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La Casa del Lector es un nuevo espacio cultural inaugurado el pasado mes de octubre en el recinto del antiguo Matadero, dedicado a los lectores y a la lectura en su sentido más amplio, a su estudio en todos los soportes y manifestaciones. No solo leemos libros, y por supuesto no solo en papel, sino que toda obra (escrita, filmada, pintada…) nos ofrece la posibilidad de leerla.

Es una institución privada creada gracias al editor Germán Sánchez Ruipérez, que persiguió la idea durante mucho tiempo, fue su “sueño”, cuentan quienes le conocieron. Decía que “libro, lector, lectura, se escriben con ele de laberinto, con ele de libertad”, y a investigar ese mundo dedicó su tiempo y su dinero. En 1981 creó su Fundación para la realización de programas culturales y educativos y puso en marcha el proyecto de la Casa del Lector o Centro Internacional para la Investigación, el Desarrollo y la Innovación de la Lectura. Lamentablemente murió en los comienzos de 2012 sin poder ver la obra terminada, pero sí con la satisfacción de verla hecha realidad.

El Ayuntamiento de Madrid cedió el espacio. En 2002 se firmó un convenio entre la Fundación y  el Consistorio, en el que se le cedían por 50 años las antiguas naves de degüello de ganado vacuno (naves 13 y 14), la antigua cochera (nave 17 b) y parte de los colgaderos (nave 17 c) del Matadero.

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Nave 17 b (2010)

A cambio, la Fundación se comprometía a restaurar y rehabilitar los edificios, casi en ruinas por entonces, y construir las nuevas instalaciones.

Nave 13

Nave 13 (deguello ganado vacuno, J. de Sande 2006)

Se convocó un concurso en el que resultó ganador el proyecto del arquitecto Antón García Abril. La intervención tuvo lugar en el interior de las naves ya que el exterior no se podía modificar gracias a su nivel de protección, y en el espacio existente entre ellas, que fue cubierto, convirtiéndolas así en un espacio único unido por puentes, alegre, confortable y que anima a participar.

puentes

Bajo la premisa del laberinto como símbolo, y el mito de Ariadna que nos permite liberarnos, en estos primeros meses de existencia la Casa nos ofrece la exposición El Hilo de Ariadna en la que los lectores somos navegantes que vamos desde el antiguo mito hasta las formas de comunicación actuales. Es un recorrido poético, por lugares imaginarios, y real al mismo tiempo.

hilo de ariadna

La  exposición se abre con una obra de Jaume Plensa (Premio Nacional de Artes Plásticas 2012), Overflow VI (2007), un hombre pensativo construido a base de letras de acero.

jaume plensa

A continuación una intrigante instalación interactiva sobre el laberinto de la Casa de Lucrecio en Pompeya en la que los dibujos del suelo aparecen o desaparecen con nuestros movimientos.

mosaico pompeya

Las cartas rotas en infinitos papelitos que nunca podrán ser leídas de nuevo, pues nunca podrán ser reconstruidas, que se mueven a nuestro paso y recogen el sonido de nuestra presencia, y gracias a una grabadora oculta lo repiten aleatoriamente, quizá cuando ya no estemos y podamos oírlo… Una bonita sala llena de palabras, de letras que van deshaciéndose, flotan y se reflejan en suelo y muros, y sobre nosotros. En fin, formas distintas del laberinto como metáfora y del hilo que siempre nos guía hasta encontrar la salida, la solución.

En los diferentes espacios hay otras exposiciones. En los puentes 2 y 10, una muestra explica los orígenes del Matadero como institución pública, las Carnicerías en el siglo XV, las necesidades de nuevos edificios en el siglo XVI cuando Madrid se convirtió en capital y la población creció. El propio edificio del Nuevo Matadero y Mercado de Ganados, construido en los comienzos del siglo XX por Luis Bellido en la Dehesa de la Arganzuela. Y la rehabilitación de las naves para esta Casa del Lector.

Inserción viga nave 13 (2010)

pasillo lectores

También nos encontramos con las palabras y los objetos de Germán. Su bicicleta, su vespa, su antigua máquina de escribir, su parchís. Actividades para niños, cuentacuentos, talleres… en salas llenas de colorido.

nave central

Y para adultos, clubs de lectura, lectura de libros electrónicos prestados, aprender cómo escribir una novela…

casa del lector ext

Merece la pena acercarse a visitar esta nueva Casa, perderse por el laberinto, encontrar el hilo que nos guíe, y descubrir cosas nuevas.

Por Mercedes Gómez

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Casa del Lector
Matadero Madrid
Paseo de la Chopera, 14
Últimas visitas guiadas por el espacio y la exposición El Hilo de Ariadna:
Sábado 29: 12 h, 13 h, 18 h y 19 h.
Domingo 30: 12 h y 13 h.

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Ya tuvimos ocasión de visitar la Iglesia del Santísimo Cristo de la Fe, una de las más antiguas de Madrid, en la calle de Atocha número 87, que forma parte del conjunto arquitectónico construido entre los años 1592 y 1620. Como contábamos entonces, en sus inicios, a finales del siglo XVI, allí hubo un hospital, a comienzos del XVII acogió al Colegio de los Desamparados, que atendía a niños huérfanos, y después estuvo instalado un hospital para hombres, el Hospital de los Incurables de Nuestra Señora del Carmen.

La actual casa contigua a la iglesia tiene también mucha historia. Durante un tiempo fue imprenta, propiedad de María de Quiñones, viuda de Juan de la Cuesta. Un magnífico relieve de 1905, obra del escultor Lorenzo Coullaut Valera que representa a Don Quijote y a Sancho Panza, recuerda que allí en el año 1605 se imprimió la primera edición del Quijote.

Actualmente es la sede de la Sociedad Cervantina, entidad cultural madrileña cuyo objetivo es “fomentar el conocimiento de la vida y de las obras del inmortal autor de EI Quijote, Miguel de Cervantes Saavedra, y difundir la lengua y literatura castellanas”. También desarrolla otros tipos de actividad cultural, teatro, pintura, etc.

Hace unos años se comenzó a hablar de la instalación de un museo dedicado a Cervantes en este edificio, que incluiría entre otros alicientes la recreación de la famosa imprenta. Al parecer se está restaurando el interior y pronto se abrirá al público, por lo que habrá que estar atentos, a ver si es verdad que la antigua noticia se convierte en realidad.

El próximo mes de julio también están previstas representaciones teatrales en el patio.

De momento, hasta el próximo día 23 de junio, se puede visitar una exposición colectiva de pintores del Círculo de Bellas Artes.

Son siete artistas, cada uno con un estilo propio… pero lo explica mucho mejor que yo uno de ellos, Jesús Olivan, buen amigo de este blog, y gran conocedor de la historia y de la teoría del Arte, en su propio post Pintores de Madrid y Sociedad Cervantina.

Para amantes del arte y curiosos en general, esta es una buena oportunidad de conocer qué tipo de pintura se hace actualmente en Madrid, concretamente en un lugar tan emblemático como es el Círculo de Bellas Artes.

Jesús Oliván, «Interior holandés» (2011).

Muchas felicidades, Jesús, me ha encantado poder admirar por fin tu pintura de cerca, un placer.

Y mucha suerte para ti y tus compañeros.

Mercedes


Junto al Gran Lujo clásico de hoteles como el Ritz, que tuvimos ocasión de visitar hace un año con motivo de su centenario, Madrid ofrece otras alternativas. Hoteles nuevos, igualmente suntuosos y con todas las comodidades posibles, pero inspirados en los gustos actuales. En los inicios del siglo XXI, de la misma forma que ocurrió en el naciente siglo XX, la ciudad necesitaba hoteles que cubrieran las necesidades de un nuevo Madrid. Uno de los más sugerentes es sin duda el Hotel Urban, situado en la Carrera de San Jerónimo 34.

La Carrera de San Jerónimo, como la calle de Alcalá, nació en el siglo XVI cuando comenzaron las edificaciones en las afueras de la Puerta del Sol y surgieron los caminos en dirección al Prado Viejo de San Jerónimo, hoy Paseo del Prado. Desde entonces, a lo largo de los siglos, conventos, palacios, famosos restaurantes, cafés y hoteles han dado vida a esta histórica calle.

Sobre el solar situado en la esquina con la calle Ventura de la Vega, antes calle del Baño, desde 1589 se encontraba ubicado el Convento de religiosas de San Bernardo que se había trasladado a Madrid desde Pinto.

Cuenta Mesonero Romanos que era un edificio poco notable y su iglesia pobre y sin adornos, pero con un gran jardín.

Plano Nicolás de Fer (h. 1706)

El Convento y su iglesia fueron derribados en 1836, durante la Desamortización de Mendizábal. Sobre su solar se construyeron varias casas.

Foto: M.Urech (h. 1960). Catálogo “Madrid al paso” 2007 (Diario Madrid).

Entre la plaza de Canalejas y Ventura de la Vega se conserva en gran parte el sabor de siglos pasados, siendo el último tramo de la calle, de aquí a la Plaza de las Cortes, el que más transformación ha sufrido, con el derribo en 1988 de varias viviendas para la construcción de la polémica ampliación del Congreso.

diciembre 2011

En los primeros años del siglo XXI, tras el derribo del edificio que ocupaba el solar, que había sido declarado en ruina por el Ayuntamiento, fue levantado el nuevo hotel. Construido en acero y cristal, obra de los arquitectos Carles Bassò y Mariano Martitegui, fue inaugurado a finales de 2004. A pesar de tratarse de un edificio que rompe con la arquitectura tradicional, es respetuoso y armónico con el entorno.

Una torre de cristal, en la que se reflejan los edificios vecinos, que recuerda la proa de un barco, se eleva orgullosa en la esquina con la calle de Ventura de la Vega.

Además de tratarse de un edificio elegante y vanguardista, su mayor singularidad es que también, en cierto modo, es un museo. En él se exponen valiosas piezas procedentes de la Colección Arqueológica del propietario, Jordi Clos, quien además de empresario hotelero es fundador del Museo Egipcio de Barcelona. La arquitectura más moderna acoge piezas de las culturas más antiguas, Egipto, China, India, etc.

Desde la calle, tras los cristales, se puede contemplar la planta baja donde se encuentra, a la derecha, el bar, y a la izquierda, más discreto, el restaurante.

El ambiente logrado en el restaurante, que visitamos vacío, es muy cálido, con cómodos muebles y vajillas sencillas.

Junto a las obras de arte allí expuestas, destacan algunos elementos decorados con teselas de oro.

Todo en el Glass Bar, o Bar de Cristal, es transparente. El suelo, las sillas, lámparas…

En la Recepción, y en varios lugares del hotel, se encuentran diversos postes y figuras antropomorfas, en las que dicen residían los espíritus de antepasados que otorgaban la sabiduría del conocimiento.

El edificio está construido alrededor de un patio o atrio, un espacio coronado por un tragaluz tras el cual se encuentra el cielo de Madrid. Lamentablemente, nuestra visita se produce en otoño y de noche, por lo que no podemos acceder a la última planta, donde se encuentra la terraza desde la cual seguramente se puede contemplar una vista maravillosa.

Sin embargo, gracias a que es de noche sí podemos admirar la columna de alabastro que ilumina el atrio de piedra negra o granito de Zimbabue.

En cada piso, en el pasillo, junto a los ascensores panorámicos que llevan a las plantas superiores, hay una obra cuidadosamente elegida. Llegamos a uno de los últimos pisos donde nos recibe una espléndida talla de madera camboyana del siglo XVIII. Se trata de un elemento arquitectónico hindú cuyas protagonistas son las Absaras, divinidades femeninas, ninfas celestiales que simbolizan las aguas del cielo y la energía del océano.

Para terminar nuestro paseo por las instalaciones de este hotel tan especial, nos muestran la que consideran su “mejor habitación», un dúplex encantador con un gran ventanal ocupando la esquina del edificio, en el que las mayores comodidades, los últimos avances tecnológicos y la decoración más moderna conviven con las obras de arte.

Es asombroso, una columna simbólica del siglo XVIII, procedente de un templo budista birmano, realizada en madera estucada y pintada, y otras figuras antiquísimas, producen un contraste muy bello con los demás elementos de la moderna y confortable estancia.

Ha sido un placer poder conocer este hotel-museo, o museo-hotel, gracias a la amabilidad de su Director de Comunicación, Pepe García, que permitió la visita, a su Jefe de Eventos, Sylvia Robles, que la organizó y nos dio todas las facilidades, y al personal que nos atendió. Muchas gracias a todos.

Por Mercedes Gómez

Me gusta mucho su pintura, me encanta el Madrid de Montesol.

Es un Madrid alegre, pero tranquilo, de pinceladas impresionistas. Un Madrid realista pero un tanto literario. Calles azules, como sus cielos, y edificios reconocibles que recuerdan paseos vividos. Sol, Cibeles, la Puerta de Alcalá…, un camino tantas veces recorrido, “un Madrid paseado y disfrutado”, como dice el propio artista.

Javier Ballester Montesol no es madrileño, nació en Barcelona en 1952, y su pintura ha reflejado otros temas, sobre todo el taurino, y otras ciudades, siempre con su personal estilo, pero es uno de los autores actuales que mejor representa el aire de Madrid, mi Madrid azul.

En sus inicios se dedicó al comic y a la cultura “underground”, eran los años 70 y 80. Hasta que en 1989 comenzó su dedicación a la pintura participando en el Supermercado del Arte, al cual sigue acudiendo todas las Navidades, más de veinte años después, a pesar de haberse convertido en un pintor cotizado.

En los años 90, después de un tiempo en Francia, alguna exposición y algún viaje a Madrid, decidió quedarse a vivir aquí con su familia. Y de vez en cuando contarnos cómo era nuestra ciudad, el ambiente de sus calles y de sus cafés.

He visto muchas exposiciones suyas, sus imágenes de Nueva York, Barcelona, por supuesto Madrid… alguna dominada por un color rojo intenso, pero siempre parece que vuelve al blanco, a los grises, y a los verdes y azules, que no se porqué, se me antojan muy madrileños. Los colores de la piedra, de los árboles y el césped de tantos jardines, las nubes y el limpio cielo.

Hasta el próximo 15 de octubre podemos contemplar sus cuadros, la mayoría de gran formato, la exposición Madrid Montesol, en la nueva Sala de Exposiciones de la Comunidad de Madrid en la Plaza de la Independencia nº 6, frente a la Puerta de Alcalá.

Por Mercedes Gómez

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ACTUALIZACIÓN 25 octubre 2011.-

El pasado lunes tuvimos ocasión de volver a contemplar “El Madrid Pintado” de Montesol.

Actualizo el post con una fotografía de la presentación que realizó la Comunidad de Madrid en un pequeño y bonito homenaje al artista, “pintor de Madrid”.

Y con una buena noticia:

la exposición ha sido prorrogada hasta el próximo día 1 de Noviembre.

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La existencia de baños públicos se remonta a los orígenes de Madrid, al Mayrit árabe. Quizá existieron antes, gracias a los romanos, pero al menos de momento no se ha podido comprobar, o no tenemos noticias.

Sí hay constancia de los baños árabes en algunos documentos antiguos. Manuel Montero Vallejo habla en sus libros de los baños que se encontraban junto al Barranco por donde entonces fluía el Arroyo de San Pedro, hoy calle Segovia, y que continuaban existiendo en los siglos XIII y XIV. Estaban situados cerca de la iglesia de San Pedro, aproximadamente a la altura de la Fuente de San Pedro o de los Caños Viejos, donde hoy se encuentra la Fuente de Diana.

Barranco de San Pedro fin sg. XV, por M. Montero Vallejo, que sitúa en su dibujo los baños con el nº 3.

Con la llegada de los cristianos en el siglo XI, el baño dejó de estar bien visto, dicen que Alfonso VI, el rey conquistador, no era partidario, y que prohibió construir nuevos establecimientos.

Pero también se cuenta que siguieron funcionando regentados por mujeres mudéjares, y que a ellos acudían en buena armonía cristianos, musulmanes y judíos. Montero cuenta que esos mismos baños que aún existían a finales del siglo XIV los tenía arrendados una tal doña Xançi.

Otro de los baños medievales se encontraba en la plazuela de los Caños del Peral, hoy plaza de Isabel II, cerca de la Puerta de Valnadú, una de las puertas de la muralla cristiana.

Gracias a los literatos del Siglo de Oro sabemos que en el siglo XVII los madrileños eran muy aficionados a bañarse en el río, y parece ser que a orillas del Manzanares se organizaban fiestas algo subidas de tono. Hemos leído mucho sobre las romerías a orillas del río en tiempos de Felipe IV, pero nunca habíamos visto sus imágenes, hasta que llegó este cuadro de Félix Castello al Museo Municipal.

F.Castello. «Baños en el Manzanares en el paraje del Molino Quemado»

La escena, un verdadero “jardín de las delicias” madrileño, representa los baños en el Manzanares, frente a la Casa de Campo, en el Camino del Pardo, junto al llamado Molino Quemado, que también Texeira representó en su plano.

Pero en invierno hacía mucho frío, y había que buscar otras soluciones. La primera Casa de Baños de la que se tiene noticias es una en la calle Jardines, abierta en 1628. Solicitó licencia de apertura un italiano llegado a la capital, argumentando que el agua era necesaria para la salud, todo el año, no únicamente en el verano.

Se le concedió, pero para acudir era necesario llevar la “receta” del médico. Además, los baños de las mujeres estaban prohibidos en la misma casa que los de los hombres, y mientras ellas se bañaban ellos no podían entrar, aunque fuese su marido.

Cuentan los cronistas que, mediado el siglo XIX, existían en Madrid diecinueve Casas de Baños, aunque algunas solo abrían en verano. Las pilas eran de piedra blanca de Colmenar, o de mármol. Además de los baños normales, estaban disponibles también baños de “salvado, aromáticos, emolientes y minerales artificiales”.

Uno de los más concurridos eran los Baños de Oriente, de nombre evocador, en la plaza de Isabel II, abiertos en 1830, acaso herederos de los viejos baños de los Caños del Peral.

Y llegamos al siglo XX. No hace tanto tiempo, en 1928, aún no era tan fácil el tener acceso a un baño o ducha en la propia casa. Existían varias casas de baños, pero eran demasiado caras para la mayoría. Se inauguró la primera casa municipal, en el Portillo de Embajadores, obra del arquitecto municipal José Lorite. Tenía una planta con azotea, en el zaguán dos taquillas, una para las señoras y otra para los caballeros, y dos salas de espera, igualmente separadas.

Casa de Baños de Embajadores (Foto madridhistorico.com)

En la República, dentro de una política de higiene pública que había comenzado en la década anterior, además de los de Embajadores se construyeron otros Baños en  la avenida de los Toreros y en Bravo Murillo, bajo las ideas del Racionalismo, tal como estaba ocurriendo en la construcción de Dispensarios antituberculosos.

Con la mejora de las condiciones en la vivienda la situación fue cambiando. En 1974 seguían existiendo los Baños de Oriente. A la vez las Guías de la ciudad anunciaban saunas finlandesas, suecas y baños turcos, situados en los barrios más acomodados. Además, por entonces seguían existiendo tres establecimientos de Baños Municipales, en la Glorieta de Embajadores 1, Bravo Murillo 133, y avenida de los Toreros 3-5.

En el barrio de la Latina, en la plaza de la Cebada, junto al mercado, existía otra Casa de Baños.

El edificio de la avenida de los Toreros, también obra de José Lorite, estuvo a punto de ser derribado debido a su estado ruinoso, pero se salvó de la piqueta y hoy día alberga el Centro Cultural de Buenavista, tras la reforma de Salvador Pérez Arroyo en 1982. Una singularidad del edificio son sus pabellones laterales, antiguas piscinas, hoy convertidas en la biblioteca y el salón de actos.

Avenida de los Toreros, 3 (2010)

Hasta hace poco tiempo aún funcionaban las otras tres Casas de Baños en Madrid:

La de la Plaza de la Cebada, que aunque en la web del Ayuntamiento figura como cerrada por obras, la realidad es que el edificio en el que se encontraba fue derribado, y ahora hay un solar.

Derribo Casa de Baños La Latina (Foto: recuerdosaolvidar.blogspot.com)

La de Bravo Murillo fue cerrada a principios de este año para su reforma integral. Según las noticias publicadas entonces, se preve su reapertura para mediados de 2011.

Bravo Murillo 133 (foto: Street View Google Maps)

El domingo pasado fuí hasta allí para hacer una fotografía al edificio, sin saber lo que iba a encontrar. Llegué tarde, la vieja construcción ya no existe, la reforma es integral en verdad. El Ayuntamiento, con cargo al fondo estatal para el empleo, está construyendo un Centro de Atención Social de Atención Social a mujeres, inmigrantes y personas sin hogar, según explica el cartel en la propia obra, lo cual es sin duda una buena noticia.

Bravo Murillo, 133 (diciembre 2010)

Poco antes de que cerraran esta Casa de Baños tuve ocasión de hablar con una de las personas que la atendían, y me contó muchas cosas interesantes del edificio, que desde 1932 no había tenido ninguna restauración. Habló con cariño y cierto orgullo de un lugar en el que debía llevar mucho tiempo trabajando. Se decía que en el edificio vivía un duende. Derribada la casa, se ignora si se ha trasladado o continúa por allí…

Aunque los días de más visitas eran los lunes y los viernes, la mayoría, muchos inmigrantes, acudían todos los días a lavarse. Veinte minutos de agua caliente por quince céntimos.

Los usuarios, en su mayor parte personas sin hogar, le contaban que preferían ir  a Bravo Murillo en lugar de a Embajadores porque aquí conservaban los dos grifos de agua caliente y agua fría, que ellos mismos podían regular. En las modernas instalaciones de Embajadores hay grifo a presión, con duración limitada, pero según comentaba mi interlocutor, esto quizá no ahorre agua, porque al no poder mezclarla, o se queman o se hielan, y pulsan el grifo demasiadas veces.

El edificio de la glorieta de Embajadores, aunque había sido reformado hacía pocos años, fue derribado en 2001 para construir el actual, de tres plantas, con mayor número de duchas y seguramente más comodidades, a pesar del grifo a presión, siendo inaugurado cuatro años después.

Glorieta de Embajadores (2010)

Hoy día están de moda los spas, balnearios, y baños árabes, más relacionados con el ocio y el bienestar que con la mera higiene, ya que en este siglo XXI casi todas las viviendas tienen cuarto de baño, o ducha.

Pero algunas personas simplemente no tienen casa. Y acuden a la única Casa de Baños actualmente en funcionamiento en la capital, la Casa de Baños de Embajadores, muchos casi todos los días.

Texto y fotografías : Mercedes Gómez

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Bibliografía:

M. Montero Vallejo. Origen de las calles de Madrid. Ed. Avapiés. Madrid 1995.
Museo de Historia de Madrid. Adquisiciones 2003-2006. Madrid 2007.
Mª C. Simón Palmer. Casas de Baños en Madrid. Anales del Instituto de Estudios Madrileños. 1975.
Estampa
. 20 marzo 1928.

A mediados del siglo XV, reinando Enrique IV, el límite norte de Madrid estaba en la plaza de Santo Domingo. Mas allá de la Puerta del mismo nombre sólo había bosques y cursos de agua que regaban los fértiles terrenos. Y así fue hasta finales del siglo XVI, cuando Felipe II estableció la capitalidad en la Villa.

Por entonces comenzaron a aparecer pequeños núcleos de edificaciones fuera de la cerca, llamados “pueblas”, pero no fue hasta el siglo XVII cuando se produjo un gran crecimiento de población, y bajo el reinado de Felipe IV se construyó una nueva Cerca y se llevó a cabo la urbanización y deforestación de toda esta zona. La Puerta de salida de la villa por el norte pasó a situarse en la actual glorieta de San Bernardo, era la Puerta de Fuencarral.

Entre ambas puertas, sobre un antiguo camino, surgió la calle de los Convalecientes de San Bernardo, alrededor de la cual se trazaron las nuevas calles, una de ellas fue la Calle de las Beatas, que recibió este nombre por el cercano Beaterio, llamado de Santa Catalina de Siena, que se encontraba junto al Convento de Santo Domingo.

Plano de Texeira (1656)

Fue en 1887 cuando pasó a denominarse calle de Antonio Grilo, dedicada al poeta cordobés miembro de la Real Academia de la Lengua.

En el inicio del año 2004, un edificio en el número 8 de esta calle, creada sobre aquellos terrenos boscosos históricos, fue el protagonista de una noticia singular. La casa estaba en ruinas y a punto de desaparecer, había sido expropiada a sus dueños para construir un ambulatorio. Pero lo más curioso de todo era que una gran parra que había nacido en su interior hacía más de sesenta años, salía del portal, recorría toda la fachada y se adentraba en los balcones de las viviendas.


(Foto: Claudio Álvarez, El País, 2004)

Poco después el edificio fue derribado, la vid desapareció, nunca se construyó el ambulatorio y el solar ha permanecido abandonado durante años.

Hace unos días leí en el periódico digital Somos Malasaña la pregunta ¿Qué hacemos en el solar público de Antonio Grilo?. Hablaban de un solar propiedad del Ayuntamiento que el pasado mes de junio se había anunciado como un nuevo espacio liberado, tras su ocupación por los integrantes del Patio Maravillas -famoso centro social, actualmente en un edificio ocupado en la calle del Pez-, con el fin de convertirlo en huerto urbano.

El reportaje no mencionaba el número de la calle, pero, no se por qué, inmediatamente lo relacioné con el recuerdo de la antigua parra en esa misma calle, una de esas historias que llaman la atención pero que el paso del tiempo lleva al olvido y a no saber cuál fue el desenlace.

12 octubre 2010

Se trata efectivamente del solar donde hace cerca de siete años aún vivía la enorme y asombrosa vid.

Tal vez estos terrenos, antes acostumbrados a ver crecer poderosos árboles, propiciaron la vida de la desaparecida parra.

No muy lejos, en el jardín de la antigua Universidad Central de San Bernardo, desgraciadamente convertido en un aparcamiento, sobrevive una antiquísima encina, como hace algún tiempo nos contaba Carlos Osorio en su blog Caminando por Madrid.

Ahora los vecinos ya han comenzado a plantar algunas semillas en este recién nacido huerto urbano.

Seguimos sin saber cuál será el desenlace de la historia, si este solar abandonado durante tanto tiempo conseguirá ser escenario de actividades positivas, como pretenden sus ocupantes, o si en el futuro por fin albergará algún servicio necesario para el barrio, pero mientras tanto seguro que el huerto dará sus frutos.

Texto y fotografías por Mercedes Gómez

Las obras han regresado a la Plaza de la Independencia.

A primeros de año terminó la reforma de la mitad norte, el tramo Alcalá-Serrano-Alcalá, del cual ya desaparecieron jardincillos, farolas clásicas, bancos… y el mojón de piedra de la antigua Vía Pecuaria. Quizá recordéis que hace algún tiempo hablamos de su desaparición, y nos preguntábamos que pasaría con él, ¿volvería, desaparecería definitivamente?.

La semana pasada las máquinas comenzaron a levantar un nuevo tramo, el comprendido entre las calles de Alcalá y Alfonso XII. Las farolas parece que están en peligro, como hace poco estuvieron sus compañeras antes de ser eliminadas al otro lado de la calle de Alcalá.

Y los bancos de piedra amontonados en la esquina esperando lo peor.

Tras cruzar la calle de Alfonso XII llegamos a la Puerta principal del Retiro, lugar de paseo y también de encuentro. Allí siguen existiendo pequeñas islas de césped, setos, otro mojón de la antigua Vía Pecuaria, y los bancos, a menudo ocupados por personas que descansan, esperan a alguien, o simplemente contemplan el paisaje. ¿Desaparecerán igualmente?.

Después de dar la vuelta a la plaza, compruebo que el otro mojón, al menos de momento, continúa tranquilo en la esquina derecha de lo que antaño fue la salida de Madrid por el antiguo Camino de Alcalá.

Antes de cruzar veo algo sorprendente, parece que en la esquina contraria han recolocado el desaparecido mojón.

Pero al acercarme me parece muy raro, no se trata del viejo mojón de piedra, es otro sin duda.

Es curioso, este está reluciente, parece hecho a juego con el granito del nuevo pavimento, para que no desentone.

Texto y fotografías por : Mercedes Gómez

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Artículos anteriores sobre la Plaza de la Independencia:

Jardín de la Plaza de la Independencia.
Real Pósito de la Villa.
Plaza de la Independencia. Vías pecuarias, mojones y obras.

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Antonio López García nació en 1936 en Tomelloso, Ciudad Real. En 1949, con solo trece años de edad llegó a Madrid, a la estación de Atocha, con la intención de aprender el arte de la Pintura, y desde entonces su vida ha estado ligada a nuestra ciudad. Entre 1950 y 1955 estudió en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, años después allí fue profesor, y finalmente en 1993 fue nombrado Académico.

Es considerado el maestro del hiperrealismo, pero su arte va mucho más allá, sus obras trasmiten una cierta magia y remiten sin duda a los grandes realistas españoles, como su admirado Velázquez. Antonio López es uno de los artistas españoles actuales más importantes. En 1985 obtuvo el Premio Príncipe de Asturias, y en 2006 el Premio Velázquez otorgado por el Ministerio de Cultura. Es el pintor español vivo más cotizado, después de que una de sus pinturas fuera vendida en subasta por 1,7 millones de euros.

Lo que tal vez no sea tan conocido es que Antonio López es también un magnífico escultor. En Madrid tenemos dos ejemplos emocionantes.

Es sabido que el artista en la mayoría de los casos emplea años en completar cada una de sus obras, su minuciosidad y afán de perfección le lleva a algo parecido a la obsesión, como él mismo ha reconocido. Un ejemplo son sus impresionantes esculturas “Hombre y Mujer”.

Su historia comenzó, en forma de dibujos, en 1961. Y el nacimiento de las figuras modeladas a tamaño natural tuvo lugar en 1968, aunque no serían finalizadas hasta 1994. Una “historia desmesurada”, como él mismo dice.

En 1973 el autor dio por terminada a la Mujer, año en que las esculturas fueron adquiridas por una coleccionista americana. Pero, con permiso de la dueña, que nunca llegó a tenerlas físicamente, Antonio López continuó trabajando en la figura del Hombre durante muchos años en su taller.

Realizadas en madera de abedul, constan de muchas piezas pequeñas talladas y ensambladas entre sí, mediante tornillos o pequeños trozos de la misma madera, encoladas, y policromadas al óleo y mediante pigmentos. Los ojos son de cristal, como los que utilizan las personas tuertas, por lo que las figuras se convierten en algo inquietante, parecen vivas, especialmente el Hombre, cuyo rostro tiene tanta expresividad que da la impresión de que te devuelve la mirada.

Más de treinta y cinco años después de que Antonio López realizara los primeros dibujos, siendo aún un joven de 25 años, ambas figuras llegaron al Museo Reina Sofía, y allí se encuentran desde octubre de 2001, en la sala 405 de la planta 4 del edificio Sabatini.

Adquiridas por la empresa Repsol, pasaron a ser propiedad del Estado como pago de impuestos por parte de esta Compañía. Se dio la curiosa circunstancia de que la primera propietaria estuvo presente el día de la inauguración en el Museo Reina Sofía.

En la misma sala, detrás de las esculturas, actualmente se exponen los primeros dibujos efectuados por el artista en 1961 con carboncillo y lápiz conté.

Pero el Hombre y la Mujer no son las únicas esculturas de Antonio López que podemos admirar en Madrid. Muy cerca del Museo, al otro lado de la glorieta de Atocha, hay otras dos.

La Estación de Atocha, desde el Museo Reina Sofía, 28 de febrero 2010.

Ya consagrado, Antonio López ha vuelto a Atocha, el primer lugar que pisó al llegar a Madrid, siendo aún casi un niño. En el verano de 2008 fueron instaladas en la Estación dos esculturas de gran tamaño tituladas «Día» y «Noche».

Encargadas por el Ministerio de Fomento en 2002, fueron colocadas en el vestíbulo de las Llegadas en la estación de Puerta de Atocha. Las pueden contemplar los viajeros que llegan, llegamos, en el AVE a Madrid, o los que esperan, esperamos, a esos viajeros en el gran vestíbulo, escenario perfecto para esas esculturas gigantes. Estos bustos de bronce de tres metros de alto por tres de ancho necesitaban espacio para poder trasmitir la ternura que encierran, y aquí lo han encontrado.

Es un bebé, su nieta, se llama Carmen, que entonces contaba solo seis meses de edad y aún ignoraba que su rostro iba a quedar inmortalizado de esta forma y quién es su abuelo. La niña despierta y la niña dormida representan para el autor el Día y la Noche, el paso del tiempo acompañado por el paso de los trenes.

Las cabezas fueron fundidas en bronce a partir de moldes de escayola, e instaladas sobre sendas peanas, cada escultura pesa más de dos mil kilos.

La Vida, el hombre y la mujer, el Tiempo, el día y la noche. El gran artista del realismo parece también un gran filósofo.

Texto y fotografías: Mercedes Gómez

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Fuentes en la Red:

Antonio López García

Hombre y Mujer. Restauración.


Todos los años, cuando se acerca la Navidad, llegan a Madrid dos ferias de arte estupendas, el Supermercado del Arte y la Feria Mercado de los Artistas, dos “mercados” que ofrecen pintura y obra gráfica a los aficionados, a precios para casi todos los bolsillos.

Su objetivo es acercar el arte a un público más amplio que el habitual visitante de las galerías, y fomentar el coleccionismo.

El Supermercado del Arte presenta su edición número 26, con obras de tamaños medio y pequeño que van desde 69 a 299 euros, aunque también hay algunas obras de mayor tamaño. Como novedad, este año hay una sección “outlet” en la que se pueden adquirir obras de años anteriores a un precio máximo de 99 euros.

Algunos artistas hoy reconocidos, que participaron los primeros años, como Montesol, Ceesepe, Mariscal… continúan haciéndolo, tanto con pintura como con litografías o grabados.

La Feria Mercado de los Artistas, en la estación de Atocha, es un poco más joven, cumple 19 años. Bajo el lema Arte para todos, más de 50 artistas ofrecen pintura y gráfica de “todos los estilos y tendencias”. Una de los participantes es nuestra amiga Lucie Geffré, con una obra magnífica.

Esta feria ofrece otros alicientes, como la posibilidad de divertirse participando en la realización de grandes murales.

Doble oportunidad de adquirir por fin ese cuadro deseado, conocer cómo es el arte que se hace hoy día en Madrid y apostar por los jóvenes creadores, o simplemente disfrutar contemplando la pintura más actual.

por Mercedes Gómez

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Claudio Coello, 28
Del 27 de noviembre al 31 de enero 2010
De lunes a sábado de 10 a 21 h. Domingos y festivos de 11 a 21 h.



Estación de Atocha (vestíbulo Cercanías, entrada por la Cúpula)
Del 27 de noviembre al 8 de diciembre.
De 11 a 21 h.


La primera vez que vi las esculturas de Cristina Iglesias fue por casualidad, hace mucho tiempo, en 1998, en el Palacio de Velázquez del Retiro. Fue una sorpresa, se trataba sin duda de un mundo diferente, nada que ver con la escultura tradicional, tanto figurativa como abstracta. Sus obras eran construcciones, muros, techos; arquitectura creada mediante formas escultóricas que parecían tomadas de la naturaleza. Recuerdo sobre todo las paredes formadas por infinidad de formas vegetales, espacios que podían ser visitados, habitaciones misteriosas, bosques… Para, como ella misma dice, “crear nuevas formas”, utiliza materiales muy distintos, como el hormigón, el hierro, la resina, el cristal, polvo de piedra…

Sin título (Celosía) 1997

Sin título (Celosía 1997). Madera, resina y bronce.

Habitación de bambú

Habitación de bambú (1995-97). Aluminio fundido.

(imágenes del folleto de la exposición
Palacio de Velázquez-Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía,
5 febrero a 20 de abril de 1998)

Luego supe que era su primera exposición individual en un museo español -procedente del Museo Guggenheim de Nueva York- y que no volvería a exponer en Madrid hasta muchos años después.

Pero para entonces ya era una escultora importante, reconocida internacionalmente, que había expuesto en museos y ciudades de buena parte del mundo. Al año siguiente recibiría el Premio Nacional de Artes Plásticas 99 junto al artista Pablo Palazuelo.

El gran pintor y escultor madrileño tenía 83 años, y ella 43. El siglo XX llegaba a su fin, y el jurado quiso premiar una “trayectoria reconocible” y un “valor renovador”. El pasado, el presente y el futuro del arte español.

Unos años después, el arquitecto Rafael Moneo, autor de la Ampliación del Museo del Prado, le encargó la creación de la puerta de entrada a su famoso Cubo, que acoge el antiguo Claustro de los Jerónimos.

Cristina Iglesias ideó una puerta-escultura maravillosa, en su más puro y personal estilo. Construida en bronce, consta de seis elementos, fijos los dos de los extremos, cuatro móviles, pesa 22 toneladas y mide 6 metros de altura. Como tantas obras suyas, recuerda elementos vegetales, raíces intrincadas que asombran desde su instalación en febrero de 2007.

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Pudo ser contemplada abierta, recién inaugurada la ampliación del Museo en octubre del mismo año. A partir de entonces solo se abrirá en contadas ocasiones, para acontecimientos señalados o para dar paso a personalidades. La casualidad quiso que ese mismo mes, unos días antes, muriera Pablo Palazuelo.

No muy lejos del Prado, en el Paseo de Recoletos, tras la verja del Palacio del Marqués de Salamanca, actualmente propiedad del BBVA, se encuentra, inconfundible, una obra de Cristina Iglesias. En este palacio vivió el marqués, que también fue coleccionista de arte, en su época de gloria, antes de trasladarse a la Quinta de Vista Alegre, donde murió.

Instalada en marzo del mismo año en el jardín, junto a las antiguas fuentes y otras esculturas, se encuentra la obra “Sin título” (Celosía X), realizada en gres.

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por Mercedes Gómez

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Cristina Iglesias, nacida en San Sebastián, se casó con el también escultor Juan Muñoz, madrileño, que obtuvo el Premio Nacional de Artes Plásticas en 2000, un año después que ella.
Juan Muñoz murió inesperada y prematuramente en 2001
.
Durante los últimos días la escultora ha asistido al montaje de la gran exposición dedicada al que fue su marido, en el Museo Reina Sofía, que podremos disfrutar hasta el próximo 31 de agosto.

Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía
Juan Muñoz. Retrospectiva
21 de abril – 31 de agosto de 2009

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