La calle del Salitre, antigua calle de San Bernardo, nace en la de Santa Isabel y llega hasta la de Valencia.
En el siglo XVII ya estaba urbanizada casi completamente excepto el último tramo bajando a la izquierda. En el Plano de Texeira en dicho tramo solo se aprecia una pequeña edificación en el solar donde luego se levantaría y hoy se encuentra la Parroquia de San Lorenzo. Los terrenos a continuación, sitios 1 y 2 de la futura manzana 36 junto a la Puerta de Valencia (marcados en rojo en el plano), aún eran un erial situado junto a la Cerca.
Pedro Texeira no dibujó la iglesia porque su construcción debió comenzar unos años después de realizado el plano, finalizando las obras en 1669, en un principio como auxiliar de la parroquia de San Sebastián. Estaba situada en la esquina con la calle del Doctor Piga -antigua Travesía de San Lorenzo- frente a la calle de la Fe.
Una escultura de San Lorenzo en una hornacina central adornaba la fachada.
El interior también era sencillo, con una sola nave.
La antigua iglesia de San Lorenzo sufrió varios incendios a lo largo de su historia, el más grave de todos y definitivo en 1936. Desde el comienzo de la guerra hasta 1942 en que fue reconstruida, como veremos, los vecinos solo pudieron contemplar sus ruinas.
La calle de la Fe, según algunos autores -sobre todo del siglo XIX-, antes se llamó calle de la Sinagoga, debido a que en ese mismo solar estuvo ubicada la sinagoga judía. Recientemente otros autores han afirmado que no hay prueba documental que sostenga esta teoría, que hasta finales del siglo XV en que fueron expulsados por los Reyes Católicos, los judios habitaron en otros barrios (originalmente en el de Santa María de la Almudena) y que esta zona de Madrid entonces situada extramuros estaba muy poco poblada, siendo por tanto poco probable que allí se ubicara la judería medieval. Una vez más los especialistas, con ayuda de los documentos y la arqueología, deberán separar la leyenda de la verdadera historia de Madrid, tantas veces unidas.
En el siglo XVIII la monarquía borbónica creó varias fábricas, muchas de ellas de productos de lujo para su propio abastecimiento (tapices, loza, cristales…), pero también algunas de otro tipo. Entre estas últimas estaba por ejemplo la fábrica de Pólvora, para la cual era necesario el salitre.
La Real Fábrica de Salitres de Madrid fue construida entre los años 1778 y 1785 según proyecto de José de la Ballina en esos terrenos existentes al final de la calle de San Bernardo junto a la Puerta de Valencia. Le ayudó su hijo Manuel que alcanzó el cargo de Arquitecto de Rentas Reales desde el cual en 1784 se encargó de la construcción de la Fábrica de Filtraciones de Lejías, que eran necesarias para la fabricación del salitre -ubicada en el norte de la ciudad, cerca de la Puerta de los Pozos de la Nieve, hoy Glorieta de Bilbao-.
Manuel de la Ballina también se hizo cargo del proyecto de la Real Fábrica de Aguardientes y Naipes de Madrid (1780-1796), luego Fábrica de Tabacos.
Los sitios mencionados de la manzana 36, junto a la Puerta de Valencia, se convirtieron en los llamados Terrenos del Salitre.
Las instalaciones de la Fábrica se extendieron por un amplio espacio, reflejado en los planos, desde el Barranco de Embajadores -hoy calle de Miguel Servet- hasta el Hospital General –hoy sede del Museo Reina Sofía- a ambos lados de la Cerca, actual Ronda de Atocha, llegando hasta el paseo de Santa María de la Cabeza. El Plano de Tomás López representa estas Fábricas de Salitre, que aún aparecen en el plano de 1835, dos grandes triángulos ocupados por albercas y depósitos de sal.
Recibe el nombre de calle del Salitre desde 1835, asignado por acuerdo municipal el día 11 de enero.
El Plano de Madrid de 1866 muestra el Barrio del Salitre, ya únicamente en el interior de la cerca, derribada dos años después.
En 1869 el Estado vendió el conjunto, como Bien Nacional, a varios particulares. La zona fue urbanizada, se abrieron calles como la de Doctor Fourquet y se crearon nuevas manzanas de viviendas.
Muchos de los edificios actuales son de aquella época, últimas décadas del siglo XIX, principios del XX, hoy rehabilitados y bien cuidados. Muchos detalles en las fachadas de estas viviendas nos trasladan al pasado, como las numerosas puertas de madera que se conservan.
La calle baja en gran pendiente hacia lo que era conocido como el Barranco de Embajadores ya mencionado, que fue explanado en 1881 y convertido en la calle de Miguel Servet, y hacia el Arroyo del mismo nombre que iba a desembocar en el Manzanares.
En el inicio del paseo, en el nº 2 hay una taberna con una preciosa fachada de cerámica. Sus azulejos, que representan un colorido viñedo y una bodega, fueron creados para la antigua Casa Lara, desde 1987 convertida en la Taberna Encantada.
Son obra de la Casa de Carlos González. La Casa Carlos González y Hermano fue una de las empresas sevillanas de Cerámica más importantes. En los años 20 del siglo pasado se convirtió en la Casa González que abrió una sede en Madrid, en la Gran Vía nº 14, dirección que figura en la firma.
En el número 22 existe otro edificio en el que la cerámica se mezcla con el ladrillo, bonito ejemplo de este tipo de decoración arquitectónica.
En 1929 la calle del Salitre cambió su nombre por el de calle de Baltasar Bachero, hasta 1967 en que recuperó, no se sabe muy bien porqué, su segunda denominación.
Baltasar Bachero era conductor de una calesa o carruaje de cuatro o seis plazas del que tiraba un caballo que se utilizaba para transportar viajeros, aún habitual en esos años, que se convirtió en un héroe –hoy casi desconocido- tras morir al salvar del atropello a unos niños que jugaban en la calle cuando al pasar una calesa a toda velocidad el caballo se desbocó. Un placa de azulejos tan modesta como la vivienda y el propio Baltasar, recuerda los años en que la calle recibió su nombre.
Continuamos nuestro camino y llegamos a la actual Parroquia de San Lorenzo, en el nº 23 con vuelta a la calle del Doctor Piga nº 2, que fue construida entre los años 1942 y 1950 por los hermanos Sixto y Antonio Cámara Niño, según la Guía del Colegio de Arquitectos de Madrid, y es tan humilde o más que la primitiva.
En el vestíbulo de la entrada lateral unos paneles cuentan la historia del templo y del martirio de San Lorenzo, y explican el proceso de restauración -finalizado en 2007- a que ha sido sometido el retablo mural situado en la cabecera del presbiterio. Las pinturas murales fueron realizadas en 1951 por Emilio Sánchez Cayauela “Gutxi”.
Después de la visita a la iglesia continuamos nuestro paseo por la calle del Salitre, y contemplamos los edificios de viviendas que hoy ocupan aquel erial del siglo XVII sobre el que se construyó la fábrica en la que dicen llegaron a trabajar más de mil quinientos operarios y a cuyas espaldas se extendió el gran Barrio del Salitre.
Tras cruzar la de Argumosa la calle del Salitre llega a su fin encontrándose con las de la Sombrerería y de Valencia. Todos esos terrenos a la izquierda del lugar donde nos encontramos antaño ocupados por depósitos de sal hoy albergan casas antiguas pero bien rehabilitadas, animados bares, bonitas tiendas, y galerías de arte.
Es pequeña y discreta, pero con muchas cosas que contar, mucha vida y mucha historia, como tantas sencillas calles madrileñas.
Por: Mercedes Gómez
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Bibliografía:
Antonio Perla. Cerámica aplicada en la arquitectura madrileña. Madrid 1988.
L.M. Aparisi Laporta. Toponimia madrileña. Ayuntamiento de Madrid 2001.
Eugenio Suárez. El calesero. El País 7.5.2001
Gonzalo Viñuales. Los judíos de Madrid en el siglo XV: las minutas de los escribanos. Revista Espacio Tiempo y Forma, UNED 2002.
La Maqueta de León Gil de Palacio y su época. Madrid 1830. Museo Municipal, Madrid 2006.
Fidel Revilla y Rosalía Ramos. La arquitectura industrial de Madrid. La Libreria, Madrid 2008.
25 comentarios
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1 junio 2013 a 21:47
Maríarosa
Es apasionante la historia de las calles de Madrid y comprobar como sus nombres encierran, en muchas ocasiones, parte de ella que se resiste a desaparecer…afortunadamente tú sabes descubrirnos su pasado. En este caso yo creo estuvo bien volver al nombre de Salitre…pero la heroicidad de Baltasar Bachero no debia ser relegada al ovido…¿fue en esta misma calle donde salvó a esos niños de morir aplastados o es que vivía él en ella? Sería bueno recuperar el nombre de este héroe
2 junio 2013 a 11:13
Mercedes
Es cierto María Rosa, a veces sorprende la historia que esconde el nombre de una calle.
Baltasar vivía allí, y estaba al parecer hablando con un vecino cuando vio lo que iba ocurrir, fue muy malherido pero salvó a los niños, y a los pocos días murió. Merece desde luego un mejor recuerdo, yo hasta hace unos días tampoco tenía idea de su existencia. Pero estoy de acuerdo contigo en que la fábrica es lo que condicionó y marcó el barrio para siempre, junto con otras fábricas de la zona.
Que pases un domingo estupendo.
2 junio 2013 a 11:03
Gonzalo
Mercedes, un placer pasear contigo por las viejas calles de nuestro querido Madrid.
2 junio 2013 a 11:15
Mercedes
Gracias, Gonzalo, un placer pasear en tu compañía.
Me ha parecido muy «literaria» esta calle…
Un beso y feliz domingo.
2 junio 2013 a 18:52
CHURRI
Gracias Merche por traerme recuerdos del 74 porque yo vivia los fines de semana en un piso de la calle Doctor Piga y conozco bien el barrio.
besos Churri
2 junio 2013 a 20:17
Mercedes
Hola Churri, me alegro de que te traiga recuerdos. Has vivido en barrios muy castizos…
¡gracias a tí!
Un beso
2 junio 2013 a 19:04
Boro
En el plano de 1866 junto a la Ronda de Valencia aparece un espacio denominado cementerio del hospital y a su izquierda, otros espacio sin edificar. En ese lugar hoy día se alza un edificio enorme (ocupa todo ese espacio vacío en el plano) y bastante feo que tiene aspecto de ser de los años 60. Alguien sabría decirme si antes de ese edificio eso era un solar vacío, había naves o se derribaron casas para construirlo. Siempre me ha llamado la atención un edificio de ese tamaño en una que en la época de su construcción ya sería urbana. Gracias por esta interesantísima entrada.
2 junio 2013 a 20:24
Mercedes
Hola Boro, a ver si alguien que conozca la zona o haya vivido por allí te lo sabe decir.
Y gracias a tí por tu comentario.
2 junio 2013 a 19:52
Anónimo Castellano
Felicidades por un post tan interesante Mercedes.
Es muy curioso ver como esta zona de Madrid siempre ha estado dedicada a fábricas obreras. Sin duda la dirección del viento y el cercano río hacían de esta zona la más idónea: la fábrica de tapices de Santa Isabel, la tenería del Pochazo un poco más lejos, esta de salitre….. sin duda los barrios que lo circundan, humildes y recogidos, son buena prueba de las gentes que vivían allí en los siglos XVII y XVIII
Un saludo
2 junio 2013 a 20:31
Mercedes
Gracias Anónimo, me alegro de que os haya gustado.
Del XVIII poco queda, apenas la Fábrica de Tabacos, pero de épocas posteriores sí se conservan edificios (o parte de ellos) industriales muy interesantes que dicen mucho sobre cómo era esta zona sur de Madrid y la vida en ella.
Un saludo
2 junio 2013 a 23:12
Guerra Esetena
Hola Mercedes:
Gracias por este bonito paseo y por descubrirnos todos los secretos de esta calle. ¡Cuántas historia y cuánta historia en cada casa y en cada calle!
Un abrazo, Jesús
3 junio 2013 a 20:18
Mercedes
Gracias a tí por tu comentario Jesús!
Un abrazo
3 junio 2013 a 10:24
Antonio Iraizoz
Hola Mercedes,
En realidad, aunque quedan pocos inmuebles del XVIII, esa zona se inserta en un trazado tan dieciochesco o más que el Prado, con los tridentes que parten de la Puerta de Toledo y Delicias hasta el río. Son una ídem los paseos que nos das por las calles, sus historias y cartografía.
Gracias y un abrazo.
3 junio 2013 a 20:24
Mercedes
Hola Antonio, tienes toda la razón, tu comentario es muy atinado, no solo los edificios dejan huellas de una época, por supuesto el urbanismo.
¡muchas gracias! me alegro te haya gustado.
Un abrazo
3 junio 2013 a 17:49
J. Casado
Hola Mercedes. Bonito post sobre una emblemática calle de Madrid. Me gusta esta serie que subes, con la historia de estas calles tan madrileñas.
Un saludo.
3 junio 2013 a 20:26
Mercedes
Gracias a tí José!
Saludos
3 junio 2013 a 18:33
Manuel Romo
Hola Mercedes,
Eres una caja de sorpresas… y no digamos nuestras callejuelas. La de historias que se habrán ido perdiendo.
Gracias por perpetuar las de este barrio.
Besos.
3 junio 2013 a 20:29
Mercedes
Hola Manuel, ¡Madrid es una caja de sorpresas!
Desconocía casi todo de Lavapiés, y tiene una historia muy interesante y bonita que merece la pena conocer ¿verdad?
Gracias a tí!
Besos
3 junio 2013 a 20:15
Carlos osorio
Una delicia pasear con tu reportaje por la calle Salitre.
Abrazos.
3 junio 2013 a 20:30
Mercedes
¡Gracias Carlos!
Besos
9 junio 2013 a 14:24
Luchy
Mercedes vas a hacer alguna visita guiada por esta zona? Si es así porfa avisanos con tiempo.
9 junio 2013 a 19:24
Mercedes
Luchy, yo no hago visitas guiadas, pero gracias por tu interés,
y te animo a que vayas a pasear por allí y disfrutes conociendo este barrio, y otros de Madrid.
Un saludo
12 septiembre 2016 a 13:33
BOMBARDINO: NUEVO GASTROBAR ITALIANO EN UN PRECIOSO LOCAL CON HISTORIA | Música y Pitanzas
[…] Lo que más llama la atención cuando vamos a entrar al local son los preciosos azulejos que recubren su fachada que datan de 1897. Aquí estaba la antigua Casa Lara y los azulejos, obra de la importante empresa sevillana Casa de Carlos González y Hermano , representan un viñedo y una bodega. En esta bodega durante años se expendía vino de Valdepeñas a granel. En los últimos tiempos este local se llamaba La Taberna Encantada cuyas letras se pueden ver todavía sobre los azulejos de la fachada. Tenéis mas información de esta calle y de estos azulejos en el artículo de Mercedes Gómez del blog Arte en Madrid sobre la Calle del Salitre. […]
11 agosto 2018 a 10:41
Quique
En esta calle tenían unos tíos de mi madre un almacén de perchas y otros productos de madera, como morteros o tablas de cortar, que vendían en el rastro y en una pequeña tienda en una calle cercana. Al fondo del almacén había una pequeñísima estancia, donde hacían vida, pero a dormir subían al segundo piso, donde tenían un par de habitaciones. Entonces era un edificio muy humilde.
12 agosto 2018 a 13:22
Mercedes
Gracias, Quique, por contarnos tus recuerdos. La vida de los vecinos en ella es la historia de una calle.