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Recordemos que finalizada la guerra de la Independencia, tras la ocupación francesa y la destrucción de edificios por parte del ejército inglés, los Jardines del Buen Retiro se encontraban en ruinas; Fernando VII promovió su recuperación. El rey mantuvo la apertura al público de casi todo el recinto pero destinó los terrenos situados en la esquina noreste para su uso personal. Encargó a su arquitecto Isidro González Velázquez la creación de sus Jardines Reservados cuyas obras se iniciaron en 1817.
Además de la creación de los jardines se construyeron varios caprichos románticos, edificios de tipo recreativo reservados al disfrute de la familia real. La mayoría desaparecidos, se conservan algunos, como la Montaña Artificial , y muy cerca, a sus pies, la Casita del Pescador.
Otro capricho fue la Casa del Contrabandista, la Noria titulada del Contrabandista, tal como aparece mencionada en el dibujo del arquitecto, González Velázquez.
La construcción consta de una estancia principal, la Sala, circular en su interior, octogonal en su exterior de ladrillo y mampostería, cubierta con una cúpula con linterna central y pequeñas buhardillas, y a continuación una parte alargada, rectangular, formada por tres gabinetes.
En el dibujo conservado en el Archivo General del Palacio Real aparece el edificio de la noria hidráulica junto al del Embarcadero del Estanque Grande, que también había construido González Velázquez.
Arriba, a la derecha, el arquitecto representó la planta de la Noria del Contrabandista, la cual dibujó en su interior.
El título del dibujo indicaba que cubría una noria, más antigua que el edificio, como veremos.
Al parecer el nombre proviene de que su interior estaba decorado con referencias a la Fábrica de Porcelana y con una serie de muñecos autómatas entre los que se encontraba la figura de un contrabandista.
La Casa del Contrabandista, después de ser uno de los caprichos en los que los reyes pasaban sus ratos de ocio, ha tenido usos diversos; en 1890 se convirtió en establecimiento de venta de aguas oxigenadas; en el siglo XX, hacia 1923, fue Viena Park; y después, hacia 1945, se convirtió en la famosa Florida Park.
Debido a todo esto, la construcción original está muy transformada, rodeada de nuevas edificaciones que forman el conjunto hostelero de la nueva Florida Retiro.
Como decíamos, el nombre indicado en el plano por el arquitecto hacía suponer que albergaba una noria, como así se demostró.
En 2015, durante las obras de reforma/reconstrucción de Florida Park, aparecieron los restos de una noria perteneciente a un complejo hidráulico del siglo XVII, época de creación del Buen Retiro.
La noria, de tracción animal, seguramente formaba parte de la red hidráulica del Buen Retiro.
Los vestigios de la noria del Contrabandista, en el interior de la estancia circular del capricho, fueron restaurados y se cubrieron con un cristal.

Desgraciadamente, según me contaron en el local, el cristal se rompió y el suelo de La Sala fue cubierto con moqueta.
Aunque tapados, ahí continúan los restos de la noria que en el siglo XVII surtía de agua a algunas zonas o instalación del Buen Retiro, acaso el Estanque.
Por: Mercedes Gómez
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Bibliografía:
DURÁN, Consuelo. Jardines del Buen Retiro. Ed. Doce Calles. Madrid 2002.
ORTEGA VIDAL, J. – MARÍN PERELLÓN, F.J. “Al este del Prado” en Isidro Velázquez (1765-1840). Arquitecto del Madrid fernandino. Ayuntamiento de Madrid, 2009.
FRAGUAS, Rafael. “Descubierta una noria del siglo XVII bajo el Florida Park”, El País, 25 julio 2015.
Ver: Un viaje de agua, cinco pozos de noria y un acueducto en Barceló
Como sabemos, el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid han presentado la candidatura, avalada por el Ministerio de Cultura, denominada El Paseo del Prado y el Buen Retiro, paisaje de las Artes y las Ciencias, con el deseo de llegar a formar parte de la lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO.
«Madrid tiene en su corazón un paisaje de Artes y Ciencias, un Paisaje de Luz.»
Esta frase introduce el folleto que presenta dicha candidatura, y que recoge los numerosos y diferentes valores que posee el deslumbrante enclave madrileño.
El folleto incluye un plano con una selección de algunos de los singulares edificios, monumentos, museos, colecciones de arte y elementos naturales que la componen.
La selección es impresionante. Parece mentira que en un relativamente pequeño espacio de una ciudad, Madrid, puedan encontrarse tantas maravillas.
El plano nos propone un hermoso paseo recorriendo cuarenta lugares, desde el Instituto Cervantes hasta el Museo Nacional de Antropología.
Se destacan una serie de aspectos, históricos y actuales, del Paseo del Prado y del Buen Retiro:
Naturaleza, como corazón verde de Madrid; Arte, como inigualable sede de museos y colecciones de arte; columna vertebral de la Ciencia, por voluntad del rey Carlos III; Modelo universal como espacio de ocio en un entorno natural dentro del casco urbano; Espacio cívico, como lugar de encuentro y celebración desde hace siglos; y Luz del conocimiento por su vínculo con las artes y las ciencias desde el siglo XVIII.
El folleto se puede descargar aquí: Paisaje de la Luz. No dejéis de enviarlo a todas aquellas personas a las que creáis que les puede interesar y puedan apoyar la candidatura, que ojalá llegue a buen término.
Gracias a todos.
Mercedes Gómez
A lo largo de este mes de marzo 2020 el Instituto de Estudios Madrileños impartirá un nuevo ciclo de conferencias, El Paseo del Prado y el Buen Retiro, paisaje de las Artes y las Ciencias.
Uno de sus objetivos es apoyar la candidatura de Madrid a la lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO denominada «Paseo del Prado y el Buen Retiro, Paisaje Cultural de las Artes y las Ciencias».
Conoceremos cómo se llevó a cabo la construcción del Buen Retiro con todos sus palacios y ermitas, también veremos la transformación urbanística que supuso la construcción del Museo del Prado y llegaremos a la edificación del Banco de España en el nuevo eje financiero de Madrid.
Las conferencias tendrán lugar, como el ciclo que se está desarrollando dedicado a Galdós, en el Patio de la Casa de la Villa. Los jueves a las 19.00 h., entrada libre hasta completar aforo.
Inaugura el ciclo José Manuel Barbeito, el próximo jueves 5, con El palacio del Buen Retiro. Ideas para una arquitectura.
Se puede descargar el folleto aquí.
Como los últimos ciclos organizados por el IEM, que ya se pueden descargar en su web, estas conferencias serán publicadas en formato impreso y digital.
Mercedes Gómez
Desde su creación en el siglo XVII en los jardines del Palacio del Buen Retiro hubo construcciones dedicadas a albergar colecciones de animales, una leonera y una pajarera. La leonera era una edificación semicircular, situada en el Patio llamado de la Leonera, adosada a uno de los muros del patio principal, que dibujó Texeira. Fue la primera casa de fieras del Retiro, en esos momentos solo para disfrute del rey, su familia y sus invitados; su emplazamiento junto a Palacio indica la importancia que tenía.
En la esquina sureste del Jardín Ochavado, que hemos visitado hace pocos días, se encontraba la pajarera o Jaula de las Aves. Era un elemento más del espacio de juego y diversión de aquel jardín barroco.
Siguiendo esa tradición, al parecer sobre una pequeña ya existente, en el siglo XIX en tiempos del rey Fernando VII, su Arquitecto Mayor Isidro González Velázquez construyó la Casa de Fieras en el Buen Retiro. Fue uno de los caprichos románticos creados para el Reservado del monarca. El edificio principal, de dos plantas, conocido una vez más como la Leonera, aún se conserva.
Al pasar el Retiro a manos municipales en 1868 la Casa de Fieras fue destinada a Departamento Zoológico y se abrió al público.

Casa de fieras. Tarjeta postal, foto de Jean Laurent (anterior a 1903) (Museo de Historia, memoriademadrid.es)
En 1918 el Jardinero Mayor Cecilio Rodríguez proyectó una gran reforma de las instalaciones. Se construyeron las jaulas de rejas convexas que sustituyeron las estrechas estancias que al parecer existían. También se creó entonces la plazoleta semicircular con tres escaleras, bancos y faroles de cerámica. La nueva Casa de Fieras fue inaugurada en 1921.

Tarjeta postal. Entrada a la Casa de Fieras, entre 1921-1933 (Museo de Historia, memoriademadrid.es)
Otras obras de ampliación, también diseñadas por Cecilio Rodríguez, tuvieron lugar en 1929. Clausurada en 1969, fue trasladada a su nuevo emplazamiento en la Casa de Campo. El nuevo Zoo fue inaugurado en 1972.
Las jaulas fueron desmontadas y el edificio pasó a ser ocupado en su totalidad, pues ya tenía sus oficinas en una parte, por el Departamento de Parques y Jardines del Ayuntamiento. En 1976 hubo una nueva reforma a cargo de Manuel Herrero Palacios. Los jardines de la Casa de Fieras llevan su nombre desde 1981, son los Jardines del Arquitecto Herrero Palacios, en agradecimiento a los servicios prestados al Ayuntamiento para la mejora y embellecimiento de la Villa, como recuerda una lápida instalada en la entrada.
En 1985 en el edificio de dos plantas se instaló la Junta Municipal de Retiro.
En los comienzos del año 2005 en la entrada, en el lado norte había un muro con doble escalera de acceso en el que existía una pila o fuente, entonces sin agua -ignoro en qué momento fue construido este acceso-. En la foto que conservo de aquellos días se aprecia que la pared de ladrillo de la antigua construcción estaba decorada por un cuadro de cerámica en honor a San Fiacre, patrón de los Jardineros.
Los arquitectos Jaime Nadal y Sebastián Araujo fueron los elegidos para realizar la restauración y rehabilitación del viejo edificio. En la primavera de 2008 habían comenzado las obras para la construcción de una Biblioteca pública, el muro y las escaleras habían desaparecido.
En su lugar, un gran muro de cristal, se convirtió en un espejo en el que se reflejan los jardines, y que envuelve la antigua leonera de Fernando VII.
El muro, que se integra en el jardín maravillosamente, es la fachada norte de la nueva biblioteca tras la cual permanece el edificio de ladrillo.
Y es una agradable sorpresa comprobar que continúan en su sitio -ahora haciendo compañía a los visitantes acomodados en la zona de acceso a internet gratuito, la zona wi-fi-, los azulejos dedicados al sorprendente San Fiacre, obra de la sevillana fábrica de cerámica Ramos Rejano.
En la más famosa fachada sur, pues es donde se ubicaban los animales, las jaulas han sido convertidas en cubículos de cristal destinados a la lectura, remansos de paz que se asoman a los jardines.
La Biblioteca del Retiro, que recibe el nombre del filósofo Eugenio Trías, la Biblioteca Eugenio Trías. Casa de Fieras, es luminosa, alegre… y muy acogedora.
Además de las salas de consulta o lectura, ofrece diversos espacios, todos muy solicitados, incluso en domingo. Una sala de juegos o bebeteca, biblioteca infantil, cuentacuentos, talleres para adultos, etc. Las sillas y cómodos silloncitos en la zona wi-fi o en la zona de lectura suelen estar ocupados, y es que aparte el servicio que ofrece la biblioteca, allí dentro se está muy a gusto. Por si todo esto fuera poco, si levantas la vista te das cuenta de que estás en el Retiro…
Junto a la entrada una mesa muestra una iniciativa preciosa: varios álbumes registran, Cuentan, el paso de escritores por la biblioteca, de vecinos que han dejado sus fotos y sus palabras, y dedicatorias de todo tipo de visitantes. Lo cierto es que el Retiro, el Reti, forma parte de la vida de muchos de nosotros.
Paseando por los Jardines, descubrimos que esta biblioteca no es el único punto de lectura de la antigua Casa de Fieras, que parece siempre estuvo ligada a los libros. Allí se encontraba una de las Bibliotecas Populares, unas pequeñas bibliotecas ubicadas en sencillas construcciones de ladrillo y cerámica que contaban solo con tres o cuatro estantes de libros, que se instalaron en algunos jardines madrileños entre 1919 y 1936.
Solo se conservan dos, ambas en el Retiro, restauradas en 1994 por la Feria del Libro de Madrid; una de ellas aquí, en los Jardines de Herrero Palacios, antes Casa de Fieras. La otra, la Biblioteca Popular Pérez Galdós, se encuentra cerca de la fuente del Ángel Caído.
A pesar de que a pocos pasos hay una Biblioteca municipal bien equipada, con libros, revistas, películas…, algunas personas prefieren elegir entre las revistas antiguas que alguien ha dejado en esta entrañable biblioteca popular y sentarse en los bancos cercanos a leerlas.
Por : Mercedes Gómez
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Fuentes:
Memoria de Madrid. Historias de la Casa de Fieras (I)
Memoria de Madrid. Historias de la Casa de Fieras (II)
Hace tiempo, en octubre de 2010, contamos la historia del Estanque de las Campanillas, antiguo Estanque Ochavado, que por entonces se encontraba en obras. Como vimos, aunque muy transformado este estanque es uno de los pocos elementos originales del primitivo Real Sitio del Buen Retiro creado en el siglo XVII.
Gracias a la Asociación Madrid Ciudadanía y Patrimonio hemos conocido los resultados preliminares de la Intervención arqueológica en la Fuente de las Campanillas, en el Parque del Retiro, publicados en las Actas de las X Jornadas Arqueológicas de la Comunidad de Madrid, celebradas el pasado año 2014. Por ello, recordamos la historia y actualizamos el artículo.
Como explicamos entonces, el Jardín Ochavado fue uno de los Jardines del Real Sitio creados para el rey Felipe IV, que se encontraba entre el Palacio y el Estanque Grande.
Era un jardín formado por ocho paseos que se unían en una pequeña plaza central. Una estructura de madera adornada con enredaderas formaba ocho túneles de frondosa vegetación. Unos huecos o ventanas permitían contemplar los árboles y los espacios entre los paseos.
En la esquina noreste, al final de una de las calles, en el punto más alto, se formó una glorieta, también rodeada de madera, donde se instaló un Estanque Pequeño, el Estanque Ochavado, así llamado por su forma polilobulada. Ocho lados semicirculares que constituían el vaso del estanque en el que nadaban patos y otras aves acuáticas y alrededor del cual paseaban el rey, su familia y sus invitados. El Jardín Ochavado era un ejemplo perfecto de jardín barroco de la época de los Austrias en los que se combinaba la jardinería, el agua, la arquitectura, los juegos y la escenografía.
Pedro Texeira, en su plano realizado unos años después que los propios jardines del Buen Retiro, detalla perfectamente los paseos de madera y los árboles entre ellos, así como la torrecilla en el centro del estanque de ocho lados y su puentecillo de acceso.
El jardín mostraba una gran pendiente natural, que en el siglo XVIII fue allanada para la formación del nuevo jardín al estilo francés, el Parterre.
La torrecilla desapareció y en el siglo XIX, en tiempos de Fernando VII, el arquitecto real Isidro González Velázquez en el centro de la fuente instaló un pequeño pabellón o templete chinesco del que colgaban una serie de campanillas que sonaban con la ayuda del viento. Este templete también desapareció en la siguiente gran reforma, siendo instalada en 1911 la rocalla que aún hoy día podemos contemplar.
La necesidad de realizar unas obras de impermeabilización del vaso de la fuente para resolver los problemas de fugas de agua que se habían detectado motivó las obras y la actuación arqueológica.
La hoy llamada Fuente de las Campanillas, como después han confirmado los restos arqueológicos, era en origen un estanque utilizado para el riego de los jardines situados al sur y oeste del mismo.
En una primera fase se realizaron tres sondeos, dos de ellos en el interior del vaso. Uno de los principales objetivos fue documentar la estructura del vaso original.
Después se realizó una zanja perimetral, con el fin de controlar el movimiento de tierras, en la que se documentaron numerosos restos asociados a la fuente de diferentes etapas históricas. Arquetas, canalizaciones, una galería y un pozo de ladrillo. Aún a la espera de un estudio de los materiales, según las autoras, una de las principales conclusiones es que se han hallado elementos de una de las construcciones más antiguas de los Jardines del Palacio del Buen Retiro.
Se trata de vestigios de las tres fases constructivas, la primitiva del siglo XVII, las reformas del siglo XIX, cuando se sustituyó la torre por el remate chinesco, y la última gran reforma en el siglo XX, momento en que se colocó la rocalla que hoy vemos. Estas conclusiones preliminares se basan en los diferentes tipos de ladrillo y argamasa utilizados.
A una primera fase, la época más antigua, corresponde el muro perimetral exterior del vaso y una de las arquetas, de planta rectangular.
A través de las arquetas se distribuía el agua del estanque hacia los jardines. La torrecilla central y la pasarela han desaparecido.
En el siglo XIX, segunda fase, se reforzó el interior del vaso adosando un nuevo muro al antiguo, se sustituyó la antigua arqueta por otra y se construyó una nueva pasarela hacia la figura chinesca.
En el siglo XX se rellenó el vaso, aumentando la cota del suelo; fue entonces cuando el estanque se convirtió en una fuente, se construyó la rocalla y se eliminó la pasarela.
Las tres etapas se aprecian en todos los aspectos. Las tuberías más antiguas son de cerámica, que después fueron sustituidas por otras de hormigón y finalmente por otras de hierro.

Tuberías de alimentación de agua de cerámica (M.L.García y A.B.Martínez. Actas X Jornadas Patrimonio Arqueológico)
A finales de 2013 las obras habían terminado. Los machones o pilares de piedra y la verja habían vuelto a su lugar.
El año pasado 2014, en junio, fue reinaugurada.
Hoy estaba vacía, los encargados de su cuidado la estaban limpiando, lo cual hacen cada tres o cuatro meses según me cuentan. Mañana o pasado habrá vuelto el agua a la fuente.
Según el informe arqueológico, “estas primeras conclusiones serán ampliadas o modificadas al término del estudio que se está llevando a cabo en relación al sistema de canalizaciones, galerías y otros elementos ornamentales de la fuente, como mascarones, machones y barandilla, que, junto con el estudio de materiales completarán los datos”.
Los hallazgos arqueológicos son muy importantes pues, como decíamos al principio, una parte corresponde a la época más antigua del Buen Retiro, datada en 1632. Y los informes técnicos son muy valiosos y agradecemos a Patrimonio Histórico que la versión digital de estas Actas esté disponible para todos. Esperamos con gran interés las anunciadas conclusiones y datos definitivos.
Pero lamentamos una vez más que los hallazgos sean documentados y luego “tapados”, ¿no merecían ser mostrados de alguna manera y explicados a todos los madrileños? El Retiro es uno de nuestros mayores tesoros patrimoniales, no solo un bello jardín al que acudir a pasear y tomar el sol, y el Estanque Ochavado, luego Fuente de las Campanillas, uno de los pocos recuerdos de aquella época de esplendor del Jardín en el siglo XVII.
Por : Mercedes Gómez
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Bibliografía:
ARIZA, Carmen. Buen Retiro. Ed. Doce Calles. Madrid 2001.
DURÁN, Consuelo. Jardines del Buen Retiro. Ed. Doce Calles. Madrid 2002.
GARCÍA GARCÍA-SAAVEDRA, Mª Luisa; MARTÍNEZ GRANERO, Ana Belén. “Intervención arqueológica en la Fuente de las Campanillas, Parque del Retiro, Madrid. Resultados preliminares.” Actas X Jornadas de Patrimonio Arqueológico en la Comunidad de Madrid. Madrid, 2014. Pág. 229-238.
Del Museo del Prado ya hemos hablado en varias ocasiones, hemos recorrido sus salas en busca de algunas de sus numerosas obras maestras y hemos paseado por su jardín, pero es un lugar que guarda tantos tesoros que de vez en cuando hay que volver. Os propongo que poco a poco vayamos descubriendo juntos sus pinturas y esculturas, también las menos conocidas, y a los artistas que las crearon. Además hay un “Madrid en el Prado” que merece la pena visitar. Para empezar hoy, ¿os apetece un paseo en barco por el estanque del Retiro?.
Entrando por la Puerta de Velázquez, en el Paseo del Prado, la primera sala a la derecha, la sala nº 75, está dedicada a Goya, el Neoclasicismo y los orígenes del Museo del Prado, y su contenido nos traslada a la segunda década del siglo XIX cuando el Museo Nacional de Pintura y Escultura, posteriormente llamado Museo Nacional del Prado, abrió sus puertas. Era el año 1819, aún vivía Francisco de Goya y reinaba Fernando VII con su segunda esposa María Isabel de Braganza, gran aficionada al arte y a la cultura. A ella le debemos en gran medida la creación del Museo.
A la entrada de la sala nos recibe la espléndida estatua de la reina realizada en mármol por José Álvarez Cubero, Escultor de Cámara. A continuación, la gran maqueta en madera del Edificio Villanueva. Por otra parte destacan las obras de Vicente López, primer Pintor de Cámara de Fernando VII y posteriormente de Isabel II, autor entre otros cuadros del magnífico Retrato de Goya, aquí expuesto. También está representado José de Madrazo.
Otro pintor de la época, del que hay un solo cuadro, es José Ribelles, quien nació en Valencia en 1778, fue discípulo del también valenciano Vicente López en la Academia de Bellas Artes de San Carlos, hasta que con poco más 20 años se trasladó a Madrid. Fue académico de mérito en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, y llegó a ser Pintor de Cámara de Fernando VII, como su maestro. Murió en Madrid en 1835, a la edad de 57 años.
El cuadro expuesto en esta sala, procedente de la Colección Real, es precioso, sus bellas tonalidades azules y verdes representan un alegre Embarque real en el estanque grande del Retiro, óleo sobre lienzo (83 cm x 112 cm), pintado por el artista en 1820 al estilo clásico, de moda por entonces en el entorno cortesano.
El cartel junto al cuadro describe la escena y la pintura: “Una bulliciosa muchedumbre contempla el paseo de las falúas Reales donde viajan el rey Fernando VII y su segunda esposa, Isabel de Braganza, en las tranquilas aguas del estanque del Retiro. Es una obra muy significativa del paisaje clasicista de época fernandina, en la línea de las composiciones de destacados vedutistas al servicio de este monarca como Fernando Brambilla”.
El Estanque Grande, uno de los pocos elementos originales que perviven del antiguo Palacio del Buen Retiro, se comenzó a construir en 1632, finalizando las obras al año siguiente. Estaba rodeado por pequeños edificios destinados a los reyes y sus acompañantes, y cuatro norias en cada esquina eran las encargadas de elevar el agua.
En 1817 Isidro González Velázquez, Arquitecto Mayor de Palacio, además de realizar obras de mejora en el estanque inició la construcción de un embarcadero en piedra, ladrillo y madera, cubierta de zinc y plomo, en tres cuerpos y decoración “chinesca”. En su interior diversas estancias acogían a la familia real para que pudieran descansar cuando acudían a los festejos en el Estanque, como el que describe la pintura de Ribelles, realizada solo tres años después.
En ella podemos contemplar con todo detalle el antiguo Embarcadero, la escalera central de entrada al pabellón central coronado por una bonita cúpula, y los pabellones laterales más bajos con sus arcos ojivales y de medio punto… todos los detalles son reflejados, y no solo del edificio sino del Estanque, el ambiente de la fiesta y los trajes de los distintos personajes.
El Embarcadero, que al parecer estaba muy deteriorado, fue derribado en los comienzos del siglo XX para la construcción del Monumento a Alfonso XII.
Por Mercedes Gómez
La Parroquia de Nuestra Señora de Las Angustias está situada en la calle Rafael de Riego nº 16, en el barrio de Palos de Moguer, castizo distrito de Arganzuela. No es una iglesia famosa, ni está llena de valiosas obras de arte, pero tiene su interés, y un encanto especial para mí -allí me bautizaron-. Si os apetece, os invito a visitarla conmigo y conocer su historia.
Su origen es singular. La primera Iglesia de Nuestra Señora de las Angustias fue construida en los comienzos del siglo XVIII en los Jardines del Buen Retiro, como Parroquia para los empleados y servidores del Palacio, dentro de las reformas emprendidas para transformar el barroco Jardín Ochavado en el Parterre al estilo francés que conocemos en la actualidad.
Las bonitas ermitas que jalonaban el Retiro poco a poco se habían convertido en lugares más relacionados con el ocio y las fiestas que con las celebraciones religiosas, por lo que el nuevo rey Felipe V ordenó la construcción de un templo donde se celebrara el culto.
Era una iglesia pequeña, de una sola nave rectangular, situada muy cerca del Estanque de las Campanillas, representada en alguno de los planos de la época, como el de Nicolás Chalmandrier realizado en torno al año 1761, o el de Espinosa de los Monteros, de 1769, donde aparece señalizada como La Parroquia.
Era una de las llamadas parroquias exentas, que no dependían de la Diócesis sino del Patriarca de Indias. Era el caso de las capillas de Aranjuez, El Escorial, El Pardo, La Encarnación y otros Reales Sitios.
Hacia 1841 el Real Sitio del Buen Retiro fue reformado, incluida la zona del Parterre. La Iglesia desapareció y la Parroquia se trasladó a San Jerónimo el Real. La imagen de la Virgen de las Angustias estuvo un tiempo al parecer en una de las primeras capillas a la entrada, de allí pasó a la Basílica de Nuestra Señora de Atocha, hasta 1887 en que dejó de ser Parroquia de Palacio y pasó a depender de la jurisdicción ordinaria.
En ese momento fue trasladada a la Capilla del Cementerio de San Nicolás, frente a la Calle del Sur -hoy de Méndez Álvaro-. El lugar no era el más adecuado para la imagen así que el Obispo cuanto antes intentó buscarle un nuevo emplazamiento. Se compró un solar cerca del Paseo de las Delicias, zona todavía sin urbanizar, -actual calle de Rafael de Riego- donde en 1889 se comenzó a construir una modesta capilla que quedaría enclavada entre las calles de Murcia y de Delicias.
La Iglesia se comenzó a construir en este mismo lugar en 1924.
En 1931 fue adquirido otro solar, a espaldas del templo, con entrada por el Paseo de las Delicias, actual nº 27, que continúa existiendo y se comunica con la Iglesia atravesando un bonito y cuidado patio donde hoy algunos niños juegan mientras algunos feligreses charlan.
Como tantas iglesias, durante la guerra fue utilizada como almacén, tal como me cuenta el sacerdote de la Parroquia, y tanto la antigua capilla como la iglesia y otras dependencias sufrieron grandes daños.
Después de la guerra el templo fue reconstruido. En 1965 se construyeron los edificios parroquiales a ambos lados de la iglesia retranqueada a la que se accede tras cruzar una verja.
Su arquitectura inspirada en el primer barroco madrileño muestra una gran sencillez de líneas y decorativa, tanto en su exterior de dos cuerpos como en su interior.
Su planta es de cruz latina, con tres naves y crucero.
En el comienzo de la nave de la Epístola, a la derecha, se encuentra la sencilla pila bautismal.
Al final, tras una puerta una pequeña estancia guarda una Virgen el Pilar y una Piedad de Olot.
En la nave del Evangelio, en la cabecera existe una Capilla dedicada al Santísimo Sacramento. En el crucero, un retablo neo barroco.
El retablo mayor es de inspiración neoclásica formado por dos columnas de estuco decoradas al trampantojo, imitando jaspe verde, que acogen una hornacina donde se encuentra el grupo escultórico de Nuestra Señora de las Angustias. Lamentablemente, la antigua imagen procedente de la Capilla del Palacio del Buen Retiro que había sobrevivido a numerosos traslados, desapareció durante la guerra. La actual es una obra del escultor e imaginero valenciano José María Alcácer Guzmán.
La Virgen de las Angustias representa el mismo tema iconográfico que la más conocida escena de La Piedad, el momento en que la Virgen se queda sola con su Hijo muerto sobre sus rodillas y lo acoge en sus brazos.
Es la Virgen de las Angustias, imagen de una iglesia de barrio, el primero de mi vida, al que me ha encantado volver.
Por Mercedes Gómez
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Bibliografía:
A. Velasco Zazo. Recintos sagrados de Madrid. La Librería 2003.
P.F. García G. – A.F. Martínez C. Iglesias de Madrid. La Librería. 2006.
R. Amador de los Ríos. Los Jardines del Buen Retiro. La España Moderna, enero 1905. (Mº de Cultura).
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