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La primera vez que la vi, no se porqué, me sugirió la escena de una película, con música de fondo. Esa pasarela, aparentemente liviana, milagrosamente suspendida en el aire sobre la ruidosa autopista, desde el jardín me pareció un tanto poética.

La verdad es que el motivo de su existencia es mucho más prosaico, solucionar la incomunicación que la construcción de la M30 produjo entre el barrio de la Elipa y el centro de Madrid en los años 70 del pasado siglo XX. Desde O´Donnell hasta la calle de Alcalá, a la altura del Puente de Ventas –ese tramo se llamó Avenida de la Paz–, ya no había forma de cruzar a pie el antiguo arroyo del Abroñigal, entonces cubierto por la agresiva M30. Había que crear algún paso que permitiera salvar el gran obstáculo.

En 1976 se construyó la Pasarela de la Paz.

Se trata de una pasarela atirantada, según proyecto del ingeniero Javier Manterola, Premio Nacional de Ingeniería Civil, entre otras muchas cosas. Manterola tenía entonces cuarenta años, estaba por tanto en una de las primeras etapas de su larga e importante carrera, que felizmente continúa.

Dos grandes pilares de hormigón armado tiran de los gruesos cables que soportan todo el peso de la pasarela colgante que mide más de ochenta metros.

La pasarela une ambos barrios, la Elipa y la Fuente del Berro. Una obra de ingeniería, funcional, también bella. Y peliculera. Merece la pena el paseo.

Por: Mercedes Gómez

Hace ya casi cinco años que visitamos los Palacios de Godoy. Recordemos que Manuel Godoy, el poderoso valido del rey Carlos IV desde 1792, además de la colección de arte que llegó a reunir, otras casas y posesiones, en Madrid al menos fue dueño de tres palacios. El más famoso, conocido como “palacio de Godoy”, es el situado en la plaza de la Marina Española, actual sede del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales.

En ese edificio estuvieron durante un tiempo el Ministerio de Marina y el Museo Naval. Cuando estas instituciones se trasladaron al Paseo del Prado, con vuelta a la calle Montalbán, algunos elementos del antiguo palacio fueron instalados en la nueva sede. En la segunda planta del espectacular actual Cuartel General de la Armada, el despacho de Godoy y salas contiguas fueron reconstruidas con exactitud por los arquitectos del nuevo edificio en el Paseo del Prado, José Espelius y luego Francisco Javier Luque; en 1928 todo fue trasladado, incluidas las pinturas y decoraciones de los techos y paredes, y el mobiliario, además de otros tesoros, como el friso de mármol, el «Triunfo romano» de Alfonso Bergaz.

Exterior del despacho de Manuel Godoy en la calle Montalbán

El Despacho de Godoy se conserva casi íntegro.

Durante mucho tiempo este despacho ha sido un lugar desconocido para la mayoría de nosotros pues no se mostraba al público. Según nos cuentan solo hace alrededor de un año se ha abierto a las visitas (Semana de la Arquitectura, etc.) y hace pocos días he tenido ocasión de conocerlo.

Antes de llegar a la estancia se accede al Antedespacho, conocido como Salón del Rapto de Gamínedes por la pintura del techo. Aunque esta es la única al parecer que no es la tela original sino un copia.

Sí lo son los cuadros y los muebles, la mesa y los sofás de terciopelo con brazos de madera.

Esta sala da paso al despacho propiamente dicho. La pintura del techo, de finales del XVIII, es obra de José del Castillo. La lámpara también dieciochesca está siendo restaurada. Por ello la bella alfombra, de la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara, está tapada.

El medallón central del techo está decorado con unos amorcillos rodeados de las 12 figuras del Zodiaco.

Los muebles, la mesa, objetos de escritorio… son los originales de Manuel Godoy.

La decoración es compleja y muy suntuosa, obra –como fue la de todo el palacio de la plaza de la Marina Española– del francés Jean-Démosthène Dugourc, arquitecto y decorador del rey Carlos IV.

Esfinges, grifos, cuadrigas, corceles, victorias aladas… en madera de caoba, bronce y escayola dorada.

Contemplando esta estancia recordé que no es este el único despacho de Godoy que he visitado en Madrid.

En el Instituto de Enseñanza Secundaria Cervantes me mostraron una habitación de la primera planta conocida desde siempre como el despacho de Godoy.

Antiguo «despacho de Godoy».

De esta salita del actual centro escolar procede un antiguo, pequeño mueble hoy situado en el despacho de la Dirección.

Recordemos que una de las caras quizá menos conocidas del poderoso valido es su contribución al mundo cultural y científico. Entre otras instituciones en 1793 creó la primera Escuela de Veterinaria que se situó en el Paseo de Recoletos, en unas casas junto a la Puerta de Recoletos. Godoy había muerto en 1851, treinta años antes de que se inaugurara la nueva sede de la Escuela de Veterinaria pero ¿tal vez la existencia de este despacho está relacionada con el pasado del edificio como Escuela de Veterinaria?

Pero hay más. En la Sala del Real Patronato de la Biblioteca Nacional que hace poco también tuve el placer de visitar con motivo de la 3ª edición de los Gabinetes Abiertos se encuentran otros muebles que pertenecieron a Godoy.

Se trata de una espléndida librería de caoba que ocupa las paredes de esta gran sala, que acogió su rica biblioteca de entre tres y cinco mil volúmenes, todos encuadernados en piel.

Tras su exilio en 1808 la biblioteca pasó al Museo de Artillería, hasta su traslado a la Biblioteca Nacional en 1842. Los libros se encuentran en distintos lugares de la BNE; los muebles y las huellas de Manuel Godoy permanecen en esta hermosa estancia.

Por: Mercedes Gómez

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Bibliografía:

FRAGUAS, Rafael. “Godoy pervive en el paseo del Prado”, diario El País, 3 mayo 2011.

Biblioteca Nacional

COAM. Guía de Arquitectura de Madrid.

Hace ya tiempo visitamos por primera vez la Nave de Motores de Pacífico y contamos su historia. Se trata de una de las sedes del Museo del Metro de Madrid Andén Cero –la otra es la Estación de Chamberí–.

Recordemos que esta central eléctrica se comenzó a construir en 1923 en una gran parcela propiedad de la Compañía, entre las calles de Cavanilles, Sánchez Barcaiztegui y Valderribas, para mejorar el funcionamiento de la red de Metro, solucionando posibles faltas de suministro eléctrico.

Tres grandes motores diesel fueron instalados en la nave. La gran potencia de esta central llegó a proporcionar energía a otras subestaciones e incluso a la ciudad. Fue la central eléctrica española de mayor potencia en su momento. Durante la guerra suministró luz a la población madrileña.

Volvemos a la Nave de Motores para visitar la exposición 100 años de Metro. Pasado, presente y futuro.

La muestra narra lo ocurrido a lo largo de estos cien años, desde los orígenes, la construcción que comenzó en 1917, la inauguración dos años después de la primera línea con ocho estaciones, hasta llegar a las trescientas dos que tiene la red hoy día y los proyectos futuros… Fotografías, documentos, objetos, textos y videos explican la historia y el rico patrimonio de Metro de Madrid.

Una de las joyas expuestas es la maqueta de la estación de Sol que reproduce el cruce de las tres primeras líneas bajo la plaza con todos sus edificios emblemáticos. Fue realizada en 1949 en madera, escayola, alambre y pintura.

Además estos días tenemos la oportunidad de acceder mediante visita guiada a un espacio desconocido hasta ahora, normalmente cerrado al público, el sótano de la Nave de Motores.

Bajo los impresionantes motores se encuentran las maquinarias que controlaban la Central que suministraba la energía al Metro de Madrid. Unos pasadizos llegan a un túnel que conectaba con la estación de Pacífico. Años después conectó también con las subestaciones de Quevedo y Castelló, de las que también hablamos aquí.

Un doble cable de 15.000 V recorría el subsuelo de Madrid.

Vemos algunas de las herramientas que utilizaban, máquinas, los espacios estrechos en los que debían desenvolverse los operarios, con ruido, calor… debía ser duro trabajar allí.

La exposición es de entrada libre, en la Nave de Motores, calle Valderribas, 49.

Horario: De lunes a viernes de 17:00 a 21:00 horas y los sábados y domingos, de 12:00 a 21:00 horas

Para el recorrido guiado y acceso a los sótanos es necesario reservar la visita.

Hasta el 15 de julio.

 

Por Mercedes Gómez

 

 

 

 

Una de las exposiciones más interesantes y sugerentes que podemos visitar estos días en Madrid es Darío Villalba. Pop soul. Encapsulados y otros, en un escenario perfecto, la Sala Alcalá 31.

Darío Villalba comenzó a preparar esta exposición, junto a su comisaria María Luisa Martín de Argila, hace dos años. Lamentablemente el artista murió antes de ver concluido su sueño –reunir sus encapsulados o crisálidas–, el pasado mes de junio de 2018, y ella tuvo que terminar el trabajo sola.

Darío nació en San Sebastián en 1939. Dos hechos, cuenta la comisaria en el espléndido Catálogo editado para la ocasión, condicionaron su vida cosmopolita y espíritu progresista. Uno de ellos fue la formación recibida bajo las ideas de la Institución Libre de Enseñanza, en la que estudiaron sus padres; él mismo fue al Colegio Estudio. Su abuelo materno fue el arquitecto Antonio Florez Urdapilleta, recordemos creador de varios centros escolares inspirados en la ILE. El otro hecho fue la residencia de la familia en varios países debido a que su padre era diplomático.

Muy joven, tenía poco más de 30 años, en 1970 obtuvo un gran éxito en la XXXV Bienal de Venecia.

En 1973 el fotógrafo Luis Pérez Mínguez realizó una serie de reportajes que dieron a conocer su obra.

Foto: L. Pérez Mínguez, 1973. (Catálogo Comunidad de Madrid, 2019)

Darío Villalba se convirtió en uno de los artistas más importantes de la segunda mitad del siglo XX.

Aunque pertenecía a la generación heredera de los informalistas abstractos él se sintió más cerca del arte conceptual y el arte pop, en lo cual tuvo mucho que ver su estancia en EEUU hacia 1964-65 donde se sintió fascinado por los excesos (de alegría, de dolor…). Allí, en Nueva York, entró en contacto con Andy Warhol. De hecho sus primeros encapsulados fueron realizados a partir de fotografías de actores de la famosa Factory de Warhol.

El propio Darío contó que Warhol, estrella emergente que por entonces él admiraba, le dijo: Lo que usted hace es pop soul, pop del alma.

En 1978 lo entrevistó Santiago Amón para el programa de TVE Trazos: Entrevista al pintor Darío Villalba en la que habla de su arte y de sus preocupaciones. Aún no tenía 40 años.

Lo que más le interesaba eran las personas y sus emociones. La enfermedad, los marginados, la culpa, el arrepentimiento

Muchas de estas cosas las cuenta él mismo en una entrevista realizada en 2014, cuando ya tenía 75 años: Darío Villalba. Confesiones. Y en el programa Atención obras (min. 32) con motivo de su exposición en el CEART en 2015.

Darío Villalba fue pionero en el uso de la fotografía como soporte pictórico, pintura que manipulaba para expresar lo que pretendía.

La primera serie de encapsulados o crisálidas, seres con dos pieles según sus propias palabras, de fuerte colorido, en el que domina el rosa, fue realizada entre 1968-69 y es la que fue expuesta en Venecia.

Son figuras suspendidas envueltas en metacrilato, protegidas del mundo exterior. La segunda piel que protegía a los protagonistas.

Después de la Bienal el artista llegó a la conclusión de que esos encapsulados de color rosa no transmitían exactamente lo que él deseaba. Los personajes debían ser inquietantes, aislados, provocar emociones.

Decidió crear una nueva serie, en que la fotografía apenas sería manipulada limitándose al blanco y negro. Esta nueva serie es la que fue expuesta en 1973 en la XII Bienal de Sao Paulo que obtuvo el Premio Internacional de Pintura.

En 1974 los encapsulados llegaron a Madrid, fueron expuestos en la Galería Vandrés.

El artista fue Premio Nacional de Artes Plásticas en 1983 y miembro de la Real Academia de Bellas Artes desde 2002. En 2007 el Museo Reina Sofía le dedicó una exposición Darío Villalba. Una visión antológica 1957-2007.

Pero desde aquella exposición en la Galería Vandrés hace cuarenta y cinco años no se había conseguido reunir la mayoria de estas crisálidas.

Y es la primera vez que se exponen juntas las dos series, además de otras obras relacionadas con ellas.

Por todas estas razones la exposición es un acontecimiento que merece la pena no perderse. Además la Comunidad de Madrid programa varias actividades, entre ellas visitas guiadas, los sábados a las 12 h. Entrada libre, con aforo limitado.

Hay que recomendar finalmente el Catálogo, magnífico, él mismo «encapsulado», protegidas sus portada y contraportada en blanco y negro por una doble piel de plástico que aporta el color rosa.

Todos los detalles:

Darío Villalba. Pop soul.
Sala Alcalá 31

Hasta el 28 de julio.

Por: Mercedes Gómez

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