El Buen Retiro fue creado en el siglo XVII, entre los años 1630-40, durante el reinado de Felipe IV.
Uno de los pocos elementos originales que subsisten es el Estanque Grande; se inició su construcción en 1632, dirigidas las obras por Cristóbal de Aguilera. Era el mayor depósito de agua del Real Sitio, necesaria para el riego de las numerosas plantas y árboles que adornaban los jardines, aunque pronto fue también un lugar de recreo, y escenario de espectáculos acuáticos y teatrales.
Nuestro cartógrafo Pedro Texeira lo dibujó de forma muy detallada y artística en su famoso plano, con uno de los seis pequeños edificios que lo rodeaban (nº 96), que servían para alojar a los reyes y cortesanos que iban allí a pescar, reflejado en el agua.
Además había cuatro norias, próximas a cada una de las esquinas (representadas con el nº 97).
Después de Texeira fueron muchos los artistas que representaron el bello estanque.
Desaparecidas las pequeñas construcciones barrocas, a lo largo del tiempo en el Estanque Grande ha habido tres embarcaderos; el último, como veremos, es el que se conserva en la actualidad.
En los comienzos del siglo XIX, durante el reinado de Fernando VII, el estanque fue reformado. El arquitecto Isidro González Velázquez construyó en el lado este un embarcadero de piedra, ladrillo y madera, y cubierta de cinc y plomo, en tres cuerpos con decoración chinesca.
En su interior diversas estancias acogían a la familia real para que pudieran descansar cuando acudían a los festejos que se celebraban en el Estanque.
Del edificio de González Velázquez, además de los propios dibujos del arquitecto, que guarda la Biblioteca Nacional, hay algunas buenas e interesantes representaciones. Una de ellas, una sarga anónima que se expone en el Museo de Historia de Madrid. Es un trampantojo, con su marco simulado, que además del embarcadero muestra, al sur, la antigua fábrica de porcelana del Buen Retiro.
Es el embarcadero que también pintó José Ribelles hacia 1820, desde la orilla contraria, obra propiedad del Museo del Prado.
El primitivo embarcadero no solo inspiró a los pintores, también fue fotografiado por Charles Clifford.
La antigua edificación de González Velázquez con el paso del tiempo se fue deteriorando; conocemos su estado en los comienzos del siglo XX gracias a la fotografía de Augusto Arcimís. Fue derribada para la construcción del gran monumento a Alfonso XII.
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Tras el derribo, en 1917 se realizó el Embarcadero nuevo, ahora en el lado norte, proyectado a modo de pérgola rematada con chapiteles.
Desgraciadamente el bonito embarcadero, construido en hierro, cinc y sobre todo madera, tuvo una vida muy corta, en 1920 fue destruido por el fuego.
El incendió se inició en la madrugada del día 4 de enero; la prensa publicó que fue Cecilio Rodríguez, Jardinero mayor del Ayuntamiento, quien lo descubrió en una ronda nocturna. Los bomberos acudieron rápidamente desde el entonces cercano parque de la calle de O’Donnell, pero casi todo quedó destruido. Además de la parte conocida como El astillero ardieron barcas, lanchas, remos y salvavidas.
Tras el desastre fue necesaria la construcción de otro que lo sustituyera.
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En 1926 el arquitecto municipal Luis Bellido edificó el, otra vez, nuevo embarcadero, inaugurado en agosto de ese año.
Es el embarcadero clasicista, construido en cemento y piedra, que se conserva y disfrutamos en la actualidad.
Por: Mercedes Gómez
10 comentarios
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13 octubre 2020 a 09:15
Pilar Salazar
Muy interesante.Gracias.
13 octubre 2020 a 13:45
Mercedes
Me alegro, gracias a ti, Pilar.
15 octubre 2020 a 07:55
Lazaro
Hola Merche,enhorabuena, bonita historia de la evolución del estanque del Retiro.gracias bss
15 octubre 2020 a 14:18
Mercedes
¡Gracias, Lázaro!
16 octubre 2020 a 10:23
Patricia Calvo
Hola, Mercedes, un artículo muy interesante y muy bien documentado (como siempre!). La historia del Retiro es inacabable.
16 octubre 2020 a 11:05
Mercedes
Hola, Patricia, ¡gracias! me alegro de que te haya interesado. Es verdad, en el Retiro allá donde mires hay una historia, es maravilloso.
29 octubre 2020 a 15:26
Marcos
¡Muy interesante, Mercedes!
Qué sería del Retiro sin estanque y del estanque sin embarcadero ni barcas. Un lugar que hace las delicias de los madrileños y de quienes los visitan desde el siglo XVII, aunque en sus orígenes sólo para unos pocos privilegiados. Me hubiera gustado que persistiera el embarcadero decimonónico, pero, en su lugar, está el espectacular monumento a Alfonso XII. No se perdió con el cambio.
Un gran abrazo.
Marcos
30 octubre 2020 a 00:17
Mercedes
Ese embarcadero era precioso, fíjate cuánto inspiró a los artistas… pero tienes razón, el monumento a Alfonso XII es espectacular y creo que uno de los lugares más mágicos de Madrid. El Retiro es un lujo, cada día me gusta más.
Gracias por tu participación, Marcos, siempre.
Un fuerte abrazo
27 septiembre 2021 a 22:02
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18 diciembre 2021 a 22:24
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