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Hace unos años conocimos la historia de la Residencia de Señoritas, grupo femenino de la Residencia de Estudiantes que había sido creada por la Junta de Ampliación de Estudios en 1910, inspirada en las ideas de la Institución Libre de Enseñanza. La Residencia de Señoritas abrió sus puertas en octubre de 1915 bajo la dirección de María de Maeztu.
Tuvimos ocasión de visitar el exterior de la antigua Residencia, el Pabellón de Fortuny, su precioso jardín con la fuente que conocieron sus antiguas inquilinas y el Pabellón Arniches; actualmente el conjunto es la sede de la Fundación Ortega-Marañón.
Tras una extraordinaria restauración y rehabilitación, a cargo de Jerónimo Junquera –arquitecto que ya realizó la primera rehabilitación para la Fundación en 1983–, hace pocos días se ha inaugurado el Espacio Cultural Ortega-Marañón, cuya visita ofrece muchos alicientes.
La entrada tiene lugar por el jardín del palacete, en Fortuny 53, ocupado por las oficinas de la Fundación.
A sus espaldas está la entrada al Pabellón Arniches, así llamado en honor a su arquitecto, como vimos; una joya del racionalismo madrileño que ahora alberga el Espacio Cultural.
La primera grata sorpresa la encontramos en el vestíbulo, con un cartel explicativo: los restos de un viaje de agua, felizmente conservados bajo un cristal.
El Viaje de la Castellana fue uno de los creados en el siglo XVII ante la necesidad de abastecimiento de agua a la ciudad, pero según leemos «esta galería debió de construirse a partir del proyecto de reforma de la Fuente Castellana de 1833».
Accedemos al interior del Pabellón donde podremos visitar tres exposiciones. En la planta baja, la temporal dedicada a la historia de la propia Residencia de Señoritas, Motor de igualdad. La Residencia de Señoritas (1915-1936).
La muestra recorre toda la historia de la institución con textos, fotografías, documentos, muebles y objetos. Los edificios, la figura de María de Maeztu, cómo era la vida en la residencia, sus horarios, normas…

Mesa y butaca de lectura diseñadas por Carlos Arniches y Martín Domínguez, 1933. Fundación José Ortega y Gasset-Gregorio Marañón.
Conocemos cómo era la vida académica, tiempos de ocio, los deportes que practicaban…

Raquetas, discos, bola de lanzamiento de martillo, esquíes, sticks de hockey, etc. (h. 1930). INEF. Universidad Politécnica de Madrid.
Asistimos a la descripción de cómo era su vida en la residencia, hasta su triste final a causa de la guerra.
En las plantas 1 y 2 se encuentra la exposición permanente Ortega-Marañón. Ciencia y pensamiento, con un interesante recorrido a lo largo de la vida y obra de ambas figuras.
Mencionemos también que en el jardín una escultura de Pablo Serrano, artista tan admirado en este blog, recuerda a José Ortega y Gasset.
La visita además nos permite conocer el interior del Pabellón Arniches, sede de las exposiciones.
Nos admira contemplar las formas racionalistas creadas por Carlos Arniches, de quien hemos hablado aquí en varias ocasiones.
Contemplar su arquitectura singular desde el exterior, y su interior.
Fundación Ortega-Marañón
Calle Fortuny, 53
Exposición temporal: Motor de igualdad. La Residencia de Señoritas (1915-1936), hasta el 1 de julio.
Exposición permanente: Ortega-Marañón. Ciencia y pensamiento.
Entrada gratuita.
Por: Mercedes Gómez
El antiguo Hipódromo de Madrid estaba situado en el Paseo de la Castellana frente al Palacio de las Artes y la Industria, actual sede del Museo de Ciencias Naturales y la Escuela de Ingenieros, lugar que por ello recibiría el nombre de Altos del Hipódromo. Fue derribado en 1933 dentro del Plan de Ordenación de la zona y la construcción de los edificios hoy conocidos como Nuevos Ministerios. Junto al arquitecto Secundino Zuazo en ese gran proyecto trabajó el ingeniero Eduardo Torroja.
El mismo Torroja junto a los arquitectos Carlos Arniches y Martín Domínguez construiría el nuevo Hipódromo fuera de la ciudad, en la Zarzuela, cerca de El Pardo. En 1934 su proyecto resultó ganador entre las nueve propuestas presentadas al concurso convocado. La obra quedó interrumpida por la guerra y no finalizó hasta 1941.
El Hipódromo de la Zarzuela, con su famosa marquesina volada, es una obra extraordinaria, una de las más importantes del siglo XX, por su arquitectura innovadora y su belleza.
Hace pocos días tuvimos ocasión de visitarlo gracias nuevamente a uno de los magníficos programas esPATRIMONIODescúbrelo organizados por Dolores Muñoz, en este caso dedicado a Eduardo Torroja, dentro del Ciclo Movimiento Moderno y los grandes Maestros del siglo XX.
La visita, en su primera parte, fue guiada por el arquitecto restaurador Jerónimo Junquera. Tras una breve introducción histórica nos explicó los pasos y características de la restauración que tras años de abandono y dificultades devolvieron la vida al Hipódromo de Madrid reabierto en 2005. El objetivo fue recuperar los valores, materiales y sistemas constructivos originales.
Nuestro punto de encuentro fue el vestíbulo de la tribuna sur.
En el edificio que acoge el vestíbulo se encuentran las taquillas, sala de apuestas y acceso a las tribunas.
Dominan las formas curvas, bellas y armónicas.
Sobre él se apoyan las gradas de las tribunas.
Y su cubierta de 12,80 metros de vuelo formada por bóvedas laminares de hormigón armado con solo 5 cm. de espesor en el extremo.
Las instalaciones del Hipódromo en cierto modo recuerdan a la arquitectura regionalista que los arquitectos practicaron en un primer momento, como Los albergues de carretera, considerados la arquitectura del primer desarrollo turístico español (1928-1935) que vimos en la exposición del Museo ICO, Arniches y Domínguez. La Arquitectura y la vida.
Las vigas recuerdan las tradicionales de madera, pero son de hormigón.
Por el contrario, el edificio de las tribunas fue totalmente innovador. Tras las gradas hay una galería superior, también en voladizo, que equilibra la construcción y mediante tirantes de acero sujeta la cubierta.
Sin duda se trata de una singular obra de arquitectura e ingeniería que tras los trabajos de limpieza y restauración (que nos cuenta Junquera no han terminado) luce espléndida.
Museo Eduardo Torroja
Después visitamos el Museo Eduardo Torroja, inaugurado en 2016 con el fin de rendir homenaje al gran ingeniero, ubicado en una sala bajo la tribuna norte, acondicionado y adecuado para museo también por el estudio Junquera Arquitectos.
Fotografías, documentos y maquetas explican la gran obra de Torroja.
El museo se puede visitar los domingos durante las jornadas de Carreras de Caballos; la temporada se acaba de inaugurar. Toda la información en la web de la Fundación Eduardo Torroja y del Hipódromo.
Por: Mercedes Gómez
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Bibliografía:
Catálogo Museo Eduardo Torroja. Fundación Torroja, Madrid, 2016.
“Rehabilitación de las cubiertas del Hipódromo de la Zarzuela en Madrid”
Guía de Arquitectura. COAM.
“Hipódromo de la Zarzuela». Informes de la Construcción nº 137, 1962.
Continuamos nuestro paseo alrededor de los primeros depósitos de agua del Canal de Isabel II. Como vimos, en 1858 fue inaugurado el Primer Depósito. Solo tres años después, debido a la creciente necesidad de agua en Madrid, se proyectó la construcción del segundo.
El Segundo Depósito o Depósito Mayor se comenzó a construir en 1865 enfrente del primero, entre las calles de Bravo Murillo y Santa Engracia, con capacidad para más de 180.000 metros cúbicos de agua.
Esta obra tampoco fue fácil, no finalizó hasta catorce años después. Mucho más grande que el primero, con el fin de asegurar el abastecimiento, mide 208 x 138 metros. Su traza es parecida, consta de 1.040 pilares de ladrillo con basa de piedra con arcos de medio punto cubiertos por bóvedas de cañón.
El diseño fue obra del mismo ingeniero del primer depósito, Juan de Ribera. En 1867 intervino José Morer, que realizó una serie de reformas.

Interior del Depósito Mayor, tomada de: Exposición Iberoamericana de Sevilla, 1929-1930. Severino Bello Poëyusan. (En madridmasd.org)
Igual que el primero, el exterior fue cubierto por zona de verde pradera.
En la fachada a Bravo Murillo, frente a la Fuente del Lozoya –donde nos habíamos quedado–, en 1882 se construyó una doble escalera, en lugar de la fuente que había proyectado Ribera inicialmente. Su autor fue Diego Martín Montalvo.
Actualmente el acceso está cerrado y tapiado.
Recordemos que el Primer Depósito quedó fuera de servicio, así este Depósito Mayor en la actualidad es el más antiguo de Madrid.
En 1963 en la calle que lleva su nombre, en la esquina con José Abascal, fue instalado el monumento dedicado a Juan Bravo Murillo, procedente de la glorieta de Bilbao.
La estatua y el pedestal habían sido realizados en 1902 por el escultor Miguel Ángel Trilles en homenaje a este ministro de Obras Públicas que impulsó la creación del Canal de Isabel II, que resultaría tan importante y decisivo para la vida y desarrollo de la ciudad de Madrid.
La gran parcela entre las calles de Bravo Murillo, José Abascal y Santa Engracia fue ocupada por las oficinas del Canal y por un gran Jardín, además del Primer Depósito Elevado.
En 1932 el arquitecto Carlos Arniches fue el autor de un nuevo edificio de oficinas ubicado junto al depósito.
Hoy día la entrada a las Oficinas Centrales del Canal de Isabel II tiene lugar por la calle de Santa Engracia.
Además de a las oficinas se accede a los jardines que rodean la pradera sobre el Depósito Mayor. El Jardín de la Rocalla, de los Castaños, del Estanque y el del Depósito Elevado. Cuando la visita a la Sala de Exposiciones tenía lugar por esta entrada principal, no hace demasiado tiempo, se podía contemplar una parte del hermoso jardín. Hace un tiempo se abrió una entrada directa por lo que hoy día apenas se puede ver.
La magnífica Sala Canal Isabel II ocupa el Cuarto Depósito, construido entre 1907 y 1911 junto al Depósito Mayor. Fue el Primer Depósito Elevado.
Pero antes de recordarlo tenemos que hablar del Tercer Depósito.
Continuará….
Por : Mercedes Gómez
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Bibliografía:
VVAA. Exposición Agua y Ciudad: detrás del grifo. Fundación Canal Isabel II, Madrid, 2001.
COAM. Arquitectura de Madrid. Madrid 2003.
Canal de Isabel II. Guía de los Jardines de las Oficinas Centrales.
El Museo ICO ha inaugurado la exposición Arniches y Domínguez. La Arquitectura y la Vida, un paso más en la magnífica labor que lleva a cabo esta institución en la investigación y divulgación de la mejor arquitectura de los siglos XX y XXI.
Tuve la suerte y el placer de asistir a la presentación el pasado día 4 y a la visita guiada que nos regalaron los comisarios, Pablo Rabasco y Martín Domínguez Ruz, hijo de Martín Domínguez. Fue muy interesante, enriquecedora, bonita y emotiva.
En la planta baja del museo se explica la vida de ambos arquitectos Carlos Arniches y Martín Domínguez y su valor como retrato de una época y expresión de un momento social y creativo; su relación pues eran amigos además de colegas, posterior separación debido a la guerra y finalmente el exilio.
La bienvenida nos la dan dos butacas, diseño de los propios arquitectos para los albergues de carretera del Patronato Nacional de Turismo en 1931, utilizadas dos años después en el nuevo pabellón de la Residencia de Señoritas, obra que como vimos Arniches construyó para la Junta de Ampliación de Estudios.
“Dos butacas vacías, diseñadas por ambos en los años 20, simbolizan el trabajo en equipo, la amistad y también la ausencia”.
Carlos Arniches nació en Madrid en 1895, Martín Domínguez dos años después en San Sebastián, aunque se trasladó muy joven a la capital y vivió en la Residencia de Estudiantes; ambos estudiaron en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid.
Una foto impagable, hecha por Martín Domínguez, con la Cibeles de fondo, quedó para la posteridad como testigo de una excursión que en marzo de 1921 realizó la Residencia al Museo del Prado.

Excursión Museo del Prado, Residencia de Estudiantes, 21 marzo 1921. Presentes: F. García Lorca y Luis Buñuel entre otros. Foto: Martín Domínguez Esteban.
Arniches y Domínguez formaban parte de la llamada generación del 25 que recibió esa denominación por la admiración que el grupo sintió hacia algunas de las obras expuestas en la Exposición Internacional de Artes Decorativas e Industriales ese año en París. Los dos vivieron el ambiente intelectual madrileño de los años 20 y 30 y las tertulias en los cafés. Incluso crearon alguno, o lo reformaron. Una de sus primeras obras fue el Bar del Palace, hotel en el que tuvieron su estudio, en la planta baja.
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El título, La Arquitectura y la Vida, no es nuevo, ya fue utilizado entre 1926 y 1928, era el de una sección del Diario El Sol en la que ambos arquitectos escribían sobre arquitectura para el gran público.
Lo primero que podemos admirar al entrar en la primera Sala es la extraordinaria maqueta de la Colina de los Chopos, lugar que tantas veces hemos recorrido en este blog y en la que trabajaron nuestros protagonistas.
Arniches y Domínguez, sus nombres aparecen casi siempre unidos al hablar de la historia de la arquitectura española. Trabajaron juntos en muchos proyectos, desde 1924 hasta 1936, cuando la guerra truncó todo.
Sin embargo su historia va mucho más allá, y ese es uno de los grandes descubrimientos que nos brinda esta muestra.
Desgraciadamente nunca sabremos hasta donde habrían llegado de haber podido continuar su vida y su obra juntos, en Madrid y en España. Sí conocemos que a partir de entonces tuvieron que separarse y vivir el exilio. Arniches, el tristemente llamado exilio interior, y Domínguez dos exilios, primero en Cuba –país que en 1960 tras la Revolución tuvo que abandonar después de haber vivido y trabajado durante 23 años allí–, luego en Estados Unidos, donde trabajó como profesor en la Universidad de Cornell hasta su muerte en 1970.
Arniches había muerto mucho antes, en 1958, en su Madrid natal.
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En la primera planta, en la siempre sorprendente Sala de las Columnas, un atractivo montaje muestra una selección de sus obras, las primeras en común y las que luego realizaron por separado.
Los primeros encargos que recibieron consistieron en la creación de ambientes en los que dieron mucha importancia al mobiliario, iluminación, etc., fueron sus Primeras obras, la definición de un camino (1924-1933). La Granja El Henar, Bar Hotel Palace, Tienda Regent, etc.
Sin duda eran dos grandes artistas, de talento individual, pero lo más importante en aquellos momentos fue el camino que abrieron, el trabajo en equipo que originó obras irrepetibles, hitos arquitectónicos, el camino a la modernidad.
En segundo lugar se expone Arquitectura y Turismo. Los albergues de carretera, considerados la arquitectura del primer desarrollo turístico español (1928-1935).
Otro apartado importantísimo es la aquí llamada Arquitectura para una nueva educación.
Recordemos que en la zona norte de la Colina de los Chopos entre 1931 y 1933 Carlos Arniches y Martín Domínguez construyeron el Instituto-Escuela –hoy Ramiro de Maeztu– y el mítico Auditórium del cual únicamente se conserva el claustro. Como sabemos en su lugar Miguel Fisac construyó la Capilla del Espíritu Santo para el CSIC.
Ya habían edificado el Instituto-Escuela en 1931 cuando en 1933, aunque no se conozca este hecho lo suficiente, colaboraron con Secundino Zuazo en la construcción de los Nuevos Ministerios. Domínguez trabajaba por la mañana en el estudio de Zuazo y Arniches en la Junta de Ampliación de Estudios. Por las tardes, ambos trabajaban en su despacho en el Hotel Palace y ambos colaboraron con Zuazo en esta gran obra, y otras, por ejemplo el Café Zahara y el Bar Miami.
Como remate a su trabajo conjunto, encontramos la obra cumbre, culminación de sus ideas, y última en colaboración, el Hipódromo de la Zarzuela, ambos arquitectos nuevamente con el ingeniero Eduardo Torroja.

Hipódromo de la Zarzuela. Arniches, Domínguez y Torroja. CSIC Informes de la Construcción, vol. 14, 137, 1962.
Después llegó la guerra, la depuración y los exilios.
El exilio interior de Carlos Arniches. Tras cinco duros años en que no pudo ejercer, en el Madrid de los años 40 obtuvo algún trabajo como arquitecto independiente, por ejemplo el Café de la Elipa, la reforma del Café Gijón y la construcción de la Farmacia en la calle de Goya, desaparecida.
Después consiguió trabajos para el Instituto Nacional de Colonización. Se exponen aquí sus interesantes Poblados de colonización realizados en los años 50 en Córdoba y Badajoz.
En el caso de Domínguez la prohibición de ejercer fue declarada a perpetuidad por lo que se vio obligado a abandonar España.
Así, finalmente conocemos la gran obra de Martín Domínguez en el exilio. Primero en Cuba, los edificios y viviendas sociales (1945-1959). Además allí el arquitecto continuó el trabajo que había desarrollado con Arniches en el Diario El Sol, escribiendo artículos divulgativos en el cubano Diario de la Marina.
Y luego en Estados Unidos. Como nos cuenta su hijo, el comisario y también arquitecto Martín Domínguez Ruz, uno de los objetivos de la muestra es rescatar la historia. A veces, el tiempo y el desconocimiento van sembrando dudas. Cuando uno se va los vientos del olvido y las narrativas interesadas borran las huellas del pasado.
Seguro que esta exposición y el magnífico Catálogo ayudarán a evitarlo y dar a conocer la verdad sobre el gran trabajo de estos dos arquitectos cuyo primer objetivo era el servicio a la sociedad, la arquitectura como escenario de la vida.
Cerremos el artículo volviendo a su última obra conjunta, el Hipódromo. Al término de la guerra a Arniches no se le permitió finalizar lo que había proyectado con Domínguez y Torroja. Y las tribunas de esta singular construcción fueron atribuidas al ingeniero en exclusiva cuando en realidad fueron obra de los tres.
Por: Mercedes Gómez
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Bibliografía
VVAA. Catálogo Arniches y Domínguez. RABASCO, Pablo y DOMÍNGUEZ RUZ, Martín (eds.). Museo ICO y Ed. Akal, Madrid 2017.
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Museo ICO
Calle Zorrilla, 3
Arniches y Domínguez. La arquitectura y la vida.
Del 4 de octubre al 21 de enero de 2018
Horario: de martes a sábado, de 11 a 20 h.; domingo y festivos, de 10 a 14 h.
Entrada gratuita.
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