El Museo Sorolla es una maravilla. Nos sugiere infinidad de historias de las que podríamos hablar, la biografia de Joaquín Sorolla, su duro comienzo, huérfano con solo dos años de edad, su afición al arte, siendo casi un niño, su vida feliz, con su mujer, «su Clotilde», y sus hijos, y su duro final, debido a la enfermedad que le llevó a la muerte con solo 60 años. Su extraordinaria pintura, su casa-taller… es un placer contemplar el edificio, los jardines… pero hoy os invito a detenernos en un aspecto diferente, muy interesante y bonito, Sorolla y sus amigos.
En la Casa-Museo de Joaquín Sorolla, en el paseo del General Martínez Campos, además de sus cuadros se conservan muchos de los muebles, algunos de gran valor, objetos personales y numerosas obras de arte, algunas compradas o encargadas por él mismo, y otras fueron regalos, muchas de ellas realizadas por amigos, todas por tanto tuvieron un gran significado para él, no solo artístico sino emocional.
Recorriendo la casa se respira un ambiente muy grato y a cada paso se encuentran las huellas de sus amigos, sobre todo de los escultores Mariano Benlliure y José Capuz.
Recordemos que Mariano Benlliure vivía cerca de Joaquín Sorolla, en la calle de José Abascal. Ambos eran casi de la misma edad, Joaquín un año mayor que Mariano, y ambos habían nacido en Valencia. El recuerdo de su amistad nos acompaña desde el comienzo de la visita.
El paso del primer jardín al segundo está enmarcado por dos columnas sobre las cuales hay dos pequeñas esculturas, a la izquierda Desnudo femenino de José Clará, y a la derecha El Gaitero, de Benlliure. Los originales, restaurados, se encuentran en el interior de la casa, en el Comedor, como veremos. Las figuras que actualmente se encuentran al aire libre son dos reproducciones en resina sintética.
Nos quedamos un rato en este segundo jardín, sentados en su banco de cerámica, escuchando el sonido del agua, rodeados de los magníficos árboles plantados por Sorolla, un mirto, un árbol del amor, un magnolio… el lugar es bellísimo y se respira la paz que debieron disfrutar los Sorolla hace un siglo, a pesar de que ahora la casa está rodeada por altos edificios que a principios del siglo XX no existían.
Los tres delicados amorcillos de bronce de la fuente se cree podrían ser obra de Benlliure, aunque no hay certeza.
En el tercer jardín, bajo la pérgola, se halla el Busto de Sorolla, regalo de la Hispanic Society of America de Nueva York tras la inauguración del museo, réplica en mármol del original en bronce que ellos poseen.
Entramos por fin en la casa sin poder olvidar la imagen del expresivo y noble rostro de Joaquín Sorolla captado por Mariano Benlliure.
En la Sala I, antiguo almacén y lugar en el que el pintor preparaba sus telas y bastidores, entre fotografías, postales y distinciones, en una vitrina se recuerda al pintor madrileño Aureliano de Beruete, su gran amigo, que le ayudó a introducirse en los ambientes más dispares, tanto “intelectuales como mundanos”.
Cuando en 1912 Aureliano murió en Madrid, Joaquín Sorolla organizó en su propia casa, en esta sala y en la contigua, hoy Sala II, una exposición antológica. Actualmente ambos artistas comparten la sala 60 A en el Museo del Prado.
En esta misma Sala I contemplamos una magnífica pintura de 1897, Una investigación, retrato de su amigo el doctor Luis Simarro, en su laboratorio. Sorolla pensaba que la mejor forma de retratar a las personas, que aparezcan con naturalidad, es en su propio ambiente, en su propia atmosfera. Así que por las noches iba casa del doctor, importante figura de la ciencia y la neurología españolas, y gran aficionado al Arte, y pintaba.
Tras visitar la Sala II llegamos a la espectacular Sala III, su antiguo Taller. En uno de los rincones hay un relieve realizado en 1909 dedicado Al pintor Sorolla. Su amigo, M. Benlliure.
Salimos del taller para dirigirnos a la parte de la casa que la familia utilizaba como vivienda. En la zona inferior de la Escalera, entre otras bellas esculturas, se encuentra la Psyque, vaciado en bronce de la obra que el gran escultor Auguste Rodin regaló al pintor durante su visita a su taller de París en 1913, realizado por José Capuz. El original no se conserva debido a que resultó dañado durante el vaciado.
José Capuz era 20 años más joven que Sorolla, y en un principio fue protegido y ayudado por él, pero con el tiempo se convirtió en su amigo y una de las personas más importantes de su vida, y luego, tras la muerte del pintor, de la de su esposa Clotilde y sus hijos, como persona de confianza. Formó parte del Patronato del Museo creado en 1931 y diseñó el sello para su inauguración al año siguiente.
En esta parte de la casa se encuentra otra obra suya, Torso de mujer.
Sorolla decoró la rotonda del Salón con esculturas de su familia. De José Capuz son las dedicadas al propio pintor y a su hijo Joaquín, de bronce, y a su hija Elena, esculpida en mármol. Las figuras de la hija mayor María y de su suegro Antonio García Peris fueron modeladas en bronce por Mariano Benlliure.
En el Comedor, son de Capuz los yesos de la ampliación de la estancia tras el arco a la izquierda, y los relieves en madera de la mesa. Al fondo, en la chimenea, se encuentran las esculturas originales que antes estuvieran en el jardín, una de ellas la mencionada El Gaitero de Benlliure.
Capuz realizó un busto de Clotilde, modelado en yeso, que actualmente se encuentra situado a la entrada de la exposición temporal a ella dedicada, y que podemos visitar hasta el próximo mes de octubre, Clotilde de Sorolla.
Igual que Mariano Benlliure y el propio Sorolla, José Capuz era valenciano.
Un detalle que indica el valor que dio Sorolla a sus amigos, como personas, pero también como artistas, es que primero Mariano Benlliure y luego José Capuz fueron maestros de su hija menor, Elena, que fue escultora. De ella se conservan muchas obras en el Museo.
Otro de sus amigos más íntimos, a pesar de que se encontraron pocas veces en persona, fue el pintor Pedro Gil, que vivía en París. La abundante correspondencia mantenida entre ambos así lo demuestra. Como vimos, el taller de Sorolla está lleno de objetos que fueron importantes para el artista, obra o regalo de sus amigos. Pedro Gil es el autor de la reproducción en miniatura de la Victoria de Samotracia, cuyo original se encuentra en el Louvre, encargada por Sorolla a su amigo en 1894. Otras dos esculturas, obra de Troubestzkoy, representan a Gil y al mismo Sorolla.
También tuvo una gran relación con la familia Sorolla el fotógrafo Diego González Ragel, aunque la gran amistad la tuvo con su hijo, Joaquín Sorolla García. Gracias a sus fotografías se conoce muy bien cómo era la casa del pintor cuando la familia la habitaba y cómo estaba decorado el taller que luego pudo ser reproducido con fidelidad.
Joaquín Sorolla fue un gran enamorado de la Cerámica, que fue coleccionando a lo largo de los años. Gran parte de la decoración de su Casa y los jardines la encargó a otro de los artistas con los que entabló una relación amistosa, Juan Ruiz de Luna, que recordemos también decoró la Casa-Estudio de Benlliure. Suyo es el zócalo del patio andaluz. En la zona acristalada donde actualmente se expone la colección de cerámica, hay un Jarrón dedicado Al gran Pintor Sorolla firmado por Ruiz de Luna Guijo y Cia. Año 1909.
En el Antecomedor el artista quiso recrear una de las estancias de Felipe II en el Monasterio de El Escorial. Para ello pidió a la Fábrica de Ruiz de Luna en Talavera la reproducción de un modelo de zócalo del siglo XVI, el existente en la ermita talaverana del Prado.
No podía faltar una obra del gran ceramista Daniel Zuloaga, de quien una vitrina en el taller guarda un precioso jarrón.
Estas exquisitas obras de arte son solo algunas de las muchas que adornan el Museo Sorolla, las estancias en las que vivió el pintor con su familia, creó gran parte de su pintura y recibió a sus amigos.
Por Mercedes Gómez
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Fuentes:
Museo Sorolla
Pº General Martínez Campos, 37.
Guía del Museo Sorolla. Madrid 2009.
Ragel. Reporter Fotógrafo. Exposición Museo de la Ciudad. Madrid 2010
26 comentarios
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22 agosto 2012 a 20:06
Manuel Álvarez
Estupendo museo, al que hay que ir sí o sí cuando se está en Madrid.
Muy buena entrada.
22 agosto 2012 a 22:34
Mercedes
Gracias por tu comentario, Manuel.
Saludos
22 agosto 2012 a 23:03
Manuel Álvarez
A ti por el magnífico blog, suscrito y deseando leer más. Un abrazo.
22 agosto 2012 a 23:41
Amparo
muchas gracias por vuestros siempre ilustrados y amenos artículos!
22 agosto 2012 a 23:56
romo13
Hola Mercedes,
Magnífico y exhaustivo recorrido por la casa y taller del insigne D. Joaquín.
¡Cuánto arte y belleza «familiar» entre sus muros! Aunque en la reforma casi no se han perpetrado tropelías, «haberlas haylas.y no debo comentallas».
Precioso artículo propio de «nuestra» Mercedes.
Un beso veraniego.
23 agosto 2012 a 00:39
Jaime
Estupendo repaso a este museo que, efectivamente se encuentra desvinculado de la «zona de los museos», como un trozo enquistado del pasado, con ese color tan intimista y sugerente que le imprimes, Mercedes.
En sintonía con otras aportaciones tuyas, también sería muy interesante conocer cómo era esta zona cuando Sorolla la habitaba, cuando la Castellana acababa un poco más allá de su casa, cuando a la colina del actual Museo de Ciencias Naturales se le llamaba «el hipódromo»…
23 agosto 2012 a 16:52
Mercedes
Gracias a ti por tu visita Amparo, me alegro de que te guste el blog.
Hola Manuel romo13, muchas gracias 🙂 ¡espero que estés disfrutando de tus vacaciones!.
Otro beso veraniego para ti.
Hola Jaime, me parece que te pasa como a mí, te encanta conocer el pasado de los lugares… sobre la Castellana a lo mejor te apetece leer los artículos que hice hace tiempo sobre sus jardines, el primero fue precisamente el del Museo de Ciencias Naturales, espero que te guste (https://artedemadrid.wordpress.com/2009/06/23/jardines-del-paseo-de-la-castellana-i-jardin-del-museo-de-ciencias-naturales/)
¡Gracias por tu comentario!
23 agosto 2012 a 19:54
Mariarosa
Me parece una preciosidad el post pues reflejas muy bien la belleza de la Casa-Museo.
Pero quizá te pueda apuntar alguna cosa porque da la casualidad de que una buena amiga mia es bisnieta de Enrique REpullés y Vargas que fue el arquitecto elegido por Sorolla, por recomendación de Benlliure, para construir su casa (igual que había hecho la Casa-Estudio de éste en la calle Abascal). En el momento de su construcción estaba rodeada de otras viviendas semejantes: a la izquierda viviía la actriz doña Marñia Guerrero y su marido Fernando Díaz de Mendoza; junto a ellos y lindando también con Sorolla, don José Echegaray (Premio NObel de Literatura). Uno de los muros del estudio tenía un gran ventanal a la propiedad de doña María Guerrero que sejactaba de «prestar la luz a Sorolla»…Este ventanal se cerró en 1930 cuando la citada finca fue adquirida por el marqués de Castelar a la actriz…
23 agosto 2012 a 21:56
Mercedes
Gracias, María Rosa, tu aportación es interesantísima,
nos ayuda a imaginar cómo sería la zona en aquellos tiempos, con sus bonitos hoteles. Entonces tampoco existían los árboles tan crecidos que hoy día jalonan el paseo, y las flores crecían gracias al sol que llegaba a los jardines…
Espero que un día de estos escribas un post dedicado a esta «casa mágica».
Besos
23 agosto 2012 a 22:41
ensondeluz
Gracias Mercedes,
¡ha sido recorrer el museo Sorolla como si allí estuviese! Trataré de acercarme a Madrid en octubre y visitarlo. Nos has dado motivos de sobra.
Por cierto que Sorolla tuvo un gran amigo en Suecia, muy similar en su forma de trabajar y en su luminosidad, el pintor Anders Zorn. Fueron contemporáneos y se encontraron por primera vez en París en 1900, aunque ya conocían sus obras respectivas.
Espero poder visitar su casa museo en Mora (Dalarna, Suecia) y escribir una crónica al respecto, aunque será difícil emular la tuya.
Un abrazo
Ramón
24 agosto 2012 a 13:51
J. Casado
Hola Mercedes. Vuelvo de las vacaciones y me encuentro con tu post, sobre ese magico lugar. Es un lugar anclado en el tiempo, al que merece la pena ir, aunque sea a leer el periodico.
Un saludo.
24 agosto 2012 a 14:52
antonioiraizoz
Hola Mercedes,
Precioso recorrido por esta faceta de Sorolla y sus amistades. Me encanta como defines su rostro de expresivo y noble.
Un abrazo
24 agosto 2012 a 20:36
Mercedes
Hola Ramón, no tenía ninguna noticia sobre este pintor sueco amigo de Sorolla al que te refieres, ¡muchas gracias!, procuraré buscar información sobre él.
Eres muy modesto, pero tus reportajes y crónicas son inmejorables, ya estoy deseando leer la de tu visita a Mora.
Me alegra te haya gustado esta entrada y si vienes a Madrid en octubre y visitas el museo espero que te guste, además el otoño es muy buen momento para venir a Madrid, ya me contarás…
Un abrazo
24 agosto 2012 a 20:41
Mercedes
Hola José, bienvenido de vuelta a Madrid, espero hayas tenido unas buenas vacaciones.
Es verdad, alguna vez he entrado a los jardines solo para quedarme allí sentada un ratito, sin intencion de visitar el museo, ya lo creo que merece la pena, es un oasis.
24 agosto 2012 a 20:44
Mercedes
Hola Antonio, ¿ya has vuelto de Lisboa? imagino que lo habrás pasado muy bien y vendrás con cositas nuevas para contarnos…
Muchas gracias, me alegra te haya gustado!
Un abrazo
25 agosto 2012 a 00:19
Jaime
Sí, me pasa como a ti, cuando visito los sitios busco en los detalles hacerme una idea que cómo fueron cuando fueron construidos y pienso en los ojos que ya no están, que los vieron y los vivieron antes que yo.
Perdóname la torpeza de no haberme dado cuenta de que ya habías pasado por donde te pedía pasar. Los he leído y me siento muy regalado por todo lo que pacientemente recolectas para los que tenemos el privilegio de leerte.
25 agosto 2012 a 15:51
Mercedes
Gracias, Jaime, un placer tenerte como lector de mis historias. Esos artículos los escribí hace tiempo, no tenías porqué saberlo, además cualquier sugerencia es buena, para ir o volver a cualquier lugar. Cada vez que vas a un sitio, ves cosas nuevas.
Es muy bonito eso que dices de los «ojos que ya no están», pensar en las miradas de los que vivieron otras épocas…
2 septiembre 2012 a 17:24
Maribel
Gracias Mercedes por este estupendo blog sobre los recuerdos y trabajos de amigos en la casa-museo de Sorolla. Por cierto, la originalidad y belleza de esta casa hacen que no te canses de visitarla.
2 septiembre 2012 a 22:09
Mercedes
Gracias a tí Maribel por tu visita!
Tienes razón, es un lugar al que siempre apetece volver.
17 octubre 2012 a 23:05
Enrique Guijo, inquieto de todo arte… « Arte en Madrid
[…] En esta etapa en Madrid trabajó como pintor decorador de algunos palacios, uno de ellos el de Medinaceli en la plaza de Colón, desaparecido. En 1907 viajó a Talavera a probar fortuna donde conoció a Juan Ruiz de Luna. Juntos fundaron la Fábrica de Cerámica Artística Nuestra Señora del Prado, en Talavera de la Reina. Las piezas las firmaban Ruiz de Luna, Guijo y Cia., como la que regalaron a su amigo Joaquín Sorolla, seguramente obra de Guijo, hoy expuesta en el Museo Sorolla. […]
24 julio 2013 a 14:28
cleusa balbom
Maravilloso, historico y patrimonnial.
27 septiembre 2013 a 20:31
Museo Cano, el arte de la enmarcación. | Arte en Madrid
[…] Animado y apoyado por Sorolla, en 1907 Cano fundó en Madrid el Taller artesanal Cano. Entre otras cosas, juntos diseñaron un modelo de estilo clasicista con estrías que se puede ver en la Casa-Museo Sorolla. […]
26 enero 2014 a 20:25
Antigua Fábrica y Taller de Carruajes Lamarca Hermanos | Arte en Madrid
[…] del Obelisco, entre las calles de Zurbano y Miguel Ángel –junto al solar donde poco después Joaquín Sorolla construyó su casa–. Hoy día ya no […]
22 marzo 2015 a 23:24
Elena
Cómo me ha gustado esta entrada. Es un Museo que me parece fundamental visitar y conocer. Y gracias a este escrito he descubierto facetas de otros autores relacionados con el gran artista valenciano. Muchas gracias, como siempre. Encantada de leer todo poco a poco. Un saludo enorme
23 marzo 2015 a 00:13
Mercedes
¡Gracias a ti Elena!
es un museo maravilloso, lleno de sorpresas.
Me alegro de que te gusten los artículos que vas encontrando.
11 agosto 2018 a 00:01
Sorolla. Un jardín para pintar. | Arte en Madrid
[…] a la Casa de Joaquín Sorolla, el palacete donde vivió el pintor con su familia, proyectado por el arquitecto Enrique María […]