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Como sabemos, este 2014 se conmemora el IV Centenario de la muerte de El Greco en Toledo. Con este motivo a lo largo del año vamos a tener ocasión de ver magníficas exposiciones y recordar su vida y su obra. Se trata de un acontecimiento artístico de enorme importancia de modo que no podemos dejar de hablar aquí sobre el pintor y modestamente sumarnos a este homenaje al artista, uno de los más grandes de todos los tiempos. A la poderosa atracción que a veces ejerce su personalísima obra ante nuestra mirada se añade que se trata de un personaje algo enigmático tanto por su pintura como por su vida de la que se ignoran muchos detalles.
Doménikos Theotokópoulos, El Greco, nació en 1541 en Candía, capital de la isla griega Creta, entonces perteneciente a la República de Venecia. Con 22 años ya era maestro de pintura. Con muchas lagunas y algunos datos confusos, se sabe que de Creta fue a Venecia donde vivió un tiempo, luego realizó un viaje por diversas ciudades de Italia, y finalmente hacia 1570 se instaló en Roma, hasta 1577 en que viajó a España. Tenía 36 años.
Estuvo primero en Madrid, al parecer intentando trabajar para la Corte del rey Felipe II, pero no lo consiguió. Así que decidió trasladarse a Toledo donde trabajó y vivió hasta su muerte, realizando escasos viajes y siempre por motivos profesionales.
Recién llegado a Toledo tuvo una relación amorosa con Jerónima de las Cuevas, de la que al año siguiente nació su hijo Jorge Manuel Theotocopuli –Domenico ya había italianizado su nombre y su apellido–, pero nunca se casaron.
Su arte, incomprendido durante los siglos XVII y XVIII, también esconde misterios, que solo los estudios iniciados en el siglo XX están revelando. Su pintura cuyo análisis llevó a teorías absurdas, como que padecía locura o defectos visuales, se ha demostrado que fue fruto de una evolución intelectual y personal y de la maestría de un genio. Visto con la perspectiva que nos ha dado el tiempo, fue el primer pintor moderno, precedente del gran Velázquez.
Hoy día, además de alguna colección particular, en Madrid son varios los museos o instituciones que poseen obras suyas o de su taller; el Museo Lázaro Galdiano, Cerralbo, la iglesia de San Ginés (impresionante su Expulsión de los mercaderes del templo), el Thyssen, el Museo del Prado…
Aunque la única obra importante que El Greco realizó para nuestra ciudad fue el retablo del templo del Colegio de la Encarnación o de María de Aragón, encargo que recibió en 1596 y que se convirtió en el trabajo mejor pagado de toda su vida. Sin embargo la extraordinaria obra, creada en plena madurez, fue objeto de comentarios negativos, las pinturas incluso fueron consideradas “creaciones nacidas del delirio”.
Según las conclusiones del Congreso celebrado en el Museo del Prado en 2000, la monumental obra estaba formada por la estructura arquitectónica, seis esculturas y siete pinturas. De todo ello solo se conservan seis pinturas. Las obras, óleos sobre lienzo, fueron desmontadas durante el reinado del rey francés José I. Después de una serie de avatares y traslados fueron felizmente recuperadas para el Museo del Prado (excepto una, La Adoración de los Pastores que se encuentra en el Museo Nacional de Arte de Rumanía) procedentes del Museo Nacional de Pintura y Escultura, más conocido como Museo de la Trinidad.
Las cinco obras, firmadas, forman parte de la Colección Permanente del Museo del Prado, que dedica tres maravillosas salas (8, 9 y 10 B) a este pintor incomparable.
Acompañan a las esplendorosas pinturas que formaron parte del retablo una serie de obras maestras, como La Fábula, que representa de manera perfecta la luz que ilumina el rostro del pícaro; la famosa Caballero de la mano en el pecho, una de las obras procedentes de la Colección de Felipe V en la Quinta del Duque del Arco en el Pardo. Etc.
Además, el Prado prepara dos exposiciones temporales para este año de celebración. El próximo mes de abril presentará La biblioteca del Greco, y en junio El Greco y la pintura moderna.
Por su parte, el Museo Thyssen se ha adelantado y ya ha inaugurado El Greco, de Italia a Toledo, una pequeña pero valiosísima muestra basada en el estudio técnico de las cuatro obras que posee, que podemos visitar hasta el 2 de marzo. Ubicada en la Sala Contextos en la primera planta, la entrada es gratuita.
Se exponen los resultados de un estudio realizado mediante análisis químicos, imágenes infrarrojas y radiografías con el fin de investigar la evolución del artista desde sus inicios en Italia hasta su etapa final en Toledo.
La primera obra es la Anunciación pintada en 1576 probablemente durante su estancia en Roma antes de su viaje a España. Otra es la realizada hacia 1596-1600, ya en Toledo, versión en pequeño tamaño o tal vez un boceto de la Anunciación que pintó para el retablo del Colegio de Doña María de Aragón en Madrid que hemos visto en el Museo del Prado.
Contemplando estos lienzos se aprecia la evolución de su pintura, desde su primera época bajo la influencia de los maestros italianos hasta su singularísima pintura en la que el dibujo cedió su lugar a una pincelada más suelta de tono impresionista y sus figuras alargadas tan personales.
Pura pintura, que también esconde su personalidad, para algunos extravagante. Lo que no hay duda es que fue un hombre muy culto, que le gustaba vivir bien, que consideraba que ser artista no era solo un oficio manual, como aún era considerado en España, sino algo más elevado, una filosofía, un trabajo que merecía ser bien pagado. Tuvo muchos pleitos por eso, pero curiosamente guardaba una gran parte de su obra, en lugar de venderla.
A medida que se hacía mayor su taller fue creciendo, uno de sus discípulos fue su propio hijo que se casó en Toledo y lo convirtió en abuelo.
El genial pintor murió sin haber dictado testamento, a la edad de 73 años, en Toledo el 7 de abril de 1614. Aunque sí dejó escritos con sus opiniones sobre el arte, anotaciones en los márgenes de algunas obras de su biblioteca, que explican en parte quién fue Doménico, el griego, y el porqué de su pintura y comportamiento.
Por Mercedes Gómez
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Bibliografía:
Calvo Serraller, Francisco. El Greco. Alianza Cien nº 49. Madrid 1994.
Pita Andrade, J.M. y Almagro, A. “Sobre la reconstrucción del retablo del Colegio de doña María de Aragón” en Actas del Congreso sobre el Retablo del Colegio de doña María de Aragón del Greco. Madrid 2001.
Marías, Fernando. El Greco. Guía de Sala. Fundación Amigos Museo del Prado. Madrid 2010.
Hace unos días, visitando la nueva Sala Várez Fisa del Museo del Prado que contiene las doce espléndidas obras de arte español del Románico al Renacimiento donadas por esta familia, pensaba que era una suerte que el museo reciba este tipo de legados que nos brindan la oportunidad de admirar el arte medieval del cual desgraciadamente subsisten escasos ejemplos en Madrid. Una de ellas es un espectacular artesonado de madera tallada y policromada procedente del sotacoro de la iglesia de Santa Marina de Valencia de Don Juan (León). Es una obra anónima realizada hacia 1400 en un taller leonés. Mide 11,4 metros de largo por 6,05 de ancho; representa numerosas figuras profanas y religiosas además de escudos familiares y el escudo de Castilla y León.
Contemplando esta impresionante techumbre plana que cubre toda la sala y las demás obras de pintura románica que se exponen en el Prado recordé una de nuestras joyas, la ermita de Santa María de la Antigua en Carabanchel, en cuyo interior se conserva un sencillo pero igualmente bello techo mudéjar.
La ermita, antigua iglesia parroquial de la Magdalena, está en la calle de Monseñor Oscar Romero junto al Cementerio de Carabanchel al que desde el siglo XVII sirve como Capilla.
La torre de la iglesia de San Nicolás del siglo XII, Santa María la Antigua del XIII, la torre de la iglesia de San Pedro del siglo XIV y la Torre y la Casa de los Lujanes del XV, –en este caso un edificio civil–, son los recuerdos del pasado árabe madrileño y ejemplos del arte que los alarifes mudéjares realizaron en nuestra ciudad y sus aledaños tras la conquista de los cristianos a finales del siglo XI.
Santa María de la Antigua es la única iglesia mudéjar enteramente conservada en Madrid, además de la más antigua. No se conoce a ciencia cierta el momento de su construcción; según el Colegio de Arquitectos, la restauración y las recientes excavaciones han constatado que el ábside, los pilares y la portada sur datan de la primera mitad del siglo XIII. En cualquier caso, la historia de sus orígenes y la de los terrenos donde se asienta es antiquísima.
Los hallazgos arqueológicos a lo largo de los últimos siglos han revelado que en este cerro del histórico pueblo de Carabanchel, que a pesar de la cercanía de las zonas urbanas continúa ofreciendo un aspecto rural, existió población desde tiempos remotos, incluso anteriores a la llegada de los romanos.
El pasado romano de estos parajes se conoce desde el siglo XVIII, según Florit; en sus proximidades fue descubierto el famoso Mosaico de Carabanchel, que hoy podemos contemplar en el Museo de San Isidro.
En los comienzos del siglo XX, cuando los Carabancheles aún no pertenecían a Madrid –fueron anexionados en 1948–, en los alrededores de la ermita se encontraron nuevos restos arqueológicos de población romana.
Más de noventa años después, en el verano de 1999 durante las obras de ampliación de la línea 5 del metro, actual estación Eugenia de Montijo, apareció un yacimiento de extraordinaria importancia. Restos pre-romanos y numerosas estructuras y materiales que demuestran la existencia de una gran Villa romana en los siglos I-II.
Sobre parte de este antiguo poblado, en el siglo XI-XII los mudéjares construyeron una iglesia, nombrada en el Códice de Juan Diácono (sg. XIII), que según dicen fue visitada por San Isidro, y así lo recuerda una placa municipal en el exterior.
La modesta ermita actual es un valioso ejemplo de arquitectura mudéjar. Sus muros son de mampostería con verdugadas de ladrillo.
Destacan la preciosa portada de ladrillo con tres arcos rehundidos enmarcados en un alfiz y la singular torre maciza excepto en la zona del campanario; ésta mide 20 metros y es de planta rectangular. Junto al templo se encuentra la Sacristía, construida en el siglo XVII. Un elemento moderno es la escalera de metal adosada a la torre.
Su interior guarda algunos tesoros. En 1995 aparecieron fragmentos de pinturas medievales y un pozo.
El pozo, probablemente del siglo XII, perteneció a la iglesia anterior, aunque quizá su origen se remonte a la época romana; unos años después fue hallado muy cerca un horno romano.
Ante los hallazgos en su entorno se sospechó la existencia de importantes restos bajo la ermita. Prácticamente todo el interior de la iglesia fue excavado.
Según publicó la prensa por entonces, uno de los descubrimientos más importantes fue un muro de grandes dimensiones perteneciente al templo primitivo, el que se supone acogió al Santo Patrón madrileño. También se hallaron cerámicas, entre ellas objetos domésticos carpetanos, de época pre-romana, pavimentos romanos y el citado horno –indica que quizá en este lugar estaban las casas de los trabajadores de la villa romana–, elementos mudéjares y sepulturas del siglo XVII; toda la historia de Madrid bajo el suelo de esta ermita.
Entre los años 2000 y 2002 se llevó a cabo su restauración y rehabilitación a cargo del arquitecto Pedro Iglesias.
Detrás del retablo barroco que adorna el altar con algunas pinturas de la Escuela madrileña y una imagen moderna de Nuestra Señora de la Antigua, en el ábside semicircular aparecieron restos de pinturas románicas.
Lamentablemente no se pueden apreciar los temas representados pues la mayor parte ha desaparecido, pero ayudan a imaginar cómo debió ser este pequeño templo en el siglo XIII.
En la Epístola, junto al Altar, tras el retablo que la cubrió durante mucho tiempo apareció una hornacina con más restos de pinturas.
A los pies se encuentra el sencillo Coro.
Ubicado sobre vigas de madera decoradas con pinturas.
Como en el caso de los frescos de los muros, la mayor parte se ha perdido pero se conservan algunas escenas dedicadas a San Isidro y castillos y leones del Escudo de Castilla, como en el bellísimo artesonado de la iglesia leonesa que ahora podemos admirar en el Museo del Prado.
Por: Mercedes Gómez
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Museo del Prado
Sala Várez-Fisa: Edificio Villanueva, Sala 52 A, planta baja.
Ermita de Santa María la Antigua
Calle Monseñor Oscar Romero 92.
Metro: Eugenia de Montijo.
Según nos informa María Rosa en su post dedicado a San Isidro en la Ermita de Santa María de la Antigua, la iglesia se puede visitar los sábados a las 11 h. de la mañana.
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Bibliografía:
Florit, José Mª. “Restos de población romana en los Carabancheles (Madrid)”. Boletín de la Real Academia de la Historia. Madrid 1907.
Navascués, Pedro J. La ermita de Santa María la Antigua en Carabanchel (Madrid). revista Al-Andalus (CSIC) nº 26. 1961.
Diario El País 25 agosto1999, 2 sept. 1999, 27 dic. 2005.
Diario El Mundo 21 sept. 1999.
C. Caballero, F.J. Faucha, I. M. Fernández, J.Mª Sánchez Molledo. Materiales Arqueológicos Inéditos Procedentes del cementerio parroquial de Carabanchel Bajo (Madrid). Estudios de Prehistoria y Arqueología Madrileñas, nº 12, 2002.
COAM. Guía de Arquitectura. Tomo II. Madrid 2003.
Blogs:
Guerra Esetena. Pasión por Madrid. Santa María la Antigua.
Queridos amigos:
Un año más me decido a escribir unas líneas para daros las gracias y celebrar juntos el cumpleaños de Arte en Madrid. Es un día un poco especial, porque cinco años son muchos, o eso me parece, y porque a pesar de tanto tiempo transcurrido, aquí estamos, manteniendo la ilusión entre todos.
Durante estos últimos doce meses hemos conocido personajes de todas las épocas, recorrido calles y plazas, visitado nuevos museos, edificios en los que no habíamos entrado hasta ahora… nuevamente hemos viajado a la Edad Media en busca de las murallas madrileñas… hoy no se qué más podría contar, solo que ¡cumplimos cinco años!
Cinco años encontrándonos en esta tertulia siempre con el ánimo de conocer mejor nuestra ciudad, darle el cariño que a menudo necesita y de vez en cuando pedir a las autoridades competentes que por favor cumplan con su obligación y la protejan.
Así que, una vez más, gracias. Me temo que voy a repetirme, pero es que no puedo escribir otra cosa.
Miles de gracias a los queridos amigos más fieles, que siempre estáis ahí, aportando vuestras ideas y opiniones, y acompañándome. Un blog no deja de ser una casa imaginaria en la que nos encontramos con el fin de aprender, charlar y pasar un buen rato. Esta es una casa llena de buenos amigos, ¡tengo mucha suerte! Cinco años encontrándonos aquí, algunos de vosotros participando casi desde el principio. Creo que es muy bonito.
Pero también por supuesto gracias a quienes solo participáis de vez en cuando, o incluso aquellos que nos dais calor con vuestra presencia silenciosa. Gracias a todos. Somos un buen grupo, de verdad.
En fin, ha sido un año intenso y espero que divertido.
Muchos saludos y besos
Mercedes
Esta mañana algunos vecinos del barrio de la Fuente del Berro hemos acudido a la fiesta que se había organizado como despedida a los jardineros que se han encargado del cuidado del parque hasta ahora, una fiesta que también pretendía ser una reivindicación para la conservación de nuestros Jardines Históricos.
El parque de la Quinta de la Fuente del Berro ha sido elegido, como símbolo, para despedir y homenajear a los jardineros que el próximo jueves se incorporarán a sus nuevos destinos dejando su puesto a los empleados de las empresas privadas que han ganado los concursos convocados por el Ayuntamiento de Madrid.
Ha sido bonito, aunque daba un poco de pena, quizá recordéis mi visita al parque reviviendo la historia de los Jardineros municipales, el pasado mes de octubre; acababan de publicar la noticia de que el cuidado de muchos parques, incluido el de la Quinta de la Fuente del Berro, iba a ser privatizado.
Hoy el Jardín te daba la bienvenida con guirnaldas de papel de colores, los organizadores ofrecían un folleto explicativo y una pequeña planta a los asistentes, los niños se lo pasaban bien… pero el día había amanecido gris, un poco triste, como el ánimo.
Todo esto parece un contrasentido. Que el Ayuntamiento entregue la responsabilidad sobre nuestros bellos parques a una empresa cuyo objetivo, lógicamente, será el beneficio económico, y no el mero y obligado cuidado de un Bien de Interés Cultural, histórico y artístico, no puede traer nada bueno.
En fin, hoy solo quería que acompañáramos a nuestros jardineros en su despedida. Y desearles suerte a ellos, y a nuestros jardines.
Mercedes
Iniciamos el año con el anuncio de un prometedor Curso organizado por el Instituto de Estudios Madrileños sobre Las Reales Fábricas y la Corte de España en los siglos XVIII y XIX.
Desde el 14 de enero hasta el 18 de marzo asistiremos a diez interesantes charlas dedicadas a las Manufacturas Reales, instalaciones industriales fundadas por la Monarquía para el desarrollo de una política mercantilista. Servían para resaltar el esplendor de los Palacios Reales y su principal objetivo era impulsar el desarrollo económico de España.
Conoceremos cómo se trabajaba en la Real Fábrica de Gas, la Real Fábrica de Platería Martínez, las Escuelas de Relojería de Madrid, Tapices, Papel, Cerámica y Loza, de Cera, Tabacos…
En la página del Instituto podemos descargar el folleto del Ciclo y consultar todos los detalles.
La primera, a cargo de don José Luis Sancho Gaspar, será el próximo martes 14 de enero: “Quanto se haga ahora y siempre será para palacio”. La producción de las Reales Fábricas para el Palacio Real de Madrid.
Todas las conferencias serán a las 19,00 h. en el Museo de San Isidro, plaza de San Andrés nº 2.
Entrada libre hasta completar aforo.
Un tema interesante, para aprender y disfrutar, explicado por algunos de los expertos miembros del Instituto dedicado al estudio de la Villa, en un precioso lugar, ¿a que suena bien?.
Feliz Año a todos, y feliz año para Madrid.
Mercedes
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