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La existencia de una imagen de piedra en la Cuesta de la Vega, donde según la leyenda se halló la Virgen de la Almudena, es muy antigua.
Hay constancia de una Cédula del Rey Católico, de 1512, concediendo a Madrid licencia para echar sisa hasta en cantidad de 15.000 maravedís, a fin de hacer un humilladero en la Puerta de la Vega y empedrar los dos caminos que a ella conducían. El 29 de octubre de ese año los miembros del Concejo acordaron que la sisa de los quince mil maravedís fueran para el umilladero de puerta de Alvega. Según Timoteo Domingo Palacio –archivero de la Villa en 1909– este humilladero estaría indudablemente dedicado a la Virgen de la Almudena.
Cuenta Enrique Repullés, uno de los arquitectos de la Catedral, que el cubo de la muralla donde según la tradición fue hallada la imagen se derribó en 1707, en tiempos de Felipe V, de modo que en otra torre cercana se colocó en una hornacina una imagen de piedra representándola vestida, tal y como se hallaba entonces (la Almudena estuvo cubierta con vestidos desde 1640 a 1890, año en que el obispo mando retirarlos para que se pudiese ver la talla original).
Entre 1829-1831 el muro donde se encontraba la hornacina fue restaurado bajo la dirección del arquitecto municipal Francisco Javier Mariátegui. Debajo, se colocó la inscripción: «En el año de 1085 se apareció la imagen de María Santísima de la Almudena dentro del cubo que había en este sitio; y para memoria de tan dichosa aparición, el Excelentísimo Ayuntamiento ha ejecutado esta obra, año de 1830». La imagen es conocida gracias a la fotografía de Jean Laurent, La Cuesta de la Vega, datada entre 1860-1886.
A finales del siglo XIX, al comenzar las obras de la Catedral, en los terrenos cedidos por la Corona entre la Cuesta de la Vega y el Palacio Real, se construyó un nuevo muro de contención, mirando al sur, y en él un nicho donde se colocó la estatua otra vez, con la intención de recordar el origen de la Virgen de la Almudena. La imagen, deteriorada debido al paso del tiempo, se sustituyó por otra igualmente de piedra, que estuvo desde 1870 a 1936.
Esta escultura, como se aprecia en las fotografías de la época, estuvo adornada con una corona de metal dorado con piedras de colores, de autor anónimo, que había sido realizada en 1812, que hoy se conserva en el Museo de la Catedral.

Nuestra Señora de la Almudena vestida con el traje donado por la reina María Luisa de Parma en 1786 y la corona que estuvo en la Cuesta de la Vega. Museo de la Catedral.
La imagen sufrió grandes desperfectos durante la guerra. En el Museo de Historia de Madrid, antes Museo Municipal, se conservan unos interesantes restos, dos bloques de piedra caliza que corresponden al manto de la Virgen.
Estuvieron un tiempo en el jardín del museo. En la actualidad se encuentran en el almacén a la espera de nuevos datos y acaso un proyecto de su exposición al público.
Según el expediente de ingreso «un bloque de piedra que era parte del manto de la desaparecida imagen de Nuestra Señora de la Almudena… llegó al museo en el año 1949 como donación del Obispado». En realidad se trata al menos de dos fragmentos.
Observando detenidamente los dibujos de estos restos y las fotografías conservadas parece que se trata de una parte de la zona izquierda inferior y de la superior derecha, hay detalles del bordado del manto que se aprecian muy bien.

Virgen de la Almudena en la Cuesta de la Vega (1926, foto “Por esos mundos”) y fragmento del manto conservado en el Museo de Historia de Madrid en la actualidad.
Sustituyendo a esta imagen, el 7 de noviembre de 1941 se instaló la nueva escultura, obra de Fernando Valero. La Virgen recuperó su aspecto original, sin manto.
Recientemente, en 2013, ha sido nuevamente sustituida. Durante las obras de construcción del Museo de Colecciones Reales, desaparecido el antiguo muro de ladrillo, en la actual fachada sur del museo se construyó una nueva hornacina y se encargó una nueva estatua, similar a la anterior. Esta última, que recordemos había sido instalada en 1941, fue donada por el entonces arzobispo de Madrid don Antonio María Rouco Varela a la parroquia del pueblo de Navacerrada, donde se encuentra actualmente, en una pequeña ermita o humilladero dedicado a la Patrona de Madrid en el jardín a la salida de la iglesia.
En octubre de ese mismo año 2013 se bendijo la nueva imagen en la Cuesta de la Vega. La inscripción Imagen de María Santísima de la Almudena, ocultada en este sitio el año 712 y descubierta milagrosamente en el de 1085, sigue mostrándose.
Por: Mercedes Gómez
Con todo mi agradecimiento al Museo de la Catedral de la Almudena y al Museo de Historia de Madrid por su ayuda.
NOTA:
Esta entrada, como la dedicada al Origen de La Virgen de la Almudena, es resumen de otro capítulo de mi trabajo «La Virgen de la Almudena. Historia, leyendas y representaciones de la imagen venerada en la Catedral de Madrid» publicado en El Mundo de las Catedrales, Colección del Instituto Escurialense de Investigaciones Históricas y Artísticas, nº 62, San Lorenzo del Escorial, 2019.
Recordemos que entre 1574 y 1579 el Concejo había adquirido unas casas en la plaza de San Salvador. En ellas se reunieron hasta el año 1619; por entonces tuvieron que buscar un nuevo lugar debido a su estado ruinoso. Estas viejas casas consistoriales fueron derribadas y el solar, propiedad del Ayuntamiento de Madrid, fue el elegido para construir la Casa de la Villa. El Concejo se trasladó, de alquiler, a las casas que habían sido de don Juan de Acuña en la calle Mayor.
Por fin, en 1629, reinando Felipe IV, una Licencia Real concedió la autorización para construir la Casa Ayuntamiento de Madrid. El Concejo encargó el proyecto al arquitecto Juan Gómez de Mora, Maestro Mayor de Obras Reales y Maestro Mayor de Obras de la Villa. El primer proyecto no se conserva pero sí un dibujo posterior, el alzado del edificio que en esencia se cree mantiene la idea inicial del arquitecto. La construcción no comenzó hasta 1644.

Casa de la Villa de Madrid, alzado de la fachada a la calle Mayor, 1644 (Catálogo Juan Gómez de Mora, nº 122) (Museo de Historia)
En la edificación de la Casa de la Villa, que tardó muchos años en terminarse debido sobre todo a problemas económicos, participaron varios arquitectos. A partir del proyecto de Gómez de Mora, intervinieron José de Villarreal, Bartolomé Hurtado, José y Manuel del Olmo, Cristóbal de Aguilera y Teodoro Ardemans.
Una pintura expuesta en el Museo de Historia, realizada entre 1676-1700, muestra la Casa Consistorial en construcción.

“Milagro de la Virgen de Atocha en las obras de construcción de la Casa de la Villa”, óleo sobre lienzo, anónimo (1676-1700).
La escena representada tiene lugar en la plaza de la Villa. Además de ofrecer mucha información sobre el ambiente de la plaza en la que en esos momentos se encuentran todo tipo de personajes, “obreros, clérigos, aguadores, mujeres, niños, caballeros, mendigos, vendedores y animales” también permite observar la construcción de la sede del Concejo madrileño que se estaba llevando a cabo.

“Milagro de la Virgen de Atocha en las obras de construcción de la Casa de la Villa”, óleo sobre lienzo, anónimo (1676-1700) (detalle)
Teodoro Ardemans fue el encargado de acabar las obras, lo cual ocurrió por fin en 1695, después de más de cincuenta años. Este arquitecto diseñó las dos portadas barrocas, ideó la capilla, configuró el patio, la escalera de honor y remató las torres.
Las dos entradas se deben a que en origen el edificio fue diseñado para albergar la Casa y la Cárcel de Villa. La de la izquierda era la que daba acceso a la Cárcel; la de la derecha al Ayuntamiento.
El Salón Real se creó en 1656, con el balcón que se asoma a la calle Mayor, para que la reina pudiera contemplar la procesión del Corpus en la casa nueva que se estaba edificando, en el lugar donde había estado la cárcel vieja, como vimos en el artículo anterior.
Hoy día, desde el zaguán se accede a la Escalera de Honor donde se encuentra la escultura de la famosa Mariblanca, escalera que lleva al Salón Real y a otras estancias nobles, como veremos.
Con el tiempo el Salón, desde el que las reinas contemplaban la procesión del Corpus, se convirtió en Sala de recepciones o antesala de la Alcaldía; hoy es conocido como Salón Goya por el cuadro que lo adorna; es una copia del cuadro Alegoría de la Villa de Madrid cuyo original se encuentra en el Museo de Historia.
En este salón se encuentran otras pinturas notables, como la Crucifixión de Francisco Ricci (1662) y Los enterramientos del 3 de mayo de 1808 de Vicente Palmaroli (1871). El techo fue pintado por Pedro Martín Ledesma y Juan de Villegas.
Más cambios y reformas en el siglo XVIII dieron al edificio su aspecto actual.
La columnata que da a la calle Mayor, en el balcón abierto en origen, es obra de Juan de Villanueva (1787).
Otra pintura propiedad del Museo de Historia, El coche real pasando ante el Ayuntamiento, obra de Manuel Fernández Sanahuja, representa el paso de la carroza real por la calle Mayor ante la Casa de la Villa el 29 de noviembre de 1879, día de las segundas nupcias del rey Alfonso XII con María Cristina de Habsburgo-Lorena. Sanahuja pintó la fachada del Ayuntamiento que da a la calle Mayor.
Recordemos que también es el autor de las bellas acuarelas que reproducen algunos de los frescos pintados sobre la fachada de la Casa de la Panadería, que existieron hasta al menos 1880.

M.F, Sanahuja, “El coche real pasando ante el Ayuntamiento”, óleo sobre lienzo (1879) (memoriademadrid.es)
El edificio de Gómez de Mora estaba organizado alrededor de un patio, el Patio de la Casa de la Villa, al cual se accedía directamente desde la calle por ambas portadas.
En 1896 fue cerrado, convertido en dos pisos mediante un suelo intermedio, y cubierto. Transformado en Sala de reuniones, los balcones se convirtieron en puertas. Al ser destruida una parte de la cubierta durante la guerra civil posteriormente se instaló el nuevo techo formado por magníficas vidrieras de la Casa Maumejean, que es el que actualmente se puede admirar.
Hoy día es conocido como el Patio de Cristales.
Nuevas reformas de menor importancia y restauraciones tuvieron lugar en los siglos XIX – XX.
En la buhardilla de la torre esquina con la calle Mayor, llamada la Torre del Reloj, fue instalado el reloj procedente de la derribada iglesia de San Salvador.
En la actualidad, el reloj –que no he conseguido saber si es el mismo–, está ubicado en el último cuerpo de la torre.
Bajo esta torre, Ardemans diseñó el Oratorio, decorado con las extraordinarias pinturas de Antonio Palomino.
Durante un tiempo fue despacho del Alcalde. Hoy está felizmente libre de muebles y luce en todo su esplendor.
En la Sala de la Custodia se encuentra una de las joyas municipales, obra que realizó el platero Francisco Álvarez en 1576. En esta misma estancia hay un valioso Cristo de marfil, del siglo XVII.
Finalmente, el Salón de Plenos –las pinturas del techo también fueron obra de Palomino, al temple en este caso– fue el escenario de las reuniones concejiles durante siglos.
Desde finales de 2007 la sede del Ayuntamiento madrileño es el antiguo Palacio de Comunicaciones, el Palacio de Cibeles, construido por Antonio Palacios y Joaquín Otamendi en los comienzos del siglo XX.
Por: Mercedes Gómez
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Bibliografía:
NAVASCUÉS, Pedro y HURTADO, Pedro. La Casa de Ayuntamiento de Madrid. Madrid, 1985.
VARELA, Eulogio. Casa de la Villa de Madrid. Ayuntamiento de Madrid, 1951.
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Artículos anteriores:
Hace pocos días se han presentado en el Museo de Historia de Madrid varias obras recientemente restauradas. Una pintura de Ángel Lizcano, titulada Agua, azucarillos y aguardiente, óleo sobre lienzo, de 1897, mobiliario de los siglos XVIII y XIX y dos esculturas en las que vamos a detenernos hoy.
Son dos obras muy distintas, una representa dos figuras de la religión cristiana, la otra una escena de la mitología. La primera es una talla realizada en madera de cedro, la imagen de San Joaquín y la niña María, y la segunda un conjunto de terracota que representa el mito de Diana o Selene y Endimión en su sueño eterno. Las obras tienen en común que ambas fueron realizadas en el siglo XVIII.
En la Sala de cartografía y maquetas, en el sótano, se expone San Joaquín con la Virgen niña en brazos, talla anónima realizada en madera policromada y estofada que pertenece a los fondos fundacionales del museo pues ingresó en 1927. Un panel junto a la escultura explica el complicado proceso de limpieza y restauración a que ha sido sometida.
Nos comentan en el museo que existe una pareja de esta escultura, Santa Ana, que aún está a la espera de restauración.
En la misma sala se pueden ver algunas piezas del mobiliario restaurado. Las obras permanecerán expuestas, de 12 a 14 horas, de martes a domingo. El museo justifica la reducción de horario para su conservación.
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En el Patio de acogida del Museo se encuentra el grupo escultórico de René Michel o Michel Ange Slodtz, Diana y Endimión, realizado en terracota en el año 1738.
El escultor francés Slodtz trabajó en Italia y es autor de grandes obras, entre ellas el San Bruno que se encuentra en la Basílica de San Pedro en el Vaticano.
Este conjunto barroco representa el tema de la mitología griega en que Endimión, condenado por Júpiter a dormir eternamente a cambio de la juventud y la belleza eterna, era visitado cada noche por la diosa Diana. Otros personajes y numerosos detalles completan el grupo.
La firma del artista y la fecha 1738 en la base ha llevado a pensar que se trata del modelo del conjunto realizado en mármol en 1740 que se conserva en una colección particular en Ginebra.
La escultura se encontraba en el Palacio de la Quinta de Torre Arias, bastante deteriorada por el paso del tiempo y el abandono. Se procedió a la limpieza de las capas de suciedad que tenía y así se pudo conocer la naturaleza de la obra.
El modelo fue realizado por piezas, algunas de ellas perdidas, en arcilla hueca y cocida. Los elementos desaparecidos no se han reproducido con el fin de respetar la obra y no crear un falso histórico.
Muestra una capa de engobe rosada que no se sabe si es original o añadida posteriormente, según leemos en el panel explicativo expuesto junto a la obra.
Las obras se podrán contemplar en su emplazamiento actual durante unas semanas, posiblemente al menos hasta después de las Navidades.
Por: Mercedes Gómez
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Bibliografía:
Museo de Historia
Calle Fuencarral, 78
TELLERÍA, Alberto. Una escultura ignorada de Michel-Ange Slodtz en Madrid. Madrid, Ciudadanía y Patrimonio, 2015.
Volvemos al Jardín Reservado de Felipe II en la Casa de Campo. Después de nuestra visita a las Grutas el pasado mes de junio, hace unos días hemos tenido ocasión de conocer el Vivero municipal.
El Vivero de la Casa de Campo desde el siglo XIX está ubicado en terrenos del antiguo Reservado. Es uno de los tres viveros municipales, junto al Vivero de Estufas del Retiro y el de Migas Calientes. En la actualidad es un lugar importante por la función que cumple –producción de árboles y arbustos destinados a las calles y parques madrileños–, por su belleza y por su valor histórico pues guarda las huellas del antiguo trazado.
El pintor Félix Castello lo representó en un extraordinario cuadro que podemos contemplar en el Museo de Historia de Madrid. En él vemos el palacete que fuera de los Vargas y el jardín renacentista creado por Felipe II.

Félix Castello. “La Casa de Campo” (1615-1651), óleo sobre lienzo, Museo Arqueológico Nacional (depósito en Museo de Historia)
Frente al palacete desde los inicios del siglo XVII, alineadas frente a la fachada principal, se situaban la estatua ecuestre de Felipe III, obra de Juan de Bolonia y Pietro Tacca, trasladada en tiempos de Isabel II a la plaza Mayor y la Fuente del Águila, que estuvo aquí hasta 1890.
A la derecha de la lonja de las Grutas se encontraba la Fuente de Neptuno o Fuente Rústica, que también se aprecia en la pintura de Castello.
De ella actualmente se conserva la hornacina, como vimos.
La Fuente del Águila era la más importante del jardín, pero no era la única, había varias fuentes más sencillas adornando los parterres, que también representó Castello.
Hoy día, ausentes la estatua ecuestre y la fuente, en el paseo frente a la fachada principal del palacio se encuentra el camino de entrada al vivero.
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Espero que hablemos del vivero más adelante, hoy vamos a detenernos en una singular fuente que se encuentra en el recinto, la Fuente de la Concha.
Es una fuente muy humilde, pero adornada por un antiguo elemento escultórico, probable vestigio de aquella época en la que estos terrenos estaban ocupados por los jardines renacentistas de Felipe II. Se trata de una concha de piedra identificada con la imagen del Nacimiento de Venus, representado por Botticelli.
A principios del año 2004 el jardinero Luciano Labajos la descubrió, escondida entre arbustos desde hacía al menos cincuenta años. Se conocía su existencia porque figuraba en la relación de fuentes descritas después de que la Casa de Campo pasara a manos municipales, en 1931. La memoria municipal de 1933 la incluía, mencionando su situación en los terrenos que fueran del Reservado de Felipe II. Pero durante la guerra debió sufrir desperfectos, posiblemente trasladada desde otro lugar, abandonada poco a poco fue cubriéndose de zarzas.
Se trata de una modesta construcción de ladrillo, con el frente de piedra, que acaso surtía el agua de un manantial. Actualmente el caño está seco.
En la parte superior se adorna con la mencionada concha de piedra.
Luis de Vicente, estudioso de la Casa de Campo, junto a Labajos consideraron que la concha exquisitamente labrada era un elemento del siglo XVI o XVII que debió pertenecer a algún conjunto escultórico de una de las fuentes del Reservado chico, aquel que representó Félix Castello.
Por: Mercedes Gómez
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Bibliografía:
LABAJOS, Luciano y RAMÓN-LACA, Luis. Jardinería tradicional en Madrid. Ed. La Librería 2007.
El País, 18 enero 2004.
Con motivo de la celebración del III Centenario del nacimiento de Carlos III en los próximos días se van a inaugurar en Madrid varias exposiciones, además de ciclos de conferencias y otras actividades como visitas guiadas.
Celebramos la vuelta del que dicen fue el mejor Alcalde de Madrid.
Lo cierto es que bajo su reinado se desarrollaron en la Villa grandes proyectos urbanísticos y de embellecimiento de la ciudad. Todo ello podremos conocerlo gracias a este merecido homenaje conjunto de algunos de nuestros museos e instituciones al rey ilustrado, que en cierto modo es también un homenaje a Madrid.
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La semana que viene, el martes 6 de diciembre, Día de la Constitución, se inaugura la primera exposición, Carlos III. Majestad y Ornato en los Escenarios del Rey Ilustrado, en el mejor escenario posible, el Palacio Real. Se podrá visitar hasta el 31 de marzo de 2017.
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El Museo de Historia de Madrid se suma al recuerdo del rey con la muestra Carlos III y el Madrid de las Luces que podremos visitar desde el día 13 de diciembre hasta el 29 de abril. Casi doscientas piezas procedentes de varios museos nos ayudaran a conocer el Madrid de la época y el progreso conseguido durante su reinado.
El museo además ha inaugurado un ciclo de conferencias III Centenario del nacimiento de Carlos III, que se prolongará hasta el próximo mes de mayo. Organizado por el Instituto de Estudios Madrileños y el Ayuntamiento de Madrid se trata de resaltar y explicar el gran papel del monarca. Una oportunidad única para conocer en profundidad todos los aspectos que explican el reinado de Carlos III y su influencia en nuestra ciudad.
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Desde el día 15 y hasta el 16 de marzo podremos visitar en el Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando la muestra Carlos III y la difusión de la antigüedad. Nápoles, Madrid, México.
Programada por la Real Academia junto con el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles y la Escuela de Bellas de Artes de la Universidad Nacional Autónoma de México, se celebrará simultáneamente en las tres ciudades relacionadas con la actividad arqueológica del monarca: Nápoles, Madrid y México DF.
Su objetivo principal es resaltar el papel del rey en la difusión de los descubrimientos arqueológicos que tuvieron lugar en Herculano y el impulso que dio al conocimiento de las antigüedades a través de las Academias de Madrid y de Nueva España.
En la misma sede de la Real Academia desde el día 21 veremos la exposición Una corte para el rey. Carlos III y los Sitios Reales organizada por la Dirección General de Patrimonio Cultural de la Comunidad de Madrid, en colaboración con la Academia y Patrimonio Nacional. Su objetivo es dar a conocer la influencia del monarca en la innovación y adecuación arquitectónica y urbanística de la Villa y de los Sitios Reales.
Se complementará con un programa de visitas guiadas que requerirán inscripción previa y que de momento no conocemos fechas. También con un ciclo de conferencias.
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Desde el viernes 16 de diciembre, el Museo Arqueológico Nacional nos ofrecerá la exposición Carlos III, proyección exterior y científica de un reinado ilustrado.
En este caso su objetivo es valorar dos aspectos muy importantes del reinado de Carlos III: la política exterior y la aportación científico-cultural española, así como el papel desempeñado por la Corona en la promoción del conocimiento. Se expondrán unas cien piezas procedentes de diversas instituciones.
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Preparemos las agendas porque el programa es amplio, interesante y muy bonito. Muchas actividades para disfrutar este otoño-invierno en Madrid, con Carlos III.
Por : Mercedes Gómez
Jean Laurent y Minier nació en Garchizy, región de Borgoña, Francia, el 23 de julio de 1816. El próximo sábado se cumplirán 200 años.
Llegó a Madrid en 1844, joven, con la intención de hacer fortuna, como tantos otros. Tenía 27 años.
Después de otros trabajos y actividades –comenzó como jaspeador de papel– en 1856 abrió su estudio fotográfico en la Carrera de San Jerónimo. Pronto consiguió un gran prestigio y fama como retratista. Además tuvo una gran visión comercial y empresarial; desarrolló una gran obra que hoy es un valioso legado, sus fotografías son documentos inestimables.
Entre 1861 y 1868 utilizó como reclamo comercial que era Fotógrafo de SM la Reina. De esa época son algunos de los Retratos, que tan importante papel juegan en su obra.
Laurent no solo fotografió a la reina Isabel II, sino también a aristócratas y a muchos de los personajes más notables del siglo XIX.

General Prim (entre 1865-1870). Carte de visite, papel a la albúmina sepia. 10×6 cm (Album muestrario del estudio fotográfico de J. Laurent N.2) (memoriademadrid)
Además, Laurent, con la ayuda de sus colaboradores, recogió todos los sucesos decisivos, la llegada del ferrocarril, la traída de las aguas del Canal… y las transformaciones de la ciudad, como la de la Puerta del Sol, que fotografió antes y después de la reforma. Reflejó momentos importantes de la historia de Madrid, sus cambios urbanísticos y su vida cotidiana. Su obra es imprescindible para el estudio y comprensión de la sociedad madrileña y española de la época.
En la famosa exposición dedicada al Antiguo Madrid en 1926 en el edificio del Hospicio se expusieron varias fotografías de Laurent. Algunas de ellas pasaron a formar parte del Museo Municipal que poco después fue allí instalado.
El Museo Municipal, hoy llamado Museo de Historia, posee una gran colección de fotografías históricas –positivos en papel, positivos en formato tarjeta de visita, negativos de vidrio y postales–, más de 26.000, de las cuales 5.011 son obra de Laurent. Al museo llegaron por diversas vías, adquisiciones, donaciones…
Actualmente en la 2ª planta dedicada al siglo XIX, al Sueño de una ciudad nueva, se exponen algunas de sus fotos, como las que hemos visto más arriba de las Castañeras y la de la Puerta del Sol, o la que vemos a continuación del Estanque del Retiro. Pocas.
Pero en la web municipal memoriademadrid podemos admirar un gran número de ellas. Desde las fotografías más antiguas anteriores a 1863 a las tarjetas postales de comienzos del siglo XX. También se conservan algunas estampas realizadas a partir de fotografías suyas, muchas de ellas publicadas en La Ilustración Española y Americana.
Hace más de diez años el Museo Municipal acometió el proyecto de publicar el Catálogo de la obra del fotógrafo francés, acompañado de una gran tarea de investigación. En 2005 se publicó el primer tomo de retratos dedicado a los Artistas plásticos. Posteriormente se publicaron otros tres, el segundo tomo, Artistas de la escena; el tercero, Escritores, músicos, artistas de circo, toreros; y el cuarto (en dos volúmenes) dedicado a los Políticos. Faltan otros dos volúmenes para completar el plan.
Laurent fotografió la vida en Madrid y sus edificios, por supuesto la fachada del viejo Hospicio, que con el tiempo albergaría el Museo Municipal.
Curiosamente siempre firmaba como J. Laurent o Juan Laurent, nunca Jean, a pesar de ser francés y no dejar en ningún momento de ser súbdito de su país de origen. Incluso en el acta de defunción del Registro Civil se le designa como Juan Laurent.
Murió en Madrid el 24 de noviembre de 1886, fecha desconocida hasta que la descubrió Ana Gutiérrez durante su investigación incluida en la publicación del mencionado primer tomo de Jean Laurent en el Museo Municipal de Madrid.
Laurent fue enterrado en el Cementerio de la Almudena. La lápida, que al menos en 2005 (de esa fecha es la foto que se incluye en este primer tomo publicado por el Museo Municipal) estaba en muy mal estado y no permitía leer bien su nombre pues faltaban las dos primeras letras: “….AN” ¿Juan o Jean?
Esta es la preciosa nota que la autora Ana Gutiérrez escribió en su artículo J. Laurent, creador, innovador y maestro de la fotografía:
“Desde aquí requiero al Instituto del Patrimonio Histórico Español, que custodia y conserva sus negativos, para que restaure esta lápida, y al Ayuntamiento de Madrid, por ser la ciudad en la que este fotógrafo francés eligió vivir y en la que desarrolló su importante labor profesional para la difusión de la cultura española en Europa y por conservar en su Museo Municipal también una parte importante de su obra… para que lo permita, colabore y cuide de ella una vez restaurada…”
La foto y el texto son de 2005, en estos momentos desconozco si la lápida sigue en el mismo lamentable estado. Ojalá no –intentaremos recabar nueva información–, pero si así fuera, nos sumamos a la petición de la autora, Madrid se lo debe a J. Laurent.
Estos días celebramos el bicentenario de su nacimiento recordando su vida y su obra, de una importancia extraordinaria para nosotros. Gracias, J. Laurent.
Por : Mercedes Gómez
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Bibliografía:
Museo Municipal de Madrid. Jean Laurent en el Museo Municipal de Madrid. Retratos. Tomo I. Artistas Plásticos. Madrid, 2005.
Y para conocer en profundidad la vida y la obra del gran fotógrafo no dejéis de leer los magníficos artículos ya publicados en esta Semana Jean Laurent, Jean Laurent, un fotógrafo francés en la Villa y Corte, por los Laberintos del Arte; y Jean Laurent, una mirada del ayer para comprender el hoy por Investigart. Y los próximos, a los que estaremos atentos…
Y por supuesto seguidnos en Twitter con #200Laurent
¡De parte de todos, muchas gracias por vuestra participación!
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