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Visitamos la Quinta de Vista Alegre por primera vez hace ya más de trece años, en marzo de 2009. Entonces estaba catalogada como Jardín Histórico en el Plan General de Ordenación Urbana de Madrid de 1997. Un grupo de amigos considerábamos que debía ser catalogada como Bien de Interés Cultural (BIC) de la Comunidad de Madrid en la categoría de Conjunto Histórico. Conseguimos 439 firmas para la solicitud –hoy pueden parecer pocas–, una a una, firmas reales, no virtuales, en papel, con paciencia, en las que participaron nuestros amigos, familiares y compañeros de trabajo.
Además de la solicitud presentada en el Registro de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid, aquí hicimos una breve descripción de la Quinta, sus edificios, jardines, protagonistas y su historia en general: La Quinta de Vista Alegre, ¿Bien de Interés Cultural?
Después explicamos porqué la Quinta debía ser declarada BIC como Conjunto Histórico.
Muchas personas y colectivos han continuado pidiendo la declaración de BIC, trabajando por ello. Por fin en 2018, aunque no en la categoría de Conjunto Histórico, la Comunidad concedió la declaración de BIC en categoría de Jardín Histórico. Fue una alegría. El año pasado, tras largas obras, los jardines fueron abiertos al público.
Hoy día es un placer leer en la entrada al recinto una placa que nos informa de que los jardines de los palacios de Vista Alegre fueron declarados Bien de Interés Cultural en la categoría de Jardín Histórico por Decreto 169/2018, de 11 de diciembre.
Después de mucho tiempo por fin hemos tenido ocasión de volver a visitarlos.
Si comparamos las fotos que pudimos hacer entonces con las que hemos podido hacer hace pocos días es fácil comprobar el buen estado de los jardines tras la restauración, entonces muy deteriorados, hoy bien cuidados y luciendo esplendorosos.
La hoy llamada Finca Vista Alegre en el Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid (BOCM) fue una de las Quintas de Recreo más importantes, una Real Posesión creada en el siglo XIX por la regente María Cristina de Borbón.
Un plano nos indica los lugares de la Quinta que podemos visitar, numerados para su recorrido: la Estufa grande, el Baño de la reina, el Palacio viejo, la Galería, Casa de Bella Vista, Caballerizas, Jardín Plaza de las Estatuas, la Ría, Palacio Nuevo, Parterre, Cedro y Casa de Oficios.
La Ría y su montaña artificial de rocalla han recuperado el agua.
Aunque gran parte de los elementos de los jardines existentes entre el Palacio Viejo y la Ría han desaparecido (embarcadero, fuentes, esculturas, puentes…), siguen siendo un precioso ejemplo de jardín romántico.
Junto al Palacio Viejo se construyó la Estufa Grande con un baño monumental, ahora rehabilitada de forma espectacular.
En su interior se encuentra el conocido como Baño de la reina o de Isabel II, que también ha sido restaurado.
El Palacio Nuevo o Palacio del marqués de Salamanca sigue a la espera de rehabilitación.
Desde le entrada se puede ver su lujoso vestíbulo.
El palacio escondía verdaderos tesoros, como su Salón Árabe.
Las fuentes frente a palacio están siendo restauradas.
Todo esto es solo una pequeña muestra de lo que ofrece la visita, que puede realizarse los fines de semana, sábados, domingos y festivos.
Toda la información y más datos se pueden encontrar en la página de la Comunidad de Madrid, aquí.
Y en el Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid (BOCM), Declaración BIC Jardín Histórico, de fecha 14 diciembre 2018, nº 298, pág. 59.
Y por supuesto en los numerosos artículos que varias personas dedicamos en este blog a la historia de la Quinta, con la etiqueta de Vista Alegre.
Gracias a todos.
Por: Mercedes Gómez
A lo largo del mes de mayo hasta comienzos de junio tendrá lugar un nuevo y sugerente Ciclo de Conferencias sobre las Quintas de Recreo madrileñas, organizado igual que el año pasado por la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno en colaboración con el Instituto de Estudios Madrileños.
Se inaugura el próximo martes 9 de mayo con la charla Cinco siglos de historia de la Casa de Campo, a cargo de Luis Miguel Aparisi. A las 19,30 de la tarde en la Sala de Conferencias de la Fundación, en el Paseo del General Martínez Campos nº 25.
En las semanas siguientes conoceremos la Quinta de la Fuente del Berro, las Desventuras de la Quinta de Goya y sus Pinturas Negras, la Quinta de los Molinos y las Casas-Jardín del paseo del Prado en el siglo XVII.
Como el año anterior las conferencias serán complementadas con visitas guiadas.
Las plazas son limitadas, para ambas actividades es necesaria inscripción.
Todos los detalles se pueden encontrar en la web de la Fundación: aquí.
Mercedes Gómez
El pasado mes de octubre de 2014 tuvimos ocasión de visitar por primera vez la Quinta de Torre Arias y conocer un poco su historia y la de la condesa doña Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno. Este año, el pasado mes de marzo, con motivo de las Jornadas que celebra todos los años La Casa Encendida sobre Viejos jardines, nuevos parques hemos podido volver a visitarla y comprobar los cambios tras un gran trabajo de limpieza, inicio de recuperación. Entre las buenas noticias que nos dieron estaba la de que no se iba a derribar ninguna construcción antigua, lo cual sí estaba previsto en el proyecto del anterior Consistorio. Pocos días después esta decisión fue reforzada por la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) que anuló de forma definitiva el Plan Especial de Protección y Ordenación de la finca de Torre Arias, aprobado por el Ayuntamiento de Madrid el 30 de julio de 2014 y que contemplaba la demolición de varios inmuebles incluidos en la finca.
Otro día tal vez hablaremos de estas construcciones, de gran interés. Hoy hablaremos del Agua.
En ambas visitas hemos podido comprobar la gran importancia del agua para el mantenimiento de la Quinta, sus jardines, arbolado y campo de labor a lo largo de los siglos. Hay fuentes de todo tipo, de las que fueron ornamentales, como la que subsiste a duras penas frente al palacio, o muy rudimentarias, con la única función de proporcionar el agua necesaria.
Dos Viajes de Agua surtían fuentes de todo tipo. De adorno, como la del cenador junto al palacio…
… o rústicas, como alguna situada junto a los edificios destinados a los animales.
Grandes o pequeñas, de piedra o de hierro.
En esta segunda ocasión fue una alegría y una delicia observar y escuchar el agua que ha vuelto a fluir por algunas de las canalizaciones antes secas.
La revista de agricultura y jardinería El Campo nº 20 de 16 septiembre de 1877 hablaba de la Quinta entonces propiedad del marqués de Bedmar. El autor se refería a las norias, los pozos artesianos, cauces y acequias, un lavadero provisto de calderas alguna de ellas de vapor… y hablaba de las dos fuentes, la de la Isabela y la de la Minaya que derraman sus ricas y abundantes aguas y con ellas se riegan la huerta y los jardines.
En nuestro segundo paseo pudimos ver ambas fuentes, surtidas por los dos Viajes de Agua de la Quinta, el de la Isabela y el de la Minaya. Y otros elementos importantes en la vida de Torre Arias.
En la zona de las Caballerizas una gran alberca y el Baño de los caballos.
La espléndida noria conservada…
Recordemos que el arroyo, el Arroyo de la Quinta que la cruzaba de oeste a este, en cierto modo separaba la ciudad de la zona del palacio.
El puente de la Alcantarilla, al este. Etc.
Los dos Viajes de Agua que discurrían por su subsuelo surtían la Quinta de Torre Arias.
El Viaje de la Isabela actualmente no tiene agua.
Sí el Viaje de la Minaya.
Por sus preciosas galerías aún fluye el agua.
Por : Mercedes Gómez
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NOTA:
La casualidad ha querido que mientras preparaba este breve artículo llegara la grata información por parte del Instituto de Estudios Madrileños de la próxima celebración de un nuevo Ciclo de conferencias sobre las Quintas de Recreo madrileñas en la sede de la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno. Como os anunciaba el sábado pasado, el ciclo comienza hoy con Un recorrido por las quintas de recreo de la aristocracia en la Comunidad de Madrid, a cargo de Miguel Lasso de la Vega.
La segunda, por José Ramón Salgado, el próximo día 26 tratará sobre La evolución histórica de la Quinta de Torre Arias.
Queridos amigos:
Tengo el placer de anunciaros un nuevo Ciclo de Conferencias que tendrá lugar durante este mes de abril y el próximo mes de mayo sobre un tema muy interesante y bonito, las Quintas de Recreo madrileñas, organizado por la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno en colaboración con el Instituto de Estudios Madrileños.
La primera conferencia nos ofrecerá un Recorrido por las quintas de recreo de la aristocracia en la Comunidad de Madrid.
El próximo miércoles día 20 a las 19,30 de la tarde.
En la Sala de Conferencias de la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno, en el Paseo del General Martínez Campos nº 25.
Esta primera charla será impartida por Miguel Lasso de la Vega, autor de la extraordinaria tesis Quintas de recreo de la aristocracia alrededor de Madrid: Los Carabancheles, Canillejas y Chamartín, fuente obligada y gran referencia para todos los interesados en este tema. Será un privilegio poder escucharle.
Como también lo será escuchar a los cinco destacados especialistas que expondrán sus trabajos en las semanas siguientes, los martes 26 de abril y 3, 10, 17 y 24 de de mayo, siempre a las 19,30 h.
Conoceremos la evolución histórica de la Quinta de Torre Arias gracias a José Ramón Salgado Cobo; el jardín de la reina María Cristina de Borbón en la Quinta de Vista Alegre, en Carabanchel, de la mano de Eva Rodríguez Romero; Alicia Díez de Baledón nos hablará de las quintas desaparecidas en Chamartín de la Rosa; Mónica Luengo Añón nos llevará hasta el Capricho de la Alameda de Osuna; y finalmente María Teresa Fernández Talaya nos desvelará toda la historia de los palacios del Camino de El Pardo: La Moncloa, la Zarzuela y la Quinta del Duque del Arco.
Se realizarán visitas guiadas a algunas de las quintas que todavía perduran. Los grupos serán reducidos por lo que será necesaria inscripción previa. Los detalles los conoceremos a lo largo del ciclo.
Podéis descargar el folleto aquí, con todos los datos acerca de las conferencias y sus autores.
Gracias a todos
Mercedes Gómez
En el siglo XIX, comienzos del XX, junto a lo que hoy es el paseo de la Castellana sobre antiguas huertas (la de Loinaz, la de España…) se construyeron numerosos palacetes, muchos de ellos desaparecidos.
Sobre parte de la Huerta de Loinaz se creó la Quinta de La Chilena.
En 1842 el solar (actual manzana entre las calles de Zurbarán, Fortuny, Marqués de Riscal y Paseo de la Castellana) fue adquirido por doña Dolores Quesada, esposa de don Andrés Arango. Él era cubano, coronel de artillería que ostentó varios cargos, entre ellos en 1859 fue senador del reino. Ella había nacido en Chile, seguramente de ahí provenga el nombre de la finca. La antigua huerta fue transformada en una quinta de recreo.
En 1893 sus herederos vendieron el solar que quedó dividido en dos propiedades. En la zona norte, esquina a Marqués de Riscal, se construiría el Palacio del marqués de la Eliseda, que se conserva, hoy sede del Injuve. En la parcela sur, esquina Zurbarán –actualmente ocupada por la Embajada de Alemania–, la casa pasó a llamarse Villa Olea, por su nuevo propietario Eduardo Olea.
Don Eduardo Olea fue uno de esos personajes pertenecientes a la alta sociedad financiera de principios del siglo XX, simpático, generoso y con numerosos amigos, bien relacionado con la realeza. Nacido en el seno de una familia de banqueros, fue empresario, ganadero… y dueño de una de las residencias más famosas entre la aristocracia madrileña de la época.
El día 28 de mayo de 1914 el diario ABC anunciaba la fiesta benéfica que iba a tener lugar allí, en el entonces nº 21 del Paseo, con asistencia de Personas Reales. Estas fiestas consistían en la representación de cuadros vivos por señoritas de la alta sociedad, y tenían como fin el mejoramiento moral y material de la clase obrera.
Dos días después se publicó en portada una foto de los participantes, en la escalera del pórtico de entrada al palacio, incluidas S.M la Reina doña María Cristina, madre de Alfonso XIII, y las Infantas doña Isabel (la Chata) y doña Beatriz, una de las hijas del rey.
En esta foto, aunque muy valiosa, de Villa Olea apenas podemos ver la escalera, un trocito del muro y dos columnas… por las crónicas sabemos que el palacio y su gran jardín debían ser muy bellos.
En febrero de 1915 Eduardo Olea se hizo con la gestión del Teatro Real. Pero el fracaso de esta empresa y otras inversiones le llevaron a la ruina. Tuvo que vender la casa. Murió poco después, el 17 de enero de 1916, con solo 45 años de edad.
A finales de 1915 Villa Olea había sido adquirida por dos millones de pesetas por la marquesa viuda de la Viesca, quien, según informaba la prensa, se proponía residir en ella después de realizar importantes reformas.
La marquesa doña Clotilde Gallo Ruiz y Díaz de Bustamante, que había estado casada con José María de la Viesca y Roiz de la Parra, marqués de Viesca, se casó en segundas nupcias con el marqués don Alberto de Borbón y Castellví, luego duque de Santa Elena, quien también se casaba por segunda vez. El matrimonio se instaló en su nuevo palacio.
Sobre el Palacio del duque de Santa Elena algunos datos son confusos. Los autores del libro Los palacetes de la Castellana, Encarnación Casas y Carlos Aguilar afirman que fue construido en 1916 por el arquitecto Enrique Yort. Probablemente el apellido “Yort” es un error tipográfico.
En el completísimo Los Palacios de la Castellana, de Ignacio González-Varas, leemos que “el proyecto se vincula al arquitecto Enrique Fort y Guyenet pero por las fechas de construcción (entre 1916 y 1918) es más probable que lo realizara Francisco de Asís Fort y Coghen… madrileño muy vinculado con la nobleza por su matrimonio con doña Mª Concepción Bernar, hija de los condes de Bernar”.
En cualquier caso parece que más que la construcción de un edificio de nueva planta se debieron acometer reformas de la antigua Villa Olea.
Ocupado durante la guerra como cuartel republicano, el palacio fue bombardeado y destruido en gran parte.
Gracias a las fotos del inestimable Archivo Rojo conocemos cómo era el edificio.
Balcones con balaustradas de piedra, frontones, jarrones, la escalera bajo el pórtico, sus columnas… las dramáticas fotos nos muestran detalles del palacio.
La duquesa de Santa Elena murió en diciembre de 1936, tres años antes que el duque.
El heredero fue don Alberto Mª de Borbón y d’Ast, hijo del duque y de su primera esposa, doña Marguerite d’Ast.
Tras la guerra el palacio estaba en muy mal estado y en algún momento fue derribado. Únicamente subsistió un pequeño pabellón situado en la esquina de la calle Zurbarán con el paseo de la Castellana.
Continuará…
Por : Mercedes Gómez
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Bibliografía:
ABC. 28 y 30 mayo 1914. El Imparcial. 23 dic 1915. El Siglo futuro. 6 oct 1925
Encarnación Casas y Carlos Aguilar. Los palacetes de la Castellana. COAM, Madrid 1999.
Ignacio González-Varas. Los Palacios de la Castellana. Historia, arquitectura y sociedad. Turner 2010.
José Luis Quintana. “Ganadería de toros bravos Eduardo Olea”, Revista de Hª de las Vegas Altas. jun 2012 nº 2, pp. 34-50.
Hospital Santa Clotilde
Archivo Rojo. Ministerio de Cultura.
A propósito de la Chimenea de Torre Arias, en el verano de 2011 recordábamos lo que significaron en la historia de Madrid esos terrenos situados en el antiguo Camino de Alcalá. Contamos que una vez establecida la Corte en Madrid en 1561 la nobleza se fue instalando en la villa, y pronto comenzaron a construir sus quintas de recreo en las afueras. Una de las zonas elegidas fue la que se encontraba en los alrededores del pueblo de Canillejas –anexionado a Madrid en 1949-.
En los comienzos del siglo XX el antiguo Camino, hoy calle de Alcalá, tras cruzar el Arroyo Abroñigal, recibía el nombre de Carretera de Aragón. Por entonces aún existían numerosas villas y quintas, como la de los Ángeles, la de Lourdes, la de Salazar… y la gran Quinta de Canillejas, actualmente llamada Quinta de Torre Arias.
Su historia es larga, su origen se remonta a los últimos años del siglo XVI. Sucesivos propietarios y obras de rehabilitación la fueron configurando. La última reforma fue realizada hacia 1850, recién adquirida por el X marqués de Bedmar, que le dio el aspecto que más o menos ha llegado hasta nuestros días.
Desaparecidas prácticamente todas las quintas de recreo, o muy transformadas, como las de Vista Alegre y Campo Alange en Carabanchel, la de Torre Arias ha subsistido casi en toda su extensión (más de 16 hectáreas) y hasta hace poco ha mantenido el uso residencial gracias a su última dueña, doña Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno y Seebacher VIII Condesa de Torre Arias con Grandeza de España, XI Marquesa de Santa Marta y Marquesa de la Torre de Esteban Hambrán.
Tatiana nació en San Sebastián el 26 de octubre de 1923, ciudad en la que sus padres pasaban una parte del año. Pero residió toda su vida en Madrid y dicen que se consideraba muy madrileña. Nacida en el seno de una familia de las de más rancio abolengo de España, creció en un ambiente propio de la nobleza de pasado más ilustre. Su madre, nacida en Alemania, organizó su educación, que tenía lugar en su casa. Aprendió francés, inglés y alemán, sin embargo, cuentan, no le gustaba salir de casa y, incluso ya mayor, continuaba aprendiendo de sus libros y revistas.
En 1949 se casó con el Físico Julio Peláez Avendaño, quien le transmitió el amor a la ciencia y a la investigación. No tuvieron hijos.
Tras la muerte de su madre Ana Juliana Seebacher y Muller en 1953, se instaló con su marido en la Quinta y allí ambos vivieron toda su vida. A la muerte de su padre, Alfonso Pérez de Guzmán el Bueno y Salabert en 1977, heredó los títulos y el patrimonio familiar.
En 1985, en tiempos del Alcalde Enrique Tierno Galván, a raíz de la recalificación urbanística de algunos terrenos de su propiedad que les permitieron una serie de actuaciones, llegaron a un acuerdo con el Ayuntamiento. A cambio de las ventajas obtenidas los condes cedieron a la ciudad la propiedad de la Quinta, con la condición de que ambos continuarían allí viviendo hasta su muerte. Su voluntad fue que, después, pudiera abrirse para disfrute de todos los madrileños.
Su marido murió en 2003; ella continuó su vida discreta dedicada a su amor a la naturaleza, las plantas y su interés por la ciencia.
El 9 de abril de 2012 creó una Fundación, de la que fue la primera presidenta, con la misión de gestionar su patrimonio con una finalidad de servicio a la sociedad, mediante el desarrollo de acciones concretas en los campos de la formación de la juventud, la investigación científica y el medio ambiente.
Hasta poco antes de morir doña Tatiana vivió en la Quinta, y aún visitaba los invernaderos para cuidar sus plantas como había hecho desde muy joven.
La condesa falleció el 1 de octubre de 2012, faltando pocos días para cumplir 89 años.
Hasta entonces doña Tatiana había sido una gran desconocida. En ese momento las noticias acerca de la gran herencia que dejaba (al parecer más de 500 millones de euros, y otras propiedades), la dieron a conocer y pusieron de manifiesto que fue una persona inquieta, llena de intereses y con las ideas muy claras, una mujer admirable, que a su vez admiraba a las mujeres que destacaban en la ciencia. Y generosa.
Tras la muerte de la condesa el Ayuntamiento de Madrid, la ciudad de Madrid, heredó la Quinta, que debía convertirse en parque público y sede de servicios para los madrileños.
Desde los comienzos de este mes de octubre se están realizando una serie de visitas guiadas, por una zona del recinto, a una de las cuales he tenido el placer de poder asistir. Se aprecia que los campos y construcciones necesitan un gran trabajo de limpieza, cuidado y restauración, que ya ha comenzado. Pero el lugar es una maravilla.
La visita es muy interesante y los rincones bonitos poco a poco van apareciendo antes nuestros ojos.
Cerca de la entrada, donde se encuentra la caseta del guarda, hay dos invernaderos (los que visitaba doña Tatiana para cuidar sus flores) que van a ser restaurados y recuperados.
Lógicamente, el agua era muy importante para el mantenimiento de los campos, arbolado y jardines. Los terrenos, como se puede ver en el plano en el comienzo de esta entrada, estaban atravesados de oeste a este por el Arroyo de la Quinta.
Se conservan dos de los puentes que lo cruzaban sobre su cauce hoy seco, que aún muestra vestigios de una antigua canalización de ladrillo en los laterales.
Además, dos Viajes de Agua discurrían por su subsuelo, el de Minaya y el de la Isabela.
Caminando llegamos a otra casita, en muy mal estado por lo que no podemos entrar, pero importante pues en su interior aún guarda el Pozo.
Muy cerca, una gran Alberca junto a la cual estaba el Lavadero.
Son muchos los detalles que llaman nuestra atención. El hierro juega un papel destacado; fue utilizado en elementos como bancos, farolas, pararrayos… además de la utilidad se buscaba la belleza.
En la casa-palacio, igual que en otras construcciones de la quinta, el principal material utilizado es el ladrillo.
El edificio construido en estilo ecléctico destaca por su torreón y otros detalles medievalistas así como elementos neomudéjares.
Uno de los árboles singulares es un cedro espectacular, situado frente al palacio.
Bajo sus ramas, frente a la entrada principal, hay una fuente en muy mal estado, que ojalá sea recuperada.
Las dudas y la polémica surgen en cuanto al futuro uso del Palacio.
El Ayuntamiento ha aprobado un Plan Especial de Protección y Ordenación para la finca “Torre Arias”, sita en calle Alcalá, número 551, Distrito de San Blas-Canillejas, publicado en el Boletín de la Comunidad de Madrid el 22 de agosto de 2014. En él se detallan los niveles de protección de los elementos en grado singular Nivel 1 (el palacio, las caballerizas y la casa del guarda), los elementos singulares según niveles de protección. Histórico-artística (puente principal sobre el arroyo de la Quinta, estanque…); histórica (invernadero, alberca…); y referencial. Así como algunos de los árboles calificados como singulares.
Algunas construcciones no han sido catalogadas y serán derribadas. Según nos cuentan durante la visita solo se van a derribar elementos cuyo estado de ruina hace muy difícil su rehabilitación, pero estos casos no pudimos verlos.
Los últimos meses han aparecido en la prensa noticias según las cuales el palacio podría destinarse a campus de una universidad privada, la Universidad de Navarra, interesada en el edificio. La realidad es que aún se desconoce el uso futuro del palacio.
La condesa deseaba que tras su fallecimiento su dinero y sus posesiones continuaran fomentando sus grandes aficiones: el estudio y cuidado de la naturaleza, la investigación científica, con especial atención a la labor de las mujeres, y la ayuda a los jóvenes, favoreciendo su formación. Para ello creó la Fundación. En cuanto a la Quinta, la legó a la ciudad de Madrid.
E imaginamos que querría que continuara siendo un conjunto unitario, como lo ha sido a lo largo de más de cuatro siglos. Y eso esperamos.
Por : Mercedes Gómez
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Fuentes y bibliografía:
Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno.
COAM. Guía de Arquitectura. Madrid 2003.
Miguel Lasso de la Vega. Quintas de recreo y casas de campo aristocráticas alrededor de Madrid. Tomo I. Ayuntamiento de Madrid, 2006.
Alberto Tellería. Informe Torre Arias. Madrid Ciudadanía y Patrimonio, julio 2014.
Manuel Godoy, valido del rey Carlos IV desde 1792, fue un hombre muy poderoso política y económicamente. Además de la colección de arte que llegó a reunir, otras casas y posesiones, en Madrid al menos fue dueño de tres palacios.
Palacio de Godoy
El llamado Palacio de Godoy está situado en la plaza de la Marina Española, un lugar privilegiado. Fue proyectado por el arquitecto real Francesco Sabatini en 1775 por encargo de Carlos III como Palacio de los Secretarios de Estado pues estaba destinado a albergar al Primer Secretario de Estado o primer ministro. Tan elevado cargo requería un emplazamiento cercano al Palacio Real. El lugar elegido fue el solar situado junto al Colegio Convento de doña María de Aragón, hoy Palacio del Senado, frente al Real Monasterio de la Encarnación.
En aquellos momentos el Secretario era el marqués de Grimaldi, que no llegó a instalarse en él. Finalizado el edificio, sí lo habitó su sucesor, el conde de Floridablanca, y luego Manuel Godoy, duque de Alcudia.
Godoy se instaló en el bello palacio, lo amplió (según proyecto del arquitecto Juan Antonio Cuervo) y reformó a su gusto, y llegó a convertirse en su propietario por lo que es conocido como Palacio de Godoy.
A lo largo de este mes de agosto ha abierto sus puertas al público, con motivo de las visitas guiadas organizadas por la Comunidad de Madrid, Bienvenidos a palacio. En cualquier caso este edificio hoy acoge un organismo público, el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales abierto a los ciudadanos, con actividades, biblioteca y una tienda.
De la visita al Palacio de Godoy podéis encontrar una bonita e interesante crónica en el blog de María Rosa.
Hoy vamos a centrarnos en la búsqueda de las escasas huellas que existen de la época en que Godoy y su familia lo habitaron.
Tras el paso de los franceses por sus estancias, la guerra de la Independencia y los sucesivos cambios de uso a lo largo de los siglos XIX y XX, se conservan pocos elementos originales, ningún mobiliario, y las numerosas obras de arte que lo adornaron, o se perdieron o se encuentran en otros lugares. Manuel Godoy fue un gran coleccionista, en su palacio estuvieron obras maestras como las majas de Goya, hoy en el Museo del Prado.
Al fondo del primer tramo de la escalera imperial, obra de Jean Démosthène Dugourc, se hallaba un valioso friso en altorelieve.
Cuando el Ministerio de Marina y el Museo Naval (que estuvieron aquí un tiempo) se trasladaron al Paseo del Prado esquina calle Montalbán fue uno de los elementos trasladados a la nueva sede. Allí, en el actual Cuartel General de la Armada, se encuentra el despacho de Godoy, también procedente de su antiguo palacio.
Nos cuenta la guía que las estancias del político, de las que no queda nada, estaban situadas a un lado de la majestuosa escalera, el que se asomaba al palacio Real, y al otro las de su esposa María Teresa de Borbón, condesa de Chinchón, y su hija.
En alguno de los salones únicamente subsisten las decoraciones pictóricas originales. Del siglo XVIII es el esplendoroso techo, aunque oscurecido, del llamado Salón de Tapices. Su autor pudo ser Juan Gálvez, pero no se sabe con certeza. Algunos estudiosos citan a José del Castillo y a Zacarías González Velázquez, que también pudieron trabajar aquí.
En el hoy llamado Salón de los Escudos se ubicaron otras obras de Goya, cuatro tondos, medallones circulares óleo sobre lienzo, obras alegóricas dedicadas a los ideales de la Ilustración; tres de ellas, La Industria, La Agricultura y El Comercio se encuentran en el Museo del Prado. La dedicada a La Ciencia se perdió, pero se conoce gracias a las fotografías del Archivo Moreno conservadas en la Fototeca del Ministerio de Cultura.
Las pinturas de Goya fueron sustituidas por escudos modernos, aunque las esfinges a los lados sí son las originales de comienzos del siglo XIX.
Las habitaciones, hoy despachos, guardan algunos techos pintados en los que no faltan los trampantojos (cortinajes, barandillas fingidas…)
De la carpinteria original solo se conserva la puerta de la que fue Capilla del palacio, hoy transformada en salón de actos.
Era un hermoso palacio en el que vivía Manuel Godoy con su esposa la condesa de Chinchón y su hija Carlota Luisa cuando en los comienzos del año 1803 la reina María Luisa de Parma quiso hacer un regalo al valido, concretamente a su hija nacida tres años antes, y que además era su propia ahijada. Para ello adquirió una quinta de recreo en Carabanchel, siempre con el beneplácito de su marido el rey, propiedad que Godoy debía administrar hasta la mayoría de edad de la niña. En el breve espacio de tiempo que transcurrió entre la adquisición y la cesión de las escrituras a Godoy, esta quinta fue Sitio Real.
Quinta de recreo del Conde del Campo Alange
Era la Casa de recreo del II Conde del Campo Alange, don Manuel José de Negrete, situada en el barrio de Buenavista, distrito de Carabanchel; en la calle Joaquín Turina 37, con vuelta a las calles de Polvoranca, Gómez de Arteche, Marianistas y Camino de las Cruces.
La casa-palacio fue construida en 1786 según proyecto de Ramón Durán, discípulo de Ventura Rodríguez, a la salida del pueblo del Alto Carabanchel o Carabanchel de Arriba. Siguiendo las enseñanzas de su maestro, Durán construyó el palacete al estilo barroco tardío clasicista.
Fue rodeada de jardines, árboles frutales, parras, faisanera, estanques, bellas fuentes… construcciones auxiliares, un palomar y un huerto, a la manera de las ricas quintas construidas en Carabanchel por los nobles y financieros de la época. La posesión tenía casi 12 hectáreas de extensión.
Se sabe que la familia, sobre todo la Condesa de Chinchón y su hija habitaron la finca; a pesar de disponer de casas de campo más lujosas, a doña María Teresa de Borbón le gustaba la posesión de Carabanchel, no se sabe muy bien porqué. Godoy debía ir a visitarlas de vez en cuando.
Vendida en 1826, a partir de ese momento tuvo varios propietarios, entre ellos el marqués de Salamanca que la compró antes de adquirir la cercana Quinta de Vista Alegre, la mejoró y la convirtió en escenario de sus esplendorosas fiestas.
La hija del último propietario Mariano de Larrinaga, la condesa viuda de Casa Puente, en 1941 vendió la quinta entonces conocida como Villa Larrinaga a la Compañía de María. El arquitecto Luis Moya la transformó en Escolasticado de los Marianistas, ampliando la posesión y construyendo un Panteón para los religiosos. Poco después fue convertido en sede del Colegio Hermanos Amorós, que aquí continúa.
A pesar del paso del tiempo y el cambio de propietarios y usos, la extensa quinta conserva gran parte de su estilo y esplendor. El jardín, que en el colegio llaman “la pradera”, aunque existan nuevas construcciones y espacios dedicados a instalaciones escolares y deportivas, sigue ocupando unos 94.000 metros cuadrados.
Palacio de Buenavista
Pocos años después de haber recibido esta quinta de recreo Manuel Godoy recibió un nuevo regalo, el magnífico Palacio de Buenavista.
Recordemos que en 1769 don Fernando de Silva Álvarez de Toledo, Duque de Alba, adquirió las casas llamadas de Buenavista a la salida del Camino de Alcalá, y fue su nieta, la duquesa de Alba, María Teresa Cayetana, quien inició la construcción de un gran palacio. La obra fue proyectada por Juan Pedro Arnal en 1777.
Tras la muerte de la duquesa en 1807 lo adquirió el Ayuntamiento que lo donó a Godoy. Éste entonces vendió su palacio de la plaza de la Marina Española, pues el de Buenavista se acercaba más a sus preferencias, así que comenzó las obras para decorarlo a su gusto rápidamente ya que deseaba ocuparlo cuanto antes.
Es difícil saber qué se conserva de esta época, la mayor parte de la decoración de los salones es posterior a 1940. Aunque, igual que sucede en el Palacio de la plaza de la Marina Española, los techos del Palacio de Buenavista parece que datan de la época en que Godoy se encargó de su decoración, encargando realizarlos al estilo francés e italiano, de moda entonces.
Tampoco se conocen sus autores, aunque nuevamente se cree que pudo participar Juan Gálvez. Son pinturas al temple de gran belleza.
Manuel Godoy nunca llegó a instalarse en este palacio. En 1808 se produjo su caída, exilio y confiscación de todos sus bienes.
Por : Mercedes Gómez
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Bibliografía:
Ramón Guerra de la Vega. Palacios de Madrid (tomo I). Madrid, 2010.
Monte-Cristo. “El Palacio de los condes de Casa Puente, en Carabanchel”, Blanco y Negro, Madrid 13 agosto 1922, pp. 34-36.
Miguel Lasso de la Vega. Quintas de recreo y casas de campo aristocráticas alrededor de Madrid. Tomo II Los Carabancheles. Madrid, 2004.
Pablo González-Pola. «El Palacio de Buenavista, ejemplo de conservación del patrimonio histórico-artístico militar». Militaria, Madrid 1995.
El artículo de hoy está dedicado a Doña Umé, amable lectora de este blog. Ella es la dueña de la idea, y quien nos contó los detalles que han permitido escribirlo. Si recordáis, el día que hablamos de la Chimenea de la Fábrica de Vidrios, y de alguna otra, todas ellas recuerdos de antiguas fábricas madrileñas, nos dio la pista: en los comienzos de la antigua carretera de Vicálvaro, actual avenida de Canillejas a Vicálvaro, existe una muy bonita, ubicada en unos terrenos con historia.
Una vez establecida la Corte en Madrid en 1561, la nobleza se fue instalando en la villa, y pronto comenzaron a construir sus quintas de recreo en las afueras. Una de las zonas elegidas fue la que se encontraba en el antiguo Camino de Alcalá, en los alrededores del pueblo de Canillejas –anexionado a Madrid en 1949-, sobre unos terrenos escarpados y surcados por arroyos.
En los comienzos del siglo XX, el antiguo Camino, hoy calle de Alcalá, tras cruzar el Arroyo Abroñigal, recibía el nombre de Carretera de Aragón. Por entonces, en el margen izquierdo de la vía, aún existían numerosas villas y quintas, como la de los Ángeles, la de Lourdes, la de Salazar… y la gran quinta hoy llamada de Torre Arias, como se aprecia en el plano de Facundo Cañada, con el nombre de Quinta de Canillejas.
En el margen derecho, frente a esta posesión, nacía la mencionada Carretera de Vicálvaro que atravesaba unas tierras aún sin edificar, en su mayoría huertas y tierras de labor.
La actualmente llamada Quinta de Torre Arias, cuyo origen se remonta al siglo XVI, creada por los condes de Aguilar, sorprendentemente pervive en toda su extensión y mantiene el uso residencial.
A lo largo de más de cuatro siglos ha tenido diversos propietarios, hasta llegar a la actual dueña, la marquesa de Torre Arias, que al parecer continúa habitándola.
La marquesa fue, quizá sigue siendo, la dueña de otros terrenos en los alrededores, entre ellos los que se encuentran frente a la Quinta, al otro lado de la calle de Alcalá. Se trata de aquellas tierras de labor, que en el siglo XX se transformaron en zona industrial.
Sobre uno de los solares, actual nº 6 de la Avenida de Canillejas a Vicálvaro, existió una fábrica de ladrillos con su clásica chimenea en ladrillo cocido, que hacia el año 1970, o quizá algo después, según me cuenta un vecino del barrio, se convirtió en una fábrica de quesos, la Central Quesera (era famoso el queso Carvel).
Fue derribada en los años 80, incluido el muro que la rodeaba, salvándose únicamente la chimenea, de foma poligonal.
El lugar, un descampado entre viviendas y modernas oficinas, se convirtió en algo parecido a un basurero. El pasado año la concejala del distrito de San Blas informó de que la Junta Municipal había acometido “por ejecución subsidiaria” la limpieza y cerramiento de la parcela, una vieja demanda de los vecinos. El coste, que ascendió a 57.000 euros, afirmó sería reclamado a la propiedad. Ignoro si esta propietaria es la marquesa de Torre Arias, o el solar pertenece a alguna empresa.
Nos contaba Doña Umé algo muy bonito, que la parte superior de la chimenea parece un encaje de ladrillos, y así es.
Otra curiosidad es que, durante la Guerra Civil, el comandante en jefe de las tropas defensoras de Madrid, el general José Miaja, vivió en una casita situada junto al solar de la fábrica.
Y no debería extrañarnos, teniendo en cuenta que el militar tenía su despacho en el cercano parque de El Capricho, en la que fuera finca de los duques de Osuna, donde a 15 metros de profundidad se encontraba el centro de mando del Ejército Republicano. Hace unos años fueron descubiertos mil quinientos metros cuadrados de túneles abovedados con zócalos de cerámica en sus muros y sólidas puertas de madera dotadas de seguros cerrojos, construidos cerca de uno de los Viajes de Agua que atraviesan el histórico Jardín. Bajo el despacho, instalado en el palacio de Osuna, otro laberíntico túnel le llevaría hacia algún lugar.
La zona ha cambiado mucho, desaparecieron los arroyos y las tierras de labor, pero allí sigue la gran Quinta de Torre Arias, y junto a su tapia hoy día existe un magnífico jardín público. Las antiguas fábricas se transformaron en modernas industrias y oficinas… pero allí continúa la bonita chimenea.
por Mercedes Gómez
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Fuentes:
Gacetas Locales, 25 marzo 2010.
Asociación de Vecinos de Canillejas
El País
A lo largo del siglo XIX entre la nobleza y las familias adineradas se puso de moda decorar los salones de sus palacios con estilos exóticos, como el chino, turco o sobre todo el árabe. El estilo árabe fue muy utilizado durante el reinado de Isabel II, de modo que a finales del siglo raro era el palacio o palacete que por entonces no contaba con su Salón decorado a imitación de la Alhambra de Granada. En la Europa romántica del siglo XIX surgió el término «Alhambrismo”, aplicado a la literatura, la música, y por supuesto a la arquitectura y a las artes decorativas.
En Madrid la recreación del ambiente y los detalles del monumento granadino fue habitual, y no únicamente en la decoración de interiores sino que incluso se construyó algún palacio bajo su influencia, como el Palacio de Xifré, que estaba situado frente al Museo del Prado, construido por José Contreras en 1865 imitando en todos sus detalles la arquitectura árabe. Desgraciadamente fue derribado en los comienzos de la década de los 50 del siglo XX.
Recordemos el Palacio de Anglada, que reproducía el Patio de los Leones de la Alhambra. El Palacio de la Condesa de Montijo en la plaza del Ángel también tuvo su gabinete al estilo árabe, el Palacio de los Marqueses de Alcañices -donde hoy se ubica el Banco de España-, … todos desaparecidos. O casi.
He leído en algún lugar que en Madrid no se conserva ningún Salón de este estilo, y esto no es exacto. En nuestra Comunidad existe el Salón de Fumar del Palacio de Aranjuez. De estilo árabe es el Palacio de Laredo en Alcalá de Henares, hoy sede del Museo Cisneriano.
Y, aunque lamentablemente muy deteriorado, en la ciudad de Madrid pervive el Salón Árabe del Palacio del Marqués de Salamanca en la Quinta de Vista Alegre.
Quizá alguno de vosotros recuerde nuestra visita a la Quinta el verano pasado, durante la cual pudimos conocer y admirar las Huellas del Marqués de Salamanca en su palacio, el conocido como Palacio Nuevo o Palacio del Marqués de Salamanca. Durante la visita una de las estancias que más nos llamó la atención a todos fue el Salón Árabe y su estado de abandono, apuntalado para no venirse abajo.
Como vimos, además de las estancias privadas, el Palacio tenía amplios y lujosos salones dedicados a recepciones o fiestas, siendo este quizá uno de los más esplendorosos del edificio.
El Palacio Nuevo fue obra de Narciso Pascual y Colomer, aunque según algunos autores, como Pedro Navascués, el Salón pudo ser construido por el arquitecto Rafael Contreras, por entonces restaurador de la Alhambra de Granada. Según otros, por el tallista y pintor Alejandro Mattey, aunque seguramente siempre bajo la dirección de Pascual y Colomer.
Tras la muerte del Marqués y su venta al Estado, la primera reforma del Palacio para convertirlo en Asilo de Inválidos tuvo lugar en 1888. Luego, en el siglo XX albergó el Instituto de Reeducación Profesional de Inválidos del Trabajo (1922), Instituto de Reeducación Profesional (1928) e Instituto Nacional de Reeducación de Inválidos (1933).
Hasta hace pocos meses ha sido la sede del Centro de Educación Especial María Soriano, colegio que ha sido trasladado al nuevo PAU de Carabanchel, en la Avenida de la Peseta, 30.
El Salón Árabe, como el resto de dependencias del Palacio, durante un tiempo, fue utilizado como aula, como muestran estas curiosas fotografías que deben coresponder a los años 60 del pasado siglo XX.
El Salón está ubicado en la planta baja, su planta es rectangular y está dividido en dos naves por un arco decorado con yeserías al estilo mudéjar.
El artesonado es solo de apariencia mudéjar, pues al contrario que los artesonados árabes realizados completamente en madera, éste presenta una técnica especial. La decoración no consta de maderas talladas y pintadas sino de otros materiales superpuestos que imitan la decoración en dicho material. Lino, pintura y papeles pintados sobre un armazón de piezas de madera.
Las yeserías completan la decoración de los muros.
Actualmente el Palacio se encuentra cerrado y sin noticias acerca de un proyecto claro de uso.
Esperemos que el Salón Árabe del Marqués de Salamanca sea restaurado y pronto podamos contemplar uno de los escasos recuerdos de una arquitectura prácticamente desaparecida, el único en la ciudad de Madrid.
por Mercedes Gómez
La Quinta de Vista Alegre, situada en el barrio de Puerta Bonita del Distrito de Carabanchel, con entrada principal en la calle General Ricardos nº 177-179, constituye un Bien del Patrimonio Cultural madrileño de indudable valor histórico y artístico…
Así comenzaba la primera entrada publicada en este blog sobre la Quinta de Vista Alegre, en la que explicábamos la historia de este antiguo Sitio Real, su situación actual y la solicitud por parte de un grupo numeroso de personas de su declaración como Bien de Interés Cultural.
Dentro de pocos días se cumplirá un año desde que enviamos nuestra primera solicitud de incoación de expediente para la declaración de la Quinta de Vista Alegre como BIC.
En vista del tiempo transcurrido sin haber obtenido ninguna respuesta, decidimos enviar una nueva carta a la Dirección General de Patrimonio Histórico recordando nuestros dos envíos, el primero con 320 firmas y el segundo con 119, y solicitar información sobre el estado de nuestra petición.
Entregamos la carta en el Registro el pasado viernes 5 de marzo, y el lunes 8 recibimos una llamada telefónica de la Subdirectora de Protección y Conservación, quien muy amablemente nos puso al corriente de la situación.
Nos recuerda la complejidad de la Quinta de Vista Alegre debido a sus distintos dueños, consejerías que intervienen y múltiples usos de sus edificios, y que en cualquier caso se trataría de un proceso muy lento, pero comenta que la Comunidad de Madrid es favorable a la protección de la Quinta y a su catalogación como BIC.
En un principio el Plan Especial redactado por el Ayuntamiento no estaba del todo acorde con el planteamiento de protección de la Quinta por parte de la Comunidad. Últimamente ambas partes están manteniendo reuniones muy frecuentes, y “se están acercando las posturas”.
En definitiva, confía en que se “llegue a buen puerto”.
Esperamos tener mejores y más concretas noticias en un futuro cercano.
A las firmas presentadas hay que sumar el apoyo mostrado por algunos de vosotros aqui, a través de los comentarios.
Muchas gracias a todos,
Mercedes
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Artículos anteriores
La Quinta de Vista Alegre ¿Bien de Interés Cultural?.
Huellas del Marqués de Salamanca en Vista Alegre.
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Finca Vista Alegre, patrimonio desaparecido.
Reportaje sobre Vista Alegre en el diario Qué!.
La Quinta de Vista Alegre, Carabanchel Bajo, Madrid.
¿Por qué la Quinta de Vista Alegre debería ser BIC?.
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