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Como sabemos, el largo tramo de muro conservado en la Cuesta de la Vega pertenece a la muralla que rodeaba el llamado primer recinto madrileño, la ciudad islámica, la medina de Mayrit. En total son aproximadamente 120 metros, desde la Cuesta de la Vega hasta el Viaducto, que seguramente continúan bajo el pequeño jardín en la calle Bailén junto al edificio de Capitanía General, antiguo Palacio de Uceda.

Cuesta de la Vega. Parque emir Muhammad I.

Esta primera muralla fue construida por los musulmanes en el siglo IX, hay acuerdo en que fue levantada por orden del emir Muhammad I.

Además de los documentos históricos así lo acredita la técnica constructiva empleada, con sillares de sílex o pedernal en la parte inferior y piedra caliza blanca en la superior, colocados a soga y tizón, el llamado aparejo cordobés, por ser utilizado en época emiral y califal, entre los siglos VIII y X. Y con sus torres macizas de planta cuadrada, características de la arquitectura militar islámica, con técnica similar a la de otras murallas levantadas en esa etapa histórica.

Son los vestigios más importantes de esta construcción defensiva que rodeó el primer Madrid –a falta de algún día poder contemplar, en el futuro Museo de Colecciones Reales, los lienzos hallados bajo la Catedral y la plaza de la Almudena–. A pesar de las numerosas reformas, destrozos y el propio paso del tiempo, lo que queda del recio muro sigue siendo un monumento imponente y sugestivo.

En arquitectura, construcción a soga es cuando el lado mas largo del ladrillo o sillar de piedra va colocado en la misma dirección del largo del paramento del muro. A tizón es cuando la mayor dimensión de las piedras o ladrillos se sitúan en sentido perpendicular al plano del paramento –por eso pueden parecer piezas cuadradas aunque en realidad son rectangulares, como las otras–.

Cuando ambos sistemas se mezclan se habla de a soga y tizón. Es la técnica utilizada en el caso de nuestra primera muralla.

Cuesta de la Vega (detalle)

Y es la técnica empleada en la majestuosa Mezquita de Córdoba, cuyo exterior con almenas y contrafuertes nos recuerda a una muralla.

Mezquita de Córdoba

En algunos de los muros más antiguos de la mezquita, de época emiral, se observa la mencionada fábrica de canon cordobés, la construcción a soga y tizón.

Por : Mercedes Gómez

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El pasado jueves 19 de abril tuve el placer de disfrutar de un recorrido por algunos de los bellos lugares que ofrece la ciudad de Guadalajara. La Concejalía de Turismo del Ayuntamiento de Guadalajara, bajo el acertado lema Guadalajara, mucho por descubrir, nos invitó a conocer la ciudad en compañía de algunas entidades y asociaciones culturales, guías turísticos y otros amigos blogueros de Madrid.

Lo primero debo dar las gracias por la invitación, fue una mañana preciosa en la que creo todos disfrutamos con el paseo, las buenas explicaciones de nuestro guía, y la amabilidad de nuestros anfitriones. Muchísimas gracias.

Tras nuestra llegada a la ciudad comenzó el itinerario frente al espectacular Panteón de la duquesa de Sevillano y condesa de la Vega del Pozo.

Construido por Ricardo Velázquez Bosco formando parte de un conjunto de edificios que la condesa destinó a establecimientos benéficos. Sus grandes dimensiones, a primera vista, impactan, y las obras de arte que guarda en su interior son magníficas, destacando la obra escultórica de Ángel García Díaz, que recordemos trabajó en repetidas ocasiones con este arquitecto.

Guadalajara, además de monumental, es una ciudad con grandes zonas verdes por la que da gusto pasear.

Desde el Panteón nos dirigimos a otro complejo arquitectónico, el interesante antiguo monasterio o Fuerte de San Francisco. Fundado como convento, desde 1808 fue utilizado como fuerte militar; además del antiguo convento el fuerte está formado por antiguos edificios militares, fábricas –incluso contaban con una forja– y la colonia de viviendas.

En el año 2000 el Ministerio de Defensa lo cedió al Ayuntamiento de Guadalajara. Desde entonces el complejo está siendo restaurado.

La historia del convento es muy antigua. Durante la restauración de la iglesia en 2011 se realizaron excavaciones arqueológicas y aparecieron los restos de un ábside de cal y canto perteneciente a la iglesia primitiva. El templo gótico sufrió un grave incendio a finales del siglo XIV sobre el que se construyó la actual Iglesia de San Francisco, de traza gótica, atribuida a Juan Guas –autor también del Palacio del Infantado–.

En esta iglesia se encuentra la Cripta de los duques del Infantado, mandada construir por el X duque a finales del siglo XVII, inspirada nada más y nada menos que en el Panteón de los Reyes del Monasterio del Escorial. El descenso por la escalera de mármoles de colores impresiona.

La cripta fue saqueada, profanada y destrozada por el ejército francés durante la guerra de la Independencia. Los huesos quedaron mezclados y esparcidos por el suelo.

Hasta su apertura al público en 2011 tras la restauración, estuvo en ruinas, ahora luce en todo su esplendor.

Los restos de toda la familia Mendoza fueron trasladados a Pastrana. Aquí se han conservado los féretros tal como quedaron, varios de ellos rotos a manos de los franceses, como testigos de la historia.

Abandonamos el Fuerte y caminando hacia nuestra próxima visita nos detuvimos unos momentos a contemplar la Iglesia de Santa María, hoy Concatedral, el Convento de las Carmelitas de San José y la Puerta de Bejanque, uno de los escasos restos de las murallas que rodearon Guadalajara en la edad media.

Puerta de Bejanque. Guadalajara.

Poco después llegamos a las puertas de una de las joyas de la ciudad, la Capilla de Luis de Lucena, construida en ladrillo, único vestigio de la primitiva iglesia de San Miguel, derribada en el siglo XIX.

Capilla Luis de Lucena

La Capilla, del siglo XVI, conserva en su interior los hermosos frescos de la bóveda, atribuidos al pintor florentino Rómulo Cincinato –de quien luego admiraremos sus pinturas en el Palacio del Infantado–. La capilla en la actualidad alberga un pequeño y valioso museo.

Desde aquí nos dirigimos al Palacio de la Cotilla, hoy Taller Escuela de arte, donde además de un descanso acompañado de buen café y dulces alcarreños, nos aguardaban el Salón Chino y un inesperado museo dedicado al dramaturgo Antonio Buero Vallejo.

Nos contó nuestro guía que la Cotilla no se refiere a ninguna señora curiosa sino que se trata de una deformación que el tiempo dio a la palabra Costanilla.

El edificio fue construido en el siglo XVII, alrededor de un patio.

Palacio de la Cotilla

A finales del XIX fue propiedad de los marqueses de Villamejor de cuya época –recordemos el gusto de los aristócratas de entonces por los salones de inspiración oriental– se conserva el Salón Chino, una estancia deliciosa creada para disfrutar de representaciones teatrales y conciertos.

Salón Chino Palacio de la Cotilla

Está decorada con papel de arroz pintado representando escenas y leyendas de la vida feudal en la China imperial, durante la Dinastía Qing. El detallado dibujo a tinta y su delicada coloración ofrecen un resultado exquisito.

Salón Chino Palacio de la Cotilla (detalle)

Las Salas dedicadas a Buero Vallejo son una grata sorpresa. En ellas se exponen objetos (caja de pinturas, pinceles…), algún autorretrato y cuadros firmados por él, pues recordemos que además de dedicarse al teatro fue pintor y apasionado del dibujo. También se ha instalado, con gran fidelidad a cómo estaba distribuido en su casa, el que fue su despacho en Madrid.

Tras una breve parada en el conjunto formado por el Palacio renacentista de Antonio de Mendoza y la Iglesia plateresca de la Piedad, actual instituto de enseñanza, llegamos a nuestra última parada, el imponente Palacio del Infantado, del que ya contamos su historia aquí.

Todo esto son solo unos apuntes de la gran cantidad de lugares que hemos podido conocer en esta agradable jornada. Hay mucho más que contar, y monumentos y calles que recorrer, volveremos pronto a la hospitalaria Guadalajara. Historia, arte, jardines, gastronomía…

En la web del Ayuntamiento podéis encontrar información, horarios, visitas guiadas, etc.

También en la app turística descargable en el teléfono móvil, donde entre otras sugerencias todas muy apetecibles encontramos el apartado Descubrir experiencias, una guía con las mejores rutas: ruta de Murallas y fortificaciones, Leyendas, ruta del Cine, de Arquitectura, del Romanticismo, ruta del Mudéjar…

Os animo a todos a visitar Guadalajara, donde sin duda hay mucho por descubrir.

Por: Mercedes Gómez

Entre las diversas exposiciones y actividades que nos propone la Comunidad de Madrid esta primavera hay dos muestras fotográficas de visita obligada:

Gerardo Contreras. La mirada amable, en la Sala de exposiciones El Águila del Archivo Regional de Madrid, y Cualladó esencial. Gabriel Cualladó. Fotógrafo (1925-2003), en la Sala Canal Isabel II. Sus respectivos comisarios, Pablo Linés y Antonio Tabernero nos brindan un fascinante recorrido por la obra, y en cierto modo la vida, de ambos fotógrafos.

Su programación simultánea es una oportunidad maravillosa de contemplar dos miradas fotográficas diferentes que pertenecieron a generaciones distintas –Gerardo era 23 años mayor que Gabriel–, pero que en cierto modo se complementan. Contreras ofrece una mirada amable, optimista, y Cualladó una mirada poética, un tanto triste.

G. Cuallado,”Carrito”, Madrid, 1968. / G. Contreras, “Niños bebiendo en una fuente”, 1946.

La mirada amable de Gerardo Contreras, fotógrafo de la prensa oficial de los años 40, 50 y 60 del siglo pasado. Y la visión personal, el mundo oscuro de Gabriel Cualladó, pero lleno de modernidad. Uno mostraba, el otro sugería.

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Gerardo Contreras nació en La Coruña en 1902. Llegó muy joven con su familia a Madrid, aquí pasó su vida y ejerció su profesión.

Fotógrafo de prensa, sus fotografías hoy día son una fuente documental extraordinaria.

Gerardo Contreras en 1963.

Setenta y siete imágenes de la vida en el Madrid de la posguerra y del franquismo. Contreras nos muestra escenas cotidianas (las calles, los sucesos, las fiestas, los oficios, el ocio…) y a los famosos de la época.

Futbolín, 1951.

También un Madrid en construcción.

Construcción de los Nuevos Ministerios y avenida del Generalísimo (febrero, 1940)

Sus imágenes nos permiten ver el Madrid desaparecido y los cambios que ha experimentado la ciudad. Detrás de cada fotografía hay una historia, todas ellas documentos inestimables.

Gerardo Contreras murió en Madrid en 1971. Sus últimas fotos las realizó unos meses antes, en La Granja, el 18 de julio durante la recepción conmemorativa del alzamiento de Franco, acto que cubrió toda su vida.

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Gabriel Cualladó nació en Massanassa, Valencia, en 1925. Como Contreras y tantos otros artistas, llegó a Madrid joven, con apenas 16 años, para trabajar en la empresa de transportes de su tío Alfonso, igualmente para quedarse.

Autorretrato en camiseta, Madrid, 1958.

Al contrario que las imágenes de Contreras, las fotografías de Cualladó son más literarias que documentales. Trasmiten sentimientos y emociones. Cualquier escena cotidiana se transformaba en algo especial a través de su mirada llena de creatividad e intuición.

El Rastro, Madrid, 1980-81

Como dice Gabino Diego en el documental «El camino» que se proyecta en la Sala Canal Isabel II, Gabriel Cualladó era el poeta de la fotografía.

Organillero. Puerta de Toledo. Madrid, 1960.

Cualladó fue innovador, probando encuadres hasta entonces desconocidos, arriesgando con una estética nueva. Como dice Antonio Tabernero, Cualladó fue un artista de rupturas evidentes.

Siempre investigando, resulta revelador el título de uno de sus últimos trabajos en los años 90 para el Museo Thyssen, Puntos de vista. Gabriel Cualladó no solo buscaba una nueva forma de fotografiar sino una nueva forma de mirar. En 1994 se le concedió el Primer Premio Nacional de Fotografía.

Murió en Madrid en 2003.

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Las dos exposiciones hay que verlas, mirar las fotografías. Solo destacar el valiosísimo trabajo de ambos comisarios, Pablo Linés, en el caso de Gerardo Contreras. La mirada amble, y Antonio Tabernero, en Cualladó esencial, que han buscado, investigado, reunido, analizado y finalmente mostrado la obra de los dos singulares fotógrafos.

Y los magníficos catálogos editados por la Comunidad de Madrid, que además de la reproducción de las obras ofrecen interesantísimos artículos que ayudan a comprender la época, el arte de la Fotografía y a ambos artistas.

Toda la información y actividades:

Gerardo Contreras. La mirada amable.
Sala de exposiciones El Águila del Archivo Regional de la Comunidad de Madrid.
Calle Ramírez de Prado, 3.
Hasta el 15 de mayo.

Cualladó esencial. Gabriel Cualladó. Fotógrafo (1925-2003).
Sala Canal Isabel II.
Calle Santa Engracia, 125.
Hasta el 29 de abril.

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Por: Mercedes Gómez

 

La calle del Nuncio es una de esas calles madrileñas breves, algo sinuosas, que conservan toda la historia de la villa en su trazado, la misma forma desde hace siglos. Primero, en los siglos X y XI fue un arrabal de la medina islámica, después las casas se fueron construyendo al abrigo de la muralla cristiana, entre la Cava Baja y la calle Segovia.

Nace en Puerta Cerrada, donde se encontraba una de las puertas de la muralla del siglo XII, y llega hasta la iglesia de San Pedro, una de las más antiguas de la villa. Pudo ser por tanto una vía medieval importante, que discurriría próxima a la muralla, adaptándose a sus quiebros, intramuros.

Puerta Cerrada, calle del Nuncio.

Sus edificios y el terreno sobre el que se asientan son un reflejo de la historia de Madrid. Igual que la Cava Baja, la calle del Almendro o la propia Puerta Cerrada, que ya hemos recorrido.

Calle del Nuncio

En el nº 8 de la calle se levanta el edificio que alberga la Federación Española de Municipios y Provincias, antigua casa palacio del siglo XVI rehabilitada en los años 80 del pasado siglo XX.

Enfrente, en el nº 13, el Palacio de la Nunciatura Apostólica, que da nombre a la calle.

Llegando al nº 17 esquina calle del Pretil de Santisteban vemos la antigua Casa de Postas del duque de Santisteban, del siglo XVIII, hoy convertida en un edificio de viviendas.

Al final de la calle, la Iglesia de San Pedro, que conserva su espléndida torre construida en el siglo XIV.

Encontramos huellas pertenecientes a todas las épocas, desde la edad media hasta la actualidad, incluso las casas más modestas de la calle del Nuncio narran la historia de Madrid.

Cada uno de estos edificios merecería un artículo. Pero hoy vamos a detenernos en los orígenes de estos solares, en el Madrid más antiguo. El solar del actual nº 13, sede de la Nunciatura, nos cuenta la historia de estos terrenos ubicados junto a la muralla del siglo XII, un barrio construido sobre un arrabal de época islámica, como vimos.

Con motivo del “Proyecto de ejecución de ampliación del Colegio Sacerdotal y adecuación de dependencias en la calle Nuncio Nº 13”, promovido por el Ministerio de Defensa, en una zona de su patio interior, tuvo lugar una importante excavación arqueológica, entre noviembre de 2008 y febrero de 2009.

Excavación calle del Nuncio 13 (detalle) (Foto: GEA Arqueólogos)

Las diferentes fases de la intervención proporcionaron información de diversas épocas, constatando que la ocupación más antigua corresponde a los siglos X-XII, como ya ocurrió en otros solares próximos. El hecho tiene gran importancia, no solo por los materiales hallados, sobre todo cerámicos, sino también por la información que aportan en cuanto a la población andalusí en esta zona de Madrid, a la vida en el Mayrit islámico.

Se trata, una vez más, de útiles domésticos (preparación, conservación y consumo de alimentos) típicos de la cerámica islámica de los siglos X al XII.

(Foto: GEA Arqueólogos)

En relación al agua, también se encontraron fragmentos de arcaduz, elementos utilizados para extraer el agua con las norias.

El yacimiento fue descrito como “ocupación de tipo familiar o comunal asociada a la expansión del Madrid andalusí durante el siglo XI hacia el arrabal de Puerta Cerrada”. Los hallazgos fueron calificados como pertenecientes a épocas medieval islámica, medieval cristiana, moderna y contemporánea.

Posteriormente en este solar estuvo el Palacio de don Francisco de Vargas, el consejero de los RRCC y de Carlos V. El edificio también es conocido como antiguo Palacio de don Rodrigo Calderón, pues aquí estaban las casas que la marquesa del Valle donó a don Rodrigo, marqués de Siete Iglesias. En el siglo XVII fue ocupado por la Nunciatura.

Casa y calle del Nuncio en el Plano de Texeira, 1656.

El edificio actual, obra de Manuel Moradillo en 1735, fue restaurado y reformado en el siglo XIX.

Por : Mercedes Gómez

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Bibliografía:

Comunidad de Madrid. Anuario de Actuaciones Arqueológicas y Paleontológicas. Ficha de la actuación en Nuncio, 13. Madrid, 2009.

PÉREZ VICENTE, Daniel. “Excavaciones arqueológicas en el Madrid islámico”, Testimonios del Madrid medieval. Museo de San isidro, Madrid, 2004.

 

Una de las mejores exposiciones que podemos visitar esta primavera en Madrid es la dedicada a Warhol. El arte mecánico, en CaixaForum, en el Paseo del Prado 36, imprescindible para los amantes de la historia del arte y especialmente para los interesados en el siglo XX.

Se trata de una gran muestra monográfica que recorre la trayectoria del artista, nacido en 1928 en Pittsburgh, desde sus inicios en los años 50 cuando era un joven diseñador gráfico, hasta los años 80, convertido en figura mundial del arte pop. Conocido por su utilización de los iconos en los años 60 él mismo llegó a ser un mito.

Junto a la obra de Warhol se exponen retratos del artista realizados por grandes fotógrafos, que formaron parte de esta vida, como Avedon o Mapplethorpe.

David Gahr. Andy Warhol (1968)

En 1963 Andy Warhol creó The Factory, La Fábrica, su célebre estudio en Nueva York, por el que pasaron todos los artistas, modernos y personajes de la época; sus fiestas excesivas se hicieron famosas y forman parte de la historia de Warhol y de todo su mundo.

Mito mediático y personaje del mundo cultural neoyorquino, “actuó como enlace entre artistas e intelectuales, pero también entre aristócratas, homosexuales, celebridades de Hollywood, drogadictos, modelos, bohemios…”

Elizabeth Taylor (1963)

Warhol, aficionado a las repeticiones, a las series, descubrió nuevas técnicas que le facilitaron la labor y le abrieron caminos. Gracias a la serigrafía, la fotografía, etc. de la forma manual pasó a realizar sus obras de una forma mecánica, mucho más sencilla que con la pintura. Fue el arte mecánico.

Marilyn (1967) Impresión, serigrafía sobre papel.

De esta forma, además de un arte tradicional (pintura o escultura) desarrolló su creatividad en medios diversos (cine, diseño, publicidad…)

No solo experimentó con las técnicas sino también con los materiales.

Tres botellas de Coca-Cola (1962) (tinta serigráfica y lápiz de grafito sobre lino)

En 1968 sufrió un intento de asesinato que le llevó a un cambio en su actividad artística. Trasladó su sede de trabajo a The Office, una lugar más convencional en el que ejerció como artista-empresario. Todos los famosos demandaban su retrato y Warhol se entregó a las numerosas peticiones comerciales que recibía.

Símbolo del dólar (1981) (acrílico y serigrafía sobre lienzo)

Murió en 1987 en Nueva York.

Warhol. El arte mecánico se podrá visitar hasta el 6 de mayo 2018.

Alrededor de la exposición CaixaForum Madrid ha organizado una serie de interesantes actividades (conferencias, proyecciones, visitas comentadas, visitas en familia…). Toda la información en la web de CaixaForum.

Por : Mercedes Gómez

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Bibliografía:

LEBRERO, José y otros autores. El dulce abismo del arte mecánico. CaixaForum, febrero 2018.

 

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