Continuando con nuestras visitas a las Reales Academias, hoy tengo el placer de invitaros a conocer la sede de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales.

Gracias a la institución y sobre todo a Juan Carlos Caro, de la Secretaría General, quien desde el primer momento se mostró dispuesto a mostrarnos los rincones y obras de arte del edificio y contarnos su historia.

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El origen de la Academia de Ciencias se remonta al siglo XVI, cuando Felipe II creó la primera Academia de Matemáticas, impulsada por Juan de Herrera. El encargado de ponerla en marcha en el año 1582, bajo la dirección de Herrera, fue el profesor Juan Bautista Lavanha, Cartógrafo Mayor de la Corona, a quien conocemos por ser el cartógrafo para quien comenzaron a trabajar Pedro Texeira y su hermano Joao a su llegada a Madrid. En 1591 Lavanha, después de ser nombrado Cosmógrafo y Cronista Mayor de Portugal, abandonó la Academia.

A lo largo del siglo XVII las academias que fueron surgiendo se convirtieron en centro de la actividad científica, consolidándose en el siglo siguiente. Recordemos que en 1734 se fundó la Real Academia de Medicina y Ciencias Naturales.

Por fin, después de varios intentos y dificultades, en 1847 Isabel II fundó la Academia de Ciencias, independiente de las disciplinas médicas. En esta ocasión el promotor fue el Ministro de Comercio, Instrucción y Obras Públicas don Mariano Roca de Togores, marqués de Molins.

Su objetivo es velar por el estudio y cultivo de las Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, que tan poderosamente influyen en la industria y prosperidad de las naciones, como se afirmaba en las primeras líneas de la exposición del Real Decreto de creación de fecha 25 de febrero.

Hasta llegar a tener su propia sede, amplia y confortable, la historia de esta Academia ha sido bastante azarosa. En un primer momento, se instaló en un local alquilado junto a la plaza del Celenque. Su situación económica no era buena, solo gracias a la cesión por parte del Gobierno en 1849 pudieron mudarse a un local en el antiguo Convento de la Trinidad, donde estuvieron alrededor de cinco años. En 1854 encontraron acomodo en la Biblioteca de la Cátedra de Historia Natural en la Universidad, hasta 1866 en que se fueron a la Torre de los Lujanes.

Por fin en 1893 consiguieron la cesión del local de la calle de Valverde que pronto iba a abandonar la Academia de la Lengua para trasladarse a su nuevo edificio en la calle de Felipe IV.

El edificio clasicista había sido construido en 1794 por el arquitecto Juan Antonio Cuervo para albergar la Real Academia Española. Cien años después, el 30 de marzo de 1894, fue ocupado por la Real Academia de Ciencias, que allí continúa.

En 1920 fue ampliado con la compra de un solar contiguo, el actual nº 24.

Calle Valverde 24-26.

Prácticamente destruido durante la guerra civil, en 1942 se inició la reconstrucción que finalizó en 1949 llevada a cabo por el arquitecto Antonio Rubio Marín.

En el vestíbulo hay dos esculturas de mármol que representan a dos de nuestros científicos más sobresalientes. Ambos obtuvieron el Premio Nobel. A la izquierda el busto de don Santiago Ramón y Cajal -Premio en Fisiología y Medicina, en 1906-, obra del escultor Victorio Macho. A la derecha, don José Echegaray -ingeniero y matemático que sin embargo en 1904 obtuvo el Premio de Literatura-, de Federico Coullaut Valera.

J. Echegaray (autor: F. Coullaut Valera)

Desde el vestíbulo accedemos al Salón de Actos solemnes, presidido por la imagen de la reina Isabel II, representada junto al escudo de la Academia. Se trata de una pintura de José Galofré y Coma, propiedad del Museo del Prado.

A ambos lados del salón hay unas bonitas vidrieras de la Casa Maumejean.

Por la escalera de la izquierda accedemos al Salón de Académicos, o Salón de Pasos, así llamado por ser el lugar que atraviesan para dirigirse al Salón de Actos. En esta estancia se encuentran obras de arte y objetos de mucho valor. Llama la atención la máquina de calcular el logaritmo de una suma desarrollada por Leonardo Torres Quevedo -también llamada husillo sin fin-, de quien también se conserva aquí un busto en bronce. Torres Quevedo fue además de ingeniero y matemático, un gran inventor.

Una vitrina guarda entre otras cosas el Diploma de Premio Nobel de José Echegaray.

Y la pared frente a la puerta de entrada está adornada por tres bellos cartones para tapices igualmente cedidos por el Prado, elaborados por notables artistas del siglo XVIII: Mozas tocando el pandero de Ramón Bayeu, Cazadores merendando de José del Castillo, y Pescador tendiendo redes de Zacarías González Velázquez.

Cazadores merendando (autor: José del Castillo)

En el pasillo de la planta noble hay también diversas pinturas donadas por académicos o sus familias a lo largo de los años. Entre ellas el retrato de Echegaray, durante un tiempo atribuido a Sorolla, aunque recientemente se ha comprobado que su autor es Antonio Salas. En el despacho del Presidente, otro retrato de Isabel II, obra de Federico Madrazo, etc.

Continuamos en la primera planta cuyas dependencias guardan objetos muy interesantes y bonitos, como el antiguo sello de la Academia.

En fin, en el despacho del Secretario se halla una fotografía de Albert Einstein firmada por él mismo que recuerda la visita del científico a la entidad en 1923.

La antigua Sala de Juntas acogía a los 36 académicos que en sus comienzos formaban parte de la institución. De sus paredes cuelgan los retratos de todos los presidentes de la Academia desde su fundación hasta hoy, algunos de ellos pintados por artistas de renombre. Es curioso comprobar, como nos indica nuestro guía, la evolución de los estilos pictóricos reflejados en las diferentes obras a lo largo de los años.

Esta Sala ya no se utiliza para las reuniones semanales, fue necesario sustituirla por una más grande al aumentar el número de académicos, que ahora asciende a 54. La nueva Sala de Juntas o Salón de Plenos se encuentra igualmente en la primera planta, donde antes se hallaba parte de la Biblioteca; es muy confortable y moderna, de momento sus paredes están a la espera de poder ser decoradas acaso con otras pinturas cedidas por el Museo del Prado.

Volvemos a la planta baja, donde junto a la sala de Conferencias continúa parte de la Biblioteca cuyos armarios guardan los libros más antiguos, los ejemplares de los siglos XV al XVIII. El resto de volúmenes se colocaron en la Sala de Lectura en el sótano.

La Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales es una institución abierta a la sociedad.

Actualmente, hasta el 29 de marzo, en el vestíbulo y la biblioteca de la planta baja se puede visitar una exposición dedicada a Nikola Tesla, importante científico serbio que investigó el mundo de la electricidad, inspirador de libros y personaje de película. Es una gran oportunidad para aproximarse al mundo científico:

El maravilloso mundo de la electricidad de Nikola Tesla

La Academia también ofrece el VIII Ciclo de conferencias de divulgación científica: Ciencia para todos.

Finalmente, si estáis interesados en conocer su sede, la RAC no admite visitas individuales al edificio, pero sí colectivas, para grupos a partir de 10 personas.

Por Mercedes Gómez

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Otras Reales Academias visitadas:

Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.
Real Academia de Farmacia.
Real Academia de Ingeniería
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Real Academia Nacional de Medicina.

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Bibliografía:

Carlos Sánchez del Río. La sede de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. RAC, Madrid 2006.

VVAA. La Real Academia de Ciencias 1582-1995.  RAC, Madrid 1995.

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