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Manuel Herrero Palacios nació en 1911. Estudió en la Escuela de Arquitectura de Madrid. Comenzó a trabajar para el Ayuntamiento de la Villa después de la guerra y se convirtió en un importante arquitecto municipal cuyas huellas aún subsisten en gran parte de la ciudad. Durante muchos años fue Jefe del departamento de Parques y Jardines y Estética urbana, cargo desde el cual trabajó en destacadas obras y reformas.

Él mismo escribió en 1958 en la revista Villa de Madrid que «… las zonas verdes y arboladas tienen una importantísima misión para la vida y el confort de la Ciudad…»

Además, desde su puesto en el Ayuntamiento, bajo una visión en cierto modo un tanto barroca de la ciudad, siempre prestó mucha atención al agua, su importancia en jardines, paseos y plazas, su necesidad para el bienestar de los ciudadanos; don Manuel diseñó láminas de agua, estanques y fuentes, algunas de las cuales felizmente se conservan.

En 1944 Herrero Palacios comenzó la gran reforma del Salón del Prado, el hoy llamado eje Prado-Recoletos, que se llevó a cabo durante los siguientes veinticinco años.

A lo largo de ese trayecto, desde Atocha hasta Colón, incluso en su prolongación, la Castellana, encontramos sus creaciones.

Frente al hoy Ministerio de Sanidad, –el Museo del Prado al otro lado del paseo–, se conserva un estanque de granito con tres surtidores verticales realizado hacia 1952.

Paseo del Prado

Dentro de esta amplia reforma a finales de los años 50, en el Paseo del Prado, en una pequeña plazoleta frente a la calle de Montalbán, instaló la Fuente de los Patos, cuyas esculturas como ya contamos son muy antiguas.

Otro precioso estanque es el de Recoletos, de 1969, con la cascada en otro tiempo llamada de la Mariblanca pues allí fue colocada la emblemática estatua, hasta 1984, como también vimos. Aunque sin la bella Mariblanca, la hermosa cascada, a lo largo de siete láminas de agua escalonadas, continúa adornando el paseo.

Paseo de Recoletos

En 1949 diseñó un estanque de granito para los Jardines de Sabatini, fiel a su estilo habitual. La escultura central fue instalada años después, al parecer es obra de Roberto Baeza.

Jardines de Sabatini, 2007.

En 1950 fue autor de otro de los grandes proyectos urbanísticos madrileños, la primera reforma de la Puerta del Sol. Se instalaron dos fuentes que en la actualidad se encuentran en Vallecas.

Paseo de Federico García Lorca

Ese mismo año fue instalada en la calle de la Princesa la Fuente mural homenaje al doctor Jaime Ferrán, situada al pie de un conjunto con doble escalinata que salva el desnivel entre esta calle y la plaza de Cristino Martos. Herrero Palacios trabajó junto al también arquitecto municipal Luis Pérez-Mínguez. La decoración escultórica fue obra de Federico Coullaut-Valera Mendigutia, hijo de Federico Coullaut-Valera. En 1975 fue restaurada por el propio Herrero Palacios.

En 1958 amplió y reformó el estanque donde se encuentra el monumento a Isabel la Católica cuando este fue trasladado al emplazamiento actual por motivos del creciente tráfico del paseo de la Castellana.

Monumento a Isabel la Católica.

En marzo de 1962 fue inaugurada en los Jardines de Cecilio Rodríguez en El Retiro la Fuente de las Gaviotas, donada por la Embajada de Noruega. Una fuente circular con un surtidor junto a un estanque en el que siete gaviotas unidas por las alas adornan el conjunto. El escultor de las figuras fue Jaime Fernández Pimentel; las rocas que rodean las gaviotas fueron traídas desde la Pedriza por orden del arquitecto. Las aves fueron fundidas en hierro por lo que sufrieron gran deterioro; el propio escultor en 1999 realizó las réplicas en acero inoxidable que vemos actualmente.

Fuente de la Gaviota, Jardines de Cecilio Rodríguez.

Ese mismo año el arquitecto diseñó la Fuente de la plaza de Mariano de Cavia en la que repitió el diseño de aves volando, en movimiento gracias a un mecanismo que lo permite. Siempre se ha considerado que era la Fuente de las Gaviotas, aunque en algún lugar figura que son tres patos… En cualquier caso, el escultor fue Gerardo Martín Gallego. Hace unos meses las esculturas no estaban en su lugar, acaso trasladadas para su restauración; hoy día lucen espléndidas.

Plaza de Mariano de Cavia

Cerca del monumento a Isabel la Católica, hacia 1965 fue construida por el ingeniero Carlos Buigas (autor de las conocidas fuentes de Montjuich en Barcelona), con la colaboración del arquitecto Herrero Palacios, la Fuente de la plaza de San Juan de la Cruz. Su gran pilón circular está adornado por doce peces, varios juegos de agua, y un surtidor central de catorce metros.

Plaza de San Juan de la Cruz

En 1969 diseñó la Fuente de las Conchas o del Nacimiento del Agua, que estuvo en la Plaza de España hasta que comenzaron las obras actuales. Las ninfas de bronce fueron realizadas en 1970 por el escultor Antonio Campillo.

Plaza de España (antes de 2019)

Las piezas del pilón de esta fuente pudimos verlas numeradas en el Almacén municipal del Taller de Cantería de la Casa de Campo, con la esperanza de que vuelvan a adornar y refrescar la nueva plaza de España, finalizadas las obras.

Taller de cantería, 2019.

Ese mismo año de 1969 proyectó la Fuente de los delfines en la plaza de la República Argentina. En este caso las esculturas de bronce son obra del artista Cristino Mallo.

Plaza de la República Argentina

A partir de 1970 nuestro protagonista trabajó en la reconstrucción y restauración del Templo de Debod junto al arqueólogo Martín Almagro Basch. Diseñó el estanque.

Una de las fuentes de Manuel Herrero Palacios desaparecidas, de la que hemos hablado aquí hace poco, es la Fuente de la Red de San Luis. En esos comienzos de los años 70 del pasado siglo XX el arquitecto volvió a utilizar en su diseño unas aves en movimiento, en este caso se conoció como la Fuente de los cisnes.

Entre 1976 y 1977, tras el derribo de la Casa de la Moneda y la convocatoria de un concurso, finalmente el arquitecto municipal fue el encargado de organizar la plaza de Colón; él diseñó los Jardines del Descubrimiento, incluyendo el estanque que rodea las esculturas de Joaquín Vaquero Turcios.

Igualmente creó la gran fuente-cascada que rodeaba la entrada al Centro Cultural de la Villa así como las conocidas como Fuentes Océanas, situadas en el centro del paseo, evocando las tres carabelas del viaje al Nuevo Mundo. Tanto la cascada como las fuentes fueron eliminadas en 2009, al dar comienzo la última reforma de la plaza de Colón.

Fuentes Océanas, 2005.

Aunque se habló de la recuperación y posible ubicación de las dos fuentes en la plaza de Legazpi, nunca llegó a realizarse ese proyecto. Sus restos también pudimos verlos en el almacén del Taller de cantería en la Casa de Campo.

Taller de cantería, 2019.

Manuel Herrero Palacios murió en 1992. Los jardines de la antigua Casa de Fieras del Retiro llevan su nombre desde 1981, son los Jardines del Arquitecto Herrero Palacios, en agradecimiento a los servicios prestados al Ayuntamiento para la mejora y embellecimiento de la Villa, como recuerda una lápida instalada en la entrada.

Una de las puertas del Parque del Retiro, en la avenida de Menéndez Pelayo, también lleva su nombre.

Por: Mercedes Gómez

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Bibliografía:

HERRERO PALACIOS, Manuel. «Madrid, sus jardines y sus parques», Revista Villa de Madrid, 1958.

Ayuntamiento de Madrid

Hace unos meses publiqué en Twitter un breve hilo dedicado a La Mariblanca, uno de nuestros símbolos más queridos durante mucho tiempo, como después ha llegado a serlo la Cibeles.

Hace pocos días, gracias a la Jornada de Puertas Abiertas que disfrutamos en la Casa de la Villa, pudimos contemplar la escultura original y así completar la historia que hoy os invito a recordar aquí.

La estatua de la bella diosa llegó a Madrid en 1625, junto a otras esculturas que Ludovico Turqui trajo de Italia. Poco después, la venus bautizada por los madrileños como Mariblanca, fue colocada coronando la fuente –diseño de Rutilio Gaci– frente a la iglesia y hospital del Buen Suceso en la Puerta del Sol.

(2ª foto: grabado Puerta del Sol, memoriademadrid)

En el siglo XVIII La Mariblanca adornó una nueva fuente, obra de Pedro de Ribera.

Dibujo J. Lewis (1833)

En el siglo XIX sufrió un nuevo cambio, fue instalada en otra fuente, esta vez muy sencilla, en la plaza de las Descalzas, que fotografió Alfonso Begué.

Alfonso Begué, 1864 (memoriademadrid)

A finales de siglo la estatua de La Mariblanca pasó de las Descalzas a un almacén municipal, luego al parque del Retiro. En 1921 se encontraba en una sala del Museo de la Casa de la Panadería.

Los traslados continuaron. En 1969 fue instalada en el paseo de Recoletos, donde lamentablemente en 1984 fue destrozada por unos vándalos.

Pº Recoletos (Foto: Revista Villa de Madrid)

Fue restaurada y trasladada a la Casa de la Villa. Era una joya, obra del siglo XVII, que necesitaba protección.

Una réplica de piedra fue instalada en la Puerta del Sol, primero en el lugar donde estuvo la fuente primitiva, entre Alcalá y la Carrera de San Jerónimo. Durante la última reforma de la plaza en 2009 fue cambiada de lugar; desde entonces se encuentra junto al inicio de la calle del Arenal.

Otra copia, realizada en resina, podemos verla en el Museo de Historia de Madrid, seguramente procedente del desaparecido Museo de la Ciudad.

Y finalmente, hay una tercera Mariblanca en el jardín de un restaurante en el antiguo Recinto Ferial de la Casa de Campo. Esta no he podido verla de momento. Según la web del Ayuntamiento de Madrid es una reproducción realizada en 1956 para el Pabellón de la Masía Catalana en la II Feria del Campo. Hoy día es el restaurante La Masía de José Luis. Es de piedra caliza.

(Foto: monumentamadrid)

La verdadera Mariblanca, la estatua original, es de mármol.

Desde 1985, en que fue restaurada como vimos, majestuosa, preside el vestíbulo de honor de la Casa de la Villa.

Por: Mercedes Gómez

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Bibliografía:

GÓMEZ, Fernando. “La Mariblanca”, en Fiestas de San Isidro 2018. Asociación Casa de Madrid en Barcelona, mayo 2018.

memoriademadrid
monumentamadrid

En las primeras décadas del siglo XVIII, durante el reinado de Felipe V se produjeron grandes cambios en la sociedad española y en la vida cultural. Entre otras instituciones, se crearon las Reales Academias y se fundó la Real Biblioteca Pública, origen de la actual Biblioteca Nacional, que acaba de cumplir trescientos años.

El día 29 de diciembre de 1711 el monarca aprobó el proyecto, y el 1 de marzo de 1712 nació la Real Biblioteca que se puso a disposición de todos. Su primera sede fue el Pasadizo que unía el Alcázar con el Monasterio de la Encarnación -uno de los varios pasadizos elevados que se construyeron en el siglo XVII uniendo las plantas superiores de dos edificios-.

Planos, alzados y cortes de la Real Biblioteca sita en la calle del Tesoro de Madrid (BNE)

Con la llegada de José Bonaparte al trono en 1808 y las obras de remodelación de la plaza de Oriente, el Pasadizo desapareció y la Biblioteca fue instalada en el Convento de la Trinidad Calzada en la calle de Atocha. Tras la vuelta de Fernando VII, en 1819 fue trasladada nuevamente, al Palacio del Consejo del Almirantazgo, en la plaza de la Marina Española (antes Palacio de Godoy). En 1826 su destino fue una casa que había pertenecido al Marqués de Alcañices, en la calle de Arrieta, sobre parte del solar donde luego se levantaría la Academia de Medicina.

En 1836 pasó al Estado y adoptó el nombre de Biblioteca Nacional.

Treinta años después la Reina Isabel II colocó la primera piedra del edificio que hoy alberga la Biblioteca y el Museo Arqueológico, en el Paseo de Recoletos, el Palacio de Museos, Archivo y Biblioteca Nacionales, proyectado por el arquitecto Francisco Jareño en estilo neoclásico.

La Biblioteca Nacional en 1892 (BNE)

Finalizado, con algunas modificaciones, por Antonio Ruiz de Salces en 1892, la Biblioteca fue inaugurada el 16 de marzo de 1896.

El magnífico edificio es Monumento Nacional desde el año 1983. Destaca la fachada adornada con seis esculturas y once medallones que representan a los grandes autores de la literatura española, y el bello frontón, esculpido en mármol por Agustín Querol, que simbólicamente, dicen, nos transmite la sabiduría si nos decidimos a subir por la escalinata y entrar en la Biblioteca.

En el vestíbulo, a los pies de una monumental escalera, se encuentra la estatua dedicada a Marcelino Menéndez Pelayo, director de la Biblioteca de 1898 a 1912, obra del escultor Lorenzo Coullaut Valera.

Una vez al año al menos la Biblioteca nos abre sus puertas. Da gusto recorrer sus lujosas salas rodeadas de barandillas de hierro forjado, muebles de finas maderas, contemplar las vidrieras de sus techos… todo es precioso, pero uno de los momentos más emocionantes sucede cuando llegas a conocer sus sencillos depósitos con pasillos repletos de libros esperando ser leídos y, éstos de verdad, transmitirnos la sabiduría que encierran muchas de sus páginas.

Libros… y revistas, periódicos, grabados, planos, mapas, fotografías, vídeos… los fondos de la Biblioteca Nacional son riquísimos y abarcan todos los medios de información posibles.

Además, esta institución admirable incluye el Museo de la Biblioteca Nacional, antiguo Museo del Libro, y dos salas de exposiciones temporales.

Actualmente, una espectacular exposición celebra el aniversario mostrando algunos de sus preciados tesoros. Desde los primeros manuscritos y objetos de la Biblioteca Real hasta la actualidad. Su título: La Biblioteca Nacional, trescientos años haciendo historia.

Comienza la muestra con lienzos del pintor madrileño más importante de la época, Miguel Jacinto Meléndez, que representan al rey Felipe V y la reina Isabel de Farnesio, su segunda esposa.

A continuación, obras de artistas de todos los tiempos y estilos: Velázquez, Rembrandt, Fortuny, Picasso…

De los escasos dibujos atribuidos al gran Diego Velázquez, la Biblioteca Nacional de España conserva cuatro y en esta ocasión, un poco escondidos en una esquinita, expone dos de ellos, dos pequeñas obras maestras realizadas con lápiz de carbón.

Diego Velázquez. "Cabeza de niña" (h. 1620). (BNE)

Podemos admirar códices medievales, documentos de valor incalculable, ejemplares pertenecientes a la antigua biblioteca de la Torre Alta del Alcázar de los Austrias -que gracias a su traslado a la Biblioteca Real se salvó del incendio que destruyó el palacio real en 1734-, la biblioteca del propio Felipe V, la primera edición del Quijote en los comienzos del siglo XVII…  archivos personales y documentos originales de escritores, Lope de Vega, Ramón Gómez de la Serna, Miguel Hernández, Vicente Aleixandre, etc.

Maravillosos mapas y planos, uno de ellos es el primero que se conoce de Madrid, en su edición más antigua, que muestra la Villa y Corte de finales del reinado de Felipe III y comienzos de Felipe IV.

Asistimos al nacimiento de las técnicas al servicio de la Cultura, por ejemplo la fotozincografía o transferencia de fotografía a planchas de zinc, que por fin hizo posible la reproducción mecánica.

Sorprende la belleza de los primeros aparatos que permitieron guardar y escuchar los documentos sonoros, como el fonógrafo o el gramófono. Una de las joyas de esta biblioteca, muy emotiva, es el archivo de la palabra, que guarda las voces de los protagonistas de nuestra Historia. Leer es enriquecedor, pero quizá escuchar lo es mucho más.

Por supuesto, están presentes las modernas tecnologías, la web de la Biblioteca Nacional, que ofrece una informacion inmensa, los medios sociales, twitter, flickr, una completa y bonita aplicación para los teléfonos que se puede descargar de forma gratuita…

Ideas, palabras, dibujos, fotografías, sonidos, toda la creatividad a nuestro alcance, desde hace tres siglos.

Por Mercedes Gómez

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JARDINES DEL PASEO DEL PRADO-RECOLETOS (IV)

Continuando con los jardines del Paseo de Recoletos, hoy os invito a visitar el Jardín del antiguo Palacio del Marqués de Salamanca, situado en el nº 10, considerado de Interés Histórico.

Como ya comentamos durante nuestra visita al cercano Palacio de Linares, el Marqués de Salamanca fue el primer financiero de la época en prever el valor que adquirirían estos terrenos, situados entre la huerta del Convento de los Agustinos Recoletos –derribado en 1836- y el Pósito, y decidió construir aquí su palacio, alrededor del cual se instalaron otros, llegando la zona a ser conocida como el “barrio de los banqueros”.

Pero en un principio la casa quedó situada en un lugar un tanto raro para un palacete, más fabril que palaciego, entre el Pósito, que aún no había sido derribado, y la Fábrica de Carruajes con su gran chimenea, como se aprecia en el famoso grabado de Alfred Guesdon. Por eso la opinión unánime es que don José tuvo una gran visión de futuro.

José de Salamanca encargó el proyecto al entonces Arquitecto Mayor de Palacio, Narciso Pascual y Colomer, en el año 1846, cuando sus negocios se encontraban en un buen momento. El arquitecto diseñó tanto el palacio como el jardín.

En origen el edificio era exento, únicamente constaba del cuerpo central rectangular, rodeado por el jardín y cerrado por una verja. Al contrario que otros palacetes construidos por la misma época, con su fachada a la calle, el Marqués de Salamanca construyó el suyo alejado del Paseo por un frondoso jardín.

Tras un primera quiebra económica, que interrumpió la construcción del palacio, por fin fue finalizado en el año 55, siendo los años siguientes la etapa más próspera del Marqués.

Colomer diseñó una entrada monumental, que quedó reflejada en un precioso dibujo conservado en el Archivo de la Villa, que desapareció muy pronto, apenas un año después de finalizar la obra, al ser modificada la alineación del Paseo de Recoletos, que robó unos metros al jardín.

El Jardín rodeaba el Palacio, con parterres curvos de estilo paisajista en la parte posterior y en la anterior, y estrechos parterres geométricos en los laterales. Tras el edificio se instaló una estufa o invernadero que había sido realizado en unos talleres de Londres en hierro y cristal, y que costó 100.000 pesetas de la época.

En 1876 nuevamente la ruina financiera le obligó a vender el Palacio, que fue adquirido por el Banco Hipotecario. Como sabemos, el Marqués de Salamanca murió unos años después en su Palacio de la Quinta de Vista Alegre.

A partir de la venta, varias ampliaciones y reformas fueron transformando el edificio y el jardín originales.

Foto: Amador. Palacio del Marqués de Salamanca, 1900. (www.memoriademadrid.es)

La única zona ajardinada que pervive es la delantera, frente a la fachada, donde se conservan tres fuentes,

Marzo 2011

y dos imponentes Cedros del Líbano de la plantación original.

El Palacio de Salamanca en Recoletos hoy está rodeado por otras construcciones, producto de las sucesivas ampliaciones llevadas a cabo, pero continúa resguardado por los majestuosos árboles plantados en época del Marqués.

Adquirido por otra entidad financiera a finales del siglo XX, actualmente tiene dos entradas, una en el Paseo, y la otra en la esquina con la calle de Salustiano Olózaga.

Entrada por la calle de Salustiano Olózaga

Varias esculturas pertenecientes a la Colección de los actuales dueños del edificio acompañan ahora a las antiguas fuentes. Obras de Cristina Iglesias, Miquel Navarro, Francisco Leiro y Andreu Alfaro.

El Marqués de Salamanca fue coleccionista de arte, seguramente si hubiera vivido en el siglo XXI habría sabido elegir también entre los artistas hoy día más cotizados.

En primer plano, obra de M. Navarro. Al fondo, escultura de F. Leiro

No está permitido acercarse a contemplar las esculturas, ni las fuentes, hay que conformarse con verlo todo desde fuera, a través de la verja.

Pero existe otro lugar, abierto a todos, donde podemos buscar las huellas del Marqués de Salamanca y el recuerdo de lo que pudo ser su Jardín. La Estufa fue trasladada al Retiro, estuvo situada en el centro de La Rosaleda creada en los comienzos del siglo XX por Cecilio Rodríguez. Durante la guerra resultó destruida, solo se conserva el basamento de ladrillo que limita el estanque.

Sí se conservan dos fuentes deliciosas, realizadas en granito y mármol, la Fuente del Amorcillo y la Fuente del Fauno, también procedentes del Jardín del antiguo Palacio del Marqués de Salamanca en el Paseo de Recoletos.

Se cree que pudieron ser diseñadas, igual que el palacio y el jardín, por Narciso Pascual y Colomer.

Fuente del Fauno, en la Rosaleda del Retiro.

Texto y fotografías : Mercedes Gómez

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Bibliografía:

Catálogo Exposición Narciso Pascual y Colomer (1808-1870). Arquitecto del Madrid Isabelino. Ayuntamiento de Madrid 2007.

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Otros artículos:

Paseo del Prado-Recoletos I.- El Jardín del Palacio de Linares.
Paseo del Prado-Recoletos II.- Paseo de Recoletos.
Paseo del Prado-Recoletos III.- El Jardín del Palacio de Buenavista.

JARDINES DEL PASEO DEL PRADO-RECOLETOS (III)

Retomamos los recorridos por los jardines históricos madrileños que perviven en algunas zonas de la ciudad. Ya tuvimos ocasión de pasear por algunos rincones de la Castellana, por el Paseo de Recoletos y nos adentramos en el Jardín del Palacio de Linares. Justo enfrente, en la otra esquina del Paseo con la calle de Alcalá, se encuentra el Palacio de Buenavista rodeado de un bello jardín de Interés Histórico-Artístico.

Situado entre las calles de Alcalá, Barquillo, Prim y el Paseo de Recoletos, parece una pequeña ciudad, con sus distintos edificios, calles y jardines.

La historia del lugar es muy antigua, allí vivieron ilustres personajes y sucedieron hechos notables durante siglos. Ya en el siglo XVI existía una casa-palacio en la colina conocida como Altillo de Buenavista, rodeada de huertas, a la salida del Camino de Alcalá. Eran las afueras de la Villa cuando Felipe II la eligió como capital, y el entonces propietario, el Cardenal Quiroga, se la cedió como casa de campo y lugar de descanso próximo al Alcázar.

Recordemos que en aquellos tiempos los límites de Madrid por el este se hallaban en la Puerta del Sol, una de las puertas de la Cerca que el propio Felipe II mandó levantar.

Los terrenos situados junto a la Casa, en el siglo XVII se convirtieron en la Huerta del Regidor Juan Fernández, entonces zona pública, de paseo y acaso devaneos, hasta el punto que Tirso de Molina escribió una obra titulada La Huerta de Juan Fernández, en gran parte escenario de la trama de esta comedia de enredo.

Altillo de Buenavista (Plano de Texeira 1656)

En 1769 don Fernando de Silva Álvarez de Toledo, Duque de Alba, adquirió estas casas llamadas de Buenavista y fue su nieta, la Duquesa de Alba, la famosa María Teresa Cayetana, quien inició la construcción de un gran palacio, junto a su esposo, José Álvarez de Toledo con quien antes de trasladarse aquí vivió en su Palacio de la calle de Don Pedro, que ya visitamos.

Pero del Palacio de Buenavista, actual sede del Cuartel General del Ejército, que posee maravillosos salones y obras de arte, quizá hablemos otro día, hoy recordemos la historia del jardín.

En época de José Bonaparte, se construyó la escalera que va desde el Palacio hasta la calle de Alcalá. La posesión, que había ido aumentando su extensión con las casas cercanas, estaba cercada por un muro.

J.Laurent. Ministerio de la Guerra. Antes de 1863 (memoriademadrid.es)

Posteriormente se creó un jardín geométrico, al estilo francés.

Fue después de 1870 cuando se construyeron edificios accesorios, se instaló la bonita verja de hierro y el jardín se transformó al estilo paisajista.

Plano del Gral I. de Ibero (h. 1875)

En 1882 fue noticia la instalación de luz eléctrica que por la noche embellecía la vista del palacio y del jardín.

La Ilustración Española y Americana 1882 (en http://www.bne.es)

Constaba de varios parterres de formas curvas organizados alrededor de la gran escalinata, que siguen existiendo. En el paseo central, mirando hacia la calle de Alcalá, se instaló una escultura dedicada al Valor.

En la terraza superior, a cada lado, una encantadora fuente de piedra.

Árboles de varias especies, castaños de indias, cedros, magnolios… rodeados de césped  y setos adornan el precioso jardín romántico. Leo que entre ellos hay dos árboles singulares, un Ginkgo o árbol de los cuarenta escudos, que mide más de 30 metros de altura, el más grande y más viejo de Madrid de esta especie procedente de China, con alrededor de 120 años de edad. El otro es una Casuarina, rara en Madrid, que con sus más de 20 metros es un ejemplar único.

Es bonito observar cómo, después de más de ciento cuarenta años, se conserva el trazado del jardín, por eso su valor no es únicamente histórico sino también artístico.

Altillo de Buenavista 2011 (Bing Maps)

Ahora por la calle de Alcalá circulan coches en lugar de carruajes.

18 de febrero 2011

Pero el antiguo Altillo de Buenavista ahí continúa, el palacio casi oculto tras los hermosos árboles.

El jardín normalmente está cerrado al público, únicamente se abre en ocasiones especiales (Noche en Blanco, Semana de la Arquitectura…), al menos de momento.

En los comienzos de este mes de febrero de 2011, el Alcalde de Madrid presentó el Proyecto Madrid Centro, en el cual se proponen una serie de intervenciones y planes para Madrid, de futuro incierto. Uno de ellos consiste en abrir al público estos jardines del palacio de Buenavista. Volver a abrir al público, como en el siglo XVII, ¿será posible?.

Nunca se sabe. Como dice un personaje en la obra de Tirso, en aquella Huerta de Juan Fernández, hoy Jardín del Palacio de Buenavista,

… que aunque es confusión Madrid,
tiene mucha claridad su cielo, …

Texto y fotografías: Mercedes Gómez

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Bibliografía:
Alfonso De Carlos. El Palacio de Buenavista. Revista Villa de Madrid nº 52. Madrid 1976.
Rafael Moro. Árboles de Madrid. La Librería 2007.

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Otros artículos:

Paseo de la Castellana I.- Jardín del Museo de Ciencias Naturales.
Paseo de la Castellana II.- El Barrio de Indo.
Paseo de la Castellana III.- El Jardín del Hotel Villa Magna.
Paseo del Prado-Recoletos I.- El Jardín del Palacio de Linares.
Paseo del Prado-Recoletos II.- Paseo de Recoletos.

JARDINES DEL PASEO DEL PRADO-RECOLETOS (II)

El histórico Paseo de Recoletos es uno de los lugares más bonitos de Madrid para pasear en cualquier época del año, pero es especialmente agradable en verano, estos días calurosos en que sus frondosos árboles te protegen y dan refugio.

El Paseo de Recoletos ya existía en el siglo XVII, era un paseo con doble arbolado como se aprecia en los planos antiguos, que transcurría junto al arroyo que lo surcaba, y que había sido creado como continuación del Paseo del Prado Viejo de San Jerónimo y del Paseo de Atocha, que hoy conforman el Paseo del Prado.

Plano de Mancelli, 1623.

Fue en el siglo XVIII, bajo el reinado de Carlos III, cuando esta antigua zona de huertas y conventos fue reformada y adornada con fuentes y puentecillos, y se convirtió en el principal lugar de encuentro y ocio de los madrileños, que perduraría en siglos posteriores.

A. González Velázquez. "El Paseo del Prado y el Paseo de Recoletos desde la Fuente de las Cuatro Estaciones", fin sg.XVIII.

Su nombre, Paseo del Prado de los Agustinos Recoletos, proviene del Convento que allí se hallaba, en el lugar donde luego se construyeron la Biblioteca Nacional y el Museo Arqueológico.

La mayor parte de los edificios que actualmente jalonan el paseo, palacios, viviendas, incluso alguna iglesia como la de San Pascual, fueron edificados en el siglo XIX.

En esa época, y en los comienzos del siglo XX, lo que entonces llamaban los «jardinillos» de Recoletos, eran uno de los lugares más concurridos de Madrid, sobre todo en verano, donde los madrileños paseaban y se reunían en busca de frescor y tertulia.

Hoy, como entonces, existen algunos quioscos, como el del Café Gijón o el del Restaurante El Espejo, que con su decoración mantienen el sabor y el recuerdo de aquel ambiente del pasado.

Interior de "El Espejo".

"El Espejo" antes de la reforma, con las farolas antiguas en el exterior.

Como zona arbolada y ajardinada, el de Recoletos fue uno de los pocos paseos incluidos en el Catálogo de Parques Históricos y Jardines de Interés del Ayuntamiento de Madrid, en el Plan General de Ordenación Urbana de 1997, por su interés histórico-artístico, ya que «conserva un trazado culto, representativo de una época determinada«, lo cual le concede el nivel máximo de protección.

Como sabemos, durante el invierno pasado hubo obras de reforma. La acera frente a la Biblioteca fue pavimentada con losetas de granito, y en el lado contrario, en el paseo arbolado, el antiguo pavimento fue sustituido por asfalto. Las antiguas farolas fueron eliminadas y se instalaron “modernos” bancos de granito en lugar de los tradicionales de madera, que más que bancos parecen mazacotes, y que se están instalando parece que indiscriminadamente en diversos lugares de la ciudad, al igual que las nuevas farolas, más propias de un paseo o carretera creados en el siglo XXI, que del elegante Paseo de Recoletos.

La semana pasada, Paco, en su estupendo blog Fotopaco, comentaba que el paseo estaba siendo levantado otra vez, ¿qué estaban haciendo?, nos preguntábamos.

26 de agosto 2010

Ignoro el motivo de las nuevas obras, pero parece que todo ha consistido en un nuevo asfaltado, esta vez en un tono marrón en lugar del gris anterior (si alguien conoce la diferencia, o el término técnico, su información será muy bienvenida). El color, que recuerda al de la tierra, ofrece un mejor aspecto.

Lo más destacable, extraño y esperanzador de la “nueva reforma” es que los bancos de granito han sido retirados y están amontonados en un rincón del paseo mostrando un aspecto un tanto siniestro. ¿Definitivamente?. Ojalá. Aunque seguramente es más una ilusión por mi parte que una realidad y volverán a ser colocados en breve.

En el lado izquierdo, caminando hacia la Plaza de Colón, hay bancos de madera, mucho más cómodos.

29 agosto 2010

Quedan las nuevas farolas, que desentonan enormemente con el entorno, ese entorno culto y representativo de épocas pasadas.

¿Qué sentido de la historia y de la estética han llevado a nuestras autoridades y/o expertos a colocar esta iluminación tan poco acorde con un entorno tan armónico?.

29 agosto 2010

Que las quiten por favor.

Texto y fotografías por Mercedes Gómez

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Otros artículos:

Jardines del Paseo del Prado-Recoletos (I).- Jardín del Palacio de Linares

El Salón del Prado y sus bancos de piedra

JARDINES DEL PASEO DEL PRADO-RECOLETOS (I)

Retomamos nuestro recorrido a través de los vestigios de antiguos jardines madrileños con la visita al Jardín del Palacio del Marqués de Linares, actualmente sede de la Casa de América, en el Paseo de Recoletos nº 2, un jardín realmente bonito y de interés histórico.

En 1870 José Murga, Marqués de Linares, adquirió algunos terrenos del antiguo Pósito, -que recordemos ocupaba toda la manzana desde la plaza de la Independencia hasta Cibeles, y que había sido derribado el año anterior-, con el fin de construir su residencia.

Aparte leyendas y supuestos fantasmas, asunto del que ya se ha hablado y escrito mucho, la realidad es que se trata de uno de los palacios más bellos y lujosos del Madrid del siglo XIX, que aún podemos admirar pues conserva en su interior gran parte de las obras de arte que el marqués mandó crear para su disfrute y el de su esposa.

Cuando hacia el año 1878 comenzó la construcción del palacete, la plaza de la Cibeles era muy distinta a la actual, ni siquiera tenía nombre aún, aunque la fuente de la diosa llevaba allí instalada casi un siglo.

El único edificio, junto con sus jardines, que ya existía por entonces, era el Palacio de Buenavista, en la esquina contraria. Los terrenos donde hoy se alza el antiguo Palacio de Comunicaciones aún estaban ocupados por los Jardines del Buen Retiro, y en la esquina donde luego se levantaría el Banco de España se encontraba el Palacio del Marqués de Alcañices. Era el Salón del Prado, lugar de encuentro y de paseo.

Pero en el último cuarto del siglo XIX la plaza de la Cibeles se convirtió en el centro financiero de la ciudad.

Entre 1884 y 1891 se construyó el Banco de España. Muy cerca, poco después, se terminó de levantar el edificio de la Bolsa, y en los terrenos antaño ocupados por el Real Pósito y el Convento de los Agustinos Recoletos, se abrieron calles nuevas y se construyeron varios palacetes alrededor del que Narciso Pascual y Colomer había construido para el Marqués de Salamanca, que fue el primer financiero de la época en prever el valor que adquirirían estos terrenos, continuación del Paseo del Prado.

La zona fue conocida como “barrio de los banqueros”.

La Plaza de Madrid (Foto: Hauser y Menet)

Además del citado Palacio del Marqués de Salamanca, hoy sede de un importante banco en el nº 10 del Paseo de Recoletos, se conservan algunos otros, como el de Arenzana –hoy Embajada de Francia, en la calle de Salustiano Olózaga-, el de Zabálburu – en Marqués del Duero- y el Palacio de Linares.

Junio 2010

A partir de un proyecto de Carlos Colubí, la obra fue realizada por otros dos arquitectos. Manuel Aníbal Álvarez-Amorós, entre 1878-79, construyó el jardín y todos sus elementos, ubicados tras el palacio. Y Adolf Ombrecht (1879-1884) se encargó de toda la decoración interior.

Unos años después, en 1892, el pleno municipal acordó darle a la plaza el nombre de Plaza de Madrid, que conservaría hasta 1900 en que pasó a denominarse Plaza de Castelar. Es la Plaza de Cibeles desde el año 1941.

Debió ser sin duda un hermoso jardín, de forma irregular, con un bonito estanque, que ya no existe.

Se construyeron dos pabellones, uno de estilo clásico y otro más pequeño de estilo romántico. El primero era el pabellón de Caballerizas, hoy transformado en Sala de Exposiciones.

Y el segundo, un “capricho” o casita rústica, que fue conocido como la Casa de Muñecas, construido para tapar la medianería contigua, y que era utilizado como almacén para guardar las herramientas de labor.

También se construyó una escalera de acceso al jardín con una preciosa fuente de piedra, a espaldas del palacio, modificando el proyecto original de Colubí, más sencillo.

Del histórico jardín tan solo perviven la verja, los pabellones y la escalera con su fuente.

En 1992, cuando el Palacio fue transformado en sede de la Casa de América, fue casi totalmente vaciado para la construcción de un auditorio subterráneo, por lo que la vegetación actual es reciente. El arquitecto de la reforma fue Carlos Puente.

El Palacio hoy acoge las oficinas y otras estancias de la Casa de América en Madrid, que ofrece la posibilidad de visitarlo los fines de semana, además de exposiciones, conferencias, restaurante, etc.

En el Jardín durante los meses de primavera y verano se instala una agradable terraza que nos permite disfrutar de este espacio singular.

Texto y fotografías : Mercedes Gómez

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Bibliografía:

Ramón Guerra de la Vega. Palacios de Madrid. Tomo II. Madrid 2001.


Desde el siglo XVI, los Paseos del Prado Viejo de San Jerónimo, de Recoletos y de Atocha han sido importantes en la vida de Madrid y de los madrileños. Lugar de reunión, convertido por Carlos III en el Salón del Prado, en la actualidad reciben el nombre de Paseo de Recoletos y del Prado, este último llamado también “Paseo del Arte”, quizá algo único en el mundo, desde hace años sometidos a una remodelación conocida como Plan Especial Recoletos Prado.

Después de un primer intento en que el concurso convocado por el Ayuntamiento quedó desierto, en junio de 2001 se presentaron ocho proyectos realizados por los arquitectos más reconocidos internacionalmente. En ellos hubo propuestas de todo tipo, excavar un túnel para el tráfico, talar árboles, plantar árboles, recuperar el tranvía…

En los comienzos de 2002 fue seleccionado por unanimidad el proyecto diseñado por el arquitecto portugués Alvaro Siza.

Desde entonces ya se han llevado a cabo algunas de las ideas aprobadas, como la creación de la Oficina de Turismo en la plaza de Colón y la peatonalización de la Cuesta de Moyano.

Este año 2009, a cuenta del Fondo de Inversión Local, conocido como Plan E o Plan Zapatero, se han acometido las reformas de la plaza de Colón, el paseo de Recoletos y la glorieta de Atocha.

El traslado de la estatua de Cristóbal Colón al centro de la plaza es quizá el cambio más llamativo del nuevo Eje Prado-Recoletos, pero no el único.

Ya se pueden ver algunos de los nuevos elementos de mobiliario urbano, diseñados por el propio Siza, o su estudio. Las marquesinas de autobús son transparentes, y los clásicos bancos de piedra han sido sustituídos por otros de forma cuadrada, haciendo juego con las nuevas losetas del pavimento.

La Glorieta de Atocha en obras. Mayo 2009. Un antiguo banco a punto de desaparecer.

Agosto 2009. El nuevo pavimento casi instalado.

El mobiliario urbano es, o debe ser, un elemento importantísimo de la ciudad, que cumple dos funciones: estética y práctica, y desde ambos criterios debe ser juzgado. En cuanto al primer aspecto, en mi opinión, Madrid está lleno de elementos que afean sus calles (marquesinas, chirimbolos, contenedores de basura…). No cabe duda de que en este caso los diseñadores han buscado una línea moderna, y parece buena idea que las marquesinas sean discretas. Pero…

Diciembre 2009

En algunos casos se trata de elementos que además de útiles son ornamentales, al menos antes lo eran, como los bancos que sirven de asiento y ocasional reposo al paseante.

Los viejos bancos de piedra poco a poco van desapareciendo, y pronto solo va a ser posible verlos en algunos jardines históricos.

Queda pendiente el tramo más importante, el histórico Paseo del Prado, calificado en su conjunto como Bien de Interés Cultural, en cuyo desarrollo existen algunas discrepancias entre el Ayuntamiento y la Dirección General de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid.

Dice el Ayuntamiento en su Plan Especial que “las intervenciones a realizar se van a parecer más bien a un minucioso trabajo de restauración de una enorme obra de arte”.

A ver si es verdad.

¿Van a desaparecer también los bancos de piedra del Paseo del Prado?

Paseo del Prado 2009

Deseemos un feliz año al Paseo del Prado y a Madrid,

y a todos. ¡Feliz 2010!

Mercedes

Después de más de treinta años viviendo en uno de los extremos de los Jardines del Descubrimiento, y más de tres meses tapado por lonas de color verde, Cristóbal Colón ha vuelto al centro de la plaza a la que da nombre. Tras una necesaria restauración, durante una noche de mediados de diciembre, sin avisar, la estatua fue trasladada a su nueva ubicación, desde donde el Descubridor mira nuevamente hacia el Sur.

Dicen que fue apartada debido al intenso tráfico del Madrid de 1977, que podía dañar el mármol. Ignoro el efecto que ahora preven los expertos respecto al tráfico que rodeará a Colón en 2010, pero lo cierto es que la escultura ha vuelto a sus orígenes, al lugar en que fue instalada en 1885.

Aunque entonces estaba rodeada de una pequeña zona ajardinada, algo habitual en las plazas madrileñas del XIX, ahora ha sido instalada en una isleta rodeada de agua, piedra y cemento, habituales en las plazas madrileñas del XXI.

Destapada la recuperada estatua el pasado día 22 y la nueva plaza inaugurada, las obras por fin, o de momento, han abandonado el Paseo de Recoletos. Queda bonita, pero desde luego la magnífica estatua con su artístico pedestal ahora está muy lejos del peatón o curioso observador.

Muy cerca, paseando por las nuevas aceras del paseo llegamos a las puertas de la Biblioteca Nacional a cuya sala de exposiciones ha vuelto Larra, escritor romántico, máximo ejemplo del espíritu del siglo XIX.

Larra. Fígaro de vuelta 1809-2009” conmemora el bicentenario de su nacimiento. Un recorrido que comienza situándonos en el momento histórico en que nació Larra, en plena guerra de la Independencia, continúa con su biografía, el periodista político y el analista de la literatura y la sociedad.

Una serie de pinturas, la mayoría procedentes del Museo de Historia, que por si solas ya merecen una visita, ilustran las explicaciones situándonos en el Madrid de Larra, el Madrid del siglo XIX.

Texto y fotografías por: Mercedes Gómez

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Biblioteca Nacional
Paseo de Recoletos, 20
Larra. Fígaro de vuelta. 1809-2009
17 de diciembre 209 – 14 de febrero 2010

Al final del Paseo de Recoletos, a la izquierda, poco antes de llegar a la Plaza de Colón, hay una estatua clásica, sencilla, a tamaño natural, realizada en mármol blanco; se trata de una mujer con el torso desnudo, algo inclinada, únicamente cubierta con los pliegues de una falda atada bajo la cintura y un manto sobre uno de sus hombros. Se llama Andrómaca.

Es una de las figuras femeninas de la mitología griega. Ya hace más de 27 siglos que Homero la convirtió en uno de los personajes de La Ilíada; en el siglo V antes de Cristo fue protagonista de una de las grandes tragedias de Eurípides. En el siglo XVII el dramaturgo francés Racine también la eligió para su drama. Andrómaca es inmortal, pero delicada.

El estado actual de la plaza y del paseo debido a las obras es caótico y diría que peligroso, por eso ayer quise visitar a Andrómaca, tenía miedo de llegar y comprobar su ausencia. Pero no, allí sigue, aunque su pequeña parcela antes rodeada de flores ahora está ocupada por máquinas taladradoras, coches, vallas y los bloques de las inevitables y conocidas losetas que esperan ser colocadas.

andromaca y losetas

La estatua fue realizada por José Vilches en 1853, en Roma, donde este escultor malagueño vivió y estudió. Presentó la obra a la Exposición Nacional de 1856, obtuvo una medalla, y la obra fue instalada en el Real Conservatorio de Música de Madrid. En algún momento fue trasladada aquí.

A pesar de su desnudez, discreta en su pedestal, tal vez pasa desapercibida a muchos paseantes, debido entre otras cosas a la proximidad de importantes y mucho más llamativas obras que atraen a los turistas y curiosos en general, como la Biblioteca Nacional frente a la que se encuentra, o la gran estatua de Cristóbal Colón.

El Descubridor está rodeado de andamios, esperando ser desmontado y restaurado, para su posterior traslado al centro del paseo, donde estuvo desde 1885 hasta que la reforma de la plaza en 1977 llevó el monumento hasta su actual emplazamiento. Fue entonces cuando se instalaron las fuentes recientemente desmanteladas y que no está claro adonde irán a parar.

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Sinceramente yo ya no se si esto es bueno o malo. No acabo de entender esta costumbre madrileña de cambiarlo todo de sitio, o enviarlo a los almacenes municipales, y en muchos casos nunca más saber qué fue de la obra en cuestión, desaparecida para siempre, quizá su piedra aprovechada para otros menesteres.

Colón vuelve a su lugar original, de acuerdo, pero estará más lejos de nosotros, rodeado de coches.

Qué no habrá visto Andrómaca desde su pedestal. Símbolo, protagonista y testigo de amores y guerras, hoy más que nunca parece echarse las manos a la cabeza.

Mercedes

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