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Arquitectura industrial en el barrio de Salamanca
4 diciembre 2022 in Arquitectura | Tags: Amós Salvador Carreras, Antonio Palacios, Arquitectura industrial, Barrio de Salamanca, Calle Castelló, Calle Goya, Calle Hermosilla, Dispensario antituberculoso, Distrito Salamanca, Enrique Martí Perla, Estación telefónica, Fábrica De Platería Espuñes, Fundación Botín, Gonzalo Aguado | 10 comentarios
No son muchos los ejemplos de arquitectura industrial que se conservan en la ciudad de Madrid, y menos en el barrio de Salamanca. Esas construcciones, protagonistas de la historia de las ciudades y de la vida de sus habitantes, han ido desapareciendo. Entre las elegantes calles de Goya, Castelló y Jorge Juan algunos recuerdos de ese pasado, pocos, subsisten discretamente.
El barrio de Salamanca fue proyectado en 1860 por Carlos María de Castro dentro del proyecto de Ensanche de Madrid. Junto a palacios y casas destinadas a viviendas se construyeron otros edificios o locales de tipo industrial, más de lo que podemos imaginar hoy día: el de Salamanca, como los demás distritos, necesitaba una serie de servicios para su vida cotidiana. Llama la atención que en 1950 había 80 industrias en el distrito de Salamanca, el 13,7% del total de Madrid, solo superado por las de Centro (99) y Arganzuela (95); el cuarto puesto lo ocupaba Chamberí (75).
En el nº 18 de la calle Castelló, en el interior de la manzana, casi se esconde una antigua nave de la Fábrica de Platería Espuñes, de Gonzalo Aguado (1905-10), una nave de ladrillo, único recuerdo de la antigua fábrica que se construyó a finales del siglo XIX. Hoy, perfectamente rehabilitada, es sede de la Fundación Botín.
En la misma calle, casi enfrente, en el nº 21, entre 1924 y 1925 Antonio Palacios construyó la antigua Subestación Eléctrica de la Compañía Metropolitana, una de las subestaciones eléctricas creadas para el Metro, la del barrio de Salamanca –otra fue la del barrio de Chamberí–.
Muy cerca, en la calle Jorge Juan 48, hay otro edificio interesante, antiguo parque de limpiezas municipal, que hoy pertenece al área de Medio Ambiente del Ayuntamiento. Debió de ser construido en las primeras décadas del siglo XX (por los planos, hacia 1900 parece que aún no existía).
Es muy sencillo, pero con detalles decorativos. Además del antiguo escudo de Madrid en el exterior, en el interior destacan sus bonitos zócalos de cerámica, suelos hidráulicos y barandillas de hierro.
En este paseo industrial merece la pena que visitemos otro edificio cercano, en la calle Goya 52 con vuelta a General Pardiñas 14. Esta es una buena ocasión para recordar el abandono que sufre el conjunto del Antiguo Dispensario Antituberculoso, construido entre los años 1926 y 1928 por el arquitecto Amós Salvador Carreras, y pedir una vez más su rehabilitación.
Cubierto por una lona verde desde hace años, está abandonado a su suerte. Su arquitectura racionalista es un tanto industrial. Propiedad de la Comunidad de Madrid, sigue a la espera de recibir atención y cuidado –a lo que por cierto están, estamos obligados todos los propietarios de edificios o locales en Madrid–, cada día más deteriorado.
A sus espaldas, en la calle General Pardiñas, están los primeros pabellones neomudéjares del antiguo dispensario, y su jardín.
Recordamos estos escasos ejemplos de la historia del barrio de Salamanca a propósito de la reciente y lamentable desaparición de un edificio singular, la primera estación telefónica, la más antigua que se conservaba en España, en la calle Hermosilla 47, esquina Núñez de Balboa.
Fue construida en 1916. El arquitecto fue Enrique Martí Perla.
Había sufrido reformas, perdido decoración exterior y ya no estaba en uso debido a los cambios tecnológicos, pero la construcción continuaba en pie hasta hace pocas semanas. Su interesante historia se puede conocer con detalle en el blog Historia de la Telefonía, aquí.
Ya no queda nada.
Por: Mercedes Gómez
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Bibliografía:
COAM. Guía de Arquitectura. Madrid, 2003.
Carlos J. Pardo Abad. Vaciado industrial y nuevo paisaje urbano en Madrid. Ed. La Librería, Madrid, 2004.
Fundación Botín
La arquitectura de José Antonio Coderch en Madrid
25 enero 2021 in Arquitectura | Tags: Barrio de Salamanca, calle José Ortega y Gasset, calle Lagasca, Casa Entrecanales, Casa Vallet, Edificio Girasol, J.A. Coderch, Palacios y palacetes, Patrimonio, Siglo XX | 7 comentarios
El pasado domingo 17 de enero por la noche pudimos ver, en el gran programa Imprescindibles en la 2 de Televisión Española, el documental «Recordando a Coderch», de Poldo Pomés; si os interesa y no pudisteis verlo en su estreno, está disponible en la web de RTVE, en A la Carta, hasta el 1 de febrero, aquí.
Coderch es uno de los grandes arquitectos del siglo XX. No vamos a hablar de su figura ni de su importante obra, ya lo hace estupendamente el documental que os recomiendo, pero sí me gustaría llamar la atención sobre su presencia, escasa y tal vez no muy conocida, en Madrid, y su importancia en lo que significa la arquitectura moderna.
José Antonio Coderch de Sentmenat nació en Barcelona en 1913; en 1940 obtuvo el título de arquitecto por la Escuela Superior de Arquitectura de su ciudad. Entonces se trasladó a vivir a Madrid para trabajar en la Dirección General de Arquitectura; trabajó, cuentan en el documental, en el organismo recién creado, tras la guerra, Obra Sindical del Hogar.
Solo dos años después volvió a Barcelona y se estableció con Manuel Valls en su Estudio Coderch y Valls. Hasta su muerte en 1984.
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Como decía, su obra en Madrid es escasa pero valiosa desde el punto de vista arquitectónico e histórico.
1
En 1956 proyectó, junto a Manuel Valls, para el jurista Juan Vallet de Goytisolo, una vivienda situada en la calle Belisana 5, en Ciudad Lineal, conocida como Casa Vallet.
Según noticias publicadas en 2018, los propietarios solicitaron licencia para su derribo. Digamos que están en su derecho a solicitarlo, pero hay que decir también que desde hace años mantienen el edificio en estado de abandono, ocasionando un gran deterioro, lo cual no debería permitirse.
Se ha pedido su protección desde diversos medios pero de momento no se ha conseguido.
2
En 1965 proyectó otra vivienda de lujo, en La Moraleja, para José María Entrecanales, la hoy conocida como Casa Entrecanales. Situada en Paseo de los Gaitanes 42, en Alcobendas.
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Su obra más conocida en Madrid, proyectada una vez más junto a Manuel Valls, es el Edificio Girasol, situado en la calle José Ortega y Gasset 23, con vuelta a Lagasca 90, en pleno barrio de Salamanca.
Son viviendas de lujo, levantadas entre 1964-66, encargo de la inmobiliaria FINCOSA, promotores que, según contó el propio arquitecto, le dieron total libertad permitiendo la construcción de un edificio singular en el centro de Madrid. La constructora fue Entrecanales y Tavora.
El Girasol fue construido en un solar antes ocupado por un palacete.
En el elegante palacete, de 1898, situado en la entonces denominada calle de Lista esquina Lagasca, vivió el político y escritor Francisco Silvela (Madrid, 1845*-1905) y allí murió el 29 de mayo de 1905, tal como recoge la prensa de la época. Una placa lo recuerda en la fachada de la hoy calle de José Ortega y Gasset.
No he encontrado una foto de este palacio, pero podemos imaginar que sería similar a otros construidos en la misma época en el Ensanche, a finales del siglo XIX, comienzos del XX. Era el Madrid que había creado el marqués de Salamanca, que dio nombre al barrio. Financiero y empresario de azarosa vida, José Salamanca representa esa época, y la de otros nobles, políticos y clases adineradas en general que allí se fueron estableciendo y levantaron sus lujosos palacios.
Pueden servirnos de ejemplo –a riesgo de equivocarme– unos palacetes cercanos, situados en la calle Diego de León, entre la propia calle de Lagasca y la de Velázquez. Propiedad de tres hermanas y sus consortes, la duquesa de la Seo de Urgel, la marquesa de Donadío, y Mª Concepción de la Viesa, primera marquesa de Santa María de Silvela, casada en 1886 con Francisco Agustín Silvela Casado (1860-1924), sobrino de Francisco Silvela y de la Vielleuze. Tío y sobrino debieron de ser casi vecinos un tiempo.
Ninguno de estos palacetes existe, y no deja de ser lamentable. Pero todo esto sugiere una evidencia: el Madrid de los palacetes y personajes decimonónicos dio paso a un nuevo Madrid, a las nuevas clases de la alta burguesía del siglo XX y a las grandes empresas.
Algunos otros siguen existiendo, en la actualidad son sede de embajadas u otro tipo de organismos oficiales; hoy día debe de ser muy difícil mantener una casa de estas características.
Las viviendas de lujo, unifamiliares o no, ahora son muy diferentes.
En cierto modo, y lógicamente salvando las distancias, la imagen del Edificio Girasol me ha recordado la de los tres antiguos palacios de Diego de León.
Aparte polémicas, gustos y otras cuestiones, el Edificio Girasol en sí mismo es considerado una de las obras maestras de Coderch y de la arquitectura del siglo XX en general.
Otra placa, en este caso del Colegio de Arquitectos de Madrid, recuerda «la solución innovadora en su planta, alejándose de las tipologías residenciales propias del Ensanche del Barrio de Salamanca. Las viviendas con entradas individuales tienen una disposición en diagonal en las que se consiguió que todas las dependencias fuesen exteriores dando a un patio terraza…»
El nombre Girasol proviene de la intención de buscar el sol en su mejor orientación para todos los pisos que debían ser exteriores, sin patios interiores. Pensaba que todas las habitaciones de una casa «tienen derecho a estar en la fachada» y recibir luz natural.
Los materiales elegidos y elementos eran todos de primera calidad. La estructura metálica, las carpinterías, las persianas de lamas de madera, la cerámica de las fachadas, moquetas en el interior, calefacción, ascensores, etc.
Las viviendas forman parte de una serie de bloques adosados, independientes entre sí, inspiradas en las construcciones unifamiliares, mediterráneas, que el arquitecto construyó a lo largo de su vida en diversos lugares, dos de ellas en Madrid como hemos visto.
Cada vivienda se organiza alrededor de una terraza, cumpliendo la función de jardín que separa el salón de la calle –como en una casa palacio–, aunque en la actualidad la mayoría están cerradas, perdiendo el sentido inicial.
A su vez, la primera planta, acceso común a los ascensores, es una terraza a modo de jardín.
El exterior revestido de plaqueta cerámica ha sido restaurado recientemente.
Coderch también fue diseñador y fotógrafo, de cuyas actividades nos ha legado igualmente obras de calidad, como sus famosas lámparas.
Uno de sus amigos fue Francesc Catalá Roca, que realizó muchas fotografías de la obra del arquitecto.
En cualquier caso, la sociedad fue cambiando, y con ella el urbanismo y la arquitectura. Estos cambios –y la especulación del suelo sin duda–, provocaron destrucción de patrimonio y su sustitución a menudo por edificios sin valor, muy negativos para el paisaje urbano. Pero el siglo XX también nos ha legado obras de gran valor arquitectónico. Igual que un día debimos proteger los palacetes hoy deberíamos proteger la buena arquitectura moderna (como la Casa Vallet).
Por: Mercedes Gómez
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Bibliografía:
GARCÍA LEÓN, José. Tres Coderch en Madrid: sobre la conservación del patrimonio moderno. Trabajo fin de grado, UPM. Madrid, 2017.
COAM, Guía de Arquitectura, Madrid 2003
Revista de Arquitectura, nº 107. Madrid, 1967.
Revista Nacional de Arquitectura, nº 202. Madrid, 1958
Web José Antonio Coderch de Sentmenat 1913-1984
(*) Según la placa municipal Silvela nació en 1843 aunque, como indica el Diccionario biográfico español de la Real Academia de la Historia, Francisco Silvela de la Vielleuze nació el 15 de diciembre de 1845.
Futuro del antiguo Dispensario de la calle Goya y su pabellón neomudéjar en General Pardiñas 14
3 noviembre 2019 in Arquitectura | Tags: Amós Salvador Carreras, Barrio de Salamanca, Calle Goya, Dispensario antituberculoso, Distrito Salamanca, Neomudéjar, Racionalismo | 2 comentarios
Hace casi nueve años que publiqué el artículo contando la historia del antiguo Dispensario de la calle Goya.
El edificio racionalista, construido entre los años 1926 y 1928 por el arquitecto Amós Salvador Carreras, era el Antiguo Dispensario Antituberculoso. Pero su historia y la del solar resultó ser mucho más antigua, se remontaba al menos a los años finales del siglo XIX, como vimos. Tenía doble entrada, por la calle de Goya 52, y por la del General Pardiñas, por donde se accedía al jardín y a los antiguos pabellones con elementos de estilo neomudéjar, que continúan existiendo tras un muro y una verja, en el actual nº 14 de dicha calle.
Contaba entonces que el edificio figuraba en la lista de inmuebles propiedad de la Comunidad de Madrid que iban a ser rehabilitados, en este caso para centro de salud.
Han pasado los años y el conjunto continúa sin ser restaurado ni rehabilitado. Hace tiempo, no recuerdo cuánto, una lona de obra fue colocada en la fachada de la calle Goya.
Recientemente he recibido un correo de un lector del blog hablándome del Dispensario. Se trata de una persona que vivió en el barrio hace unos años y que guarda un buen recuerdo y cariño por el conjunto, lo visita a menudo y se interesa por sus avatares. De vez en cuando habla con los vecinos de la zona que siguen el día a día y conocen la situación.
Me cuenta que al parecer existe el proyecto de construir un nuevo edificio de viviendas en la calle del General Pardiñas 14, ocupando una parte del jardín, a partir del lugar donde está la tapia entre las medianerías de los edificios colindantes. El espacio sería cedido por la Comunidad de Madrid; a cambio la Consejería de Sanidad utilizaría dos plantas de la nueva construcción, según parece para un Centro de Atención Primaria.
No podemos asegurar que todo esto sea cierto. En cualquier caso hay que recordar que según el Plan General de Ordenación Urbana del Ayuntamiento de Madrid la parcela y sus edificios continúan ostentando la calificación de equipamiento básico, con uso específico de equipamiento de salud, no residencial.
Pero si el proyecto fuera cierto, teniendo en cuenta que además de equipamiento básico se trata de patrimonio público, con valor histórico y artístico, nos preguntamos:
¿Qué pasa con las edificaciones que llevan años esperando cuidados? ¿El antiguo dispensario racionalista de los años 20 será por fin restaurado…? ¿No son suficientes para instalar un centro de salud bien acondicionado como desde hace unos años estaba previsto?
Si se llevara a cabo ese supuesto proyecto, el antiguo y bonito pabellón neomudéjar ¿quedaría oculto en el patio resultante tras el nuevo edificio?
Sería deseable que las construcciones del antiguo Dispensario y su Jardín fueran recuperados y el pabellón neomudéjar, que forma parte de la historia de Madrid y la del distrito de Salamanca, quedara a la vista de todos.
Esperamos poder recabar noticias más claras. Cualquier información será bienvenida. Gracias.
Por: Mercedes Gómez
Plaza del Marqués de Salamanca. Casa Palacio.
28 agosto 2016 in Calles y Plazas, Jardines y parques | Tags: Barrio de Salamanca, Ensanche, Fuentes, Jardines, Jerónimo Suñol, Joaquín Saldaña, Marqués de Salamanca, Palacios y palacetes, Plaza del Marqués de Salamanca | 5 comentarios
Jardines del Barrio de Salamanca (III)
Alrededor de la actual plaza del Marqués de Salamanca fue creciendo todo el distrito, uno de los que conformaron el Ensanche de Madrid en el siglo XIX, comienzos del XX, gracias al personaje que le da nombre, José de Salamanca y Mayol. En el centro una estatua le recuerda. Realizada en 1902 por Jerónimo Suñol, inicialmente fue instalada a unos metros de aquí, en la misma calle de Lista –actual José Ortega y Gasset– en su confluencia con la de Velázquez, hasta que finalizó la urbanización de la plaza y fue trasladada.
En los comienzos del siglo XX aún apenas había construcciones en la zona. En la plazoleta, solo la Escuela-Asilo de la Fundación Sotés que aparece representada en el plano de Facundo Cañada.
La Escuela, que había sido inaugurada en 1896 inspirada en las ideas pedagógicas de la Institución Libre de Enseñanza, tenía un carácter asistencial que daba instrucción, vestía y alimentaba a niños pobres de ambos sexos, entre 3 y 7 años, cuyos padres no podían cuidar a sus hijos en horario de trabajo. El hotel en el que se encontraba fue expropiado para completar el trazado de la plaza. La escuela se trasladó a la calle de Cristóbal Bordiú. En su lugar, actual nº 2, uno de los edificios construidos aún perdura, la Casa-palacio del vizconde Escoriaza, levantado por Enrique Pfitz pocos años después, entre 1919 y 1922.
Su primer nombre oficial fue, desde 1904, plaza de Salamanca.
También se conservan los palacetes del nº 5, obra de Joaquín Saldaña, el más antiguo, levantado entre 1911-14; y en el nº 7 el antiguo palacete del marqués de Guerra, construido por Fernando de Escondrillas en 1925. El resto de construcciones son posteriores a la guerra. Como la denominación de la plaza, que en 1944 por acuerdo municipal pasó a ser la plaza del Marqués de Salamanca. El Jardín de la glorieta entonces era circular, con la estatua del marqués en el centro.
En el actual nº 5, esquina con la calle José Ortega y Gasset 35, se conserva la mencionada casa-palacio, de más de mil metros cuadrados, construida según proyecto del arquitecto Saldaña.
Joaquín Saldaña fue un arquitecto madrileño (1870-1939) especializado en la construcción y reforma de edificios para la clase aristocrática y más adinerada del Madrid de finales del XIX y principios del XX. Su participación en la creación del elegante barrio de Salamanca fue importante. Muy cerca, en la manzana siguiente, en la esquina de Ortega y Gasset con Castelló, proyectó el antiguo palacete de José Luis Gallo, luego de Juan March. En la esquina contraria construyó el palacete del marqués de Hijosa de Álava, hoy conocido precisamente como Palacio de Saldaña.
La entrada principal al edificio que hoy visitamos se encuentra en la propia plaza, con su fachada curva, forma que tomaron todas las construcciones para adaptarse al proyecto.
El portal y acceso está decorado emulando los tiempos más esplendorosos del palacio.
En la actualidad lo ocupa una firma de moda. El interior completamente rehabilitado, no debe conservar nada del antiguo palacete, acaso la barandilla de la escalera, pero su decoración es un tanto palaciega, buscando la elegancia y singularidad.
Una puerta trasera da al jardín por el que también se puede acceder al palacete.
El precioso jardín, muy cuidado, guarda dos delicadas fuentes.
Como los otros jardines de palacios vecinos y la propia plaza, forma parte del listado de Elementos Singulares en el Catálogo de Elementos Protegidos del Plan General de Ordenación Urbana de 1997.
La plaza en la actualidad divide el distrito de Salamanca, los barrios de Lista al este y Castellana al oeste; al sur, los de Recoletos y Goya. La zona ajardinada en el pasado de forma circular hoy está partida, atravesada por la calle Príncipe de Vergara.
No conserva ninguna especie del jardín original pero está adornada con pinos que dan sombra al marqués, que allí continúa presidiendo su plaza.
Por : Mercedes Gómez
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Otros artículos:
Jardines del Barrio de Salamanca (I). El Jardín de la Plaza de la Independencia.
Jardines del Barrio de Salamanca (II). Patios de manzana.
Bibliografía:
COAM. Guía de Arquitectura de Madrid. Madrid 2003.
RIVAS, P. y RAÑÉ, T. Instituto Geológico y Minero de España: historia de un edificio. IGM, Madrid 2006. (pág, 20)
Patios de manzana en el Barrio de Salamanca
10 junio 2014 in Jardines y parques, Urbanismo | Tags: Barrio de Salamanca, C. Lecumberri, Calle Castelló, Calle Hermosilla, Calle Padilla, Calle Serrano, Ensanche, J. Saldaña, Patios de Madrid | 25 comentarios
Jardines del Barrio de Salamanca (II)
Retomamos nuestro recorrido por los Jardines del Barrio de Salamanca, que iniciamos hace tiempo en la Plaza de la Independencia, con un paseo en busca de los jardines en patios de manzana o de vivienda, algunos de los cuales están considerados Jardines de Interés Histórico. La búsqueda no es fácil porque en la mayoría de los casos se trata de propiedades privadas y lógicamente no se puede acceder, pero esperamos que la caminata resulte bonita y fructífera.
Recordemos que cuando en 1860 se proyectó el nuevo barrio de Salamanca, dentro del Plan de Ensanche de Madrid realizado por Carlos Mª de Castro, uno de los elementos previstos en la construcción de los edificios de viviendas fue el del Patio de Manzana, con funciones de jardín interior, con fines higiénicos y también estéticos y de disfrute.
Dentro del Plan se contemplaba la demolición de la Cerca que rodeaba Madrid desde que en 1625 el rey Felipe IV mandó levantarla. En 1866, aún faltaban dos años para su derribo, ya se había explanado el perímetro del proyecto de Ensanche, así está representado en el plano de esa fecha. En esos momentos solo se habían construido las primeras manzanas de Serrano, y poco más. Aún existía la plaza de toros junto a la Puerta de Alcalá y los jardines de los Campos Elíseos frente al Retiro.
Desde la Puerta de Alcalá la Cerca discurría por la actual calle de Serrano para bajar por lo que luego sería la calle de Jorge Juan hasta la zona que hoy conocemos como plaza de Colón.
Su derribo en 1868 facilitó por fin la construcción del Ensanche, que incluía el futuro barrio de Salamanca, que comenzó precisamente por esta calle de Serrano, entonces Paseo de Ronda.
Debido a los intereses económicos y problemas diversos que alteraron los planes iniciales, la realidad fue que en la mayor parte de manzanas no llegaron a crearse los patios, y apenas se conservan algunos. Otros fueron ocupados por otro tipo de construcciones, recordemos la antigua Platería Espuñes en la calle de Castelló.
Caminando por Serrano, dejamos atrás la calle de Villanueva donde se encuentra el único palacete obra de Cristóbal Lecumberri que ha sobrevivido a la piqueta de los diez construidos por el Marqués de Salamanca a finales del siglo XIX en la zona cercana a la Puerta de Alcalá, que conserva su espléndido jardín.
Lecumberri fue también el autor del segundo proyecto de las primeras manzanas de viviendas levantadas en el naciente barrio, entre 1864 y 1872, en la calle de Serrano nº 16 a 102, Lagasca 32-42 y Claudio Coello 14-28. Las obras fueron llevadas a cabo por Elías Rogent y el maestro de obras Luis Ruiz Álvarez. Eran las manzanas 208 a la 216.
Solo las dos primeras, 208 y 209, entre Villanueva y Goya conservan la idea original de gran patio de manzana ajardinado.
El de la manzana 209, entre Serrano, Goya, Claudio Coello y Jorge Juan, se puede ver tras una puerta de cristal desde una de las cafeterías del centro comercial El Jardín de Serrano, de revelador nombre. Son más de dos mil metros cuadrados de vegetación exuberante y bien cuidada. Castaños, alguna palmera, laurel, el árbol del amor…
… y, por supuesto, no podía faltar la fuentecita de piedra en el centro. Estos patios fueron públicos hasta el año 1885 en que fueron privatizados.
Continuamos caminando por la calle Serrano hacia la de Hermosilla, contemplando magníficos edificios.
En el nº 26 encontramos un jardín encantador, un pequeño patio hoy ocupado por bonitas tiendas que en el pasado perteneció al patio de la manzana.
Plátanos de sombra, hiedra y boj adornan el lugar.
Seguimos por Hermosilla y al llegar a la calle de Castelló, casi en la esquina, en el nº 43, se encuentra el Palacete de don Luis Redonet López-Dóriga construido en 1910 por Joaquín Saldaña. En el interior de la manzana se encuentra el bello jardín trasero de esta vivienda palaciega. Pude contemplarlo, gracias a su amable propietaria, pero no hacer fotografías. Se trata de un jardín muy bello, situado hoy día entre las medianerías de las viviendas colindantes, con árboles centenarios, parterres curvos rodeados de setos, muros de cerámica y una bonita fuente con la figura de niño realizada en hierro fundido, que ya no funciona. Igual que los patios de las manzanas en la calle Serrano, goza del máximo Nivel 1 de protección.
Finalmente, aunque no forma parte del Catálogo de espacios protegidos, en la calle de Padilla, entre los números 1 y 3 descubrimos un pequeño jardín, una delicia entre dos edificios pertenecientes a una de las últimas manzanas proyectadas por Lecumberri, la 215, entre Serrano, Padilla, Claudio Coello y Juan Bravo.
El acogedor jardincillo hoy sirve de acceso a una galería de arte y a un restaurante.
Por : Mercedes Gómez
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Fuentes:
COAM. Guía de Arquitectura de Madrid. Madrid 2003.
Ayuntamiento de Madrid
Nacimiento de la calle de Castelló
19 julio 2013 in Calles y Plazas | Tags: Barrio de Salamanca, Calle Castelló, Calle Goya, Ensanche, Fábricas, Jardines | 26 comentarios
En las afueras de la Puerta de Alcalá, frente al Retiro, a mediados del siglo XIX apenas había construcciones, la única de importancia era la Plaza de Toros. Existía sobre todo una gran extensión de terreno sin edificar, la construcción del Barrio de Salamanca aún no había comenzado. Solo unos Paradores donde las diligencias paraban a repostar, como el de San José, al borde de la carretera de Aragón, hoy calle de Alcalá, y poco más.
El barrio fue proyectado en 1860 por Carlos María de Castro dentro del proyecto de Ensanche de Madrid. Sin embargo en 1864 se construyeron los Jardines llamados de los Campos Elíseos, que ocuparon los terrenos entre las actuales calles de Velázquez, Alcalá, Castelló y Goya. El gran parque de recreo contaba con atracciones como una montaña rusa, tío vivo… café, restaurante, salón de baile, un teatro, una ría navegable, casa de baños… incluso una pequeña plaza de toros. El parque aparece representado en el Plano de Madrid de 1866 junto con las primeras manzanas edificadas y el trazado de las proyectadas.
Los madrileños Campos Elíseos fueron inaugurados en junio y los periódicos de la época publicaron la crónica del acontecimiento y alguno de ellos incluyó bonitos dibujos del lugar.
Tras la demolición de la Cerca que rodeaba Madrid desde el siglo XVII y la apertura del Retiro que había pasado a manos municipales en 1868, y sobre todo tras el avance de la construcción del barrio de Salamanca, en la década de los 70 comenzó la destrucción de los Campos Elíseos.
Llegaron a ser el centro de recreo más importante del Madrid de Isabel II, aunque por poco tiempo. No se comprende cómo un proyecto tan ambicioso se llevó a cabo en unos terrenos destinados a la creación de un nuevo barrio. Como era de prever, a medida que se iban levantando nuevas manzanas los jardines fueron desapareciendo.
La calle de Castelló nació en 1880. El día 14 de junio le fue asignado este nombre por acuerdo municipal, en homenaje a don Pedro Castelló, que había sido médico de cámara de Fernando VII. Desde las calles de Villanueva y Alcalá, hacia el norte, atravesaba los terrenos donde antes estuvieron los Jardines.
En su inicio, en el nº 5 actual, se conserva uno de los edificios más antiguos, levantado por Valentín Roca Carbonell en 1892. En su planta baja aún existe “desde que se hizo la casa”, una Fábrica de churros, patatas fritas y frutos secos.
Junto a las casas destinadas a viviendas se construyeron otros edificios de tipo industrial, más de lo que podíamos imaginar al comenzar nuestro paseo por esta elegante calle, una de las más representativas del barrio de Salamanca.
En el nº 18 C, en el interior de la manzana, se conserva una nave de ladrillo, ejemplo de arquitectura industrial, único recuerdo de la antigua fábrica que se construyó a finales del siglo XIX, la Fábrica de Platería Espuñes.
En los comienzos del XX, esta manzana, entre Jorge Juan y Goya, aún estaba ocupada por un jardín, el Jardín de la Rosa. Solo la esquina de Castelló con Goya estaba ocupada por la fábrica.
Había sido fundada en 1840 por Ramón Espuñes, quien se estableció en la calle del León, cerca de la Real Fabrica en la que había comenzado a trabajar, la Platería Martínez. Después se trasladó a la calle del Doctor Fourquet, y en 1871 a la Ronda de Atocha.
Don Ramón murió en 1884, su hijo Luis pasó a dirigir la fábrica que construyó en la calle Goya y que la prensa calificaba de suntuosa y grandiosa, con una superficie de unos 30.000 pies. En 1897 trabajaban en ella ochenta operarios que creaban objetos de todo tipo, desde sencillas cuberterías hasta grandes obras de arte. Un gran salón de máquinas, fundición, magníficos talleres de bruñidores y estuchistas, y una chimenea de 25 metros de altura conformaban la Platería.
La nave a espaldas de la calle Goya fue construida en 1920 según proyecto del arquitecto Gonzalo Aguado.
En 1999 fue rehabilitada por Enrique Bardají para albergar la tienda de diseño Vinçon, que al no obtener el éxito esperado vendió el local. El pasado año 2012 fue adquirida por la Fundación Botín. Nuevas obras la acondicionaron para acoger su sede madrileña.
Como vemos en el plano de Facundo Cañada, la otra manzana frente a la nave estaba ocupada por el Lavadero de Jorge Juan.
Sobre el antiguo Lavadero, entre 1924 y 1925 Antonio Palacios construyó la Subestación Eléctrica de la Compañía Metropolitana que ya visitamos en abril de 2011. Entonces estaba en obras, ahora su fachada luce resplandeciente.
Nos acercamos a la calle Goya en cuya esquina de los números pares donde hace años estaba la Platería ahora hay un edificio moderno.
Enfrente, en la esquina de los impares, con entrada por Goya 32, junto al solar del Lavadero, entre 1907 y 1909 se levantó el edificio de José Espelius promovido por su hermana Mª Ángeles, de decoración exterior monumental, en la que llaman la atención las ménsulas en forma de cabeza de elefante que sostienen los balcones.
Al otro lado de Goya, la calle de Castelló sigue su camino. Por hoy nos detenemos ante la singular fachada de madera de un viejo taller de zapatería.
Es otro de los establecimientos tradicionales del barrio, como la fábrica de patatas fritas que encontramos en el comienzo del paseo, que conviven con elegantes tiendas de moda y modernos supermercados, bares y restaurantes.
Por Mercedes Gómez
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Bibliografía:
COAM. Arquitectura de Madrid. Madrid 2003.
Nuestra Señora de las Maravillas
8 abril 2013 in Iglesias y Conventos | Tags: Barrio de Maravillas, Barrio de Salamanca, calle de la Palma, calle Príncipe de Vergara, Gótico, Plaza del Dos de Mayo | 42 comentarios
Según cuentan las crónicas, el culto a la imagen de Nuestra Señora de las Maravillas es muy antiguo, anterior al siglo XVI, aunque su iglesia madrileña, que hoy se conserva en el barrio al que dio nombre, fue construida en los comienzos del siglo XVII.
Su origen se remonta al año 1613 cuando una de las muchas damas piadosas de la época doña Juana de Barahona fundó en una pequeña casa de la calle de Fuencarral el Beaterio de Recogidas Terciarias Carmelitas. En 1616 se trasladó a la calle de la Palma instalándose junto a la ermita de San Antón que allí se hallaba. Eran los tiempos en que estas calles eran las afueras al norte de la Villa. Aún faltaban unos años para que se construyera la Cerca de Felipe IV y este barrio quedara en ella encerrado. Muy cerca se abriría la Puerta de Maravillas.
Hacia 1624 las beatas se constituyeron en Comunidad, fundando el Convento de Carmelitas Calzadas Recoletas de San Antonio Abad, al cual el 1 de febrero de 1627 llegó, tras muchos avatares, la imagen de la Virgen. El Monasterio pasó a llamarse de Nuestra Señora de las Maravillas y bajo el patronazgo de Felipe IV que otorgó una renta anual al cenobio, se construyó la actual iglesia, que se cree fue inaugurada el 2 de febrero de 1647.
De una sola nave, realizada en ladrillo visto, con capillas laterales y un pórtico en la esquina de la calle de la Palma con la entonces calle de San Pedro -hoy del Dos de Mayo-, con arcos de piedra de medio punto, la Guía de Arquitectura del Colegio de Arquitectos atribuye su proyecto a Alonso Carbonel, y el comienzo de las obras hacia 1621 a Cristóbal de Aguilera. Texeira la dibuja en su plano con mucho detalle.
A lo largo de los siglos ha sido objeto de varias reformas, la más importante en el siglo XVIII, a partir de 1770, transformando algunos de sus elementos barrocos en neoclásicos, sobre todo en su interior. El arquitecto Miguel Fernández, por entonces responsable de la sección de Arquitectura de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, construyó un nuevo retablo en sustitución del anterior barroco. Igual que el de San Antonio de los Alemanes, del mismo autor, es de mármol, y contó con la colaboración del escultor Francisco Gutiérrez.
En el exterior se construyó la puerta de entrada en la calle de la Palma en granito con pilastras toscanas y un frontón.
Con el siglo XIX llegaron tiempos difíciles, como sabemos durante la guerra de la Independencia el barrio fue uno de los escenarios protagonistas. Unos años después, un suceso marcó el devenir de la historia de la iglesia y del vecindario: en 1869 las Carmelitas fueron expulsadas y el Convento derribado.
En sus terrenos y parte del antiguo Cuartel de Artillería de Monteleón, además de algunas casas demolidas en la calle de San Andrés, se abrió la Plaza del Dos de Mayo que fue inaugurada ese mismo año.
La parroquia intentó recuperar la imagen de la virgen que las monjas se habían llevado consigo, pero no fue posible, por lo que se construyó una copia.
Tras la expulsión las religiosas sufrieron un largo peregrinar. En un primer momento fueron acogidas por las mercedarias del cercano Convento de Don Juan de Alarcón en la calle de Valverde, donde permanecieron hasta 1891 cuando se trasladaron al paseo del Obelisco, actual paseo del General Martínez Campos. Allí en uno de los hotelitos que había por entonces instalaron una capilla. Las dificultades económicas las obligaron a un nuevo traslado, siendo acogidas esta vez por las Comendadoras de Santiago. Siempre llevando con ellas la imagen de su venerada virgen.
Por fin, en los comienzos del siglo XX pudieron construir su nuevo convento, en la calle del Príncipe de Vergara 23, en el entonces floreciente barrio de Salamanca, al que se llamó de las Maravillas Nuevas. El autor del edificio, que consta de dos cuerpos de ladrillo y cimentación de piedra a ambos lados de la iglesia neogótica, fue Manuel Ortiz de Villajos, hermano de Agustín.
Pero antes de visitarla volvamos a la plaza del Dos de Mayo y entremos por fin en su bella iglesia de las Maravillas. Por esas mismas fechas, en los inicios del siglo XX se cerró el pórtico, espacio que fue destinado a dependencias parroquiales (actualmente en obras).
La puerta primitiva de la calle de la Palma hoy día está cerrada accediéndose a la iglesia por una entrada en la calle del Dos de Mayo, bajo el antiguo pórtico. Tras el modesto aspecto exterior, en su interior su única nave de planta de cruz latina esconde hermosos e inesperados tesoros.
Hagamos un inciso para recordar que la parroquia de San Justo, una de las más antiguas de Madrid, una de las Iglesias del Fuero anteriores a 1202, estaba situada entre la plaza del Conde de Miranda y la calle de San Justo, desaparecida a finales del siglo XVII. Por su parte, la iglesia de San Miguel de los Octoes, que conocimos gracias a Ruy Sánchez Zapata, había sido demolida en 1809… La parroquialidad de San Miguel se unió a la de San Justo en la actual Basílica de San Miguel. Finalmente, en 1890 la parroquia de los Santos Niños Justo y Pastor se trasladó a la de las Maravillas.
Esta es la causa de que algunas de las obras más valiosas de la actual parroquia de Nuestra Señora de las Maravillas y de los Santos Justo y Pastor procedan de la primitiva iglesia de San Miguel de los Octoes. La joya del templo, y una de las joyas de Madrid, es el Cristo de la Buena Muerte, una talla gótica del siglo XIV o XV, protegida tras una reja en la primera capilla a los pies de la Epístola.
Pinturas de Juan Carreño, Pereda, dos de Zurbarán… Son muchas las obras de arte que merece la pena contemplar en esta iglesia de las Maravillas. Las espléndidas esculturas que flanquean el retablo del Altar Mayor, San Elías y Santa Teresa, patronos de los Carmelitas, son obra del mencionado Francisco Gutiérrez.
Durante la guerra civil ambos templos, el antiguo y el nuevo, como todo Madrid, sufrieron graves daños. Las dos imágenes de la Virgen de las Maravillas desaparecieron.
La nueva imagen de la antigua iglesia en el barrio de Malasaña fue realizada en 1940 por Ricardo Font.
En el caso de la iglesia del Monasterio en la calle del Príncipe de Vergara la virgen es obra de Federico Coullaut Valera. La diminuta figura del Niño es la original pues se salvó.
En la fachada del Convento una banderola recuerda que las Monjas Carmelitas celebran el IV Centenario de la Fundación de su Comunidad (1613-2013).
por Mercedes Gómez
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Bibliografía:
Pedro de Alcántara Suárez y Muñano. Historia de la sagrada imagen de Ntra. Sra. La Real de las Maravillas… Lérida 1874.
Félix Verdasco. Nuestra Señora de las Maravillas y de los Santos Justo y Pastor. Madrid 1999 (2ª edición: ampliación y notas de José Flores).
COAM. Arquitectura de Madrid. Madrid 2003.
San Manuel y San Benito, cien años.
17 octubre 2011 in Iglesias y Conventos | Tags: Arbós y Tremanti, Barrio de Salamanca, Calle de Alcalá, Siglo XX | 26 comentarios
La historia de la Iglesia de San Manuel y San Benito tiene todos los ingredientes para ser el escenario de una película ambientada en el Madrid de finales del siglo XIX, principios del XX. Su construcción a cargo de un matrimonio de pudientes burgueses, sus objetivos, su privilegiada ubicación cercana al Retiro y la Puerta de Alcalá, su arquitectura y obras de arte… y haber sido testigo de la historia de Madrid durante cien años.
Los protagonistas, Manuel Caviggioli y su esposa Benita Maurici, de origen italiano y humilde, nacieron en Barcelona, él en 1825, ella en 1819. No se sabe muy bien cómo, forjaron una gran fortuna. Afincados en Madrid desde jóvenes, consiguieron entrar en los círculos más aristocráticos.
Don Manuel proyectaba construir un templo panteón que una vez fallecidos guardara sus restos, así como una residencia para una comunidad religiosa que sería la encargada de dirigir una Fundación cuyo fin sería la instrucción gratuita de la clase obrera. Murió en 1901, y fue su viuda, doña Benita, la que finalmente puso en marcha el proyecto.
Las secuencias de la historia nos muestran cómo eran las relaciones de la alta burguesía con la Iglesia en aquellos tiempos y su influencia en la expansión de sus valores y enseñanzas. También describen una forma de beneficencia, de ayuda a las clases más bajas con el fin de facilitar su promoción cultural y social.
Don Manuel y doña Benita emplearon una parte de su dinero en la construcción de la iglesia y de la escuela, encomendadas a los Padres Agustinos. A cambio, en el futuro, deberían recordarles en sus plegarias celebrando misas y honras fúnebres mensuales y en fechas especiales. Junto a las sin duda buenas intenciones y creencias religiosas de la pareja, existía un deseo de perpetuar su memoria y dejar constancia de su poder. Todo ello lo lograron.
El irregular solar, de su propiedad, entre las actuales calles de Alcalá, Lagasca y Columela, frente al Parque del Retiro, era de los pocos que por entonces quedaban por construir en aquel emergente Barrio de Salamanca en el Ensanche de Madrid. El arquitecto elegido fue Fernando Arbós y Tremanti, uno de los más notables en aquellos momentos, quien construyó la iglesia en estilo neobizantino.
La primera piedra de la llamada Iglesia del Salvador -luego de San Manuel y San Benito, en honor a sus impulsores-, y de las Escuelas gratuitas, fue colocada y bendecida en 1903. Doña Benita falleció al año siguiente, por lo que tampoco pudo ver finalizada la obra.
Cumpliendo sus deseos, el 30 de diciembre de 1910 tuvo lugar el traslado de los féretros desde el cementerio de la Almudena hasta el nuevo templo. En esos comienzos del siglo XX, cuando por la empedrada calle de Alcalá circulaban los carros, el 1 de enero de 1911 tuvo lugar la inauguración oficial.
El exterior fue construido en piedra y mármol blanco, y la espléndida cúpula de cobre rojo. En la esquina entre las calles de Alcalá y Lagasca, donde se encuentran las entradas a la iglesia, fue situada una torre o campanile de planta cuadrada, de más 43 metros de altura.
El edificio de la Fundación, donde se instalaron las Escuelas para los jóvenes obreros, los otros personajes verdaderamente importantes en esta imaginaria película, se situó en la calle Columela. Allí continúa la inscripción «Fundación Caviggioli Maurici. Escuelas para obreros».
Los requisitos para acudir a la Escuela eran sencillos: los alumnos debían tener entre 14 y 30 años, y saber leer y escribir. Podían escoger las asignaturas a cursar, además de Religión y Moral, se impartía Geografía, Historia, Contabilidad, Dibujo, Escritura, Francés, Inglés, etc. Tras la seguramente dura jornada laboral allí acudían albañiles, electricistas, torneros, sastres, tapiceros…
La Escuela funcionó hasta el comienzo de la guerra en 1936. La iglesia, convento y aulas se convirtieron en salón de baile, almacén, economato, biblioteca pública, y sede del Partido Comunista entre otras cosas.
Después de la guerra hubo varios intentos de reanudar la actividad docente, pero nunca se consiguieron los permisos. Hoy día alberga la sacristía, despachos parroquiales, aulas para actividad cultural y otras estancias.
El conjunto está rodeado por jardincillos y una bonita verja de hierro forjado, que desde el Retiro ofrece una imagen espectacular.
La iglesia de San Manuel y San Benito es de uno esos contados edificios en los cuales cuando entras por primera vez quedas admirado por su belleza. Nuevamente el mármol, blanco de Macael en el ábside semicircular que alberga el Altar Mayor, con adornos de varios colores. Otro de los detalles más singulares y bellos de este templo son los mosaicos que adornan las paredes y techos. Y las esculturas de Ángel García Díaz, que ya visitamos, y que nos siguen maravillando. En el centro del Altar se encuentra la figura de El Salvador que mide dos metros y medio, a los lados San Agustín y San José, todas ellas realizadas en mármol de Carrara.
Suyas son también las imágenes de las dos Capillas laterales, la de la izquierda, dedicada a Santa Rita, y la de la derecha que alberga los sepulcros de los fundadores.
Sobre el cuerpo central, la magnífica cúpula con mosaicos que representan a los evangelistas. A los pies, en el coro alto, uno de los mejores órganos de Madrid. En fin, todos los detalles son de gran riqueza artística.
La iglesia de San Manuel y San Benito, situada en la calle de Alcalá nº 83, ha cumplido cien años, y lo celebra entre otras actividades con una pequeña exposición en la que siete paneles nos resumen todo un siglo de vida.
También han editado un libro «San Manuel y San Benito. Centenario de la Iglesia 1911-2011″, que incluye toda la historia de la institución y detallada descripción del edificio y obras de arte.
Transcurridos cien años, en este soleado mes de octubre de 2011, junto a la viva parroquia circulan los automóviles en lugar de los carruajes de antaño, y su cúpula se refleja en los cristales de los modernos edificios que hoy día conviven con las construcciones centenarias del barrio.
Texto y fotografías : Mercedes Gómez
Divino Cautivo
21 abril 2011 in Escultura, Iglesias y Conventos | Tags: Barrio de Salamanca, Benlliure, Colegios, Semana Santa | 17 comentarios
El Colegio Calasancio de Madrid, Colegio de las Escuelas Pías de San José de Calasanz de Padres Escolapios, fue fundado en 1922, en un edificio construido por el arquitecto Jesús Carrasco, autor de varias obras religiosas en los primeros años del siglo XX (iglesia parroquial de la Concepción de Nuestra Señora en la calle de Goya, la Basílica de Jesús de Medinaceli, etc.). Las fachadas de ladrillo visto estaban adornadas con elementos regionalistas, como torreones, molduras, arquerías, etc.
Durante la guerra fue requisado, y allí se instaló la conocida Cárcel de Porlier. Finalizada la guerra continuó funcionando como cárcel, hasta 1944 en que el centro fue devuelto a los Escolapios y el edificio fue reconstruido por Julián Laguna Serrano. Los elementos regionalistas, como aleros o torreones, desaparecieron.
Ese mismo año se fundó la Real Hermandad y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús, el Divino Cautivo.
La institución ocupa la manzana entre las calles de Padilla, conde Peñalver, General Díaz Porlier y José Ortega y Gasset. En la calle del General Díaz Porlier se encuentra la entrada a la Capilla del colegio, una capilla pequeña y sencilla, que esconde además de mucha historia, una gran obra de arte, la imagen de un Cristo maniatado, la imagen de Jesús Divino Cautivo, tallada por Mariano Benlliure.
La obra fue sufragada por la Cofradía, el Colegio y una ayuda del propio autor, que había sido alumno escolapio, y fue entregada por el artista el día 5 de abril de 1944, hace 67 años.
Es una figura de tamaño natural, realizada en madera de nogal. Los músculos del cuerpo, los pliegues de la túnica… están representados a la perfección. La escultura es muy bella, sobre todo el rostro, y su impresionante mirada. Merece ser contemplada de cerca.
Al año siguiente el Divino Cautivo salió en procesión por primera vez, acompañando a la Procesión del Silencio, desde la Puerta del Sol. Desde 1994 la imagen recorre en solitario las calles del centro de Madrid.
Esta Hermandad sale en procesión dos días, en Jueves y Viernes Santo. El primer día, hoy Jueves Santo, a las 19,00 h., por su barrio de Salamanca. La calle del General Díez Porlier ya está preparada para la salida de Jesús el Divino Cautivo. Esperemos que la lluvia lo permita.
Y mañana Viernes Santo, a las 19,30 h., desde la Iglesia de Santa Cruz en la calle de Atocha.
por Mercedes Gómez
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Semana Santa en Madrid. Itinerarios Procesiones.
Otros artículos:
Iglesia del Santísimo Cristo de la Fe
La Fuente de los Niños, de Mariano Benlliure
Nave de Motores del Metro de Madrid
18 abril 2011 in Arquitectura, Museos | Tags: Antonio Palacios, Arquitectura industrial, Barrio de Salamanca, Barrio Pacífico, Cerámica, Chamberí, Jardines, Metro de Madrid, Siglo XX | 30 comentarios
El Museo o Centro de Interpretación del Metro de Madrid Andén Cero, tiene dos sedes, la Estación de Chamberí y la Nave de Motores de Pacífico. Quizá la más conocida es la antigua estación “fantasma”, la Estación de Chamberí perteneciente a la Línea 1 Cuatro Caminos-Vallecas, que fue clausurada en 1966. La estación permaneció abandonada tal como estaba el día que la cerraron, cuentan que hasta los billetes usados y tirados al suelo allí continuaron durante años. Ahora magníficamente restaurada, ofrece una especie de viaje en el tiempo, maravilloso. Las antiguas taquillas, los pasillos de azulejos, los anuncios de cerámica… toda la decoración encantadora, con el sello de Antonio Palacios.
La otra es la Nave de Motores, cuya visita complementa perfectamente ese viaje que decíamos nos traslada a aquellos primeros tiempos del metro, y a otro Madrid, al Madrid de la primera mitad del siglo XX.
La primera línea del metropolitano fue inaugurada en 1919 y por aquellos años la Compañía eléctrica madrileña no garantizaba el suministro continuo. La Central Eléctrica de Pacífico se comenzó a construir en 1923 en una gran parcela propiedad de la Compañía, entonces a las afueras de Madrid, entre las calles de Cavanilles, Sánchez Barcaiztegui y Valderribas, para mejorar el funcionamiento de la red de Metro, solucionando dichas posibles faltas de suministro eléctrico.
La obra fue dirigida por el Ingeniero Jefe del Metro, Carlos Lafitte, y el proyecto arquitectónico fue obra de Antonio Palacios, Arquitecto de la Compañía del Ferrocarril Metropolitano.
El conjunto estaba formado por una gran nave destinada a albergar la central eléctrica y varios edificios auxiliares para talleres, oficinas, etc., alguno de ellos desaparecido.
Tres motores diesel de 1.500 c.v. cada uno, fueron instalados en la nave. La gran potencia de esta central llegó a proporcionar energía a otras subestaciones e incluso a la ciudad. Durante la guerra suministró luz a la población madrileña.
Poco después Palacios también construyó otras dos subestaciones eléctricas para el Metro, en los barrios de Salamanca y Chamberí. Dos edificios fabriles que se conservan en pleno centro de Madrid, el primero en la calle de Castelló nº 21, a un paso del Retiro.
Actualmente una parte del edificio se encuentra cubierto por lonas de obra, pero se pueden apreciar los detalles en hierro de la puerta de entrada.
Y el otro en la calle de Olid 9, cerca de la glorieta de Quevedo. Estos edificios, como toda la red, conservan el famoso logotipo del Metro también creado por el arquitecto.
En la Nave de Motores, como en todas sus obras, Palacios cuidó hasta el mínimo detalle, utilizando siempre los mejores materiales y colaborando con los mejores artistas.
En toda la red de metro, hoy día prácticamente desaparecidos, utilizó los azulejos blancos biselados y el cordón cerámico de reflejos metálicos, que aquí se conservan.
Con fachada a la calle de Valderribas números 40 y 42 se construyó otro edificio actualmente ocupado por el Ministerio de Defensa, que sirve, según me cuentan en el museo, de almacén.
Enfrente se levantó el hotel destinado a vivienda del ingeniero de la Central, al parecer también hoy día destinado a almacén del metro.
En el exterior, además de otras instalaciones, se ubicaron cuatro depósitos de agua.
Con el tiempo, regularizado el suministro por parte de las compañías eléctricas, la central dejó de ser necesaria y en la década de los 50 cesó la producción de energía. En 1972 quedó clausurada.
En 1994 se ajardinaron los depósitos y algunas dependencias del conjunto fueron reconvertidas.
Entre los años 2006 y 2008 la maquinaria, así como la nave fueron restauradas. Desde entonces forma parte del Museo del Metro de Madrid.
La puerta de entrada se encuentra en la esquina de las calles de Valderribas y Sánchez Barcaiztegui, y lo primero que vemos es el Jardín, espléndido, cubierto de césped, flores y árboles de distintas especies. La visita a la Nave de Motores es además de interesante, muy bonita.
Texto y fotografías por : Mercedes Gómez
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Estación de Chamberí
Plaza de Chamberí s/n
Nave de Motores
Calle de Valderribas, 49 (esquina c/Sánchez Barcaiztegui)
Horario de visita
De martes a viernes de 11 a 19h
Sábado, domingo y festivos de 11 a 15h
Lunes cerrado
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Bibliografía:
Colegio de Ingenieros Industriales de Madrid COIIM. Revista nº 49. 2010
COAM Guía de Arquitectura. Madrid 2003.
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