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Manuel Godoy, valido del rey Carlos IV desde 1792, fue un hombre muy poderoso política y económicamente. Además de la colección de arte que llegó a reunir, otras casas y posesiones, en Madrid al menos fue dueño de tres palacios.
Palacio de Godoy
El llamado Palacio de Godoy está situado en la plaza de la Marina Española, un lugar privilegiado. Fue proyectado por el arquitecto real Francesco Sabatini en 1775 por encargo de Carlos III como Palacio de los Secretarios de Estado pues estaba destinado a albergar al Primer Secretario de Estado o primer ministro. Tan elevado cargo requería un emplazamiento cercano al Palacio Real. El lugar elegido fue el solar situado junto al Colegio Convento de doña María de Aragón, hoy Palacio del Senado, frente al Real Monasterio de la Encarnación.
En aquellos momentos el Secretario era el marqués de Grimaldi, que no llegó a instalarse en él. Finalizado el edificio, sí lo habitó su sucesor, el conde de Floridablanca, y luego Manuel Godoy, duque de Alcudia.
Godoy se instaló en el bello palacio, lo amplió (según proyecto del arquitecto Juan Antonio Cuervo) y reformó a su gusto, y llegó a convertirse en su propietario por lo que es conocido como Palacio de Godoy.
A lo largo de este mes de agosto ha abierto sus puertas al público, con motivo de las visitas guiadas organizadas por la Comunidad de Madrid, Bienvenidos a palacio. En cualquier caso este edificio hoy acoge un organismo público, el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales abierto a los ciudadanos, con actividades, biblioteca y una tienda.
De la visita al Palacio de Godoy podéis encontrar una bonita e interesante crónica en el blog de María Rosa.
Hoy vamos a centrarnos en la búsqueda de las escasas huellas que existen de la época en que Godoy y su familia lo habitaron.
Tras el paso de los franceses por sus estancias, la guerra de la Independencia y los sucesivos cambios de uso a lo largo de los siglos XIX y XX, se conservan pocos elementos originales, ningún mobiliario, y las numerosas obras de arte que lo adornaron, o se perdieron o se encuentran en otros lugares. Manuel Godoy fue un gran coleccionista, en su palacio estuvieron obras maestras como las majas de Goya, hoy en el Museo del Prado.
Al fondo del primer tramo de la escalera imperial, obra de Jean Démosthène Dugourc, se hallaba un valioso friso en altorelieve.
Cuando el Ministerio de Marina y el Museo Naval (que estuvieron aquí un tiempo) se trasladaron al Paseo del Prado esquina calle Montalbán fue uno de los elementos trasladados a la nueva sede. Allí, en el actual Cuartel General de la Armada, se encuentra el despacho de Godoy, también procedente de su antiguo palacio.
Nos cuenta la guía que las estancias del político, de las que no queda nada, estaban situadas a un lado de la majestuosa escalera, el que se asomaba al palacio Real, y al otro las de su esposa María Teresa de Borbón, condesa de Chinchón, y su hija.
En alguno de los salones únicamente subsisten las decoraciones pictóricas originales. Del siglo XVIII es el esplendoroso techo, aunque oscurecido, del llamado Salón de Tapices. Su autor pudo ser Juan Gálvez, pero no se sabe con certeza. Algunos estudiosos citan a José del Castillo y a Zacarías González Velázquez, que también pudieron trabajar aquí.
En el hoy llamado Salón de los Escudos se ubicaron otras obras de Goya, cuatro tondos, medallones circulares óleo sobre lienzo, obras alegóricas dedicadas a los ideales de la Ilustración; tres de ellas, La Industria, La Agricultura y El Comercio se encuentran en el Museo del Prado. La dedicada a La Ciencia se perdió, pero se conoce gracias a las fotografías del Archivo Moreno conservadas en la Fototeca del Ministerio de Cultura.
Las pinturas de Goya fueron sustituidas por escudos modernos, aunque las esfinges a los lados sí son las originales de comienzos del siglo XIX.
Las habitaciones, hoy despachos, guardan algunos techos pintados en los que no faltan los trampantojos (cortinajes, barandillas fingidas…)
De la carpinteria original solo se conserva la puerta de la que fue Capilla del palacio, hoy transformada en salón de actos.
Era un hermoso palacio en el que vivía Manuel Godoy con su esposa la condesa de Chinchón y su hija Carlota Luisa cuando en los comienzos del año 1803 la reina María Luisa de Parma quiso hacer un regalo al valido, concretamente a su hija nacida tres años antes, y que además era su propia ahijada. Para ello adquirió una quinta de recreo en Carabanchel, siempre con el beneplácito de su marido el rey, propiedad que Godoy debía administrar hasta la mayoría de edad de la niña. En el breve espacio de tiempo que transcurrió entre la adquisición y la cesión de las escrituras a Godoy, esta quinta fue Sitio Real.
Quinta de recreo del Conde del Campo Alange
Era la Casa de recreo del II Conde del Campo Alange, don Manuel José de Negrete, situada en el barrio de Buenavista, distrito de Carabanchel; en la calle Joaquín Turina 37, con vuelta a las calles de Polvoranca, Gómez de Arteche, Marianistas y Camino de las Cruces.
La casa-palacio fue construida en 1786 según proyecto de Ramón Durán, discípulo de Ventura Rodríguez, a la salida del pueblo del Alto Carabanchel o Carabanchel de Arriba. Siguiendo las enseñanzas de su maestro, Durán construyó el palacete al estilo barroco tardío clasicista.
Fue rodeada de jardines, árboles frutales, parras, faisanera, estanques, bellas fuentes… construcciones auxiliares, un palomar y un huerto, a la manera de las ricas quintas construidas en Carabanchel por los nobles y financieros de la época. La posesión tenía casi 12 hectáreas de extensión.
Se sabe que la familia, sobre todo la Condesa de Chinchón y su hija habitaron la finca; a pesar de disponer de casas de campo más lujosas, a doña María Teresa de Borbón le gustaba la posesión de Carabanchel, no se sabe muy bien porqué. Godoy debía ir a visitarlas de vez en cuando.
Vendida en 1826, a partir de ese momento tuvo varios propietarios, entre ellos el marqués de Salamanca que la compró antes de adquirir la cercana Quinta de Vista Alegre, la mejoró y la convirtió en escenario de sus esplendorosas fiestas.
La hija del último propietario Mariano de Larrinaga, la condesa viuda de Casa Puente, en 1941 vendió la quinta entonces conocida como Villa Larrinaga a la Compañía de María. El arquitecto Luis Moya la transformó en Escolasticado de los Marianistas, ampliando la posesión y construyendo un Panteón para los religiosos. Poco después fue convertido en sede del Colegio Hermanos Amorós, que aquí continúa.
A pesar del paso del tiempo y el cambio de propietarios y usos, la extensa quinta conserva gran parte de su estilo y esplendor. El jardín, que en el colegio llaman “la pradera”, aunque existan nuevas construcciones y espacios dedicados a instalaciones escolares y deportivas, sigue ocupando unos 94.000 metros cuadrados.
Palacio de Buenavista
Pocos años después de haber recibido esta quinta de recreo Manuel Godoy recibió un nuevo regalo, el magnífico Palacio de Buenavista.
Recordemos que en 1769 don Fernando de Silva Álvarez de Toledo, Duque de Alba, adquirió las casas llamadas de Buenavista a la salida del Camino de Alcalá, y fue su nieta, la duquesa de Alba, María Teresa Cayetana, quien inició la construcción de un gran palacio. La obra fue proyectada por Juan Pedro Arnal en 1777.
Tras la muerte de la duquesa en 1807 lo adquirió el Ayuntamiento que lo donó a Godoy. Éste entonces vendió su palacio de la plaza de la Marina Española, pues el de Buenavista se acercaba más a sus preferencias, así que comenzó las obras para decorarlo a su gusto rápidamente ya que deseaba ocuparlo cuanto antes.
Es difícil saber qué se conserva de esta época, la mayor parte de la decoración de los salones es posterior a 1940. Aunque, igual que sucede en el Palacio de la plaza de la Marina Española, los techos del Palacio de Buenavista parece que datan de la época en que Godoy se encargó de su decoración, encargando realizarlos al estilo francés e italiano, de moda entonces.
Tampoco se conocen sus autores, aunque nuevamente se cree que pudo participar Juan Gálvez. Son pinturas al temple de gran belleza.
Manuel Godoy nunca llegó a instalarse en este palacio. En 1808 se produjo su caída, exilio y confiscación de todos sus bienes.
Por : Mercedes Gómez
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Bibliografía:
Ramón Guerra de la Vega. Palacios de Madrid (tomo I). Madrid, 2010.
Monte-Cristo. “El Palacio de los condes de Casa Puente, en Carabanchel”, Blanco y Negro, Madrid 13 agosto 1922, pp. 34-36.
Miguel Lasso de la Vega. Quintas de recreo y casas de campo aristocráticas alrededor de Madrid. Tomo II Los Carabancheles. Madrid, 2004.
Pablo González-Pola. «El Palacio de Buenavista, ejemplo de conservación del patrimonio histórico-artístico militar». Militaria, Madrid 1995.
El pasado viernes día 29 de abril varios medios digitales publicaron la noticia, algunos de ellos incluyendo la foto de los protagonistas a las puertas del Palacio. Ambas partes también lo publicaron en sus respectivas páginas web:
La Comunidad de Madrid ha suscrito un acuerdo con la New York University, importante universidad privada estadounidense, para que esta se instale en el Palacio del Marqués de Salamanca en la Quinta de Vista Alegre. El acuerdo supone que, si se rubrica, la Comunidad cederá el palacio durante 40 años por un alquiler aún indeterminado, y a cambio se compromete a rehabilitarlo.
Ojalá esto acabe siendo una buena noticia para Madrid, pero tras el fracaso -al menos por ahora- de nuestra solicitud de protección como bien de interés cultural para la Quinta de Vista Alegre, podemos preguntarnos qué pasará con el antiguo Real Sitio, el único sin la catalogación de BIC, al ser considerado únicamente un patrimonio desde el punto de vista económico, no histórico ni artístico, o eso parece.
Dice la nota de prensa de la Comunidad que “en este Palacio del Marqués de Salamanca, un edificio del siglo XIX y patrimonio regional, se instalaría la universidad, junto con una residencia universitaria.”
¿Hay vía libre para construir?.
La Universidad afirma en su web refiriéndose a los terrenos de Vista Alegre que “the Madrid government has said is available for construction”. ¿Que el Gobierno de Madrid ha dicho que están disponibles para la construcción?.
¿Qué supondrá para este palacio su rehabilitación para acoger una universidad privada?. ¿Qué efecto tendrá sobre el Jardín Histórico, podrá ser recuperado o desaparecerá definitivamente?.
Lo siento, hoy solo se me ocurren preguntas.
Porque sobre Vista Alegre y este Palacio creo que en este blog ya lo hemos contado y mostrado todo. Bueno, casi todo.
por Mercedes Gómez
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Artículos anteriores:
La Quinta de Vista Alegre ¿Bien de Interés Cultural?.
Huellas del Marqués de Salamanca en Vista Alegre.
Saber más sobre Vista Alegre.
Finca Vista Alegre, patrimonio desaparecido.
Reportaje sobre Vista Alegre en el diario Qué!.
La Quinta de Vista Alegre, Carabanchel Bajo, Madrid.
¿Por qué la Quinta de Vista Alegre debería ser BIC?.
La Quinta de Vista Alegre ¿Bien de Interés Cultural? (II).
El Salón Árabe.
1910 fue un año lleno de acontecimientos. Se fundó la Residencia de Estudiantes, nació el poeta Miguel Hernández, comenzaron las obras para la creación de la Gran Vía, Antonio Palacios empezó a construir la sede del Banco Río de la Plata, conocida como Las Cariátides, se inauguraron el Hotel Ritz y el Casino de Madrid…
El Casino celebra este año el centenario de la inauguración de su sede, en la calle de Alcalá nº 15, aunque esta no fue su primera casa.
Sus fundadores, en 1836, como toda buena tertulia, comenzaron a reunirse en un café, el Café de Sólito, situado en la calle del Príncipe, en la esquina con la calle de la Visitación -hoy Manuel Fernández González- ahora ocupada por el Teatro Español. Los tertulianos alquilaron el primer piso del edificio, que ya no existe.
Como cada día eran más socios, se mudaron a otro local más amplio, en la misma calle del Príncipe, junto a otro teatro, el de la Comedia, por lo que durante un tiempo fue conocido como Casino del Príncipe. En un principio se pretendió que fuera un lugar modesto, pero un buen grupo de socios, con José de Salamanca a la cabeza, se opusieron y cambiaron todo el mobiliario. Aquí comenzó la primera época de esplendor y lujo del Casino. Los socios aumentaban, y llegaban los miembros más destacados de la política, del arte y de la sociedad madrileña en general.
Pocos años después, se establecieron en el Palacio del Marqués de Santiago, hoy desaparecido, en la Carrera de San Jerónimo. Allí, cómo no, también existía un café famoso por sus tertulias, el Café de la Iberia.
Posteriormente los casinistas se trasladaron a la calle de Sevilla esquina Alcalá, al edificio que actualmente alberga el BBVA, y en el cual entonces se encontraba el Café Suizo.
Después cruzaron la calle, instalándose en La Equitativa.
Poco a poco, fueron recorriendo el camino que les llevó desde la Plaza de Santa Ana hasta la calle de Alcalá donde en 1903 decidieron construir su propia sede.
Tras un concurso en el que participaron los mejores arquitectos de la época y que fue declarado desierto, la dirección de las obras fue adjudicada a José López Sallaberry, socio del Casino, aunque no pudo firmarlas debido a su condición de arquitecto municipal, cosa que hizo su cuñado el arquitecto Luis Esteve.
Sallaberry integró lo mejor de algunos de los proyectos presentados, que habían sido comprados, y la construcción se llevó a cabo utilizando los mejores materiales, igual que en su decoración interior, de forma que el resultado fue inmejorable, todo ello costeado por las aportaciones de los propios socios. El Patrimonio artístico del Casino es inmenso, tanto en lo que se refiere a su arquitectura, como a pintura, escultura o artes decorativas. El edificio fue declarado Monumento Bien de Interés Cultural en 1993.
La fachada de estilo ecléctico afrancesado, muy valorado en aquellos primeros años del siglo, llama la atención por su asimetría, con la puerta situada en un lateral en lugar de en el centro, con un torreón.
Cruzamos la puerta de hierro obra de Pascual González y la lujosa entrada que aparece ante nuestros ojos nos avisa de todas las maravillas que vamos a encontrar.
Subimos la escalera de mármol, y cuatro vaciados de esculturas clásicas, prestados por la vecina Academia de Bellas Artes, dan la bienvenida.
En la Planta Baja se encuentra el patio central, o Patio de Honor, cuya cúpula muestra las preciosas vidrieras de la Casa Maumejéan.
La espectacular Escalera de Honor, que ya conocemos, diseñada por Sallaberry y decorada con esculturas de Ángel García Díaz, que representan el mito de Eros y Psique.
En el centro del patio se encuentra una Ruleta de Caballos, única en España.
En esta planta se encuentran también el Salón Principal, hoy dedicado a sala de conferencias, en cuya entrada está situada el boceto que Benlliure realizó de la escultura de Emilio Castelar, situada en el Paseo de la Castellana. También están en esta planta los billares.
Subimos a la Planta Principal por la bella escalera y encontramos esculturas de Mateo Inurria, Miguel Blay y Mariano Benlliure. Aquí se sitúan el Salón de Baile, actual Salón Real, y el Salón Alcalá.
El Salón Real es un de los más bonitos, decorado con pinturas de grandes autores, como Manuel Benedito, Cecilio Pla, Julio Romero de Torres…
En la Planta Conde de Malladas –presidente impulsor de la construcción del edificio-, entre otras estancias, se encuentra la Biblioteca gótica que también hemos tenido ocasión de visitar, realizada en hierro en los talleres de Casa Asins, procedente al menos una parte de la anterior sede del Casino en el piso principal de La Equitativa, cuyo espléndido edificio podemos contemplar desde la terraza del Casino de Madrid.
Y en esta mágica terraza finaliza nuestra visita.
Texto y fotografías : Mercedes Gómez
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Fuente:
Casino de Madrid
Alcalá, 15
A lo largo del siglo XIX entre la nobleza y las familias adineradas se puso de moda decorar los salones de sus palacios con estilos exóticos, como el chino, turco o sobre todo el árabe. El estilo árabe fue muy utilizado durante el reinado de Isabel II, de modo que a finales del siglo raro era el palacio o palacete que por entonces no contaba con su Salón decorado a imitación de la Alhambra de Granada. En la Europa romántica del siglo XIX surgió el término «Alhambrismo”, aplicado a la literatura, la música, y por supuesto a la arquitectura y a las artes decorativas.
En Madrid la recreación del ambiente y los detalles del monumento granadino fue habitual, y no únicamente en la decoración de interiores sino que incluso se construyó algún palacio bajo su influencia, como el Palacio de Xifré, que estaba situado frente al Museo del Prado, construido por José Contreras en 1865 imitando en todos sus detalles la arquitectura árabe. Desgraciadamente fue derribado en los comienzos de la década de los 50 del siglo XX.
Recordemos el Palacio de Anglada, que reproducía el Patio de los Leones de la Alhambra. El Palacio de la Condesa de Montijo en la plaza del Ángel también tuvo su gabinete al estilo árabe, el Palacio de los Marqueses de Alcañices -donde hoy se ubica el Banco de España-, … todos desaparecidos. O casi.
He leído en algún lugar que en Madrid no se conserva ningún Salón de este estilo, y esto no es exacto. En nuestra Comunidad existe el Salón de Fumar del Palacio de Aranjuez. De estilo árabe es el Palacio de Laredo en Alcalá de Henares, hoy sede del Museo Cisneriano.
Y, aunque lamentablemente muy deteriorado, en la ciudad de Madrid pervive el Salón Árabe del Palacio del Marqués de Salamanca en la Quinta de Vista Alegre.
Quizá alguno de vosotros recuerde nuestra visita a la Quinta el verano pasado, durante la cual pudimos conocer y admirar las Huellas del Marqués de Salamanca en su palacio, el conocido como Palacio Nuevo o Palacio del Marqués de Salamanca. Durante la visita una de las estancias que más nos llamó la atención a todos fue el Salón Árabe y su estado de abandono, apuntalado para no venirse abajo.
Como vimos, además de las estancias privadas, el Palacio tenía amplios y lujosos salones dedicados a recepciones o fiestas, siendo este quizá uno de los más esplendorosos del edificio.
El Palacio Nuevo fue obra de Narciso Pascual y Colomer, aunque según algunos autores, como Pedro Navascués, el Salón pudo ser construido por el arquitecto Rafael Contreras, por entonces restaurador de la Alhambra de Granada. Según otros, por el tallista y pintor Alejandro Mattey, aunque seguramente siempre bajo la dirección de Pascual y Colomer.
Tras la muerte del Marqués y su venta al Estado, la primera reforma del Palacio para convertirlo en Asilo de Inválidos tuvo lugar en 1888. Luego, en el siglo XX albergó el Instituto de Reeducación Profesional de Inválidos del Trabajo (1922), Instituto de Reeducación Profesional (1928) e Instituto Nacional de Reeducación de Inválidos (1933).
Hasta hace pocos meses ha sido la sede del Centro de Educación Especial María Soriano, colegio que ha sido trasladado al nuevo PAU de Carabanchel, en la Avenida de la Peseta, 30.
El Salón Árabe, como el resto de dependencias del Palacio, durante un tiempo, fue utilizado como aula, como muestran estas curiosas fotografías que deben coresponder a los años 60 del pasado siglo XX.
El Salón está ubicado en la planta baja, su planta es rectangular y está dividido en dos naves por un arco decorado con yeserías al estilo mudéjar.
El artesonado es solo de apariencia mudéjar, pues al contrario que los artesonados árabes realizados completamente en madera, éste presenta una técnica especial. La decoración no consta de maderas talladas y pintadas sino de otros materiales superpuestos que imitan la decoración en dicho material. Lino, pintura y papeles pintados sobre un armazón de piezas de madera.
Las yeserías completan la decoración de los muros.
Actualmente el Palacio se encuentra cerrado y sin noticias acerca de un proyecto claro de uso.
Esperemos que el Salón Árabe del Marqués de Salamanca sea restaurado y pronto podamos contemplar uno de los escasos recuerdos de una arquitectura prácticamente desaparecida, el único en la ciudad de Madrid.
por Mercedes Gómez
JARDINES DEL PASEO DEL PRADO-RECOLETOS (I)
Retomamos nuestro recorrido a través de los vestigios de antiguos jardines madrileños con la visita al Jardín del Palacio del Marqués de Linares, actualmente sede de la Casa de América, en el Paseo de Recoletos nº 2, un jardín realmente bonito y de interés histórico.
En 1870 José Murga, Marqués de Linares, adquirió algunos terrenos del antiguo Pósito, -que recordemos ocupaba toda la manzana desde la plaza de la Independencia hasta Cibeles, y que había sido derribado el año anterior-, con el fin de construir su residencia.
Aparte leyendas y supuestos fantasmas, asunto del que ya se ha hablado y escrito mucho, la realidad es que se trata de uno de los palacios más bellos y lujosos del Madrid del siglo XIX, que aún podemos admirar pues conserva en su interior gran parte de las obras de arte que el marqués mandó crear para su disfrute y el de su esposa.
Cuando hacia el año 1878 comenzó la construcción del palacete, la plaza de la Cibeles era muy distinta a la actual, ni siquiera tenía nombre aún, aunque la fuente de la diosa llevaba allí instalada casi un siglo.
El único edificio, junto con sus jardines, que ya existía por entonces, era el Palacio de Buenavista, en la esquina contraria. Los terrenos donde hoy se alza el antiguo Palacio de Comunicaciones aún estaban ocupados por los Jardines del Buen Retiro, y en la esquina donde luego se levantaría el Banco de España se encontraba el Palacio del Marqués de Alcañices. Era el Salón del Prado, lugar de encuentro y de paseo.
Pero en el último cuarto del siglo XIX la plaza de la Cibeles se convirtió en el centro financiero de la ciudad.
Entre 1884 y 1891 se construyó el Banco de España. Muy cerca, poco después, se terminó de levantar el edificio de la Bolsa, y en los terrenos antaño ocupados por el Real Pósito y el Convento de los Agustinos Recoletos, se abrieron calles nuevas y se construyeron varios palacetes alrededor del que Narciso Pascual y Colomer había construido para el Marqués de Salamanca, que fue el primer financiero de la época en prever el valor que adquirirían estos terrenos, continuación del Paseo del Prado.
La zona fue conocida como “barrio de los banqueros”.
Además del citado Palacio del Marqués de Salamanca, hoy sede de un importante banco en el nº 10 del Paseo de Recoletos, se conservan algunos otros, como el de Arenzana –hoy Embajada de Francia, en la calle de Salustiano Olózaga-, el de Zabálburu – en Marqués del Duero- y el Palacio de Linares.
A partir de un proyecto de Carlos Colubí, la obra fue realizada por otros dos arquitectos. Manuel Aníbal Álvarez-Amorós, entre 1878-79, construyó el jardín y todos sus elementos, ubicados tras el palacio. Y Adolf Ombrecht (1879-1884) se encargó de toda la decoración interior.
Unos años después, en 1892, el pleno municipal acordó darle a la plaza el nombre de Plaza de Madrid, que conservaría hasta 1900 en que pasó a denominarse Plaza de Castelar. Es la Plaza de Cibeles desde el año 1941.
Debió ser sin duda un hermoso jardín, de forma irregular, con un bonito estanque, que ya no existe.
Se construyeron dos pabellones, uno de estilo clásico y otro más pequeño de estilo romántico. El primero era el pabellón de Caballerizas, hoy transformado en Sala de Exposiciones.
Y el segundo, un “capricho” o casita rústica, que fue conocido como la Casa de Muñecas, construido para tapar la medianería contigua, y que era utilizado como almacén para guardar las herramientas de labor.
También se construyó una escalera de acceso al jardín con una preciosa fuente de piedra, a espaldas del palacio, modificando el proyecto original de Colubí, más sencillo.
Del histórico jardín tan solo perviven la verja, los pabellones y la escalera con su fuente.
En 1992, cuando el Palacio fue transformado en sede de la Casa de América, fue casi totalmente vaciado para la construcción de un auditorio subterráneo, por lo que la vegetación actual es reciente. El arquitecto de la reforma fue Carlos Puente.
El Palacio hoy acoge las oficinas y otras estancias de la Casa de América en Madrid, que ofrece la posibilidad de visitarlo los fines de semana, además de exposiciones, conferencias, restaurante, etc.
En el Jardín durante los meses de primavera y verano se instala una agradable terraza que nos permite disfrutar de este espacio singular.
Texto y fotografías : Mercedes Gómez
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Bibliografía:
Ramón Guerra de la Vega. Palacios de Madrid. Tomo II. Madrid 2001.
“Vista Alegre fué su lujo; compró la quinta a una reina, la pagó con millones; la embelleció con joyas artísticas; dejó a todos sus amigos que disfrutasen de ella, y ha muerto allí repentinamente antes de que las riquezas desapareciesen. El viento de la desgracia, que venía hace tiempo arrancando girones de su fortuna, le ha hecho sucumbir por fin…”
(Escenas Contemporáneas, Año I Tomo I. Madrid 1882)
(Hemeroteca BNE)
La antigua Cerca que marca los límites de la Quinta de Vista Alegre, de la cual se conservan algunos tramos, constituye uno de los elementos arquitectónicos más relevantes; son los correspondientes a la calle Clara de Campoamor y a la calle del Blasón, originales de los años 40 del siglo XIX.
Por la calle del Blasón nos dirigimos a una de las puertas de entrada a la Quinta la cual nos conduce al Palacio Nuevo o Palacio del Marqués de Salamanca.
La reina regente María Cristina, cuarta esposa de Fernando VII y madre de Isabel II, después de su boda con el guardia de Corps Fernando Muñoz, Duque de Riansares, fue quien lo mandó construir con el fin de convertirlo en su residencia y refugio. Pero los avatares de la historia quisieron que el palacio pasara a manos del Marqués de Salamanca, quien lo terminó, adornó y disfrutó hasta su muerte.
El arquitecto Martín López Aguado comenzó su construcción en 1834, pero el destierro de la reina en 1840 ocasionó su paralización. A su vuelta encargó la reanudación de las obras al entonces Arquitecto Mayor de Palacio, Narciso Pascual y Colomer, quien lo terminaría para el Marqués de Salamanca que lo había comprado en 1858.
Para entonces Colomer ya había construido para don José su gran palacio en el paseo de Recoletos, inaugurado ese mismo año. El Marqués era un hombre poderoso que se podía permitir el lujo de contratar al arquitecto de moda y arquitecto de la mismísima Isabel II.
A López Aguado corresponden la disposición del edificio, de planta rectangular simétrica, organizado alrededor de tres patios, y la fachada. En ésta, destacan las seis columnas de granito que proceden de la galería diseñada por Isidro González Velázquez -Arquitecto Mayor de Palacio en la época de Fernando VII- que rodeaba la Plaza de Oriente, obra monumental que nunca llegó a terminarse debido a los problemas económicos y que finalmente fue derribada.
Su espléndido exterior nos muestra que fue uno de los grandes palacios del siglo XIX, testigo de una época y una forma de vida, pero lo que no todo el mundo sabe es que en su interior se conservan una serie de maravillosas estancias de aquellos años de esplendor: el Vestíbulo, la Capilla, y el Salón Árabe, todo ello obra de Pascual y Colomer.
Tras las columnas de la entrada, se halla el magnífico vestíbulo central, cubierto con una cúpula de media esfera.
Uno de los cristales tallados de la puerta de acceso a las dependencias antaño palaciegas aún conserva la “S” de Salamanca.
La Capilla consta de una nave de doble altura, pilastras corintias y ábside semicircular.
En la Sacristía se conservan perfectamente ordenadas vestiduras de los antiguos capellanes.
Uno de los lujosos salones que fueron disfrutados por el Marqués y sus invitados en famosas fiestas fue el Salón Árabe, decorado a la moda de la época, actualmente apuntalado y necesitado de una gran restauración que esperemos sea acometida algún día.

(Imagen de la Fundación COAM, "Arquitectura de Madrid. Periferia")

Salón Arabe (julio 2009)

Vista del techo (julio 2009)

Detalle suelo (julio 2009)
Fallecido don José de Salamanca en 1883, la antigua Posesión Real fue vendida al Estado por sus hijos y a partir de 1887 los distintos edificios se fueron convirtiendo en sedes de diversas instituciones benéficas. El Palacio Nuevo fue convertido en Asilo de Inválidos del Trabajo.
La primera reforma para transformarlo en asilo tuvo lugar en 1888. Como indica una lápida en el impresionante vestíbulo, “Para conmemorar la sensible pérdida del Rey Don Alfonso XII muerto en la flor de la juventud, se ha fundado este Asilo de Inválidos del Trabajo, cumpliendo así el piadoso deseo de S.M. la reina regente Dª Mª Cristina. Año 1889.”
Ese mismo año José Grases Riera remodeló la terraza y la marquesina. Las ventanas que actualmente dan a la terraza originalmente eran puertas que conducían directamente a los Salones. Quizá las parejas que bailaban en el salón durante las celebraciones organizadas por el anfitrión, cruzando esas antiguas puertas salían un rato al jardín entre pieza y pieza.
En el siglo XX el edificio pasó a albergar el Instituto Nacional de Rehabilitación Especial de Inválidos, INRI, de cuya época se conservan un quirófano, instrumental quirúrgico, elementos de farmacia y mobiliario, así como una importante colección de grabados y fotografías. En los años 30 sufrió otra reforma a cargo de Eugenio Sánchez Lozano y en los años 40 después de la guerra hubo de ser reconstruido por Francisco Navarro.
A pesar de tantas vicisitudes, reformas y cambios de uso, el Palacio del Marqués de Salamanca guarda alguna de sus huellas, patrimonio cultural e histórico de primer orden y merecedor de cuidados.
Actualmente es el Centro de Educación Especial María Soriano, colegio que va a ser trasladado a otro lugar de Madrid, no se sabe en qué fecha.
De momento también se desconoce el uso que tendrá el Palacio a partir de entonces.
Texto y fotografías por : Mercedes Gómez
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Bibliografía:
COAM. «Arquitectura de Madrid. Periferia«. COAM Madrid 2007.
Daniel Galán García.”Treinta hectáreas de historia contemporánea en la finca de Vista Alegre” Revista Innovación y Formación, nº 1 Primavera 2007. Pág.28-30.
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NOTA: También se conserva una parte de la antigua biblioteca, pero en esta ocasión no pudimos visitarla. Esperemos que en otro momento podamos hacerlo y conocer las obras de arte que esconde.
La primera vez que vi las esculturas de Cristina Iglesias fue por casualidad, hace mucho tiempo, en 1998, en el Palacio de Velázquez del Retiro. Fue una sorpresa, se trataba sin duda de un mundo diferente, nada que ver con la escultura tradicional, tanto figurativa como abstracta. Sus obras eran construcciones, muros, techos; arquitectura creada mediante formas escultóricas que parecían tomadas de la naturaleza. Recuerdo sobre todo las paredes formadas por infinidad de formas vegetales, espacios que podían ser visitados, habitaciones misteriosas, bosques… Para, como ella misma dice, “crear nuevas formas”, utiliza materiales muy distintos, como el hormigón, el hierro, la resina, el cristal, polvo de piedra…
(imágenes del folleto de la exposición
Palacio de Velázquez-Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía,
5 febrero a 20 de abril de 1998)
Luego supe que era su primera exposición individual en un museo español -procedente del Museo Guggenheim de Nueva York- y que no volvería a exponer en Madrid hasta muchos años después.
Pero para entonces ya era una escultora importante, reconocida internacionalmente, que había expuesto en museos y ciudades de buena parte del mundo. Al año siguiente recibiría el Premio Nacional de Artes Plásticas 99 junto al artista Pablo Palazuelo.
El gran pintor y escultor madrileño tenía 83 años, y ella 43. El siglo XX llegaba a su fin, y el jurado quiso premiar una “trayectoria reconocible” y un “valor renovador”. El pasado, el presente y el futuro del arte español.
Unos años después, el arquitecto Rafael Moneo, autor de la Ampliación del Museo del Prado, le encargó la creación de la puerta de entrada a su famoso Cubo, que acoge el antiguo Claustro de los Jerónimos.
Cristina Iglesias ideó una puerta-escultura maravillosa, en su más puro y personal estilo. Construida en bronce, consta de seis elementos, fijos los dos de los extremos, cuatro móviles, pesa 22 toneladas y mide 6 metros de altura. Como tantas obras suyas, recuerda elementos vegetales, raíces intrincadas que asombran desde su instalación en febrero de 2007.
Pudo ser contemplada abierta, recién inaugurada la ampliación del Museo en octubre del mismo año. A partir de entonces solo se abrirá en contadas ocasiones, para acontecimientos señalados o para dar paso a personalidades. La casualidad quiso que ese mismo mes, unos días antes, muriera Pablo Palazuelo.
No muy lejos del Prado, en el Paseo de Recoletos, tras la verja del Palacio del Marqués de Salamanca, actualmente propiedad del BBVA, se encuentra, inconfundible, una obra de Cristina Iglesias. En este palacio vivió el marqués, que también fue coleccionista de arte, en su época de gloria, antes de trasladarse a la Quinta de Vista Alegre, donde murió.
Instalada en marzo del mismo año en el jardín, junto a las antiguas fuentes y otras esculturas, se encuentra la obra “Sin título” (Celosía X), realizada en gres.
por Mercedes Gómez
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Cristina Iglesias, nacida en San Sebastián, se casó con el también escultor Juan Muñoz, madrileño, que obtuvo el Premio Nacional de Artes Plásticas en 2000, un año después que ella.
Juan Muñoz murió inesperada y prematuramente en 2001.
Durante los últimos días la escultora ha asistido al montaje de la gran exposición dedicada al que fue su marido, en el Museo Reina Sofía, que podremos disfrutar hasta el próximo 31 de agosto.
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía
Juan Muñoz. Retrospectiva
21 de abril – 31 de agosto de 2009
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