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Ya tuvimos ocasión de visitar la Iglesia del Santísimo Cristo de la Fe, una de las más antiguas de Madrid, en la calle de Atocha número 87, que forma parte del conjunto arquitectónico construido entre los años 1592 y 1620. Como contábamos entonces, en sus inicios, a finales del siglo XVI, allí hubo un hospital, a comienzos del XVII acogió al Colegio de los Desamparados, que atendía a niños huérfanos, y después estuvo instalado un hospital para hombres, el Hospital de los Incurables de Nuestra Señora del Carmen.

La actual casa contigua a la iglesia tiene también mucha historia. Durante un tiempo fue imprenta, propiedad de María de Quiñones, viuda de Juan de la Cuesta. Un magnífico relieve de 1905, obra del escultor Lorenzo Coullaut Valera que representa a Don Quijote y a Sancho Panza, recuerda que allí en el año 1605 se imprimió la primera edición del Quijote.

Actualmente es la sede de la Sociedad Cervantina, entidad cultural madrileña cuyo objetivo es “fomentar el conocimiento de la vida y de las obras del inmortal autor de EI Quijote, Miguel de Cervantes Saavedra, y difundir la lengua y literatura castellanas”. También desarrolla otros tipos de actividad cultural, teatro, pintura, etc.

Hace unos años se comenzó a hablar de la instalación de un museo dedicado a Cervantes en este edificio, que incluiría entre otros alicientes la recreación de la famosa imprenta. Al parecer se está restaurando el interior y pronto se abrirá al público, por lo que habrá que estar atentos, a ver si es verdad que la antigua noticia se convierte en realidad.

El próximo mes de julio también están previstas representaciones teatrales en el patio.

De momento, hasta el próximo día 23 de junio, se puede visitar una exposición colectiva de pintores del Círculo de Bellas Artes.

Son siete artistas, cada uno con un estilo propio… pero lo explica mucho mejor que yo uno de ellos, Jesús Olivan, buen amigo de este blog, y gran conocedor de la historia y de la teoría del Arte, en su propio post Pintores de Madrid y Sociedad Cervantina.

Para amantes del arte y curiosos en general, esta es una buena oportunidad de conocer qué tipo de pintura se hace actualmente en Madrid, concretamente en un lugar tan emblemático como es el Círculo de Bellas Artes.

Jesús Oliván, «Interior holandés» (2011).

Muchas felicidades, Jesús, me ha encantado poder admirar por fin tu pintura de cerca, un placer.

Y mucha suerte para ti y tus compañeros.

Mercedes


Tenemos una buena noticia: la Corrala de la calle de Carlos Arniches ha abierto sus puertas.

Han pasado casi quince años desde que el Ayuntamiento de Madrid se comprometió a rehabilitar el edificio de la calle de Carlos Arniches nº 3 y 5, salvado de la piqueta unos años antes, y cederlo a la Universidad Autónoma con el fin de acoger su Museo de Artes y Tradiciones Populares. Este museo había sido fundado en 1975 y ubicado en la Facultad de Filosofía y Letras, en Cantoblanco. Por su parte, la UAM se comprometía a hacerse cargo del edificio para crear allí un centro cultural universitario que incluiría la sede del Museo de Artes y Tradiciones Populares.

El Ayuntamiento cumplió su parte. Las obras han durado varios años y fueron laboriosas debido a la complejidad y al mal estado del edificio, finalizando en 2008. Pero los años seguían pasando y la apertura del museo nunca llegaba a convertirse en realidad.

Aunque siga sin trasladarse totalmente, de momento, el pasado lunes día 21 se ha inaugurado una exposición temporal, que se prevé de larga duración, aperitivo de lo que los grandes fondos de este museo puede ofrecernos en el futuro.

La antigua corrala, conocida como El Corralón, fue construida en el Cerrillo del Rastro, barrio de Embajadores, hacia 1860, quizá antes. En sus comienzos la planta baja fue casa de postas, y siempre, hasta sus últimos tiempos, estuvo ocupada por comercios. Las plantas superiores eran viviendas.

Ha sido restaurada y rehabilitada según proyecto del arquitecto Jaime Lorenzo, respetando muchos de los elementos y materiales originales de la vieja construcción. El resultado es magnífico.

La entrada al Centro Cultural La Corrala y al Museo de Artes y Tradiciones Populares tiene lugar por un espectacular portalón de madera, antigua entrada de carruajes. Los vecinos accedían a sus modestas viviendas por los portales situados junto a él.

Traspasado el zaguán llegamos al singularísimo patio alrededor del cual se organizaba la corrala. Sus vigas de madera han sido felizmente conservadas, reponiéndose solo las que estaban en mal estado. Su forma es la de un rectángulo irregular, adaptado al solar pentagonal.

La fuente-abrevadero, que originalmente estaba situada en un lateral, ha sido reconstruida como recuerdo de lo que fue en el pasado, de forma que ahora su fondo acristalado sirve para iluminar el sótano abovedado.

Por fin entramos en “la vivienda más característica de Madrid, casa de vecinos con patio comunal y en forma de corredor”, como aquí mismo explican.

Nos admiran algunas de las puertas, ventanas y muros conservados.

Esta primera exposición está dedicada al Ciclo festivo del año. Los motivos de celebración personales, que marcan nuestra vida, y las fiestas públicas, todas están representadas con objetos y trajes de muchos rincones de España.

La mayoría son muy delicados y necesitan ser preservados por lo que la exposición al parecer irá cambiando las piezas expuestas.

Madrid está representado por unos espléndidos gigantes y cabezudos. Quevedo, el diablo Cojuelo, Maribárbola, don Carnal, sor Patrocinio, doña Cuaresma, la Calderona…

Fiestas de Navidad, Semana Santa, de primavera y verano… una selección muy bonita, en un museo nuevo y moderno, bien acondicionado, que a la vez conserva muestras de lo que fue la vida en el pasado en esta corrala madrileña, y en la sociedad en general. Objetos de la vida cotidiana, o relacionados con ella, fabricación del pan, el vino…

Una visita encantadora.

Por Mercedes Gómez

Además de los Viajes de Agua principales -Alcubilla, Abroñigal Alto, Bajo y Castellana-, que nacían al norte de la ciudad cercada y tras atravesar las Puertas de entrada llegaban hasta el centro mediante una intrincada red de galerías, existieron otros que surtían las fuentes y regaban las huertas de las afueras de la Villa. En el este, el Viaje de la Fuente del Berro. En el suroeste, en la salida de Madrid hacia Toledo, se construyeron dos Viajes, el de la Fuente de San Isidro y el de San Dámaso o Butarque.

Del Viaje de San Dámaso no tenemos datos precisos acerca de la fecha de su construcción, aunque algunas fuentes dicen que su origen se remonta al año 1407.

Nacía en el Cerro Negro, en Carabanchel Bajo, y discurría paralelo al Arroyo de San Dámaso o de Caño Roto. La mina tenía unos 2,5 kilómetros de longitud.

Al contrario que los demás Viajes de Agua de los que hemos hablado aquí, de los cuales se conservan tramos que ojalá algún día puedan ser restaurados y visitados, el Viaje de San Dámaso ha desaparecido. Aunque no completamente.

Es asombroso comprobar cómo, a pesar de que no podamos descifrarlo todo, el subsuelo refleja los cambios que se fueron produciendo en la zona a lo largo de los años.

El curso del antiguo arroyo, junto al cual fluía el Viaje, permanece enterrado, hoy día convertido en un colector del alcantarillado de Madrid, bajo la calle del Arroyo de Valdecelada.

Mediado el siglo XIX, en el lugar, al amparo del agua, abundaban los tejares y existía alguna fábrica de curtidos. A principios del XX, entre el cementerio de Santa María y la carretera de Carabanchel (hoy General Ricardos), se formaron algunas calles y surgieron construcciones.

La calle de los Comuneros de Castilla, Comandante Cirujeda (hoy de los Tejares), la desaparecida Perico el Gordo, que mereció una calle con su nombre por ser el propietario de varias casas…

… y la calle del Arroyo Seco… que no hemos podido localizar en los planos o callejeros, pero sí comprobar cómo pervive su recuerdo bajo tierra.

En algún momento, la inscripción manual dio paso a un letrero municipal.

El barrio, antes de que se levantaran las edificaciones actuales, estaba ocupado por chabolas, tal vez una de sus callejuelas recibiera ese nombre. El tramo de galería, que probablemente actuaba como alcantarillado, hoy día está condenado.

El Arroyo y el Viaje llegaban a las huertas de San Dámaso, a la salida del Puente de Toledo, donde nacía la Carretera de Toledo (hoy calle de Antonio Leyva).

El día 24 de agosto de 2006, durante las obras de construcción del subterráneo que comunica el túnel de la M‐30 con la carretera de Toledo apareció una galería de captación que posiblemente pertenezca al Viaje de San Dámaso.

La pena es que los muros de pantalla del túnel cerraron el acceso y la mina se perderá en el tiempo.

La mina de San Dámaso, que discurre por una zona arcillosa denominada arcilla de Peñuela, no está revestida en ninguno de los tramos que pudimos recorrer. Es una auténtica galería en lomo de caballo, tallada a mano.

Como se puede apreciar en las fotos realizadas en 2006, la galería seguía captando agua.

Algún día podría dar la cara por medio de filtraciones en el túnel.

Si así ocurriera, recordaremos que allí sigue escondido el Viaje de Agua de San Dámaso.

…..

Por : Pedro Jareño y Mercedes Gómez

Localización : Pedro Jareño

 

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Fuentes:
Aparisi Laporta, L.M. Toponimia Madrileña. Ayuntamiento de Madrid. 2001.
Mª Teresa Solesio de la Presa. “Los Viajes de Agua madrileños”. En: “Mayrit. Estudios de arqueología medieval madrileña.” Ed. Polifemo. Madrid 1992.
VVAA. Los Viajes de Agua. Revista Obras Públicas. Nov. 1999.

No es la primera vez que evocamos aquí los mitos griegos, hace poco hemos conocido la historia de Dioniso y Ariadna, de Sálmacis y Hermafrodito… pero sí es la primera vez que he podido visitar Grecia y ver de cerca algunas de sus maravillas, que animan a recordar una vez más la presencia de este bello país y su cultura milenaria en Madrid.

Atenea es una de las diosas principales de la mitología griega. Hija de Zeus, rey de todos los dioses, y Metis, se le atribuyen infinidad de cualidades. Considerada diosa de la guerra, sin embargo no le gustaban las batallas, valoraba más la inteligencia que la violencia. Por eso es también diosa de la sabiduría, la razón y la guerra justa. Dicen que solo peleaba si se veía obligada a ello, y siempre ganaba.

Entre los años 450 y 440 a. de C. el escultor griego Mirón creó su figura en bronce junto con otra del sátiro Marsias. El conjunto escultórico, que fue instalado en la Acrópolis entre los Propileos o entrada monumental, y el Partenón, representaba a la diosa enfadada por la actitud de Marsias, que había tratado de recoger la flauta que ella misma había arrojado, al descubrir que al hacerla sonar deformaba su rostro.

La diosa, según su antiquísima leyenda, nunca tuvo amantes, por lo que recibió el nombre de Atenea Parthenos (Atenea virgen).

En su honor se edificaron varios templos, el más famoso fue el Partenón, en la Acrópolis de Atenas, ciudad que quizá le debe su nombre, aunque no se sabe con certeza, pudo ser al revés, que la diosa tomara el nombre de la ciudad.

El Partenón, Acrópolis de Atenas.

Únicamente sus cimientos son de piedra caliza, el resto fue construido en mármol del Monte Pentélico, cercano a Atenas, cuyas canteras proporcionaban este mármol especial que en contacto con el aire y el sol adquiere reflejos dorados, que hoy aún podemos contemplar y deslumbran, imaginando cómo pudo ser el lugar en la antigüedad, con la ciudad a sus pies.

Desgraciadamente, a lo largo de los siglos, el Partenón ha sufrido guerras, robos, terremotos… por lo que solo se conservan sus ruinas. Sus hermosas columnas dóricas nos transportan al siglo V a. de C., tiempo de esplendor de la civilización griega, el gran siglo de Pericles, quien mandó levantar el templo en honor a Atenea cuya estatua sería colocada en su interior, en el centro de una gran nave.

La colosal imagen, de al menos diez metros de altura, fue obra de Fidias, el gran artista de la Grecia clásica.

Contaba el historiador griego Pausanias en el siglo II que la imagen estaba hecha de marfil y oro.

Existen varias copias antiguas de la monumental escultura, una de ellas en el propio Museo Arqueológico Nacional de Atenas.

En nuestro Museo del Prado, planta 0, junto a la sala 74 que ya visitamos, se encuentra la sala 73, dedicada a la escultura clásica griega. En ella se conserva una preciosa réplica romana, esculpida en mármol en el siglo II d. de C., de solo 98 cm. de altura. Dicen los expertos del Prado que se trata de una de las mejores reproducciones de la diosa Atenea, en esta ocasión vestida con un sencillo manto de perfectos pliegues.

Atenea Parthenos. Museo del Prado.

Los adornos se perdieron, también la cabeza, siendo la que ahora vemos un vaciado en yeso de una réplica del Museo Liebieghaus de Frankfurt.

Esta delicada obra procede de la Colección del rey Carlos III, del Palacio Real de Madrid.

Otras dos representaciones de la diosa Atenea, Minerva en la mitología romana, se encuentran en el Círculo de Bellas Artes, en la calle de Alcalá.

El edificio fue construido por Antonio Palacios entre los años 1921 y 1926. Por entonces José Capuz proyectó una figura de la diosa que por motivos económicos no llegó a realizarse. En los años 60 se convocó un nuevo concurso para la creación de la estatua. Una de las Minervas presentadas se encuentra en el interior, en el centro de la escalera imperial, frente a la entrada.

El boceto ganador fue el del escultor Juan Luis Vasallo. La majestuosa escultura, de casi siete metros de altura, fue instalada en la azotea en los comienzos de 1966. Desde entonces la diosa de la guerra y también de la paz vigila toda nuestra ciudad cuyos tejados contempla impasible desde su pedestal de piedra, igual que las Ateneas de Mirón y de Fidias contemplaban la ciudad de Atenas.

Son visiones distintas de la diosa, separadas por siglos. Todas merecen ser admiradas de cerca, sobre todo la pequeña y refinada estatua de mármol, tan antigua, casi escondida en la sala generalmente solitaria del Museo del Prado.

También la clásica figura que nos recibe nada más entrar en el edificio del Círculo de Bellas Artes, en el primer rellano de la monumental escalera. Y por supuesto la gran estatua de bronce, desafiante bajo el cielo de Madrid.

Por Mercedes Gómez

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Museo del Prado
Paseo del Prado, s/n.

Círculo de Bellas Artes
Calle de Alcalá, 42.

Se acerca el 15 de mayo, día de San Isidro, patrón de Madrid, que como siempre nos propone festejos diversos, la visita a la Ermita, la merienda en La Pradera, el baile en las Vistillas… y, cumpliendo con mi tradición particular, la visita a la Casa-Museo del Santo, hoy llamado Museo de los Orígenes.

Como tal vez recordéis, a primeros de año el museo reabrió parte de la Colección Permanente, cerrada por obras de remodelación durante un largo tiempo. La visita por entonces nos deparó la sorpresa de encontrar Los sepulcros de Beatriz Galindo “La Latina” y Francisco Ramírez “El Artillero. Seguramente habrá finalizado su restauración, hay que ir sin falta a admirarlos de cerca. Además, la visita ofrece otros nuevos alicientes.

El Almacén, lleno de valiosos elementos que explican la evolución de la Comunidad madrileña desde la Prehistoria, vuelve a ser visitable. Da gusto recorrerlo y entretenerse con tantos detalles… Aunque por otra parte echamos de menos algunos de los poquitos restos arqueológicos de la ciudad aparecidos los últimos años, en la plaza de Ramales, obras de soterramiento de la M-30, etc. Sería deseable que las escasísimas huellas del pasado de Madrid se pudieran contemplar reunidas en su propio museo, nuestro museo, este Museo de los Orígenes.

Aquí se exponen hallazgos paleontológicos que muestran la fauna prehistórica que habitaba las terrazas de los ríos, y tesoros arqueológicos que nos cuentan nuestra evolución. Millones de años de la vida en el valle del Manzanares y en las riberas del Jarama resumidos en unas cuantas vitrinas y carteles explicativos.

Los mastodontes y tortugas gigantes del Terciario madrileño, restos de los poblados del Neolítico de cabañas construidas con ramas y barro, la cerámica de la Edad del Bronce…

… hasta la época romana, la medieval… huellas de toda la historia madrileña y la vida que transcurría junto a los cursos de agua.

Siempre que contemplo estos objetos no puedo dejar de pensar que son muy importantes porque hace cientos de años, en algún lugar, fueron utilizados por personas que vivían en sencillas casas o cabañas, para comer, beber, o conservar sus alimentos. Son el recuerdo de la vida cotidiana de nuestros antepasados.

También se ha recuperado el  Jardín Arqueobotánico, una selección de árboles y plantas en el corazón del Madrid medieval, entre la Iglesia de San Andrés y la Capilla del Obispo, una idea preciosa y un lugar encantador.

Hiedra, salvia, el majuelo, cuyo jarabe elaborado a partir de sus frutos en la Edad Media era considerado un buen remedio contra el envejecimiento, el olivo y el madroño por supuesto, la presencia de ambos ya está documentada en el Mayrit musulmán, el romero… y otros árboles y arbustos cuya hojas, frutos o madera eran utilizados para diversos usos, medicinales, ornamentales y como combustible. Más datos que nos permiten viajar al pasado con la imaginación.

Y finalmente, no puede faltar, la visita al bello Patio renacentista donde beberemos un vasito de agua de la fuente, como todos los años, aunque no sea agua del Pozo sino agua normal «del grifo», del Canal de Isabel II, y creamos poco en los milagros.

Feliz San Isidro a todos.

por Mercedes Gómez

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Museo de los Orígenes. Casa de San Isidro.
Plaza de San Andrés, 2.

Dentro de pocas semanas se cumplirán dos años, parece mentira… Don Manuel Montero Vallejo, admirado profesor, nos dejó el 30 de julio de 2010.

Desde entonces sus colaboradores en el Centro Territorial de Innovación y Formación de Madrid-Capital, del que fue director, han deseado celebrar una Jornada de Homenaje a su persona, que por diversas razones no se ha podido organizar hasta ahora. Tendrá lugar el próximo día 23 de mayo en el Salón de Actos del CTIF Madrid-Capital. El número de plazas es de 90 y la entrada es libre hasta completar el aforo:

Jornada “Homenaje al profesor Manuel Montero Vallejo: historiador del Madrid medieval”.

Constará de 3 ponencias y de una serie de proyecciones audiovisuales. Con la presencia de D. Antonio Bonet Correa, presidente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

CTIF Madrid-Capital.
C/ Limonero, 28.

De 17.30 a 20.00 h.

Descargar Programa

El emir Muhammad I fundó Mayrit, una pequeña ciudad amurallada, hacia el año 865, en un lugar privilegiado, rodeado de defensas naturales, el Arroyo de Leganitos, el Arroyo de las Fuentes de San Pedro y el Río luego llamado Manzanares. Probablemente por entonces ya vivían en la zona algunos grupos de población musulmana pero fue en la segunda mitad del siglo IX cuando los árabes se establecieron de forma organizada, primero con un objetivo meramente militar. Con el tiempo los mayritíes desarrollaron una rica vida cultural y científica, como demuestran, además de las fuentes escritas, los objetos de su vida cotidiana encontrados en las excavaciones de la Plaza de Oriente y de la Cuesta de la Vega que podemos contemplar en el Museo de los Orígenes.

De aquel primer recinto rodeado por una recia muralla perviven escasos restos y muchas incógnitas, pero también algunas certezas. A pesar de la polémica, de la que ya hemos hablado aquí varias veces, creada por la arqueóloga directora de las excavaciones llevadas a cabo durante las obras de construcción del Museo de Colecciones Reales E. Andreu -que afirma que Madrid no nació en época árabe sino más tarde, en el siglo XII, bajo el dominio de los reyes cristianos-, hay documentos antiguos que se refieren a la medina de Mayrit. Hay discusiones que parecen estériles. El empeño en afirmar que no existen fuentes escritas de época musulmana resulta incomprensible. Recordemos, tal como nos cuenta José Luis Garrot, que el Mayrit musulmán aparece en los escritos desde tiempos muy antiguos, siendo la primera fuente que lo menciona La description de l’Espagne, escrita en el siglo X por Ahmad al Razi.

La mayoría de investigadores están de acuerdo en que el Madrid islámico estaba formado por dos recintos, el primero, de unas cuatro hectáreas, con la forma de un cuadrilátero irregular, acogía la medina o recinto urbano.

Plano de “Las murallas de Madrid”. Ed. Doce Calles. (La línea más oscura representa los restos visibles, la gris los constatados, y la más clara los restos hipotéticos)

El segundo recinto, hipotético, era otro espacio fortificado donde se encontraba la residencia del Gobernador. Probablemente se hallaba en el lugar donde hoy se levanta el Palacio Real aunque algunos autores dicen que pudo estar donde hoy se encuentra la Catedral de la Almudena.

Respecto a lo anterior, antes de comenzar nuestro recorrido recordemos que al norte de este primer recinto, en la actual Plaza de Oriente se conservan escasas pero importantes huellas de la presencia árabe:

Parte de un muro del albacar del siglo X,

Albacar siglo X (en “Nacimiento y evolución del Madrid medieval” de A.Malalana)

una atalaya del siglo XI…

Atalaya siglo XI en el aparcamiento bajo la plaza de Oriente.

… y, muy cerca del Palacio Real, un mágico pasadizo con muros de pedernal, que pensamos podría pertenecer a la antigua fortificación musulmana.

Pasadizo junto al Palacio Real (localización: Pedro Jareño)

Recordando todos estos tesoros, desde los Altos del Rebeque, punto más alto de la muralla y de nuestra cita, contemplamos la espectacular vista de Mayrit.

Este primer recinto, antigua al-mudayna o almudena, tenía tres puertas, la de la Sagra, la de la Almudena y la de la Vega.

De la Puerta de la Sagra, que estaba situada entre la actual plaza de la Almudena y los Altos del Rebeque, aún no hay pruebas materiales de su existencia, que quizá permanecen escondidas bajo la calle de Bailén y esperamos que algún día salgan a la luz.

Tomamos la calle del Factor, caminando extramuros, pensando que allí, bajo el césped del jardín probablemente se esconde la muralla, tratando de evocar una vez más el paisaje de aquel tiempo, boscoso, abrupto y surcado por cursos de agua.

Como ya comentamos durante nuestro paseo por esta calle del Factor, en 2005, en el solar del nº 3 se realizaron las correspondientes prospecciones arqueológicas. Se localizaron restos de construcciones pertenecientes al siglo XVII levantadas junto a la muralla.

Calle del Factor nº 3 (2005).

Sobre todo ello se construyó un nuevo edificio de viviendas.

A continuación, en el nº 1 de la calle, esquina Mayor 86, donde se encuentra el Palacio de Abrantes, actual sede del Instituto Italiano de Cultura, en uno de los muros de la Biblioteca lucen los restos de sílex de la vieja muralla, que ya tuvimos ocasión de ver en el post anterior.

El muro discurre paralelo a la calle Mayor, perpendicular a la del Factor. El hecho de que en los planos de la Comunidad de Madrid que representan la muralla, en este lugar aparece dibujado uno de los cubos como elemento constatado, nos lleva a preguntarnos si los alrededor de cinco metros que actualmente podemos contemplar corresponden a dicho cubo, más la anchura de la muralla.

Continuando nuestro paseo llegamos a la calle Mayor donde se hallaba el Arco de la Almudena, luego llamado de Santa María.

Hace pocos años, durante un tiempo se mantuvo un cierto debate sobre el lugar de la calle del Factor por dónde transcurría la muralla, la acera de los pares, o como finalmente se constató, la de los impares. Las dudas estaban provocadas por la existencia de muros y cuevas de pedernal en los edificios de los primeros números pares, que podrían pertenecer a la propia muralla o acaso fueran construcciones posteriores realizadas con la piedra de la antigua cerca reutilizada.

En el número 8, en el sótano, existe un pasadizo perpendicular a la calle y por tanto a la muralla, con bóveda de ladrillo y muros de piedra que ¿podría tratarse de una salida de la cercana fortaleza?.

Factor nº 8 (2005)

Cruzamos la calle Mayor, bajo la cual acaso permanezcan escondidos vestigios de la Puerta de la Almudena…

La muralla continuaba hacia el lugar donde desde el siglo XVII se levanta el Palacio de Uceda, hoy sede de Capitanía General, en cuyo interior también deben existir huellas del primer recinto. Desde allí se dirigía hacia el oeste.

Rodeando el Palacio de Uceda nos acercamos al Viaducto cuyo arco situado más al norte traspasamos.

Así, llegamos al aparcamiento del edificio cuya fachada principal da a la calle de Bailén nº 12, construido en 1959 sobre la muralla, tras destruir varios metros del largo lienzo descubierto pocos años antes. Resulta asombroso comprobar que allí debajo, tras la reja de la propiedad privada, pervive parte del monumento más antiguo de Madrid, incluyendo una de las torres.

Un muro de ladrillo separa el aparcamiento exterior de las viviendas del parque dedicado al fundador de Madrid, Muhammad I, al que nos dirigimos bajando por la Cuesta de Ramón, contemplando la belleza de la calle Segovia, por donde antiguamente discurría el Arroyo de las Fuentes de San Pedro.

El parque ha sido recientemente remodelado, adornado con una fuente de estilo andalusí, plantas y árboles. La lápida que recordaba al emir fundador de Madrid ha desaparecido.

Aquí, junto a la Cuesta de la Vega, frente a la Catedral de la Almudena, se halla el lienzo más largo conservado, descubierto y defendido en 1953 por Jaime Oliver Asín y Leopoldo Torres Balbás, que lograron salvar una gran parte del hallazgo. El día 2 de diciembre de ese año el diario ABC publicó la noticia de la carta enviada por ambos al periódico.

ABC 2 dic 1953

En la década de los 70, tras la demolición del Palacio de Castro Serna, perteneciente a la duquesa de Benavente, la muralla fue restaurada y se creó el parque. Los restos de las viviendas aparecidas (de los siglos XVII a XIX) se conservaron. En la reciente remodelación del parque han sido tapadas.

Son aproximadamente 120 metros de muro de pedernal, muros de fuego, en su parte inferior y piedra caliza blanca en la parte superior, jalonados por varias torres macizas cuadradas, características de la arquitectura militar islámica. Su anchura aproximada es de 2,60 m.

En la confluencia de la calle Mayor con la Cuesta de la Vega se abría la Puerta de la Vega, la más importante. Se conserva parte de la torre derecha -vista desde el exterior-. Probablemente bajo la calle Mayor se encuentren los restos de la torre de la izquierda y de la Puerta, quizá algún día los encontremos…

Una segunda torre está casi totalmente desaparecida. El lienzo conserva en gran parte otras tres torres. Desde allí la muralla se dirigía hacia el norte, bordeando la Cornisa de Madrid.

Desaparecido su rastro bajo la Catedral, durante las obras de construcción del futuro Museo de Colecciones Reales aparecieron importantes restos arqueológicos, entre ellos la muralla correspondiente al extremo noroeste que ahora se encuentra oculta en las salas del Museo cuyas obras tuvimos oportunidad de visitar el pasado mes de octubre en la Semana de la Arquitectura.

El edificio que se está construyendo junto al Palacio Real, en plena Cornisa madrileña, para albergar el Museo de Colecciones Reales es uno de los más polémicos de los últimos tiempos. Desgraciadamente se ha perdido la gran oportunidad de crear el verdadero Museo de Historia de Madrid, el mejor, pues en estos terrenos se encuentra el origen de nuestra ciudad, y su evolución. Un museo que nos hubiera permitido transitar por la historia de la Villa y Corte, el primer Mayrit cercado por la muralla árabe, las calles medievales, costumbres sociales, alimentación, ritos, su desarrollo a lo largo de los siglos… en las diferentes épocas, desde antes de la llegada de los musulmanes hasta nuestros días. Hubiera sido maravilloso. Un sueño que parece nunca llegará a cumplirse.

En cualquier caso, la visita, guiada por Emilio Tuñón, uno de los arquitectos autores del edificio, es muy emocionante e interesante.

Los tramos de muralla hallados miden en total unos 70 metros. Su construcción es similar al lienzo de la Cuesta de la Vega, de sílex y caliza, igualmente trabados con argamasa de cal, con un espesor de 3,20 metros. También han aparecido varios cubos de planta cuadrangular.

Los restos arqueológicos serán musealizados en dos salas ubicadas en la planta que será dedicada a los Tapices.

Entrada a la sala donde se hallan restos de la muralla.

Durante nuestra visita al futuro Museo solo podemos adivinar los hallazgos y fantasear sobre la vieja fortaleza, ya que se encuentran cubiertos por plásticos y andamios. El lienzo de muralla en su parte más alta conservada mide unos 8 metros.

A pesar de todo, podemos apreciar bastante bien los restos de una de las torres.

Junto a los vestigios de la muralla árabe se observan restos de construcciones posteriores.

Desde la cúpula de la Catedral, antes de que todos ellos fueran cubiertos por el cemento, se podían distinguir perfectamente.

Obras Plaza de la Almudena (2007)

Ahora resulta difícil imaginar el resultado de lo que podremos ver cuando el museo sea abierto al público, pero lamentablemente una vez más sospechamos que sólo vamos a poder disfrutar de una parte de los importantísimos hallazgos.

Nuestro paseo termina en la plaza entre el Palacio Real y la Catedral de la Almudena, frente a los Altos del Rebeque, donde comenzó, con la alegría de haber rememorado una parte muy importante de nuestra historia, nuestros orígenes.

por Mercedes Gómez

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Bibliografía:

E. Andreu. El Madrid Medieval. Cæsaraugusta, 78. 2007, pp.: 687-698
J.L. Garrot. Recuerdos de Mayrit, En el tránsito de la Edad Media a la Moderna, Madrid 2008, pp. 83-103.
F.J. Marín Perellón y J. Ortega. La forma de la Villa de Madrid. Comunidad de Madrid 2006.
Christine Mazzoli-Guintard. Madrid, pequeña ciudad de Al-Andalus (siglos IX al XXI). Ed. Almudayna. Madrid 2011.
VVAA. Las murallas de Madrid. Ed. Doce Calles. Comunidad de Madrid 2003.
VVAA. Plaza de Oriente. Arqueología y evolución urbana. Ayuntamiento de Madrid 1998.

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Otros artículos:

Origen de Madrid. Obras Museo de Colecciones Reales.
Origen de Madrid. Mayrit, fundación musulmana.
Origen islámico de la pequeña Villa de Madrid.

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