Antonio de Pereda fue uno de los grandes artistas del Barroco. Nació en Valladolid, en 1611. Su padre, que era pintor, murió joven, legando a su hijo el gusto por el arte. El niño, que tenía solo once años, fue enviado a Madrid donde en seguida llamó la atención por su buen hacer pictórico. Fue alumno de Pedro de las Cuevas, maestro de pintores de la Escuela barroca madrileña.
Poco después Giovanni Battista Crescenzi, arquitecto y pintor de Felipe III y posteriormente de Felipe IV, le introdujo en la Corte, pasando a formar parte del grupo de artistas que en 1634 realizaron la serie de Batallas para el Salón de Reinos en el Palacio del Buen Retiro. Pereda pintó El socorro de Génova por el segundo marqués de Santa Cruz, así como otro cuadro para la serie de reyes godos.
Al año siguiente murió su protector y Pereda se alejó del ambiente cortesano, pero siguió desempeñando su arte, sobre todo pintura religiosa y bodegones.
Así como la primera temática está ampliamente representada en el Museo del Prado –tuvimos ocasión de ver dos de sus obras en Los Jerónimos–, no ocurre lo mismo con sus naturalezas muertas. Por eso, si es posible, no debemos desaprovechar esta oportunidad única, hay que ir al museo, detenerse y admirar su Bodegón, que estos días se expone en la muestra El Hermitage en el Prado, antes de que vuelva a San Petersburgo.
La exposición es digna de verse, la selección en su conjunto es espléndida. Me gustan especialmente, entre las esculturas, ese bellísimo Beso en la Primavera eterna de Rodin. Entre las pinturas, quizá la que más público atrae sea el Tañedor de laúd de Caravaggio, pero hay muchas otras memorables. El semiabstracto Paisaje azul de Cézanne, la extraordinaria Composición VI de Kandinsky, “impresionante manifiesto del arte abstracto”… Y el Bodegón, de Antonio de Pereda.
Óleo sobre lienzo, de 80 x 94 cm., firmado en 1652, es una maravilla que merece ser contemplada de cerca. Lo describe el cartel a su lado:
“En primer plano aparecen unos bizcochos, un pedazo de queso y una bandeja de plata con tazas de cerámica de Delft; a la izquierda, una vasija de cobre y un batidor para chocolate. El cuenco y las vasijas de barro cocido colocados sobre una papelera de ébano con incrustaciones fueron importados de la Nueva España, y en concreto de México. La selección de objetos es propia de una vivienda acomodada madrileña”.
La composición, los colores, todos los elementos están tratados con cuidado exquisito, y los objetos están representados con una perfección asombrosa. Es un buen ejemplo del bodegón barroco español que recurre al trampantojo, al efecto de engaño visual, los enseres y las telas son tan reales que parece que los podemos tocar, que se salen del cuadro. Dan ganas de alargar la mano y coger ese paño brillante que sobresale del cajoncito del mueble para papeles, que parece de verdad.
Antonio de Pereda debió de ser un hombre singular y de gran cultura pues, además de lograr pronto el reconocimiento de todos por la gran calidad de su pintura, parece que se granjeó simpatías y protección por parte de personajes ilustres, como Crescenzi, aunque también dice algún autor que “despertó envidias”. Consiguió muchos clientes que le llevaron a alcanzar una buena situación económica que le permitió atesorar una gran biblioteca con volúmenes en varios idiomas, además de esculturas, dibujos y grabados que convirtieron su taller en un lugar digno de ser visitado.
Murió en Madrid en 1678, con 67 años.
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Por: Mercedes Gómez
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El Hermitage en el Prado
Museo del Prado
Hasta el 8 de abril
20 comentarios
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25 marzo 2012 a 10:23
Isabel
Gracias por descubrirme a Antonio de Pereda porque cuando visité la exposición del Hermitage me fijé en este bodegón y me gustó mucho pero desconocía al autor y ahora me toca seguir investigando y buscando sus obras.
25 marzo 2012 a 16:12
Mercedes
Bonita tarea te propones, Isabel. Además de en el Prado y los Jerónimos, hay obra suya en el Museo de Bellas Artes de San Fernando, y en algunas iglesias. Espero que lo disfrutes, y si encuentras cosas interesantes, que nos lo cuentes.
¡Y muchas gracias por tu visita!
26 marzo 2012 a 11:11
romo13
Hola Mercedes,
Ciertamente dan ganas de alargar el brazo y hacer uso de las viandas y enseres que nos presenta el señor Pereda. Hay veces que las naturalezas muertas parecen estar vivitas y coleando. Magnífica elección para ilustrar este post.
Un beso
26 marzo 2012 a 17:53
J. Casado
Hola Mercedes. Bonito post. Como dice Manuel, es de un realismo que asusta. Gracias por enseñarnoslo.
Un saludo.
J. Casado
26 marzo 2012 a 20:13
Mercedes
Gracias, Manuel, es una pintura que me gustó y me apetecía contaroslo. Me alegra que te guste la elección.
Un beso
Hola José, fíjate que ahora el realismo está de moda 🙂
gracias a tí
un saludo!
26 marzo 2012 a 20:56
antonioiraizoz
Es muy curioso cómo con las exposiciones itinerantes de los grandes museos el arte se aceca a nosotros y a veces vuelve a su lugar natural como el bonito bodegón que nos muestras. Estuve en la increible exposición del Hermitage y cegado por otras obras se me pasó completamente esta. Gracias por mostrarla.
Abrazos
26 marzo 2012 a 22:31
Mercedes
Hola Antonio, es verdad, entre tanta obra maravillosa este bodegón tan «nuestro» me llegó al alma. Pero este autor, con todos los honores, merece estar junto a Velázquez, Caravaggio y Ribera, como de hecho está aquí.
Gracias a tí.
un abrazo
27 marzo 2012 a 22:26
Bélok
Precioso cuadro Mercedes. Me viene a la mente así de pronto, la Inmaculada de la iglesia del Hospital de la Venerable Orden Tercera, el Niño de las Calaveras en la iglesia de las Maravillas, el San Jerónimo de la iglesia de San Sebastián y el Santo Domingo del Museo Cerralbo.
28 marzo 2012 a 20:26
Mercedes
Hola Bélok, estupenda lista, ¡muy interesante recorrido!
gracias
28 marzo 2012 a 23:40
Doña Umé
Hola Mercedes.
Hoy precisamente , he visitado la exposición y me he parado un buen rato delante de este bodegón.
Me ha parecido tan sencillo y con tanto encanto, que casi he saboreado el queso y los bizcochos, además de tocar el precioso pañito con su textura aterciopelada y el brillo de sus colores, como tú bien dices.
Me vienen muy bien tus explicaciones acerca de este pintor. Es casualidad, que haya visto antes la exposición que tu entrada.
Una vez más, coincidimos en los gustos.
Muchas gracias.
Un beso.
29 marzo 2012 a 00:02
Mercedes
Hola Doña Umé, muchas gracias a tí, qué bonito lo describes.
Entre tanta obra deslumbrante, me alegra saber que hemos vuelto a coincidir al fijarnos en este precioso bodegón pero en peligro de pasar desapercibido.
Un beso
31 marzo 2012 a 23:18
C. Osorio
Es un bodegón exquisito
1 abril 2012 a 13:56
Mercedes
Ya lo creo, Carlos.
Siempre según el letrero junto al cuadro, este forma pareja con otro bodegón que curiosamente también se encuentra en Rusia, en el museo Pushkin de Moscú.
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