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No volveremos a encontrar planos originales como los de Antonio Mancelli y Pedro Texeira, planos del siglo XVII, pero son muchos los que se realizaron en el siglo XVIII, algunos también bonitos, y que serán muy útiles para conocer la evolución de Madrid.
Varios fueron creados a partir del trabajo del cartógrafo francés Nicolás de Fer, que por su parte utilizó el plano de Gregorio Fosman grabado en 1683, que –recordemos– a su vez, aunque con novedades, fue una copia del plano de Texeira.
Nicolás de Fer fue geógrafo oficial de Felipe V, el “Geographe de sa Majesté Catolique”.
Uno de los planos que realizó fue el Plano de Madrid grabado en París en 1706. Como decíamos, se trata de una copia del plano de Fosman, más detallado y preciso.
El plano de N. de Fer se puede consultar a muy buena resolución en la Biblioteca Digital de la Comunidad de Madrid, aquí.
Planos posteriores fueron realizados a partir de esta obra.
George Matthaus Seutter publicó varios, como Madrit la plus celebre Ville dans la Castille nouvelle, et la plus magnifique Residence des Monarques d’Espagne (1726).
Una copia de uno de ellos se conserva en la Biblioteca Digital Hispánica de la BNE.
Otro plano de esta época es la Planta exacta de la ciudad de Madrid, capital y residencia de los Reyes de España, obra de Juan Bautista Homann, publicado por sus herederos (h. 1724-35). Este plano es interesante, sobre todo por los detalles que incluye. En la franja inferior hay cuatro vistas de Madrid (el Alcázar, la Plaza Mayor, Palacio del Buen Retiro y el de Aranjuez), y arriba la ermita de San Antonio.
Grabado iluminado, realizado en Alemania, es copia del de Seutter, a su vez recordemos inspirado en el de Nicolás de Fer.
Otro curioso plano, muy interesante, de esta primera mitad del siglo XVIII es el de Joseph Arce de 1734, que representa un proyecto de alcantarillado basado en la pendiente natural de las calles madrileñas, y el modo de recoger las aguas haciéndolas llegar al río Manzanares. Se puede ver en la BNE.
Para terminar, no podemos dejar de mencionar el dibujo Planimetría de Madrid con el reparto y canalización de los viajes de agua municipales y los del patrimonio real que la surtían, con todas las arcas incorporadas a su recorrido, de Pedro de Ribera.
La Junta de Fuentes de Madrid encargó el plano a Ribera con motivo de la reparación general de los viajes de agua llevada a cabo ese año de 1739.
Mercedes Gómez
Hace unos meses publiqué en Twitter un breve hilo dedicado a La Mariblanca, uno de nuestros símbolos más queridos durante mucho tiempo, como después ha llegado a serlo la Cibeles.
Hace pocos días, gracias a la Jornada de Puertas Abiertas que disfrutamos en la Casa de la Villa, pudimos contemplar la escultura original y así completar la historia que hoy os invito a recordar aquí.
La estatua de la bella diosa llegó a Madrid en 1625, junto a otras esculturas que Ludovico Turqui trajo de Italia. Poco después, la venus bautizada por los madrileños como Mariblanca, fue colocada coronando la fuente –diseño de Rutilio Gaci– frente a la iglesia y hospital del Buen Suceso en la Puerta del Sol.
En el siglo XVIII La Mariblanca adornó una nueva fuente, obra de Pedro de Ribera.
En el siglo XIX sufrió un nuevo cambio, fue instalada en otra fuente, esta vez muy sencilla, en la plaza de las Descalzas, que fotografió Alfonso Begué.
A finales de siglo la estatua de La Mariblanca pasó de las Descalzas a un almacén municipal, luego al parque del Retiro. En 1921 se encontraba en una sala del Museo de la Casa de la Panadería.
Los traslados continuaron. En 1969 fue instalada en el paseo de Recoletos, donde lamentablemente en 1984 fue destrozada por unos vándalos.
Fue restaurada y trasladada a la Casa de la Villa. Era una joya, obra del siglo XVII, que necesitaba protección.
Una réplica de piedra fue instalada en la Puerta del Sol, primero en el lugar donde estuvo la fuente primitiva, entre Alcalá y la Carrera de San Jerónimo. Durante la última reforma de la plaza en 2009 fue cambiada de lugar; desde entonces se encuentra junto al inicio de la calle del Arenal.
Otra copia, realizada en resina, podemos verla en el Museo de Historia de Madrid, seguramente procedente del desaparecido Museo de la Ciudad.
Y finalmente, hay una tercera Mariblanca en el jardín de un restaurante en el antiguo Recinto Ferial de la Casa de Campo. Esta no he podido verla de momento. Según la web del Ayuntamiento de Madrid es una reproducción realizada en 1956 para el Pabellón de la Masía Catalana en la II Feria del Campo. Hoy día es el restaurante La Masía de José Luis. Es de piedra caliza.
La verdadera Mariblanca, la estatua original, es de mármol.
Desde 1985, en que fue restaurada como vimos, majestuosa, preside el vestíbulo de honor de la Casa de la Villa.
Por: Mercedes Gómez
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Bibliografía:
GÓMEZ, Fernando. “La Mariblanca”, en Fiestas de San Isidro 2018. Asociación Casa de Madrid en Barcelona, mayo 2018.
El pasado día 29 de febrero fue inaugurada la nueva y luminosa sede del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, construida en la calle de Hortaleza sobre unos terrenos con mucha historia. En el siglo XVII en este lugar, entre las calles de San Juan –hoy de la Farmacia– y Santa Brígida, existió un hospital para enfermos contagiosos, el Hospital de San Antonio Abad o San Antón, patrono de la Orden que lo regentaba, los Antoninos. Ya entonces había una fuente en la esquina con Santa Brígida, la Fuente de las Recogidas, como muestra Texeira en su plano, un sencillo pilón que abastecía las casas cercanas.
El pilón en 1772 se convirtió en una bonita fuente vecinal obra de Ventura Rodríguez, la Fuente de los Galápagos.
Unos años antes, hacia 1740 Pedro de Ribera había construido la Iglesia de San Antón, que se conserva.
El final del siglo XVIII y primeras décadas del XIX fueron importantes en la transformación de la zona. Poco después de finalizar la construcción de la vecina Real Academia de Farmacia en la calle de San Juan, los Padres Escolapios solicitaron trasladarse al hospital, que había quedado libre. Entre los años 1794 y 1832 se incorporaron nuevos solares de cercanas edificaciones y todo el conjunto fue reformado por el arquitecto Francisco Rivas, convirtiéndose en Convento y Colegio de San Antón. La fachada de la iglesia fue transformada al estilo neoclásico, es la que podemos contemplar actualmente, perdiéndose la fachada de Ribera. Felizmente en su interior se conservó la iglesia barroca. También se mantuvo la fuente adosada al muro del colegio.
En los comienzos del siglo XX la fuente de las históricas Escuelas Pías fue reformada y los galápagos fueron sustituidos por dos delfines entrelazados.
En abril de 1989 la prensa publicó que los padres escolapios habían vendido su colegio por mil millones de pesetas. A partir de ese momento el edificio vivió unos años de abandono y deterioro hasta que el día 14 de noviembre de 1995 sufrió una grave incendio. Cuatro años después fue adquirido por el Ayuntamiento.
Gracias a unos videos subidos a youtube por un antiguo alumno, inestimables documentos, podemos conocer y recordar cómo era el Antiguo Colegio de San Antón.
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En el verano de 2005, después de diversos avatares y la convocatoria de un concurso internacional, fueron seleccionadas seis propuestas, entre ochenta y nueve, para rehabilitar el antiguo colegio y convertirlo en la sede del Colegio de Arquitectos de Madrid. El Ayuntamiento cedía el local a cambio de que los arquitectos se hicieran cargo de las obras y construyeran una serie de servicios públicos. Así, además de la sede del Colegio de Arquitectos y su Centro de Documentación, las antiguas Escuelas Pías albergarían un centro de mayores, una escuela, una biblioteca, piscina pública… También se habló de que acogería el Museo Nacional de Arquitectura.
Resultó elegido el proyecto “Sobre un jardín”, del estudio madrileño de Gonzalo Moure. Las obras comenzaron en 2008.
Por fin hace pocos días la nueva sede del COAM ha sido inaugurada.
El nuevo edificio, de cristal, granito, madera,… sobre el histórico solar, está organizado alrededor del jardín prometido, abierto al público.
Sin duda es un bonito jardín, adornado con sencillez: césped, granito y dos magnolios. Junto a la nueva construcción se puede ver la espalda de la iglesia del siglo XVIII.
Sobre todo parece creado para iluminar el interior, cuyas estancias se asoman a este espacio verde, que se cuela en ellas a través de los grandes ventanales y crea un ambiente realmente agradable.
Reservadas las plantas superiores al Colegio Oficial, en las plantas inferiores se encuentran la Fundación y las Salas de Exposiciones.
Actualmente hay varias, una de ellas es Domusae. Espacios para la cultura, que recordaréis pudimos visitar el año pasado en el antiguo Salón de Reinos, y que ahora retoma la Fundación Arquitectura COAM.
Por otra parte, una serie de paneles explican el proyecto arquitectónico de la propia Sede del COAM, obra de Gonzalo Moure.
Una exposición de maquetas de la Solar Decathlon Europe 2012, una competición para universidades de todo el mundo que tiene el objetivo de diseñar y construir una vivienda autosuficiente energéticamente, alimentada por el sol. La competición culminará con el montaje y exposición de las 22 viviendas diseñadas y construidas por las universidades participantes en la llamada Villa Solar. La Villa solar estará situada en el entorno natural de la Casa de Campo y se abrirá al público en septiembre de 2012.
Otra, muy curiosa, es la titulada Royalties. Mobiliario de Maestros de los siglos XX y XXI, con muebles de Marcel Breuer, Walter Gropius, Ludwig MiesVanDer Rohe…
Los tiempos han cambiado, al contrario que la Iglesia que en el siglo XIX perdió su fachada, del Colegio es lo unico que hoy se ha conservado, lo demás ha desaparecido.
La nueva Casa de los Arquitectos, como no podía ser menos, es un bello espacio arquitectónico, abierto al barrio y a los madrileños en general, con una fachada histórica.
Y la Fuente de los Delfines, en cuyo friso aún se puede leer la inscripción con la fecha: MDCCLXXII, año 1772, aunque el agua ahora no sea potable porque ya no es necesaria para los vecinos, allí continúa, adornando la calle y el muro del Antiguo Colegio de San Antón.
Por Mercedes Gómez
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Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid
Hortaleza, 63
El Antiguo Hospicio de San Fernando, situado en la calle de Fuencarral nº 78, fue construido durante el reinado de Felipe V entre los años 1721 y 1726 por el arquitecto Pedro de Ribera. La institución, que llegó a ocupar 15.000 metros cuadrados, entre las calles de Fuencarral, Beneficencia, Florida -actual Mejía Lequerica– y Barceló, ha vivido una historia muy azarosa, con varias reformas, ampliaciones, y derribos.
Son de sobra conocidas las críticas tan crueles a las que los cronistas madrileños del siglo XIX (Mesonero Romanos, Madoz…), defensores del neoclasicismo, sometieron a Pedro de Ribera. Esta actitud tan negativa, unida al hecho de que en los comienzos del siglo XX el edificio se encontraba muy deteriorado, ocasionó que se decidiera proceder a su demolición.
Un ejemplo: el escritor Augusto Martínez Olmedilla, en agosto de 1918, en la revista Blanco y Negro escribió un artículo titulado “El Hospicio: sentenciado”, en el cual se refería a los arquitectos del Barroco Castizo como “Churriguera y sus secuaces”, y calificaba su estilo como empalagoso, pretencioso, recargado, cursi… En fin, la Portada del Cuartel del Conde Duque, como sabemos también diseñada por Ribera, para este autor era una obra “deleznable”.
Por suerte a esas alturas del nuevo siglo no todo el mundo pensaba ya igual. Algunos organismos, entre ellos la Sociedad Central de Arquitectos, lucharon por conseguir su protección y solicitaron fuera calificado como Monumento Nacional. A veces, ayer como hoy, los esfuerzos se ven recompensados, y el 29 de noviembre de 1919 la Gaceta de Madrid, precursora del Boletín Oficial del Estado, publicó la declaración de Monumento Histórico-Artístico de la fachada, la primera crujía y la Capilla.
Se habló de la posibilidad de que la Portada podía ser conservada y trasladada a otro lugar.
Poco después algunos periodistas y profesionales comenzaron a pedir el “indulto” para el edificio y abogar por no separar la puerta de su fachada, pues, según ellos, la gran Portada perdería su sentido. A pesar de todo, en los primeros meses del año 1923 comenzó el derribo del viejo Hospicio. La Portada de Pedro de Ribera iba a ser desmontada y reconstruida “cuando hubiera ocasión y sitio oportunos”.
La Gaceta, la misma que había anunciado su protección como Monumento, publicó la autorización de venta de los terrenos.
Algunos medios denunciaron la posible desaparición de una “joya artística” y mostraron su temor a que la venta del gran solar que ocupaba el edificio, ya derribado en gran parte, provocara la pérdida de su condición de servicio público, solicitaban que fuera adquirido por el Ayuntamiento y se convirtiera en un parque, muy necesario para el barrio en aquellos tiempos.
La Capilla también iba a ser destruida.
Finalmente el Ayuntamiento adquirió el inmueble, salvándose la fachada completa que da a la calle de Fuencarral, y la Capilla.
En 1926 tuvo lugar un acontecimiento que resultaría decisivo para el futuro del edificio, la celebración de la exposición El Antiguo Madrid, precedente del Museo Municipal. Luis Bellido comenzó su restauración para museo.
También se creó el parque que deseaban los vecinos, el Jardín del Hospicio, o Jardines de Pablo Iglesias. En algún libro figura que recibieron este nombre únicamente durante la guerra civil, pero en mayo del año 1927, en plena dictadura de Primo de Rivera, Ramón Gómez de la Serna dedicó un artículo a estos jardines, en la revista Nuevo Mundo, un verdadero canto a los niños y a las “modestas plazas de barrio” en el que aparece el nombre de Jardines de Pablo Iglesias, fundador del Partido Socialista, que vivió en el Hospicio desde los 9 hasta los 12 años.
En 1929 fue inaugurado el Museo Municipal, con Manuel Machado como primer director.
Durante la guerra civil el Museo permaneció cerrado. Tras su reapertura hubo una serie de cambios. Desde entonces el parque recibe el nombre de Jardines del Arquitecto Ribera y en ellos fue instalada la Fuente de la Fama, obra del propio Ribera.
Pero debido a su mal estado en 1955 fue cerrado de nuevo. El Museo Municipal no reabrió sus puertas hasta veinticuatro años después.
Mientras, en 1967 en los jardines se había instalado el monumento a don Ramón de Mesonero Romanos –que tanto había criticado a Ribera por cierto-, obra de Miguel Blay, procedente del paseo de Recoletos. Dos años después se construyó un aparcamiento subterráneo y el parque fue remodelado.
En los años 90 comenzó una nueva etapa de obras, que aún continúa. Se rehabilitó la Capilla y se restauró la fachada. En el parque tuvo lugar el cerramiento de la histórica Fuente de La Fama, mediante una verja sobre un poyete.
El 29 de diciembre de 2001 se anunció en la prensa que el museo permanecería cerrado un año. En 2004 se dijo que la tercera fase de las obras del Museo Municipal acabarían en 2006. Luego la reapertura estaba prevista para 2007… Estamos en 2011 y las obras, remodelaciones y reestructuraciones parecen no tener fin.
Por otra parte, en los comienzos del año pasado se derribó el Mercado de Barceló, construido en los años 50 del siglo XX, instalándose uno provisional sobre lo que fue el Jardín.
Según nos cuentan en el propio museo, está prevista la instalación de otra verja alrededor de la fachada principal.
En cuanto a la noria hallada en 2004 nadie tiene noticias.
De momento, el Museo Municipal, cuyos maravillosos fondos no podemos contemplar desde hace casi diez años, ha cambiado de nombre y ahora es el Museo de Historia.
Recientemente han abierto una pequeña sala de exposiciones temporales, con la interesante muestra “El aragonés Antonio Martínez y su fábrica de platería en Madrid (1778-1867)” que nos permite ver (excepto durante el mes de agosto), aunque sea en una mínima parte, cuál será el aspecto del futuro museo.
No hay fecha para la reapertura del Museo ni está muy clara la recuperación del Jardín.
De Hospicio a Museo Municipal… una azarosa e infinita historia.
Por Mercedes Gómez
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ACTUALIZACIÓN 11 diciembre 2011
Las obras exteriores del Museo de Historia han terminado, y, tal como me contaron en el propio museo este verano, ha sido instalada una reja alrededor del edificio.
El antiguo jardincillo de la calle de Fuencarral y los setos de Barceló han sido sustituidos por el suelo de granito. Este es su aspecto, y el modelo de banco elegido:
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Bibliografía:
Blanco y Negro, 11.8.1918; Mundo Grafico 7.3.1923; Mundo Gráfico 5.3.1924; Nuevo Mundo 2.5.1927. (BNE)
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Otros artículos:
Pedro de Ribera, un arquitecto Castizo.
Ermita de la Virgen del Puerto.
Cuartel del Conde Duque.
Cuartel del Conde Duque (II).
Tras un largo período de tiempo cerrado por obras, el Antiguo Cuartel del Conde Duque, que visitamos a comienzos del pasado año 2010, acaba de reabrir sus puertas. El edificio está siendo reformado íntegramente, y algunos de los cambios sufridos en su exterior, sobre todo en las fachadas, y la pérdida de las tejas tradicionales, han ocasionado bastantes críticas.
Ya se puede visitar la rehabilitada zona sur, la única no restaurada en los años 80 del pasado siglo XX, que alojará la mayor parte de zona pública (exposiciones temporales, salón de actos, etc.). De momento, y hasta el 16 de octubre, la exposición Cornelis Zitman en Madrid, en la nueva «Sala 3». En la zona norte se ubicarán las diferentes instituciones (Hemeroteca, Archivo de la Villa, etc.).
También existe la posibilidad de apuntarse a unas sugerentes visitas guiadas, a la exposición, “El mundo de Zitman”, y a la “Historia del Conde Duque”.
Esta interesantísima visita comienza en el exterior del antiguo Cuartel frente a la portada realizada por Pedro de Ribera. Durante algo más de una hora, la amable guía irá contándonos la historia del edificio y sus inquilinos, así como detalles de la reforma actual.
Se ha intentado buscar un equilibrio entre el pasado y el presente, y dejar constancia de todas las épocas. Un edificio construido en el siglo XVIII para alojar a los Guardias de Corps, la guardia del rey Felipe V, que sufrió muchos avatares durante el siglo XIX, que pudo ser derribado, y finalmente se salvó en el XX para alojar actividades culturales.
Sobre el zócalo de piedra de la fachada, una inscripción en latín, lema de los Reales Guardias de Corps, y la Cruz de San Jorge de la Orden de Montesa, en homenaje al último regimiento de caballería que lo ocupó, recuerdan el pasado militar del edificio.
El arquitecto, Carlos de Riaño, ha optado por dejar los muros en ladrillo visto en lugar del revoco original, no queda muy claro el motivo. Nos hablan de «recuperar la arquitectura industrial decimonónica», pero es que no se trata de un edificio industrial del XIX sino una construcción militar del XVIII. En cualquier caso, y aparte gustos personales, está claro que cada época y cada arquitecto han dejado sus huellas.
Hasta ahora las fachadas estaban cubiertas por falsos sillares pintados al trampantojo, producto de la restauración y rehabilitación llevadas a cabo por Julio Cano Lasso en los años 80 del pasado siglo XX. Al menos de momento, se conserva el dibujo en la fachada sur, en el Callejón de las Negras.
Los ventanales han recuperado su tamaño original, habiéndose eliminado el adorno de piedra colocado en el siglo XIX. La nueva carpintería exterior es de acero inoxidable y, como luego podremos observar, de cálida madera en el interior.
Comienza la visita.
Traspasamos la monumental portada y comprobamos que en el zaguán de entrada se ha sustituido el color rojo por el verde azulado.
En el patio central se ha restaurado la portada de la antigua Capilla, que en los años 80 había levantado Cano Lasso inspirándose en la maqueta del edificio, dejando uno de los dos lados “roto”, simulando desperfectos, como “guiño” al pasado.
Ahora se ha restaurado completa, incluyendo el Observatorio que tuvo en el siglo XVIII, en el que estuvo situada una de las torres de la Línea de Castilla del Telégrafo Óptico. El lugar se convertirá en uno de los más altos de Madrid desde donde se podrá contemplar toda la ciudad, aunque aún no se sabe si será público.
También se ha recuperado el tercer piso perdido tras uno de los incendios, que únicamente se conservaba en la fachada que da a la calle del Conde Duque. El revoco de pintura amarilla lo explican nuevamente como “guiño” histórico del arquitecto, para diferenciar lo antiguo de la reconstrucción reciente.
Las tradicionales tejas árabes han sido sustituidas por frías placas de cinc que ocultan los modernos sistemas de servicios del edificio (luz, gas…), excepto en el lado oeste del patio central, a ambos lados del nuevo Observatorio, donde permanecen las bonitas tejas, debido a la falta de presupuesto según nos explican.
En uno de los lados del patio sur, se ha mantenido el color rosado del muro bajo las antiguas tejas de barro, alguna chimenea, y las buhardillas, todo ello como testigo de la anterior reforma.
El interior del pabellón sur, hasta ahora abandonado, ha sido magníficamente restaurado y rehabilitado. Los arcos de medio punto construidos en ladrillo sobre columnas de piedra de las antiguas caballerizas, bajo las vigas de hierro roblonadas crean espacios amplios y acogedores, siempre divididos en tres partes.
Desde las ventanas del lado oeste de la tercera planta de esta zona sur se puede contemplar el Palacio de Liria y su Jardín, cuyos propietarios, la Casa de Alba, lo fueron también en el pasado de estos terrenos donde luego se construyó el Cuartel.
Visitamos también el lado este, la zona de la tercera planta que se asoma a la calle del Conde Duque, que no podrá visitarse en el futuro pues acogerá oficinas, entre ellas las dedicadas a la web municipal memoriademadrid. En esta zona, construida tras uno de los incendios sufridos, las columnas son de hierro, manteniendo siempre los tres espacios de la construcción original.
En el sótano, un nuevo muro de hormigón se enfrenta al recio y viejo muro de piedra del cuartel tras el cual se encuentran las antiguas estancias que entre otras cosas servían de almacén, gracias a la baja temperatura que alcanzan. Lo nuevo y lo antiguo, quizá estos muros representan el espíritu del nuevo Centro Cultural.
El espectacular sótano, perfectamente conservado y restaurado, será dedicado a exposiciones temporales.
Texto y fotografías por : Mercedes Gómez
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Centro Cultural Conde Duque
Calle Conde Duque , 9
Tel.: 915 885 165
Visitas guiadas
10 de junio de 2011 al 24 de julio de 2011
Viernes y sábados 18 h. Domingos 12 h.
La primera Puerta de San Vicente fue construida en 1726 por Pedro de Ribera en sustitución de la anterior del siglo XVII, la llamada Puerta del Parque. Solo cuarenta y cuatro años después, debido a las obras de remodelación de la zona, la puerta barroca de Ribera fue derribada. Al poco tiempo Carlos III encargó a su arquitecto Francisco Sabatini la construcción de una nueva, cuyas obras terminaron en 1775.
Esta puerta no fue más afortunada que las anteriores y fue desmontada en 1892, según se dijo entonces, para no entorpecer el tráfico… de los carros.
La puerta actual es una réplica. Ya en 1978 el Ayuntamiento de Madrid tenía el proyecto de reconstrucción, aunque no localizaba los restos, ni conseguía el dinero necesario. Por fin fue inaugurada el 25 de abril de 1995.
Durante las obras para la construcción del Intercambiador de Transportes de Príncipe Pío, que tuvieron lugar entre los años 2005 y 2007, en la zona próxima a la Puerta fueron hallados importantísimos restos paleontológicos y arqueológicos. No se si debido a que la inauguración de la exposición tuvo lugar en agosto, en plenas vacaciones, o que los hallazgos han sido poco divulgados, la realidad es que el domingo pasado la visita a la antigua Estación del Norte supuso un descubrimiento emocionante.
Un sencillo panel colocado en uno de los muros del vestíbulo de la estación muestra los restos, mediante fotografías, dibujos, planos…, y breves explicaciones. La pequeña exposición permanente se llama Patrimonio Recuperado. La mayoría de los viajeros pasan sin prestar atención, sin embargo merece la pena detenerse un momento.
Se encontró un gran yacimiento paleontológico, con más de tres mil restos fósiles de la Fauna que habitaba en estos terrenos del Madrid más remoto, entonces similares a la sabana actual, en la época del Mioceno Medio. Hace alrededor de 15 millones de años, el oeste de Madrid era un territorio cálido y de clima seco, poblado por rinocerontes, tortugas gigantes, mastodontes… y una Flora alimentada por el agua que surcaba la tierra.
También se localizaron restos de construcciones mucho más recientes, aunque de gran interés histórico. Uno de los hallazgos arqueológicos fue la cimentación de la antigua Fuente de los Mascarones, cuya planta circular mide 16 metros de diámetro, construida en “pedernal, argamasa de cal y arena regulada cada 60 centímetros por tres hiladas de ladrillo macizo”.
La Fuente de los Mascarones fue diseñada por Francisco Sabatini a la par que la Puerta en 1775 y decorada con esculturas de Francisco Gutiérrez. Constaba de un cuerpo central y en cada uno de sus cuatro frentes tenía un mascarón simbolizando un río, vertiendo el agua en una concha y desde ella, en un pilón; en la parte superior se encontraba un niño montado sobre un delfín que arrojaba agua por su boca; toda la fuente era de granito, a excepción de los adornos, trabajados en piedra caliza, según la descripción de Pascual Madoz.
Existen otras imágenes, sin embargo quizá la fuente es conocida sobre todo gracias a la pintura de Fernando Brambilla, pintor de cámara del rey Fernando VII, realizada en 1833 y litografiada por Pic de Leopold. Pertenece a la serie Vistas de los Sitios Reales y Madrid y fue realizada a petición del rey en el Real Establecimiento Litográfico.
La Fuente de los Mascarones fue derribada en 1871 cuando se construyó el Asilo de Lavanderas o Casa del Príncipe, lugar en que las mujeres más pobres dejaban a su hijos mientras lavaban las ropas en el Río Manzanares.
Durante la remodelación del Intercambiador también se encontraron restos del Asilo, que había sido destruido durante la Guerra Civil.
Actualmente alrededor de la Puerta de San Vicente circulan los automóviles.
por Mercedes Gómez
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