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Las Reales Fábricas se crearon en el siglo XVIII. Además de por motivos económicos, las de productos de lujo fueron establecidas en Madrid y sus proximidades debido al deseo de la monarquía borbónica, el Rey y su Corte, de decorar sus palacios a su gusto, como ya vimos aquí. La Real Fábrica de Tapices, la más antigua; de Paños; las de Porcelana, Naipes, luego de Tabaco; y la de Relojes. La de Cristales se ubicó en La Granja, Segovia. Algunos de sus tesoros ahora podemos verlos en el Museo de Historia, en la calle de Fuencarral 78.
La última fue la Real Fábrica de Papeles Pintados, creada en 1786 por iniciativa privada aunque con el apoyo de la Corona.
Durante la segunda mitad del siglo, bajo el reinado de Carlos III, el papel pintado se había puesto de moda. En España no existía ninguna fábrica de ese tipo y en Madrid solo existían algunos talleres. Hasta ese momento la demanda era cubierta mediante la importación sobre todo de Francia.
Los papeles pintados eran xilografías en color de impresión manual, no era un producto industrial sino artístico. Los dibujos de los motivos eran tallados por los grabadores en planchas de madera de peral. Intervenían pintores, grabadores, químicos, coloristas, impresores…
LA CASA DE LA ENCINA
Como nos cuenta la investigadora Isadora Rose-de Viejo en su magnífico libro que cito al final, la Fábrica de Papeles Pintados fue ubicada en las afueras de Madrid en la llamada Casa de la Enzina, en la plaza de San Juan la Nueva, hoy desaparecidas tanto la casa como la plaza como veremos, cerca de la Puerta del Conde Duque.
El 12 de junio de 1772 allí se instaló una casa para las Arrepentidas o Mujeres que salen de la Galera que ocuparon las Casas nº 5, la más pequeña, casita baja, y la nº 6, la más grande, de la manzana 541, situadas entre el Cuartel de los Reales Guardias de Corps y el Convento de las Comendadoras de Santiago.
La manzana comenzaba en la calle del Limón, continuaba por la calle del Cristo, calle de Amaniel y la plaza de San Juan la Nueva (hoy calle de Montserrat).
La llegada de las mujeres arrepentidas fue motivo de escándalo para las monjas, que con el permiso del rey compraron el edificio. Así consta en la Planimetría General de Madrid, que la casa nº 6 formada por tres solares, pertenecía a las santas Comendadoras de Santiago. La nº 5 pertenecía al Monasterio de monjas de San Pascual.
Después de ser ocupado por distintos inquilinos, Carlos III y sus ministros decidieron que este sería un buen emplazamiento para la Fábrica de Papeles Pintados.
Los fundadores que venían de Francia, tras una serie de vicisitudes, en enero de 1788 aquí se instalaron.
REAL FÁBRICA DE PAPELES PINTADOS
Jean Baptiste Francois Giroud de Villette ocupó una parte del edificio con su hermano Pierre y algunos artesanos franceses. Tras la muerte de Juan Bautista, en 1793 Pedro –ya españolizados los nombres de toda la familia– pasó a dirigir la Fábrica.
Se conocen muchos de los modelos porque se anunciaban en la prensa de la época y se describían con mucho detalle. Enrejados con enredaderas, nichos con estatuas, pilastras, figuras mitológicas… exquisitos diseños muy solicitados por los reyes, nobles y alta burguesía. Pedro importaba de Francia brochas, pinceles y barriles de colores, además del color blanco, de carmín líquido, azul de Prusia, amarillo color seda, naranja en polvo, verde inglés, azul imperial, azul real, bermellón…
Pedro Giroud de Villette solicitó el Honor de ser Adornista de Casa y Cámara de Carlos IV lo cual consiguió, desde 1800 a 1808. Aunque el cargo era honorario le daba la consideración de Criado del rey lo que facilitaba nuevos encargos.
A finales de 1801 Pedro de 34 años se casó con su sobrina Felicité, Feliciana, de 16. El primer hijo Santiago Carlos nació el 15 de marzo de 1803 en la Casa-Fábrica, pero murió siendo aún muy pequeño. El segundo, Segismundo, nació en 1805 en Lyon; viajó a Madrid cuando cumplió los 16 para incorporarse a la empresa familiar.
Tras la invasión francesa y la guerra, y con problemas de salud, Pedro se fue a Francia, hasta marzo de 1809. Asentado José I en el trono español, volvió. Entonces solicitó al nuevo rey que mantuviera las mismas concesiones que le habían otorgado Carlos III y Carlos IV, pero José I nunca aceptó.
Después de la guerra, el hecho de que José Bonaparte no le había apoyado y la excusa de su enfermedad le ayudaron a recuperar el cargo de Adornista de Casa y Cámara. Y gracias a Fernando VII que fue un gran aficionado al papel pintado e hizo grandes pedidos, la Fábrica casi recuperó su esplendor.
Años después informó al rey de su deseo de jubilarse y dejar a su hijo de 21 años al frente de la Fábrica, solicitando el mismo cargo honorífico para él. Segismundo nunca lo recibió.
En esta época del reinado fernandino lo cierto es que se produjo una gran evolución en las artes decorativas. Se conoce por las Memorias de las Exposiciones de la Industria Española organizadas en 1827, 1828 y 1831, los premios, piezas y creadores que participaron en ellas. Pedro Giroud de Villette, fabricante de papel pintado, obtuvo en 1827 una Medalla de oro.

Giroud de Villette. Sala de papeles pintados. Madrid, h. 1820. (Foto, en López Castán, «Exposiciones públicas…»)
Pedro se jubiló y volvió a Francia. Su hijo Segismundo siguió trabajando para el Palacio pero Fernando VII murió el 29 de septiembre de 1833. No mucho después debió morir Pedro. Estalló la primera guerra carlista y esta fábrica, y otras reales fábricas, tuvieron dificultades y acabaron desapareciendo. Además la desamortización de bienes de la Iglesia afectó a las Comendadoras cuyos inmuebles fueron embargados, entre ellos la casa que había ocupado la Fábrica durante casi 50 años.
Segismundo partió para Francia, abandonando todos los enseres, muebles, planchas de madera… lo cual podía hacer pensar que tenía intención de regresar, pero nunca lo hizo.
TRAS LA MARCHA DE SEGISMINDO EN 1836, ¿QUÉ OCURRIÓ?
Se sucedieron una serie de directores de la fábrica y de nuevos inquilinos del inmueble. En 1848 uno de estos inquilinos se llamaba Casimiro Mahou, que en un año se convirtió en el nuevo director de la Fábrica de Papeles Pintados. En aquellos momentos los medios ya debían estar muy anticuados, era necesario modernizarse. Mahou, nuevamente un empresario francés, se asoció con Santiago Ballesteros y ambos establecieron una nueva fábrica.
Casimiro había nacido en mayo de 1804, cuando llegó a la plaza del Limón con su hija Amalia de 4 años, tenía 43 y era viudo. En 1851 tres años después de su llegada, seguía siendo director de la fábrica, y tenía otro hijo recién nacido. Se llamaba Alfredo Mahou.
Después de casi siete décadas, 1856 fue el último en que la Fábrica de Papeles Pintados funcionó en la antigua plazuela de San Juan La Nueva, luego plazuela del Limón, que según nos cuenta Rose-De Viejo llegó a conocerse como “Plazuela del Papel Pintado”.
Ese mismo año Casimiro se casó con su segunda esposa Brígida Solana, madre de Alfredo. Después de la boda la fábrica se trasladó a unos terrenos que habían adquirido extramuros. Nació la nueva Fábrica de Las Maravillas y se produjo el cierre definitivo de la Fábrica de Pedro Giroud de Villete.
No se sabe porqué, en 1859 Ballesteros y Mahou decidieron rescindir su contrato de colaboración, quedando el primero como único propietario. Lo sorprendente es que Casimiro Mahou volvió a la plazuela del Limón y compró toda la finca. Creó una fábrica de pinturas y barnices en el mismo lugar, El Arco Iris, Gran Fábrica de Colores al Temple y al Óleo.
En la misma casa en 1870 Alfredo Mahou abrió un Estudio de Fotografía, ALMAYSO. En 2014 tuvimos ocasión de ver una pequeña y bonita exposición sobre ella, organizada por la marca de cerveza madrileña.
Casimiro murió el 19 de agosto de 1875. Su viuda y sus hijos siguieron fabricando colores y hielo artificial. El Archivo Histórico de Protocolos de Madrid guarda la escritura de constitución de la empresa Hijos de Casimiro Mahou, de 30 de octubre 1889.
Ese mismo año se derribó la antigua Fábrica de Papeles Pintados -la vieja Casa de la Encina-, y poco después comenzó la construcción del nuevo edificio de ladrillo, sede de la primera Fábrica de Cerveza Mahou.
Gracias al Ayuntamiento se incorporó a la finca parte de la plazuela, que desapareció, después de haber sido terreno público durante siglos. La entrada dejó de estar en la plaza, pasó a situarse en la calle de Amaniel, frente al Convento.
Hace tiempo recordamos aquí la historia de la antigua Fábrica de Cervezas Mahou y su edificio, hoy sede del Museo ABC. Recientemente ha sido colocada una placa en homenaje a Mahou.
Alfredo trabajó aquí hasta que murió en 1913.
PAPELES PINTADOS EN MADRID
Los papeles pintados de la Real Fábrica eran verdaderas obras de arte aunque no se conservan apenas ejemplos porque eran obras efímeras, decoraciones de las habitaciones que estaban destinadas a renovarse con cierta frecuencia o taparse.
La Real Fábrica debió tener muchos clientes a juzgar por la gran producción que se sabe tuvo, aunque exceptuando a la Corona (Aranjuez, La Granja de San Ildefonso) se conocen pocos. Los condes de Altamira y Aranda, los Regidores del Ayuntamiento de Madrid que encargaron varias piezas para el Coliseo de la Cruz y el Teatro de los Caños del Peral… Por supuesto, Manuel Godoy quiso tener ese tipo de exquisitez que disfrutaba el rey e hizo encargos para sus palacios; incluso nombra la Fábrica en sus Memorias, la real y suntuosa fábrica de papeles pintados, de don Pedro Giroud de Villette, sita al lado de las comendadoras de Santiago. En ella se formaron muchos artistas españoles de esta clase, escribió.
El primer encargo de Fernando VII fue para decorar la Sala del Billar del Palacio de la Moncloa. Al año siguiente decoró veintidós salones del Palacio Real. Ninguno de ellos ha sobrevivido. Tampoco los instalados en el palacete del Casino de la Reina en Embajadores.
Solo subsisten algunas muestras antiguas. Probablemente realizado hacia 1807, antes de la Guerra de la Independencia, es la que se conserva en la Sala Capitular de las Comendadoras de Santiago. Aunque no se puede ver por estar en el Convento, existen algunas fotografías que se pueden ver en el libro citado, y se conoció gracias a la existencia de una imagen de 1937 hecha por la Junta de Incautación que se conserva en el Instituto de Patrimonio Histórico.
Actualmente el techo al parecer está pintado, no se conserva el papel, pero sí en las paredes, obra de Giroud de Villete en los tres colores de la Orden, rojo, verde azulado y amarillo siena. Colgaduras con pliegues, encajes que imitan hojas, flores… En las mismas Comendadoras se conserva otra obra realizada en 1821 para un nicho del Coro del Convento.
En el Monasterio de San Lorenzo del Escorial también quedan algunos restos. Y son importantes los que se instalaron en la Quinta del Pardo entre 1816 y 1821; dieciséis de las dieciocho habitaciones fueron decoradas con papeles pintados, se conservan cinco de ellas con sus dibujos pompeyanos.
Finalmente destaca un ejemplo –el único que he podido ver, y origen de este largo artículo– muy sencillo pero muy importante ya que quizá se trate del único vestigio que existe en el Palacio Real de Madrid realizado en la primera época de la Fábrica. Se considera de finales del siglo XVIII.
Bajo una decoración más moderna, durante alguna restauración o reforma, apareció en el pasillo de entrada a la Sala de Mayordomía del Palacio Real de Madrid un maravilloso papel pintado, que a primera vista parece una pintura mural.
El motivo central es un florero rodeado por arabescos y en la parte superior, dos angelitos y un trofeo. Todo ello enmarcado por un fondo azul turquesa con dos molduras de madera fingidas.
Ocupa las dos paredes del pasillo enfrentadas, y el techo.
Debió ser impreso a mano utilizando planchas de madera en papeles individuales pues si nos fijamos de cerca las juntas se aprecian perfectamente.
Aparte los que al parecer se encuentran en el Convento de las Comendadoras, propietarias del edificio de la Real Fábrica de Papeles Pintados desde el siglo XVII hasta el XIX, este ejemplo del Palacio Real es quizá el único realizado por Pedro Giroud de Villete en los comienzos de su larga y fructífera estancia en Madrid que se conserva en la ciudad.
Por : Mercedes Gómez
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Bibliografía:
ROSE-DE VIEJO, Isadora. La Real Fábrica de Papeles Pintados de Madrid (1786-1836). Ed. Cátedra, 2015.
LÓPEZ CASTÁN, Ángel. “Las Exposiciones públicas de los productos de la Industria española y las artes decorativas en el Madrid fernandino”. Anuario Dpto. Historia y Teoría del Arte (UAM) vol III, 1991.
Planimetría General de Madrid.
Manuel Godoy – Carlos Seco Serrano. Memorias del Príncipe de la Paz. Madrid Atlas, 1956. (BDH de la Biblioteca Nacional)
Ayer el diario El País publicó la noticia, la plantilla de la Real Fábrica de Tapices lleva cuatro meses sin cobrar. Y según cuentan, el Patronato de la Fundación debe hasta el recibo de la luz.
¿Cómo es esto posible?
Es una lamentable noticia, referida a cualquier empresa y a cualquier trabajador. En este caso es especialmente triste, porque se trata de una antigua Fábrica Real, que pasó por muchos problemas hace unos años, según parece estuvo a punto de desaparecer. En 2006 fue declarada Bien de Interés Cultural y se creó la Fundación Real Fábrica de Tapices sin animo de lucro cuyos fundadores fueron el Ministerio de Educación y Cultura, La Comunidad de Madrid, el Ayuntamiento de Madrid y la Fundación Caja Madrid.
Cuando el pasado mes de abril visitamos la Fábrica, en una mañana inolvidable, que contamos aquí, no podíamos imaginar lo que estaba ocurriendo.
Además de la importancia histórica, arquitectónica y artística de la Real Fábrica, creo que a todos nos admiró el trabajo, además de difícil y delicado, a veces duro –permanecen mucho tiempo de pie–, de los operarios/artistas.
Terminaba mi entrada entonces recordando que “en 1996 la institución fue convertida en una Fundación sin ánimo de lucro. Sus fines son el mantenimiento de los oficios artísticos ligados a la Fábrica, la manufactura, conservación y restauración del patrimonio textil del Estado español, el estudio y divulgación de la propia historia, así como el fomento en general de todas las actividades culturales que contribuyan a un mejor conocimiento y aprecio de la tapicería”.
La Fundación está formada por ¡el Ministerio de Educación, la Comunidad, el Ayuntamiento y la Fundación Caja Madrid!
El Patronato está formado por estos organismos, además del Presidente de Patrimonio Nacional y el Director General de Patrimonio del Estado, según la web de la Real Fábrica.
Nos contaron durante la visita que, aparte posibles clientes particulares, los más importantes son organismos públicos, como Ministerios, Congreso, Senado… y Patrimonio Nacional.
¿Qué ocurre? Debe ser muy complejo el problema, pero lo que no puede ser es que se permita que la Fábrica de Tapices haya llegado a esta situación. Esperamos que se solucione pronto, y sobre todo deseamos un buen futuro a esta singular institución.
Por : Mercedes Gómez
A lo largo de las últimas semanas estamos asistiendo a un espléndido Ciclo de charlas-visitas sobre las Fábricas Históricas Madrileñas, coordinado por Dolores Muñoz para el Aula G+I PAI Gestión e Intervención en el Patrimonio Arquitectónico e Industrial. Especialistas en cada materia nos explican la historia y funcionamiento de cada fábrica, y nos guían en las completas y enriquecedoras visitas a cada una de ellas. Un lujo.
El pasado jueves día 9 de abril de 2015 tuvo lugar la primera charla-visita, en la Real Fábrica de Tapices.
El acto de inauguración fue llevado a cabo por el Director General de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid, un representante de la UPM y la directora de la institución.
A continuación, expertos en los distintos campos nos hablaron sobre la historia, el edificio, sistema productivo y la restauración del inmueble, que ha recuperado varias construcciones del antiguo recinto y el bello jardín.
Conferencias
La charla introductoria del Ciclo fue desarrollada por Carlos Caballero, Doctor en Geografía e Historia. La segunda fue a cargo del Conservador de la Real Fábrica de Tapices, Antonio Sama García, quien luego nos guió por la fábrica-museo. El arquitecto Gregorio Marañón, encargado de la restauración del inmueble, nos mostró el Jardín y los edificios rehabilitados.
Fue muy interesante escuchar en primer lugar la importancia del proyecto general de formación de Reales Fábricas en España, más de setenta, dentro de la filosofía de la Ilustración. Se crearon fábricas de tejidos, armas, cristal, porcelana, etc. El proyecto global fracasó por motivos diversos (emplazamiento, costes de producción, malas condiciones laborales…). Así que a finales del XVIII, principios del XIX muchas desaparecieron. Entre otras cosas, lo que queda de ellas es un inmenso patrimonio arquitectónico. Como el magnífico conjunto en el que nos encontramos y que vamos a tener la suerte y el placer de conocer a fondo.
El primer emplazamiento elegido por Felipe V para Fábrica de Tapices fue una Casa junto a la Puerta de Santa Bárbara, extramuros, donde estuvo hasta 1881. Entonces la Corona compró parte del antiguo Olivar del Convento de Atocha donde se construyó el edificio actual, proyectado en 1884 por el Arquitecto Mayor de Palacio José Segundo de Lema. El traslado definitivo tuvo lugar en 1889.
Como curiosidad podemos hacer un breve paréntesis y contar que los antecedentes de la Real Fábrica de Tapices se remontan a la Casa de la Tapicería de su Majestad o de Santa Isabel, que existió en la calle de este nombre a finales del siglo XVI. Después de que Antonio Pérez huyera su casa pasó a manos de la Corona y Felipe II creó allí un colegio para niños y niñas desatendidos con el fin de enseñarles los oficios. En mayo de 1596 las Cortes aceptaron la propuesta de dos de sus procuradores para que el maestro tapicero Pedro Gutiérrez se instalara junto al Colegio de Santa Isabel para enseñar a los niños su arte.
La Real Fábrica de Tapices como tal fue fundada por Felipe V en 1721. El rey nombró director a Jacobo Vandergoten, maestro tapicero procedente de Amberes. Su principal objetivo era surtir a los Reales Sitios. En un principio los tapices fueron elaborados a partir de cartones flamencos pero la pérdida de las posesiones de los Países Bajos obligaron a la creación de una producción nacional. Poco a poco comenzaron a utilizarse los elaborados por los pintores del rey, entre los que pronto destacó don Francisco de Goya.
Entre 1775 y 1793 Goya pintó los cartones para tapices para los Reales Sitios de San Lorenzo de El Escorial y de El Pardo, bajo la dirección de Anton Raphael Mengs, pintor de cámara y director artístico de la Real Fábrica de Tapices. En relación a este tema, recordemos que hasta el próximo 7 de junio podemos visitar en el Museo del Prado la exposición Goya en Madrid.
Visita a la Fábrica-Museo
En la Fábrica se realizan, conservan y restauran Tapices, Alfombras y Reposteros.
Desde la Edad Media el tapiz fue muy valorado, más caro incluso que los cuadros. El arte de la Tapicería era considerado superior a la Pintura. A lo largo de la visita vemos cómo se realizan los tapices en los antiguos telares.
El trabajo se realiza por la parte posterior, un espejo ayuda a ver lo que se va creando.
Nos explican las distintas técnicas, de bajo lizo o alto lizo, manuales, para tapices más artísticos. Admiramos las canillas de infinitos colores…
Es un espectáculo ver la cantidad de madejas de lanas y sedas almacenadas por tonalidades de colores, aquí los verdes, allá los azules, precioso… podría compararse con la mezcla de colores de la paleta del pintor.
Nos muestran cómo realizan el nudo turco o el español de las alfombras. El nudo español es más sencillo, pero más laborioso pues hay dos filas de hilos, se hace primero una fila, y luego la otra, lo que significa el doble de tiempo, mientras que en el nudo turco se cogen las dos filas de hilo a la vez, el nudo es doble, por eso es más complicado, pero más rápido.
Es admirable la destreza manual de estos artistas.
Finalmente admiramos el bordado de los reposteros, llevado a cabo con gran maestría y delicadeza.
Además de un lugar vivo, en el que se trabaja, la Real Fábrica es un museo. Guarda antigua maquinaria, herramientas, un Libro de Jornales de 1793 a 1797 que muestra el detalle de los jornales de los obreros, retupidores, alfombristas…
El pasillo del edificio principal está decorado con tapices de los siglos XVI al XVIII, grandes obras de arte.
En los siglos XIX y XX el prestigio de la Fábrica fue creciendo, de forma que sus tapices y alfombras decoran teatros, hoteles y palacios de todo el mundo.
Por otra parte, sus diseños se fueron adaptando a las nuevas tendencias artísticas. Hay tapices según modelos de artistas como Alberto Corazón, Joaquín Vaquero Turcios o Guillermo Pérez Villalta.
Edificios
La Real Fábrica ocupa la manzana entre las calles de Fuenterrabía 2, Andrés Torrejón 7, Vandergoten 1 y Julián Gayarre 4 y 6.
Una placa del Colegio de Arquitectos de Madrid junto a la entrada nos recuerda que “La Real Fábrica de Tapices fue establecida por Felipe V a principios del XVIII con artesanos flamencos dirigidos por Jacobo Vandergoten. En 1889 se traslada a este lugar sobre el olivar y huerta del Convento de Atocha. Conjunto formado por un edificio representativo de tres plantas y a cada lado en L se sitúan los edificios puramente industriales. Destacan la gran chimenea y la decoración de las fachadas dentro de la estética neomudéjar.”
El conjunto está formado por dicho edificio principal con fachada a Fuenterrabía y los mencionados cuerpos laterales; en el ala esquina a Andrés Torrejón se encuentra el antiguo Obrador, hoy sala de eventos y exposiciones.
Los espectaculares muros son de mampostería y ladrillo.
El conjunto se completa con otras edificaciones auxiliares de ladrillo situadas en el lado sur, además de su chimenea, como sabemos una de las pocas que se conservan en la ciudad.
Igual que en el edificio principal, están adornados por sencillos motivos neomudéjares.
Finalmente visitamos el taller de restauración donde tapices y alfombras procedentes de muchos lugares son reparados y limpiados.
Jardín
Hoy la entrada principal a la Real Fábrica es la de la calle Fuenterrabía pero en origen era la de la esquina de Vandergoten con Julián Gayarre, por donde se accede al Jardín, que se halla en el centro del recinto.
El proyecto para la restauración y ordenamiento de los jardines y espacios públicos del conjunto monumental de la Real Fábrica de Tapices fue realizado en 2008 por el arquitecto Gregorio Marañón, nos recuerda una pequeña placa a los pies de la escalera.
De una pequeña plazoleta frente a la puerta que da acceso al edificio principal parten caminitos rodeados de hermosa vegetación.
El Jardín histórico, de 100 metros cuadrados, además de algunos árboles, conserva elementos originales, como el pavimento empedrado.
También el viejo lavadero y los secaderos de las alfombras.
En 1996 la institución fue convertida en una Fundación sin ánimo de lucro. Sus fines son el “mantenimiento de los oficios artísticos ligados a la Fábrica, la manufactura, conservación y restauración del patrimonio textil del Estado español, el estudio y divulgación de la propia historia, así como el fomento en general de todas las actividades culturales que contribuyan a un mejor conocimiento y aprecio de la tapicería”.
En 2006 fue declarada Bien de Interés Cultural.
La Real Fábrica de Tapices puede visitarse de lunes a viernes (no festivos) de 10.00 a 14.00 h. Hay visitas guiadas cada 30 min (última a las 13.30 h).
Aún tenemos ocasión de asistir a una nueva charla-visita, el próximo viernes día 8 a Nuevo Baztán. Además de otras interesantes actividades del Aula G+I PAI, que podéis consultar en su web.
Por : Mercedes Gómez
Iniciamos el año con el anuncio de un prometedor Curso organizado por el Instituto de Estudios Madrileños sobre Las Reales Fábricas y la Corte de España en los siglos XVIII y XIX.
Desde el 14 de enero hasta el 18 de marzo asistiremos a diez interesantes charlas dedicadas a las Manufacturas Reales, instalaciones industriales fundadas por la Monarquía para el desarrollo de una política mercantilista. Servían para resaltar el esplendor de los Palacios Reales y su principal objetivo era impulsar el desarrollo económico de España.
Conoceremos cómo se trabajaba en la Real Fábrica de Gas, la Real Fábrica de Platería Martínez, las Escuelas de Relojería de Madrid, Tapices, Papel, Cerámica y Loza, de Cera, Tabacos…
En la página del Instituto podemos descargar el folleto del Ciclo y consultar todos los detalles.
La primera, a cargo de don José Luis Sancho Gaspar, será el próximo martes 14 de enero: “Quanto se haga ahora y siempre será para palacio”. La producción de las Reales Fábricas para el Palacio Real de Madrid.
Todas las conferencias serán a las 19,00 h. en el Museo de San Isidro, plaza de San Andrés nº 2.
Entrada libre hasta completar aforo.
Un tema interesante, para aprender y disfrutar, explicado por algunos de los expertos miembros del Instituto dedicado al estudio de la Villa, en un precioso lugar, ¿a que suena bien?.
Feliz Año a todos, y feliz año para Madrid.
Mercedes
La primera Real Fábrica de Porcelana creada por el rey Carlos III en el siglo XVIII fue instalada en El Retiro en los terrenos cercanos a los que hoy ocupa la estatua del Ángel Caído, en la antigua ermita de San Antonio de los Portugueses. Convertida en cuartel por los franceses en 1808, fue destruida por los ingleses durante la Guerra de la Independencia.
Finalizada la guerra, unos años después, durante el reinado de Fernando VII, en 1816 se construyó una nueva Real Fábrica promovida por la reina Isabel de Braganza, cuyo amor al arte le llevó no solo a impulsar la creación del Museo del Prado sino otros lugares como esta nueva Real Fábrica de Loza y Porcelana de la Moncloa, en el Real Sitio de La Florida, ubicada en la Granjilla de los Jerónimos, tierra de labor que perteneció a los Jerónimos, y que antes se llamó El Paso –aquí, cerca de donde hoy se encuentra la ermita de San Antonio, estuvo el primer Convento de los Jerónimos, el Monasterio de Nuestra Señora de El Paso, fundado por Enrique IV en 1464, antes de su traslado al Buen Retiro–.
Las obras fueron dirigidas por Joaquín García Rojo, en calidad de teniente arquitecto mayor; su ayudante fue Pedro Vargas. Su planta en «L» aparece representada en un plano del Real Sitio conservado en la Biblioteca Nacional.
El primer director fue Antonio Forni. La cerámica era de gran calidad, como lo fue la del Retiro, pero la fábrica no funcionaba como se esperaba, de modo que en 1820 Forni fue sustituido por Bartolomé Sureda, que ya había dirigido la Fábrica del Retiro antes de la guerra. Pero las cosas seguían sin marchar bien y en 1850 se cerró.
Los talleres de la Fábrica de la Moncloa aún vivieron una última etapa, en tiempos de Alfonso XII. Con los hermanos Zuloaga al mando fue reabierta en 1874 como Fábrica y Escuela de Artes Cerámicas de La Moncloa.
Eusebio Zuloaga, director de la Real Armería del Palacio Real, fue quien inculcó el arte de la cerámica en sus hijos Guillermo, Daniel y Germán, consiguiendo que fueran a estudiar a la Escuela de Cerámica de Sèvres, lo cual les proporcionó además de enseñanzas mucho prestigio. Los tres protagonizaron el resurgir de la Fábrica aunque el camino estuvo lleno de dificultades.
Sus trabajos pudieron contemplarse en el Pabellón de Cerámica de la Moncloa, en la Exposición Internacional de Minas que tuvo lugar en el Retiro en 1883. Esta muestra trajo consigo encargos y un cierto alivio económico, pero las cosas seguían sin ir bien. Guillermo, su director desde 1881, se hipotecó, estuvo a punto de ir a la cárcel, y le tuvieron que ayudar Daniel y Germán. En el Museo Zuloaga de Segovia se conserva una foto de los hermanos junto con sus operarios en aquellos tiempos difíciles.
Finalmente la antigua Fábrica fue clausurada; de ella subsisten algunas construcciones, la chimenea, el pabellón Florida…
… y el espectacular horno conocido como La Tinaja, construido después de 1881 para la cocción de vidrio.
La fábrica y la escuela se cerraron pero estos terrenos no iban a olvidar fácilmente su pasado.
En 1911 se fundó la Escuela de Cerámica de Madrid, en un primer momento instalada en la calle Fernando el Católico nº 12, en un edificio cedido por el Ayuntamiento que pertenecía al Asilo de San Bernardino. El lugar no era apropiado y los talleres se trasladaron a las antiguas dependencias de La Tinaja, donde antes estuvo la Escuela de los Zuloaga, que fueron rehabilitadas.
El arquitecto municipal Luis Bellido y Leopoldo José Ulled construyeron los nuevos pabellones y la tapia que hoy día se conservan.
Su fundador y primer director Francisco Alcántara en 1929 consiguió que el entonces Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes colaborara con el Ayuntamiento en el mantenimiento de la Escuela y su mecenazgo. Convivían la Escuela Oficial y la Escuela municipal de Cerámica.
Como sabemos, fueron profesores de la Escuela los ceramistas Enrique Guijo y Daniel Zuloaga, que llegaron solicitados por Alcántara, artista y crítico de arte, vinculado a la Institución Libre de Enseñanza, a la Junta de Ampliación Estudios, y a sus protagonistas, entre ellos Ramón Menéndez Pidal quien recordemos decoró los muros de su jardín, que hemos visitado hace pocos días, con azulejos de la Escuela de Cerámica.
Lo dijo el propio Alcántara: “En la Escuela de Cerámica se aprende, a la vez, a pintar y a modelar, a preparar toda clase de tierras, a manejar la rueda del alfarero, a vaciar y a reproducir por todos los procedimientos los trabajos escultóricos, a caldear los hornos y conducirlos al fin deseado, y fomentar el continuo anhelo de belleza y de arte en sus dos expresiones de la pintura y de la escultura”.
Continuó su labor su hijo Jacinto, solo interrumpida por la guerra, otra vez. En los años 40 se reanudó la actividad. El conjunto escolar fue reconstruido y ampliado con nuevos pabellones formando una “U” alrededor del jardín, que hoy se mantiene.
En 1966 Jacinto Alcántara fue asesinado por un loco. Igual que a su padre una escultura le recuerda en el jardín.
El Jardín fue diseñado en 1925 por el pintor y jardinero-paisajista Javier Winthuysen (1874-1856).
Hoy día, cuando el arte de la alfarería casi ha desaparecido y la cerámica es en su mayor parte de producción industrial, ya no existe la fábrica, pero sí las dos escuelas: la Escuela municipal de Cerámica de la Moncloa, y la Escuela de Arte Francisco Alcántara, actualmente dependiente de la Comunidad de Madrid.
Tras una complicada sucesión de denominaciones y titularidad, desde la Fábrica y Escuela de Artes Cerámicas de La Moncloa donde estuvieron los hermanos Zuloaga a fines del siglo XIX, y la Escuela-taller municipal de Artes industriales fundada por Francisco Alcántara en los comienzos del XX junto a la Escuela Oficial estatal, llegamos al siglo XXI. Hoy, una frente a la otra, separadas por el jardín, funcionan independientes desde 1984 en que la antigua colaboración estatal y municipal se rompió. Pero en 2011 ambas celebraron juntas el Centenario de la fundación de la Escuela de Cerámica de Madrid, dirigida por Francisco Alcántara.
Con motivo de la Semana de la Ciencia hemos tenido ocasión de visitar algunas de las instalaciones. Después de una charla en el Salón de Actos que pertenece a la Escuela municipal, conocimos alguna de las aulas y talleres de la Escuela de Arte Francisco Alcántara en el antiguo Pabellón Bellido.
Visitamos el taller de alfarería y tuvimos el placer de contemplar cómo uno de los profesores trabajaba en el torno. Después en una de las aulas vimos cómo los alumnos trabajaban en el difícil arte del modelado, todos alrededor de una mesa, como antaño.
Conocimos el taller de moldes y matricería, con vistas al Parque del Oeste. En el laboratorio de química vimos un pequeño horno eléctrico funcionando a muy alta temperatura. Apenas quedan recuerdos de los comienzos… en el taller de alfarería, un poco escondida, cerca del techo hay una pieza en forma de media luna que recuerda las cerámicas antiguas en la que, solo ampliando la foto, podemos leer: Escuela Especial de Cerámica 1911-1919 Madrid.
Las obras que ahora adornan las estanterías y los pasillos del pabellón son modernas, realizadas por los alumnos de la escuela.
Pero no todo se puede olvidar fácilmente. Desde el patio trasero se divisan los restos de la antigua Fábrica y Escuela de los Zuloaga, a su vez construida sobre la antigua Real Fábrica de Loza.
En 1991 el Pabellón Florida fue rehabilitado por Joaquín Roldán para centro cultural y sala de exposiciones, pero desde 2001 está ocupado por oficinas de la Policía municipal.
La Escuela se encuentra junto al Cementerio de la Florida, en el nº 2 de la calle de Francisco y Jacinto Alcántara así llamada en homenaje a su fundador y primeros directores; merece la pena asomarse a ver el edificio de Luis Bellido y el precioso Jardín de Winthuysen. Y por supuesto disfrutar de los alrededores, del hoy llamado Parque de la Tinaja, inaugurado en 1973 sobre terrenos de la antigua Fábrica de Cerámica, en el Parque del Oeste.
por Mercedes Gómez
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Bibliografía:
La Esfera. 28.6.1919
Mª Teresa Fernández Talaya. El Real Sitio de La Florida y La Moncloa. Caja Madrid. Madrid 1999.
COAM. Guía de Arquitectura. Madrid 2003.
Abraham Rubio. La Fábrica de Cerámica de la Moncloa en la época de los Zuloaga (1877-1893). En Revista de Arte, Geografía e Historia nº 7, Comunidad de Madrid. 2005.
En la Sala de Exposiciones de la Real Fábrica de Tapices, antiguo obrador, estos días se puede visitar una muy interesante, 100 elementos del Patrimonio industrial en España. Una exposición en la que no hay cuadros de grandes pintores, ni espectaculares fotografías, solo algún objeto curioso, y mucha historia. En realidad es más interesante por lo que sugiere que por lo que muestra.
Consiste en cien paneles correspondientes a otros tantos ejemplos del Patrimonio Industrial español, procedentes de casi todas las Comunidades Autónomas, que nos invitan a conocer antiguas fábricas, puentes, paisajes mineros, estaciones, depósitos, salinas… talleres donde trabajaron personas cuyo recuerdo en muchos casos forma parte de este patrimonio no únicamente arquitectónico o paisajístico, sino también social.
La Comunidad de Madrid está representada por seis elementos, el Conjunto urbano-industrial de Nuevo Baztán, un pueblo lleno de singularidad y encanto; el Lagar y bodegas del Real Cortijo de San Isidro en Aranjuez; el Conjunto hidráulico del Canal de Isabel II; y en la ciudad, Metro de Madrid, la antigua Fábrica de Cervezas El Águila, y la propia sede de la exposición, la Real Fábrica de Tapices.
Los paneles dedicados a Madrid son más detallados y junto a ellos se exponen algunos objetos, documentos y fotografías que amplían la explicación. Otro panel en la entrada nos cuenta que además de los seis elegidos, en Madrid existen otros lugares o elementos que merece la pena conocer. Restos del Canal del Manzanares, el Tren de la Fresa, la estación de Atocha… todos ellos recogidos en el Inventario del Patrimonio Industrial de la Comunidad de Madrid.
Lo más bonito es que los lugares madrileños elegidos se pueden visitar.
La Fábrica de Cervezas El Águila, convertida en Archivo y Biblioteca Regional, organiza visitas guiadas mientras dure esta exposición, hasta el 27 de abril. También, previa petición de cita, se puede conocer el proceso de fabricación de la cerveza en la fábrica Heineken España.
Actualmente el Centro de Interpretación de Nuevo Baztán está cerrado por obras, pero merece la pena conocer el pueblo, conjunto histórico artístico, construido por José Benito de Churriguera a comienzos del siglo XVIII, por encargo de Juan de Goyeneche, iniciativa privada que crearía, además de la iglesia-palacio, fábricas de vidrio, telas, jabón, zapatos, etc.
El Museo del Metro “Andén 0”, en la antigua Estación de Chamberí, y en la Nave de Motores en Pacífico, cuyo proyecto arquitectónico fue obra de Antonio Palacios, está a nuestra disposición todos los días, excepto los lunes.
La antigua estación elevadora del agua y uno de los depósitos del Canal de Isabel II, en la calle de Mateo Inurria y en Santa Engracia, hoy día pueden ser disfrutados gracias a su transformación en salas de exposiciones.
El Real Cortijo de San Isidro, en Aranjuez, también realiza visitas guiadas mientras dura esta muestra, hasta el día 27.
Y por fin, la propia sede donde tiene lugar la exposición, uno de los mejores ejemplos, el edificio de la Real Fábrica de Tapices, construido por el Arquitecto Real José Segundo de Lema –a quien conocemos por el Real Colegio de Nuestra Señora de Loreto-, entre los años 1889 y 1891 en estilo neomudéjar, con su antigua chimenea, otra de las pocas que se conservan en Madrid. La visita a la Real Fábrica, de lunes a viernes, es realmente bonita.
¿Cuántos de estos lugares conocéis?
Yo tengo pendiente la Nave de Motores, y el Real Cortijo en Aranjuez, espero remediarlo en breve.
Aquí tenéis todos los datos necesarios (horarios, teléfonos…) para la Visita a los elementos del Patrimonio Industrial de la Comunidad de Madrid representados en esta exposición : Horarios visitas.
Texto y fotografías por : Mercedes Gómez
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100 elementos del Patrimonio industrial en España.
Real Fábrica de Tapices
C/ Fuenterrabía, esquina Andrés Torrejón.
Hasta el 27 de abril
Una de las exposiciones que se pueden visitar actualmente en el Centro Cultural Conde Duque, quizá una de las menos comentadas, es «Lo exquisito. Artes suntuarias del siglo XVIII del Museo de Historia«.
Fue inaugurada antes del verano, el día 1 de junio, y podremos verla hasta el próximo mes de enero 2010, pero tengo la sensación de que está pasando un poco desapercibida, a pesar de que, haciendo honor a su título, es una delicia.
Se trata de una muestra muy pequeña, una única sala. Sus vitrinas encierran pequeños tesoros, 170 piezas procedentes del antiguo Museo Municipal, hoy Museo de Historia, cerrado por obras desde hace años. Creaciones de las Reales Fábricas de Porcelana, Tapices, Relojes, Tabaco, Platería Martínez, ubicadas en Madrid, y la de Cristales de La Granja en Segovia.
Además de por motivos económicos, las reales fábricas fueron establecidas en Madrid y sus proximidades debido al deseo de la monarquía borbónica, el Rey y su Corte, de decorar sus palacios a su gusto, con el mayor lujo posible.
Junto a las porcelanas creadas en la antigua fábrica, en la exposición se puede admirar una pintura “El Estanque Grande del Retiro” (Anónimo, 1810), donde se aprecia la Fábrica de Porcelana de Buen Retiro, que se encontraba en la zona próxima a la actual plaza del Ángel Caído.
Me llaman la atención los vasos, copas, jarras de cristal delicadamente labrados. En una preciosa copa aparece representada la verja de la Real Fábrica de Cristales de la Granja de San Ildefonso.
La Real Fábrica de Tapices tuvo una gran importancia, que ha llegado a nuestros días.

Lorenzo de Quirós, “Ornatos con motivo de la entrada en Madrid de Carlos III”, h.1760. (Depósito de la Real Academia de San Fernando)
Así como la Fábrica de Relojes tuvo una vida breve, entre otras cosas por problemas económicos, mucho más éxito tuvo la producción de la Real Fábrica de Platería Martínez, no solo entre la realeza sino toda la nobleza, clero, funcionarios… como modo de ostentación y también de inversión. En la exposición se pueden contemplar vajillas y otros objetos, como una elaborada escribanía, antes de uso cotidiano, hoy día son auténticas obras de arte.
También se muestran ejemplos de otras fábricas o industrias, como la de Abanicos, que en aquella época eran indicadores de la distinción o clase social de la mujer, y que luego se convirtieron en medio de expresión, amorosa, e incluso política. Antes de pasar a ser productos de impresión industrial, el marfil o el nácar sustentaban miniaturas pintadas a mano sobre piel o seda.
Barajas españolas de la Real Fábrica de Aguardientes y Naipes. Objetos de la Real Fábrica de Tabacos, como una tabaquera de esmalte, una cajita de rapé (tabaco molido) de porcelana del Buen Retiro, una pitillera de plata…
Piezas nacidas para disfrute de la Casa Real o clases pudientes, reflejan también un período de nuestra historia, la Ilustración, los deseos e intentos de progreso puestos de manifiesto durante el siglo XVIII de diversas maneras, creando las Reales Fábricas, las Reales Academias, y otro tipo de instituciones.
Una exquisitez que nos cuenta muchas cosas.
por Mercedes Gómez
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Lo exquisito. Artes suntuarias del siglo XVIII del Museo de Historia.
Centro Cultural del Conde Duque – Sala Pedro de Ribera
Conde Duque , 9
Hasta enero de 2010
El Museo Arqueológico Nacional, en la calle de Serrano nº 13, a espaldas de la Biblioteca Nacional, está cerrado por obras de remodelación integral. La Colección sufrirá también una completa reordenación, algunas piezas pasarán a otras instituciones y el Museo se llamará Museo Nacional de Arqueología, según publicó El País hace pocos días.
Mientras, se mantiene abierta una pequeña exposición con algunas de las obras más representativas, una pequeña selección de Tesoros del Museo Arqueológico Nacional. Piezas de la Prehistoria, del Antiguo Egipto, y obras de la importancia de la Dama de Elche, la escultura orante del rey don Pedro I y el sepulcro de doña Constanza.
Entre estos tesoros, la mayoría mucho más antiguos, vistosos y quizá valiosos, se encuentra un pequeño Centro de flores de porcelana.
La obra protegida por los cristales de una vitrina llama mi atención, es preciosa y muy delicada. Leo en el cartelito informativo que fue realizada en la Real Fábrica de Porcelana del Buen Retiro entre los años 1760 y 1784.
La ficha del museo indica que es obra de la Familia Bautista, mide 37 cm. de alto por 44 de largo. Cada flor, cada pétalo, cada hoja, fueron realizados a mano, uno a uno, luego cocidos y cuidadosamente barnizados.
No es la única pieza del Buen Retiro que se conserva en la Colección del Museo Arqueológico, pero quizá esta ha sido elegida para formar parte de esta selección de “tesoros” por su perfección y su belleza.
Además de las pertenecientes a las Colecciones Reales, el Museo de Historia y el Arqueológico Regional de Alcalá de Henares también poseen algunas porcelanas procedentes de esta Real Fábrica.
La Real Fábrica de Porcelana fue creada por Carlos III e instalada en los terrenos cercanos a los que aproximadamente hoy ocupa la estatua del Angel Caído en El Retiro, en la antigua ermita de San Antonio de los Portugueses, construida en el siglo XVII. La ermita, que había sufrido un gran incendio, fue transformada completamente en su interior para alojar la real factoría. Quizá fue elegido este edificio porque estaba rodeado de un gran foso y una sola zona de acceso que podía ser fácilmente vigilada. En aquellos tiempos la fórmula de la porcelana era secreta.
La conocida como Fábrica de La China, convertida en cuartel por los franceses en 1808, fue destruida por los ingleses durante la Guerra de la Independencia, dicen las malas lenguas que para evitar la competencia con su porcelana debido a la más alta calidad de la madrileña, considerada incluso mejor que la de Sévres.
Hasta 1996 en que tuvieron lugar unas excavaciones arqueológicas en la zona no se conocían muchos detalles sobre la Fábrica ni su emplazamiento exacto. Se encontraron restos de porcelanas y restos de la batalla por la toma del entonces Cuartel.
También fueron hallados restos del sistema hidráulico que proporcionaba agua a la fábrica, dos albercas y sus norias. Una de las norias y su alberca han sido reconstruidas y actualmente pueden contemplarse en los terrenos antaño conocidos como Huerto del Francés.
Existen 1.454 piezas de porcelana del Buen Retiro repartidas por el mundo, sobre todo en Gran Bretaña, EEUU y Francia, que pueden ser consideradas un “verdadero tesoro artístico madrileño”.
por Mercedes Gómez
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