Eduardo Torroja fue un gran ingeniero, reconocido internacionalmente por su obra innovadora como proyectista, investigador y profesor. Madrileño de nacimiento, en su ciudad trabajó en numerosas obras, entre ellas la de los Nuevos Ministerios.
Una de las últimas fue la construcción del Instituto que hoy lleva su nombre, un conjunto de edificios que, como afirma la Guía del Colegio de Arquitectos es “uno de los hitos -tan singular como poco conocido- de la arquitectura española contemporánea”.
Eduardo Torroja
Eduardo Torroja nació en Madrid el 27 de agosto de 1899. Su padre fue arquitecto y matemático, así que de forma natural, igual que sus hermanos, se preparó para formar parte del mundo de la Ciencia. Se licenció como Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos en 1923. Tres años después se casó con Carmen Cavanillas; tuvieron cuatro hijos.
Desde sus comienzos su trabajo destacó. Montó su propia empresa de proyectos en 1927 y ese mismo año le llamaron para formar parte del Gabinete Técnico creado para la construcción de la Ciudad Universitaria de Madrid, bajo la dirección de Modesto López Otero.
Junto al propio López Otero, que fue el primer presidente, y otros arquitectos e ingenieros en 1934 fundaron el Instituto Técnico de la Construcción y la Edificación, una entidad privada cuyo objetivo era el estudio y la investigación en el campo de la construcción y los materiales.
Ese mismo año participó en la fundación de la revista Hormigón y acero.
En 1941 al integrarse en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) fundado el año anterior, recibieron una cesión de locales en la sede de la calle Medinaceli nº 4. En 1946 pasó a formar parte del Patronato Juan de la Cierva, del propio CSIC; entonces se trasladaron a su sede en Ruiz de Alarcón 25. En 1949 se fusionó con el Instituto del Cemento y pasó a ser Instituto Técnico de la Construcción y del Cemento, dirigido por Torroja. Ante la ampliación de funciones se buscaron nuevos locales más amplios, en la calle Velázquez 47, pero ante la gran importancia que iba adquiriendo se hizo necesaria la construcción de una sede propia.
Instituto de Ciencias de la Construcción
A partir de un primer proyecto realizado en 1950 por el propio Torroja, que contó con los arquitectos Manuel Barbero y Gonzalo Echegaray, en terrenos del antiguo pueblo Chamartín de la Rosa que había sido anexionado a Madrid dos años antes, entre 1951 y 1953 se construyó el conjunto.
Ubicado junto al arroyo Abroñigal -hoy cubierto por la M30-, el jardín era más extenso que ahora. En origen la institución ocupaba unas 5 hectáreas en la finca llamada El Bosque.
Con motivo de su inauguración en 1958 se editó un folleto que hoy es un valioso documento que nos permite comprobar cómo se conserva casi todo tal como fue ideado. Paseando en la actualidad por sus instalaciones una de las cosas que llama poderosamente la atención, tanto en el exterior como en el interior, es el cuidado en todos los detalles y la excelente conservación.
Conjunto de edificios actual IETcc
El propio conjunto es un ejemplo de la extraordinaria y novedosa técnica constructiva de Torroja y su cálculo de las estructuras de hormigón armado.
En cierto modo el objetivo del ingeniero fue demostrar que con el hormigón era posible crear obras bellas. Para ello había que adelgazar las piezas, construirlas lo más finas posible. Lo consiguió aumentando la proporción del acero en las piezas de hormigón; lo difícil era saber hasta qué punto se podía aumentar el acero para que la pieza fuera resistente.
El cálculo perfecto fue su gran logro. Aunque él afirmó que «por encima de todo cálculo está la idea, moldeadora del material…»
Aquí se utilizaron sobre todo elementos de hormigón, con piezas prefabricadas junto a elementos metálicos; unidos a materiales tradicionales, el ladrillo, la piedra y la madera.
El IET consta de un edificio central con varios cuerpos. En el primer cuerpo de dos plantas se situaron la dirección, sala de conferencias, etc. El segundo cuerpo o ala sur es una nave de una planta donde se ubicaron los laboratorios, rematado por una gran torre cubierta de piedra que contenía el depósito elevado de agua.
Entre este ala sur y la situada al norte se encuentra la antigua alberca, hoy bonito estanque.
En un edificio anexo, actualmente sin uso, se fabricaba el cemento. Originalmente se concibió como un complejo industrial autosuficiente, se fabricaba todo lo necesario para los procesos y tareas. Disponían hasta de su propio invernadero, hoy convertido en lugar de reunión.
Hay varios elementos destacables y emblemáticos del Instituto. Uno de ellos es el comedor de empleados, circular, con una estructura en voladizo que cuando se abrían las puertas correderas de cristal el local quedaba integrado en el jardín como si fuera una terraza.
Esta estructura fue reconstruida.
El espectacular dodecaedro, que fue el depósito de carbón.
Junto a él, la chimenea.
Las formas geométricas, las rectas, las curvas se combinan a la perfección.
El conjunto es conocido como Costillares por las pérgolas de hormigón que rodean el escarpado terreno sobre el que se asienta.
Por donde bajaba el arroyo Abroñigal ahora discurre la ruidosa M-30 que ocupa parte del jardín original.
Pero el entorno de los trabajadores del centro continúa siendo acogedor y muy placentero. Pinos, madroños, moreras… protegen el jardín, piscina y la zona de deportes.
En el interior del edificio principal hay dos vestíbulos, de doble altura, el primero con una escalera curva, y el segundo con una rampa sobre la planta oval y una gran cristalera desde el suelo hasta el techo.
Los muebles adoptan las mismas formas curvas. El estilo pretendía ser funcional, pero buscando la belleza y los detalles decorativos.
El mobiliario, que se conserva en gran parte, fue diseñado por los propios autores, incluido Torroja.
La estantería que tenía en su despacho junto a la cual aparece en una fotografía está en uno de los vestíbulos.
La Capilla fue decorada por Fernando Cassinello.
Hay otra capilla en el exterior, conocida como el elefante, asombroso ejemplo de las formas creadas por Torroja con el fin de demostrar lo que pretendía, que era posible que una gran lámina de hormigón armado quedara suspendida en el aire.
El complejo hoy se encuentra en el barrio de Costillares, que debe tomar el nombre de la singular construcción, al norte del distrito de Ciudad Lineal.
Actividad
El Instituto de la Construcción continúa perteneciendo al CSIC, área de Ciencia y Tecnología de Materiales.
Su misión principal es científica, dentro de distintas áreas temáticas: materiales, su durabilidad y control de calidad, seguridad, procesos constructivos, análisis y diagnóstico del patrimonio construido, etc. Su objetivo es la investigación pero también el apoyo tecnológico al sector. La actividad es compleja y muy amplia, abarca campos diversos, desarrollados en varios departamentos. De ingeniería estructural y mecánica de los materiales compuestos, químico-física de los materiales, sistemas constructivos de la edificación, etc.
La visita a las naves para ensayos de varios tipos, mecánicos, de elementos estructurales, componentes (ventanas, canalizaciones…), nuevos materiales, etc. y escuchar las explicaciones que nos ofrecen es fascinante. Hay dos naves, la antigua y la nueva, construida en 1968.
El suelo de esta nave de ensayos es como una gran mesa construida para aguantar cargas sobre ella (tirar, girar, comprimir, retorcer) (*). Desde uno de sus extremos se aprecia muy bien como la mesa está sostenida por grandes patas de hormigón.
En fin, en El Torroja no falta una unidad de documentación, publicaciones, archivo y una espléndida biblioteca, de libre acceso, que forma parte de la red de Bibliotecas del CSIC. Ni la edición de prestigiosas revistas como Informes de la Construcción, a disposición de todos.
Torroja, don Eduardo, como le llamaban los empleados del Instituto, falleció el 15 de junio de 1961, mientras estaba trabajando, en su despacho.
Desde entonces el Instituto de Ciencias de la Construcción recibe su nombre, Instituto Eduardo Torroja.
Merece la pena conocerlo. Aunque este artículo es largo, no recoge todo lo que la institución y su sede ofrecen, todo lo que hemos podido ver y escuchar, era imposible. Este mes de noviembre habrá ocasión pues el IET participa en la Semana de la Ciencia y la Tecnología 2015, con visitas guiadas y otras actividades.
Texto : Mercedes Gómez
Con todo mi agradecimiento a Gabriel Rentero por su invitación, la extraordinaria visita que nos regaló y toda su ayuda.
Fotografías : Armando Herrero y Mercedes Gómez
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Actualización 2 nov.2015.-
(*) Corrección: la nave está “pensada para aguantar cargas sobre ella (tirar, girar, comprimir, retorcer) no pesos”.
15 comentarios
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1 de noviembre de 2015 a 20:36
amparo berlinches acín
querida Mercedes, estupenda reseña como todas las tuyas. Una puntualización: lo que llamas «elefante» no se debe a la mano de Torroja; se trata de una capilla exterior construida en 1969 con diseño de Fernando Cassinello donde tuvo lugar la boda de la hija de Jaime Nadal, director del Instituto a la muerte de Torroja e íntimo colaborador suyo hasta su fallecimiento.
2 de noviembre de 2015 a 16:57
Mercedes
Muchas gracias por la información, Amparo. Fernando Casinello fue el que también decoró la capilla del interior, es curioso.
Y gracias por tu comentario, ¡saludos!
1 de noviembre de 2015 a 23:15
Maríarosa
Es increíble la cantidad de lugares que Madrid encierra y que la mayoría de sus habitanters desconocemos. Había oído hablar de este Instituto pero no tenía ni idea de su historia y de su fascinante arquitectura. Muchas gracias por enseñarle de una forma tan visual y con tan buenas explicaciones,
2 de noviembre de 2015 a 17:10
Mercedes
Es verdad, María Rosa, yo tampoco lo conocía y me ha parecido una maravilla, en todos los sentidos.
Gracias por tus palabras!!
2 de noviembre de 2015 a 03:53
mariapazramosesteve
Muy interesante : no sabia nada sobre este complejo. Lo único q conocía es a un hijo suyo catedrático en la escuela de Ingenietos de Caminos de la Complutense. Gracias por tu buena información
Enviado desde mi iPhone
2 de noviembre de 2015 a 17:18
Mercedes
De tal palo… Sus hijos tuvieron de quién aprender, como él de su padre.
Gracias por tu comentario mariapaz.
2 de noviembre de 2015 a 21:41
Ana María
Hola, Mercedes.
Yo tuve la ocasión de visitarlo durante una edición anterior de la Semana de la Arquitectura.
Es un edificio tan sorprendente como poco conocido.
El interior del edificio tiene «alma», todo recuerda la estética de los años 50: La escalera, los muebles, las puertas, el comedor cafetería, ¡asombroso!…. para quedarse un buen rato admirándolo, con su jardín interior y tan luminoso… y todo tan bien conservado. Se nota que lo cuidan.
Gracias por tu información. La estaba esperando. :-))) Tengo que volver…..
Un beso.
Ana.
2 de noviembre de 2015 a 23:01
Mercedes
¡Hola, Ana! ¿Cómo es que la estabas esperando…?
Yo no lo conocía, y desde luego es sorprendente. Lo defines muy bien, tiene «alma», es de esos edificios especiales, cuidados y diferentes. Los muebles, el jardín… todo da gusto verlo.
Aprovecha estos días, hay actividades y una visita guiada.
Un beso
3 de noviembre de 2015 a 09:39
Beatriz Guirao Cabrera
Querida Mercedes,
como amante de la ciudad que me ayudas a descubrir, te agradezco muchísimo la información que preparas para todos los que te leemos (nformación que comparto con mis amigos).
Pero… me frustra mucho llegar siempre tarde a lo que propones, bien porque son visitas ya hechas bien porque siempre está lleno cuando yo llamo o telefoneo ( inmediatamente después de leeerte) En fin, una vez más, gracias por toda tu información que leo con mucho gusto.
Saludos.
3 de noviembre de 2015 a 19:08
Mercedes
Cuánto lo siento, Beatriz. Espero que en otra ocasión puedas visitar lo que no hayas podido en un primer intento.
Muchas gracias por tu comentario, me alegra ayudarte a decubrir Madrid.
¡Saludos!
3 de noviembre de 2015 a 17:41
Antonio Iraizoz
Enhorabuena por el trabajo. Un descubrimiento más de la original y osada obra de Torroja.
Un abrazo
3 de noviembre de 2015 a 19:09
Mercedes
Muchas gracias, Antonio! Un abrazo
3 de noviembre de 2015 a 20:38
Ana María
Pues sí, Mercedes, estaba «esperando» :-)) tu información sobre el IET, porque estaba segura de que cualquier día de estos pasarías por allí y nos explicarías las cosas con todo lujo de detalles, como nos tienes acostumbrados.
No hay lugar que se te resista…. :-))…
Espero que me hayas entendido.
Muchas gracias de nuevo.
Un beso.
3 de noviembre de 2015 a 22:14
Mercedes
Pues encantada, Ana 🙂 por tu fe y tu confianza en mí. Lo cierto es que en esta ocasión no fue idea mía, me invitaron a ir, y fue una gozada, es un lugar maravilloso, como tú sabes.
Mientras no perdamos la curiosidad… la cosa va bien ¿verdad?
Gracias por estar ahí, y «volver» de vez en cuando.
Un besazo
1 de junio de 2016 a 06:02
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