Han pasado ya tres años desde nuestro primer paseo en busca de la muralla cristiana. En todo este tiempo hemos podido conocer nuevos lugares y descubrir algún tesoro escondido e inesperado. Os invitamos a un nuevo y emocionante paseo en busca de nuestra muralla, la fortificación construida en el siglo XII que, junto con la muralla árabe del siglo IX, es uno de los monumentos madrileños más antiguos y valiosos.

Recordemos que los límites del llamado segundo recinto estaban marcados por el antiguo Alcázar -ubicado en el mismo lugar donde hoy admiramos el Palacio Real-, y las cuatro puertas: La Puerta de Valnadú –en la actual Plaza de Isabel II-, la Puerta de Guadalajara -en la calle Mayor, a la altura del Mercado de San Miguel-, Puerta Cerrada y la Puerta de Moros.

Plano de “Las murallas de Madrid”. Ed. Doce Calles. (La línea más oscura representa los restos visibles, la gris los constatados, y la más clara los restos hipotéticos)

Plano de “Las murallas de Madrid”. Ed. Doce Calles.

Comenzamos nuestra ruta en la Plaza de Oriente, donde, en algún sitio cercano procedente del antiguo primer recinto árabe, nacía el muro construido en mampostería de sílex o piedra caliza por los cristianos a lo largo del siglo XII acaso aprovechando construcciones defensivas musulmanas -como sabemos, tras las obras de construcción del aparcamiento bajo la plaza, los únicos restos arqueológicos que hoy se conservan son los de una atalaya del siglo XI-.

La muralla debía atravesar los terrenos donde hoy se asienta el Teatro Real y llegar a la plazuela de los Caños del Peral, actual plaza de Isabel II, donde se encontraba la Puerta de Valnadú.

En el nº 3 de la plaza, en el sótano del restaurante Foster’s Hollywood, se hallan los restos de un lienzo en su cara intramuros.

En el centro del muro existe una puerta con arco de medio punto de ladrillo, abierta en época más moderna, que comunica con el solar colindante en la calle de la Escalinata.

Regresamos a la plaza, desde donde la cerca medieval discurría entre las actuales calles de la Escalinata –ronda exterior- y del Espejo –ronda interior-.

Salimos de la antigua villa medieval para seguir nuestro itinerario extramuros por la calle de la Escalinata, antigua de los Tintes, por donde bajaba un arroyo. Hace unos meses quedaron al descubierto los restos del muro, muy deteriorados, en el solar antes mencionado, correspondiente al nº 21 de la calle, oculto durante mucho tiempo, donde se aprecia cómo la muralla fue utilizada como medianería de edificios.

La puerta que vemos es la misma que pudimos ver en el interior del restaurante, en su cara exterior.

Calle de la Escalinara, 21.

En el nº 12 de la calle del Espejo un singular edificio fue levantado adaptándose a la forma de una torre de la fortaleza defensiva, forma que conserva a pesar de las construcciones sucesivas, y que es perfectamente visible desde la calle de la Escalinata.

Calle de la Escalinata, 13

A sus pies hay un garaje con entrada por la calle de la Escalinata nº 13. Dentro además de coches se guardan los restos de la torre y un considerable tramo de la muralla.

A sus espaldas, en el solar que corresponde al nº 14 de la calle del Espejo, cerrado desde hace mucho tiempo, al parecer también existen vestigios. A continuación, en el mencionado número 12 se conservan varios metros bajo el cristal instalado en las aulas de la Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País, restos que aparecieron en 2009 durante las obras de acondicionamiento de la escuela allí alojada.

Calle del Espejo, 12.

La muralla sigue hacia la calle Mayor y atraviesa la Calle de Santiago, en cuyo nº 2 durante la construcción del nuevo edificio se constató la presencia de la cerca.

Siguiendo sus huellas, continuamos nuestro recorrido y cruzamos por el lugar donde se encontraba la Puerta más importante de la Villa, la Puerta de Guadalajara. Tomamos la Cava de San Miguel, cuyas casas muestran el camino que seguía el foso que rodeaba el muro hace tantos siglos.

En la plaza de Puerta Cerrada se encuentra uno de los restos más importantes de muralla cristiana pues se conserva un lienzo completo en altura, a través de los pisos de las viviendas del nº 6 de la plaza.

Puerta Cerrada nº 6, bajo. Bar La Escondida.

Continuamos por la Cava Baja, en cuyo número 10 se localiza un tramo de 7 metros de largo por entre 1 y 4 de altura, un precioso ejemplo consolidado y acondicionado, con un resultado realmente bonito, mediante acristalamiento y luces que favorecen su contemplación.

Cava Baja, 10.

Recientemente nuevos restos, unos doce metros, han salido a la luz en el nº 12, en una de las antiguas posadas de la Cava. En el nº 22, a espaldas de la calle del Almendro, otro solar cerrado por una puerta de madera guarda más vestigios de la muralla medieval.

En el nº 30 se halla un lienzo de 19 m de largo por 11,5 de alto, al parecer el único de construcción altomedieval, es decir, del siglo XI o XII, pues la mayoría presentan intervenciones de siglos posteriores. Esto significa que, después de la muralla árabe en la Cuesta de la Vega construida en el siglo IX, y la impresionante torre mudéjar de la iglesia de San Nicolás de los Servitas del siglo XII, estamos ante una de las construcciones más antiguas de Madrid.

Cava Baja, 30.

Llevamos un rato caminando extramuros, es decir, por el exterior del viejo Madrid medieval. Ahora, nuevamente intramuros, en el interior de la Villa, tras la verja de un pequeño jardín de la calle del Almendro nº 17, hallamos un lienzo de 16 m de largo en muy mal estado.

Calle del Almendro, 17.

Llegamos a la Plaza del Humilladero donde estaba situada la Puerta de Moros.

La cerca continuaba bajo las plazas de San Andrés y de los Carros. Allí, en el mágico subsuelo, existen unos vestigios sorprendentes, entre ellos un tramo escondido de dos metros por 1,70 de alto. El muro, de características similares a los restos más próximos, está situado en el lugar por donde se supone transcurría la muralla.

A continuación en el bar de la Plaza de los Carros nº 3 se puede contemplar otro espléndido lienzo.

Plaza de los Carros, 3.

Desde aquí la muralla transcurría entre las calles de Don Pedro y Mancebos.

Nuevamente intramuros, encontramos la continuación del tramo anterior el cual se puede contemplar en la calle de los Mancebos nº 3, tras una verja y en el cual se puede observar con claridad el ya comentado hecho de cómo la muralla era utilizada para servir de medianería o soporte de los edificios que se fueron construyendo adosados a ella.

Calle de los Mancebos, 3.

Para contemplar la prolongación de estos restos volvemos por un momento al exterior del recinto amurallado y en la calle de Don Pedro números 8 a 12, se conserva un lienzo larguísimo, espectacular, de unos 30 metros, en el sótano del antiguo Palacio del Marqués de Villafranca.

Calle de don Pedro. Academia de Ingenieria.

Desde aquí la muralla descendía hacia la calle de Bailén, continuaba paralela a la Cuesta de los Ciegos y después atravesaba el antiguo Arroyo de San Pedro, hoy Calle Segovia, para llegar hasta la Cuesta de la Vega donde se unía a la muralla construida por los árabes, probablemente a la altura del tercer cubo desde la Puerta de la Vega.

Bajando por la Cuesta de los Ciegos hacia la C. de la Vega.

En la Cuesta de la Vega finaliza nuestro nuevo viaje por el Madrid más antiguo en busca de la muralla construida por los cristianos en el siglo XII, continuamente reparada y reconstruida durante los siglos posteriores, hasta que comenzó su demolición en el siglo XVI.

A lo largo del recorrido hemos podido contemplar cómo las calles mantienen su trazado medieval, en algunos lugares se puede contemplar la muralla, en otros se intuye. El paseo es realmente bonito y aleccionador.

Las mayores incógnitas que permanecen sin aclararse son los puntos de unión, aquí en la Cuesta de Vega con la muralla del siglo IX, y en la plaza de Oriente, con el Alcázar. Precisamente uno de los temas más controvertidos es este último, en qué punto la muralla del segundo recinto construido por los cristianos se unía al primero, construido por los musulmanes. Confiemos en que poco a poco los misterios se vayan aclarando, que los restos escondidos salgan a la luz, y que todos sean restaurados y cuidados como merecen.

Por : Pedro Jareño y Mercedes Gómez

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Otros artículos:

La muralla árabe

La muralla intermedia, la «medinilla»

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Bibliografía:
VVAA. “Las murallas de Madrid”. Ed. Doce Calles – Comunidad de Madrid. 2003.
F.J. Marín Perellón y J. Ortega. La forma de la Villa de Madrid. Comunidad de Madrid 2006.