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El rey Fernando VI, dentro del plan modernizador de la Ilustración iniciado en el siglo XVIII, impulsado por el marqués de la Ensenada, derogó la Regalía de Aposento con el fin de sustituir esta medida de alojamiento de cortesanos y funcionarios por un sistema de contribución económica. Un Real Decreto de 1749 ordenó la supresión de la Junta de Aposentadores cuya función pasó a depender de la Real Hacienda.

Una serie de funcionarios se dedicaron a visitar y medir las casas de Madrid entre los años 1750 y 1751.

Fue la llamada Visita General, el primer Catastro realmente importante, llevado a cabo para cumplir con las Ordenanzas promulgadas para la administración, cobranza y distribución del Aposentamiento de Corte. Su objetivo fue numerar las manzanas y las casas de Madrid, ambicioso trabajo que dio origen a la Planimetría General de Madrid.

Varios arquitectos midieron todas las manzanas de la Villa y plasmaron los resultados en 557 planos, uno por cada manzana. Además de medir, se recogían los datos de cada propietario, con fines catastrales.

Por otra parte, se colocaron en la Villa unas placas cerámicas indicando los números de las 557 Manzanas y las Casas numeradas de cada una, en color azul sobre blanco. Hablamos de ellas en el artículo dedicado a los Rótulos de las calles de Madrid.

Todos los expedientes de la Visita General se conservan en el Archivo General de Simancas.

En 1988 la editorial Tabapress publicó una maravillosa obra, la Planimetría General de Madrid, en dos tomos, uno con los asientos y otro con los planos que además incluye varios trabajos teóricos, de obligada lectura.

Por su parte, la Biblioteca Nacional nos permite consultar el Manuscrito Planimetría General de Madrid hecha de orden de S.M.

Son 12 preciosos volúmenes que incluyen todos los planos y los asientos.

La Planimetría, tantas veces utilizada para algunos de los trabajos publicados en este blog, es uno de los instrumentos más valiosos de los que disponemos para la investigación, conocimiento y disfrute de la historia de Madrid.

Por: Mercedes Gómez

 

No volveremos a encontrar planos originales como los de Antonio Mancelli y Pedro Texeira, planos del siglo XVII, pero son muchos los que se realizaron en el siglo XVIII, algunos también bonitos, y que serán muy útiles para conocer la evolución de Madrid.

Varios fueron creados a partir del trabajo del cartógrafo francés Nicolás de Fer, que por su parte utilizó el plano de Gregorio Fosman grabado en 1683, que –recordemos– a su vez, aunque con novedades, fue una copia del plano de Texeira.

Nicolás de Fer fue geógrafo oficial de Felipe V, el “Geographe de sa Majesté Catolique”.

(N. de Fer, 1706)

Uno de los planos que realizó fue el Plano de Madrid grabado en París en 1706. Como decíamos, se trata de una copia del plano de Fosman, más detallado y preciso.

El plano de N. de Fer se puede consultar a muy buena resolución en la Biblioteca Digital de la Comunidad de Madrid, aquí.

Planos posteriores fueron realizados a partir de esta obra.

George Matthaus Seutter publicó varios, como Madrit la plus celebre Ville dans la Castille nouvelle, et la plus magnifique Residence des Monarques d’Espagne (1726).

Una copia de uno de ellos se conserva en la Biblioteca Digital Hispánica de la BNE.

Otro plano de esta época es la Planta exacta de la ciudad de Madrid, capital y residencia de los Reyes de España, obra de Juan Bautista Homann, publicado por sus herederos (h. 1724-35). Este plano es interesante, sobre todo por los detalles que incluye. En la franja inferior hay cuatro vistas de Madrid (el Alcázar, la Plaza Mayor, Palacio del Buen Retiro y el de Aranjuez), y arriba la ermita de San Antonio.

Grabado iluminado, realizado en Alemania, es copia del de Seutter, a su vez recordemos inspirado en el de Nicolás de Fer.

Otro curioso plano, muy interesante, de esta primera mitad del siglo XVIII es el de Joseph Arce de 1734, que representa un proyecto de alcantarillado basado en la pendiente natural de las calles madrileñas, y el modo de recoger las aguas haciéndolas llegar al río Manzanares. Se puede ver en la BNE.

Para terminar, no podemos dejar de mencionar el dibujo Planimetría de Madrid con el reparto y canalización de los viajes de agua municipales y los del patrimonio real que la surtían, con todas las arcas incorporadas a su recorrido, de Pedro de Ribera.

Pedro de Ribera, h. 1739 (AGP, citado por Jesús Aitor Goitia)

La Junta de Fuentes de Madrid encargó el plano a Ribera con motivo de la reparación general de los viajes de agua llevada a cabo ese año de 1739.

Mercedes Gómez

La Cartografía es uno de los instrumentos más valiosos de los que disponemos para conocer la historia y la evolución toponímica, urbanística y arquitectónica de nuestra ciudad.

Comencé a recopilar en twitter los planos de Madrid más importantes; al menos de momento, me he limitado al siglo XVII. Los traigo al blog porque creo que puede ser interesante verlos todos juntos, saber lo que nos ofrecen, y conocer dónde y cómo los podemos consultar.

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El primer plano conocido de Madrid es el Plano de la Villa de Madrid Corte de los Reyes Católicos de España, de Antonio Mancelli, realizado aproximadamente entre los años 1614 y 1622. Fueron ocho años de trabajo, recorriendo y midiendo las calles.

Durante mucho tiempo fue atribuido al impresor holandés Frederick de Witt. La realidad es que Witt, igualmente cartógrafo e impresor, nació en 1630, varios años después de la realización del plano, por lo cual nunca pudo dibujarlo.

El plano es una bella obra de arte y además nos proporciona mucha información sobre esta época tan importante en la historia de la Villa. Hoy día se puede consultar a muy buena resolución en la Cartoteca del Instituto Geográfico Nacional.

El segundo es el plano realizado por Pedro Texeira, que tenía más de 50 años cuando emprendió su último gran trabajo, la Topographia de la Villa de Madrid. Después de varios años midiendo, calle por calle, edificio tras edificio, terminó su famosa obra en 1651, aunque no apareció hasta 1656. Es el Madrid de mediados del siglo XVII, los tiempos de Felipe IV.

El plano de Texeira se puede consultar en alta definición en la web municipal memoriademadrid. Una verdadera maravilla, para disfrutar, aquí.

Además merece la pena perderse en el visualizador dedicado al Madrid del siglo XVII del Instituto Geográfico Nacional, aquí. Es un paseo por los lugares del Madrid de Cervantes.

El tercer plano que conocemos –el primero obra de un madrileño–, es una copia reducida del plano de Texeira. No es original (como los de Mancelli o Texeira), pero sí importante. Es la Mantua Carpetanorum obra del grabador Gregorio Fosman y Medina de 1686, que ya vimos aquí y que nos muestra el Madrid inmediatamente posterior al de Texeira, pues el autor incluyó los edificios construidos después de 1656 así como transformaciones urbanas.

En cuarto lugar, para despedir el siglo XVII, mencionaremos el plano de Pieter van den Berge (h. 1697). Es una nueva Mantua Carpetanorum, copia no muy buena del Texeira, pero es muy interesante conocer al autor, dibujante y grabador holandés, con taller en Amsterdam.

La novedad es que se refiere al Guadarrama, nuestro río, que luego conoceremos como Manzanares. Y lo más importante es que forma parte de una de las primeras series de estampas de ciudades españolas realizadas a finales del siglo XVII: el Theatrum hispaniae exhibens regni urbes, villas ac viridaria magis illustria… Se puede ver toda la magnífica obra, con vistas de Madrid, Toledo, Segovia, Barcelona, etc. en la Biblioteca Digital Hispánica de la BNE.

Mercedes Gómez

A mediados del mes de marzo pasado recibí un bonito correo hablándome de uno de mis temas preferidos, las fuentes y caños de vecindad. Me escribía Milton Valenzuela, arquitecto urbanista, desde la ciudad de Cochabamba en Bolivia.

Milton ha investigado la historia y paradero de una fuente donada en 1786 por el rey Carlos III al Pueblo de Cochabamba, antigua Villa de Oropeza, “por su lealtad con la corona ante unos levantamientos indígenas que sucedieron en esa época”.

Su investigación le ha permitido localizar la fuente, que durante mucho tiempo se creyó desmantelada y perdida, y encontrarla, al menos lo que pervive de ella, transformada, como es habitual en muchos casos; así ha ocurrido en Madrid a menudo, como sabemos. Fue una alegría saber que mis trabajos sobre algunas de las fuentes madrileñas le han servido de ayuda en su estudio.

Hoy, en estos tiempos de confinamiento y graves problemas que vivimos en todo el mundo, incluidas las ciudades de Cochabamba y de Madrid, os invito a viajar virtualmente a Bolivia, y conocer la fuente que Carlos III regaló a Oropeza en el siglo XVIII.

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Corría el año 1786, cuando “a su magnificencia el Rey de España don Carlos III, le hizo gracia donar 10.000 pesos de las arcas reales para la construcción de una Fuente al centro de la Plaza Principal de regular y abundante agua”, como reconocimiento del Rey a la Villa de Oropeza.

La antigua Plaza Principal es la actual Plaza 14 de septiembre. Se creía que la fuente había desaparecido por completo, demolida en 1850, sustituida por el actual monumento Columna de los Héroes, pero no fue así, como veremos.

Columna de los Héroes, plaza 14 de sept., Cochabamba (Bolivia), febrero 2020. Foto: M.Valenzuela.

La historia de nuestra fuente comienza con la necesidad de la Villa de Oropeza, en 1619, de contar con una fuente de agua en su Plaza Principal, solicitada en aquella época a España por el Procurador Martin Salazar, aunque entonces la petición fue ignorada. No fue hasta 1786 cuando el rey Carlos III donó 10.000 pesos para la construcción de la fuente.

Hay pocas referencias a la desconocida pila. El Gobernador Viedma en 1788, hablando de la plaza dice: “hay una fuente en medio, de regular y abundante agua costeada por la magnificencia del Señor D. Carlos III…

La única descripción escrita acerca de la forma que tenía, realizada por Francisco Viedma y por Federico Blanco en su obra “Diccionario Geográfico del Departamento de Cochabamba” a finales del XIX es la siguiente:

“…La columna del centro estaba rodeada hasta hace poco de una verja de piedra y cuatro piletas, cuyo conjunto formaba la pila principal, la misma que desde 1786 ha tomado distintas formas…”.

En busca de información sobre su morfología, Milton Valenzuela estudió la de otras fuentes, tres fuentes madrileñas, como la Fuente de Peñuelas, de 1860, que nosotros conocemos bien, y otras, como las de Pontejos y la de Puerta Cerrada que, igual que la de Cochabamba, fueron tomando distintas formas a lo largo del tiempo.

En esta etapa de la investigación, el autor pensó que era muy posible que hubiera sido muy parecida a la Fuente de Peñuelas, “donde sobresalía solo una columna central, que posiblemente también tendría decoración tallada”.

Madrid. Fuente de Peñuelas. Begué, 1864

Una fotografía publicada en el libro “Cochabamba siglo XIX” resultó definitiva, con detalles fascinantes que le dieron la clave.

La foto muestra la Columna de los Héroes, aún rodeada por una balaustrada de piedra y cuatro piletas, una en cada uno de los lados del cuadrado que forma.

Foto: «Cochabamba siglo XIX», Registro Fotográfico de la Cooperativa San Pedro.

La foto del monumento a los Héroes, que aún no tenía el aspecto actual, ofrece detalles reveladores. En el centro, la columna, seguramente perteneciente a la fuente original, que habría sufrido diversas transformaciones.

Foto: «Cochabamba siglo XIX», Registro Fotográfico de la Cooperativa San Pedro (detalle).

La imagen ayudó a concluir que la forma cuadrangular del pilón que circunda la base de la columna, rodeada por una baranda con balaustres de piedra, delatan que el basamento en el que descansa la actual Columna de los Héroes, es en realidad la original fuente de Carlos III.

Base Columna de los Héroes (Foto: M.Valenzuela)

Los cuatro surtidores y la balaustrada de piedra que rodeaba la fuente fueron eliminados y la columna central como vemos fue reutilizada como base del monumento actual, hoy rodeado por una lámina de agua.

(Foto: M.Valenzuela)

Y no todo se perdió. Parte de la balaustrada de piedra acabó coronando la fachada del Teatro Achá.

Teatro Achá. (Foto: M.Valenzuela)

Explica el arquitecto que la fachada presenta la misma cantidad de balaustres separados entre muretes (7 en total), por lo que podemos deducir que fue utilizada la mitad de la verja .

Teatro Achá, detalle balaustrada. (Foto: M.Valenzuela)

Como en Madrid, y en tantos otros lugares, en Cochabamba el patrimonio histórico y artístico sufre agresiones y deterioros que deberían ser evitados y restaurados.

Detalle monumento Columna de los Héroes. (Foto: M.Valenzuela)

“La fuente de Carlos III es un patrimonio cochabambino de incalculable valor histórico, testigo mudo de las transformaciones de la ciudad y todas las reivindicaciones sociales, revueltas, golpes de estado, arte, arquitectura, política y cómo no también testigo de innumerables encuentros, es parte también de nuestra historia personal, motivo por el cual debemos preservar este monumento que ya bastantes agresiones sufrió durante su historia”, escribe Milton Valenzuela.

No dejéis de visitar su blog La Cueva del Milo y sus Lecturas para la cuarentena para conocer su trabajo completo, que está publicando en varias partes. La historia de una fuente que llegó a la Plaza Principal de Oropeza, Cochabamba, gracias a Carlos III.

Por: Mercedes Gómez

 

 

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