El origen de las ferias de libros se remonta a la Edad Media cuando allá por el siglo XV comenzaron a tener lugar las llamadas Ferias de Madrid. Aunque anteriormente ya había actividad comercial en torno a las Puertas de la Vega y de Guadalajara y en plazas como la de la Paja, fue el rey Juan II quien concedió a la Villa el privilegio de poder celebrar dos ferias anuales libres de alcabalas o tributos. Perdido en tiempos de Enrique IV fue restablecido por los Reyes Católicos, quedando limitado a una sola feria anual. En ellas se compraba y vendía un poco de todo, pero con el tiempo se fueron especializando y situándose en diferentes lugares. Estas ferias fueron el antecedente de la Feria de Libros permanente, hoy día en la Cuesta de Moyano.
En el siglo XVII los puestos de libros más famosos se encontraban junto a la Puerta del Sol, en el monasterio de San Felipe el Real cuya iglesia estaba rodeada por dos lonjas a las que se accedía por una escalinata que era conocida como las Gradas de San Felipe. Bajo las lonjas se situaron unas tiendecillas a las que se llamó covachuelas. Una de ellas, como sabemos, fue propiedad de Antonio Mancelli. El cartógrafo, además de dedicarse a su oficio, fue comerciante. Allí vendía mapas, libros, láminas y globos terráqueos. Se sabe que en 1623 compró otro puesto en el Alcázar junto a la “escalera que subía a los corredores”, cerca de otro mentidero, el de las Losas del Alcázar, lo que nos da noticias de otro lugar habitual de feria comercial en el Madrid del Siglo de Oro donde se vendían libros.
Una de las mejores imágenes de San Felipe es la que José María Avrial realizó para la Historia de la Villa y Corte de Madrid de José Amador de los Ríos hacia 1861. Además de las covachuelas, en el extremo inferior izquierdo dibujó, como nos hace notar Gabriel Sánchez Espinosa en su trabajo Los puestos de libros de las gradas de San Felipe de Madrid en el siglo XVIII, una caseta, seguramente uno de esos puestos de libros de las Gradas de San Felipe. En el grabado también vemos representados unos toldos que probablemente protegían otros puestos, quizá formados por cajones arrimados a la pared, aunque también podrían haber sido estructuras permanentes, con estantes y tal vez tejadillos.
Los covachuelistas pertenecían a la hermandad de San Antonio de Padua, hasta 1749 en que formaron un gremio con ordenanzas propias.
En mayor o menor medida los puestos de libreros y cajoneros en las Gradas siguieron existiendo a lo largo del siglo XVIII. Frente a ellas y en las calles cercanas existían varias librerías de forma que la zona era lugar de encuentro para los aficionados a los libros de todo tipo.
El mismo autor Sánchez Espinosa nos muestra la existencia de otras dos casetas, no demasiado lejos de San Felipe, en la calle de Alcalá, junto a la Hospedería de los Cartujos, actual número 18, donde se encontraba la estatua de San Bruno, obra de Manuel Pereira. Se pueden ver en el grabado de Gómez de Navia y García Sanz, a la derecha de la imagen:
A finales del siglo XVIII en la plaza de Santa Ana y del Ángel había tinglados de libros, y al parecer la Feria de Madrid dedicada a libros y muebles viejos se había establecido en la plaza de Santo Domingo.
Muchos escritores y cronistas han hablado de los libreros de lance a los que solían visitar y de los puestos de libros viejos. Pío Baroja habla de “Los libros viejos” en su obra “Las horas solitarias”, y nos cuenta su afición desde joven y detalla dónde se encontraban las librerías y los puestos que frecuentaba, como el de la calle de Capellanes (actual Maestro Victoria), «cuando era un estrecho callejón».
Igual que las gradas de la iglesia de San Felipe alojaron tenderetes de libros desde el siglo XVII, a finales del siglo XIX, cuando don Pío era un estudiante, la iglesia del Carmen también tenía covachuelas, en una de ellas una librería de viejo, que sorprendentemente seguían existiendo en los comienzos del siglo XX.
Todo esto ha desaparecido, pero nos quedan algunos lugares donde los libros se nos muestran como en el pasado. La librería de San Ginés es una de las más antiguas de Madrid pues su origen se remonta al siglo XIX. Su construcción quizá sea similar a los antiguos puestos de San Felipe, adosados a la pared del templo.
Para los menos adinerados siempre ha habido alternativas ingeniosas, en algún momento surgieron los librerías ambulantes, donde el librero cobraba una cantidad mensual por el préstamo de libros, los más mayores recuerdan que alquilaban novelas por un módico precio.
Son varias las opciones para buscar y encontrar libros de todo tipo y a todos los precios hoy día en Madrid. El Rastro, la anual Feria del Libro en el Retiro, y las dos Ferias del Libro Antiguo y de Ocasión, instaladas en primavera y en otoño en el paseo de Recoletos.
Aunque sin duda el lugar preferido por muchos de nosotros, uno de los paseos más bonitos y tentadores para los amantes de los libros es la entrañable Cuesta de Moyano, con sus características casetas de madera pintada de color gris, subiendo hacia el Retiro, a sus espaldas la verja del Real Jardín Botánico, enfrente la verja del Palacio de Fomento.
La Cuesta de Moyano siempre ha inspirado a poetas y novelistas. Escribió Francisco Umbral que era un río de libros que baja a Madrid desde las fuentes recónditas del Retiro…
En el siglo XXI aún algunas librerías sacan sus pequeños tenderetes a la calle, buscando llamar la atención de los curiosos, como la Librería Teatral en la calle del Príncipe, en pleno Centro de Madrid, a la que acuden los aficionados al teatro.
Al final de la calle de Hermosilla, cuando ya ha dejado de pertenecer al barrio de Salamanca, y se adentra en el barrio de la Fuente del Berro, también hay una librería de viejo. Todos los días el librero, de forma un tanto conmovedora, coloca sobre la acera estrecha dos pequeños taburetes y una cestita que luego al final de la jornada vuelve a guardar. Lo hace, según sus propias palabras, evocando a los «bouquinistes» parisinos que venden sus libros a orillas del Sena.
Seguramente habrá otros libreros detallistas en otros barrios de Madrid que coloquen sus puestecillos a la antigua usanza o que ofrezcan nuevas ideas.
En la Edad Media los mercados se instalaban al aire libre, hoy día se encuentran bien cobijados en edificios. En Lavapiés, en el Mercado de San Fernando, a espaldas de las Escuelas Pías, un imaginativo puesto ocupa el espacio de una antigua Casquería y vende su género al peso, viejos libros a un precio de 10 euros el Kg., junto a frutas, vinos y telas, como en los mercados medievales.
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Su lema, recircular, compartir, liberar, resume su bonito objetivo: que nuevos lectores den vida al libro usado. Dicen que los libros están vivos cuando se leen, cuando se comparten, cuando se les da la oportunidad de seguir sorprendiendo, entreteniendo o ilustrando. En su web lacasqueria.com podéis leer todos los detalles sobre su proyecto y sus actividades.
por Mercedes Gómez
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Bibliografía:
Gabriel Sánchez Espinosa. Los puestos de libros de las gradas de San Felipe de Madrid en el siglo XVIII. Revista Goya, número 335 (abril-junio 2011).
Diario ABC, 11.9.1903
Ayuntamiento de Madrid. La Feria de Libros de la Cuesta de Moyano. Madrid 1986.
28 comentarios
Comments feed for this article
18 enero 2013 a 20:22
Cocidito madrileño
Estupendo artículo y muy completo! Mercedes, sin afán de hacer publicidad de Historia Urbana de Madrid, aquí te dejo un enlace que hace referencia a la feria de libros de la Cuesta de Moyano: http://historia-urbana-madrid.blogspot.com.es/2010/09/la-feria-de-libros-viejos-de-la-cuesta.html
Que bonitas y cuánto guardan las historias de Madrid. Saludos!!
18 enero 2013 a 20:50
Ángel Alda
Mercedes, muy interesante tu crónica sobre el viejo comercio librero en Madrid.
Echo de menos, si acaso, un pequeño recuerdo a la calle Libreros y a sus legendarias tiendas que durante tantos años, todavía siguen algunas, se especializaron en el género del libro escolar y de carrera.
Una vuelta de tuerca a este negocio de los libros de viejo lo constituye una novedad en Madrid. Una librería en la que los libros son gratis. Te llevas los que quieras. Y es un éxito. Está en la calle Covarrubias, justo al lado del cine Luchana. Librería Libros Libres
Un saludo
Ángel Alda
18 enero 2013 a 21:59
tiempodehibernacion
Muchas Gracias por este texto. En extremo interesantes las orientaciones bibliográficas. Cada vez atraen más las ferias, mercadillos y anticuarios de libros, A nosotros, en particular.
18 enero 2013 a 22:38
Mercedes
Hola Cocidito, gracias, leeremos tu artículo!
Saludos
18 enero 2013 a 22:48
Mercedes
Hola Ángel, te agradezco mucho tu comentario, es muy oportuno para mí. Estas Navidades fui a pasear por la calle de los Libreros, ya estaba liada con este tema. Me acompañó mi padre, él recordaba que hace muchos años ponían tenderetes en la calle (yo vagamente, pues mi época de estudiante no la pasé en Madrid), ese día no los había pero es que era época de vacaciones, ¿tú recuerdas si los siguen instalando?.
Hacía mucho frío ese día pero estuvimos un buen rato, hicimos fotos, vimos libros… y estaba previsto hablar de la calle en el post, pero como en realidad mi tema en esta ocasión no eran las librerías sino los puestos, al final lo quité.
Antes de publicarlo, hace unos días le envié el texto a mi padre, le gustó, pero echó de menos la calle de los Libreros que habíamos visitado.
Creo que los dos tenéis razón, tenía que haberla mencionado. Así que bienvenido tu recuerdo a esta preciosa calle y este gremio.
La librería de libros libres aún no he ido a conocerla, pero lo haré, ¡gracias!
Un abrazo
18 enero 2013 a 23:07
Ángel Alda
La calle de los Libreros se ha convertido en estos últimos años gracias, mas bien por desgracia, a la crisis en un zoco de venta de libros escolares. en las fechas cercanas al principio de curso. La gente pone los libros encima de telas en el mismo suelo. En algunos momentos la policia municipal interviene para que estas gentes, la mayoría de las veces inmigrantes, levante el vuelo. Pero lo hacen con cierta pachorra. Al rato se van y los vendedores vuelven con su género. Creo que ya solo quedan dos tiendas en la calle especializadas en este tráfico de libros escolares. Creo que estas escenas siempre han existido, pero ahora se han multiplicado.
En El Rastro, sobre todo en el Campillo, siguen viéndose muchos libros viejos. Y van siendo numerosos los tingladillos en el suelo que veo por mis caminatas por Madrid. En Recoletos por ejemplo. Otro movimiento «librero» interesante es el que se produce en torno a los contenedores de papel y cartón. Muchas personas saben que colocando los libros de los que se desprenden en las cercanías de esos contenedores al poco rato llegan siempre personas que se los llevan. No solo en contenedores, en bancos y en veladores de los cafés. Conozco incluso a algun autor- Luis Landero vecino de la plaza es uno de ellos- que se desprende de los innumerables libros que recibe de las editoriales por ese procedimiento. Incluso algunas veces ha confesado que vigila quien se lleva esos libros con una cierta curiosidad malsana. Hoy las casas son pequeñas y a veces hay que hacer limpieza. Son muchas las personas que me consultan sobre como liberarse de libros recibidos en herencia. Lo hacen porque en una ocasión escribí sobre el caso. Te dejo el enlace. Puede que sea util a otros lectores de tu blog. El Ángel de Olavide.: Como vender o liquidar una biblioteca particular recibida en herencia
Un abrazo
Ángel
18 enero 2013 a 22:50
Mercedes
Hola tiempodehibernacion, me alegro de que os haya interesado el tema.
Gracias por la visita, sois muy bienvenidos.
Saludos
19 enero 2013 a 00:38
Mercedes
Fantástico, Ángel.
No deja de ser triste este asunto de los libros viejos, siempre me ha dado pena lo de las bibliotecas heredadas por alguien que no las quiere. Comprendo que es un problema acumular, yo misma ahora procuro comprar menos libros porque no se ya dónde ponerlos, pero me cuesta desprenderme de ellos.
Curiosa historia la de Luis Landero, admirado escritor.
¡Buenas noches!
19 enero 2013 a 09:51
Madrid auf Deutsch
Precioso artículo, Mercedes. A todos a los que nos gusta leer este asunto de los libros de viejo nos enternece. No sé por qué pero toda la parafernalia de sacar los libros a la calle para luego volver a recogerlos después del día siempre conmueve.
A mí me apasionan también aquellos quioscos que, al desplegarse, inundan la calle de revistas. Todo lo que sea sacar la lectura a la calle tiene un punto de heroicidad que impresiona.
Si no me equivoco, en el Retiro existen unas hornacinas con tejadillo para que la gente deje ahí sus libros viejos y así otros puedan compartirlos. Me parece una idea muy interesante y romántica pero nunca los he visto rebosante de libros, más bien bastante desangelados.
A mí me encanta el «puestecillo» que monta un senor en la entrada al Retiro de Mariano de Cavia. Tiene desde esas novelas antano tan populares del oeste hasta auténticas joyas de la literatura. Coloca sus libros usados sobre el peto de las escaleras de acceso de manera que puedes ojearlos mientras subes o bajas. Pero lo que más me atrae de ese senor es que siempre, siempre, está leyendo. A mí que no vende ni un libro que realmente no haya leído. 🙂
Un saludo
19 enero 2013 a 11:13
Guerra Esetena
Precioso tema. Me ha encantado. Me gusta mucho la iniciativa de lacasquería.com. Ojalá dure mucho tiempo.
Muchas gracias. Abrazos, Jesús
19 enero 2013 a 19:41
Mercedes
Hola, Madrid auf Deutsch, tu comentario sí que es precioso. Encantadora tu descripción del puestecillo de la puerta de Mariano de Cavia, nunca me he fijado, ¡tengo que ir a conocer a ese librero/lector!
Las hornacinas del Retiro eran bibliotecas al aire libre que se instalaron hacia 1919, milagrosamente en el Retiro quedan dos. Me parece buena idea que ahora se utilicen de alguna forma.
Lo de los quioscos también es una tentación, tienes razón. Algunos incluyen libros, por ejemplo el de la Glorieta de Bilbao ofrece de todo, y da gusto verlo.
Mil gracias.
19 enero 2013 a 19:43
Mercedes
Jesús, muchas gracias a ti.
Pues sí, ojalá les vaya bien y La Casquería y otras iniciativas de este tipo tengan larga vida.
Un abrazo
20 enero 2013 a 11:00
Manuel Romo
Hola Mercedes,
Entrañable artículo que me retrotrae a mis compras en la calle Libreros, especialmente en «La Felipa», en textos de carrera lo tenía casi todo.
Hace poco hice un expurgo de libros, los llevé a donde comenta Ángel, «Librería Libros Libres» y no admitían más, estaban saturados.
Curiosos los detalles de los grabados, nunca me había fijado.
Un beso.
20 enero 2013 a 19:38
Mercedes
Hola Manuel, yo solo conozco a «La Felipa» de oídas, pero fue toda una institución.
Qué curioso lo que cuentas de la Librería Libros Libres, espero que funcione bien y que tengan apoyos, es una iniciativa estupenda.
Un beso
20 enero 2013 a 20:15
Doña Umé
Hola Mercedes.
Aunque no se trate de un mercadillo ni un tenderete de libros de los que a todos nos gustan, yo conozco una librería de segunda mano que está, más o menos, enfrente del Hospital de jornaleros, en la calle de Raimundo Fernández Villaverde. Tienen otra mas grande por la zona de Quevedo, pero no recuerdo la calle.
Tienen cosas interesantes, yo suelo cotillear cuando paso por la zona ya que, cotillear libros me parece una costumbre muy saludable, aunque siempre se corre el riesgo de salir con algo que no se pensaba.
Normal, claro….
Estupenda idea la de hablar de tenderetes libreros ,Mercedes.
Un beso.
20 enero 2013 a 22:06
Mercedes
¡Hola doña Umé! no recuerdo conocer esa librería, tomo nota, las buenas librerías de viejo son un tesoro. Es verdad que son un peligro pero si salimos tan contentas con nuestro inesperado libro, pues qué bien ¿no?.
Me alegro de que te haya gustado lo de los tenderetes.
Un beso
20 enero 2013 a 23:15
Antonio Iraizoz
Hola Mercedes,
Es un tema entrañable y de lo más evocador. Leerlo a mi también me ha llevado por la Calle Libreros y por alguna librería de la Calle Arenal, ya hace mucho desaparecida. Luego al escaparate de Luis Bardón donde me paraba a ver «joyas» y a mis paseos por la Feria de Recoletos y Cuesta de Moyano donde siempre encontraba cosas que comprar como mi colección de cartografía de Madrid. Luego envejecía los planos con té para hacer creer que eran muy antiguos.
Muchas gracias por el bonito artículo.
Un abrazo
21 enero 2013 a 20:01
Mercedes
Hola Antonio, ¿envejecías los planos con té…? qué bonito, debe merecer la pena ver tu colección de cartografía… El primer plano de Texeira lo compré en el Rastro hace muchos años (en un tenderete), cuando yo aún no sabía quién era don Pedro. Fue un regalo que la persona a la que se lo regalé, conserva. Ha pasado tanto tiempo que sin té ni nada parece antiguo.
¡Gracias a tí!
abrazos
25 enero 2013 a 08:28
Ricardo Márquez
Muy bueno Mercedes, tienes el poder de condensar y llevarnos por un recorrido muy ameno de la historia de Madrid en un «pis-pas».
Un abrazo.
25 enero 2013 a 15:47
Mercedes
Muchas gracias Ricardo, me alegro de verte por aquí.
Un beso
2 febrero 2013 a 19:01
Mercedes
Acabo de actualizar el artículo ampliando la información sobre la Librería de lance de la calle Hermosilla que he visitado esta mañana. Está en el nº 132 y tiene un bonito y literario nombre: La Dulcinea.
Según me ha contado el propio librero, saca todos los días sus libros a la calle recordando a los famosos «bouquinistes» del Sena que colocan sus libros en cajones apoyados en la pared. Baroja también hablaba de ellos…
Si os pilla cerca no dejéis de entrar, es una librería magnífica.
1 julio 2014 a 21:00
La Cerca del Arrabal. Un paseo por el siglo XV. | Arte en Madrid
[…] como la de la Paja, fue el rey Juan II quien concedió a la Villa el privilegio de poder celebrar dos ferias anuales libres de alcabalas o tributos, lo cual fue también importante para la […]
7 septiembre 2014 a 16:49
Elena
Hola Mercedes: fenomenal este post sobre los puestos y tenderetes de libros antiguos. Conozco la librería de Hermosilla: en efecto, está muy bien y el dueño es muy amable, además, lo tiene todo muy bien colocado y el escaparate es precioso. La librería de Doña Felipa está ahora en una calle paralela a Cartagena, entrando por c/Azcona. Supongo que será la misma porque en el rótulo de la tienda se lee la fecha de su inauguración, del siglo pasado, creo que pone 1942. La otra librería que mencionan está en General Álvarez de Castro, muy grande y bien ordenada. Es verdad que yo he visto unas cajas abandonadas en la parada del autobús, las miré y cogí «El mono desnudo». Gracias por este magnífico artículo y gracias también a todos lo que han dejado diferentes iniciativas relativas a libros. Un saludo.
7 septiembre 2014 a 20:18
Mercedes
¡Hola Elena! ¿conoces la librería de Hermosilla?, qué bueno, es verdad que el dueño es muy amable y la librería es preciosa, lo tiene todo muy bonito.
Este es un tema maravilloso que nos gusta a muchos de nosotros, lo disfrutamos, y como bien dices, da gusto conocer las recomendaciones de los amigos. Gracias.
20 septiembre 2014 a 09:26
Luis Gurría
Mercedes,
felicidades por tu artículo y por las fotos de las librerías actuales con libros en la calle, buenísimas!
Me encanta La Casquería, es un lugar mágico y lo recomiendo. Para los que viváis al norte de la ciudad, en Avenida Cardenal Herrera Oria 260, Madrid, mi hermana ha abierto Re-Read, Librería Lowcost. Está en LaComa, entre Peñagrande y Fuente El Fresno, muy cerca de Mirasierra.
Vende libros todos al mismo precio, y están perfectamente clasificados por temáticas y orden alfabético por autores.
No es por que sea mi hermana… pero Carolina es una librera de oficio, heredera de cuatro generaciones de tradición editorial desde que nuestro bisabuelo José Zendrera Fecha fundara Editorial Juventud en 1923, con antecedentes también libreros como Librería Kon Tiki, en Bárbara de Braganza, hoy desaparecida.
Gracias y felicidades por el Blog!
Luis
20 septiembre 2014 a 17:18
Mercedes
Hola Luis, gracias por tus palabras y la información. Y mucha suerte a tu hermana con su librería, es de agradecer en estos tiempos. Conozco la editorial Juventud, incluso creo que conservo algún libro… enhorabuena por ese pasado librero.
Bienvenido al blog, espero que te sientas a gusto y vuelvas por aquí.
Saludos
12 enero 2015 a 20:17
Librerías solidarias | Arte en Madrid
[…] hace dos años hablamos de los Puestos, tenderetes y tinglados de libros, lugares muy queridos por muchos de nosotros, quedó pendiente hablar de Librerías. Tanto las de […]
24 octubre 2022 a 20:36
Feria de Libros de la Cuesta de Moyano | Arte en Madrid
[…] ya vimos, el origen de las ferias, los puestos, tenderetes y tinglados de libros, se remonta a la Edad Media cuando allá por el siglo XV comenzaron a tener lugar las llamadas […]