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Queridos amigos:
Tengo el placer de invitaros a leer un segundo artículo dedicado al pianista madrileño Miguel Ramos Echapare, trabajo del historiador José Miguel Muñoz de la Nava Chacón. El autor nos ofrece nuevos datos sobre la vida del desconocido músico, su obra y su participación en otra actividad, la animación cinematográfica, en la que fue pionero. Espero que os guste y disfrutéis. Gracias a todos.
Mercedes
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Hace un par de años publicamos en Arte en Madrid una entrada sobre el pianista y organista Miguel Ramos, en la que aportábamos algunos datos sobre este artista que, tras haber gozado durante toda su vida del favor del público, hoy es injustamente muy poco conocido.
En esa entrada destacamos que fue un niño prodigio, que obtuvo los primeros premios de piano y de música de cámara en el Conservatorio de Madrid y muy pronto se hizo popular, especialmente en el ámbito de la música de variedades, así como fue un pionero del jazz en España, del que, arropado por su formación académica, fue un privilegiado defensor en algunas publicaciones.
Vimos también que la Guerra Civil interrumpió su carrera en España y que tuvo que exiliarse, aunque muy pronto recuperó su trayectoria de éxitos en Francia, trabajando incansablemente con su nombre afrancesado de Michel Ramos y con los seudónimos de Virginie Morgan y Patricia Lamour. Y que a comienzos de los años 60 regresó a España, reclutado por Rafael Trabucchelli para Hispavox, discográfica de la que se convirtió en un puntal esencial junto a Waldo de los Ríos; desde entonces y hasta su fallecimiento (hacia 1977) continuó realizando un intenso trabajo como pianista, organista, director de orquesta y arreglista y publicó un buen puñado de LPs que en su momento tuvieron gran éxito.
En aquella entrada propusimos que debió de nacer hacia 1910, basándonos en que tenía tan solo cuatro años cuando comenzó a recibir la atención de la prensa; como veremos a continuación, ahora contamos con la fecha exacta de su nacimiento: 19 de octubre de 1909.
Teníamos entonces algún indicio de que en los primeros momentos de su exilio pudo haber pasado algún tiempo en México, pero no era suficiente para afirmarlo, ni siquiera para proponerlo. Ahora hemos localizado varios documentos conservados en México y publicados digitalmente que se refieren a sus peticiones para ser aceptado en ese país como exiliado.
Los documentos, junto con otros legajos relativos a exiliados españoles, se encuentran en la página Memórica del Gobierno de México. Son expedientes sobrecogedores, que contienen las peticiones de centenares, millares de españoles de las más variadas extracciones sociales y niveles culturales; también miembros de las Brigadas Internacionales. Se ha calculado que como consecuencia del ofrecimiento del presidente Lázaro Cárdenas se trasladaron a México entre 20.000 y 25.000 españoles entre 1939 y 1942. Familias desgajadas; familias enteras que se encontraban en Francia y solicitaban en la embajada de México que se les acogiese en este país. Miles de vidas y carreras que habían sido truncadas por la Guerra Civil, aunque aún estaba lo peor por venir: la locura nazi, la IIª Guerra Mundial (1939-1945).
Contienen cartas, instancias, escritos, con letra más o menos esmerada; unos utilizaron hojas en blanco, otros cuadriculadas, otros interlineadas; algunos escribieron a máquina; varios añadieron sus fotografías en tamaño de carnet. Algunos se extendieron describiendo su situación familiar y otros refirieron algunas de las experiencias vividas por ellos durante la guerra o tras cruzar la frontera con Francia. En una de las solicitudes, escogida al azar, fechada el 21 de marzo de 1939, leemos: «Queridos hermanos: Os llevo escritas infinidad de cartas desde el Campo de Concentración donde me encontraba con mi esposo, y hoy que nos han separado, y yo no vivo en campo, aprovecho para pediros que nos reclaméis a la embajada de México en Francia, y así poder salir a ese país, donde no os seríamos gravosos […]». Son testimonio de una dolorosa desesperación, pero también de una tímida esperanza de reiniciar sus vidas.
El primer documento que reproducimos se encuentra aquí, con el número 23, página 31 del documento digital.
Las solicitudes de este legajo fueron realizadas entre febrero y abril de 1939. El contenido de la solicitud de Miguel Ramos es el siguiente:
«Exmo. Sr. Ministro de Méjico en Francia.
Muy Señor mío:
El que suscribe Miguel Ramos Echapare de 29 años, soltero, natural de Madrid y de profesión pianista compositor.
Con el debido respeto expone:
Que teniendo necesidad de residir en un país otro que España debido a las circunstancias políticas y por ser Méjico un país en el cual cuento con amistades, es por lo que solicito de V. E. se sirva ordenar me sea dado el oportuno “visa” para mi traslado.
Gracia que espero me sea concedida.
Deseándole mucha salud, queda suyo
[Firma:] Miguel Ramos
París 28-2-1939»
En el ángulo superior izquierdo otra persona consignó: «Solicitud entregada».
El otro documento forma parte de un legajo de 1940 (aunque algunas peticiones son también de 1939), y se encuentra en esta dirección, numerada como 182 y en la página 218 del documento digital: aquí.
Es un tarjetón preimpreso con su nombre: «Miguel Ramos» y, en la esquina opuesta, el de una ciudad: «París». Fue también manuscrito por el músico, comenzando por la adición de su segundo apellido: «Echapare»; pero esta vez su nota fue muy escueta, consignando tan solo algunos datos que consideró imprescindibles. Quizá nos equivoquemos, pero nos da la sensación de que, un año largo después de la anterior solicitud, Miguel Ramos iba abriéndose camino en París y ya no sentía tanta acucia por trasladarse a México, si bien los nazis estaban a punto de ocupar Francia o acababan de hacerlo (en esta nueva solicitud, Miguel Ramos no consignó la fecha). Dice este documento:
«Miguel Ramos Echapare. Nacido en Madrid el 19-10-1909.
Profesión: Pianista 1er premio de piano del Conservatorio de Madrid y 1er premio de Música de Cámara del mismo Conservatorio. Primer productor en España de films de muñecos animados en contrato con la Compañía C.I.F.E.S.A. de España.
79, rue des Martyrs (18). París».
Y nos encontramos así con otro interesante dato que desconocíamos: entre sus inquietudes artísticas, Miguel Ramos fue también pionero en España de la animación cinematográfica con muñecos de tres dimensiones (más de un avisado preferirá el anglicismo stop motion); fue, junto a Pablo Antonio Béjar, autor de Arte, amor y estacazos, la primera película española de este tipo, siguiendo la estela de otras películas de origen ruso proyectadas en Madrid en los años inmediatamente anteriores.
En Ahora del 24 de abril de 1934 se hacía la crítica de una película de gángsters estrenada en el cine Callao, El pequeño gigante, y se añadía al final: «Como complemento se pasó el maravilloso film de muñecos animados “Fetiche”, que obtuvo un éxito de idéntica magnitud que su mérito». Un par de meses después, el 7 de junio de 1934, La Voz publicaba un artículo de Carlos Fernández Cuenca con el título «Muñecos animados en la pantalla española. Arte, amor y estacazos». Comenzaba refiriéndose a la mayor dificultad técnica que suponían las cintas de muñecos animados respecto a las de dibujos animados, y destacaba la labor en este ámbito de Ladislas Starewitch, «figura destacada del cine ruso de la época imperial, y hoy emigrado en París, donde sigue realizando con maravillosa precisión idealista y técnica los nuevos frutos de su arte, que culmina en obras tan deslumbradoras como Fetiche».
Y continuaba el crítico:
«Son ahora unos muchachos españoles quienes emprenden la conquista del género. Su primer ensayo admira y llena de júbilo; testimonio inequívoco de calurosa acogida fue la prueba privada, que se celebró días pasados en el Cine Bilbao, de esta pequeña joya cinematográfica. Su título, Arte, amor y estacazos.
Ha escrito el fino asunto Enrique Lerma; ha construido los graciosos muñecos Pablo Antonio Béjar; ha compuesto la agradable música Miguel Ramos, animador al mismo tiempo, y con soltura y acierto meritísimos, de los personajes de trapo; ha pintado las certeras decoraciones José Nogales, y el operador, Andrés Pérez, ha obtenido un[a] fotografía clara, nítida, rica en matices. […] De las primeras escenas a las últimas se advierte cómo la mano rectora va cobrando aplomo, seguridad, dominio; los movimientos son cada vez más naturales, y muchos de ellos -singularmente los del pianista, el trombonista y el violinista- tienen perfección absoluta. […]».
Un par de años después. el 17 de mayo de 1936, se publicó en Cinegramas un interesante reportaje gráfico con el título: «La primera película de muñecos animados que se hace en España», refiriéndose a El intrépido Raúl, realizada por Arturo Beringola y Feliciano Pérez y también con música de fondo, aunque no se consignó el autor o autores de esta última.
La misma revista rectificaría poco después, señalando que la primera película de muñecos animados realizada en España fue la de Pablo Antonio Béjar y Miguel Ramos, Arte, amor y estacazos. Como hemos visto, se había preestrenado en 1934; y se estrenó con gran éxito en el cine Rialto en enero de 1936. Refiriéndose a este estreno se dijo en Cinegramas del 19 de enero de 1936: «es una historieta cómica representada con muñecos de trapo, que se animan por primera vez en España gracias a la paciente inteligencia de Pablo Antonio Béjar y Miguel Ramos. El ensayo, logrado plenamente, con maestría que parece acusar una larga experiencia, es digno de estímulo y aplauso. Admira la intuición, el talento y entusiasmo de sus animadores».
Según indica Mª Luisa Martínez Barnuevo en El cine de animación en España (1908-2001), no se conoce ninguna copia de esta película. Peor fortuna si cabe tuvo una tercera película de muñecos animados, también de 1936, Pipo y Pipa en busca de Cocolín, dirigida por el escultor y cineasta Adolfo Aznar y basada en las Aventuras de Pipo y Pipa, de Salvador Bartolozzi, publicadas en la revista Estampa a partir de 1928. Bartolozzi fue el guionista; el autor de la música fue Pedro Braña Martínez (futuro director de la Banda Municipal de Sevilla); también colaboraron, entre otros, la actriz e ilustradora Elsy (Elsi, Elsie) Gumier, el animador Salvador Gijón y, como director de fotografía, Tomás Duch Belmonte. El inicio de la guerra impidió su distribución y, según indicó Román Gubern, fue prohibida tras la guerra y destruido su negativo, debido a que Pipo llevaba un sombrero de papel hecho con un diario republicano; Gubern afirmó que era el diario Ahora, aunque quizá (parece más lógico), fuese la mencionada revista Estampa, que durante la guerra fue convertida en órgano del Frente Popular.

Tomás Duch, Elsi Gumier y Salvador Gijón preparando un fotograma de Pipo y Pipa en busca de Cocolín, en Cinegramas, 19 de enero de 1936.
Regresando a Miguel Ramos, pese a la evidencia de las solicitudes que reproducimos, no podemos confirmar si llegó a trasladarse a México, al menos en esos momentos. En el catálogo de la Biblioteca Nacional de Francia figuran numerosas grabaciones suyas (con el nombre de Michel Ramos); las más antiguas de las que están datadas son de 1942, 1943 y 1944; muchas están sin datar, y hay una laguna desde 1944 hasta 1955. En otras fuentes hemos localizado grabaciones de 1941, como Dad li Dou (Swing), de Francis López, con Tony Murena al acordeón, Pierre «Baro» Ferret y Etienne «Sarane» Ferret, guitarras y Michel Ramos al piano; su fecha exacta es 15 de abril de 1941. De 1950 son varias grabaciones de la orquesta de Michel Ramos, mencionadas en la publicación Disques: classiques, danses, chansons, jazz; de 1952 es un disco de 78 R.P.M. de Charles Aznavour, con arreglos jazzísticos de Virginie Morgan (Miguel Ramos). En los años 50 aparecieron numerosas grabaciones de Michel Ramos (y de Virginie Morgan y Patricia Lamour). Es posible que, si finalmente se trasladó a México, fuese en los momentos finales de la II Guerra Mundial; pero, de haber sido así, debió de permanecer allí pocos años y pudo haber regresado a París en 1950 o poco antes.
Para finalizar, añadimos otro dato que también desconocíamos, otro seudónimo que fue utilizado por Miguel Ramos en España antes de la Guerra Civil: en varias publicaciones de 1934 se mencionan unas canciones con letra de Antonio de Retana y Teijeira (con el seudónimo de Carlos Fortuny) y música de Álvaro Retana y Ramírez de Arellano y Miguel Wilson, del que se indicó expresamente que era seudónimo de Miguel Ramos Echapare.
Por : José Miguel Muñoz de la Nava Chacón
Historiador del Arte
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