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La historia de la Puerta del Sol, recordemos, es muy antigua. Se remonta a la Edad Media, cuando en el siglo XV allí se situó una de las Puertas de la nueva Cerca del Arrabal. Desde entonces, a lo largo de los siglos, ha sido reformada en varias ocasiones. Desde que en 1768 se construyó la Real Casa de Correos, proyecto de Jaime Marquet, hasta hoy día en que va a comenzar la enésima obra. Ese edificio, actual sede de la Presidencia de la Comunidad de Madrid, es el más antiguo que subsiste, todos los demás fueron desapareciendo.
Desde muy pronto allí debió de existir una fuente. Al menos ya en los inicios del siglo XVII había una, surtida por el Viaje de Agua del Alto Abroñigal.
Sobre la fuente existente se construyó otra monumental conocida como Fuente de la Mariblanca.
Ya conocemos la historia de la Mariblanca, la estatua de la bella diosa que llegó a Madrid en 1625, junto a otras esculturas que Ludovico Turqui trajo de Italia., que fue colocada coronando la fuente –diseño de Rutilio Gaci– frente a la iglesia y hospital del Buen Suceso que habían sido construidos tras el establecimiento de la Corte en Madrid en el siglo XVI.
La estatua fue retirada en 1838; en 1853 se convocó un concurso para reformar el conjunto. Se barajaron varios proyectos completamente diferentes, al final en 1859 la estructura de la plaza fue configurada por Lucio del Valle, Juan Rivera y José Morer,
Después fue instalada la famosa Fuente de la Puerta del Sol, hasta finales del siglo XIX en que fue trasladada.
El siglo XX comenzó en la Puerta del Sol sin fuentes y con un habitual atasco de carros, tranvías y peatones reflejado en numerosas imágenes.
A principios de los años 50 tuvo lugar otra gran remodelación de la plaza, proyectada por Manuel Herrero Palacios, entonces Jefe de Ordenación Urbana del Ayuntamiento de Madrid, gran amante de las fuentes y estanques, como vimos.
Herrero Palacios fue quien diseñó las fuentes neobarrocas que adornaron la plaza de la Puerta del Sol desde entonces.
Nuevamente en enero de 1985 comenzó una reforma más, a cargo de los arquitectos Antonio Riviere Gómez, Javier Ortega Vidal y, como asesor, Antonio González-Capitel.
Tres meses después, las dos fuentes de Herrero Palacios fueron sustituidas por otras dos modernas fuentes gemelas, instaladas en la nueva zona peatonal creada en Sol, donde continúan. Constan de un pilón de granito con una taza central de acero desde donde brota el agua que cae a modo de cortina.
En 2003 con motivo de la construcción de la macro estación de trenes de Cercanías de Renfe, se produjo una nueva transformación, incluyendo el acceso acristalado, bautizado popularmente como la ballena. La Estación fue inaugurada, después de casi seis años de trabajos, conflictos y hallazgos arqueológicos, en junio de 2009. No se si milagrosamente, las fuentes permanecieron en su lugar.
Ahora, marzo 2022, se anuncia que el Ayuntamiento va a emprender una reforma más en la Puerta del Sol.
Además de otros elementos, como la boca de entrada a la estación –después de solo trece años, el ayuntamiento actual decide cambiarla–, las fuentes desaparecen de la plaza. Lo que se anuncia como una nueva fuente, más parece un estanque alrededor del monumento a Carlos III; habrá que ver en qué queda ese proyecto y cómo será ese estanque en realidad. Y ¿a dónde irán a parar las actuales fuentes de la Puerta del Sol?
Mientras, viajemos en busca de las antiguas fuentes de la Puerta del Sol, recorriendo un camino en cierto modo inverso.
Las fuentes del siglo XX, de Herrero Palacios, se encuentran en Vallecas, en el paseo de Federico García Lorca, adonde fueron trasladadas en 1985, felizmente a salvo, bien cuidadas.
Están formadas cada una por un vaso circular con un conjunto escultórico en el centro formado por cuatro hojas de acanto diseñadas en piedra caliza sobre un pedestal de granito, coronado por una flor metálica.
En el borde del vaso hay unos adornos en forma de volutas de piedra de los que cuatro chorros de agua parten hacia el centro.
También podemos acercarnos a la Casa de Campo y contemplar, frente a la Casa de los Vargas, la fuente que estuvo en la Puerta del Sol en el siglo XIX. Antes de llegar aquí estuvo en la glorieta de Cuatro Caminos.
Consta de un gran vaso central y dos laterales, mucho más pequeños, todos de piedra caliza, que reciben el agua del central a través de dos bonitas conchas.
En cuanto a la fuente más antigua, desaparecida, en la actualidad una réplica de la estatua de la Mariblanca adorna la plaza, como sabemos, y parece que allí va a continuar –cambiándola de sitio, eso sí–.
El proyecto aprobado por el Ayuntamiento se puede ver aquí: El Ayuntamiento da luz verde a la nueva Puerta del Sol
Por: Mercedes Gómez
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Bibliografía:
COAM. Arquitectura de Madrid. 2003.
MARTÍNEZ CARBAJO, A.F. – GARCÍA GUTIERREZ, P.F. “Fuentes de Madrid”. La Librería, Madrid 2009.
monumentamadrid.es
La plazuela de San Luis es muy antigua, en el siglo XVII ya debía de ser importante pues aparece indicada en el plano de Antonio Mancelli, el primer plano conocido de Madrid.
Unos años después es mencionada en el Plano de Pedro Texeira, vía que subía desde la Puerta del Sol hasta la calle de Fuencarral.
La plaza se considera que desde muy pronto estuvo ocupada por un mercado. A mediados del XIX la Red de San Luis era así llamada «por hallarse en ella los cajones para la venta de comestibles y la red del pan».
La denominación fue suprimida por acuerdo municipal en el año 1835. De todas formas, aunque el nombre ya no es oficial, muchos madrileños hoy día continuamos refiriéndonos a la plazoleta que existe entre el final de la calle de la Montera frente a las calles de Fuencarral y Hortaleza como Red de San Luis.
En 1717, durante el reinado de Felipe V, allí se instaló una fuente, obra de Pedro de Ribera. El primer plano en que se representa es el de Chalmandrier.
No se sabe mucho sobre ella, aunque sí constan los repetidos comentarios de los cronistas del XIX al hablar de la obra del gran arquitecto barroco madrileño calificándola como churrigueresca y mezquina.
En 1832, reinando Fernando VII, se instaló la nueva Fuente de los Galápagos o de Isabel II, con motivo del primer aniversario de la princesa, futura Isabel II.
La nueva fuente fue diseñada por Francisco Javier Mariátegui, entonces arquitecto mayor de Madrid, con esculturas en bronce y piedra de Colmenar de José Tomás. Recordemos que la Gran Vía aún no existía.
En 1878 la hermosa fuente fue trasladada al Parque del Retiro, donde felizmente continúa.
Llegamos al siglo XX. En 1919 se inauguró la primera línea del Metro de Madrid, una de cuyas estaciones era la de Red de San Luis, actual Gran Vía, con su famoso templete de granito con marquesina de hierro y cristal, obra del arquitecto Antonio Palacios.
En 1970 fue desmontado y trasladado a Porriño, pueblo donde había nacido Antonio Palacios, cedido por el Ayuntamiento de Madrid. Allí, en un parque del pueblo gallego, continúan los restos que se conservan del templete.
Poco después se construyó una nueva Fuente de la Red de San Luis, obra del arquitecto municipal Manuel Herrero Palacios.
Fue inaugurada por el mismo alcalde que había desmontado el templete, Carlos Arias Navarro, momento que quedó para la posteridad en un gran reportaje realizado por el fotógrafo Martín Santos Yubero.

Esta fuente estaba adornada por unas figuras, unas aves de metal en movimiento, obra del escultor Gerardo Martín Gallego, por lo que también era conocida como Fuente de los Cisnes.
En una enésima reforma de la calle, las esculturas desaparecieron.
En octubre de 1999, durante la alcaldía de José María Álvarez del Manzano, se anunció que, en breve, el templete iba a ser reconstruido. El proyecto municipal consistía en convertirlo en caseta de información de la Empresa Municipal de Transportes (EMT) y en taquilla para espectáculos. La idea en ese momento fue construir un pabellón más ligero que el original pero con una marquesina similar. Nunca se llevó a cabo.
El siguiente alcalde, Alberto Ruiz Gallardón, recuperó la idea. En septiembre de 2008 anunció la construcción de una réplica del templete. El tramo de la calle Fuencarral más próximo a la Gran Vía iba a peatonalizarse. Además, debido a ello, se notificó que la fuente sería desmontada. Fuencarral se peatonalizó y la fuente desapareció. Pero el templete no se construyó.
En su lugar se colocó un olivo.
El proyecto actual, no municipal en esta ocasión, sino que ha formado parte de las obras de reforma de la estación de metro de Gran Vía, que comenzaron en agosto de 2018, acaba de cumplirse; se ha hecho realidad la antigua promesa de realizar una réplica del antiguo templete de Antonio Palacios.
Hoy 15 de julio de 2021 las autoridades han inaugurado la nueva estación.
El templete es de granito, como el original. La marquesina, de vidrio y acero.
Por: Mercedes Gómez
Hace ya más de diez años que hablamos aquí de las Vías pecuarias madrileñas, la red de caminos por las que transcurría el paso del ganado, escenario de la trashumancia castellana a lo largo de la Edad Media. Como vimos entonces, aún existen muchos de esos caminos en nuestra Comunidad, es la Red de vias pecuarias de la Comunidad de Madrid. Además, todos los años se celebra en la ciudad la bonita Fiesta de la Trashumancia, a la que acuden los pastores con sus ovejas rememorando por unas horas la ruta que en otro tiempo atravesaran de forma natural; el paso por las cañadas, los cordeles, las veredas…
En la calle de Alcalá subsisten algunos de los antiguos mojones de piedra que marcaban el camino, testigos de aquellos pasos de ganado que atravesaban Madrid, el ganado de la Mesta.
«El Honrado Concejo de la Mesta de Pastores fue creado en 1273 por Alfonso X el Sabio, reuniendo a todos los pastores de León y de Castilla en la Real sociedad de ganaderos de la Mesta y otorgándoles importantes privilegios como la exención del servicio militar, de testificar en los juicios, derechos de paso y pastoreo, etc.».
En el siglo XVIII la Casa de la Mesta tuvo su sede en Madrid en la calle de las Huertas, esquina calle del León, en un edificio construido hacia 1775.
En la actualidad únicamente se conserva la fachada.
El edificio fue completamente transformado en 1986 por el arquitecto Raimundo González del Amo; actualmente es sede del Instituto de Contabilidad y Auditoría de Cuentas, organismo adscrito al Ministerio de Economía.
Una placa, hoy un poco escondida, recuerda que el edificio «fue la sede del Honrado Concejo de la Mesta, y en él presidió Fernando VII la Junta General de 1815». La mesta fue abolida en 1836.
La grata sorpresa, descubierta por mi amigo Lázaro Jurado, autor de las fotos, es que, además de la fachada y la bonita portada de piedra, en su interior las actuales oficinas conservan, protegidos en una vitrina, algunos mojones de las antiguas vías pecuarias, valioso recuerdo de aquella histórica Casa de la Mesta que aquí se alojó.
Por : Mercedes Gómez
Como vimos hace unos días hablando de la fuente de Puerta Cerrada, en la segunda mitad del siglo XIX se construyeron algunos caños de vecindad, fuentes destinadas al uso público, de los cuales se conservan muy pocos.
La más antigua, la mencionada de Puerta Cerrada; otra es la fuente de los Delfines de la plaza de San Ildefonso, una obra de arte en hierro fundido, de finales del XIX o comienzos del XX. La actual fuente de Santa Isabel, datada hacia 1900. Más modernas, de los años 30 del siglo XX, se conservan las de la Cuesta de los Ciegos y de Cabestreros. Y casi tan antigua como la de Puerta Cerrada, la fuente de la plaza de las Peñuelas.
Esta plaza era el centro del barrio de las Peñuelas. Situado en las afueras del Portillo de Embajadores, al principio estaba poco poblado. Hoy la plaza, rodeada de edificios modernos, junto al Pasillo Verde Ferroviario, está ocupada por un pequeño parque.
El 13 de agosto de 1860 el diario La Correspondencia de España publicó que “Por una real orden reciente, ha sido autorizado el ayuntamiento de esta capital, para ejecutar las obras necesarias, a fin de establecer en el barrio de las Peñuelas, afueras del portillo de Embajadores, la fuente de la Dorotea que estuvo situada en el paseo de Recoletos, de donde se quitó al propio tiempo que la puerta de dicho nombre”.
Es posible que la fuente de la Dorotea, muy sencilla, de un caño, fuera trasladada a este barrio, pero no parece que se trate de la fuente que actualmente se encuentra en la plaza de las Peñuelas; tal vez estuvo en otro lugar del barrio, o pronto fue sustituida por esta, con dos caños.
Cuenta José del Corral que la fuente de la Dorotea consistía en un pilón semicircular adosado a un muro de donde salía el caño de agua –este tipo de fuentes fue muy habitual por entonces–.
A mediados de siglo sabemos que siendo alcalde don José de Osorio y Silva, duque de Sexto, se instalaron varias nuevas fuentes que fueron fotografiadas por Alfonso Begué que quedaron reflejadas en el “Álbum fotográfico de varias fuentes vecinales y de ornato existentes en la Villa de Madrid” que se conserva en el Museo de Historia.
Una de ellas, como la de Puerta Cerrada, fue la fuente de las Peñuelas, construida hacia 1860.
En algún momento del siglo XX fue retirada y guardada en un almacén municipal. Hasta que en los años 80, durante la alcaldía de Enrique Tierno Galván, fue restaurada y reinstalada en su lugar. La pieza que la remataba casi se perdió, solo queda una parte de lo que debieron ser flores o formas vegetales.
El vaso o pilón circular, hoy día prácticamente oculto por los setos y la verja que la rodean, es de granito.
El pilar central, de planta cuadrada, es de piedra caliza. De dos de sus lados parten los caños de los que cae el agua.
Está formado por tres cuerpos distintos y con decoración tallada. En uno de los lados, bajo el remate, hay una inscripción con la fecha.
Por: Mercedes Gómez
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Bibliografía:
MARTÍNEZ CARBAJO, A.F. – GARCÍA GUTIERREZ, P.F. “Fuentes de Madrid”. La Librería, Madrid 2009.
DEL CORRAL, José. Sucedió en Madrid. La Librería, 2007.
La Correspondecia de España,13 agosto 1860 (Hemeroteca BNE).
monumentamadrid
Desde su origen en la Villa de Madrid hubo pozos y fuentes que proporcionaban agua a los habitantes. Estas comenzarían siendo simples pilones, para ir tomando importancia como elementos de adorno, sobre todo a partir del siglo XVI.
Dentro del plan para solucionar las necesidades de agua en Madrid tras el aumento de población que provocó la llegada de la Corte en 1561, en los comienzos del siglo siguiente se construyeron viajes de agua y se instalaron numerosas fuentes públicas. La mayor parte eran muy sencillas, pero también se crearon algunas fuentes ornamentales con el fin de decorar el paseo del Prado primero, y las plazas más notables de la ciudad después. Una de ellas fue la Fuente de Diana en Puerta Cerrada que existió desde comienzos del siglo XVII hasta mediados del XIX.
En esos tiempos, en el siglo XIX, las fuentes estaban asignadas a los aguadores, que tenían licencia para recoger y vender el agua. También se construyeron algunas destinadas únicamente a los vecinos; fueron los llamados caños de vecindad.
Se conservan muy pocos; de todos ellos, el más antiguo es el de Puerta Cerrada, que data de 1850, instalado en el mismo lugar donde estuvo la mencionada fuente de Diana.
Ese año el arquitecto fontanero de la Villa era Martín López Aguado que realizó varios traslados y reformas de las fuentes madrileñas con el fin de mejorar la mala situación, ruinosa y poco higiénica de algunas de ellas. El objetivo, leemos en la revista La Ilustración, era “retirar de los puntos más frecuentados el obstáculo material que oponían a la circulación, y el repugnante espectáculo de los aguadores, con su innumerable escuadrón de cubetas, sus voces, riñas y cantinelas”. No todo debía ser tan idílico como a veces puede parecer según las crónicas castizas en ese Madrid de mediados del siglo XIX.
La antigua fuente de Puerta Cerrada fue demolida (la escultura de Diana que la coronaba fue trasladada a la nueva fuente de la calle de Segovia, donde continúa). En su lugar, entre las calles de Segovia y del Sacramento, se creó el sencillo caño de vecindad.
La fuente vecinal fue rematada con un farol, lo cual en ese momento era una novedad. También lo era el sistema de grifos, que permitían la interrupción del flujo del agua.
La nueva fuente de Puerta Cerrada consistía “… en un basamento de piedra berroqueña y de poca altura, con dos piloncillos de buen perfil: encima hay un pedestal de buen dibujo y proporciones, con su zócalo y corona de formas sencillas, que sostiene una elegante columna de hierro fundido, coronada por una hermosa farola para alumbrar aquel espacio…” .
Unos años después fue fotografiada por Alfonso Begué, imagen que forma parte del “Álbum fotográfico de varias fuentes vecinales y de ornato existentes en la Villa de Madrid” que se conserva en el Museo de Historia.
A lo largo de los años la fuentecilla ha sufrido muchas modificaciones, lo cual es comprensible, dada su antigüedad, función y características.
En algún momento, posterior a 1864 como indica la foto de Begué, la modesta farola original fue cambiada por otra de cuatro brazos, con cinco luminarias, una en cada brazo y otra en el centro. Así aparecía en 1930.
Entre otros cambios, los pilones primitivos fueron sustituidos por otros semicirculares.
Nuevamente en muy mal estado, en 1995 el Ayuntamiento se encargó de su limpieza y algunas piezas fueron sustituidas.
Los pilones y el cuerpo central son de granito, y el pedestal de piedra caliza y granito.
Está adornada por rosetas de hierro forjado y placas de caliza blanca. De hierro es también la tapa de acceso al interior de la fuente.
No se exactamente desde cuando, pero hace muchos meses que la farola desapareció. ¿Dónde se encuentra?, ¿es recuperable? No he conseguido datos “oficiales” sobre su suerte.
Es seguro que la luz de la farola que era necesaria en 1850 ya no lo es, las calles madrileñas están muy bien iluminadas. Y probablemente el hierro forjado estaría deteriorado.
Pero se trata (¿o trataba?) de una de las pocas farolas de estilo fernandino auténticas que se conservan, aunque no de la época del reinado de Fernando VII. La farola de cinco brazos es posterior a 1864 al menos, como vimos, a no ser que fuera instalada procedente de otro lugar…
En cualquier caso, su valor histórico y artístico es indudable.
Lo cierto es que figura en el último Inventario municipal de Bienes muebles de carácter histórico o artístico de 2018 como «Fuente de Puerta Cerrada , fuente con remate de farol de cinco brazos”, catalogada como fuente ornamental con el número de archivo 90101.
Mientras, sigue cumpliendo su función, la de un caño de vecindad, el más antiguo de la villa.
Por: Mercedes Gómez
ACTUALIZACIÓN: 27 AGOSTO 2019
Decíamos que no se sabía exactamente desde cuando ni el motivo por el que había desaparecido la farola decimonónica que había adornado la fuente de Puerta Cerrada.
Hace unas semanas, ante la pregunta en Twitter de Eduardo de Madrid @demadrideduardo preguntando ¿alguien sabe qué fue de la farola de la fuente de Puerta Cerrada?, nos respondió Mar Espinar, concejal portavoz de Cultura del PSOE en el Ayuntamiento de Madrid, con la promesa de indagar sobre el tema.
Hoy nos ha enviado el informe que explica todo lo ocurrido. El mal estado de la farola, anclaje y falta de estabilidad, junto a una antigua y peligrosa instalación eléctrica, llevaron al desmontaje.
Muchas gracias a Mar Espinar por ayudarnos a conocer el penúltimo capítulo de esta histórica fuente.
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Bibliografía:
MARTÍNEZ CARBAJO, A.F. – GARCÍA GUTIERREZ, P.F. “Fuentes de Madrid”. La Librería, Madrid 2009.
La calle del Nuncio es una de esas calles madrileñas breves, algo sinuosas, que conservan toda la historia de la villa en su trazado, la misma forma desde hace siglos. Primero, en los siglos X y XI fue un arrabal de la medina islámica, después las casas se fueron construyendo al abrigo de la muralla cristiana, entre la Cava Baja y la calle Segovia.
Nace en Puerta Cerrada, donde se encontraba una de las puertas de la muralla del siglo XII, y llega hasta la iglesia de San Pedro, una de las más antiguas de la villa. Pudo ser por tanto una vía medieval importante, que discurriría próxima a la muralla, adaptándose a sus quiebros, intramuros.
Sus edificios y el terreno sobre el que se asientan son un reflejo de la historia de Madrid. Igual que la Cava Baja, la calle del Almendro o la propia Puerta Cerrada, que ya hemos recorrido.
En el nº 8 de la calle se levanta el edificio que alberga la Federación Española de Municipios y Provincias, antigua casa palacio del siglo XVI rehabilitada en los años 80 del pasado siglo XX.
Enfrente, en el nº 13, el Palacio de la Nunciatura Apostólica, que da nombre a la calle.
Llegando al nº 17 esquina calle del Pretil de Santisteban vemos la antigua Casa de Postas del duque de Santisteban, del siglo XVIII, hoy convertida en un edificio de viviendas.
Al final de la calle, la Iglesia de San Pedro, que conserva su espléndida torre construida en el siglo XIV.
Encontramos huellas pertenecientes a todas las épocas, desde la edad media hasta la actualidad, incluso las casas más modestas de la calle del Nuncio narran la historia de Madrid.
Cada uno de estos edificios merecería un artículo. Pero hoy vamos a detenernos en los orígenes de estos solares, en el Madrid más antiguo. El solar del actual nº 13, sede de la Nunciatura, nos cuenta la historia de estos terrenos ubicados junto a la muralla del siglo XII, un barrio construido sobre un arrabal de época islámica, como vimos.
Con motivo del “Proyecto de ejecución de ampliación del Colegio Sacerdotal y adecuación de dependencias en la calle Nuncio Nº 13”, promovido por el Ministerio de Defensa, en una zona de su patio interior, tuvo lugar una importante excavación arqueológica, entre noviembre de 2008 y febrero de 2009.
Las diferentes fases de la intervención proporcionaron información de diversas épocas, constatando que la ocupación más antigua corresponde a los siglos X-XII, como ya ocurrió en otros solares próximos. El hecho tiene gran importancia, no solo por los materiales hallados, sobre todo cerámicos, sino también por la información que aportan en cuanto a la población andalusí en esta zona de Madrid, a la vida en el Mayrit islámico.
Se trata, una vez más, de útiles domésticos (preparación, conservación y consumo de alimentos) típicos de la cerámica islámica de los siglos X al XII.
En relación al agua, también se encontraron fragmentos de arcaduz, elementos utilizados para extraer el agua con las norias.
El yacimiento fue descrito como “ocupación de tipo familiar o comunal asociada a la expansión del Madrid andalusí durante el siglo XI hacia el arrabal de Puerta Cerrada”. Los hallazgos fueron calificados como pertenecientes a épocas medieval islámica, medieval cristiana, moderna y contemporánea.
Posteriormente en este solar estuvo el Palacio de don Francisco de Vargas, el consejero de los RRCC y de Carlos V. El edificio también es conocido como antiguo Palacio de don Rodrigo Calderón, pues aquí estaban las casas que la marquesa del Valle donó a don Rodrigo, marqués de Siete Iglesias. En el siglo XVII fue ocupado por la Nunciatura.
El edificio actual, obra de Manuel Moradillo en 1735, fue restaurado y reformado en el siglo XIX.
Por : Mercedes Gómez
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Bibliografía:
Comunidad de Madrid. Anuario de Actuaciones Arqueológicas y Paleontológicas. Ficha de la actuación en Nuncio, 13. Madrid, 2009.
PÉREZ VICENTE, Daniel. “Excavaciones arqueológicas en el Madrid islámico”, Testimonios del Madrid medieval. Museo de San isidro, Madrid, 2004.
Queridos amigos:
Tengo el placer de anunciar el comienzo de un nuevo ciclo de conferencias organizado por el Instituto de Estudios Madrileños en colaboración con el Ayuntamiento de Madrid, con motivo de los 400 años que cumple la construcción de nuestra Plaza Mayor.
Las charlas serán impartidas por algunos de los mejores especialistas en la materia, que tratarán todos los aspectos relacionados con la histórica plaza, su arquitectura, transformaciones, las diferentes celebraciones que en ella tuvieron lugar, etc.
El sugerente y prometedor ciclo se desarrollará a lo largo de los próximos meses, de octubre a diciembre 2017.
Los expertos utilizarán “las fuentes documentales, cartográficas y bibliográficas que se encuentran en diferentes archivos, museos y bibliotecas madrileños” .
La gran noticia se complementa con el hecho de que todas las conferencias serán publicadas tanto en formato impreso como digital.
La conferencia inaugural, «La Plaza Mayor», por Antonio Bonet Correa, tendrá lugar el próximo martes 3 de octubre.
Como todo el ciclo, tendrá lugar en el Salón Real de la Casa de la Panadería, en la propia Plaza Mayor, a las 19,00 h.
La entrada es libre hasta completar aforo.
Espero que sea de vuestro interés.
Mercedes Gómez
Cuando leemos sobre el Madrid medieval hay una palabra que encontramos de vez en cuando que se refiere generalmente a algunas de nuestras plazas, a menudo a la Plaza Mayor. Es la palabra laguna.
En el caso mencionado incluso algún autor le da nombre, dicen que en el lugar donde hoy se sitúa la plaza Mayor estaba la laguna de Luján, tal vez debido a que allí cerca vivió una de las ramas de la familia de los Lujanes.
Preparando un artículo que publicaré en breve me he vuelto a topar con ella. Como sencilla nota preliminar al próximo post hoy me gustaría comentar dicha palabra pues su significado puede provocar confusión. No parece que laguna significara lo mismo en el siglo XV que en el XXI.
En los documentos de época medieval, por ejemplo en los Libros de Acuerdos municipales, nada hace pensar que tuviera el significado que le damos hoy día, no debían ser depósitos de agua, o lagos pequeños, con más o menos profundidad. Nada de eso.
Eran simplemente descampados situados normalmente cerca de las puertas de la muralla o cerca donde los vecinos echaban las basuras.
Como ya vimos durante nuestro paseo por la Cerca del Arrabal del siglo XV, una alusión importante a las puertas y a cuál era el límite de Madrid a finales del siglo XV la tenemos en los datos que nos aporta la sesión de reunión municipal dedicada el 2 de marzo de 1496 a la limpieza y salud de la Villa en la que los presentes tomaron varios acuerdos. Que no hubiese puercos en ella, ni en los arrabales, ni en las casas… que no se echara basura en las calles, ni agua sucia, ni gallinas muertas. La basura solo se podía llevar a los muladares o basureros señalados por la dicha Villa.
El Concejo elegía para ello lagunas o descampados que se convertían en muladares o estercoleros. Muladar y laguna eran prácticamente lo mismo.
También es verdad que el agua de lluvia y en algún caso las aguas procedentes de la cava de la muralla iban a parar allí y se estancaban, con lo cual el lugar se debía convertir en un paraje poco transitable, seguramente poco idílico.
La Plaza Mayor y Valnadú no eran las únicas lagunas, en algunos documentos aparecen mencionadas como laguna la Puerta Cerrada, la plaza de Santa Cruz…
Solían ser lugares despoblados extramuros, como en el siglo XV los terrenos de la futura plaza del Arrabal, nacida en las afueras del Madrid medieval, que en el siglo XVI se convertiría en la plaza más importante en sustitución de la plaza de San Salvador o de la Villa. Y posterioremente, hasta nuestros días, en la bella Plaza Mayor.
Por : Mercedes Gómez
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