Tenemos una buena noticia: la Corrala de la calle de Carlos Arniches ha abierto sus puertas.

Han pasado casi quince años desde que el Ayuntamiento de Madrid se comprometió a rehabilitar el edificio de la calle de Carlos Arniches nº 3 y 5, salvado de la piqueta unos años antes, y cederlo a la Universidad Autónoma con el fin de acoger su Museo de Artes y Tradiciones Populares. Este museo había sido fundado en 1975 y ubicado en la Facultad de Filosofía y Letras, en Cantoblanco. Por su parte, la UAM se comprometía a hacerse cargo del edificio para crear allí un centro cultural universitario que incluiría la sede del Museo de Artes y Tradiciones Populares.

El Ayuntamiento cumplió su parte. Las obras han durado varios años y fueron laboriosas debido a la complejidad y al mal estado del edificio, finalizando en 2008. Pero los años seguían pasando y la apertura del museo nunca llegaba a convertirse en realidad.

Aunque siga sin trasladarse totalmente, de momento, el pasado lunes día 21 se ha inaugurado una exposición temporal, que se prevé de larga duración, aperitivo de lo que los grandes fondos de este museo puede ofrecernos en el futuro.

La antigua corrala, conocida como El Corralón, fue construida en el Cerrillo del Rastro, barrio de Embajadores, hacia 1860, quizá antes. En sus comienzos la planta baja fue casa de postas, y siempre, hasta sus últimos tiempos, estuvo ocupada por comercios. Las plantas superiores eran viviendas.

Ha sido restaurada y rehabilitada según proyecto del arquitecto Jaime Lorenzo, respetando muchos de los elementos y materiales originales de la vieja construcción. El resultado es magnífico.

La entrada al Centro Cultural La Corrala y al Museo de Artes y Tradiciones Populares tiene lugar por un espectacular portalón de madera, antigua entrada de carruajes. Los vecinos accedían a sus modestas viviendas por los portales situados junto a él.

Traspasado el zaguán llegamos al singularísimo patio alrededor del cual se organizaba la corrala. Sus vigas de madera han sido felizmente conservadas, reponiéndose solo las que estaban en mal estado. Su forma es la de un rectángulo irregular, adaptado al solar pentagonal.

La fuente-abrevadero, que originalmente estaba situada en un lateral, ha sido reconstruida como recuerdo de lo que fue en el pasado, de forma que ahora su fondo acristalado sirve para iluminar el sótano abovedado.

Por fin entramos en “la vivienda más característica de Madrid, casa de vecinos con patio comunal y en forma de corredor”, como aquí mismo explican.

Nos admiran algunas de las puertas, ventanas y muros conservados.

Esta primera exposición está dedicada al Ciclo festivo del año. Los motivos de celebración personales, que marcan nuestra vida, y las fiestas públicas, todas están representadas con objetos y trajes de muchos rincones de España.

La mayoría son muy delicados y necesitan ser preservados por lo que la exposición al parecer irá cambiando las piezas expuestas.

Madrid está representado por unos espléndidos gigantes y cabezudos. Quevedo, el diablo Cojuelo, Maribárbola, don Carnal, sor Patrocinio, doña Cuaresma, la Calderona…

Fiestas de Navidad, Semana Santa, de primavera y verano… una selección muy bonita, en un museo nuevo y moderno, bien acondicionado, que a la vez conserva muestras de lo que fue la vida en el pasado en esta corrala madrileña, y en la sociedad en general. Objetos de la vida cotidiana, o relacionados con ella, fabricación del pan, el vino…

Una visita encantadora.

Por Mercedes Gómez