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Ayer el Ayuntamiento de Madrid notificó que se cerraba al tráfico el puente de Francisco Silvela a Joaquín Costa “tras constatarse importantes daños en su estructura”. La noticia del propio Consistorio, que se puede leer aquí, afirma que el estudio de la infraestructura ha indicado que el puente ha llegado al final de su vida útil. Las conclusiones del análisis realizado son claras, “se recomienda su demolición y, con carácter inmediato, el cierre total al tráfico, tanto sobre el tablero como por debajo del mismo”.
La noticia es importante.
Este puente se ubica en lo que fue el antiguo Paseo de Ronda, límite del Proyecto de Ensanche de Madrid elaborado por Carlos María de Castro, aprobado en 1860.
Antes de que existiera la M30, utilizando términos actuales –siempre enfocados desde el punto de vista del tráfico rodado, no del peatón–, se habla de que existían la M10 y la M20.
El considerado primer cinturón de circunvalación de la ciudad (M10) estaba formado por los paseos que rodeaban aproximadamente el Madrid que hasta 1868 había estado rodeado por la Cerca de Felipe IV. Ese primer cinturón discurría por las Rondas (de Atocha, Valencia, Toledo y Segovia) y los añorados Bulevares (Marqués de Urquijo, Alberto Aguilera, Carranza, Sagasta y Génova). En el plano que vemos arriba es la zona coloreada en gris, la llamada Almendra Central de Madrid.
El segundo cinturón (M20) rodeaba el Ensanche, planificado y construido entre finales del siglo XIX y principios del XX. Son las zonas anaranjadas.
Entonces se construyó el Paseo de Ronda o Foso de circunvalación, que en la zona noreste hoy día está formado por una serie de pasos subterráneos y elevados, por las calles Reina Victoria, Raimundo Fernández Villaverde, Joaquín Costa, Francisco Silvela y Doctor Esquerdo.
Uno de estos puentes es el de Francisco Silvela-Joaquín Costa.
En las primeras décadas del siglo XX el perímetro del Ensanche fue explanado.
A mediados del siglo, el Paseo de Ronda, como los antiguos Bulevares, eran zonas amables.

Bulevar de Francisco Silvela, donde ahora emerge el Scalextric que atraviesa en túnel la avenida de América (1955) (Foto cedida por Ángel Alda @angeldeolavide)
Hasta los años 60-70, en que casi todos los bulevares fueron ocupados por los automóviles.

Calle Francisco Silvela. Salida del túnel bajo Avenida de América, hacia Joaquín Costa (12 julio 2020)
El puente de Francisco Silvela hasta Joaquín Costa al norte, de 360 metros, fue construido en 1969. Formó parte de un urbanismo planificado alrededor del coche, en el que las grandes estructuras de hormigón destinadas al tráfico ocuparon la ciudad.
Algunos de estos pasos elevados, muy agresivos para el entorno, ya han desaparecido, como los scalextric, de Atocha (el más famoso, en 1985), el de Santa María de la Cabeza (en 2001) y el de Cuatro Caminos (en 2004). Otros siguen existiendo, como es el caso de este puente de Joaquín Costa.
Aunque este paso elevado, ahora, acabada su vida útil y convertido en un peligro, también va a ser derribado. Aún no se sabe qué ocupará su lugar, acaso ¿el proyecto será otro puente?, nos esperan muchos días de obras…
Sin duda estamos ante una buena ocasión para reflexionar, pensar en qué es lo mejor para Madrid y los madrileños. Con visión de futuro, debemos pensar, las autoridades competentes deben pensar, que el coche particular debe dejar de ser el protagonista de la ciudad. Por el bien de todos.
Por: Mercedes Gómez
Hace ya tiempo visitamos por primera vez la Nave de Motores de Pacífico y contamos su historia. Se trata de una de las sedes del Museo del Metro de Madrid Andén Cero –la otra es la Estación de Chamberí–.
Recordemos que esta central eléctrica se comenzó a construir en 1923 en una gran parcela propiedad de la Compañía, entre las calles de Cavanilles, Sánchez Barcaiztegui y Valderribas, para mejorar el funcionamiento de la red de Metro, solucionando posibles faltas de suministro eléctrico.
Tres grandes motores diesel fueron instalados en la nave. La gran potencia de esta central llegó a proporcionar energía a otras subestaciones e incluso a la ciudad. Fue la central eléctrica española de mayor potencia en su momento. Durante la guerra suministró luz a la población madrileña.
Volvemos a la Nave de Motores para visitar la exposición 100 años de Metro. Pasado, presente y futuro.
La muestra narra lo ocurrido a lo largo de estos cien años, desde los orígenes, la construcción que comenzó en 1917, la inauguración dos años después de la primera línea con ocho estaciones, hasta llegar a las trescientas dos que tiene la red hoy día y los proyectos futuros… Fotografías, documentos, objetos, textos y videos explican la historia y el rico patrimonio de Metro de Madrid.
Una de las joyas expuestas es la maqueta de la estación de Sol que reproduce el cruce de las tres primeras líneas bajo la plaza con todos sus edificios emblemáticos. Fue realizada en 1949 en madera, escayola, alambre y pintura.
Además estos días tenemos la oportunidad de acceder mediante visita guiada a un espacio desconocido hasta ahora, normalmente cerrado al público, el sótano de la Nave de Motores.
Bajo los impresionantes motores se encuentran las maquinarias que controlaban la Central que suministraba la energía al Metro de Madrid. Unos pasadizos llegan a un túnel que conectaba con la estación de Pacífico. Años después conectó también con las subestaciones de Quevedo y Castelló, de las que también hablamos aquí.
Un doble cable de 15.000 V recorría el subsuelo de Madrid.
Vemos algunas de las herramientas que utilizaban, máquinas, los espacios estrechos en los que debían desenvolverse los operarios, con ruido, calor… debía ser duro trabajar allí.
La exposición es de entrada libre, en la Nave de Motores, calle Valderribas, 49.
Horario: De lunes a viernes de 17:00 a 21:00 horas y los sábados y domingos, de 12:00 a 21:00 horas
Para el recorrido guiado y acceso a los sótanos es necesario reservar la visita.
Hasta el 15 de julio.
Por Mercedes Gómez
Con motivo del 40 cumpleaños que acaba de celebrar la Constitución española, el Ministerio de Fomento ha organizado una magnífica exposición, Tierra, agua y aire, dedicada a las infraestructuras y medios de transporte en España desde 1978 hasta hoy.
Solo hasta el 14 de diciembre, en La Arquería de Nuevos Ministerios.
La propia Sala, de la que hace tiempo conté su historia, forma parte de la muestra.
La exposición comienza con un recuerdo a nuestra sociedad, cómo éramos hace cuarenta años. El año en que se firmó la Constitución, 1978, aún no había ordenadores, internet ni teléfonos inteligentes, los medios y las costumbres eran otros. En muchos hogares había teléfonos góndola y tocadiscos, y en las oficinas lo más moderno eran las máquinas de escribir electrónicas. Mientras, las infraestructuras comenzaban un desarrollo imparable en todo el país, que hoy continúa.
Se exponen algunas obras de la Colección de Arte Contemporáneo Enaire (antes Fundación Aena), entre ellas las tres maquetas de trabajo de Manolo Valdés para su Diálogo de Damas (La soñadora, la coqueta y la realista), de 2004, cuyas esculturas originales fueron encargadas para la inauguración de la T4 del Aeropuerto de Madrid-Barajas.
Los elementos naturales, tres de ellos, sirven de marco a los distintas áreas que abarca la exposición: Tierra para las carreteras, ferrocarriles y vivienda. Agua para Puertos del Estado y Salvamento marítimo, y Aire para las infraestructuras aeronáuticas.
En la sala dedicada al Aire, nos reciben cuatro de las letras del antiguo rótulo del Aeropuerto de Madrid-Barajas, de una Colección particular. Videos, maquetas, fotografías y obras de arte nos invitan a conocer las infraestructuras aéreas y su evolución.
En la zona dedicada al Agua hay piezas preciosas, maquetas de Faros, como el de la Torre de Hércules, etc. además de información sobre este área, tal vez la más desconocida.
La tercera y última parte, Tierra, se expone en la Sala bajo la espectacular bóveda de hormigón del antiguo túnel.
De acuerdo con la tradición de la Sala, normalmente dedicada a la ingeniería, la arquitectura y el urbanismo, aquí encontramos todo lo relacionado con estas áreas y el Patrimonio.
Entre otras cosas, vemos ejemplos de la gran Colección de Maquetas de Historia de Obras Públicas, de la que por cierto existe un interesante museo virtual.
De Madrid se exponen maquetas del Hipódromo de la Zarzuela, la T4, Madrid Río… y no podía faltar el Real Observatorio, obra de Juan de Villanueva de finales del siglo XVIII, que continúa su labor de investigación dentro del Instituto Geográfico Nacional.
Por: Mercedes Gómez
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Ministerio de Fomento
Tierra, agua, aire. Cuarenta años de infraestructuras, transporte y vivienda al servicio de la sociedad española.
Arquería Nuevos Ministerios
Pº de la Castellana, 67
Hasta el 14 de diciembre 2018.
Martes a sábados: de 11:00 a 20:00 horas
Domingos y festivos: de 11:00 a 14:00 horas
La entrada de hoy es solo un pequeño homenaje que hace tiempo quería dedicarle a los autobuses madrileños. Los utilizo muchísimo, me encanta viajar en autobús. El Circular, el 21, el 53, son varios los que tomo muy a menudo, otros ocasionalmente me han servido para descubrir lugares impensados, algunos en paseos aquí relatados… pero el que más me gusta, mi autobús, es el 2, una de las líneas más antiguas.
Desde mi barrio me lleva al Retiro, a la Puerta de Alcalá, a Cibeles, al Paseo del Prado y los museos, a la Gran Vía, a las cercanías del Madrid histórico, a Argüelles, y a un montón de sitios más. Además de llevarte a trabajar o a otras actividades cuando lo necesitas, te regala un paseo precioso por el Madrid más emblemático.
La primera red de autobuses fue explotada por la Sociedad General de Autobuses entre 1924-1927. Durante la II República en los años 30 el Ayuntamiento acordó junto con la Sociedad Madrileña de Tranvías la inauguración de nuevas líneas de autobús, algunas de ellas de dos pisos. Fueron los famosos Leyland que comenzaron a recorrer la Gran Vía entre otros lugares de nueva construcción en la capital.
El gran Francesc Català-Roca los fotografió en los años 50.
También Teodoro Naranjo Domínguez, fotógrafo del diario ABC, lo inmortalizó.
Suya es también esta foto de los nuevos autobuses de dos pisos que adquirió la EMT en 1957.
La imagen del 2 estará ligada a la Gran Vía para siempre. En 1961 circulaba el modelo Pegaso 5020, que aparece en diversas fotografías y películas.
En noviembre de 2007 se celebraron los 60 años de la EMT, que había comenzado su actividad como tal en 1947, con una exposición en la plaza de Colón.
Pudimos contemplar paneles explicativos, fotografías (incluida una del 2) y autobuses reales.
Y pudimos subirnos a uno de esos antiguos autobuses de dos pisos.
Con el tiempo los modelos fueron cambiando, también el color. Desde 1947 habían sido azules hasta 1973 en que se decidió el cambio al rojo, realizado poco a poco y finalizado en 1986.
Nos subimos al bus incluso nevando.
En 2008 se había decidido la vuelta al color azul, cambio que también se tomó su tiempo hasta llegar a todos los vehículos.
Y así seguimos recorriendo nuestro querido Madrid.
Por: Mercedes Gómez
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Bibliografía
25 imágenes en la historia del transporte público de Madrid.
En 1931, con la llegada de Indalecio Prieto al Ministerio de Obras Públicas, bajo la Presidencia de Manuel Azaña, se proyectaron diversas obras arquitectónicas y urbanísticas de importancia con el fin de modernizar Madrid. Una de ellas fue la Ordenación para la Prolongación de La Castellana y la construcción de los edificios hoy conocidos como Nuevos Ministerios en el lugar donde entonces se encontraba el Hipódromo.
En el plan se incluía la mejora de la red ferroviaria y la creación de nuevas líneas. Se intentaba entre todos los implicados -Ministerio, Ayuntamiento, Compañías Ferroviarias…- solucionar el problema que suponía la discontinuidad de las líneas que llegaban o partían de Madrid y hacer posible su enlace, siguiendo el eje sur-norte, desde Atocha hasta Chamartín. Era el Plan de Enlaces Ferroviarios.
El arquitecto Secundino Zuazo, junto con el alemán Hermann Jansen, propuso un trazado viario bajo el cual se construiría el enlace ferroviario subterráneo, además del proyecto del edificio ministerial. Se solicitó el derribo del Hipódromo, y se iniciaron las obras de la nueva estación que formaría parte del nuevo eje ferroviario.
Derribado el Hipódromo, el gran solar resultante fue destinado a la construcción de tres edificios que albergarían los Ministerios de Gobernación, Obras Públicas y Agricultura.
El 14 de abril de 1933 se inauguró el primer tramo de la prolongación y se puso la primera piedra de los nuevos edificios que mediante una gran arquería junto al Paseo de la Castellana se ordenarían en torno a una gran plaza pública.
Ambos elementos, los arcos en superficie y las grandes bóvedas de los túneles, diseñadas por el ingeniero Eduardo Torroja, se fueron construyendo a la par.

Plano general del conjunto y del trazado ferroviario del enlace y la estación (Zuazo, nov.1933) (BNE)
Bajo la gran plaza del edificio ministerial se ubicó la estación central del enlace subterráneo que, aprobado finalmente según las directrices de Zuazo y Jansen, enlazaba la estación a construir en terrenos de Chamartín con la de Mediodía en Atocha.
En septiembre de 1933, con el cese de Azaña como Presidente del Gobierno, terminó la etapa de Indalecio Prieto. En los años siguientes el proyecto sufrió numerosos cambios.
Y llegó la guerra. Zuazo se refugió en París y siguió trabajando en el proyecto con la idea de continuar cuando pudiera volver a España… pero finalizada la guerra, a su vuelta fue marginado y apartado de este proyecto y de casi todos. Había trabajado para la República.
Las obras se retomaron bajo el mando de otros arquitectos, y aunque el proyecto sufrió bastantes modificaciones, más acordes con el nuevo régimen, en los años 40 se terminó el edificio. Las estaciones de Nuevos Ministerios y de Chamartín no serían inauguradas hasta 1967.
Junto a los túneles del tren que discurrían bajo la plaza en el interior del complejo ministerial, justo bajo la arquería, había otro túnel menor con una vía de servicio, que se aprecia dibujado en los planos de Zuazo.

Sección de la estación de los Ministerios. Enlace ferroviario sección transversal. (Zuazo, julio 1934) (BNE)
Por algún motivo la vía fue clausurada, y un tramo quedó allí debajo, encerrado y sin uso. No es fácil encontrar datos sobre la historia de esta construcción, un poco misteriosa, hay que recurrir a los recuerdos de las personas mayores. Al parecer, en alguna época, entre la República y el nuevo Régimen, fue utilizada como búnker.
En 1982 una parte de la Arquería, la situada más al norte, fue acristalada y convertida en Sala de Exposiciones dedicada a temas de Arquitectura y Urbanismo.
Debajo permanecía el tramo del antiguo túnel sin uso hasta que en 2003 fue integrado en la Sala de Exposiciones conservando su espectacular bóveda de hormigón.
Una abertura en el muro hacia la mitad del tramo permite comprobar el grosor original, de más de un metro.
Al final de la larga Sala, tras unas puertas acristaladas, el antiguo túnel desaparece, para dejar paso a la nueva Estación de Cercanías de Nuevos Ministerios.
Esta Estación, según la Guía del Colegio de Arquitectos de Madrid, es la estación subterránea abovedada más grande del mundo, con sus dos cañones gemelos de 320 m de longitud por 20 m de luz.
En el año 2001 estos cañones ideados por Torroja fueron seccionados para la instalación de la nueva Estación de Nuevos Ministerios, pero en su inicio, junto a los restos del antiguo túnel de servicio, se conservan dos magníficos arcos de la construcción original.
Por Mercedes Gómez
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Actualmente en la Sala La Arquería, Paseo de la Castellana 67, hay una exposición muy interesante:
Arquitectura española (1975-2010) + 35 años construyendo democracia.
Un recorrido por la arquitectura realizada en España desde 1975 hasta 2010. La muestra recoge más de 200 proyectos, de los que se exponen sesenta maquetas.
Hasta el próximo 7 de mayo.
NOTA: muchas gracias a la persona que atiende en la recepción de la Sala de Exposiciones, interesada como yo en la historia de este túnel, que me contó cosas muy interesantes y me ayudó a desentrañar el «misterio».
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Bibliografía:
Catálogo exposición «Zuazo, arquitecto del Madrid de la Segunda República«. BNE, Madrid 2006.
Ayer fue inaugurada la segunda ampliación de la Estación Puerta de Atocha, proyectada, igual que la primera hace dieciocho años, por Rafael Moneo. Esta primera fase de las nuevas obras ha consistido en la separación de la zona de Salidas y las Llegadas, en previsión del gran tráfico que van a tener en el futuro las Líneas de Alta Velocidad, el AVE.
A pesar de la niebla de la mañana y el ambiente gris, una primera mirada al exterior de la nueva Terminal de Llegadas de Atocha sugiere luminosidad y amplitud. Construida en acero, aluminio y cristal, domina el color blanco y los espacios limpios.
Hace unos meses, en el artículo dedicado a las Esculturas de Antonio López en Atocha, visitamos las monumentales figuras, Día y Noche, que entonces se encontraban en el vestíbulo de llegadas. Tras la remodelación, han abandonado el interior de la estación y han salido a la calle.
Este mediodía aún trabajaban algunos encargados en la colocación de las obras, la estación no será inaugurada de verdad hasta el próximo domingo cuando entre en funcionamiento la nueva terminal y los viajeros comiencen a llegar y sean recibidos por estas magníficas esculturas.
Hoy aún no se podía acceder a la pequeña plaza donde se han instalado, creada a modo de sala de espera al aire libre, pero ya se pueden admirar perfectamente. Son esculturas de gran tamaño que necesitan espacio a su alrededor, y no cabe duda de que aquí lucen en todo su esplendor.
Desde ahora van a estar más cerca del público, y a la vista de todos, ya no será necesario entrar en la estación para contemplarlas, aunque también estarán más desprotegidas. Esperemos disfruten de una feliz nueva vida.
por Mercedes Gómez
Tras visitar la Alcubilla, la Castellana y el Alto Abroñigal, llegamos al último de los cuatro Viajes más importantes de aguas finas que abastecieron a los madrileños desde el siglo XVII hasta 1858, el Viaje del Bajo Abroñigal, que se comenzó a construir en 1619. Nacía al Sur de Canillas, en la Casilla de los Mochuelos, a 3 metros de profundidad. Cruzaba el Arroyo a la altura del puente de Las Ventas y bajaba por la calle Goya hasta la Puerta de Recoletos, actual plaza de Colón. Allí estaba el arca principal, desde donde el agua se distribuía a la Villa.
De este Viaje vamos a tener la oportunidad de conocer los restos de dos pozos.
El primero al que se ha podido acceder está en la esquina de la calle Goya con Serrano.
En una de las galerías pervive una llave de paso, que ya no funciona, instalada alrededor de 1900.
En el interior del tramo del viaje se observa una tubería del Canal (aguas limpias de abastecimiento), que también parece antigua.
Más adelante existe un rebaje o disminución de la altura de la galería, por lo que en la última inspección no se pudo completar el recorrido, pero se conoce la existencia de un elemento singular, una placa que conserva la inscripción del nombre del Maestro de Obras de este Viaje de Aguas o tramo, o quizá del Maestro Fontanero.
Pedro pudo verla, desgraciadamente en esta ocasión no le fue posible llegar hasta el punto de la galería en que se encuentra y fotografiarla. Al menos de momento, deberemos contentarnos con imaginarla.
El otro pozo de bajada se encuentra situado en la calle de Alcalá nº 65, entre la Puerta de Alcalá y la Cibeles.
Este tramo está en muy mal estado. Nada más bajar se encuentran cascotes y zonas hundidas… pero también un tesoro, una antiquísima puerta de hierro que conserva la cerradura cuya llave guardaría el Maestro Fontanero encargado del viaje. Posiblemente el cerramiento sea del siglo XVIII.
Las actividades relacionadas con los Viajes y el Agua estaban a cargo de una Junta de Fuentes, presidida por el Corregidor. El Maestro Mayor de Fuentes era el que se encargaba de las obras, y se trataba de un cargo que solía recaer en el Maestro Mayor de Obras de la Villa.
Los Fontaneros de la Villa se ocupaban de los arreglos, higiene, etc. y guardaban las llaves.
Ante la posibilidad de desprendimientos no se puede continuar bajando. La siguiente galería se aprecia hundida en parte, galería por la que probablemente el agua se dirigía a la Castellana.
El Viaje del Bajo Abroñigal con sus ramales abastecía a 22 fuentes públicas con 393 aguadores, y a 115 fuentes particulares.
Texto : Mercedes Gómez
Según información facilitada por : Pedro Jareño
Fotografías : Pedro Jareño
Después del Viaje de Agua de la Alcubilla y el de la Fuente Castellana, hoy visitamos los restos del Viaje del Alto Abroñigal, otro de los viajes construidos en los comienzos del siglo XVII ante el aumento de la población madrileña y la necesidad de agua que se produjo tras el establecimiento definitivo de la Corte en Madrid por Felipe III el año 1606.
Fue construido en 1614. Nacía en Canillas, a 4 metros de profundidad cerca del Arroyo del mismo nombre, el Arroyo del Abroñigal, hoy tapado por la M-30 en su tramo este. Con una longitud de unos 15 kilómetros, entraba en la villa por la llamada casa del Relator Ávila, tras la Huerta de los Recoletos Agustinos, entre el actual Paseo de Recoletos y la calle de Serrano, donde hoy se encuentran la Biblioteca Nacional y el Museo Arqueológico, distribuyendo las aguas a la Villa desde ese punto.
Precisamente cerca de dicho punto, como recordaremos, el pasado verano, durante las obras de la calle Serrano para la construcción de un aparcamiento subterráneo, aparecieron diversos restos arqueológicos, parte de la Cerca de Felipe IV y otras estructuras que en un principio se dijo correspondían a un Viaje de Agua. Según se publicó, el tramo hallado presumiblemente procedía del ramal principal del Viaje del Abroñigal Alto.
Tras varios enfrentamientos entre la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento, polémicas y numerosas noticias en los periódicos, lo único que parece cierto es que bajo Serrano ya no queda ningún resto del pasado, únicamente plazas de aparcamiento.
En este Viaje del Alto Abroñigal el único pozo de bajada accesible está localizado en la calle de las Huertas esquina calle del León, en el Barrio de las Letras.
El pozo tiene pates que permiten la bajada.
Al igual que la Alcubilla y la Castellana, las galerías de los Viajes Alto y Bajo Abroñigal -este último, que guarda sorpresas interesantes, lo conoceremos en breve-, están revestidas de ladrillo. Existe otro tipo de Viajes de Agua, que llaman de “lomo de caballo”, cuyas paredes no se revestían, más adelante visitaremos alguno de ellos.
Esta galería del Viaje del Alto Abroñigal, como casi todos los tramos que se han podido visitar de las galerías de conducción de los viajes antiguos de aguas, se han aprovechado para galerías de servicios, cableado, tubos de agua e incluso colectores de aguas sucias.
Abastecía 9 fuentes públicas atendidas por 217 aguadores, y a 85 fuentes particulares.
Este Viaje llega hasta la calle de Atocha, cuyo colector de aguas sucias coincide con un punto en que el antiguo Viaje del Alto Abroñigal está cortado.
Había leído muchas veces que bajo nuestra ciudad hay «otro Madrid», en el que sus calles, igual que sus vecinas en la superficie, reciben sus nombres, y están igualmente señalizadas, para no perderse. Pero nunca había visto una de esas calles. Aquí tenéis la subterránea calle de Atocha.
Texto : Mercedes Gómez
Según información facilitada por : Pedro Jareño
Fotografías : Pedro Jareño
Después de la visita al Viaje de Agua de la Alcubilla, hoy os invitamos a conocer el Viaje de Agua de la Fuente Castellana, que se comenzó a construir en 1612 y finalizó en 1619, aunque las reparaciones y obras de mejoras fueron numerosas a lo largo de todo el siglo XVII. Cuenta Aznar de Polanco (*) que «nacía en un pozo empedrado, tapado con un remate de piedra» que estaba en lo alto de la Casa de Maudes, y de allí partían dos minas cortas, una a la derecha hacia Chamartín, y otra a la izquierda hacia el Camino de Fuencarral.
El ramal principal nacía en Chamartín de la Rosa, a 10 metros de profundidad, seguía por el antiguo Camino de Maudes hasta el valle de la Guindalera y los Altos del Hipódromo –donde actualmente se encuentra el Museo de Ciencias Naturales– para dirigirse a la Puerta de Santa Bárbara, con cerca de 18 km. de longitud.
Lamentablemente, de todos los pozos de bajada del antiguo Viaje de la Castellana localizados, únicamente uno es accesible, el situado a la altura del número 1 de la calle de Almagro, próximo a la glorieta de Alonso Martínez, donde hoy día hay una fuente.
La buena noticia es que se conservan bastantes restos del Viaje antiguo y la visita nos va a permitir apreciar muy bien la magnífica construcción en arco de medio punto revestido de ladrillo.
El revestimiento de la galería se conserva en buen estado:
En un punto del tramo se observa un rápido -alcance de la cota más baja en la menor longitud- condenado:
Cableado interior sin servicio:
Desde la calle de Almagro el Viaje continuaba su camino hasta la antigua Puerta de Santa Bárbara, por donde entraba en Madrid.
Una vez en el interior de la ciudad, las galerías de los Viajes se multiplicaban y la red era muy intrincada. El Viaje de la Castellana por la calle Hortaleza:
Excepto el que acabamos de visitar, el resto de los pozos de bajada al Viaje de Agua de la Castellana, debido a las numerosas remodelaciones de las calles, estaciones de Metro, etc. ya no son accesibles por lo que no sabemos si se conservan otras galerías. Como dice Pedro, quién sabe si en algún momento reaparecerán y podremos saber mucho más sobre ellas.
La Castellana abastecía a 11 fuentes públicas, con 147 aguadores y 85 fuentes particulares. Era uno de los viajes más largos, aunque hay que tener en cuenta que al final, a la llegada a Madrid, a la altura de la actual Glorieta de Bilbao, se unían a él los Viajes de Contreras y de la Alcubilla.
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Texto : Mercedes Gómez
Según información facilitada por : Pedro Jareño
Fotografías : Pedro Jareño
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(*) Aznar de Polanco. Tratado de los Cuatro elementos. Origen y nacimiento de las aguas y fuentes de Madrid. Madrid 1727. Ed. Facsimil Madrid 1992.
Hasta mediado el siglo XIX en que se inauguró el Canal de Isabel II, el abastecimiento de agua en Madrid estaba a cargo de los Viajes de Agua, viajes subterráneos, verdaderas obras de ingeniería traídas a la Villa por los árabes, y que funcionaron hasta hace relativamente poco tiempo.
Un Viaje de Agua constaba de:
1) La zona de captación del agua, que se encontraba aproximadamente a unos 10 kilómetros al norte de la ciudad.
2) Las galerías de captación o minas que unían los pozos de la zona de captación hasta las puertas de la ciudad. En determinados trechos se comunicaban con el exterior, mediante pozos de aireación, cubiertos en superficie por medio de un cascarón de piedra o “capirote”, de los que quedan algunos ejemplos en la Dehesa de la Villa y algún otro lugar.
El cerramiento se llama de cucharón o cierre de cascarones:
3) Galerías de conducción: el agua, una vez alcanzada la Cerca, se vertía en un arca principal, donde se medía, y de ahí partían las galerías hacia la ciudad, que surtían a las fuentes públicas y particulares.
Madrid se abastecía de cuatro viajes principales de “aguas finas” o potables (Alcubilla, Abroñigal Alto, Abroñigal Bajo y Castellana), propiedad de la Villa. Pero había otros secundarios, pertenecientes a la Corona o a particulares, como el de Amaniel, la Fuente del Berro, Descalzas Reales, etc. Algunos de ellos eran de “aguas gordas” no potables, que se empleaban para el ganado, el riego o para surtir a las fuentes monumentales.
Aunque todos ellos han dejado de cumplir su función, y casi todos van desapareciendo debido a las cada vez más numerosas obras subterráneas (metro, aparcamientos, túneles…), algunos tramos siguen existiendo, y parte de ellos han sido utilizados para albergar otro tipo de servicios (cableados, conducciones de agua, etc.).
Estos restos de los antiguos Viajes de Agua forman parte de nuestro Patrimonio Histórico por lo que merecen ser conservados y conocidos.
Ya que parece muy sencillo horadar Madrid y acondicionar los espacios, sobre todo para los coches, ¿es una locura imaginar que algunos de estos vestigios de los antiguos Viajes de Agua madrileños algún día se pudieran convertir en lugar visitable?, ¿soñar que un Museo nos mostrara la historia y características de algo tan importante y singular como fueron los Viajes de Agua para Madrid?.
Quizá sea oportuno recordar que acaban de comenzar las obras en las que una enorme tuneladora sutilmente apodada «Gran Vía», atravesará Madrid desde Chamartín hasta Atocha para la construcción del túnel de más de siete kilómetros de longitud por el que transcurrirá el AVE, a unos 45 metros de profundidad.
De momento, tenemos que agradecer a Pedro Jareño, que trabaja en el Servicio de la red de Alcantarillado, a la que cuida, vigila, y conoce a la perfección, la posibilidad de ver estos restos. Pedro los ha ido fotografiando y reuniendo información sobre ellos en sus momentos de ocio, con el fin de llamar la atención sobre su existencia y conservación. Su único deseo es que los escasos pozos y galerías que quedan no caigan en el olvido.
Creo que merece la pena mostrar sus bonitas fotografías junto a sus interesantes explicaciones, y darnos un paseo por los Viajes de Agua de Madrid guiados por él.
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Comenzamos hoy con el Viaje de la Alcubilla. Espero que os resulte interesante, personalmente me parece un lujo poder disfrutarlo.
El Viaje de la Alcubilla se comenzó a construir en 1399. Nacía en la Dehesa de Chamartín en el valle de la Alcubilla, a 18 metros de profundidad, y llegaba a Madrid a través de una serie de pozos con su correspondiente losa.
Por el Camino de Fuencarral, hoy Bravo Murillo, llegaba hasta la actual Glorieta de Cuatro Caminos, donde se dividía en dos ramales, uno por la calle de Santa Engracia hasta la plaza de Santa Bárbara, donde comenzaba la distribución de las aguas. El otro se dirigía a la glorieta de Quevedo, donde a su vez se dividía en dos ramales, uno bajaba por San Bernardo y otro por Fuencarral.
Recordemos, antes de comenzar nuestra visita a los pozos, que muy cerca de este punto, el pasado año 2004 durante las obras de rehabilitación del Museo Municipal se halló una Noria, un “complejo hidráulico del siglo XVII de gran entidad y envergadura”, según se publicó en aquellos momentos. La directora del museo, la arqueóloga e historiadora Carmen Priego explicó que se trataba de un «conjunto formado por el estanque de una noria de las denominadas de sangre, es decir, de tracción animal, empleada para el riego de huertos y el abastecimiento de una comunidad… Las paredes del gran vaso descubierto, en ladrillo toledano del usado en las construcciones madrileñas en el siglo XVII, constan de peldaños perfectamente trazados, pates, que descienden hasta 15 metros de profundidad, aproximadamente.” A una profundidad de unos ocho metros surge un ramal excavado en la tierra, que Carmen Priego piensa casi seguro “este conducto perteneció al gran viaje de agua de Alcubilla, que cruzaba diagonalmente el edificio del Museo Municipal en dirección a la calle de Fuencarral«. La idea era integrar los hallazgos en el Museo.
Han pasado más de ocho años desde el comienzo de las obras, y el Museo sigue cerrado. Aprovechamos para preguntar una vez más : ¿para cuando está prevista la reapertura?.
Y llegó el momento de dar inicio a nuestra emocionante visita al Viaje Antiguo de la Alcubilla.
Nos cuenta Pedro que del primer ramal del Viaje que discurre por la calle de Santa Engracia, hay constancia de dos pozos de bajada que perduran en el tiempo. Uno de ellos se encuentra a la altura del número 73, a la altura de la Glorieta de Iglesia.
No quedan en Madrid muchas Tapas de pozos municipales con la inscripción de Viaje Antiguo de Agua, como las que se conservan en la calle de Santa Engracia, una auténtica curiosidad:
El pozo tiene pates o peldaños de hierro que permiten la bajada:
En este punto el Viaje se encuentra condenado.
Paralelamente se aprecia una galería antigua por la que actualmente discurren tubos de abastecimiento (canal de aguas limpias).
Tenía una longitud de cerca de 26 Km. que abastecían 11 fuentes públicas que llegaron a estar atendidas por 128 aguadores, más otras 85 fuentes particulares.
Otro pozo se encuentra frente al número 140 de la calle, frente a la Iglesia del Colegio de la Divina Pastora.
El rápido, o forma de alcanzar la cota más baja en la menor longitud, a través de unas escaleras salvando el desnivel deseado, es ciertamente singular:
Para llegar al principio del Viaje hay que bajar 4 tramos de escaleras de un total de 66 escalones de 40 centímetros. A partir de estos datos se ha calculado una cota de entre 20 y 25 metros de profundidad aproximadamente.
En este tramo el Viaje de la Alcubilla se encuentra en bastante buen estado.
Y el último tramo conservado corresponde al otro ramal, el que se dirigía hasta la glorieta de Quevedo, y a su vez se subdividía por la calle de Fuencarral. Se encuentra en la calle de Eloy Gonzalo frente al Instituto Homeopático de San José.
De este tramo únicamente se conserva el pozo de bajada y el cerrojo, o distancia que hay de la galería del pozo de bajada a la galería principal del ramal.
Texto: Mercedes Gómez
Basado en la información facilitada por : Pedro Jareño
Fotografías : Pedro Jareño
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Fuente de la introducción:
VVAA. «Madrid. Atlas Histórico de la ciudad. Siglos IX-XIX«. Lunwerg-CajaMadrid 1995.
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