Una de las salas más importantes del Real Monasterio del Escorial, por su impactante decoración al fresco y sus dimensiones, es la Sala de Batallas, que en los documentos recibe este nombre solo desde mediados del siglo XVIII. Está situada sobre la galería porticada del lado sur del patio del monasterio.
Se desconoce el uso al que estuvo destinada, que quizá fue variando con el tiempo por lo que indican los distintos nombres con los que aparece mencionada en los documentos, Galería real privada, Galería grande de la Casa Real, Galería de su Majestad, Galería del Cuarto de la Reina, Galería del Rey…
La galería, de 50 metros de largo por 6 de ancho y 8 de alto, se comenzó a pintar entre 1584-85. La obra total supuso más de seis años de trabajo.
La bóveda de cañón fue decorada con grutescos o figuras caprichosas; los muros a ambos lados, con imágenes de batallas, narración histórica destinada a exaltar al rey Felipe II y sus victorias.
A un lado, el que comunica esta galería con otra que bordea la Basílica mediante dos puertas, La batalla de la Higueruela, anterior en el tiempo pues se desarrolló en 1431 entre las tropas de Juan II y las musulmanas. Se utilizó como modelo una sarga de más de 36 metros hallada en un viejo arcón del Alcázar de Segovia al parecer contemporánea de dicha batalla. Enfrente, las otras batallas, que ya pertenecen a la época del propio Felipe II. La Jornada de San Quintín en 1557 y la de Isla Tercera (1582-83). Todo un documento descriptivo de las estrategias militares, las armas y los trajes de la época.
Pero hoy vamos a detenernos en un detalle, un elemento acaso menor dentro de las espectaculares escenas bélicas, motivo de la narración pictórica, pero que llama nuestra atención:
Cómo los artistas integraron las dos puertas mencionadas en la gran obra de arte.
Las puertas dividen el fresco que narra la batalla en tres partes. La pintura imita un gran tapiz clavado que se pliega a ambos lados del dintel para dejar libre el acceso, todo de forma fingida.
Calificados de artesanos, no artistas, pues no creaban sino que cumplían un encargo, los autores del conjunto fueron cuatro pintores procedentes de Génova. Nicolla Granello, Fabricio Castello, Lazzaro Tavarone y Orazio Cambiaso. Los cuatro ejecutaron un proyecto ajeno, a partir de los deseos del rey, pero lo hicieron con maestría.
Luca Cambiaso y su amigo Giovanni Battista Castello, el Bergamasco, llegaron al Escorial a trabajar para Felipe II, como otros artistas italianos, entre ellos sus hijos, que lo harían en esta Sala de Batallas.
El oficio se transmitía de padres a hijos. Orazio Cambiaso era hijo de Luca Cambiaso. Lazzaro Tavarone llegó a España también para trabajar con Luca, de quien fue alumno.
Giovanni Battista Castello vino a España en 1567 junto con sus hijos Niccola Granello y Fabricio Castello. Niccola (hijo de su mujer, de un matrimonio anterior) y Fabricio eran hermanastros.
Fabricio fue Pintor del Rey. Casado con la española Catalina de Mata, fue el padre del pintor Félix Castello, que conocemos gracias a sus cuadros de temática madrileña.
En este blog hemos contado la historia de los trampantojos y de vez en cuando admirado algunos de los más logrados, desde el Barroco hasta nuestros días. Éste, de finales del siglo XVI, es uno de los mejores que hemos podido contemplar.
Las puertas de granito adinteladas son verdaderas. No lo son los adornos sobre ellas, aparentemente del mismo material, que son fingidos. Cuesta distinguir la diferencia, el trampantojo es perfecto.
Por : Mercedes Gómez
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Bibliografía:
Francisco Javier Campos. “Los frescos de la Sala de Batallas”, El Monasterio del Escorial y la pintura. Actas del Simposium, 2001, pp. 165-209.
Carmen García-Frías. “Sala de Batallas”, Restauración & Rehabilitación. Nº 52, mayo 2001, pp. 26-35.
12 comentarios
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21 octubre 2014 a 10:46
Guerra Esetena
Hola Mercedes:
Gracias por traernos este trampantojo, un tema del que eres una auténtica maestra y por el que, gracias a tu labor divulgativa, nos sentimos fascinados. De por sí, la palabra misma resulta cautivadora, una trampa y un antojo, la plasmación de un capricho, de una ilusión, por medio de un engaño. Si no nos lo llegas a explicar, no me hubiera percatado nunca de que, efectivamente, los adornos pétreos que figuran sobre el dintel eran pura pintura. Increíble.
Abrazos, Jesús
21 octubre 2014 a 22:02
Mercedes
Gracias a ti, Jesús, me alegro de que te gusten los trampantojos, son un recurso muy rico, y este es un ejemplo.
Abrazos
21 octubre 2014 a 11:33
Maríarosa
Efectivamente Mercedes, además de las murallas, los viajes de agua, los jardines, las fuentes…eres una gran experta en «trampantojos» y nos has traído aquí algunos memorables…Pero este de la Sala de Batallas del Monasterio del Escorial es como «la guinda del pastel»…
21 octubre 2014 a 22:04
Mercedes
Hola, María Rosa, la verdad es que no soy experta en nada, solo muy curiosa 😉
¡Gracias!
21 octubre 2014 a 16:55
Antonio Iraizoz
Hola Mercedes, mi fotógrafa favorita también estuvo tentada de retratarlo durante el recorrido a la reciente exposición, cuando una celosa vigilante se lo prohibió tajantemente. Enhorabuena por el documentadísimo artículo, imagino cómo te lo has «currao».
Y ya barriendo para casa, sólo recordar que en la batalla que citas de Isla Terceira, Felipe II venció al otro aspirante a la corona vacante de Portugal que se hizo fuerte en las Azores D. Antonio, prior de Crato.
Un abrazo
21 octubre 2014 a 22:08
Mercedes
Hola, Antonio, tu fotógrafa favorita debió «sufrir» mucho, como yo. Esa exposición fue una de las muchas ocasiones en que nos encontramos con la prohibición de hacer fotos. Había desistido de dedicarle un post a este curioso trampantojo, pero la casualidad quiso que buscando otra cosa en esa vieja revista de R&R ¡me encontré con el artículo dedicado a la Sala de Batallas! y la foto de la puerta. Y aquí está!
Muchas gracias por tu comentario, y por el dato que aportas.
Un abrazo
22 octubre 2014 a 17:37
JOSÉ CASADO
Hola Mercedes. Que batalla, el asunto de las fotos! Curioso trampantojo, que en fotografía, es casi imposible de distinguir original y «trampa».
Un saludo.
22 octubre 2014 a 23:20
Mercedes
Hola, José, sí, lo de las fotos sí que es una batalla…
Gracias por tu comentario. Un saludo.
26 octubre 2014 a 00:33
Elena
Es verdad, Mercedes, que es impactante la sala de las Batallas aunque no lo es menos el trampantojo que aquí nos has traído. Es maravilloso. Muchísimas gracias por este precioso trabajo. Un abrazo
26 octubre 2014 a 18:53
Mercedes
Hola Elena, gracias a ti por tu visita y por tu siempre cariñoso comentario.
Un abrazo
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