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En la calle Segovia nº 8, frente al Palacio de Anglona y la iglesia de San Pedro, una placa municipal, instalada en 2016, indica que en este lugar estaban las Casas de los Vargas, residencia de los embajadores de Alemania entre 1561 y 1616.

Estas casas solo fueron unas de las varias que la poderosa familia llegó a poseer a lo largo de los siglos en Madrid, sobre todo en los alrededores de la plaza de la Paja.

La genealogía de los Vargas desde la llegada del primer Vargas, tras la ocupación de la villa islámica por población castellana a partir de 1080-1085, hasta el siglo XVII es compleja. El linaje llegó a tener varias ramas.

El primer Iván o Juan de Vargas se cree que se estableció en un solar que el nuevo rey cristiano Alfonso VI le concedió –como fue habitual conceder a los castellanos que llegaron con su ejército– en la calle de San Justo. Fue la conocida como Casa de Iván de Vargas, en cuyos terrenos hoy se levanta la Biblioteca del mismo nombre.

Iván de Vargas tuvo tres hijos. El tercero de ellos, también Iván, fue quien según la tradición luego sería patrón de San Isidro. Esta no fue la rama principal pero sí el origen de los Señores de la Casa de Iván de Vargas de Madrid.

La rama principal –descendientes del hijo mayor, Fernán– vivió siempre en la parroquia de San Pedro. En ella, a lo largo de la Edad Media, se sucedieron los Diegos y Franciscos. Uno de sus descendientes fue Diego de Vargas Vivero.

Recordemos que cuando en 1561 Felipe II trasladó la Corte a Madrid surgió la necesidad de alojar a los numerosos nobles y cortesanos que llegaron a la Villa. Aplicando la Regalía de Aposento la casa de Diego de Vargas fue la elegida para servir de residencia a los embajadores alemanes.

Allí se alojaron, desde 1561 hasta 1600, cuando la Corte se trasladó a Valladolid. Y desde 1606, tras la vuelta a Madrid, hasta 1616.

En 1616, el día 8 de septiembre, se resolvió en la Cámara de su Majestad la petición presentada por Diego de Vargas Vivero, Caballero del Hábito de Calatrava, de gozar de libertad de huéspedes de aposento de corte. Expuso don Diego que su casa situada en la Parroquia de San Pedro debía ser reedificada y reparada por lo que solicitaba dicha libertad de aposento.

Los aposentadores informaron a favor del solicitante y la Cámara dijo que se le podía conceder dicha libertad por cuarenta años de acuerdo a la traza de obras presentada. El Rey lo concedió.

A mediados del siglo Texeira dibujó la construcción tal como debía de ser entonces.

Los actuales números 8 y 10 de la calle de Segovia se construyeron en gran parte sobre el solar nº 1 de la manzana 179, el que fuera propiedad de Diego de Vargas, al que se refiere la placa, y luego del Conde de Miranda. Así figura en la Planimetría de Madrid realizada en el siglo XVIII.

Plano de Espinosa (1769)

Calle de Segovia, 8-10. (2018)

Es curioso el resto de muro de piedra conservado en la esquina, junto al cual se ha ubicado la placa.

Acaso el único vestigio que recuerda que los edificios actuales, nº 8 y 10 de la calle, forman parte de un mismo pasado, que allí se levantaban las casas de Diego de Vargas que en el siglo XVI y comienzos del XVII alojaron al embajador de Alemania.

Por : Mercedes Gómez

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Bibliografía:

Planimetría General de Madrid. Ed. Tabapress. Madrid, 1988.

Biblioteca digital memoriademadrid

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Continuando con mi tradición veraniega de publicar un artículo contando la historia de algún lugar visitado en tierras catalanas, este año os invito a conocer el Monasterio de Pedralbes y especialmente su Capilla de San Miguel, decorada con extraordinarias pinturas murales del siglo XIV.

El Monasterio de Pedralbes fue fundado en 1327 por la reina Elisenda de Montcada, cuarta esposa del rey Jaime II de Aragón (1267-1327). Dedicado a Santa María, fue ocupado por monjas clarisas. Una pequeña comunidad de once monjas continúa viviendo en nuevas dependencias junto al antiguo monasterio, hoy convertido en un magnífico museo.

El lugar elegido para su construcción fue Sarriá, una localidad que fue independiente hasta 1921, año en que fue anexionada al municipio de Barcelona. Pedro Texeira la representó en su Atlas del Rey Planeta, que ya vimos cuando visitamos otra población próxima, Cornellá.

Pedro Texeira. Atlas del rey Planeta.

En Sarriá, que hoy pertenece al distrito barcelonés de Sarriá-San Gervasio, se encontraba la zona de Pedralbes.

Pedralbes proviene del latín, petras albas (piedras blancas), nombre documentado desde finales del siglo X.

Pedro Texeira. Atlas del rey Planeta.

A lo largo de los años el monasterio primitivo se fue ampliando con nuevas estancias. Hoy día el conjunto es un bello ejemplo del arte gótico. Originalmente estaba rodeado por una muralla de la que solo se conservan dos puertas y sus respectivas torres de vigilancia.

La iglesia es uno de los elementos más antiguos, los monarcas colocaron la primera piedra el 26 de marzo de 1326.

Es de una sola nave, con capillas a los lados, cubierta con bóvedas de crucería.

Original del siglo XIV es también el claustro gótico que consta de dos galerías con veintiséis columnas de piedra a cada lado y de un tercer piso levantado posteriormente a modo de buhardilla.

El techo es de madera y los capiteles, que sostienen bellos arcos ojivales, están decorados con los escudos de la casa real y de la familia Montcada.

En el patio se ha recreado un Jardín medieval en el que se cultivan plantas medicinales, convertido así en un jardín entre científico y espiritual.

Alrededor del claustro se organizan las dependencias del monasterio. La sala capitular, la cocina, el dormitorio, la abadía, el refectorio, las procuras…

Las procuras, así llamadas porque estaban a cargo de la procuradora del monasterio, responsable del abastecimiento, era el lugar donde se almacenaban los alimentos, utensilios y herramientas del huerto.

Desde sus comienzos se dispuso de una enfermería que pronto necesitó reformas; los espacios que hoy se pueden ver son del siglo XVI, construidos en 1568 gracias a la donación de 600 ducados de oro del rey Felipe II.

Las pequeñas celdas de día, algunas de las cuales hoy se pueden contemplar, adornadas como capillas, son del siglo XVI al XX, aunque la mayoría de las que se conservan son modernas.

Las estancias, con su mobiliario y objetos, nos explican cómo era la vida conventual. La cocina, situada junto al refectorio o comedor, utilizada desde el siglo XIV hasta 1983, es testigo del paso del tiempo y de las diferentes épocas.

El dormitorio es otro de los espacios más antiguos, del siglo XIV, junto con la iglesia y la planta baja del claustro, como vimos. El techo data del año 1533. Fue remodelado en 1990 siendo convertido en una espectacular sala de exposiciones.

Uno de los tesoros del monasterio sin duda es la capilla de San Miguel, decorada con pinturas murales realizadas en 1345 por el pintor Ferrer Bassa.

Fueron encargadas por la segunda abadesa del monasterio, sobrina de la reina Elisenda, Francesca ça Portella.

Con el tiempo la capilla tuvo diversos usos, fue archivo, fue utilizada como guardarropa –quedando ocultos los murales–, se abrieron ventanas… A finales del siglo XIX las pinturas fueron descubiertas y valoradas, interés que felizmente ha ido en aumento. En el siglo XX fueron restauradas por primera vez. Y en la actualidad han sido objeto de un largo y minucioso proceso de restauración.

La capillita, después de más de diez años cerrada al público, ha sido reabierta hace pocas semanas. La exposición Murales divinos los muestra espléndidos, intentando recordar lo que debió ser una estancia resplandeciente, envolvente, destinada a la meditación.

Bajo un techo-cielo estrellado, los murales de la diminuta estancia estaban destinados a deslumbrar con sus tonos dorados y plateados realizados con láminas finas de estaño, plata y oro, lamentablemente perdidos.

Los primitivos muros blancos, gracias a las pinturas de Ferrer Bassa, se transformaron en un intenso fondo azul para las escenas, azul de azurita, que con el tiempo y la aplicación de fijadores se fue oscureciendo. Gracias a la restauración ha recobrado parte de su esplendor.

Las pinturas, de carácter italianizante, innovadoras en su momento, fueron ejecutadas con una técnica mixta: al fresco y al seco. Se han conservado mejor los frescos que las realizadas al temple o al óleo, más afectadas por desprendimientos.

Los especialistas han considerado que tienen influencia de varios maestros, Giotto entre ellos. Los espacios representados son tridimensionales, con tratamiento de la perspectiva, y las figuras muy expresivas.

Varios paneles explican la iconografía que se inspira en las devociones marianas y representa la Pasión de Cristo, los gozos de la Virgen y varias figuras de santos. La narración discurre de izquierda a derecha en franjas.

Se han eliminado repintes y retoques antiguos que ocultaban el original.

La restauración también ha permitido descubrir los mármoles fingidos, puro trampantojo, del nivel inferior, antes tapados.

Por : Mercedes Gómez

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Más información:

Monasterio de Pedralbes

Murales divinos. Capilla de San Miguel Monasterio de Pedralbes. Ajuntament de Barcelona, 2018.

El pasado mes de mayo tuvimos ocasión de disfrutar de una visita al Recinto Ferial de la Casa de Campo tal como anunciamos aquí. Fue un recorrido muy interesante.

La primera Feria Nacional del Campo se celebró en 1950; el recinto fue ampliado para la segunda Feria Internacional en 1953 y fue clausurado en 1975. Desconocidos para muchos de nosotros, vimos algunos pabellones de la antigua Feria. Unos en uso, otros cerrados y alguno en lamentable estado de ruina.

Visitamos primero el espectacular Pabellón-Palacio de Cristal. Después dimos un largo paseo por los alrededores, descubriendo edificios muy distintos entre sí, casi todos merecedores de atención. Hoy, por el momento, vamos a detenernos en uno de ellos, el Pabellón de los Hexágonos.

Sus autores fueron José Antonio Corrales y Ramón Vázquez Molezún que en 1956 ganaron el concurso convocado por el Ministerio de Asuntos Exteriores para la creación del Pabellón español de la Exposición Universal que se celebraría dos años después en Bruselas.

El Pabellón de los Hexágonos obtuvo una Medalla de Oro en la Exposición y alcanzó un gran prestigio entre los profesionales y éxito en las revistas especializadas. Se convirtió en una de las obras arquitectónicas más notables del siglo XX.

Una de las condiciones a la que se enfrentaron sus autores fue que el edificio debería poder ser desmontado. Los arquitectos desarrollaron un sistema de módulos adaptable al terreno en que iba a ser instalado pero con posibilidades de ser trasladado. En 1959 el Pabellón fue reconstruido en la Casa de Campo por sus mismos autores.

Foto Paco Gómez. IV Feria Int. del Campo, Madrid, 1959. Col. Fundación Foto Colectania.

El propio José Antonio Corrales lo explicó:

“Lo bonito de este pabellón es que es tan flexible… Tengo tantas piezas y tengo que utilizarlas, y puedes montarlo de mil maneras”.

De la exposición de Bruselas se recuperaron 130 paraguas hexagonales, de 2,95 metros de lado, con diferentes alturas.

rtve.es Revista No-Do 1965

En 1967 el Pabellón tuvo una nueva remodelación y ampliación para Pabellón del Ministerio de Agricultura a cargo de José Luis Fernández del Amo. Contó este arquitecto al que se le encargó la reforma que quiso ser respetuoso con la obra original y pidió colaboración a sus autores, que desinteresadamente aceptaron.

Revista Arquitectura, 1969. Foto Gómez.

La obra era una armónica sucesión de espacios, planos y niveles de ladrillo y cristal. Como escribió José Luis Fernández del Amo,

«si la arquitectura es, sobre todo, una creación de espacios, este edificio, al que mi modesta aportación solo ha querido ser fiel, es una estupenda obra de arquitectura».

Revista Arquitectura, 1969. Foto Gómez.

Hace unos años sirvió de Escuela-Taller dentro de un Programa del Instituto Nacional de Empleo, cartel que aún subsiste junto a la verja de entrada a uno de los patios y que contribuye un poco a esa sensación de abandono que transmite el lugar.

Actualmente, aunque parezca mentira, el Pabellón está casi en ruinas.

Desde hace años, se ha permitido su deterioro hasta tal punto que está prohibido acceder al interior debido al mal estado. Comprobamos que parte de alguno de los muros ya se ha desplomado.

Inspira una cierta tristeza ver la situación en que se encuentra.

Dentro de su valor arquitectónico es una construcción sencilla, tal vez podría recuperarse y tener uso en el futuro. No parece fácil, pero la solución hoy día no debería ser dejar simplemente que el paso del tiempo lo acabe destruyendo.

Por: Mercedes Gómez

 

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Bibliografía e información:

DE COCA LEICHER, José. El recinto ferial de la Casa de Campo de Madrid (1950-75). Tesis doctoral. ETSAM, Madrid 2013.

FERNÁNDEZ DEL AMO, José Luis. «Nuevo pabellón del Ministerio de Agricultura en la Feria Internacional del Campo de Madrid». Arquitectura, nº 121. COAM. Madrid, 1969.

Feria del Campo. RTVE, 1968

Feria del Campo. RTVE, 1965

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