Hace casi cuatro años que hablamos aquí por primera vez del edificio de las antiguas Serrerías Belgas, situado entre las calles de Cenicero y Alameda. Como decíamos entonces, se trata de uno de los pocos ejemplos de arquitectura industrial que subsisten en Madrid, una vieja fábrica maderera hoy destinada a albergar cultura contemporánea. Las noticias recientes sobre el fin de las obras y su posible apertura animan a actualizar el artículo.

El solar sobre el que se construyó la fábrica, al final de la calle de Atocha cerca del paseo del Prado, en el siglo XVIII había estado ocupado por el Convento de Padres Agonizantes y su iglesia, tras cuyo derribo pasó a ser propiedad de particulares. Cuenta Mesonero Romanos que fue fundado en 1720 por el Marqués de Santiago bajo la advocación de Santa Rosalía. La iglesia, que aparece representada en los planos de finales de siglo, estaba situada en la esquina de Atocha con Alameda. Era la manzana nº 263, ubicada frente al Hospital General, que ocupaba la manzana nº 1 (curiosamente, en el siglo XVIII Madrid comenzaba a numerarse junto a la Puerta de Atocha).

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Manzana 263. Tomás López (1785)

El año 1840 se fundó la Sociedad Belga de Fincas Españolas instalándose en dicho solar. En 1863 se ampliaron las construcciones iniciales, que sufrieron numerosas reformas y cambios durante los primeros años del siglo XX, hasta llegar al edificio actual.

Esta Sociedad fue el antecedente de la actual propietaria del “Pinar de los Belgas” en Rascafría: la Sociedad Anónima Belga de los Pinares del Paular, que en su web conserva recuerdos de aquellos tiempos lejanos en que la industria maderera se encontraba en la madrileña calle de Atocha.

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En Rascafría la Sociedad continúa su actividad.

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Rascafría, 2009 (Foto: Fernando Gómez)

Después de la guerra se fueron ampliando las instalaciones con la compra de nuevos terrenos. La idea fue rentabilizar la propiedad con la construcción de algunos comercios y viviendas, al final lo que se construyó fue un hotel, el Hotel Mercator, finalizado en 1954.

Esta fue la sede de la fábrica hasta los años 70 del siglo XX, la actividad se fue reduciendo poco a poco hasta quedar las naves casi abandonadas y, en el año 2000, se vendió el hotel. En su lugar se construyó el moderno Hotel Paseo del Arte, que fue inaugurado en 2002 en el actualmente nº 123 de la calle de Atocha.

Las naves de las antiguas serrerías fueron adquiridas por el Ayuntamiento y poco después nació el proyecto de rehabilitación para convertirlas en una de las sedes de la INTERMEDIAE, centro de arte dedicado a la Creación contemporánea y a las últimas técnicas de expresión artística. La otra sede, ya en funcionamiento, es el antiguo Matadero de Legazpi.

Tras el grave incendio de una Subestación Eléctrica de Unión Fenosa en el mes de julio de 2004, que estaba situada entre las serrerías y la antigua Central Eléctrica de Mediodía -hoy convertida en el Caixa-Forum- , lo único que quedó fue un gran solar.

Poco después del incendio, la medianería que se asomaba a dicho solar fue cubierta con un enorme mural de lona que invitaba a leer el capítulo XXXIX del Quijote como antesala protectora de las naves de las antiguas serrerías.

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A continuación, caminando por la calle Alameda, se leía perfectamente el rótulo que informaba que ahí estuvieron los viejos ALMACENES Y TALLERES MECÁNICOS. Una verja y un pequeño patio-jardincillo donde desde siempre hubo un árbol, separaban las naves del hotel. Al fondo, la calle Atocha.

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Por la calle Atocha se llega a la de Cenicero donde se encuentra la fachada que anuncia MADERAS DEL PAÍS Y EXÓTICAS. La antigua entrada a la fábrica por la Calle Cenicero nº 8 anuncia TALLERES Y PINARES PROPIOS.

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Unión Fenosa cedió el solar al Ayuntamiento, para zona verde. La subestación fue trasladada y reconstruida bajo la Cuesta de Moyano; el solar se convirtió en la nueva Plaza de las Letras, inaugurada en abril de 2007; la medianería, que ha ido cambiando su decoración, entonces lucía unos paneles ondulados de metal, quizá acordes con el pasado industrial de la zona.

El mismo año 2007 se falló el concurso de ideas para la “adecuación de la antigua serrería belga” y convertirlo en el centro Intermediae-Prado, resultando ganador el proyecto “Street Fighter”, de los arquitectos María Langarita Sánchez y Víctor Navarro Ríos, quienes afirmaban querer buscar un equilibrio entre lo que el edificio ha sido y lo que será: el viejo edificio conservará su estructura y “la memoria del pasado se mantendrá como un punto y seguido…

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El carácter que el uso de la serrería dio al edificio, su maquinaria específica, todo será recubierto con una pátina de resinas que congelará en el tiempo lo que la serrería fue hasta esa fecha para poder reescribir encima lo que el edificio puede llegar a ser”.

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Hace dos años el edificio mostraba este aspecto:

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Por fin, en este final del año 2012, las obras de rehabilitación han terminado.

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El pasado fin de semana abrieron sus puertas con motivo de la celebración de un mercadillo.

Únicamente falta rematar algunos detalles, anteayer los empleados colocaban unos ladrillos del suelo en la entrada. Desde fuera, a través de las grandes cristaleras se ven grandes espacios diáfanos destinados a albergar talleres y salas de conferencias.

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Las lonas han desaparecido dejando a la vista los muros con sus antiguos rótulos restaurados.

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Y allí continúa, en el patio entre el hotel y la antigua serrería, el viejo árbol, observándolo todo y, como nosotros, esperando la apertura definitiva del centro.

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Al parecer no hay fecha oficial, pero podría ser el próximo mes de enero.

Por : Mercedes Gómez

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Más información:

El nuevo Medialab. Blog Reflexiones a la carrera.
El edificio contra «La Cosa». Diario El País 5 dic. 2012

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