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Hace un tiempo tuvimos ocasión de conocer las Escuelas de la República, escuelas que formaron parte de un proyecto que había nacido unos años antes inspirado en la Institución Libre de Enseñanza. Bernardo Giner de los Ríos, como director de la Sección de Construcciones Escolares del Ayuntamiento, y Antonio Flórez Urdapilleta como arquitecto, elaboraron el Plan de Intervención para los años 1931-1932 en el que se proyectó la construcción de dieciocho nuevos centros escolares.

El día 14 de abril de 1933 fueron inaugurados siete de ellos, celebrando el segundo aniversario de la proclamación de la II República. Hoy cumplen 90 años.

Uno, como ya vimos, fue el Grupo Escolar Amador del los Ríos, en el paseo del Marqués de Zafra 16, barrio de la Fuente del Berro, distrito de Salamanca, que felizmente continúa viviendo su historia como Colegio Público.

Colegio Amador de los Ríos

Ante el bonito pórtico de entrada, protegido en un sencillo templete de cuatro columnas toscanas cubierto por una pérgola, hay un grupo escultórico, obra de José Capuz. Es uno de los elementos clasicistas que adornan el edificio racionalista de Antonio Flórez.

El grupo representa dos niños desnudos, uno de espaldas al otro, separados por una planta con flores.

Su diferente actitud, el más pequeño llorando y el mayor mostrando una cierta alegría, entre elementos escolares como los libros, se cree podría expresar la evolución experimentada en la infancia gracias al triunfo de la educación.

El más pequeño se frota los ojos, llorando, acaso porque se le ha roto un juguete que tiene a sus pies.

El niño mayor, con unos libros en el suelo junto a su pierna derecha, levanta los brazos hasta tocarse la cabeza con la mano derecha y se adivina una cierta sonrisa en su rostro.

La escultura de bonce fue fundida en Codina Hermanos Madrid, como leemos en la inscripción que figura en la base; en el lado contrario figura la firma del escultor. Se aprecia que necesita una restauración, que debería llevarse a cabo para conservar la magnífica obra.

José Capuz colaboró con el arquitecto Antonio Flórez en varios proyectos, este fue uno de ellos.

El grupo escultórico, además de en el Colegio Amador de los Ríos, fue instalado a la vez en otros colegios del mismo proyecto, como alegoría del triunfo de la educación, expresando de forma simbólica el objetivo que se perseguía con la creación de estas escuelas.

Otro de los colegios inaugurados ese 14 de abril de 1933 fue el Grupo Escolar Joaquín Sorolla, en la calle José Abascal con vuelta a la calle Santísima Trinidad 37, barrio de Trafalgar, distrito de Chamberí; actualmente acoge la Facultad de Ciencias de la Documentación de la Universidad Complutense y el Colegio Rufino Blanco.

En la entrada a la Facultad se encuentran dos esculturas gemelas, semejantes a la que hemos visto en el Amador de los Ríos, vaciados en bronce del mismo molde. Otra de las esculturas se conserva en el Colegio Rufino Blanco.

Facultad Ciencias de la Documentación UCM

Cada uno de los grupos escultóricos gemelos se encuentra bajo los templetes de columnas de granito cubiertos por una gran pérgola.

Las esculturas en todos los casos coronaban lo que en origen eran fuentes, hoy clausuradas, convertidos los pilones de piedra caliza con tazas curvas molduradas en jardineras. En los pedestales de granito aún se conserva la huella, el hueco de los surtidores por los que fluía el agua, uno, como en estos grupos gemelos, tres, o cuatro pilones, como es el caso del Amador de los Ríos.

Colegio Amador de los Ríos

Otro de los colegios inaugurados hace 90 años fue el Grupo Escolar Marcelo Usera, hoy igualmente Colegio Público, que también guarda una de las esculturas de Capuz; en la calle Perales de Tajuña 1, barrio de Almendrales, distrito de Usera.

Grupo Escolar Marcelo Usera (Foto: Mario @MapaArte )

 

Grupo Escolar Marcelo Usera (Foto: Mario @MapaArte )

Aunque inaugurado unos meses después, en noviembre de 1933, el en principio programado como Grupo Escolar Alcalá Zamora, en la Avenida Ciudad de Barcelona, barrio de Adelfas, distrito de Retiro, recibió el nombre que hoy conmemoramos, Grupo Escolar 14 de abril.

Después de la guerra, a este colegio le cambiaron el nombre por el de José Calvo Sotelo. Se ha pedido, y se sigue pidiendo, la recuperación de su denominación original, que de momento no se ha conseguido, aunque una placa colocada por profesores, padres de alumnos y vecinos de Madrid, recuerda su verdadera historia:

En su entrada también los niños de Capuz recuerdan la necesidad del triunfo de la educación.

Colegio Calvo Sotelo, originalmente Grupo Escolar 14 de abril.

 

Colegio Calvo Sotelo, originalmente Grupo Escolar 14 de abril (Foto: Arantxa @Aoh0113 )

 

Colegio Calvo Sotelo, originalmente Grupo Escolar 14 de abril (Foto: Arantxa @Aoh0113 )

Posiblemente alguna otra de las escuelas inauguradas aquel año de 1933 conserve la misma obra, con la firma del escultor, José Capuz. Cualquier información será bienvenida. Gracias a todos.

Por: Mercedes Gómez

NOTA 15 de abril 2023: He actualizado la entrada con fotos de las esculturas de los colegios de Marcelo Usera y Calvo Sotelo, ¡gracias Mario @MapaArte y Arantxa @Aoh0113 por vuestra colaboración!

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COAM. Guía de Arquitectura. Madrid, 2003.

Ayuntamiento de Madrid

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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El Real Bosque, primer Real Sitio, fue abierto al público el 1 de mayo de 1931; pronto cumplirá 90 años como parque de Madrid, la Casa de Campo, una de las zonas verdes más importantes de nuestra ciudad.

El Real Sitio había sido cedido al Ayuntamiento por el Estado pocos días después de la proclamación de la 2ª República, el 14 de abril de ese mismo año, «según consta en el acta de entrega oficial, firmada en Madrid el día 6 de mayo de 1931, ante el Notario y Abogado de esta capital D. Pedro Tobar, y que suscribieron el excelentísimo señor Ministro de Hacienda D. Indalecio Prieto y Tuero, en representación del Estado, y el excelentísimo señor Alcalde de Madrid D. Pedro Rico y López, en representación del Ayuntamiento, quien se hace cargo de los terrenos de la Casa de Campo y de los del parque Campo del Moro, comprendidos dentro de las tapias de dichas posesiones, de acuerdo con las condiciones que se consignaron en el decreto de cesión de 20 de abril último, publicado en la Gaceta de Madrid del 22 de abril de 1931, número 112».

Izado de la bandera republicana en el edificio de Administración en la Cesión de la Casa de Campo al Ayuntamiento de Madrid (Servicio Fotográfico Municipal, 1931)

El estado general de la Casa de Campo era bastante malo, con zonas muy abandonadas. Se realizó un inventario, y de casi todo quedó constancia gracias al Servicio Fotográfico Municipal.

Se proyectaron una serie de obras, reformas de acondicionamiento, etc. Algunas no pudieron ser terminadas, primero debido a la mala situación económica y luego debido a la guerra. Pero otras sí se completaron, el saneamiento de estanques y fuentes, mejoras de vías de paseo y accesos…

Con fecha 2 de noviembre de 1931, firmado por el arquitecto municipal José de Lorite, se publicó la Descripción y reseña histórica de la Casa de Campo, un plan para su utilización y aprovechamiento. En el documento se especifica que la antigua posesión real tenía en esos momentos 19 fuentes.

En julio de 1933 el Ayuntamiento de Madrid publicó la Memoria sobre la labor realizada por el primer Ayuntamiento de la segunda República Española, una recopilación de los trabajos en que intervino el Servicio municipal de Vías y Obras.

Algunas de las fuentes que ya existían antes de la apertura al público se reformaron; varias siguen felizmente existiendo. Una de ellas es la antigua Fuente del Zarzón.

Fuente del Zarzón
Fuente del Zarzón en la actualidad

Otra fuente anterior a las obras de la República, y que también se conserva, es la Fuente de Rodajos.

Fuente de Rodajos
Fuente de Rodajos en la actualidad

Sin olvidar la Fuente de la Concha, ubicada en el antiguo Jardín Reservado de Felipe II, que guarda una historia emocionante.

Gracias a los fotógrafos municipales conocemos cómo eran esas fuentes en aquellos años. Hoy las podemos ver en la impagable biblioteca digital memoriademadrid.

Fuente de Covatillas (h. 1932)

Fuente de las Siete hermanas (h. 1932)

Por otra parte, entre 1932 y 1934, se construyeron otras nuevas –ya les dedicamos un recuerdo en la entrada las Fuentes de la República–, como la Fuente de los Neveros.

Fuente de los Neveros (1933) en la actualidad

Por: Mercedes Gómez

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Bibliografía:

Catálogo de la exposición en el Centro Cultural Conde Duque, Ayuntamiento de Madrid, Madrid, una ciudad en transformación (1910-1935), Madrid 2015.

Se ha inaugurado en el Museo de Historia de Madrid la exposición Madrid, ciudad educadora. Memoria de la Escuela pública, un recorrido histórico y afectivo por la Escuela Pública desde fin del siglo XIX hasta 1938.

Su objetivo es “recuperar la memoria y descubrir la historia de los numerosos centros escolares públicos que abrieron sus puertas en Madrid durante el primer tercio del siglo XX”.

Estas escuelas formaron parte de un intento de renovación pedagógica que durante los años 1931-36 se trató de impulsar. Ya hablamos hace tiempo sobre este tema en el artículo dedicado a las Escuelas de la República.

La historia de estas escuelas forma parte de la propia historia de Madrid y, como leemos en el folleto, historia de la que los ciudadanos deberíamos ser conscientes y sentirnos orgullosos.

Folleto «Madrid ciudad educadora (1898-1938)»

La exposición muestra mediante documentos, videos, materiales didácticos y objetos preciosos, conservados por los propios colegios, testigos de aquella enseñanza, las prácticas escolares que desarrollaban los maestros, la historia de algunos de ellos, y la vida cotidiana.

Se puede visitar hasta el 1 de septiembre:

Museo de Historia
Calle Fuencarral 78
De martes a domingos de 10 a 20 horas.
Gratuito.

Hay visitas guiadas para niños a partir de 9 años acompañados de un adulto.
Información y reservas en el tel.: 91 701 18 63 y en la web del museo.

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La última parte de la muestra, instalada en el patio de acogida del museo, no es tan bonita, es dura, pero igualmente necesaria: La Escuela Pública en un Madrid en guerra (1936-1938).

Esta parte está formada por paneles con fotografías y reportajes de los diarios publicados aquellos días, procedentes de la Hemeroteca Municipal.

Otro de los paneles exhibe dibujos de los niños, que “siguieron dibujando su realidad cotidiana”.

Por supuesto la guerra también afectó a las escuelas, las bombas no las respetaron, pero vemos cómo algunas siguieron trabajando. Entre julio y agosto de 1936 se organizaron 27 guarderías o Residencias Infantiles en algunos de los grupos escolares existentes. Leemos artículos, como el de Elena Fortún en la revista Crónica, “Los niños durante la guerra. Cómo se trabaja en los Grupos Escolares de Madrid”, etc.

La guerra y los bombardeos destrozaron las calles y las casas en muchos barrios, y afectaron a todos los madrileños que permanecieron en la ciudad, sobre todo a las personas más mayores, a las mujeres y a los niños.

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A propósito de este tema recomiendo también el extraordinario trabajo de los arquitectos Enrique Bordes y Luis de Sobrón, el Plano del Madrid bombardeado:

80 Años después del final del horror de la guerra, este plano propone una visualización del urbicidio de Madrid, consecuencia de los bombardeos masivos, aéreos y artilleros, sufridos por la ciudad durante la Guerra Civil de 1936-1939… Sirva también este trabajo de homenaje a todos los habitantes de Madrid que vivieron y sufrieron la destrucción de su ciudad”.

Sus autores están trabajando en una web en la que de momento se puede descargar el plano, aquí: Madrid bombardeado

 

Por : Mercedes Gómez

 

ACTUALIZACIÓN 24 agosto: la exposición se ha prorrogado, y se podrá visitar hasta el 6 de octubre.

 

 

 

 

 

 

 

 

Uno de los episodios más fascinantes en relación con el patrimonio histórico y artístico madrileño, y español en general, tuvo lugar tras el estallido de la guerra en 1936. Con el fin de protegerlo el gobierno de la República creó una serie de organismos, entre ellos la Junta de Defensa y Protección del Tesoro Artístico.

Durante la preparación de algunos artículos en este blog me he encontrado con varias actuaciones de esta organización que llaman la atención. La historia más conocida se refiere al traslado de las obras del Museo del Prado, pero no fueron las únicas.

Protección del Autorretrato de Durero para su traslado a Valencia. Archivo Vaamonde (Fototeca Patrimonio Histórico)

Protección del Autorretrato de Durero para su traslado a Valencia. Archivo Vaamonde (Fototeca Patrimonio Histórico)

En la iglesia de San Pedro Ad Víncula en Vallecas, la pintura de Francisco Ricci, La liberación de San Pedro, que junto a otras obras de esta iglesia fue salvada por las tropas republicanas que las entregaron a la Junta del Tesoro Artístico Nacional. Otra, en esta misma iglesia, que hasta hace poco tiempo conocíamos únicamente por las fotografías de la Junta de Incautación era la bóveda del Camarín de la Virgen del Rosario. Hemos podido contemplar la Sala Capitular del Convento de las Comendadoras de Santiago, que vimos al hablar de la Real Fábrica de Papeles Pintados, gracias también a las fotografías realizadas por la Junta. Y hace pocos días hemos visto cómo también la imagen de Jesús de Medinaceli fue rescatada.

Las oficinas de la Junta del Tesoro Artístico de Madrid en un inicio fueron ubicadas en el Palacio de Bibliotecas y Museos –actuales Biblioteca Nacional y Museo Arqueológico Nacional­­–. Todas las obras fueron inventariadas y fotografiadas. Las imágenes como sabemos se conservan en la Fototeca del Patrimonio Histórico del Ministerio de Cultura.

Oficina de la Junta Delegada instalada en el Museo Arqueológico Nacional (Foto Museo del Prado)

Oficina de la Junta Delegada instalada en el Museo Arqueológico Nacional (Foto Museo del Prado)

Además de la protección de archivos y bibliotecas, se procedió a la incautación de material de coleccionistas particulares y de propiedades de la Iglesia. Gracias a esto se salvaron muchas obras que quizá de otra manera se habrían perdido. Y gracias a las fotografías y a algunas publicaciones autobiográficas de algunos de los participantes en estos viajes, verdaderamente difíciles, se conoce bastante bien lo que ocurrió. Gracias a ellas conocemos también algunos de los lugares donde se guardaron los cuadros y objetos recogidos por la Junta de Defensa del Tesoro Artístico, uno de ellos fue el Museo Arqueológico Nacional. En algunas fotos aparecen alguna de sus salas con apeos y consolidación con el fin de ser utilizadas como lugar de depósito protegido de las colecciones del museo.

Depósito de la Sala egipcia del MAN. Archivo Vaamonde (Fototeca Patrimonio Histórico)

Depósito de la Sala egipcia del MAN. Archivo Vaamonde (Fototeca Patrimonio Histórico)

Espectaculares son las fotos de la nave central de San Francisco el Grande con muchos de los objetos allí depositados por la Junta.

Nave central de San Francisco el Grande con los objetos en ella guardados por la junta delegada, septiembre de 1937

Nave central de San Francisco el Grande con los objetos en ella guardados por la junta delegada, septiembre de 1937. Archivo Moreno.

 

San Francisco el Grande, nave central y capillas, sept. 1937. Archivo Moreno.

San Francisco el Grande, nave central y capillas, sept. 1937. Archivo Moreno.

Muchas de las obras fueron trasladadas. El largo viaje comenzó en noviembre de 1936 de Madrid hacia Valencia donde en un primer momento estaba previsto que finalizara. Allí se habían construido depósitos para albergar los bienes patrimoniales rescatados.

vehiculos

Preparación de vehículos para el traslado de las obras. Archivo Vaamonde (Fototeca Patrimonio Histórico)

Pero ante la situación que se iba agravando, en vista del avance del ejército sublevado, en marzo de 1938 se inició un nuevo traslado hacia poblaciones de Barcelona y Gerona. Posteriormente, ya en febrero de 1939, el gobierno de la República, con ayuda del Comité Internacional para el Salvamento trasladó el Tesoro Artístico a la Sociedad de Naciones en Ginebra con el fin de garantizar su protección hasta que acabara la guerra.

Se siguió camino hasta Francia para llegar hasta Ginebra donde en 1939 hubo una exposición memorable, poco antes de que todas las obras regresaran a España.

Durante muchos años todo este asunto quedó en el olvido, desconocido por la mayoría, entre otras cosas porque al parecer se ocultó, hasta que una serie de profesionales comenzaron a dedicar sus trabajos a este capítulo de la historia de la guerra civil.

El primer y bonito homenaje oficial tuvo lugar no hace tantos años, en 2003, con la iniciativa del Museo del Prado junto con el IPCE, Instituto del Patrimonio Cultural de España, cuando se celebró en el propio Museo una gran exposición fotográfica titulada Arte protegido. Memoria de la Junta del Tesoro Artístico durante la guerra civil.

Algunas de las imágenes mostradas realmente impactantes nos permitieron ver algunas de las consecuencias de la guerra sobre el patrimonio madrileño, los bombardeos, incendios y otras situaciones dramáticas. Aunque también, gracias a esta muestra se pudieron contemplar otras escenas hermosas gracias a las tareas de protección y al final la exposición celebrada en Ginebra y el regreso de las obras a Madrid.

Museo de Arte y de Historia, Ginebra. Exposición “Obras Maestras del Museo del Prado” (Foto Museo del Prado)

Museo de Arte y de Historia, Ginebra. Exposición “Obras Maestras del Museo del Prado” (Foto Museo del Prado)

Es emocionante conocer esta actividad a cargo de una serie de personas, unas conocidas y otras anónimas, de distintas ideologías, que colaboraron en este trabajo con el único fin de proteger el patrimonio bibliográfico, documental y artístico.

Más de 27.000 obras de arte fueron salvadas y devueltas a sus propietarios gracias a la labor de las Juntas de Salvamento del Tesoro Artístico.

Es una historia larga y compleja, sirva este breve artículo como pequeño homenaje.

Por Mercedes Gómez

 

A Juan,
por hablarme de Luis Quintanilla, y de otras cosas.

 

Luis Quintanilla nació en 1893 en Santander. Su familia pertenecía a la burguesía acomodada, conservadora. Luis fue la oveja negra, decían. Fue pintor y fresquista, también dibujante y grabador; artista importante, comprometido con la República, fue activista político, socialista. Vivió la guerra y finalmente el exilio. Fue boxeador, espía…Conoció a personajes notables, escritores, pintores… seductor… su vida fue apasionante y apasionada.

En 1912, con poco más de 18 años, como tantos artistas viajó a París donde conoció a Juan Gris, aprendió y vivió el ambiente cubista. A los tres años volvió a España, donde en Madrid participó en las tertulias de moda por entonces, nuevamente a París… Tuvo relación con grandes pintores, Chagall, Modigliani… y entabló una gran amistad con Ernest Hemingway.

(Foto: www.lqart.org)

(Foto: lqart.org)

Su interés por la técnica del fresco y una beca de la Junta de Ampliación de Estudios en 1924 le llevaron a Italia.

Dos años después regresó y expuso en el Círculo de Bellas Artes de Madrid los bocetos que había hecho en Italia, a partir de lo cual le salieron encargos de pintura mural, entre ellos, en Madrid, los frescos del Palacio de Liria (1927).

En 1929 había ingresado en el Partido Socialista. Tuvo amistad, entre otros, con Juan Negrín y Largo Caballero.

Otros encargos que recibió fueron los frescos de la Sala de Conferencias de la Casa del Pueblo (1931), el fresco Mujeres (1931) para el antiguo Museo de Arte Moderno (1931), los del Pabellón de Gobierno de la Ciudad Universitaria (1932) y los del Monumento a Pablo Iglesias, que realizó junto con el escultor Emiliano Barral (1934-1936). De todos el de Mujeres es el único que se conserva, hoy propiedad del Museo Reina Sofía.

Llegó la guerra, que vivió en primera fila, recorrió el frente, conoció el horror, lo pintó y lo dibujó.

(Foto: www.lqart.org)

(Foto: lqart.org)

Sus dibujos se expusieron en plena guerra, en 1937, en el Hotel Ritz de Barcelona.

Después, en el Museo de Arte Moderno de Nueva York.

Museo Reina Sofía

Museo Reina Sofía

Todo esto fue un éxito para el pintor, y fue uno de los elegidos en 1938 para representar a España en la Exposición de Nueva York -como en 1937 lo había sido Pablo Picasso, cuando creó el Guernica para la Exposición de París-.

Así, por encargo del Gobierno de la República, junto a otros artistas españoles viajó a Nueva York para decorar el Pabellón de España en la Exposición Universal de 1939. Fue uno de los muchos intelectuales que trabajaron en defensa de la República, Miguel Hernández lo llamó el batallón del talento.

(Foto: www.lqart.org)

(Foto: lqart.org)

Pero cuando finalizó los frescos terminó la guerra, y el nuevo Gobierno del General Franco anuló la muestra, España no participó en la Exposición de Nueva York.

Con su mujer, Jan Speirs (Foto: www.lqart.org)

Con su mujer, Jan Speirs (Foto: lqart.org)

Los frescos se expusieron por última vez en Nueva York en 1940, creyéndose desaparecidos desde entonces.

Luis Quintanilla llegó a ser muy famoso en Nueva York, como artista y por su compromiso con la defensa de la democracia en España. Cuando llegó el momento del exilio allí se instaló, en la calle 8, con su mujer, a la que había conocido en Madrid –se habían casado en febrero de 1939- y su hijo, que nació en enero de 1940. Vivió años de bienestar, entre 1940 y 1945, en los que entre otros trabajos realizó bocetos para películas en Hollywood, como escenógrafo, retratos a personajes famosos, Gary Cooper, John dos Passos, etc. En 1946 publicó el libro Franco’s Black Spain, la España Negra de Franco, serie de 40 dibujos realizados durante la guerra.

Padre e hijo (Foto: www.lqart.org)

Padre e hijo (Foto: lqart.org)

Su vida ha sido narrada en un magnífico y emocionante documental emitido en La 2 de TVE en 2014, titulado Los otros Guernicas. En el documental, una de las intervenciones más interesantes, emotiva, y también triste, es la de su hijo Paul, que recuerda aquella época. Cuenta que su padre entonces tenía muchos amigos, disfrutaba de una vida rica en Estados Unidos, pero que “fue muy duro para él” el estar lejos de su país.

A finales de la década de los 40 la situación, la visión política americana cambió, su pintura dejó de interesar, y comenzó a escribir para poder tener ingresos.

En 1958 se marchó, abandonando a su familia. Resulta dramático escuchar a Paul Quintanilla (por entonces debía tener 18 años) hablar ahora de su padre, también triste ver su mirada : “Se fue a París para intentar revalorizar su nombre como artista, y pensamos que iba a volver, mostrar sus pinturas, venderlas… pero las cosas no funcionaron así… y mis padres se separaron”.

Luis Quintanilla vivió veinte años en París, fue una etapa en la que creó buenas pinturas pero una vez más perdió clientes y llegaron tiempos difíciles.

En su "Palomar" , el nombre que dio a su estudio en 61 Franklin D. Roosevelt Avenue en Paris. (Foto: www.lqart.org)

En su «Palomar» , el nombre que dio a su estudio en 61 Franklin D. Roosevelt Avenue en Paris. (Foto: lqart.org)

 

En 1976 volvió a España, ya mayor y con problemas de salud. Murió en Madrid a finales de 1978.

La sorpresa surgió en 1990 cuando aparecieron los frescos que se creían desaparecidos. Él contó que se habían perdido en una inundación, pero no era cierto. Los debió vender, nunca se sabrá qué ocurrió, ni por qué lo hizo. Aparecieron en los muros de un pasillo de un cine en Nueva York, y tras grandes esfuerzos y negociaciones fueron recuperados, los otros Guernica llegaron a Santander en febrero de 2007. Hoy se encuentran en el Paraninfo de la Universidad de Cantabria. Son cinco grandes paneles titulados: Dolor, Destrucción, Huida, Soldados y Hambre, agrupados bajo el nombre genérico de Ama la paz y odia la guerra.

En 2010 en la exposición dedicada a Miguel Hernández en la Biblioteca Nacional, La sombra vencida, fueron expuestos tres de ellos, Hambre, Soldados y Dolor.

Dice Paul Quintanilla, que nació y creció en Estados Unidos : “Creo que fue una gran pérdida, si no hubiera tenido que abandonar España…”, ¡cuántos grandes frescos hubiera podido pintar!

En Madrid podemos ver algunos dibujos, propiedad de Paul, que están depositados en el Museo Reina Sofía.

Museo Reina Sofía

Museo Reina Sofía

En la segunda planta, en la que el Guernica de Pablo Picasso acapara casi todas las miradas, al fondo, la última sala, la 206.09, a la que quizá no todos los visitantes lleguen, está dedicada a Luis Quintanilla.

Museo Reina Sofía. Sala 206.09

Museo Reina Sofía. Sala 206.09

En ella se encuentran sus Dibujos de la guerra, de 1937 y la España negra, de 1938.

Dibujos de la guerra. Museo Reina Sofía.

Dibujos de la guerra. Museo Reina Sofía.

Y tres bellos dibujos con grafito y acuarela, de 1942-43.

“Ruinas” 1943. Museo Reina Sofía.

“Ruinas” 1943. Museo Reina Sofía.

Todas las obras son depósito de su hijo Paul Quintanilla.

Paul también mantiene una página web, The art and world of Luis Quintanilla, El arte y el mundo de Luis Quintanilla, hermoso homenaje a su padre.

Luis Quintanilla, que en cierto modo iba a ser el pintor de la República, fue el pintor de la guerra.

Por : Mercedes Gómez

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Bibliografía:

Gil Orrios, Ángel: “Los frescos de Luis Quintanilla sobre la guerra Civil aparecen en un cine «porno» de Nueva York”. El País, 8.11.1990, p. 35.

López Sobrado, Esther. “Sobre la pintura mural de Luis Quintanilla”. Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología, Tomo 58, 1992.

Los frescos de Luis Quintanilla sobre la guerra. Catálogo. Universidad de Cantabria. 2007.

Luis Quintanilla, testigo de guerra. Catálogo. Universidad de Cantabria, 2009.

Luis Quintanilla en el Museo Reina Sofía. Obras.

Como hemos visto en artículos anteriores, sobre todo al hablar de las Escuelas, algunas de las experiencias educativas puestas en marcha durante la Segunda República se basaron en propuestas planteadas durante los años 20 por la Institución Libre de Enseñanza.

Francisco Giner de los Ríos fue el gran impulsor de la ILE y de otros proyectos memorables, como la Residencia de Estudiantes, el Museo Pedagógico Nacional o las Misiones Pedagógicas.

El Patronato de Misiones Pedagógicas fue creado, a partir de las ideas de Giner (sus “misiones ambulantes”), en mayo de 1931. Entre las muchas ideas para la mejora de la educación pública, que adolecía de muchas carencias y problemas, como el elevado índice de analfabetismo, se puso en marcha este plan.

El presidente fue Manuel Bartolomé Cossío, discípulo y amigo de Giner de los Ríos, que en aquellos momentos tenía ya 74 años y un delicado estado de salud. Murió en 1935, pero pudo ver cumplido su sueño, llevar al campo parte de lo que solo se podía disfrutar en la ciudad. Asistir a una representación teatral, leer un periódico, saber que existían Shakespeare o Velázquez, escuchar música clásica, conocer un verso de Lope o Calderón, ver una estatua o una pintura… cosas entonces imposibles para los habitantes de la España rural. Cossío estaba convencido de que los campesinos también tenían derecho a la cultura. Para él, era un asunto de justicia social.

A finales de 2006 se inauguró una exposición en el Centro Cultural Conde Duque, Las Misiones Pedagógicas, 1931-1936, acompañada de una serie de actividades y publicaciones muy interesantes.

Centro Cultural Conde Duque, 2007.

Centro Cultural Conde Duque, febrero 2007.

La Residencia de Estudiantes conserva en su web información sobre aquella Exposición y las Misiones Pedagógicas en general.

Recreación de una escuela en 1932 (Las Misiones Pedagógicas, Conde Duque 2006-07)

Recreación de una escuela en 1932 (Las Misiones Pedagógicas, Conde Duque 2006-07)

Las Misiones Pedagógicas desarrollaron actividades maravillosas. Resulta casi conmovedor imaginar el efecto que debía producir la llegada a los pueblos y aldeas más pobres de las Bibliotecas que repartieron miles de libros, del Museo del Pueblo, del Cine, Teatro, Servicio de Música y el Retablo de Fantoches o Guiñol.

Pero no solo en los que lo recibían (niños o adultos que no habían visto nunca cine, ni un libro tal vez), sino también en los que viajaban desde las ciudades con gran ilusión para llevar la cultura, intentando transmitir además de instrucción su lado más alegre y de diversión, a los lugares en que nada de eso existía. Si en algunos pueblos no había ni luz eléctrica, ¿cómo iba a haber bibliotecas? ni mucho menos cine o teatro.

Maestros, poetas, dramaturgos, pintores, estudiantes… participaron más de seiscientas personas, unos con más dedicación que otros, pero todos con la intención de llevar un mundo nuevo a la España rural y a los lugares necesitados. Probablemente unos aprendieron de los otros.

Las Bibliotecas, que generalmente se instalaban en la Escuela, llevaron libros a los pueblecitos más humildes y escondidos.

Un niño y una niña leyendo unos libros de la biblioteca de Misiones Pedagógicas, hacia 1932. (Foto Residencia de Estudiantes, Madrid)

Un niño y una niña leyendo unos libros de la biblioteca de Misiones Pedagógicas, hacia 1932. (Foto Residencia de Estudiantes, Madrid)

El Museo del Pueblo estaba formado por copias de las obras de los grandes maestros (Velázquez, Murillo, Goya, etc.) realizadas por los entonces jóvenes pintores Ramón Gaya, Eduardo Vicente, Juan Bonafé y otros.

Grupo de espectadores ante una copia de Las Hilanderas, de Velázquez, Cebreros (Ávila), hacia el 15 de noviembre de 1932. (Foto Residencia de Estudiantes, Madrid)

Grupo de espectadores ante una copia de Las Hilanderas, de Velázquez, Cebreros (Ávila), hacia el 15 de noviembre de 1932. (Foto Residencia de Estudiantes, Madrid)

El Coro de Misiones interpretaba romances, el Teatro del Pueblo, dirigido por Alejandro Casona, representaba entremeses y otras piezas breves de los Clásicos en las plazas…

Folletos exposición "Las Misiones Pedagógicas" 2006-07.

Folletos exposición «Las Misiones Pedagógicas» (2006)

Muchos de los misioneros partían desde Madrid hacia los pueblos, incluidos los madrileños, Oteruelo del Valle, Robledo de Chavela, Horcajo de la Sierra, La Hiruela, Talamanca del Jarama, Nuevo Baztán, y muchos más.

Incluso nuestra propia ciudad. Hay constancia de la visita de las Misiones a cuatro lugares. En marzo de 1933 el Teatro y el Coro visitaron la Cárcel de Mujeres y el Asilo de la Paloma, que era un centro de formación para niños pobres.

En julio y en diciembre de 1936, ya en plena guerra, la Escuela Cervantes ­–que continúa existiendo, en la calle Raimundo Fernández Villaverde nº 4, edificio obra de Antonio Florez (1913)– y la Escuela de niños de la calle Batalla del Salado recibieron además de al Teatro y Coro al Retablo de fantoches o Guiñol. Los títeres y marionetas fueron una de las actividades más utilizadas por su sencillez y posibilidades que ofrecía. Los teatrillos eran modestos, pero pintados, iluminados, narrados y representados con gran creatividad. Se conserva alguno de los textos.

Las visitas a cada pueblo se planificaban según los habitantes, sus características y necesidades. Se podía alternar juegos y baños en el río con la lectura de poesía y una película de Charlot, por ejemplo. Antes de despedirse, se entregaban los libros, a veces un gramófono y discos. El Servicio de Música jugó también un papel importante en estas aventuras misioneras.

Desgraciadamente las Misiones Pedagógicas quedaron interrumpidas después de la guerra. Pero serán para siempre consideradas una experiencia única. Y asombrosa en cierto modo, ya que no existía espejo en el que mirarse, solo el entusiasmo y el convencimiento de muchas personas lo hicieron posible.

Ahora, estos días podemos recordar la figura de Francisco Giner de los Ríos. La Biblioteca Nacional conmemora el centenario de su muerte. Nacido en Málaga en 1839, murió en Madrid en 1915. Hasta el próximo día 25 se puede visitar una pequeña exposición ubicada en la antesala de la Sala de Lectura, un lugar perfecto para la ocasión, Francisco Giner de los Ríos (1839-1915) y la Institución Libre de Enseñanza.

catalogo en expo BNE

BNE (abril 2015)

Se muestra una selección de importantes fondos bibliográficos del propio Giner o sobre su obra, “gran cantidad de libros
 que supusieron una renovación de la educación, la cultura y la sociedad española”, entre ellos el Catálogo de aquella magnífica exposición, Las Misiones Pedagógicas 1931-1936.

Por : Mercedes Gómez

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Biblioteca Nacional. Hasta el 25 de abril.
Muestra bibliográfica Francisco Giner de los Ríos (1839-1915) y la Institución Libre de Enseñanza.
En la antesala del Salón de Lectura, de lunes a viernes de 9.00 h. a 21.00 h y sábados de 9.00 h. a 14 h.
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Tal como ocurrió con las nuevas Escuelas que se construyeron con el fin de intentar llegar a casi todos los barrios madrileños, con la llegada de la República en 1931 se elaboró un Plan General de Mercados con el objetivo de mejorar el sistema de abastecimiento de alimentos. Los planes abarcaban tanto los mercados centrales como la venta al público que por entonces en gran parte se realizaba en las calles, en puestos al aire libre, con la consiguiente falta de higiene y el escaso control.

Imperó una nueva visión de las características que debía reunir un edificio para albergar este tipo de servicios que había nacido en los años 20 y culminó en los años 30. El Racionalismo y la funcionalidad dominaron los proyectos que por entonces se emprendieron. Bajo la dirección de Luis Bellido, Jefe de los Servicios Municipales de Arquitectura, se planificaron los Mercados Centrales de Frutas y Verduras, de Pescados y de Leche. El Matadero y Mercado de Ganados ya existía, obra del propio Bellido. Y se programó la creación de Mercados de Distrito, de los cuales solo algunos pudieron inaugurarse antes de la guerra.

La visión de la arquitectura oficial cambió radicalmente, la funcionalidad pasó a ser lo más importante frente a la forma o los elementos decorativos, que prácticamente desaparecieron. El objetivo no era construir mercados bonitos o crear grandes obras arquitectónicas sino facilitar la conservación de los alimentos, su almacenamiento y exposición. Lo importante era la luz, la higiene y la facilidad para la actividad en el interior de los mercados.

La construcción de los mercados centrales fue encomendada a Francisco Javier Ferrero Llusiá, uno de los arquitectos madrileños más notables, autor entre otras obras del emblemático Viaducto.

Nació en Madrid en 1891. Hijo de Luis Ferrero Tomás, y hermano de Luis Ferrero Llusiá, hay que destacar la huella de esta familia de arquitectos en nuestra ciudad.

Javier Ferrero comenzó colaborando con su padre. Sus primeros trabajos estaban influidos por la arquitectura regionalista, el monumentalismo de Antonio Palacios y el neobarroco de los años 20. Se conservan espléndidos edificios en la calle de Manuel Cortina 6, Goya 77 y Cedaceros 4. También es suyo el edificio de la Tenencia de Alcaldía de la Latina en la Ribera de Curtidores.

Con la reorganización de los servicios del Ayuntamiento, asumió un papel muy importante como arquitecto municipal. Entre 1932 y 1933 ejecutó el proyecto de Bellido para el Matadero de aves y gallinas. Además, entre otras cosas, como decíamos, le fue encomendada la construcción de los mercados centrales.

En 1931 se inició la del nuevo Mercado de Pescados junto a la Puerta de Toledo. El proyecto del Mercado de Frutas y Verduras, en Legazpi, había sido aprobado en 1930 aunque no se comenzó a construir hasta abril del año siguiente. Ambos fueron inaugurados en abril de 1935.

El Mercado de Frutas y Verduras, entre la plaza de Legazpi, la calle Vado de Santa Catalina, avenida del Manzanares y calle Maestro Arbós, ocupó una parcela triangular junto al río. Fue construido en hormigón, con cerramientos de ladrillo visto, en colaboración con el ingeniero José A. Peña Boeuf.

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Calle Maestro Arbós

Las naves se adaptaron al terreno de más de 30.000 metros cuadrados perteneciente a la antigua Dehesa de la Arganzuela, llamado el Pico del Pañuelo, alrededor de un gran patio destinado a los vehículos.

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Patio. Plaza de Legazpi.

En 2006 fue destinado a albergar la sede de la Concejalía de Urbanismo, entonces en la calle Guatemala, en cuyo proyecto el anterior alcalde de Madrid tenía previsto construir un rascacielos en el interior del antiguo mercado.

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Vado de Santa Catalina esquina avenida de Andalucía

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Río Manzanares

El plan nunca se llevó a cabo, surgieron otros que tampoco prosperaron. Durante un tiempo fue almacén municipal y alojó la Oficina de Objetos Perdidos, pero actualmente está sin uso. El paso del tiempo y la crisis económica han permitido que esta construcción, una de las más puras del racionalismo madrileño, se conserve casi íntegra.

El Mercado Central de Pescados, ubicado entre la glorieta Puerta de Toledo, calle Capitán Salazar Martínez, calle de la Arganzuela, la plaza del Campillo del Mundo Nuevo y la Ronda de Toledo, se adapta a un solar trapezoidal de más de 16.000 metros cuadrados con enorme desnivel de terreno. Igualmente el material utilizado fue el hormigón armado.

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Puerta de Toledo

Las plantas unidas por rampas, la lonja de contratación y los puestos de los asentadores, los almacenes de salazones y escabeches… desaparecieron en los años 80 del siglo XX en que el antiguo mercado, cerrado hacía tiempo, fue rehabilitado y convertido en el Centro Comercial Puerta de Toledo.

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Calle Capitán Salazar esquina calle Arganzuela

Hace tres años la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid cedieron el edificio a la Universidad Carlos III, que hoy ya ocupa una parte del antiguo mercado y pasará a ser de su propiedad totalmente en 2016.

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Plaza del Campillo del Mundo Nuevo

A partir de 1934 Ferrero también levantó el tristemente demolido Mercado de la Plaza de Olavide, otra de nuestras joyas racionalistas.

En 1935 el mismo Ferrero proyectó el Mercado Central de Leche, que no llegó a construirse.

De los tres mercados construidos, como decíamos, el único edificio que subsiste tal como fue proyectado es el de Frutas y Verduras de Legazpi. Si nos decidimos a dar un paseo por los alrededores, caminando desde Legazpi por el Paseo de la Chopera, llegamos a la plaza del General Maroto, donde, frente a la Casa del Reloj del Matadero, se encuentra el Edificio Parque Sur, obra de Ferrero junto a José de Azpiroz y el ingeniero José Paz.

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Pº de la Chopera 41

No es un mercado, pero sí otro magnifico ejemplo de la arquitectura racionalista de la época. Son los Talleres del Parque Automovilístico del Ayuntamiento de Madrid, otro edificio de los servicios municipales levantado entre 1933 y 1935.

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Una placa del Colegio de Arquitectos junto a la puerta de entrada que nos recuerda que “este edificio de estilo racionalista forma parte del conjunto de instalaciones municipales realizadas durante la II República” puede servir como resumen del modesto homenaje a este brillante arquitecto.

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Javier Ferrero es también el autor de la Imprenta Municipal.

Murió el 27 de octubre de 1936, con solo 45 años de edad.

Por : Mercedes Gómez

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Bibliografía:

PEÑA BOEUF, A: «El mercado de frutas y verduras de Madrid. «, Revista de Obras Públicas, 1.1.1935.
«Nuevos mercados centrales en Madrid. «, La Construcción Moderna, 15 mayo 1935.
La Libertad 30 junio 1935
CASAS RAMOS, María Encarnación: «El arquitecto Francisco Javier Ferrero. «, Villa de Madrid, . nº 86, 1985-IV, pp. 33-42.

 

En los comienzos del siglo XX la tasa de escolarización madrileña -y española en general- era muy baja, y muy alta la de analfabetismo. En los años 20 se iniciaron una serie de actuaciones encaminadas a solucionar este grave problema. El proyecto más importante nació en 1929 en la Oficina de Información sobre la Ciudad del Ayuntamiento de Madrid, aunque las bases se habían establecido mucho tiempo antes, inspirándose en la Institución Libre de Enseñanza, que dentro de sus principios pedagógicos además del propio contenido educativo incluía la importancia de los edificios, del medio en que se impartía la enseñanza.

El Ayuntamiento contempló la creación de plazas escolares desde un punto de vista global teniendo en cuenta la pedagogía, la arquitectura y la funcionalidad (luz, higiene, etc).

Antonio Flórez Urdapilleta, que había creado los Pabellones de la Residencia de Estudiantes y algunos centros escolares inspirados en la ILE, fue nombrado arquitecto jefe de la Oficina Técnica para Construcciones Escolares del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes. Bernardo Giner de los Ríos dirigía la Sección de Construcciones Escolares del Ayuntamiento. Ambas oficinas trabajaron conjuntamente dentro de un plan unitario para solucionar la falta de plazas escolares en Madrid.

Giner y Flórez formaron y coordinaron desde 1930 la Junta Mixta del Estado y el Ayuntamiento, y tras el análisis de la situación, elaboraron el Plan de Intervención para los años 1931-1932 en el que se proyectó la construcción de dieciocho centros escolares de nueva planta.

Aceptando todo lo que ya se había proyectado con anterioridad, una vez proclamada la República se aprobó dicho Plan y se pusieron en marcha los primeros proyectos con la intención de llegar a casi todos los barrios madrileños. Los colegios, dieciocho nuevos centros que acogieron a 11.759 niños desescolarizados, fueron inaugurados por el Presidente Niceto Alcalá Zamora en 1933 en tres fases. El 11 de febrero se inauguraron cinco, otros siete el día 14 de abril, y finalmente seis el 15 de septiembre.

Aunque realizados casi a la par, y siempre de acuerdo a los postulados de Flórez, los distintos edificios presentan algunas diferencias arquitectónicas, su estilo va desde un leve Regionalismo hasta un estricto Racionalismo sin apenas recursos decorativos.

Uno de los colegios más próximos a las pautas iniciales de Antonio Flórez, aunque sustituyendo el ladrillo visto de sus primeras edificaciones por revocos, es el Colegio Amador de los Ríos, que conserva su nombre, en el Paseo del Marqués de Zafra, en el barrio de la Fuente del Berro. Fue uno de los inaugurados el 14 de abril de 1933.

Amador de los Rios fachada

Paseo del Marqués de Zafra, 16.

En línea con las demás construcciones del proyecto, sigue el modelo de módulos de tres plantas y un ático. En este caso consta de dos volúmenes comunicados por un pórtico por el que se accede al edificio, con columnas de orden dórico, cristaleras, y una terraza. A sus espaldas, en la calle de Antonio Toledano, se encuentra situado el patio.

M.Zafra columnas patio

Aunque, como decíamos, la tendencia en estas obras fue hacia el Racionalismo más puro, en este edificio aún se observan elementos historicistas, columnas, arcos, etc. Flórez aún incluyó incluso algún detalle del Regionalismo de comienzos de siglo, como los aleros de madera sobre los áticos.

Amador alero

El Grupo Escolar Lope de Rueda, en el nº 48 de la calle del mismo nombre, en el barrio de Retiro, fue uno de los inaugurados en febrero. Su característica especial es que no es exento, sino que está ubicado entre medianerías de otros edificios, y es uno de los más funcionales, de una sencillez absoluta, sin detalles ornamentales, tal vez el más racionalista de todos. Hoy día es el Colegio Público Nuestra Señora de la Almudena.

Lope de Rueda

Calle Lope de Rueda, 48.

Según el Plan de 1933 se construyeron veintiún nuevos centros. El 14 de abril de 1936 se inauguraron cuatro más. Una gran parte de estas Escuelas Públicas construidas entre 1931 y 1936, junto a otras reformadas o ampliadas, continúan en pie y en uso. Algunas de ellas hoy cumplen años.

Por Mercedes Gómez

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Bibliografía:

COAM. Arquitectura de Madrid. Madrid 2003.
Alfredo Liébana. La educación en España en el primer tercio del siglo XX. La situación del analfabetismo y la escolarización. Ministerio de Sanidad, Madrid 2009.

Como sabemos, durante la primera mitad de la década de los años 30 del pasado siglo XX en Madrid se acometieron diversas obras arquitectónicas y urbanísticas de importancia, y también se prestó atención a algunos detalles quizá menores, pero muy valiosos por su utilidad para la vida diaria, como fue la instalación de sencillas Fuentes y caños de vecindad, que ya hemos tenido ocasión de evocar.

Hoy propongo dedicar un recuerdo a los Jardines Históricos, que en esa época, eran los tiempos de la Segunda República, gozaron de un cuidado especial.

Entre el mes de junio de 1931 y octubre de 1935 varios jardines madrileños obtuvieron la catalogación de Monumento Histórico-Artístico o la de Jardín Artístico.

En el primer caso estuvieron los pertenecientes al Monasterio de El Escorial, al Palacio de Aranjuez y los entonces denominados del Palacio Nacional, el Campo del Moro y la Casa de Campo. En el segundo caso, la Alameda de Osuna, la Quinta de El Pardo, y nuestro gran Parque del Retiro.

Actualmente son Bienes de Interés Cultural. También alcanzaron este nivel de protección el Real Jardín Botánico y la Quinta de la Fuente del Berro.

En cuanto al Ayuntamiento de Madrid, existe un Catálogo de Parques Históricos y Jardines de Interés con diferentes niveles de protección. La máxima corresponde a los Parques Históricos:

La Casa de Campo, el Retiro, el Parque del Oeste, la Quinta de la Fuente del Berro, el Parque del Capricho de la Alameda de Osuna, la Quinta de los Molinos, la Quinta de Vista Alegre, los Jardines del Campo del Moro y el Real Jardín Botánico.

Cada uno de estos jardines tiene su historia y sus características, pero tienen algo en común: su belleza, y facultad de hacernos sentir bien. Ahora son espacios protegidos, pero no siempre fue así, alguno de ellos ha pasado épocas de verdadero deterioro, y aún hoy no se cumple del todo, como es el caso de la Quinta de Vista Alegre.

Por favor, cuidemos y disfrutemos de nuestros inigualables Jardines y Parques, un verdadero privilegio concedido a todos los madrileños y visitantes.

Por Mercedes Gómez

Junto con el de Cuatro Caminos, otro de los barrios más castigados durante la guerra fue el de las Ventas del Espíritu Santo, situado junto al Arroyo Abroñigal y al puente que lo cruzaba, allí donde terminaba la calle de Alcalá y comenzaba la carretera de Aragón. Los alrededores del Puente de Ventas en 1936 apenas estaban urbanizados. La Plaza de Toros había sido construida pocos años antes, cerca del arroyo, rodeada por barrancos y chabolas.

Hoy día el moderno Puente de Ventas, que cruza la M-30, construida en los años 70 sobre el cauce del arroyo, es una encrucijada de caminos, en la que se unen los barrios de la Guindalera, Fuente del Berro, Ventas y la Concepción. En cierto modo también debió serlo en aquellos años de guerra, cuando el modesto puente estaba situado en el límite de la ciudad, en la salida de Madrid hacia el noreste, próximo al aeropuerto de Barajas.

En aquel lugar importante por su situación, junto a la plaza de toros se construyó un refugio para uso militar.

No muy lejos, a poco más de seis kilómetros por la Carretera de Aragón, hoy calle de Alcalá, en dirección a La Alameda (donde recordemos sigue existiendo un nido de ametralladoras), en el parque de El Capricho, se excavó un búnker que se conserva, donde fue instalado el centro de mando del Ejército Republicano, a las órdenes del General Miaja.

También pervive, escondido bajo el asfalto, el refugio de las Ventas.

Es difícil acceder a él. Después de bajar unos doce metros, primero por un pozo muy estrecho con una serie de pates y luego por una vieja escalera oxidada, se llega a la galería principal, de grandes dimensiones.

Mide más de doscientos metros de largo, con una sección de cuatro metros de altura por tres de ancho. En origen su longitud debió ser aún mayor pues llegamos a un punto en que el camino se interrumpe y la galería aparece derrumbada.

A ambos lados del pasillo abovedado, a lo largo de todo su recorrido, hay una serie de habitaciones o salas, más de treinta, probablemente usadas como oficinas o cuartel por el ejército de la República.

Son todas iguales, rectangulares y simétricas.

En su interior encontramos algunos objetos que parecen muy antiguos, orinales de porcelana, jarras… restos de vida.

También las huellas de la actividad militar: en una parte de la galería sobreviven tramos de viejos raíles por los que seguramente se desplazaba una vagoneta con materiales, munición o quizá armamento, distribuyéndolos por el interior del cuartel.

Algunos de los objetos encontrados, como antiguas botellas de cerveza madrileña y más que raídos y sucios colchones, demuestran que hubo un tiempo, hace algunas décadas, en que el refugio tuvo otro tipo de inquilinos.

La dificultad de acceso y el peligroso descenso, así como la proximidad de la plaza de toros que impide nuevas construcciones, probablemente sean las causas de que el refugio siga existiendo después de más de setenta años.

Tanto este refugio de uso militar como el de Cuatro Caminos destinado a la protección de la población civil que visitamos hace unos días, ocultos en el subsuelo madrileño, no son los únicos que se conservan, algunos localizados y tal vez otros desconocidos.

En varias ciudades de España se han hallado refugios de la guerra civil, como el año pasado en Valencia. En algunos casos se han convertido en museos visitables: en Almería, y en Barcelona, donde el Refugio 307 se ha integrado en el Museo de Historia de la ciudad. También en Cartagena, en cuyo Refugio-Museo, tras el recorrido por las galerías que obligan a revivir la terrible época de los bombardeos, dedican un espacio a la antítesis de la guerra: la paz.

En Madrid, nuestros dos refugios, tan distintos, nos inspiran emociones diferentes, pero ambos son testigos de la historia, forman parte de nuestro patrimonio y merecen un lugar en nuestro de momento virtual Museo del Madrid Subterráneo.

Por : Pedro Jareño y Mercedes Gómez

Localización y fotografías : Pedro Jareño

 

 

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