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El Instituto de Estudios Madrileños, fiel a la cita, el próximo día 7 de abril inaugura un nuevo Ciclo de Conferencias para conmemorar el IV Centenario de la canonización de San Isidro Labrador, patrón de Madrid.

“San Isidro Labrador y el milagro de la fuente”. Anónimo (1665-1675). Museo de San Isidro. Museo de los Orígenes.
En colaboración con el Museo de San Isidro –no podríamos disfrutarlas en un escenario mejor–, las charlas serán impartidas en su salón de conferencias, los jueves de los meses de abril, mayo y junio, a las 19.00 h., según detalla el programa:
Aquí se puede descargar el cartel completo del ciclo.
Las conferencias también serán emitidas en directo vía telemática a través del canal de YouTube del Instituto, aquí, donde quedarán archivadas para posibles visiones futuras.
Además, como es habitual, todas las conferencias serán publicadas en formato impreso y digital y formarán parte del tomo LVIII de la colección Biblioteca de Estudios Madrileños.
La primera conferencia tendrá lugar el día 7 de abril, Iglesia y mundo en los entornos de las fechas significativas de San Isidro Labrador: 1079, 1172, 1622, a cargo de Francisco González de Posada.
Museo de San Isidro
Plaza de San Andrés, 2
7 de abril, 19.00 h.
Espero que sea de vuestro interés, gracias a todos.
Mercedes Gómez
Los días anteriores al 14 de marzo pasado, día que seguro casi todos recordamos, visité varios museos en busca del Madrid islámico para un trabajo que, como tantas cosas, quedó interrumpido.
En realidad no es un tema nuevo en Arte en Madrid, hemos hablado muchas veces del origen de la Villa y el Madrid andalusí, pero no me gustaría que este resumen quedara guardado en el cajón para siempre, así que he decidido recuperarlo aquí. Os invito a repetir el recorrido que hice esos días, os propongo explorar el Mayrit de los siglos IX al XI con la ayuda de nuestros museos.
La primera visita fue al Museo Arqueológico Nacional. Aunque en el MAN no hay ninguna referencia a la medina de Mayrit, las salas dedicadas a Al Andalus y su presencia en la Península Ibérica sí nos dan una magnífica información sobre la vida social, cultural, la ciencia y las artes, y las técnicas y tipología de la cerámica andalusí del siglo X, todo ello aplicable a la actividad desarrollada en el primer recinto islámico mayrití y sus arrabales, como veremos.
Después, como es obligado para conocer nuestra historia medieval, visité el Museo municipal de San Isidro o Museo de los Orígenes, en la plaza de San Andrés; y el Museo Arqueológico Regional, en Alcalá de Henares.
Y, esperemos, en un futuro, algún día… podamos visitar el Museo de Colecciones Reales. Durante su construcción se encontraron vestigios del Madrid más antiguo que completarán sin duda la información sobre nuestros orígenes.
Los museos no solo exponen cosas sino que nos explican, nos ayudan a imaginar, y así comprender: cómo vivían los primeros madrileños, dónde, cómo eran sus casas, en qué trabajaban, lo que comían, cómo cocinaban, el paisaje que les rodeaba… en definitiva, cómo eran Mayrit y los mayritíes.
Los útiles domésticos nos proporcionan mucha información. La cerámica es un indicador cronológico, social y cultural, y su análisis nos ayuda a conocer mejor una época.
Las ollas, jarros, candiles, etc. eran de una cerámica tan buena que, como sabemos, se hizo famosa. Recordemos que existe una descripción anónima de Al-Andalus en el siglo XI (luego repetida por cronistas posteriores) que dice algo así como:
«Hay en Madrid una tierra magnífica con la que se fabrican unas ollas que se emplean durante veinte años sin que se estropeen y que, además, protegen los alimentos contra cualquier alteración en los días de verano».
Esto es muy importante porque entre otras cosas, además de contarnos cómo era la vida entonces, demuestra que existía una actividad artesanal, creativa. Es cerámica realizada a torno, con decoraciones pintadas y algunas vidriadas; los musulmanes trajeron a nuestras tierras nuevas técnicas cerámicas como el vidriado, los esmaltes y la cuerda seca.
Todos estos objetos, que vemos en nuestros museos, nos permiten conocer la existencia de una vida cotidiana en la medina y saber cómo sería la vida en las viviendas que seguro aquí existieron, organizadas en muchos casos probablemente alrededor de un patio y un pozo. En el Museo de San Isidro hay una maqueta de una casa islámica que nos ayuda a comprender cómo podían ser.
Además de útiles domésticos hay otros objetos muy interesantes que revelan una vida cultural y un progreso científico; piezas de ajedrez, objetos de prestigio personal, como anillos, de tocador, para la enseñanza de la escritura, útiles quirúrgicos…
Estos materiales nos revelan que había dos grandes grupos sociales en la que podemos llamar población civil, al margen de la militar: los notables o sabios, médicos, maestros de la escritura… El astrónomo y matemático Maslama al-Maryrití, el madrileño, no fue el único científico importante nacido en el siglo X en Madrid, aunque sí el más famoso.
Y los trabajadores: comerciantes, artesanos, sobre todo los alfareros, los fabricantes de hilo, los agricultores y ganaderos…
La arqueología también nos habla de la importancia que tuvieron en el mundo árabe los sistemas de captación de agua, viajes, pozos y norias, los arcaduces (de los cuales se han hallado bastantes ejemplos en Madrid) que demuestran la existencia de norias movidas por animales, que recogían el agua de los pozos, agua que se guardaba en tinajas o cántaros, y la población la consumía en las jarras de la buena cerámica mayrití.
El agua era muy necesaria, no solo en el plano doméstico, también para la actividad agrícola y ganadera.
Unas vitrina y paneles en el Museo Arqueológico Regional muestran la gran importancia que tenía la agricultura. La cebada y el trigo eran los cereales principales, también cultivaban legumbres. En la plaza de Oriente se encontraron semillas de muchas especies, de vid, melón, zarzamora…
En el Museo de San Isidro podemos visitar un verdadero, delicioso Jardín arqueobotánico, con especies propias de los huertos del Madrid islámico. Un madroño, un manzano, olivo, etc.
La ganadería se basaba sobre todo en la explotación de ovejas y cabras, vacas, caballos… no solo para obtener alimentos sino productos secundarios como la leche o el cuero. Los mayrities también cazaban.
Además, no hay que olvidar el uso higiénico del agua; existían baños públicos, que solían estar situados cerca de la mezquita. Junto con el mercado o zoco, eran los lugares de encuentro, los tres centros de la vida social.
Una gran parte de materiales que vemos proceden de las excavaciones de la Cuesta de la Vega y la plaza de Oriente, zonas pertenecientes o próximas al primer recinto; aunque también se han producido hallazgos en otros lugares extramuros, en el exterior del primer recinto árabe, en los llamados arrabales.
El arrabal más antiguo era el situado en torno a la colina de las Vistillas. En las plazas de los Carros y de San Andrés se hallaron ollitas y cazuelas y diversos objetos utilizados en las casas y en las cocinas de los vecinos que habitaban este barrio hacia el siglo X.
La cocina era muy sencilla, basada en las legumbres y cereales que cultivaban, y la harina, leche a partir de la cual elaboraban el queso, y la carne. Todos estos alimentos se cocían (en una ollita como esta que vemos sobre el hornillo) y luego aderezaban con hierbas aromáticas.
En la Casa de San Isidro –durante la construcción del Museo–, se hallaron importantes elementos, algunos muy significativos. Uno de ellos, la famosa maqueta de una puerta de recinto fortificado, realizada a mano en terracota; se cree pudo ser un juguete, o un pebetero. Otro, una pieza de ajedrez.
Ambos objetos pertenecen al MAR; en el Museo de San Isidro, en cuyos terrenos fue hallada, se expone una réplica de la puerta.
El arrabal más próximo al primer recinto ocupaba la actual plaza de Santiago, calles de Espejo, Escalinata… En las proximidades de la plaza de Ramales se hallaron restos islámicos de los siglos IX-XI.
Entre los siglos X-XII la población musulmana también habitó zonas de la calle Mayor y del Sacramento, terrenos surcados por callejuelas que hoy conforman uno de los rincones madrileños que mejor conservan el trazado medieval. Las callejas, los solares, las construcciones… se debieron ir adaptando a la forma de los entonces seguramente tortuosos caminos de tierra, como vimos en algunas entradas anteriores; la Plazuela de San Javier, la calle del Conde, la calle del Rollo…
Bajo la llamada plaza del Rollo (árida plaza sobre el aparcamiento de la calle Sacramento) y alrededores se hallaron numerosos silos con restos que indican que pudo haber una gran ocupación en la zona:
Se hallaron cerámicas y restos de construcciones, piedras y tejas, de los siglos X y XI que, no se si se han expuesto alguna vez, pero creo que es un dato muy importante.
La población continuaba creciendo y surgió el arrabal de la Cava Baja, en las actuales calles del Almendro, Nuncio, hasta Puerta Cerrada. Durante la excavación en la calle del Nuncio 13 diferentes fases de la intervención proporcionaron información de diversas épocas, se constató que la ocupación más antigua correspondió a los siglos X-XII, es decir, la época medieval islámica, como en otros solares próximos.
Todas estas piezas que podemos ver en nuestros museos, tan interesantes y bonitas, que pertenecieron a nuestros antepasados hace más de diez siglos nos hacen pensar que hay mucha vida y mucha historia tras su apariencia modesta, y que al fin y al cabo son una pequeña parte de la historia que guardan y una mínima parte de lo hallado:

Objetos para preparación de alimentos (sg. X y XI, Calle Mancebos 3, plaza de la Morería, Cava Baja 30 y plaza de Oriente). MAR.
Para terminar mencionaremos el futuro Museo de Colecciones Reales, que comentaba al principio.
El museo se ha construido en los terrenos en los que nació Mayrit, por lo que no es de extrañar que hayan aparecido valiosos restos arqueológicos de varias épocas, incluido un largo lienzo de la primera muralla. Ojalá pronto podamos disfrutar del museo y de los hallazgos.
Visitemos nuestros museos, sin duda una de las mejores maneras de conocer nuestra historia.
Por: Mercedes Gómez
El primer recinto del Mayrit islámico tenía tres puertas. Desde la Puerta de la Vega, la más importante, en el suroeste, una vía principal atravesaba la medina hasta la puerta oriental, la puerta o Arco de la Almudena conocida también como Puerta de la Mezquita por su proximidad al templo. Sobre esta mezquita se levantó la iglesia cristiana que conservó el nombre antiguo, Santa María de la Almudena.
La primitiva iglesia de Santa María, una de las que figura en el Fuero de Madrid de 1202, otorgado por Alfonso VIII, se considera la más antigua de la Villa. Uno de los documentos en los que aparece, el más antiguo a su vez, una joya conservada en el Museo de la Catedral de la Almudena, es un privilegio del rey de Castilla, Enrique IV, confirmado por la reina Juana I, firmado el 2 de mayo de 1508.
El sencillo templo, que se fue ampliando mediante capillas en siglos posteriores, estaba situado en la actual calle de la Almudena frente a la calle Mayor.
Como ya vimos en la entrada dedicada al origen de la Virgen de la Almudena, después de muchos intentos y avatares, con motivo de las obras de ampliación de las calles Mayor y Bailén, se tomó la decisión del derribo que comenzó el 27 de octubre de 1868 y finalizó el 4 de mayo de 1869.
Esta remodelación urbanística hacía tiempo que se estaba intentando llevar a cabo por, entre otros, Ramón de Mesonero Romanos, quien –famoso por su defensa del patrimonio madrileño– lo había solicitado años antes desde su cargo de concejal del Ayuntamiento y su Proyecto de mejoras generales. Aunque admitía que era la más antigua de Madrid, la consideraba «pequeña y de ningún valor artístico»; había que «sacrificarla» para llevar a cabo su «grandioso proyecto».
Santa María fue una víctima más de las numerosas demoliciones de iglesias que se realizaron –por varios motivos– a lo largo del siglo XIX.
Ciento treinta años después, en 1998 nuevas obras de reforma de la calle Mayor y su correspondiente excavación arqueológica sacaron a la luz vestigios de varias épocas, de los siglos XII, XVII y XVIII. Hoy día se conservan bajo un cristal, entre ellos los restos de la cabecera del templo medieval.
Algunos elementos arquitectónicos de la primitiva iglesia del siglo XII, hallados durante esta excavación de la calle de la Almudena, se conservan en el Museo Arqueológico Regional en Alcalá de Henares. Medio capitel con motivos vegetales, un canecillo y un capitel esquinero.
Según Jerónimo de la Quintana, uno de los cronistas del siglo XVII, el templo incluso antes que mezquita árabe fue iglesia cristiana. Es muy posible que existiera algún poblado visigodo antes de la llegada de los árabes, aunque la realidad es que sobre esto no hay pruebas arqueológicas ni documentales. Los autores del siglo de Oro –deseosos de encontrar orígenes remotos de la Villa– hablaron de una lápida encontrada en la iglesia que por la inscripción podría corresponder a una sepultura de la época de dominio visigodo aunque la investigadora Áurea de la Morena cree que seguramente lo que ocurrió es que, por su afán de antigüedad, hubo un error de transcripción en las fechas. La lápida no se conservó; pero es uno de los argumentos utilizados para hablar de la posible existencia de una ermita visigoda en este lugar.
En la iglesia de Santa María se veneraba a la Virgen de la Almudena. Nada se sabe sobre la que pudo ser la imagen primitiva; la tradición cuenta que desapareció en un incendio en el siglo XV. Sí se conoce y felizmente se conserva otra imagen que estuvo en la iglesia medieval, en este caso pintada, la de Nuestra Señora de la Flor de Lis, así llamada por la flor que tiene en su mano derecha.
Es considerada la primera imagen mariana venerada en la iglesia y probable precedente de la Virgen de la Almudena.
La pintura se encontró detrás del retablo en 1623, durante unas obras para colocar la imagen de la Almudena en el altar mayor. La reina doña Isabel de Borbón, esposa de Felipe IV, estando embarazada –nacería la princesa doña Margarita– quiso en los últimos días antes del parto ofrecer una novena a Nuestra Señora de la Almudena. Explica Quintana que la imagen se encontraba en una capilla muy pequeña por lo que se determinó trasladarla al altar mayor. Para su traslado fue necesario quitar algunos tableros de dicho altar y en ese momento se descubrió la imagen de la Virgen María con el Niño en sus brazos pintada sobre la pared, entre dos columnas.
Después Quintana describe la imagen, hoy conocida como de La Flor de Lis, y añade que es de tiempo del rey Alfonso VI, como indica la diadema. En realidad se trata de una pintura mural datada en el siglo XIII.
En 1638 se arrancó el bloque de yeso de 10 cm. de espesor sobre el que estaba la pintura y se trasladó a otro lugar de la iglesia. En 1868, tras el derribo, pasó a la iglesia del Convento del Santísimo Sacramento, junto a la talla de la Virgen de la Almudena, y desde allí definitivamente a la Cripta de la Catedral, situada en uno de los brazos del crucero, donde hoy se encuentra.
Recientemente ha sido restaurada y estudiada. Su aspecto es muy distinto al que tenía antes de la intervención debido a que han sido eliminados numerosos repintes de diferentes épocas.
Procedente de la primitiva parroquia, en la Cripta se halla también un Cristo crucificado, el Santísimo Cristo del Buen Camino, una talla datada en 1540; muy dañada durante la guerra ha sido restaurada, las partes perdidas fueron repuestas con estuco y la policromía fue realizada de nuevo.
En la iglesia de Santa María había otras pinturas, dos de ellas anónimas, probablemente de autor distinto, pintadas hacia 1640, de interés más histórico que artístico, que describen los milagros de la virgen y la procesión celebrada en 1638. Se trata de la Intervención y milagros de Santa María de la Almudena y la Procesión de Santa María de la Almudena en 1638 (ambos, óleo sobre lienzo, 184 x 248 cm.). Actualmente se encuentran en el lado izquierdo del crucero de la Catedral, sobre las puertas de entrada y salida en la calle Bailén, frente al retablo de la Almudena. Estas pinturas representan a la perfección el espíritu y significado de la virgen de la Almudena en el siglo XVII.
La inscripción del primer cuadro cuenta cómo el rey Alfonso VI devolvió a Madrid la prodigiosa imagen de la Almudena que fue hallada, milagrosamente, en un cubo de sus murallas y colocada en la iglesia. Además narra los méritos del rey, que murió en Toledo en el año de 1109.

Anónimo. “Intervención y milagros de Santa María de la Almudena” (h. 1640). Catedral de la Almudena.
La del segundo cuadro describe la historia de cómo en el año 1636 estuvo lloviendo día y noche durante tres meses y el Ayuntamiento de esta nobilísima villa acordó se sacara la Milagrosísima y Antiquísima imagen de Nuestra Señora de la Almudena patrona de esta villa…
El Museo de la Catedral de la Almudena también conserva otras piezas únicas, igualmente procedentes de la iglesia de Santa María.
Muy importante es una lámina de bronce realizada en 1616 que se encontraba en el pórtico del templo. Se trata de una placa con versos inscritos bajo cuatro arcos de medio punto separados por columnas con capiteles corintios que cuentan la historia y milagros de la virgen. En su parte inferior muestra la representación de la imagen vestida de la Almudena más antigua que se conoce y la inscripción: «Origen de la antigua y milagrosa imagen de Nuestra Señora de la Almudena hecha componer a instancia de Diego de Peñaranda, platero natural de Burgos, particularmente devoto de la Virgen Santísima. Año 1616».
El museo guarda también una valiosa lápida de granito con la inscripción que recuerda que en 1616 doña Isabel Alvarez, vecina de Madrid, dona 800 ducados… Estuvo en el pórtico de la iglesia desde 1616 hasta su derribo.
En el Museo del Prado, desde 1941, se encuentra la pintura el Milagro de San Isidro de Alonso Cano, realizada para el altar mayor entre 1646-48.
Gracias a la foto de Jean Laurent, y a la maqueta realizada en madera por José Monasterio hacia 1950, actualmente expuesta en el Museo de San Isidro, conocemos cómo era la iglesia antes de su derribo.
La parroquia de Santa María tenía un ajimez o ventana volada en la cabecera donde se encontraba el camarín de la Virgen de la Almudena, construido con el fin de darle luz. La maqueta de Monasterio lo reproduce perfectamente.

Ajimez tras el camarín de la Virgen. Santa Mª de la Almudena, maqueta J. Monasterio. Museo de San Isidro.
Finalmente, volviendo al lugar en el que comenzamos, mencionemos otra bonita maqueta de bronce, instalada junto a las ruinas de la propia iglesia, en la calle Mayor.
¡Feliz Día de la Almudena a todos!
Por: Mercedes Gómez
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Bibliografía:
QUINTANA, Jerónimo de. A la muy antigua, noble y coronada villa de Madrid: historia de su antigüedad, nobleza y grandeza. Madrid, 1629.
MONASTERIO, José. «La antigua iglesia de Santa María la Real de la Almudena», en Boletín de la Sociedad Española de Excursiones, Año LV, 1951, 2º trimestre, pág. 121-130.
MORENA, Áurea de la. La antigua iglesia parroquial de Santa María de la Almudena. Madrid, 1980.
TARRERO, María Cristina. La iglesia de Santa María de la Almudena y la Real Esclavitud. Cabildo Catedral de Madrid, 2015.
GÓMEZ, Mercedes, «La Virgen de la Almudena. Historia, leyendas y representaciones de la imagen venerada en la Catedral de Madrid» , El Mundo de las Catedrales, Colección del Instituto Escurialense de Investigaciones Históricas y Artísticas, nº 62, San Lorenzo del Escorial, 2019.
Como hemos visto en artículos anteriores, en los terrenos que hoy ocupa la ciudad de Madrid han existido grupos de población, más o menos estables, en la edad del bronce, incluso alguna villa romana, aunque eso no significa que existiera un núcleo urbano.
Y como sabemos es muy posible que incluso propios grupos musulmanes pudieron vivir aquí antes de que en la segunda mitad del siglo IX llegara el emir Muhammad I, se estableciera con su ejército y mandara construir la muralla, la llamada muralla árabe, en torno al primer recinto conocido como Mayrit.
Un momento importantísimo de nuestra historia ocurrió hacia el año 860, cuando el mencionado emir de Córdoba Muhammad I (que estuvo en el poder entre los años 852 y 886) fundó Mayrit, en principio como torre de vigilancia, gracias a su situación estratégica, que se convertiría en el origen de la villa de Madrid.
Hace ya seis años que hablamos aquí del Madrid islámico en el Museo de San Isidro. Desde entonces es grato comprobar que el interés por esta etapa histórica y sus restos arqueológicos ha crecido enormemente. Como ha transcurrido ya mucho tiempo y el museo muestra una renovada y más amplia exposición dedicada al Madrid de los siglos IX al XI ha llegado el momento de visitarlo nuevamente y actualizar la información.
Una hermosa vitrina guarda diversos objetos y cartelas que explican cómo pudo ser la vida cotidiana en aquel Mayrit remoto.
Entre estos emocionantes vestigios de tiempos pasados encontramos referencias a algunas de las actividades que tuvieron lugar en aquel Madrid medieval, en la medina de Mayrit que surgió junto al castillo primitivo.
De las manufacturas existentes en aquella época quizá la más importante fue la alfarería, la fabricación de útiles domésticos, ollas, cazuelas, cuencos… recipientes alabados por su capacidad para mantener los alimentos calientes o conservarlos durante mucho tiempo. Las ollas se colocaban sobre hornos o anafres, o directamente sobre el fuego.
Eran los cacharros que los mayrities utilizaban para guardar, cocinar y tomar sus alimentos, de una cerámica tan buena que se hizo famosa. Existe una descripción anónima de Al-Andalus en el siglo XI que dice:
“Hay en Madrid una tierra magnífica con la que se fabrican unas ollas que se emplean durante veinte años sin que se estropeen y que, además, protegen los alimentos contra cualquier alteración en los días de verano”.
La mayor parte de objetos proceden de las excavaciones de la Cuesta de la Vega y la plaza de Oriente, zonas pertenecientes o próximas al primer recinto; aunque también se han producido hallazgos en otros lugares extramuros, en el exterior del primer recinto árabe, en los llamados arrabales, como la plaza de los Carros. Llama la atención, entre los útiles domésticos, un mango de cuchillo hallado en la que fue Casa de Iván de Vargas.
Los candiles, realizados igualmente por los artesanos musulmanes, jugaban un papel importante en la vida cotidiana.
Unas torteras o pesas de hilar halladas en la Cuesta de la Vega dan muestra de otra actividad que se desarrollaba en la medina, expuestas junto a unas monedas, dirham, dinar, tercio de dinar y dobla, utilizadas en la época islámica.
Además de los útiles domésticos, otros objetos revelan detalles sobre la vida de nuestros antepasados. Se sabe que uno de los juegos que los árabes introdujeron en Al Andalus fue el ajedrez; uno de los hallazgos de la Cuesta de la Vega fue un peón de ajedrez.
Otro aspecto importante de la época es el agua.
El agua era abundante, gracias a los arroyos y manantiales subterráneos de los cuales se extraía mediante pozos. En algún momento los árabes debieron aplicar su técnica de construcción de los viajes de agua, como hemos visto hace pocos días al hablar de la plaza de los Carros. En cualquier caso, los numerosos arcaduces hallados, de los que se expone una pieza, demuestran la existencia de norias movidas por animales. Desde fuentes o desde los pozos el agua que se guardaba en tinajas o cántaros llegaba a la población que la consumía en las jarras de la buena cerámica mayrití.
Los pobladores de la medina se dedicaban, además de a la alfarería, a la agricultura y la ganadería.
Pequeñas huertas eran explotadas tanto dentro como fuera de los muros. Un cartel titulado Una medina ajetreada explica todo esto. La ganadería se basaba sobre todo en la explotación de ovejas y cabras, vacas, caballos… no solo para obtener alimentos sino productos secundarios como la leche o el cuero.
La agricultura era muy importante en Mayrit. La cebada y el trigo eran los cereales principales, también cultivaban legumbres, etc. Y diferentes clases de árboles. Había encinas, pinos, cerezos, nogales, madroños, manzanos, … una vegetación muy rica. Semillas de vid, melón, zarzamora…
La religión formaba parte de la vida cotidiana por lo que aparecen referencias a Alá en objetos y recipientes. Se han hallado en silos restos de huesos de animales con inscripciones religiosas y se cree que este hecho puede tener un sentido ligado a la magia, con el dios como protector de los alimentos que se guardaban en esos lugares. Se expone en el museo un ejemplo, un omóplato de vaca con inscripción árabe hallado en el solar de la Cava Baja 30, antiguo arrabal.
Gracias a los restos arqueológicos sabemos que durante el período islámico en aquellos entonces abruptos terrenos además de vida militar se desarrolló una vida cotidiana, familiar, cultural y comercial; además de útiles domésticos y de otro tipo, han aparecido restos que revelan la existencia de basureros, hornos, huertos, pozos de agua … que muestran que allí hubo actividad agrícola y artesanal.
Todo esto nos ayuda a comprender, a imaginar cómo pudo ser la vida en el Madrid de los siglos IX al XI. Además de la población militar hubo otros dos grupos sociales. Los notables o sabios, el más famoso de ellos fue el astrónomo y matemático Maslama al-mayrití, Maslama el madrileño, aunque no el único; hubo médicos, maestros de la escritura, etc. Y los trabajadores, comerciantes del zoco, artesanos, alfareros, campesinos…
Todas estas piezas en la vitrina, tan interesantes y bonitas, nos hacen pensar que al fin y al cabo son una mínima parte de lo hallado, de lo que podría aparecer si se excavaran zonas de interés arqueológico en un futuro y de cuánto nos queda por aprender.
Por Mercedes Gómez
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Museo de San Isidro. Los orígenes de Madrid.
Plaza de San Andrés, nº 2
Como vimos en el artículo publicado a finales de 2014 dedicado al Madrid romano, durante las famosas obras de soterramiento de la M-30 tuvo lugar un hallazgo muy importante. Junto al Puente de Segovia, en la avenida Virgen del Puerto … aparecieron restos de un pequeño caserío.
Eran estructuras de edificación de los siglos I-II, que ya estaban documentados… Se hallaron suelos empedrados, fragmentos de pinturas murales, zócalos, y una estructura hidráulica.
Hoy volvemos al Puente de Segovia para conocer mejor esa villa romana que en aquellos momentos nos pareció tan importante y tan desconocida. Gracias a dos circunstancias.
Nunca podremos ver esos restos porque la construcción del colector que provocó el hallazgo siguió adelante y todo desapareció. Pero fueron estudiados y debieron ser trasladados al Museo Arqueológico Regional en Alcalá de Henares. En la actualidad sí existe una, aunque más que escasa presencia en el Museo de San Isidro. Dos pequeñas piezas, discretos testigos del pasado, que veremos.
Y sobre todo a que ahora disponemos de valiosa información y bibliografía sobre el tema, gracias a Aldo Petri, uno de los arqueólogos que trabajó en esta excavación.
Entonces yo desconocía en qué lugar estaba situada exactamente la villa romana localizada en el Paseo Virgen del Puerto. Gracias a su comentario supe que el hallazgo se produjo en la pequeña cuesta que desciende hacia la sala “La Riviera” junto al Puente de Segovia.
Sin duda la villa fue construida en un buen lugar, junto al río; las tierras debían ser ricas, aptas para cultivos y propicias para la crianza de ganado. Es difícil imaginarlo, pensemos que ni siquiera existía el puente hoy llamado de Segovia; aunque desde muy antiguo debió existir un vado, ya documentado en la edad media. Allí desembocaban las aguas de un arroyo que bajaba entre dos cerros, cursos que con el tiempo recibirían los nombres de arroyo de las Fuentes de San Pedro (hoy calle de Segovia) y río Manzanares.
Las noticias sobre la presencia romana en estos terrenos se remontan a los comienzos del siglo XX cuando Fidel Fuidio –igual que había ocurrido, recordemos, en Villaverde durante sus paseos con los alumnos por las orillas del Manzanares en busca de sílex– documentó el hallazgo de restos de cerámicas junto al Puente de Segovia en los desmontes realizados por entonces. Aunque la certeza y gran hallazgo llegó hace pocos años, como ya vimos, durante las obras de soterramiento de la M-30.
El hallazgo se produjo durante la excavación de una rampa de acceso a la zanja del colector de la calzada interior del soterramiento entre el puente de Segovia y el de San Isidro.
La excavación puso de manifiesto que estos terrenos fueron ocupados al menos en tres fases distintas a lo largo de dos siglos y medio, –con un breve intervalo entre ellas pues no se detectaron niveles de abandono–, entre mediados del siglo I hasta finales del siglo III.
La zanja excavada, entre dos pantallas, una de pilotes y otra de un parking cercano, solo permitió actuar sobre unos cien metros cuadrados que atravesaban la villa romana. Se desconoce su tamaño total pero se estima que la villa no era tan modesta. Se trataba de un pequeño conjunto residencial de cierta entidad.
Este enclave pudo formar parte de un camino en dirección este-oeste que atravesaba lo que hoy es la ciudad de Madrid cruzando el arroyo Abroñigal (Puente de Ventas) hasta llegar a esta zona y cruzar el río desde Complutum en dirección a Guadarrama.
La conclusión de los arqueólogos fue que su dimensión e importancia debía ser similar a las villas de Villaverde y Carabanchel, todas ellas formando parte de una serie de asentamientos rurales a lo largo de las riberas del Manzanares vinculados al mencionado núcleo urbano de Complutum.
Así lo indican la importante presencia de pintura mural y la gran variedad de tipos de cerámica Terra Sigillata Hispánica hallados.
La zanja atravesaba una parte del peristilo y una habitación de la villa. A unos seis metros de profundidad los hallazgos fueron notables, en cuanto a restos constructivos y restos materiales.
Entre los restos constructivos, en lo que debió ser el centro del atrio se localizó una estructura hidráulica, parte de una pileta construida en opus signinum, un material utilizado en la Roma antigua, decorada en su interior con un pequeño zócalo.
La zona del peristilo aún conservaba parte del pavimento y fragmentos de pintura mural. Se encontraron seis tramos de zócalos en varios niveles de suelos, en muros de una anchura entre 50-60 cm.

Museo de San Isidro. Moldura decorativa (51-300 d.C.) Villa romana del Puente de Segovia (pieza cedida en depósito por el Museo Arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid)
Entre los vestigios destaca la pintura mural con fragmentos que correspondían al menos a dos espacios domésticos por su diferencia en cuanto a colores y motivos. Los muros de las estancias no se pudieron documentar porque estaban fuera de la zona de excavación pero la cantidad y calidad de los fragmentos hallados de pintura en distintas tonalidades y tipos dan muestra de su interés.
Algunas de las piezas tenían líneas rojas sinuosas sobre un fondo blanco simulando mármol –como sabemos, la técnica del trampantojo ya fue utilizada por los griegos y los romanos–, otras de mármol auténtico y teselas de algún pavimento no localizado. Todo ello demuestra el gran valor de los elementos decorativos.

Museo de San Isidro. Pintura mural (50-300 d.C.) Villa romana del Puente de Segovia. (pieza cedida en depósito por el Museo Arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid)
Recordemos que los restos localizados anteriormente en otras villas (Carabanchel, Villaverde…) revelan, aunque dentro de la sencillez propia de lo que eran construcciones rurales, que siempre había un intento de dotarlas de una decoración exquisita y de comodidades a la manera de Roma.
Y en segundo lugar la cultura material es importantísima pues facilita información acerca de la época, forma de vida, etc. Se hallaron materiales metálicos, líticos, óseos, y sobre todo cerámicos.
Se recuperaron muchísimos fragmentos, más de siete mil, aunque en general debido al pequeño tamaño de la mayoría resultó muy difícil la reconstrucción de su forma completa. Aún así se identificaron cuencos, platos, copas… utensilios domésticos que describen la vida de los pobladores de la villa. Este tipo de material se encontraba en las zonas que se supone eran habitaciones delimitadas por muros de piedra y adobe enlucido.
En general eran piezas lisas, aunque algunas estaban decoradas. Se pudo diferenciar los tipos, la cerámica común, utilizada en los utensilios domésticos, en los que se almacenaba, cocinaban y comían los alimentos. Ollas, platos, cuencos, fuentes, botellas… útiles de cocina. Y otra cerámica digamos más refinada, empleada en útiles de mesa.
Además se localizaron teselas de mármol y piedra caliza, restos de Sigillatas Negras y Brillantes y otras cerámicas además de la mencionada Terra Sigillata Hispánica.
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Aunque en el Museo de San Isidro solo se exponen dos fragmentos entre tantos vestigios hallados, merece la pena ir a verlos y contemplar las vitrinas y zonas dedicadas al Madrid romano, a las residencias señoriales o villas, los mosaicos de Carabanchel, etc.
Y observar la maqueta que representa una de estas villas …
… e intentar imaginarla habitada por sus pobladores junto al Manzanares hace más de diecisiete siglos.
Por: Mercedes Gómez
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Bibliografía:
VEGA MIGUEL, Jorge; PETRI, Aldo; HERRERA VIÑAS, Teresa; CUESTA, Marta. “La villa romana del Puente de Segovia” en Vides Monumenta Veterum. Madrid y su entorno en época romana. Vol I. Museo Arqueológico Regional, Alcalá de Henares, 2017.
VEGA MIGUEL, Jorge; PETRI, Aldo; HERRERA VIÑAS, Teresa; MENDUIÑA GARCÍA, Roberto; MÉNDEZ MADRID, Juan Carlos; FERRER MEJÍA, Genaro y CARRASCO SÁNCHEZ, Ángeles. “La villa romana del Puente de Segovia (Madrid)”, en Actas de las octavas jornadas de Patrimonio Arqueológico en la Comunidad de Madrid. Madrid, 2011.
CABALLERO, Carlos. “Madrid romano: nuevos puntos de vista”, El nuevo miliario, nº 3, dic. 2006.
Se acaba de abrir al público la nueva exposición de la Colección Permanente del Museo de San Isidro, el Museo de los Orígenes de Madrid.
Hemos visitado muchas veces en este blog este querido museo –inaugurado en el año 2000–, gracias al cual hemos conocido quienes fueron los primeros pobladores de Madrid, cómo era el Madrid islámico, hemos reencontrado con ilusión los sepulcros de La Latina y El Artillero, visitado su Patio renacentista, el Jardín Arqueobotánico, su Almacén… son varios los artículos a él dedicados, como no podía ser menos en una página dedicada a nuestra ciudad. Pero hoy no puedo dejar de contar mi nueva visita, ayer, el primer día de su apertura al público, y animar a todos a visitarlo.
La nueva exposición permanente ha sido organizada en tres ámbitos: Antes de Madrid; Mayrit: Madrid; y San Isidro.
Los espacios totalmente renovados son los dos primeros con una nueva museografía, moderna y didáctica.
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Antes de Madrid explica nuestros orígenes más remotos. Este ámbito nos muestra la gran colección paleontológica, los restos de elefantes, mamuts… y otras especies extinguidas que vivieron en los valles de los ríos, los primeros habitantes cazadores-recolectores y sus herramientas de piedra. Cómo eran los poblados prehistóricos… En el nuevo museo los videos y las nuevas tecnologías juegan un papel importante.
Nos ayudan a comprender cómo gracias a la arqueología desenterramos el pasado.
Asistimos a la formación de la Carpetania y a la llegada de los romanos y de los visigodos.
Una de las grandes y gratas sorpresas es la exposición de los mosaicos romanos de la villa de Carabanchel del siglo IV-V, antes dispersos, ahora juntos, ubicados de forma que se puede apreciar mejor su belleza. Han sido restaurados y lucen espléndidos.
Además, con gran acierto, la maqueta de la villa romana ha cobrado vida en la pantalla facilitando a los visitantes la comprensión de lo que pudo ser. Un video nos permite adentrarnos en ella.
Otra buena noticia es que la Colección se ha visto ampliada y completada con piezas cedidas por el Museo Arqueológico Regional de Alcalá de Henares. Y ha adquirido especial relevancia el Legado de Sáez Martín a los museos municipales, con numerosas piezas.
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En Mayrit : Madrid, la zona dedicada a la historia de Madrid desde su fundación islámica hasta la llegada de la Corte en el siglo XVI es espectacular.
La novedad más llamativa y sorprendente procede del Museo del Prado: los restos del primitivo Monasterio de los Jerónimos.
Para admirarlos y conocer bien su historia es obligado leer el artículo que ha publicado nuestro Sereno de Madrid: El primitivo Monasterio de los Jerónimos renace en el Museo de San Isidro.
Los Sepulcros de Beatriz Galindo La Latina y su esposo Francisco Ramírez El Artillero continúan en su lugar pero igualmente explicados con un video.
Otro de los museos que colabora es el Museo Lázaro Galdiano con un delicado Retrato femenino que podría representar a La Latina.
El montaje museográfico, la iluminación, etc. son magníficos. Pero tal vez el mayor acierto del nuevo San Isidro sea que el museo no se limita a exponer piezas u obras de arte, las explica y las sitúa en un contexto histórico de forma amena y sugerente. Nos cuenta la historia de Madrid.
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Finalmente, la sala dedicada a San Isidro es la menos modificada pero también muestra interesantes novedades, entre ellas dos extraordinarias pinturas de Eduardo Vicente, San Isidro Labrador y El milagro de la fuente, adquiridas en 2005.
Os recomendamos vivamente visitar el Museo de San Isidro, merece la pena. Además se encuentra en uno de los lugares más bonitos de nuestra ciudad, la plaza de San Andrés nº 2.
Y para terminar, solo añadir que la historia de Madrid, desde 1561, donde finaliza el relato que nos ofrece este Museo de los Orígenes, continúa en el Museo de Historia, en la calle de Fuencarral nº 78. Allí podemos conocer nuestro pasado y nuestro arte desde la llegada de Felipe II a la Villa en el siglo XVI hasta el siglo XIX.
Por : Mercedes Gómez
En el Museo de San Isidro se acaba de inaugurar una exposición dedicada a Las Murallas de Madrid. Es una noticia excelente, un regalo de Navidad, que se recuperen las exposiciones temporales en el Museo y el tema elegido, nuestras antiguas murallas, tan olvidadas.
La muestra es sencilla y muy clara. Da gusto ver cómo el público va y viene por la pequeña sala, observa, comenta y se muestra interesado.
Mediante imágenes animadas por ordenador un magnífico video va mostrando los recorridos de las murallas, sus características y los restos conservados en la actualidad. Asistimos a la recreación de lo que fue el primer recinto rodeado por la muralla árabe del siglo IX, la posterior muralla cristiana del siglo XII y la cerca de Felipe IV del siglo XVII. Sus características, puertas de acceso, torres y materiales de construcción. El video no es exhaustivo, pero sí muy didáctico.
Se reconstruyen con detalle algunas Puertas de los tres recintos. La de la Vega, del recinto musulmán; la de Guadalajara, del cristiano.
Y la Puerta de Fuencarral, de la cerca del siglo XVII. Son muy interesantes las simulaciones que muestran cómo pudieron ser estas antiguas puertas situadas en el Madrid actual.
No hay referencias a la posible segunda muralla árabe del siglo X, que sí aparece representada, como las demás murallas y cercas, en la maravillosa maqueta colocada bajo la pantalla, en la cual un más que discreto texto inscrito sobre el cristal que la cubre recuerda que “después de casi cien años de investigaciones se mantiene el debate científico sobre algunos puntos controvertidos”:
El trazado exacto de los dos primeros recintos amurallados, la posibilidad de que el Alcázar Trastámara del siglo XIV se levantase sobre una fortaleza árabe, la posible ampliación de la muralla islámica sustentada en algunos hallazgos arqueológicos y la situación exacta de la Torre de Narigües.
Una vitrina muestra objetos de la vida cotidiana de cada época hallados gracias a las excavaciones arqueológicas. Junto a ellos, de forma sencilla, breves textos resumen la historia de Madrid, desde su fundación durante el emirato de Córdoba a mediados del siglo IX hasta 1868 cuando fue derribada la última cerca, que había sido levantada por Felipe IV en 1625.
Se expone un dibujo de los Límites y puertas de la Villa, otro de la Puerta de Fuencarral de Juan Gómez de Mora, ambos procedentes del Archivo de Villa… Y uno de nuestros tesoros arqueológicos, hallado precisamente durante las obras de reconstrucción de este edificio que alberga el museo, la Casa de San Isidro. Es el Modelo de Puerta islámica, del siglo X-XI, maqueta de una Puerta de recinto fortificado, realizada a mano en terracota o barro cocido.
Se cree pudo ser un juguete, o un pebetero, como podrían indicar las quemaduras de las torres. En cualquier caso es un ejemplo de la importancia que tenía la representación de las fortificaciones en la sociedad islámica. A pesar de haberse hallado en este solar, y ser una de las piezas arqueológicas más importantes recuerdo del Madrid musulmán, se encuentra en el Museo Arqueológico Regional de Alcalá de Henares, que la ha prestado para la ocasión.
La exposición es estupenda, merece una visita.
Por : Mercedes Gómez
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Las Murallas de Madrid
Museo de San Isidro
Plaza de San Andrés, 2
Se acerca la Navidad y, como casi todos los años, paseamos estos días por un Madrid alegre y luminoso al que aún no ha llegado el frío en busca, entre otras cosas, de los belenes instalados en iglesias, museos, tiendas… por toda la ciudad, muchos de ellos verdaderas obras de arte.
Apetece volver a ver algunos de los más antiguos y apreciados, repitiendo el recorrido que hace unos años hicimos por los belenes en Madrid: el antiguo belén barroco de la Iglesia del Convento de las Carboneras, el refinado nacimiento de marfil de la iglesia de San Andrés, etc.
O los que visitamos el año pasado. El que a partir del día 20 se podrá ver en uno de los lugares más singulares de Madrid, el Olivar de Castillejo, formado por figuritas de los años 20 del pasado siglo; el belén napolitano del siglo XVIII en el Museo de Historia… Y por supuesto el del Humilladero de la calle Fuencarral, Capilla de Nuestra Señora de la Soledad, que nuevamente abre sus puertas para mostrar el belén solidario de la Asociación Mensajeros de la Paz. El año pasado contemplamos un belén artesano traído desde Filipinas; este año viene de África, con la misma intención, recoger alimentos no perecederos para ayudar a las familias necesitadas.
Son muchas las opciones que nos ofrece la Navidad en Madrid.
Este año he visitado por primera vez el Belén del Museo de San Isidro, instalado en el Patio renacentista. Es exquisito. Las figuritas, valiosas y delicadas, están guardadas en varias urnas situadas alrededor de la fuente.
Obra del escultor Domènec Talarn (1812-1902), especialista en imaginería religiosa, pertenece a los fondos de la Asociación de Belenistas de Madrid.
El artista, dentro del historicismo romántico del siglo XIX, representaba los personajes vestidos no al modo campesino local de la época sino intentando reproducir una escena de Belén, como él imaginaba irían vestidos los personajes entonces.
A las figuras del Nacimiento incorporó las de los Reyes Magos de Oriente y su séquito, dando un toque exótico a las representaciones. Multitud de detalles perfectos las adornan. Los animales, ropajes, regalos.
Aunque le guiaba más un orientalismo estereotipado que una realidad. Como leemos en el panel informativo colocado en el bello Patio, “el belenismo arqueológico de Talarn era practicado con tanta buena fe como inexactitud”.
Domènec Talarn tuvo varios alumnos destacados a los que ayudó e impulsó, entre ellos Mariano Fortuny (1838-1874).
El gran pintor, que creció en una familia de artesanos, desde muy pronto mostró sus habilidades y gusto por la pintura. Tras quedar huérfano siendo muy pequeño su abuelo le llevó a Barcelona, al taller de Talarn, en el cual entró como aprendiz con tan solo doce años de edad.
Suya es la minuciosa policromía de estas figuras que añade calidad a la magnífica obra modelada por el escultor.
Por : Mercedes Gómez
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Museo de San Isidro
Plaza de San Andrés, 2
Los ejércitos romanos llegaron a la Carpetania (donde se ubicaban los terrenos que hoy conforman la Comunidad de Madrid) a mediados del siglo II antes de C.
Durante los aproximadamente siete siglos que duró su dominio en la Península, en nuestras tierras la única gran ciudad romana de la que hay constancia fue Complutum, actual Alcalá de Henares. En lo que hoy es la ciudad de Madrid al parecer no existió un núcleo de población importante, pero sí existieron ciertos asentamientos, sobre todo rurales, dispersos, instalados en torno al río y sus arroyos.
Fueron las villae, las villas, explotaciones agrarias que podían ser pequeñas como una granja o grandes como un pueblo, y que subsistieron hasta el siglo V. Solían estar formadas por los espacios destinados a la labor agropecuaria y por la residencia del dueño.
Los habitantes hispano romanos buscaban en las cercanías del agua las tierras fértiles, para su cultivo y para los pastos de los animales. Se han localizado vestigios de villas romanas en la Casa de Campo, Vallecas, Carabanchel, Villaverde…
Los restos hallados revelan, aunque dentro de la sencillez propia de lo que eran construcciones rurales, que había un intento de dotarlas de una decoración exquisita y de comodidades a la manera de Roma. Además de piezas de arte, ornamentos y ricas vajillas, se encontraron utensilios de cocina, objetos de cuidado personal y herramientas que muestran cómo era su vida cotidiana. Una parte de estos hallazgos se pueden contemplar en el Museo de San Isidro.
La primera villa romana descubierta fue la de Carabanchel.
Los restos arquitectónicos de la villa de Villaverde, que se remonta al siglo I d. de C., fueron localizados en 1927 por unos niños a los que su profesor Fidel Fuidio había llevado a recoger sílex a las orillas del Manzanares. Los hallazgos, que fueron entregados a Pérez de Barradas entonces arqueólogo del Ayuntamiento, revelaron que se trataba de un edificio con muros de mampostería de sílex, con decoración con estucos pintados y pavimentos de mosaicos.
Las excavaciones depararon grandes hallazgos. Se descubrió que sobre una primera construcción habitada entre los siglos I y II, destruida por un incendio, en el siglo IV se levantó una nueva villa. Una galería porticada se abría hacia el río y en la parte posterior estaban las zonas dedicadas a las actividades agrícolas. En el centro se hallaba la zona más lujosa, decorada con frescos y mosaicos, donde vivía el propietario. Fue habitada hasta el siglo V.
En el Museo de San Isidro se expone una maqueta, reconstrucción hipotética de esta Villa.
Se expone también una reconstrucción del cubiculum de la villa o dormitorio, con el mosaico geométrico, extraído del yacimiento en 1928.
También podemos contemplar restos de diversos materiales, sobre todo relacionados con la cocina (cuchillos, cucharas…), piezas de vajilla de mesa, de la famosa cerámica romana, la terra sigillata.
Objetos personales o de tocador (agujas de pelo, espejos…). Un lampadario o soporte para lámparas de bronce, la cabeza del dios protector de los campos, Silvano, monedas y pinturas murales.
Más recientemente, durante las famosas obras de soterramiento de la M-30, tuvo lugar un hallazgo muy importante. Junto al Puente de Segovia, en la avenida Virgen del Puerto (a los pies del Palacio Real, terrenos donde unos siglos después, en el siglo IX, se asentaría el primer Mayrit musulmán, origen de la Villa de Madrid), aparecieron restos de un pequeño caserío.
Eran estructuras de edificación de los siglos I – II, que ya estaban documentados, al menos desde 1995. Se hallaron suelos empedrados, fragmentos de pinturas murales, zócalos, y una estructura hidráulica.
Es una pena que unos restos tan importantes y únicos en nuestra ciudad no fueran dejados al descubierto y acondicionados para su visita o mostrados de alguna manera. No hemos encontrado nada expuesto ni en el Museo de San Isidro ni en el Museo Arqueológico Regional de Alcalá.
En el centro de Madrid también se han encontrado restos de esta época histórica, básicamente cerámicas, en la Plaza de Oriente, plaza de los Carros, Mercado Puerta de Toledo y la calle Goya, aunque se cree que en estos casos los hallazgos se deban probablemente a traslados de los materiales desde las zonas próximas al Manzanares más que a asentamientos de población.
De todas formas, teniendo en cuenta que la distribución de los yacimientos localizados sigue principalmente los cursos fluviales, sobre todo el Manzanares, pero también sus afluentes, los arroyos de Cantarranas, Meaques, Castellana, Abroñigal … no se puede descartar que en aquellos tiempos tan lejanos, cuando por el Paseo de la Castellana aún lo único que circulaba era un arroyo, junto a él haya existido alguna quizá pequeña villa romana. Quién sabe.
Por : Mercedes Gómez
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Bibliografía:
A. Pérez Madariaga. “La región de Madrid en época romana”. Catálogo exposición Madrid del siglo IX al XI. Real Academia BBAA de San Fernando. Comunidad de Madrid, 1990.
Ayuntamiento de Madrid. Catálogo exposición Las villas romanas de Madrid. Madrid en época romana. Madrid, 1995.
Museo de San Isidro. Exposición M-30 Un viaje al pasado. Madrid, 2007.
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