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Hace unos días supimos que, –según el programa de Telemadrid Desmontando Madrid dedicado a Madrid y el agua–, inaugurado el Canal de Isabel II a mediados del siglo XIX, el primer grifo de agua corriente de la ciudad se instaló en la casa de uno de los ingenieros, el edificio en el que vivió Lucio del Valle, que él mismo proyectó y construyó en la calle de Valverde nº 33.
Lucio del Valle Arana nació en Madrid el 2 de marzo de 1815. Sus padres eran vecinos de la calle Boteros –actual calle de Felipe III, una de las que parten de la plaza Mayor–, así que el niño fue bautizado en la cercana iglesia de Santa Cruz.
El joven Lucio estudió ingeniería en la Escuela de Caminos y arquitectura en la Academia de San Fernando.
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En 2015, con motivo del bicentenario de su nacimiento, pudimos visitar la exposición Lucio del Valle (1815-1874). Ingeniería y fotografía. La Ingeniería de Caminos en el siglo XIX, en la Sala La Arquería de Nuevos Ministerios, y conocer su figura y su obra.

Gabriel Maureta. “Retrato de Lucio del Valle”. Escuela Superior de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos. UPM. (Exposición Lucio del Valle, 2015)
Trabajó en la carretera Madrid-Valencia y residió durante diez años en la ciudad de Valencia; en 1851 el ingeniero volvió a Madrid, momento en que pasó a ser subdirector de la empresa que acometía la traída de aguas del río Lozoya a Madrid, el Canal de Isabel II.
A Lucio del Valle le debemos obras de gran importancia para nuestra ciudad, el mencionado Canal de Isabel II, la reforma de la Puerta del Sol y también el apoyo que dio a la fotografía de obras públicas, utilizándola a menudo como recurso didáctico y de divulgación.
En el caso del Canal de Isabel II encargó al fotógrafo Charles Clifford el Álbum de Vistas de las Obras del Canal; y para la reforma de Sol, encargó al mismo Clifford fotografías antes (1857) y después de las obras (1862).
En 1856 Lucio se casó con Luisa de la Vega Inclán y proyectó su propia casa en la calle Valverde, como vimos; al año siguiente fue nombrado director del Canal, obra que culminaría en 1858 con la llegada de las aguas desde el Pontón de la Oliva al Primer Depósito.
Como decíamos, el ingeniero trabajó en la reforma de la Puerta del Sol, cuyas obras finalizaron en 1861.
Lucio del Valle murió en Madrid, su ciudad, en su casa de la calle de Valverde, en 1874.
Dos placas le recuerdan en el exterior
Una placa municipal en la que se indica que «en esta casa vivió hasta su muerte el ingeniero de caminos y arquitecto madrileño Lucio del Valle (1815-1874), director de las obras del Canal de Isabel II, de la reforma de la Puerta del Sol y de la Escuela de Caminos».
Y otra, instalada por el Colegio de Ingenieros de Caminos.
«En el bicentenario del nacimiento del Excmo. Sr. Lucio del Valle, ingeniero de caminos, canales y puertos, madrileño que tanto hizo por la ciudad de Madrid».
Además, muy cerca del Primer Depósito y de la fuente del Lozoya, en Chamberí, –allí donde llegó por primera vez el agua que poco a poco permitiría la instalación de grifos de agua corriente en las casas de Madrid–, desde 1880 una calle le recuerda, la calle de Lucio del Valle.
Por: Mercedes Gómez
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Bibliografía:
Catálogo exposición Lucio del Valle (1815-1874). Ingeniería y fotografía. La Ingeniería de Caminos en el siglo XIX. Madrid, 2015.
El antiguo Hipódromo de Madrid estaba situado en el Paseo de la Castellana frente al Palacio de las Artes y la Industria, actual sede del Museo de Ciencias Naturales y la Escuela de Ingenieros, lugar que por ello recibiría el nombre de Altos del Hipódromo. Fue derribado en 1933 dentro del Plan de Ordenación de la zona y la construcción de los edificios hoy conocidos como Nuevos Ministerios. Junto al arquitecto Secundino Zuazo en ese gran proyecto trabajó el ingeniero Eduardo Torroja.
El mismo Torroja junto a los arquitectos Carlos Arniches y Martín Domínguez construiría el nuevo Hipódromo fuera de la ciudad, en la Zarzuela, cerca de El Pardo. En 1934 su proyecto resultó ganador entre las nueve propuestas presentadas al concurso convocado. La obra quedó interrumpida por la guerra y no finalizó hasta 1941.
El Hipódromo de la Zarzuela, con su famosa marquesina volada, es una obra extraordinaria, una de las más importantes del siglo XX, por su arquitectura innovadora y su belleza.
Hace pocos días tuvimos ocasión de visitarlo gracias nuevamente a uno de los magníficos programas esPATRIMONIODescúbrelo organizados por Dolores Muñoz, en este caso dedicado a Eduardo Torroja, dentro del Ciclo Movimiento Moderno y los grandes Maestros del siglo XX.
La visita, en su primera parte, fue guiada por el arquitecto restaurador Jerónimo Junquera. Tras una breve introducción histórica nos explicó los pasos y características de la restauración que tras años de abandono y dificultades devolvieron la vida al Hipódromo de Madrid reabierto en 2005. El objetivo fue recuperar los valores, materiales y sistemas constructivos originales.
Nuestro punto de encuentro fue el vestíbulo de la tribuna sur.
En el edificio que acoge el vestíbulo se encuentran las taquillas, sala de apuestas y acceso a las tribunas.
Dominan las formas curvas, bellas y armónicas.
Sobre él se apoyan las gradas de las tribunas.
Y su cubierta de 12,80 metros de vuelo formada por bóvedas laminares de hormigón armado con solo 5 cm. de espesor en el extremo.
Las instalaciones del Hipódromo en cierto modo recuerdan a la arquitectura regionalista que los arquitectos practicaron en un primer momento, como Los albergues de carretera, considerados la arquitectura del primer desarrollo turístico español (1928-1935) que vimos en la exposición del Museo ICO, Arniches y Domínguez. La Arquitectura y la vida.
Las vigas recuerdan las tradicionales de madera, pero son de hormigón.
Por el contrario, el edificio de las tribunas fue totalmente innovador. Tras las gradas hay una galería superior, también en voladizo, que equilibra la construcción y mediante tirantes de acero sujeta la cubierta.
Sin duda se trata de una singular obra de arquitectura e ingeniería que tras los trabajos de limpieza y restauración (que nos cuenta Junquera no han terminado) luce espléndida.
Museo Eduardo Torroja
Después visitamos el Museo Eduardo Torroja, inaugurado en 2016 con el fin de rendir homenaje al gran ingeniero, ubicado en una sala bajo la tribuna norte, acondicionado y adecuado para museo también por el estudio Junquera Arquitectos.
Fotografías, documentos y maquetas explican la gran obra de Torroja.
El museo se puede visitar los domingos durante las jornadas de Carreras de Caballos; la temporada se acaba de inaugurar. Toda la información en la web de la Fundación Eduardo Torroja y del Hipódromo.
Por: Mercedes Gómez
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Bibliografía:
Catálogo Museo Eduardo Torroja. Fundación Torroja, Madrid, 2016.
“Rehabilitación de las cubiertas del Hipódromo de la Zarzuela en Madrid”
Guía de Arquitectura. COAM.
“Hipódromo de la Zarzuela». Informes de la Construcción nº 137, 1962.
Inaugurado el Segundo Depósito, a finales del siglo XIX la población en Madrid seguía creciendo y la necesidad de agua aumentaba; se decidió la construcción de un Tercer Depósito, aún mayor que los dos anteriores. Se eligió el terreno en el Campo de Guardias, al noroeste del Primer Depósito, entre lo que hoy son las Avenidas de Islas Filipinas y Pablo Iglesias, el Paseo San Francisco de Sales y la calle de Santander.
En 1901 fue convocado un concurso internacional para la realización de la cubierta al que se presentaron catorce propuestas. Dos años después la empresa de José Eugenio Ribera obtuvo la adjudicación de las obras, con un proyecto novedoso que proponía el uso del hormigón armado.

Primer y segundo compartimento del tercer depósito de aguas de Madrid, en construcción. Fritz von Emperger. Revista de Obras Públicas, 1907 (cedex.es)
El depósito tendría 357 x 204 metros, dividido en cuatro compartimentos, con capacidad para cerca de 500.000 metros cúbicos de agua.

Tercer depósito del Canal de Isabel II en Madrid. Fritz von Emperger. Revista de Obras Públicas, 1907. Vista del 2º muro divisorio y de la cubierta de 4º compartimento. (cedex.es)
Avanzadas las obras ocurrió una gran desgracia. El 7 abril de 1905 poco después de las 7 de la mañana se derrumbó una parte de la cubierta. Había comenzado ya la jornada de trabajo por lo que murieron 30 personas y 60 resultaron heridas. El impacto social fue lógicamente tremendo.
La Revista Nuevo Mundo le dedicó la portada al suceso y publicó un reportaje de catorce páginas. El relato trasmite el horror que se vivió.
Las labores de desescombro para liberar a los afectados fueron muy difíciles, entre otras razones debido a los hierros del hormigón que dificultaban la tarea. En los trabajos de salvamento intervinieron bomberos, militares, trabajadores de la zona, incluso alumnos de la cercana Escuela de Minas.
Aún hoy no se sabe con absoluta certeza el motivo del derrumbamiento. Se habló del calor extremo, la mala calidad de los materiales, la falta de experiencia en la utilización del hormigón… El ingeniero José Eugenio Ribera fue procesado, y finalmente absuelto.
Francisco Parrella acabó el trabajo entre los años 1907 y 1915 utilizando el sistema tradicional de pilares de ladrillos unidos por arcos. Hoy día es el segundo depósito más antiguo de Madrid.
Paralelamente entre 1907 y 1911 se levantó un cuarto depósito, el Primer Depósito Elevado, entre la calle de Santa Engracia y el Depósito Mayor, en la actualidad convertido en singular Sala de Exposiciones Canal de Isabel II. La ciudad crecía con rapidez, sobre todo por el norte, y los edificios eran cada vez más altos, por lo que el agua no llegaba a todas las casas fácilmente por gravedad; surgió la necesidad de crear centrales de bombeo y depósitos elevados.
Muchos años después, en 2002 se decidió la construcción de un parque sobre el Tercer Depósito, que fue rehabilitado. Se impermeabilizó el vaso, se reforzaron las pilastras y arquerías, se reconstruyeron los arcos dañados y se cambió la cubierta.
Con estas obras se iban a aumentar considerablemente las zonas verdes del distrito de Chamberí. Pero tres años después la Comunidad de Madrid presentó un nuevo proyecto que incluía la construcción de un campo de golf.
En 2006, un cartel junto a la obra indicaba el reparto de los terrenos. Más de 44.000 metros cuadrados se destinaban al campo de golf.
El parque público prometido en gran parte se iba a convertir en campos de tiro y hoyos de golf, instalaciones por cuyo uso habría que pagar.
Tal como estaba previsto, se construyó el parque, un jardín con plantas y árboles, un camino peatonal y otro para correr, además de las otras instalaciones deportivas.
Los problemas surgieron enseguida. El Ayuntamiento ordenó la paralización de las obras, la Comunidad recibió un informe negativo de la Comisión Institucional para la Protección del Patrimonio Histórico-Artístico y Natural, y comenzaron las protestas y acciones de los vecinos con el objetivo de recuperar el terreno público.
Pero la Comunidad se las arregló para seguir adelante. En 2007 declaró la obra de “interés general”. Y el Ayuntamiento lo aceptó. En marzo de ese año se inauguró el recinto.
Tres años después, en febrero de 2010, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid anuló ese acuerdo que había permitido continuar con las obras. En 2013 el Tribunal Supremo lo declaró ilegal. Finalmente en 2016 una nueva sentencia del TSJM declaró nulo el proyecto de la instalación.
Todo esto ha desembocado en la próxima desaparición del campo de golf y recuperación del terreno para parque público.
En los inicios de este año 2018 se ha presentado el nuevo proyecto del Parque del Tercer Depósito y ha comenzado el desmontaje del campo de golf, que se prevé finalice en mayo.
Después empezarán las obras del nuevo parque, una gran zona verde a disposición de todos. El Parque construido sobre el Tercer Depósito.
La Comunidad de Madrid cuenta en la actualidad con 33 grandes depósitos reguladores, los dos más antiguos son el Depósito Mayor (1879) y este Tercer Depósito (1915) con cuya historia finalizamos nuestro recorrido por los primeros depósitos de agua del Canal de Isabel II.
Por: Mercedes Gómez
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Bibliografía:
DÍAZ-PAVÓN, Eduardo. El hundimiento del Tercer Depósito del Canal de Isabel II en 1905. Fundación Juanelo Turriano, Madrid, 2016.
LUCAS, Conchita y MATA, Juan. “El Tercer Depósito del Canal de Isabel II”, III Congreso de ACHE de puentes y estructuras. 2005.
VVAA. Exposición Agua y Ciudad: detrás del grifo. Fundación Canal Isabel II, Madrid, 2001.
Continuamos nuestro paseo alrededor de los primeros depósitos de agua del Canal de Isabel II. Como vimos, en 1858 fue inaugurado el Primer Depósito. Solo tres años después, debido a la creciente necesidad de agua en Madrid, se proyectó la construcción del segundo.
El Segundo Depósito o Depósito Mayor se comenzó a construir en 1865 enfrente del primero, entre las calles de Bravo Murillo y Santa Engracia, con capacidad para más de 180.000 metros cúbicos de agua.
Esta obra tampoco fue fácil, no finalizó hasta catorce años después. Mucho más grande que el primero, con el fin de asegurar el abastecimiento, mide 208 x 138 metros. Su traza es parecida, consta de 1.040 pilares de ladrillo con basa de piedra con arcos de medio punto cubiertos por bóvedas de cañón.
El diseño fue obra del mismo ingeniero del primer depósito, Juan de Ribera. En 1867 intervino José Morer, que realizó una serie de reformas.

Interior del Depósito Mayor, tomada de: Exposición Iberoamericana de Sevilla, 1929-1930. Severino Bello Poëyusan. (En madridmasd.org)
Igual que el primero, el exterior fue cubierto por zona de verde pradera.
En la fachada a Bravo Murillo, frente a la Fuente del Lozoya –donde nos habíamos quedado–, en 1882 se construyó una doble escalera, en lugar de la fuente que había proyectado Ribera inicialmente. Su autor fue Diego Martín Montalvo.
Actualmente el acceso está cerrado y tapiado.
Recordemos que el Primer Depósito quedó fuera de servicio, así este Depósito Mayor en la actualidad es el más antiguo de Madrid.
En 1963 en la calle que lleva su nombre, en la esquina con José Abascal, fue instalado el monumento dedicado a Juan Bravo Murillo, procedente de la glorieta de Bilbao.
La estatua y el pedestal habían sido realizados en 1902 por el escultor Miguel Ángel Trilles en homenaje a este ministro de Obras Públicas que impulsó la creación del Canal de Isabel II, que resultaría tan importante y decisivo para la vida y desarrollo de la ciudad de Madrid.
La gran parcela entre las calles de Bravo Murillo, José Abascal y Santa Engracia fue ocupada por las oficinas del Canal y por un gran Jardín, además del Primer Depósito Elevado.
En 1932 el arquitecto Carlos Arniches fue el autor de un nuevo edificio de oficinas ubicado junto al depósito.
Hoy día la entrada a las Oficinas Centrales del Canal de Isabel II tiene lugar por la calle de Santa Engracia.
Además de a las oficinas se accede a los jardines que rodean la pradera sobre el Depósito Mayor. El Jardín de la Rocalla, de los Castaños, del Estanque y el del Depósito Elevado. Cuando la visita a la Sala de Exposiciones tenía lugar por esta entrada principal, no hace demasiado tiempo, se podía contemplar una parte del hermoso jardín. Hace un tiempo se abrió una entrada directa por lo que hoy día apenas se puede ver.
La magnífica Sala Canal Isabel II ocupa el Cuarto Depósito, construido entre 1907 y 1911 junto al Depósito Mayor. Fue el Primer Depósito Elevado.
Pero antes de recordarlo tenemos que hablar del Tercer Depósito.
Continuará….
Por : Mercedes Gómez
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Bibliografía:
VVAA. Exposición Agua y Ciudad: detrás del grifo. Fundación Canal Isabel II, Madrid, 2001.
COAM. Arquitectura de Madrid. Madrid 2003.
Canal de Isabel II. Guía de los Jardines de las Oficinas Centrales.
Los orígenes del Canal de Isabel II se remontan a la construcción del embalse del Pontón de la Oliva. El día 11 de agosto de 1851 fue colocada la primera piedra de la presa de donde habían de partir las aguas que debían abastecer a Madrid.
Después de años de trabajo y muchas dificultades sufridas, por fin el 24 de junio de 1858 tuvo lugar la inauguración de la llegada del agua del río Lozoya a Madrid, desde el Pontón de la Oliva hasta el hoy llamado Primer Depósito del Campo de Guardias situado en la actual calle de Bravo Murillo. Este Canal primitivo que llevaba el agua hasta el norte de Madrid tenía un recorrido de 70 kilómetros con tramos de acueducto a cielo abierto y tramos subterráneos.
Con la traída de las aguas a Madrid fue necesaria la construcción de determinadas infraestructuras hidráulicas así como una red de instalaciones para su conducción y almacenaje. Una vez conseguida la llegada del agua había que repartirla por la ciudad para lo cual se construyó una red de conductos que llegaban a las fuentes y las casas. También se hizo necesario almacenarla. Los primeros depósitos estaban ocultos, enterrados o semi-enterrados.
Los primeros depósitos de agua del Canal forman parte de la Ruta monumental del Canal de Isabel II, formada por valiosas obras de ingeniería y arquitectónicas (acueductos, puentes, sifones… y depósitos).
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El Primer Depósito
El Primer Depósito fue construido en 1854, en las afueras de la ciudad junto a la carretera de Francia, en la zona conocida como Campo de Guardias; es la actual calle de Bravo Murillo, barrio de Vallehermoso, distrito de Chamberí.
El agua llegó el 24 de junio de 1858 en la memorable inauguración del Canal con la presencia de la reina Isabel II y otras autoridades.
Lucio del Valle, Director del Canal, dispuso que se levantasen las compuertas de la Casa-Partidor, «a los pocos instantes se precipitó el agua por la escalera de la entrada, formando una violenta cascada”. Según las reseñas publicadas en los periódicos de la época, se oyó un pavoroso estruendo.
El Depósito era un espacio impresionante, de planta cuadrangular, de 125 metros de largo por 86 de ancho, con 252 pilares de sección rectangular sobre los que se situaron once hileras paralelas de arcos de medio punto y bóvedas baídas de ladrillo. Fue atravesado de norte a sur por un gran muro partidor que lo dividía en cuatro cuadrantes. La cubierta fue ajardinada.
En el centro de la fachada lateral este, en la calle de Bravo Murillo, se instaló la Fuente del Lozoya, diseñada por el ingeniero Juan de Ribera, con una escultura central, alegoría del río, obra del escultor Sabino Medina.
A los lados, dos esculturas representando la Agricultura y la Industria, de Andrés Rodríguez y José Pagniucci. Se trata de una fuente mural realizada en piedra y ladrillo de estilo neoclásico.
Pocos años después surgieron problemas; en 1867 comenzaron las filtraciones de agua. Se intentó rehabilitar pero el 30 de abril de 1894 se desaguó. Finalmente el Primer Depósito quedó fuera de servicio. Hasta 1990 en que fue rehabilitada una cuarta parte de su superficie para ser utilizada como Archivo General del Canal de Isabel II.

Archivo Central del Canal que ocupa parte de las antiguas instalaciones del Primer Depósito. (P. Candela, noviembre 2005). (En: madrimasd.org)
Con motivo del 150 aniversario del comienzo de las obras del Canal, en 2001 otra cuarta parte de este Primer Depósito albergó la exposición Agua y Ciudad: detrás del grifo.
En la actualidad el depósito y la fuente, desgraciadamente sin agua, están rodeados por una valla.
Al quedar fuera de servicio se realizaron una serie de obras que desvirtuaron el aspecto original del depósito. Se construyó un garaje, rampas para la entrada de automóviles, un edificio destinado a usos sociales… El cuadrante sureste que aloja el Archivo es el que se ha conservado perfectamente y el suroeste es el que fue utilizado para la exposición.
En 2001 se anunció que la sala, que se había acondicionado de forma provisional para la celebración y la exposición, sería reformada de forma definitiva para futuras muestras.
Desde entonces creo que no se ha vuelto a abrir al público, ojalá algún día se cumpla el antiguo proyecto y podamos visitarlo; además de una gran obra de ingeniería es un espacio arquitectónico fascinante, muy bello. Y ojalá que la fuente monumental vuelva a tener agua y podamos contemplarla sin vallas, es una de las más bonitas de Madrid.
Por: Mercedes Gómez
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Bibliografía:
VVAA. Exposición Agua y Ciudad: detrás del grifo. Fundación Canal Isabel II, Madrid, 2001.
Como ya contamos, el pasado día 1 de junio viajamos al valle del Jarama para conocer el Pontón de la Oliva y la pequeña central hidroeléctrica de Torrelaguna. La primera parada de la jornada fue en Torremocha de Jarama donde conocimos la historia de los orígenes del Canal de Isabel II que se remontan a la construcción del embalse del Pontón de la Oliva situado en el término municipal de Patones.
Como contaba el periódico La Ilustración en agosto de 1851 el día 11 había sido colocada la primera piedra de la presa de donde habían de partir las aguas del Canal de Isabel II que debían abastecer a Madrid.
En 1848 el proyecto de la traída de aguas a Madrid fue encargado a los ingenieros Juan Rafo y Juan Ribera. El primer director fue José García Otero, ingeniero militar y arquitecto, nombrado en julio de 1851. En 1855 fue sustituido por Lucio del Valle que finalizó las obras. Juan de Ribera sucedió a Valle en la dirección del Canal justo tras su inauguración. También participaron Eugenio Barrón y Constantino Ardanaz.
En la obra trabajaron un gran número de obreros, entre ellos más de mil quinientos presos, la mayoría carlistas. Para su alojamiento fue construida en la ladera del Cerro de la Oliva la Caserna del Presidio.
De este edificio no queda nada, en su lugar hoy se encuentra una caseta en ruinas.
Junto a la caseta sí se conservan los restos románico-mudéjares de la Ermita de Nuestra Señora de la Oliva, del siglo XII-XIII. La modesta iglesia de ladrillo pertenecía a la antigua Dehesa de la Oliva. En algún momento pasó a pertenecer a la Iglesia Magistral de Alcalá de Henares. Salió a subasta en 1843 y ya perteneciendo a algún particular en aquellos tiempos sirvió de capilla a los presos. En la actualidad continúa siendo de propiedad privada. Sólo se mantiene en pie el ábside y el primer tramo de la nave con sus bóvedas de ladrillo que deberían ser restauradas.
A los pies del cerro se encuentra el curso del río Lozoya. El paisaje es espectacular, de una gran belleza.
La presa fue construida en sillería caliza sobre el río. Además las obras incluyeron algunos acueductos, sifones, minas, así como edificios auxiliares, almacenes, cuadras… y la mencionada caserna del presidio.
La dureza del trabajo, falta de higiene, el clima, los problemas de control sobre los presos, inundaciones, una epidemia de cólera… dificultaron enormemente las obras. Estas finalizaron en 1858 y todo el proceso quedó reflejado en el impagable reportaje fotográfico que el Canal había encargado realizar al inglés Charles Clifford. Una colección de imágenes recogidas en el álbum “Vistas de la presa y demás obras del Canal de Isabel II” que guarda la Biblioteca Nacional de España.
La presa tiene una altura de 32 metros sobre cimientos.
30 m. de ancho en la base y 6,7 en la coronación.
También se edificó una torre para la toma del Canal.
La torre muestra el antiguo mecanismo de dicha toma del agua.
En la pared izquierda se conservan una argollas a las que dicen se encadenaba a los presos.
Después de años de trabajo y muchas dificultades sufridas por fin el 24 de junio de 1858 tuvo lugar la inauguración de la llegada del agua del Lozoya a Madrid, desde el Pontón de la Oliva hasta el hoy llamado Primer Depósito del Campo de Guardias situado en la actual calle de Bravo Murillo. Este Canal Primitivo que llevaba el agua hasta el norte de Madrid tenía un recorrido de 70 kilómetros con tramos de acueducto a cielo abierto y tramos subterráneos.
Lo cierto es que la presa estuvo poco tiempo en funcionamiento; lamentablemente en el terreno de roca caliza compacta sobre el que se hallaba había una zona kárstica por donde se filtraba el agua lo cual provocó muchos problemas y nuevas obras; hacia 1869 el Canal de Isabel II construyó una nueva presa, la de El Villar, que hoy es la más antigua en funcionamiento.
En 1904 la presa del Pontón de la Oliva dejó de funcionar definitivamente. Aunque sin duda guarda un importante valor histórico y artístico tanto desde el punto de vista de la ingeniería como de la arquitectura.
Por : Mercedes Gómez
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Bibliografía:
Arquitectura y desarrollo urbano. Comunidad de Madrid Zona Norte (tomo IV). Comunidad de Madrid, 1999.
El Canal. Patrimonio Histórico. Canal Isabel II. BVCM.
“Canal de Isabel II. Presa del Pontón de la Oliva”, Revista de Obras Públicas, 1854. Tomo I, pág. 151.
Hace unos días tuvimos ocasión de disfrutar de una nueva jornada del espléndido ciclo Es Patrimonio Descúbrelo dirigido por Dolores Muñoz.
Tras las visitas dedicadas a la arquitectura industrial –hemos hablado de algunas de ellas–, esta primavera se ha iniciado la segunda parte dedicada a las grandes infraestructuras hidráulicas.
En esta primera cita hemos visitado y conocido la historia del Primer Depósito Elevado del Canal de Isabel II guiados por los arquitectos restauradores Javier Alau y Antonio Lopera. Un lujo.
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A mediados del siglo XIX con la traída de las aguas a Madrid fue necesaria la construcción de determinadas infraestructuras hidráulicas así como una red de instalaciones para su almacenaje y conducción. Y una vez conseguida la llegada del agua había que repartirla por la ciudad.
Los primeros depósitos estaban ocultos. El Primer Depósito fue construido entre las calles de Bravo Murillo y Santa Engracia; se llenó en 1858 en la inauguración del Canal con la presencia de la reina Isabel II.
La ciudad crecía con rapidez, sobre todo por el norte, y los edificios eran cada vez más altos, por lo que el agua no llegaba a todas las casas fácilmente por gravedad; surgió la necesidad de crear centrales de bombeo y depósitos elevados.
Entre 1907 y 1911 se levantó un cuarto depósito, el Primer Depósito Elevado, entre la calle de Santa Engracia y el Depósito Mayor. El objetivo fue solucionar los problemas de abastecimiento de la zona norte del Ensanche y alimentar las conducciones de Cuatro Caminos, Chamberí y Salamanca.
El proyecto fue obra del ingeniero Diego Martín Montalvo, realizado por los ingenieros Luis Moya Idígoras y Ramón de Aguinaga. Una gran estructura de ladrillo sobre una base de granito sostenía una gran cuba de acero a 36 metros de altura con 1.500 metros cúbicos de capacidad rematada por una cubierta de zinc.
Este Depósito Elevado nº 1 dejó de funcionar en 1952, sustituido por otro más al norte, en la plaza de Castilla. Al quedar fuera de uso todo se desmanteló para venderlo por lo que muchos elementos se perdieron. Quedó convertido en un almacén o trastero. Estuvo treinta años cerrado.
Al acometer su rehabilitación se habló de crear un Museo del Agua –que ojalá algún día tengamos en Madrid– y otros posibles usos; al final se convirtió en una singular Sala de Exposiciones. Fue restaurado por los mencionados Javier Alau y Antonio Lopera en 1986.
Nos cuentan los arquitectos que en aquellos momentos no se encontró ninguna patología grave en el edificio, solo algunas grietas, nada importante en cuanto a su consolidación. La primera tarea fue limpiarlo y reparar las 22.000 piezas de ladrillo que lo componen. Algunas hubo que reponerlas y se escogieron diferentes para diferenciarlas de las originales.
La rehabilitación conllevó el cegado de las aberturas ya que para una sala de exposiciones se necesitan muros donde colocar los paneles, pero este hecho es reversible si en un futuro así se decidiera.
Además de ser importante por su uso, sala de arte, el Depósito merece ser contemplado en sí mismo por su belleza. Y no solo por su valor arquitectónico sino también por la composición del espacio. Es un lugar único, un tanto mágico.
Existe una maqueta, que estuvo en el desaparecido Museo de la Ciudad, que muestra todos los elementos que la integraban. Según nos contaron durante la visita, podremos verla en una exposición que se va a inaugurar próximamente en el Centro Cultural Conde Duque sobre maquetas.
El agua, procedente de la sierra mediante tuberías, era almacenada en el depósito subterráneo, desde el cual era bombeado por nuevas tuberías que subían hasta la cuba donde era almacenada. Desde la cuba el agua bajaba y era dirigida hasta las casas.
La cuba, la cubierta, las tuberías de impulsión y desagüe… bajo el depósito se conservan algunos de estos elementos, piezas originales de la antigua central elevadora que en un principio iban a formar parte de la zona visitable, pero que lamentablemente no se acondicionó. Permanecen, ocultas, bajo el depósito y el pavimento que lo rodea.
Ojalá algún día se integren y podamos acceder a ellas. La escalera de bajada ahí sigue, prometedora.
Otra escalera sí permite el acceso a la espectacular cuba.
El cerramiento de la cuba que se puede contemplar desde unos cómodos bancos en los que nos recostamos para observarlo bien es de estructura radial en rueda de bicicleta.
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El Primer Depósito Elevado hoy es la Sala Canal de Isabel II de la Comunidad de Madrid dedicada a la Fotografía, que programa siempre exposiciones de gran calidad. Recordemos la dedicada a Javier Campano hace pocos meses.
Estos días, hasta el 23 de julio, acoge la recomendable muestra Un cierto panorama. reciente fotografía de autor en España.
La exposición es magnífica, ofrece una visión general de las principales líneas de trabajo de la creación fotográfica actual. Nada más y nada menos. Se puede descargar el folleto aquí.
Sin duda son muchos los alicientes para visitar este antiguo depósito de agua, hoy sala de arte, en la calle de Santa Engracia nº 125. Patrimonio histórico y artístico de Madrid.
Por : Mercedes Gómez
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