseñado por Benlliure, su colaborador Vicente Camps formó el molde, y la fuente fue realizada en la fábrica de Talavera. Quedó instalada a finales del año 1912.

Benlliure junto a la Fuente de los Niños (Foto:.semanasantacrevillent.com/benlliure)

En 1914 el hotel fue reformado por el arquitecto Enrique Mª Repullés y Vargas, aunque se cree que los planos y los elementos decorativos fueron diseñados por el propio Benlliure. El hotelito, con entrada por José Abascal, era la vivienda de la familia.

Además del interior de la casa, la reforma incluyó la creación de una nueva fachada que daba al jardín, decorada también con cerámica realizada en la fabrica de Juan Ruiz de Luna. Más guirnaldas con frutas, niños, cisnes blancos…

…Y una segunda Fuente de los Niños, realizada a partir del modelo de la primera, con dos diferencias, en este caso las figuras eran de color blanco monocromo, y la taza era rectangular y revestida de azulejos.

La casa de José Abascal llegó a ser muy famosa, por las tertulias que allí tenían lugar y por las personalidades de todos los ámbitos que por allí pasaban.

Los infantes de España junto a la segunda Fuente de los Niños (Foto:semanasantacrevillent.com/benlliure)

La fuente era tan bella que los visitantes deseaban tener una igual en sus propios jardines. Benlliure encargó algunas a Juan Ruiz de Luna a cuenta de sus clientes.

Así fue cómo llegaron varias réplicas de la Fuente a Cádiz, Santander, y en Madrid, a la familia Bauer en la Alameda de Osuna –de la que no se conserva ninguna información- y otra al entonces Cónsul de Guatemala, Sr. Traumann, que vivía en una finca en Chamartín, encargada en 1923.

Hasta el propio ceramista Juan Ruiz de Luna tuvo el deseo y la tentación de tener su propia Fuente de los Niños en su casa de Talavera, aunque finalmente solo reprodujo dos de los niños.

Mariano Benlliure murió en Madrid, en su casa de la calle José Abascal, en 1947. Sus restos fueron trasladados a Valencia, como él deseaba, para ser enterrado junto a sus padres en el cementerio del Cabanyal. Tras su muerte la casa-estudio fue derribada, y los elementos decorativos, algunos se perdieron, y otros fueron a parar a museos o colecciones particulares.

La primera Fuente de los Niños se conserva completa, en una finca en Ciudad Real, adonde llegó procedente de un chalet del Viso madrileño.

La fuente del cónsul pasó por varios propietarios y finalmente fue localizada en los años 60 del siglo XX en un vivero del mismo Chamartín, con bastantes daños tras tantos cambios y traslados. Estaba a la venta.

Existen otras reproducciones realizadas después, copias por tanto, que no deberían ser anunciadas como obras originales de Mariano Benlliure.

En 2001 la Fundación del Canal de Isabel II adquirió una Fuente de los Niños para su nueva sede en la Plaza de Castilla, instalada en la antigua estación elevadora de agua, situada bajo el depósito elevado de la Plaza de Castilla.

En aquellos momentos se creía que se trataba de la segunda fuente que estuvo en el jardín de Benlliure, pero más adelante se descubrió que se trata de la que perteneció al antiguo Cónsul de Guatemala, Sr. Traumann.

Perfectamente restaurada quedó instalada en el vestíbulo de entrada a la Sala de Exposiciones, sobre una lámina de agua rectangular.

La placa a los pies de la fuente continúa indicando que se trata de la fuente que estuvo en el jardín de Mariano Benlliure en su Casa-Estudio de la calle de José Abascal, lo cual pensamos debería ser corregido.

Expectación, sorpresa, risa, travesura, susto… cada niño manifiesta su reacción al juego de forma distinta… las figuras muestran una delicadeza y expresividad extraordinarias.

Aunque finalmente el propietario de esta fuente no haya sido el propio Benlliure, sí es su autor.

El que fuera tan famoso escultor, cuya obra podemos admirar por todo Madrid, y quizá recorramos otro día, también realizó pequeñas obras maestras en Cerámica, como esta Fuente de los Niños que podemos contemplar en la entrada de la Sala de Exposiciones de la Fundación Canal de Isabel II, en la calle Mateo Inurria nº 2.

por Mercedes Gómez

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Bibliografía:

Lucrecia Enseñat Benlliure. “La Fuente de los Niños de Mariano Benlliure”. En Renacimientos: la cerámica española en tiempos de Ruiz de Luna, Actas del XIII Congreso de la Asociación de Ceramología celebrado en Talavera de la Reina en 2008, Ed. Universidad de Castilla-La Mancha, octubre 2010.

Fundación Mariano Benlliure

La Esfera. 7 febrero 1914 (BNE)

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ACTUALIZACIÓN 13 enero 2013

La Fuente de los Niños, réplica en bronce, ubicada en Santander:

Fuente de los Niños de Santander

M. Benlliure, Fuente de los Niños (Santander)

JARDINES DEL PASEO DEL PRADO-RECOLETOS (IV)

Continuando con los jardines del Paseo de Recoletos, hoy os invito a visitar el Jardín del antiguo Palacio del Marqués de Salamanca, situado en el nº 10, considerado de Interés Histórico.

Como ya comentamos durante nuestra visita al cercano Palacio de Linares, el Marqués de Salamanca fue el primer financiero de la época en prever el valor que adquirirían estos terrenos, situados entre la huerta del Convento de los Agustinos Recoletos –derribado en 1836- y el Pósito, y decidió construir aquí su palacio, alrededor del cual se instalaron otros, llegando la zona a ser conocida como el “barrio de los banqueros”.

Pero en un principio la casa quedó situada en un lugar un tanto raro para un palacete, más fabril que palaciego, entre el Pósito, que aún no había sido derribado, y la Fábrica de Carruajes con su gran chimenea, como se aprecia en el famoso grabado de Alfred Guesdon. Por eso la opinión unánime es que don José tuvo una gran visión de futuro.

José de Salamanca encargó el proyecto al entonces Arquitecto Mayor de Palacio, Narciso Pascual y Colomer, en el año 1846, cuando sus negocios se encontraban en un buen momento. El arquitecto diseñó tanto el palacio como el jardín.

En origen el edificio era exento, únicamente constaba del cuerpo central rectangular, rodeado por el jardín y cerrado por una verja. Al contrario que otros palacetes construidos por la misma época, con su fachada a la calle, el Marqués de Salamanca construyó el suyo alejado del Paseo por un frondoso jardín.

Tras un primera quiebra económica, que interrumpió la construcción del palacio, por fin fue finalizado en el año 55, siendo los años siguientes la etapa más próspera del Marqués.

Colomer diseñó una entrada monumental, que quedó reflejada en un precioso dibujo conservado en el Archivo de la Villa, que desapareció muy pronto, apenas un año después de finalizar la obra, al ser modificada la alineación del Paseo de Recoletos, que robó unos metros al jardín.

El Jardín rodeaba el Palacio, con parterres curvos de estilo paisajista en la parte posterior y en la anterior, y estrechos parterres geométricos en los laterales. Tras el edificio se instaló una estufa o invernadero que había sido realizado en unos talleres de Londres en hierro y cristal, y que costó 100.000 pesetas de la época.

En 1876 nuevamente la ruina financiera le obligó a vender el Palacio, que fue adquirido por el Banco Hipotecario. Como sabemos, el Marqués de Salamanca murió unos años después en su Palacio de la Quinta de Vista Alegre.

A partir de la venta, varias ampliaciones y reformas fueron transformando el edificio y el jardín originales.

Foto: Amador. Palacio del Marqués de Salamanca, 1900. (www.memoriademadrid.es)

La única zona ajardinada que pervive es la delantera, frente a la fachada, donde se conservan tres fuentes,

Marzo 2011

y dos imponentes Cedros del Líbano de la plantación original.

El Palacio de Salamanca en Recoletos hoy está rodeado por otras construcciones, producto de las sucesivas ampliaciones llevadas a cabo, pero continúa resguardado por los majestuosos árboles plantados en época del Marqués.

Adquirido por otra entidad financiera a finales del siglo XX, actualmente tiene dos entradas, una en el Paseo, y la otra en la esquina con la calle de Salustiano Olózaga.

Entrada por la calle de Salustiano Olózaga

Varias esculturas pertenecientes a la Colección de los actuales dueños del edificio acompañan ahora a las antiguas fuentes. Obras de Cristina Iglesias, Miquel Navarro, Francisco Leiro y Andreu Alfaro.

El Marqués de Salamanca fue coleccionista de arte, seguramente si hubiera vivido en el siglo XXI habría sabido elegir también entre los artistas hoy día más cotizados.

En primer plano, obra de M. Navarro. Al fondo, escultura de F. Leiro

No está permitido acercarse a contemplar las esculturas, ni las fuentes, hay que conformarse con verlo todo desde fuera, a través de la verja.

Pero existe otro lugar, abierto a todos, donde podemos buscar las huellas del Marqués de Salamanca y el recuerdo de lo que pudo ser su Jardín. La Estufa fue trasladada al Retiro, estuvo situada en el centro de La Rosaleda creada en los comienzos del siglo XX por Cecilio Rodríguez. Durante la guerra resultó destruida, solo se conserva el basamento de ladrillo que limita el estanque.

Sí se conservan dos fuentes deliciosas, realizadas en granito y mármol, la Fuente del Amorcillo y la Fuente del Fauno, también procedentes del Jardín del antiguo Palacio del Marqués de Salamanca en el Paseo de Recoletos.

Se cree que pudieron ser diseñadas, igual que el palacio y el jardín, por Narciso Pascual y Colomer.

Fuente del Fauno, en la Rosaleda del Retiro.

Texto y fotografías : Mercedes Gómez

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Bibliografía:

Catálogo Exposición Narciso Pascual y Colomer (1808-1870). Arquitecto del Madrid Isabelino. Ayuntamiento de Madrid 2007.

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Otros artículos:

Paseo del Prado-Recoletos I.- El Jardín del Palacio de Linares.
Paseo del Prado-Recoletos II.- Paseo de Recoletos.
Paseo del Prado-Recoletos III.- El Jardín del Palacio de Buenavista.

Hace unos días Jaime, del blog Viviendo Madrid, tuvo la feliz idea de reunirnos a algunos amigos de la blogosfera madrileña en un post dedicado a nuestros restaurantes favoritos. Cada uno debía elegir el suyo, y explicar el porqué. El resultado ha sido bonito, y sabroso, Jaime ha logrado reunir a 21 blogeros y que cada uno con su personal estilo recomiende un lugar elegido entre tantos como nos ofrece nuestra ciudad.

Como la buena cocina también es un arte, desde la más sofisticada a la más sencilla, os invito a visitar Viviendo Madrid y uniros a nuestra suculenta reunión.

Y si tenéis, que seguro que sí, un restaurante favorito que añadir a la lista… nos encantará conocerlo.

Gracias a Jaime y a todos los participantes, ha sido un placer compartir mesa 🙂

Mercedes

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