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En el Centro Cultural Conde Duque se ha inaugurado la exposición, que podremos visitar hasta el próximo 6 de marzo de 2022, Luis Bellido. Arquitecto municipal de Madrid (1905-1939), dedicada a uno de los arquitectos más importantes del Madrid de la primera mitad del siglo XX.
Luis Bellido y González nació en Logroño en 1869; llegó a Madrid en enero de 1905 donde ejerció como arquitecto municipal, primero como Arquitecto de Propiedades y después como Director de Arquitectura. Su obra abarcó diversas facetas, arquitectura religiosa, residencial, escuelas, mercados… y numerosas obras de restauración. Como responsable municipal igualmente trabajó en tareas de urbanismo.
Bellido, que construyó y reformó muchos edificios en nuestra ciudad, dejó una gran obra en la Villa que esta muestra nos invita a conocer a través de un recorrido completo, con espléndido material (fotografías, planos, y documentos).
La exposición está dividida en cinco partes: el matadero y los mercados municipales; edificios asistenciales y docentes; parques y jardines; intervención en el patrimonio; y ejercicio libre de la profesión.
En este blog hemos hablado de la importancia de su obra en varias ocasiones. Visitamos el edificio de la calle de Almagro n º 2, la Imprenta municipal, el Embarcadero de El Retiro, hemos conocido la planificación de los Mercados bajo su dirección, etc. Aquí podemos recordar los artículos dedicados a Luis Bellido o que mencionan sus trabajos.
Además de animaros a visitar la exposición, os invito a leer la ficha sobre Luis Bellido que tuve el placer de elaborar para la Guía de Artífices de Madrid del Instituto de Estudios Madrileños, la Guía de arquitectos, ingenieros, paisajistas, alarifes y maestros de obras, que si aún no conocéis aprovecho para recomendaros. La valiosa guía, que se va ampliando poco a poco, se puede consultar en la web del IEM.
En dicha ficha –como en todas– se incluye, además de un breve biografía y toda su obra, una completa bibliografía tanto general como específica de cada proyecto llevado a cabo por el arquitecto, a la que habrá que añadir el Catálogo editado con motivo de esta oportuna exposición.
Luis Bellido vivió en Madrid en la calle del Conde Xiquena nº 12, muy cerca de las Salesas, y allí murió, el 15 de diciembre de 1955. Una placa municipal lo recuerda.
Por: Mercedes Gómez
Don Buenaventura Rodríguez Tizón, conocido como Ventura Rodríguez, nació el 14 de julio de 1717 en Ciempozuelos, Madrid. Celebramos por tanto el tercer centenario de su nacimiento por cuyo motivo se han organizado dos exposiciones, una en Boadilla del Monte, Ventura Rodríguez en Palacio, hasta el 2 de julio. Y otra en el Centro Cultural Conde Duque, Ventura Rodríguez y Madrid en las colecciones municipales hasta el 23.
Es Ventura Rodríguez sin duda uno de los grandes arquitectos de Madrid, sin embargo no son muchos los recuerdos que le dedica la que fue su ciudad. Nació en Ciempozuelos pero llegó a la villa muy joven, aquí vivió, trabajó, ocupó cargos reales y municipales, y murió.
Una calle lleva su nombre, y una estación de metro. A él fue dedicado uno de los medallones que adornan la fachada del Museo del Prado. Y apenas una placa municipal mal ubicada, como veremos más adelante.
Pero sus huellas en la ciudad son numerosas e importantes. No se refieren únicamente a los edificios que construyó sino también al urbanismo en el que don Ventura jugó un gran papel desde su cargo de Maestro y Fontanero Mayor de las Obras de Madrid. Por eso no es fácil proponer una sola ruta para conocer sus pasos por Madrid pues se encuentran por toda la ciudad. Edificios proyectados no construidos, construidos pero desaparecidos, y los conservados; alineaciones de calles, reformas; y su gran legado, el Paseo del Prado y sus bellas fuentes. Todo ello se puede ver en las dos exposiciones mencionadas.
Como pequeño homenaje hoy propongo centrarnos en la historia más personal de Ventura Rodríguez, en el Madrid de sus inicios y de su final. Caminar por el entorno del Palacio Real y la iglesia de San Marcos hasta su casa de la calle de Leganitos donde murió.
El joven Ventura con apenas 18 años comenzó a trabajar como dibujante para Filippo Juvarra que había llegado a Madrid en 1735 para trabajar en el proyecto del futuro Palacio Real Nuevo. Juvarra se convirtió en su primer maestro pero murió inesperadamente al año siguiente con 57 años. Le sucedió su discípulo y colaborador en Turín Juan Bautista Sachetti quien mantuvo a Ventura Rodríguez en su puesto, y le fue concediendo cargos que le convirtieron en uno de los grandes arquitectos de la Corte. Sin duda ambos maestros valoraron el gran talento del madrileño.
Su primer gran encargo particular, cuando tenía poco más de 30 años, fue la construcción de la iglesia de San Marcos en la calle de San Leonardo.
Juvarra, Sachetti y el haber trabajado durante veinticinco años en la construcción del Palacio Real marcaron su vida artística y su futuro.
En 1760 Sachetti fue destituido –y con él Ventura Rodríguez– del servicio a la Corona por orden de Carlos III y sustituido por Francisco Sabatini, aunque siguió ocupando su cargo de Maestro Mayor de Obras de Madrid. Nuestro protagonista continuó trabajando con él en las obras madrileñas, y a su muerte le sucedió en el cargo de Maestro Mayor de Obras de Madrid y de sus Fuentes y Viajes de Agua que ocupó desde 1764, tenía 47 años, hasta el fin de sus días.
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Don Ventura se casó tres veces y las tres enviudó, curiosamente como su padre, aunque en su caso no tuvo hijos; fue su sobrino Manuel Martín Rodríguez quien se convirtió en su principal discípulo y finalizó las obras que quedaron inacabadas tras su muerte.
Tuvo varios domicilios. Con su primera esposa Josefa Flores vivió en la calle de Segovia; ella murió el 20 de agosto de 1749 y fue enterrada en la cripta de la Capilla de la Real Congregación de Arquitectos, en la iglesia de San Sebastián. Después se casó con Antonia Rojo, que murió muy pronto, el 10 de agosto de 1750, por lo que este segundo matrimonio fue muy breve. Vivieron en la calle de Santa María y ella fue enterrada en la iglesia de San Luis.
Finalmente por tercera vez se casó con Micaela Cayón, que murió en enero de 1776 siendo enterrada en la iglesia que había proyectado su marido, San Marcos.

Francis de Blas, Retrato de Ventura Rodríguez realizado a partir del pintado por Francisco de Goya en 1784 y conservado en el Museo de Estocolmo, 2015 (Exposición Palacio de Boadilla)
Vivían en la calle de Leganitos, donde el arquitecto continuó hasta su propia muerte el 26 de agosto de 1785, solo un año después de que Goya le retratara.
Fue enterrado en San Marcos, tal como él deseaba, junto a su tercera esposa.
Aunque sus restos no permanecieron allí. En 1869 fueron trasladados a San Francisco el Grande donde se había proyectado la creación de un gran Panteón Nacional. En vista de que nunca llegó a realizarse, la Congregación de Arquitectos reclamó los cuerpos de Ventura Rodríguez y de Juan de Villanueva.
Allí –donde recordemos había sido enterrada su primera mujer– fueron trasladados ambos arquitectos y allí continúan sus féretros, compartiendo lápida.
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Creada sobre antiguas huertas en torno al arroyo y las fuentes de la zona, la calle de Leganitos nace en la plaza de Santo Domingo. Cercana al Palacio Real, fue un buen lugar para acoger el último domicilio de don Ventura. Muy próxima también a la iglesia de San Marcos.
El caserío y el urbanismo de la zona fueron modificándose, y a mediados del siglo XX en la plaza de España emergió la Torre de Madrid, pero la histórica calle siempre conservó su trazado en este primer tramo.
Hoy día varios de los edificios son modernos.
En 1991 el Ayuntamiento de Madrid instaló una placa en recuerdo de Ventura Rodríguez, en el actual nº 13 de la calle.
Efectivamente esta fue la calle en la que vivió y murió el arquitecto pero la placa no está situada en el lugar donde estuvo la casa en la que vivió.
Como nos desvelan los autores Francisco José Marín y Javier Ortega (*) su partida de defunción conservada en la parroquia de San Martín, de la que dependía San Marcos, indicaba que don Ventura vivió en la calle de Leganitos nº 13.
Sí, pero esto no se puede tomar al pie de la letra. Como ya vimos hace tiempo en un artículo sobre los rótulos de las calles de Madrid, en el siglo XVIII la numeración de las casas era muy diferente a la actual.
Recurriendo una vez más a la Planimetría General de Madrid, vemos que la calle de Leganitos a la izquierda, acera de los impares, corresponde a la antigua manzana 551; y la de la derecha, los pares, a la manzana 522. Cada una de ellas contaba con un nº 13. Ventura Rodríguez vivió en la segunda, en una casa que era propiedad del Monasterio de los Padres Mostenses. Así nos lo muestra un plano Huellas de Ventura Rodríguez en la ciudad de Madrid en la exposición en Conde Duque.
La casa que fue el nº 13 de la manzana 522 en el siglo XVIII cuando vivió en ella Ventura Rodríguez corresponde en la actualidad al nº 20 de la calle y parte del 18. La planimetría de la manzana, la distribución de los solares ha cambiado bastante en la actualidad respecto a la del siglo XVIII y por supuesto la numeración.
No sería muy costoso cambiar la placa de sitio, trasladarla al lugar donde realmente se encontraba la vivienda de nuestro arquitecto.
Y poder recordar así el camino por donde discurrieron los últimos pasos de don Ventura Rodríguez que tantas brillantes huellas ha dejado en nuestra ciudad, Madrid.
Por : Mercedes Gómez
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(*) MARÍN, J.F. y ORTEGA, J. Huellas de Ventura Rodríguez en la ciudad de Madrid (1735-1785), en:
Catálogo Ventura Rodríguez y Madrid en las colecciones municipales. Madrid, 2017.
El edificio de la Antigua Compañía Telefónica Nacional de España en la Gran Vía fue uno de los primeros rascacielos que se construyeron y durante un tiempo fue el más alto de Madrid, de España e incluso de Europa. Proyectado en 1925, las obras finalizaron oficialmente el 1 de enero de 1930.
El Espacio Fundación Telefónica ha inaugurado una pequeña exposición pero gran homenaje al autor del emblemático edificio, Ignacio de Cárdenas, un arquitecto pionero.
Varias pantallas con fotografías de esos años, colocadas entre las vigas de acero roblonado hoy a la vista, nos explican el desarrollo de la obra.
La exposición recorre, a la vez que el proceso del proyecto y construcción del edificio, la vida del arquitecto. Conocemos así el origen de la edificación pero sobre todo quién era Ignacio de Cárdenas.
Ignacio de Cárdenas Pastor nació en Madrid el 22 de diciembre de 1898. Penúltimo de dieciséis hermanos, las fotografías de la numerosa familia nos lo muestran cuando era un bebé en brazos de una de sus hermanas.
El joven creció en una época difícil. Mientras estudiaba en la Escuela de Arquitectura fue llamado a filas para luchar en la guerra que España mantenía contra Marruecos. Entre otros documentos expuestos en las vitrinas, vemos fotografías de su estancia en África.
En 1924, con su flamante título de arquitecto, fue contratado por la Telefónica, fundada ese mismo año, compañía a la que quedó vinculado profesionalmente hasta el fin de la guerra.
Cárdenas fue durante los años 20 y 30 Jefe de la Sección de Edificios de la Telefónica, departamento que construyó otras cuarenta y dos centrales telefónicas en Madrid. Firmó diecisiete de ellas. La primera, proyectada en 1926, fue la Central de Delicias en la calle Batalla del Salado, con vuelta a las calles de Delicias y de Pedro Unanúe.
En el proyecto del edificio de la Gran Vía empezó como colaborador de Juan Moya, primer elegido para la creación de la sede madrileña, para acabar recibiendo el encargo definitivo.
Él lo diseñó, lo construyó y, según aprendemos aquí, lo cuidó durante toda su vida, perdiendo incluso la salud en su empeño. Durante la guerra vivió en él, resistiendo a los cañonazos lanzados sobre la Gran Vía, que llegó a ser conocida como la Avenida de los Obuses, y sobre la propia sede de la Compañía Telefónica. El edificio más alto servía de referencia a los ataques que llegaban desde la Casa de Campo.
El arquitecto fue señalando sobre los planos del edificio los impactos de la artillería nacional que rodeaba la ciudad; uno de ellos, el de la fachada principal, podemos verlo en una de las vitrinas. Cárdenas permaneció a pie de obra dirigiendo las reparaciones.
Es conocida la historia de los corresponsales de guerra alojados en el cercano Hotel Florida, en la plaza de Callao –obra de Antonio Palacios, derribada desgraciadamente en los años 60 del pasado siglo XX para construir unos grandes almacenes–, desde donde acudían a la Telefónica para enviar sus crónicas.
El arquitecto cayó enfermo de tuberculosis antes de que acabara la guerra; con su mujer y sus cuatro hijos se trasladó a la alta Saboya con el fin de curarse. Finalizada la contienda tuvo que permanecer en Francia unos años.
Volvió a España en 1944 aunque debido a su fidelidad al gobierno de la República había sido sancionado con inhabilitación perpetua para cargos públicos y durante cinco años para ejercer la profesión de forma privada. Aún así, él mismo escribió que no le faltó la suerte, tuvo “días de alegría. Otros de preocupación. Tuve gran suerte”. A su vuelta participó, con su sobrino Gonzalo, en la construcción del edificio Bancaya (1947) en la Avenida de América, conocido como edificio Iberia por su famoso anuncio.
Pero su carrera como arquitecto innovador quedó truncada en cierto modo.
Murió el 18 de agosto de 1979 en El Espinar, Segovia.
Aún hoy, en la época de los grandes rascacielos, cuando muchas construcciones lo han superado en altura, su gran obra, el Edificio Telefónica, destaca desde muchos lugares, su singular perfil aparece cuando menos se espera, tanto a pie de calle, mientras paseamos por Madrid, como cuando nos subimos a esas azoteas que tanto nos gustan.
Uno de los valiosos planos del Edificio Telefónica que se exponen nos muestra las indicaciones de los diferentes tipos de piedra empleados, el granito, la piedra caliza y la arenisca; la sólida piedra de su fachada que forma parte de la bella y mágica fisonomía de la Gran Vía madrileña.
Y su torre inconfundible, que desde entonces forma parte de la línea del cielo de Madrid.
Por: Mercedes Gómez
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Más información, incluyendo un interesante video, en:
Ignacio de Cárdenas, un arquitecto pionero
Espacio Fundación Telefónica
Calle Fuencarral, 3
Tal como ocurrió con las nuevas Escuelas que se construyeron con el fin de intentar llegar a casi todos los barrios madrileños, con la llegada de la República en 1931 se elaboró un Plan General de Mercados con el objetivo de mejorar el sistema de abastecimiento de alimentos. Los planes abarcaban tanto los mercados centrales como la venta al público que por entonces en gran parte se realizaba en las calles, en puestos al aire libre, con la consiguiente falta de higiene y el escaso control.
Imperó una nueva visión de las características que debía reunir un edificio para albergar este tipo de servicios que había nacido en los años 20 y culminó en los años 30. El Racionalismo y la funcionalidad dominaron los proyectos que por entonces se emprendieron. Bajo la dirección de Luis Bellido, Jefe de los Servicios Municipales de Arquitectura, se planificaron los Mercados Centrales de Frutas y Verduras, de Pescados y de Leche. El Matadero y Mercado de Ganados ya existía, obra del propio Bellido. Y se programó la creación de Mercados de Distrito, de los cuales solo algunos pudieron inaugurarse antes de la guerra.
La visión de la arquitectura oficial cambió radicalmente, la funcionalidad pasó a ser lo más importante frente a la forma o los elementos decorativos, que prácticamente desaparecieron. El objetivo no era construir mercados bonitos o crear grandes obras arquitectónicas sino facilitar la conservación de los alimentos, su almacenamiento y exposición. Lo importante era la luz, la higiene y la facilidad para la actividad en el interior de los mercados.
La construcción de los mercados centrales fue encomendada a Francisco Javier Ferrero Llusiá, uno de los arquitectos madrileños más notables, autor entre otras obras del emblemático Viaducto.
Nació en Madrid en 1891. Hijo de Luis Ferrero Tomás, y hermano de Luis Ferrero Llusiá, hay que destacar la huella de esta familia de arquitectos en nuestra ciudad.
Javier Ferrero comenzó colaborando con su padre. Sus primeros trabajos estaban influidos por la arquitectura regionalista, el monumentalismo de Antonio Palacios y el neobarroco de los años 20. Se conservan espléndidos edificios en la calle de Manuel Cortina 6, Goya 77 y Cedaceros 4. También es suyo el edificio de la Tenencia de Alcaldía de la Latina en la Ribera de Curtidores.
Con la reorganización de los servicios del Ayuntamiento, asumió un papel muy importante como arquitecto municipal. Entre 1932 y 1933 ejecutó el proyecto de Bellido para el Matadero de aves y gallinas. Además, entre otras cosas, como decíamos, le fue encomendada la construcción de los mercados centrales.
En 1931 se inició la del nuevo Mercado de Pescados junto a la Puerta de Toledo. El proyecto del Mercado de Frutas y Verduras, en Legazpi, había sido aprobado en 1930 aunque no se comenzó a construir hasta abril del año siguiente. Ambos fueron inaugurados en abril de 1935.
El Mercado de Frutas y Verduras, entre la plaza de Legazpi, la calle Vado de Santa Catalina, avenida del Manzanares y calle Maestro Arbós, ocupó una parcela triangular junto al río. Fue construido en hormigón, con cerramientos de ladrillo visto, en colaboración con el ingeniero José A. Peña Boeuf.
Las naves se adaptaron al terreno de más de 30.000 metros cuadrados perteneciente a la antigua Dehesa de la Arganzuela, llamado el Pico del Pañuelo, alrededor de un gran patio destinado a los vehículos.
En 2006 fue destinado a albergar la sede de la Concejalía de Urbanismo, entonces en la calle Guatemala, en cuyo proyecto el anterior alcalde de Madrid tenía previsto construir un rascacielos en el interior del antiguo mercado.
El plan nunca se llevó a cabo, surgieron otros que tampoco prosperaron. Durante un tiempo fue almacén municipal y alojó la Oficina de Objetos Perdidos, pero actualmente está sin uso. El paso del tiempo y la crisis económica han permitido que esta construcción, una de las más puras del racionalismo madrileño, se conserve casi íntegra.
El Mercado Central de Pescados, ubicado entre la glorieta Puerta de Toledo, calle Capitán Salazar Martínez, calle de la Arganzuela, la plaza del Campillo del Mundo Nuevo y la Ronda de Toledo, se adapta a un solar trapezoidal de más de 16.000 metros cuadrados con enorme desnivel de terreno. Igualmente el material utilizado fue el hormigón armado.
Las plantas unidas por rampas, la lonja de contratación y los puestos de los asentadores, los almacenes de salazones y escabeches… desaparecieron en los años 80 del siglo XX en que el antiguo mercado, cerrado hacía tiempo, fue rehabilitado y convertido en el Centro Comercial Puerta de Toledo.
Hace tres años la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid cedieron el edificio a la Universidad Carlos III, que hoy ya ocupa una parte del antiguo mercado y pasará a ser de su propiedad totalmente en 2016.
A partir de 1934 Ferrero también levantó el tristemente demolido Mercado de la Plaza de Olavide, otra de nuestras joyas racionalistas.
En 1935 el mismo Ferrero proyectó el Mercado Central de Leche, que no llegó a construirse.
De los tres mercados construidos, como decíamos, el único edificio que subsiste tal como fue proyectado es el de Frutas y Verduras de Legazpi. Si nos decidimos a dar un paseo por los alrededores, caminando desde Legazpi por el Paseo de la Chopera, llegamos a la plaza del General Maroto, donde, frente a la Casa del Reloj del Matadero, se encuentra el Edificio Parque Sur, obra de Ferrero junto a José de Azpiroz y el ingeniero José Paz.
No es un mercado, pero sí otro magnifico ejemplo de la arquitectura racionalista de la época. Son los Talleres del Parque Automovilístico del Ayuntamiento de Madrid, otro edificio de los servicios municipales levantado entre 1933 y 1935.
Una placa del Colegio de Arquitectos junto a la puerta de entrada que nos recuerda que “este edificio de estilo racionalista forma parte del conjunto de instalaciones municipales realizadas durante la II República” puede servir como resumen del modesto homenaje a este brillante arquitecto.
Javier Ferrero es también el autor de la Imprenta Municipal.
Murió el 27 de octubre de 1936, con solo 45 años de edad.
Por : Mercedes Gómez
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Bibliografía:
PEÑA BOEUF, A: «El mercado de frutas y verduras de Madrid. «, Revista de Obras Públicas, 1.1.1935.
«Nuevos mercados centrales en Madrid. «, La Construcción Moderna, 15 mayo 1935.
La Libertad 30 junio 1935
CASAS RAMOS, María Encarnación: «El arquitecto Francisco Javier Ferrero. «, Villa de Madrid, . nº 86, 1985-IV, pp. 33-42.
Hoy os propongo un pequeño homenaje a los primeros arquitectos y a los primeros maestros de obras madrileños, a los musulmanes, los alarifes que sin duda hicieron mucho por nuestra ciudad, aunque desgraciadamente quedan escasos recuerdos.
Los árabes fundaron Madrid en el siglo IX y aquí vivieron hasta la conquista cristiana en el siglo XI. Sí se conservan algunos restos de la poderosa Muralla defensiva que construyeron, en la Cuesta de la Vega y, aunque de momento no hayamos podido verlo, un largo lienzo hallado durante las obras del futuro Museo de Colecciones Reales. Se trata de la construcción más antigua de Madrid.
Tras la llegada de los cristianos algunos musulmanes continuaron viviendo en la que era su ciudad, y aportando su arte arquitectónico y decorativo. Fueron los mudéjares.
Aparte la muralla, ejemplo de arquitectura militar, la construcción más antigua, en este caso religiosa, es la torre mudéjar de la iglesia de San Nicolás, que conserva elementos del momento de su edificación, allá por el siglo XII.
Aún en el siglo XV los Alarifes de Madrid eran alarifes moros, y gracias a los Libros de Acuerdos, libros de actas del ayuntamiento madrileño, conocemos algunos de sus nombres y algo de su trabajo.
Reunido el Concejo, probablemente en la iglesia de San Salvador como era habitual en aquellos tiempos medievales, el día 11 de febrero de 1480, siendo Corregidor Alonso de Heredia, nombraron a maestre Mahomed de Gormaz y a maestre Abrahán de San Salvador, vecinos de Madrid, Alarifes de la Villa, en sustitución del maestro Juan Sánchez, que estaba muy viejo y sordo, y no podía seguir desempeñando el oficio.
Abrahán obtuvo el título del oficio de alarife de la villa en sustitución de Abdalá de San Salvador, su padre.
Ambos maestros intervinieron en muchas obras, como los mataderos, las casas de la Carnicería… y a menudo repararon los puentes, la Puente Segoviana, Toledana y de Viveros. Por estas fechas consta que se comprometieron “a hazer un arco questá quebrado en la puente segoviana” .
Se refieren al primitivo Puente de Segovia de cantería, que estaba situado un poco más al sur que el actual -este construido en el siglo XVI-, y que conocemos gracias a las Vistas de Wyngaerde y de Hoefnagel.
Uno de esos días el Concejo acordó “librar un cahiz de trigo a los alarifes, porque andan en los puentes, e no les dieron d’almorzar nin merendar como se les da en las casas do andan e porque no vinieron a comer y estan todo el día estantes en el campo”. ¡Duro trabajo aquel!
En 2006, durante las obras de soterramiento de la M-30, aparecieron importantísimos restos de dichos puentes primitivos –sobre los que por cierto seguimos esperando noticias-, ¿quién sabe si no habrá alguna huella de estos antiguos alarifes en ellos?
El más conocido de todos quizá sea Maestre Hazan pues suyas son dos de las escasas muestras del arte gótico que perviven en Madrid.
A este maestro se atribuye la construcción del antiguo Hospital de la Concepción de Nuestra Señora, más conocido como de La Latina, que estaba en la calle de Toledo actual nº 52, derribado en los comienzos del siglo XX, aunque no hay noticias de que fuera suya la traza. Sí se le considera el autor de la antigua portada del hospital y de la bella escalera gótica que había en su interior, ambos elementos, como decíamos, conservados.
La Puerta del Hospital de La Latina desde los años 60 del siglo XX se encuentra en la Ciudad Universitaria, junto a la Escuela de Arquitectura.
La escalera se halla en la Casa de don Álvaro de Luján, en la Plaza de la Villa, en este caso la construcción civil más antigua de Madrid, sede de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, lugar al que fue trasladada junto con los sepulcros de Beatriz Galindo La Latina y su esposo Francisco Ramírez, actualmente en el Museo de Historia.
La escalera, una joya plateresca, se encuentra tras la puerta mudéjar, en arco de herradura, otro tesoro único en Madrid, cuyo origen también se remonta a los finales del siglo XV.
En 1493 los Alarifes de la Villa eran maestre Abrahán de San Salvador y Abrahán de Gormaz, hermano de Mahomed de Gormaz.
Y poco más sabemos acerca de estos alarifes musulmanes que desarrollaron su arte en Madrid y ejercieron una gran influencia en sus sucesores a lo largo de los siglos.
Nos quedan las valiosas obras que nos legaron.
Por Mercedes Gómez
Continuará….
“Vista Alegre fué su lujo; compró la quinta a una reina, la pagó con millones; la embelleció con joyas artísticas; dejó a todos sus amigos que disfrutasen de ella, y ha muerto allí repentinamente antes de que las riquezas desapareciesen. El viento de la desgracia, que venía hace tiempo arrancando girones de su fortuna, le ha hecho sucumbir por fin…”
(Escenas Contemporáneas, Año I Tomo I. Madrid 1882)
(Hemeroteca BNE)
La antigua Cerca que marca los límites de la Quinta de Vista Alegre, de la cual se conservan algunos tramos, constituye uno de los elementos arquitectónicos más relevantes; son los correspondientes a la calle Clara de Campoamor y a la calle del Blasón, originales de los años 40 del siglo XIX.
Por la calle del Blasón nos dirigimos a una de las puertas de entrada a la Quinta la cual nos conduce al Palacio Nuevo o Palacio del Marqués de Salamanca.
La reina regente María Cristina, cuarta esposa de Fernando VII y madre de Isabel II, después de su boda con el guardia de Corps Fernando Muñoz, Duque de Riansares, fue quien lo mandó construir con el fin de convertirlo en su residencia y refugio. Pero los avatares de la historia quisieron que el palacio pasara a manos del Marqués de Salamanca, quien lo terminó, adornó y disfrutó hasta su muerte.
El arquitecto Martín López Aguado comenzó su construcción en 1834, pero el destierro de la reina en 1840 ocasionó su paralización. A su vuelta encargó la reanudación de las obras al entonces Arquitecto Mayor de Palacio, Narciso Pascual y Colomer, quien lo terminaría para el Marqués de Salamanca que lo había comprado en 1858.
Para entonces Colomer ya había construido para don José su gran palacio en el paseo de Recoletos, inaugurado ese mismo año. El Marqués era un hombre poderoso que se podía permitir el lujo de contratar al arquitecto de moda y arquitecto de la mismísima Isabel II.
A López Aguado corresponden la disposición del edificio, de planta rectangular simétrica, organizado alrededor de tres patios, y la fachada. En ésta, destacan las seis columnas de granito que proceden de la galería diseñada por Isidro González Velázquez -Arquitecto Mayor de Palacio en la época de Fernando VII- que rodeaba la Plaza de Oriente, obra monumental que nunca llegó a terminarse debido a los problemas económicos y que finalmente fue derribada.
Su espléndido exterior nos muestra que fue uno de los grandes palacios del siglo XIX, testigo de una época y una forma de vida, pero lo que no todo el mundo sabe es que en su interior se conservan una serie de maravillosas estancias de aquellos años de esplendor: el Vestíbulo, la Capilla, y el Salón Árabe, todo ello obra de Pascual y Colomer.
Tras las columnas de la entrada, se halla el magnífico vestíbulo central, cubierto con una cúpula de media esfera.
Uno de los cristales tallados de la puerta de acceso a las dependencias antaño palaciegas aún conserva la “S” de Salamanca.
La Capilla consta de una nave de doble altura, pilastras corintias y ábside semicircular.
En la Sacristía se conservan perfectamente ordenadas vestiduras de los antiguos capellanes.
Uno de los lujosos salones que fueron disfrutados por el Marqués y sus invitados en famosas fiestas fue el Salón Árabe, decorado a la moda de la época, actualmente apuntalado y necesitado de una gran restauración que esperemos sea acometida algún día.

(Imagen de la Fundación COAM, "Arquitectura de Madrid. Periferia")

Salón Arabe (julio 2009)

Vista del techo (julio 2009)

Detalle suelo (julio 2009)
Fallecido don José de Salamanca en 1883, la antigua Posesión Real fue vendida al Estado por sus hijos y a partir de 1887 los distintos edificios se fueron convirtiendo en sedes de diversas instituciones benéficas. El Palacio Nuevo fue convertido en Asilo de Inválidos del Trabajo.
La primera reforma para transformarlo en asilo tuvo lugar en 1888. Como indica una lápida en el impresionante vestíbulo, “Para conmemorar la sensible pérdida del Rey Don Alfonso XII muerto en la flor de la juventud, se ha fundado este Asilo de Inválidos del Trabajo, cumpliendo así el piadoso deseo de S.M. la reina regente Dª Mª Cristina. Año 1889.”
Ese mismo año José Grases Riera remodeló la terraza y la marquesina. Las ventanas que actualmente dan a la terraza originalmente eran puertas que conducían directamente a los Salones. Quizá las parejas que bailaban en el salón durante las celebraciones organizadas por el anfitrión, cruzando esas antiguas puertas salían un rato al jardín entre pieza y pieza.
En el siglo XX el edificio pasó a albergar el Instituto Nacional de Rehabilitación Especial de Inválidos, INRI, de cuya época se conservan un quirófano, instrumental quirúrgico, elementos de farmacia y mobiliario, así como una importante colección de grabados y fotografías. En los años 30 sufrió otra reforma a cargo de Eugenio Sánchez Lozano y en los años 40 después de la guerra hubo de ser reconstruido por Francisco Navarro.
A pesar de tantas vicisitudes, reformas y cambios de uso, el Palacio del Marqués de Salamanca guarda alguna de sus huellas, patrimonio cultural e histórico de primer orden y merecedor de cuidados.
Actualmente es el Centro de Educación Especial María Soriano, colegio que va a ser trasladado a otro lugar de Madrid, no se sabe en qué fecha.
De momento también se desconoce el uso que tendrá el Palacio a partir de entonces.
Texto y fotografías por : Mercedes Gómez
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Bibliografía:
COAM. «Arquitectura de Madrid. Periferia«. COAM Madrid 2007.
Daniel Galán García.”Treinta hectáreas de historia contemporánea en la finca de Vista Alegre” Revista Innovación y Formación, nº 1 Primavera 2007. Pág.28-30.
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NOTA: También se conserva una parte de la antigua biblioteca, pero en esta ocasión no pudimos visitarla. Esperemos que en otro momento podamos hacerlo y conocer las obras de arte que esconde.
El Instituto de Crédito Oficial ICO ha inaugurado una exposición muy interesante, «Dominique Perrault, arquitecto«, para amantes de la arquitectura y curiosos en general. Como explica la hoja informativa “El Museo Colecciones ICO dedica, por primera vez en España, una exposición de gran envergadura al arquitecto francés Dominique Perrault. De este modo, el el Museo Colecciones ICO sigue fiel a su compromiso de dar a conocer y ayudar a entender la arquitectura de nuestra época… El nombre de Dominique Perrault… inauguró una nueva economía del territorio y del objeto arquitectónico. En España, donde está desarrollando una fructífera carrera, encontramos un primer icono en el Centro Olímpico de Tenis de Madrid, “La Caja Mágica”.
En una sala blanca, luminosa, reflejada en un fondo de espejos, sobre mesas bajas se muestran los proyectos del arquitecto, algunos culminados, otros en marcha, y otros que nunca llegarán a realizarse, como su propuesta de ampliación del Museo Reina Sofía (presentada al concurso en 1999).
Maquetas perfectas, planos, fotografías, películas… invitan a detenerse ante cada uno de los edificios expuestos. El propio Perrault, comunicativo y convincente -es o ha sido profesor en importantes escuelas y universidades en todo el mundo-, habla continuamente en una entrevista que puede escucharse cómodamente instalados en algunos de los asientos diseñados por el propio arquitecto.
Destacan en sus construcciones las cubiertas metálicas que propone, algunas espectaculares, mallas plateadas, o dorados envolventes como el de la futura pasarela sobre nuestro río Manzanares en Arganzuela, una de las varias previstas en el proyecto Madrid Río.
Ganador en 2002 del concurso internacional para la construcción del Nuevo Centro Olímpico de Tenis de Madrid, está prevista la inauguración de «La Caja Mágica» para el próximo mes de Mayo con el Madrid Open, torneo de Tenis de Madrid, cuyas entradas están ya a la venta.
Dominique Perrault, arquitecto.
MUSEO COLECCIONES ICO
calle Zorrilla, 3.
Del 29 de enero al 17 de mayo de 2009.
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